martes, 2 de junio de 2009

EL FRUTO MÁS ESPLÉNDIDO DEL ÁRBOL DE LA KÁBALA La letra reish: r: 200 EL PRINCIPIO, LA RED, EL SERVICIO

ESTE es el orden a seguir en el camino del estudiante de Kábala: reconocer en el vocablo principio o bereshit, primera palabra de la Biblia, el pacto de fuego o brit esh que hubo en el origen, las llamas negras y blancas de la manifestación. Extraer, con cuidado y delicadeza, la red o reshet que ese principio nos tiende. Y por último transformar esa red tejida por la misma substancia del Padre-Alfabeto a partir del minúsculo pero poderoso punto de la yod, en un servicio o share al mundo,, un don para los seres humanos, un regalo a los demás. Esos tres pasos sucesivos, difíciles de dar, son sin embargo indispensables si se quiere avanzar en un conocimiento que los entendidos no dudan en calificar cono el “Yoga de Occidente”.
La red o reshet tiene, como la cadena transmisora o shersheret imaginada por el maestro Alexandre Safrán, una línea básica horizontal y otra vertical, fijadas o relacionadas entre sí por meditación de los nudos. La línea vertical cada quien está a solas consigo mismo, allí donde su comprensión lo sitúa: por la horizontal, en compañía de los demás e inmenso en el diálogo didáctico que lo instruye. El cruce o contacto entre los nudos es –en términos neurológicos- la sinapsis que la red nerviosa establece para la energía de la alef se polarice hacia la yod, onda y partícula respectivamente. Cuando el pensamiento se expresa en palabras, la onda se hace partículas; cuando las palabras tienden hacia el pensamiento, por el contrario, la partícula se hace onda. En ese juego cósmico constante, artífice y mago, cándido y sabio en igual medida, el kabalista aprende a ser un tejedor y destejedor de redes. O, como le dijo Jesús a Simón-Pedro: conociéndolas deviene un pescador de hombres.
Hoy, ahora mismo, ese principio de fuego o de luz cálida está contenido en el Arca de la Ley o arón ha-kodesh. En efecto, ¿qué otra cosa puede haber en el mencionado arca o arón sino la misma luz u or que nos busca y a la que también nosotros buscamos? Para que el encuentro se produzca debemos, gradualmente, conectarnos a la red con el fin de que a través de ella pueda fluir la energía que, en su lugar y momento, debe transformarse en nuestra propia iluminación. El principio es eterno, la red el espacio/tiempo y el servicio la acción cotidiana.

LUIS MONTERO

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