viernes, 26 de junio de 2009

Nuestra idea del mundo.

Nuestra mente crea la cosa por sí misma. Cada hombre tiene su propia sensación, no idéntica
a la de otro, sino que semejante. Cada centro de la vida consciente tiene su propia visión del contorno, a la cual registra e interpreta, según sus modificaciones y con una modalidad única.
La adapta a la forma de su propio intelecto. Esa situación hace que cada uno tenga sus propias
características de espacio y tiempo. Así se concibe el propio mundo experimentado.

Detrás de nuestra mente está la Mente Universal. Su estímulo es la base que está detrás de nuestra forma de pensamiento de una cosa, y es lo que la incita a vivir. Ella piensa sus ideas "dentro" de nuestra mente, es por eso que nuestra facultad creativa, es independiente sólo a medias. El pensamiento de la Mente es el primer responsable del mundo. El mundo es originariamente un producto de Ella, y sólo secundariamente un producto de nuestra mente por un proceso de reflejo. Nosotros no proyectamos el estímulo original. Ese reflejo es posible, porque cada pequeño círculo de una mente singular, está contenido en el círculo de mayor tamaño de la Mente que lo contiene todo. Cada individuo recrea en su propia consciencia la idea reflejada en ella por esa Mente.

La mente humana no es totalmente pasiva a la recepción de las ideas de la Mente Universal. La causa de las ideas de la mente humana está en parte en sí misma y en parte en la Mente. Quien provoca la existencia de nuestra imagen del mundo es Ella, la actualización es nuestra. Cada uno de nosotros, según sus propios límites, contempla el escenario universal. La Mente a través de nosotros, capta su idea del universo de una manera ilimitada.

Nuestra concientización del mundo externo se debe a ese elemento que está presente en las mentes individuales. De otra forma no podríamos responder a su estímulo, ni percibiríamos que las cosas están en el espacio y que se mueven en el tiempo. Si esto cambiara por un solo instante y si la Mente Suprema interrumpiera su actividad ideativa e imaginativa, el universo y todos sus seres conscientes desaparecerían. Ella está presente en todo momento y en todo lugar, y puede perpetuamente sustentar la existencia del universo, en las percepciones de todas las criaturas que lo habitan.

El universo es creado desde el interior de la mente de un hombre y no desde afuera. La facultad que lo produce es inconsciente al hombre, pero está allí. Sólo somos conscientes de nuestras propias ideas, nuestra percepción de las cosas está representada siempre por figuras mentales. La Naturaleza es una idea nuestra. Estas ideas no son las únicas que realmente experimentamos, no son sólo nuestras nociones de objetos materiales independientes, totalmente ilusorias, sino que, principalmente, esos objetos no poseen existencia actualizada, independiente de nuestras mentes. Esta existencia es en parte la Mente Universal y en parte su pasado oculto. La fuerza de su irrupción corresponde a la energía del hechizo soportado por el hombre. Los antiguos videntes asiáticos, denominaron "maya" al universo, lo que traducido equivale a “ilusión”.

Las ideas son fuerzas latentes de la Mente y constituyen un sistema auto activo. Toda impresión de este tipo se actualiza simultáneamente por el mero hecho de ser pensado en términos espacio-temporales: es, entonces, el objeto llamado material. La idea se presenta como una cosa debido a que ha sido re-pensada y re-sustentada en la Mente Universal. El mentalista acepta la existencia del objeto, pero niega su materialidad, separación o independencia de la idea. Afirma que ese objeto es sólo la idea de él. Cosa y pensamiento son indivisibles, porque nunca conocemos la cosa en sí sino sólo la idea. La mente es su propio espectador y espectáculo, experimentador y cosa experimentada.

La visión interior consiste en comprender que nada hay en el mundo que no sea Mente. La materia es una característica de nuestro modo de pensar la naturaleza. Las leyes de la Naturaleza material son sólo las leyes que gobiernan las apariencias y cambios de la forma de la Mente Universal. Este hecho existe en el interior de la mente y sólo allí.

De lo consciente a lo inconsciente
El cerebro es la porción tangible del cuerpo, surcada por circunvoluciones de materia gris y blanca, ubicada dentro de la caja craneana. La consciencia es la suma total de la variada serie de impresiones sensoriales, percepciones, pensamientos, sentimientos, imágenes, ideas, intuiciones y recuerdos que conocemos como propias y que no se pueden evidenciar por medio de la disección con bisturí. La consciencia es un "conocimiento" de un principio inmaterial: la mente es la luz del cerebro. La luz hace visible las cosas, pero ella es invisible. La percibimos detrás de nuestras diversas experiencias, porque ella es en sí invariable.

La experiencia del mundo, cuando se la rastrea hasta sus orígenes, se arraiga como una idea
en la consciencia. Sólo la existencia previa de la mente, hace posible la consciencia de la idea corporal. La consciencia está fuera del alcance de la percepción sensorial. Siempre piensa en algo, porque nunca está vacía. La vida mental no se agota en una forma particular de vida consciente. Este tipo de consciencia es un "estado" de la mente que incluye la posibilidad de disiparse.

La mente es la materia prima de todos nuestros pensamientos particulares e ideas corrientes. Todos los pensamientos son virtuales en la mente y actuales en la consciencia. Todo pensamiento hace una tácita referencia a lo que está más allá de la consciencia. Conocemos a la mente a través de los pensamientos que son su producto y a través de la consciencia que la mente lanza atravesando su vacío aparente. Sabemos que está presente por el efecto que produce. El primer efecto es la auto consciencia, el primer resultado es la consciencia del mundo y la primera actividad es el pensar.

La memoria
La memoria es una facultad de un gran valor inmaterial, que no ponderamos debidamente. Se debe a que la existencia de la mente es ininterrumpida. Los recuerdos son imágenes mentales de formas de pensamientos recuperados desde el pasado que vuelven a surgir y que proceden de nosotros mismos.

Tiene que haber un eslabón que comunique los estados conscientes actuales y los pasados, ese eslabón es la propia mente. Debe haber un estrato de esta mente, muy profundamente debajo de la consciencia común en el cual los recuerdos se conserven. La existencia de la mente es el contacto con el pasado, que nos vuelve nuestro recuerdo personal al despertar de un dormir profundo y con él el reconocimiento del mundo. Esto es así, porque las raíces de la mente están ocultas más allá de nuestra consciencia, en cambio sus frutos son visibles en la consciencia.

A esta consciencia subterránea se le llama inconsciente. Es paradójico que llamemos inconsciente a lo que contiene en sí todas las potencialidades de la consciencia. Existe una única mente, pero desde nuestra perspectiva, es consciente solamente en un sentido humano finito . Nuestro tipo de
consciencia es un estado, no una clase separada y diferente de mente. La mente está presente antes del comienzo de la actividad del pensar consciente. Es la desconocida consciencia interior.

El actual grado de evolución del hombre tiene como consecuencia que toda su experiencia del mundo debe someterse a ciertas formas limitadas de espacio y tiempo, antes de ser captada por su consciencia individual. La parte oculta de la mente es tan real como la manifiesta, es la parte secreta de nuestra vida superficial.

La fuente de la intuición y la inspiración
El yo del estado de vigilia recibe del estrato más profundo de la mente, en especiales circunstancias, repentinas intuiciones y espontáneas inspiraciones. La intuición es un destello espontáneo, pasivo, receptivo e involuntario, que no guarda relación con algún pensamiento anterior. Es por eso que revela un horizonte nuevo sobre un tema particular. La mente tiene el poder de actuar según su propia manera misteriosa que le permite prescindir del pensamiento y enviar sus resultados a la consciencia superficial.

La intuición tiene mucha fuerza cuando toma una dirección negativa, por ejemplo, para prohibirnos un determinado acto. Se anula cuando predominan en nosotros los prejuicios y deseos relacionados con el asunto. Pasado un tiempo puede reaparecer y allí nos recuerda el error de haber seguido el impulso de nuestros sentimientos personales en lugar de haberla captado en su fugaz manifestación.

Hay un tipo de intuición que tiene toda la humanidad y que no se manifiesta de un modo extraordinario. Es una facultad que a veces se presenta teñida de emociones, deseos y egoísmos, que confunden sus contornos. Es lo que comúnmente se llama voz de la conciencia o voz interior. Es la destilación de muchas experiencias vitales acumuladas, que asume la forma de conciencia moral, juicio crítico y/o sentido artístico. Es el resultado de esta encarnación y de las anteriores. Estas experiencias están acumuladas en los niveles más profundos de la memoria y dejan como herencia esas intuiciones.

El cuarto estado de consciencia
El centro cerebral sub-cortical, mide la continuación del estado de vigilia, pero no lo crea. El dormir surge cuando el Yo Superior reune todas las fuerzas de su personalidad proyectada y las pone a descansar en el centro del corazón y con esto interrumpe la facultad individual de producir imágenes y sensaciones.

Nuestros pensamientos nacen con la vigilia y mueren con el dormir. Si no logramos contemplar el mundo durante el sopor profundo, es debido a que nuestros pensamientos han dejado de trabajar.

El dormir produce, como su principal valor, el restablecimiento espiritual. Al suprimir el movimiento discursivo de la mente, nos libera de la idea del cuerpo, del mundo y de sus preocupaciones. Cuando nos dormimos penetramos en esa mente que es el verdadero origen de nuestra consciencia porque, al desaparecer las creaciones mentales, hace que ésta se acerque a su propia y prístina índole, a su realidad interna. Así, este estado de la mente es, desde el punto de vista metafísico, el más valioso aun cuando desde el punto de vista práctico, no sea tan valorado.

El hombre no ha hecho el esfuerzo de librarse de sus ataduras, impresiones básicas mentales, de los deseos terrenales, tendencias emocionales, etc. y la Naturaleza no le ha concedido gozar de la consciencia de la liberación de todo pensamiento durante el dormir y sólo puede percibir un fugaz instante de resplandor que sigue al despertar. Para que la experiencia se haga presente, debe esforzarse por merecerla. Si deliberadamente pudiera disminuir al máximo su pensamiento, asemejando así todo lo posible el estado mental de su vigilia al del dormir, y pudiera lograr esto
en su pleno dominio de la comprensión intelectual necesaria para captar todo lo que implica, ese individuo podría experimentar conscientemente un estado de calma, salud, paz y libertad.

Este cuarto estado se relaciona con la beatitud mental alcanzada en la meditación y trasciende los estados de vigilia, soñar y dormir. Se puede obtener en cualquier momento y lugar y por el hecho de que supera la inconsciencia del dormir se puede llamar “estado trascendente”. Es una mezcla paradójica de un profundo dormir y de una plena consciencia. Es por eso que está fuera del alcance de la comprensión ordinaria.

Perdemos la consciencia al dormir, porque el estado mental al que regresamos, posee un radio de vibración mucho más amplio que el del intelecto despierto. Este es periódicamente arrastrado por una poderosa fuerza magnética hacia la parte más profunda de su ser, pero no puede ensanchar su radio de proyección para captar la consciencia más vasta del cuarto estado. Así, desfallece y se duerme.

El cuarto estado es la imperturbable e indestructible consciencia de la esencia mental. Este cuarto estado o trascendente, incluye los otros tres estados y abarca la totalidad de la vida, pero no en una visión intelectual, sino en una visión profundamente mística. Su nombre en sánscrito es Turiya, que es otro nombre del Yo, y es la Realidad Unica.

Sri Ramana Maharshi, expresa en sus Pláticas: "la única Realidad es el Yo, la persistencia de la Realidad se potencia si desaparece la identidad falsa. Esto no significa que la Realidad no esté aquí y ahora. Está eternamente aquí y es eternamente la misma . Está en todas nuestras experiencias. El ego falso se asocia con los objetos; este mismo ego es su propio objeto. La objetividad es la falsedad. Sólo el sujeto es la Realidad. No se confunda con el objeto, con el cuerpo. Esto hace surgir el ego falso y, como consecuencia, el mundo y la actividad en él, cuyo resultado es la aflicción”.

“Si un hombre piensa que la felicidad se debe a causas externas y a lo que él posee, es responsable que llegue a la conclusión de que su felicidad debería aumentar con el incremento de sus bienes materiales y que debería disminuir a como ellos disminuyan. Por lo tanto, si carece de bienes materiales, su felicidad debería ser igual a cero”.

“¿ Cuál es la real experiencia del hombre? ¿ Concuerda con ese criterio? En el dormir profundo, el hombre carece de bienes materiales, incluido su propio cuerpo. En vez de ser desdichado es enteramente feliz. Todos desean dormir profundamente. La conclusión es que la felicidad del hombre no se debe a causas externas. Uno debería realizar el Yo a fin de abrir el depósito de una felicidad pura."

El secreto del yo
El yo de la vigilia, mirado retrospectivamente, ahora nos parece un prolongado sueño. La existencia de la experiencia humana, es una trama de pensamientos creados por la mente. Lo seguro que cree tener el hombre - la naturaleza inalterable de su propia identidad: "yo soy" - aparentemente no tiene refutaciones. Sin embargo, un análisis de tipo metafísico no confirma esa aseveración, porque ella se establece desde la experiencia del estado de vigilia solamente. Durante la vida onírica, la personalidad del soñador se vuelve borrosa o puede cambiar totalmente. En el dormir profundo, el hombre no tiene sentido de su identidad personal. La creencia en el ego con su completa coherencia, es refutada por los hechos mirados desde esas perspectivas.

La consciencia del hombre está basada en una serie de sensaciones físicas, estados de ánimo fluctuantes, estados mentales cambiantes que se suceden a lo largo de la vida de vigilia. El hombre no tiene consciencia de un yo aparte de la totalidad de esta serie.

Tomamos consciencia de nuestra auto identidad con el cuerpo, a través de los sentidos, igual que cuando captamos el mundo externo. La base de nuestra actividad sensorial, es nuestra propia consciencia. Cuando percibimos algo con algún órgano de los sentidos, estamos percibiendo algo dentro de los propios órganos sensoriales. Estos órganos pueden transmitir su captación de un objeto, sólo en virtud de la cualidad de la consciencia misma. Por lo tanto, los sentidos mismos constituyen una parte de la mente, exactamente como el yo. Sabemos que los sentidos son elementos del cuerpo físico, por lo tanto, todo el cuerpo físico, como parte del mundo exterior, se asocia con nuestra consciencia como una de sus ideas.

Las sensaciones corporales son actividades de la mente. Los sentidos son las condiciones definidoras y limitadoras bajo las cuales la mente trabaja cuando proyecta nuestra consciencia espacio-temporal. El cuerpo es, entonces, una experiencia de la consciencia, que puede ser externa durante la vigilia e interna durante el sueño. En ambos casos es un pensamiento.

Con el razonamiento, sentimiento y memoria, la mente es otra vez consciente de sí misma como intelecto pensante. El pensamiento del "yo" desaparece durante el dormir profundo junto con los demás pensamientos. El sentido del "yo" no reside en el cuerpo físico. La personalidad está basada en ideas que tiene el hombre sobre sí mismo e incluye las ideas sobre su cuerpo. Los pensamientos que se concentran en un momento, constituyen el yo en ese momento. El primer pensamiento es el "yo", de allí surgen los demás, espontáneamente.

Como consecuencia, podemos decir que el mundo el cuerpo y el yo son entidades mentales. La noción que el hombre tiene de su yo, no es la esencia última. En "plenitud de consciencia" el hombre puede despertar. Este despertar constituye la primera etapa que puede liberarlo de su ignorancia.


Paul Brunton




Extractado por Elisa Aliaga de:

Brunton Paul.- La sabiduría del Yo Superior.- Editorial Kier
LEVI

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