sábado, 3 de octubre de 2009

EL LIBRO DE ADÁN

Carlos del Tilo



Todos aquellos que han enseñado la Ciencia Sagrada en el curso de los tiempos, han empleado el lenguaje simbólico para hablar de una realidad escondida a los sentidos carnales del hombre.(1)

El gran trabajo de la búsqueda de la verdad perdida consiste en primer lugar en descubrir a qué se refieren estos símbolos y estas imágenes.

Entre éstos, el del libro se encuentra muy a menudo. Es evidente que las hojas de papel y las letras impresas que sirven de lectura, no son más que la representación de otra cosa que debe ser leída.

No queremos decir que los libros sean inútiles, —algunos son imprescindibles—, sino que en el lenguaje tradicional, el libro representa una realidad escondida.

En el simbolismo de los sueños, por ejemplo, puede ocurrir soñar que un libro es entregado y presentado por las manos de un personaje. Si el libro baja del cielo, es un excelente presagio.

Todo el mundo ha oído hablar del célebre alquimista Nicolás Flamel. La historia (2) cuenta que una noche, Flamel vio en sueños un ángel con un libro en las manos, un libro de una antigüedad venerable y de apariencia magnífica. «Flamel, dijo el ángel, mira este libro, del cual no entiendes nada, ni tu, ni muchos otros; pero un día tu llegarás a ver en él, lo que nadie podría ver». Y mientras Flamel tendía la mano para recibir el don precioso que se le ofrecía, el ángel y el libro desaparecieron en nube de oro.

El ángel parecía haber olvidado su promesa, cuando, mucho más tarde, un cierto día del año1357, Flamel compró a un desconocido, un libro antiguo, que, a la primera inspección reconoció como el libro de su sueño. En una de sus obras(3) le describe con detalles; no era un libro como los otros: estaba hecho con cortezas de árboles. En el primer folio, estaba escrito en grandes letras mayúsculas el nombre del autor: Abraham el Judío, Príncipe, Levita, Astrólogo y Filósofo.

Una vez en posesión de este libro tan precioso, Flamel pasó días y noches estudiándolo, pero no podía entenderlo de ninguna manera.

Decidió pues, ir en peregrinaje a Santiago de Compostela con el fin de obtener el favor de descubrir, en las sinagogas de España, a algún docto Judío capaz de darle la verdadera interpretación de las misteriosas figuras del libro de Abraham el Judío.

Habiendo obtenido la protección de Santiago en el viaje de vuelta Flamel encontró en la ciudad de León un médico judío llamado Maestro Canches, cabalista consumado, y muy sabio en sublimes ciencias.

Maestro Canches, se puso a explicarle todos los emblemas del libro de Abraham el Judío, que conocía bien, puesto que se trataba de la obra perdida de uno de los príncipes de la Cábala.

Después de la muerte de Maestro Canches, y gracias a él, Flamel de vuelta a París, pudo al fin realizar la Gran Obra.

¿Cuál es pues este misterioso libro, que permitió a Flamel hallar el secreto del magisterio de los Sabios?

El Zohar (4) parece contestar a esta pregunta, en un comentario del Génesis V, 1, que dice lo siguiente: «Este es el libro de las generaciones de Adán en el día en que Elohim lo creó; Elohim lo hizo a su imagen».

El Zohar, en su comentario, empieza diciendo que este libro está relacionado con la Imagen de Adán. En él, está grabado el misterio de la Sabiduría; y, el Nombre sagrado, está explicado en él. En el libro de los Proverbios se dice lo siguiente referente a este Nombre sagrado (XVIII-10): «El nombre de Adonai es una fuerte torre; el justo se refugia en ella y allí se encuentra protegido».

Este es el libro de la regeneración del hombre y es, también, el secreto que Elohim reveló a Adán.

El Zohar cuenta que Dios había entregado este libro a Adán en el Jardín de Edén por medio del ángel Raziel (que significa: ‘secreto del Altísimo’). Mientras Adán permaneció en el Edén, lo conservó y lo estudió con mucha atención y devoción.

Pero, cuando fue echado fuera del Jardín, a causa de su transgresión del mandamiento, el libro voló y desapareció.

El hombre desesperado lo pidió otra vez (5), y ante su insistencia, el Santo bendito sea, permitió finalmente que el ángel Rafael (que significa: ‘curación del Altísimo’), se lo devolviera. Adán se puso de nuevo a leer el libro, y lo transmitió a su hijo Seth quien lo hizo pasar a la posterioridad. Es así que el libro de la regeneración llegó a Abraham, quien supo (al igual que Henoch) penetrar la Gloria del Santo bendito sea.

Vemos, pues, que tanto para Adán, Abraham, o para Nicolás Flamel, fue gracias al libro recibido del cielo, que lograron la Obra de regeneración.

El Zohar continua diciendo lo siguiente comentando los versículos de Génesis V,1-2: «Este es el libro de las generaciones de Adán en el día en que Elohim creó a Adán; Elohim lo hizo a su imagen; macho y hembra Él los creó y los bendijo; y los llamó con el nombre de Adán cuando los creó. Rabí Shimeón dijo: Estos dos versículos descubren grandes misterios: Macho y hembra Él los creó: esto es para enseñarnos que el conocimiento de la Gloria Suprema es el secreto de la Fe. De este secreto, llamado cielo y tierra (6) el hombre fue creado».

Este secreto de la creación del hombre, parece consistir pues, según el Zohar, en la unión de dos entes llamados macho y hembra. Estos dos unidos, constituyen el Adán, se trata del Adán primero, y también del hombre regenerado después de haber sufrido el destierro del Paraíso a consecuencia de la transgresión; es lo que indica el Zohar, puesto que, tal como hemos visto, el libro desapareció de las manos del hombre exiliado pero él llegó a conseguirlo de nuevo gracias a su insistencia en pedirlo.

Y ¿por qué estos dos entes son llamados macho y hembra? Porque siempre buscan unirse por amor. El Zohar explica que estos dos, que en su unión participan en la generación del hombre perfecto, no son diferentes de la tierra y el cielo.

Vamos a ver todo el interés de este comentario, que aclara el sentido del texto bíblico, por que relaciona la narración de la creación del mundo en el capítulo primero del Génesis, con la creación del hombre.

«Observa que este secreto designa cielo y tierra, y el Adán fue creado. En cuanto a la creación del cielo y de la tierra el texto bíblico dice: (Génesis II, 4) Estas son las generaciones del cielo y de la tierra cuando fueron creados. En cuanto a Adán, leemos (Génesis V, 1-2) Esto es el libro de las generaciones de Adán en el día en que fue creado. En verdad, los dos, [es decir, por una parte cielo y tierra, y por la otra el Adán macho y hembra], los dos son equivalentes, significan lo mismo, pues fueron creados en un solo secreto».

El Zohar enseña claramente que la creación del cielo y de la tierra corresponde y no es diferente de la creación de Adán macho y hembra; y este libro de la generación de Adán es también el libro de la generación del cielo y de la tierra. Es lo mismo.

Este libro misterioso de Adán, de Seth, de Abraham, de Nicolás Flamel y de muchos otros sabios, es el cielo y la tierra y el secreto de su reunión. Los hebreos enseñan que el efecto de la caída del hombre fue precisamente la separación del cielo y de la tierra, o de Adán y Eva. No hay regeneración mientras permanezcan separados.

El comentario del Zohar termina así: «Por esto se comprende que toda forma [o figura] donde no se encuentran el macho y la hembra [entendamos cielo y tierra] no es conforme a la Figura Suprema [o Divina].

En todo lugar donde el macho y la hembra no se encuentren unidos, el Santo bendito sea no establece su morada en él. Es lo que está escrito (Génesis V, 2): Y Elohim los bendijo y los llamó con el nombre de Adán en el día en que los creó.

Observa que el texto no dice: Él lo bendijo y lo llamó del nombre de Adán, esto para enseñarte que el nombre de Adán no es nada, mientras que el macho y la hembra [tierra y cielo] no estén unidos».

No hay bendición sin unión del cielo con la tierra. Sabemos que el símbolo ritual de la bendición (en hebreo, bendecir quiere decir también ‘hacer bajar’) es el signo de la cruz: +

«El Libro donde Dios ha escrito su secreto es el cielo y la tierra. Por esto el hombre santo y sabio estudia la ciencia del Señor en la paz del Jardín de Edén». Esta frase extraída del Mensaje Reencontrado, de Louis Cattiaux (7)) confirma exactamente la enseñanza del Zohar.

Adán estudia y lee (8) el libro del cielo y de la tierra en el Jardín de Edén. Y ¿qué es lo que está escrito en este libro? El secreto del Nombre Sagrado. Este secreto es la ciencia de las generaciones del mundo u Hombre perfecto.

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(1): Parece que los sentidos, que permiten al hombre percibir las realidades que le rodean, se hayan entorpecido por el efecto de la caída original; dicho de otra manera, sus sentidos groseros no le permiten captar más que las apariencias del mundo, pero no su realidad substancial y esencial. Véase a propósito de esto, en el Libro de los muertos de los egipcios, los rituales que consisten por ejemplo en abrir la boca, los ojos, las orejas... es decir, en purificar los sentidos. El cristianismo posee una enseñanza parecida, en forma de rituales.

(2): Citado por Louis Figuier: L’alchimie et les alchimistes, pp. 176-177

(3): Le Livre des figures hiéroglyphiques de Nicolás Flamel.

(4): Sobre el Sefer haZohar, véase el número 1 de La Puerta, p. 32.

(5): Es el objeto de la búsqueda del hombre en este mundo.

(6): Cielo y tierra: la quintaesencia de los elementos; la vida del Universo en los estados volátil y fijo, y no la tierra, las montañas y las nubes.

(7): X, 64

(8): Observamos que en hebreo el verbo kara significa ‘leer, deletrear, pronunciar, llamar, gritar’. Se trata de la misma raíz que la palabra árabe Corán.

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