jueves, 11 de diciembre de 2008

Para leer y meditar a cerca de "La nube sobre el santuario" de nuestro Ven.'.Maes.'. Karl von Eckartshausen


El Señor
No conquista por las armas
Sino por el poder
Y la fuerza del espíritu.


“Si oculus tuus fuerit simplex totum corpum tuum lucidum erit” (Lc 11, 34).
El ojo interior del hombre es la razón, “potentia hominis intellectiva mens”.

Si este ojo interior es iluminado por la luz divina, él es, entonces, el verdadero sol interior por el que conocemos todos los objetos.

El ojo interior del hombre es la razón, “potentia hominis intellectiva mens”. Si este ojo interior es iluminado por la luz divina, él es, entonces, el Verdadero sol interior por el que conocemos todos los objetos.
En tanto que la luz divina no ilumina este ojo, nuestro interior vive en las tinieblas. La aurora de nuestro interior comienza cuando esta luz se levanta. Este sol del alma ilumina nuestro mundo intelectual, como el sol exterior ilumina el mundo exterior.
Así como, a la salida del sol exterior, los objetos del mundo sensible se nos vuelven poco a poco visibles; a la salida del sol espiritual o razonable llegan a nuestro conocimiento.
Así como la luz exterior nos ilumina por el camino de nuestra peregrinación, la luz interior nos ilumina por el camino de la salvación. Pero, así como el ojo exterior del hombre está expuesto a diferentes peligros, el ojo interior también lo está.
Este ojo interior debe conservarse sano, puro e inalterable: entonces puede elevarse, como el ojo exterior hacia el cielo; y, del mismo modo que el ojo exterior puede mirar el firmamento, las estrellas y el sol, también el ojo interior puede ver todo el cielo, a los ángeles y a Dios mismo. “Signatum est super nos lumen vultus tui” (Ps 4).
“Ostendam omne bonum tibi” (Ex VI, 33).
¡Qué gran destino tiene el hombre interior!
Su espíritu puede elevarse hasta los ángeles y las inteligencias supraangélicas, puede acercarse al trono de la divinidad y ver, en sí mismo, todas las magnificencias del mundo divino, espiritual y físico; “averte oculum tuum, ne videat vanitatem.”
Retira tu alma, tu ojo interior, de todo lo que no sea Dios, ciérralo a la noche del error y del prejuicio, y no lo abras más que al Sol del mundo espiritual.
Este Sol espiritual es Jesucristo. Pues, así como el sol exterior posee luz y calor, y lo vuelve todo visible y fructificante; este Sol interior lo hace todo susceptible de ser conocido en el espíritu y activo en el corazón; ya que la sabiduría y el amor son sus fuerzas, y la razón y la voluntad del hombre, sus órganos. Llena las fuerzas con la sabiduría y la voluntad con el amor.

DESARROLLO DE LAS FUERZAS HUMANAS

Cuantos más órganos tiene un cuerpo para la recepción, desarrollo y propagación de diversas influencias, más rica y perfecta es su existencia, pues hay más capacidad vital.
Hay algunas fuerzas que duermen en nosotros para las que no tenemos órganos y que, por consiguiente, no pueden actuar.
Estas fuerzas durmientes pueden ser despertadas, es decir, que podemos organizarnos de modo que estas fuerzas se vuelvan activas en nosotros.
Un órgano es una forma en la que actúa una fuerza. Las partes en que consta toda forma están orientadas de acuerdo a esta fuerza actuante.
Organizarse para la acción de una fuerza significa, simplemente, dar a las partes una forma o situación tal que la fuerza pueda actuar en ellas... Esto quiere decir estar organizado.
Ahora bien, del mismo modo que para un hombre sin ojos la luz no existe en realidad, mientras que los que tienen este órgano gozan de ella; así, muchos hombres no pueden gozar de lo que otros sí pueden. O sea, que un hombre puede estar organizado de tal modo que sienta, oiga, saboree y vea cosas que otro no puede sentir, oír, saborear ni ver, porque le falta este órgano.
En este caso, todas las explicaciones serían inútiles, pues uno mezclaría siempre las ideas recibidas a través de su órgano particular con las ideas del otro; sólo podría saborear y comprender algo en la medida que se pusiera en contacto con sus propias sensaciones.
Del mismo modo que recibimos todas nuestras ideas a través de los sentidos y que todas las operaciones de nuestra razón son abstracciones de impresiones sensibles, existen muchas cosas de las que no nos podemos hacer una idea, porque aún no conocemos su sensación. Sólo aquello para lo que tenemos un órgano se vuelve sensible para nosotros.

Por ello, parece quedar demostrado que los hombres organizados para el desarrollo de las fuerzas superiores, no pueden dar a los otros hombres ninguna idea, ni oscura, de la verdad superior.
Así pues, todos nuestros escritos y discusiones sirven de poco. Los hombres deben, primeramente, organizarse para la verdad.
Aunque escribiéramos para los ciegos folios enteros sobre la luz, estos no la verían mejor. Debe dárseles, en primer lugar, el órgano para saborear la verdad.
Ahora, la pregunta es: ¿En qué consiste el órgano de percepción de la verdad? ¿Qué es la capacidad de verdad en el hombre?
Respondo: Es la simplicidad del corazón. Pues la simplicidad sitúa al corazón en una posición adecuada para recibir con pureza el rayo de la razón; y éste organiza el corazón para recibir la Luz.


L.V.X.
M.L. Kalihel

No hay comentarios: