martes, 10 de noviembre de 2009

CORPUS HERMETICUM: POIMANDRES (Tratados I-XI)

El Poimandres (o Pimander) es uno de los tratados del Corpus Hermeticum, obra gnóstica de los primeros siglos de nuestra era, que se presentaba como proveniente del Antiguo Egipto, como revelaciones del dios Toth (Tat), y que ejerció una poderosa influencia en el neoplatonismo. Marsilio Ficino hizo la traducción al latín, junto con otros tratados del Corpus y por su mediación tuvo un gran impacto en la cultura Renacentista y ulterior

TRATADO I

1 Cierta vez que me había puesto a pensar en los seres, absorta la imaginación en las alturas del pensamiento, ausentes los sentidos como quien duerme profundamente después de una copiosa comida o de un agotador ejercicio corporal, me pareció que un ser inmenso aparecía, de talla incomparable, que me llamó por el nombre y me dijo:

- ¿Qué quieres oir y ver, qué quieres entender y conocer en tu mente?

2- ¿Y tú quién eres?, le dije.
- Yo soy Poimandres, respondió, la Mente del Poder Supremo: sé lo que buscas, y en todas partes estoy contigo.

3 Quiero aprender sobre los seres, le dije, y entender su naturaleza, y conocer al Dios. Oh! cuánto quisiera que alguien me enseñara sobre estos temas!
- Guarda en tu mente lo que quieres aprender que yo te enseñaré.

4 Y habiéndo dicho estas cosas, cambió de forma, y en un instante el espacio entero se abrió ante mí, y ví un panorama infinito, y todo se transformó en Luz, una Luz tan serena y alegre que al verla la adoré.

Al poco tiempo, fue bajando y mostrándose una Tiniebla espantosa y sombría, enroscada como espiral tortuosa, semejante a una serpiente. Después la Tiniebla se fue transformando en una cierta natura húmeda que se agitaba indescriptiblemente, que arrojaba humo como lo hace el fuego y emitía un clamor, un gemido inenarrable. De allí brotó un grito inarticulado de socorro que parecía lo voz de un ser humano.

5 Fue entonces cuando, saliendo de la Luz, un Nombre santo cayó sobre la cosa, y un fuego puro emergió de esa natura húmeda hacia los celestes espacios, un fuego ligero y sutil, y enérgico a la vez. El ágil aire se dejó arrastrar por el espíritu, y de la tierra y el agua se izó a sí mismo hasta alcanzar el fuego, de forma que parecía colgar de él.
Por su parte, la tierra y el agua quedaron entremezclados tan íntimamente que no era posible distinguir a uno del otro: el Nombre espiritual que se cernía sobre ellos los mantenía en movimiento, a lo que parecía oirse.

6 Entonces Poimandres me dijo:
- ¿Entiendes los que esta visión significa?
- Lo sabré, le contesté.
- Yo soy aquella Luz, me dijo, yo, la Mente, tu Dios, que preexisto a la naturaleza húmeda que surgió de la Tiniebla. En cambio el Nombre luminoso que procede de la Mente es hijo de dios.
- ¿Y entonces?, exclamé.
- Entiéndelo así: lo que en tí vé y oye es nombre del señor, tu mente en cambio es dios padre, ya que no están mútuamente separados, pues su unidad es la Vida.
Le agradecí y me dijo:
- Entiende la Luz y discierne estas cosas.

7 Habiendo dicho estas cosas, me clavó la mirada por tan largo tiempo que su aspecto me hacía temblar; cuando se irguió después, quedé en mi mente contemplando la Luz de poderes innumerables, transformada en un cosmos infinito que, con inmenso poder, rodeaba y abrazaba al fuego forzándolo a aquietarse.
Estas cosas comprendí por el Nombre de Poimandres.

8 Estaba yo todavía atónito, cuando me habló de nuevo y me dijo:
- Has visto mentalmente la forma arquetípica, el principio anterior al principio ilimitado, esto me dijo Poimandres y yo le pregunté:
- ¿De dónde salieron los elementos de la naturaleza?
Y él a su vez:
- De la Voluntad de dios que habiendo acogido al Nombre y contemplado el bello cosmos, lo imitó cosmocreando para sí a partir de sus propios elementos y de las almas hechas por ella.

9 La Mente el Dios, que es a la vez macho y hembra, y contiene en sí Luz y Vida, dió a luz por Nombre a una segunda Mente Creadora, la cual, siendo dios del fuego y del espíritu, creó a su vez siete gobernadores dueños contenedores del cosmos sensible, cuyo gobierno se llama Destino.

10 De inmediato, el Nombre del Dios, arrancándose de los elementos inferiores del Dios, se lanzó hacia la región pura de la naturaleza creada y se unió a la Mente creadora (puesto que son de igual naturaleza), dejando desamparados a los elementos inferiores de la naturaleza, los irracionales, que consisten de sólo materia.

11 Entonces la Mente Creadora junto con el Nombre envolvieron los círculos y los hicieron girar bramando, pusieron en movimiento circular a sus propias creaturas para que rodaran, a partir de un principio indefinido, hasta un término sin fín, que comienza donde acaba.
Esta circulación de todo, como lo quiso la Mente, produjo animales irracionales a partir de elementos inferiores (ya no estaba el Nombre con ellos), el aire produjo aves y el agua peces. La tierra y el agua, como lo quiso la Mente, fueron separadas una de otra, y la tierra hizo salir de sí a los animales que tenía adentro, cuadrúpedos y reptiles, fieras y animales domésticos.

12 La Mente, el Padre de todas las cosas, siendo Vida y Luz, parió un Hombre igual a ella, a quién amó como hijo propio: porque siendo imagen del Padre era hermosísimo; porque realmente tanto amó el Dios a su propia figura que le entregó la creación entera.

13 Y vió el Hombre la creación en el fuego del Creador, y quiso también crear, y con permiso del Padre entró en la esfera de la creación y, poseedor futuro de plenos poderes, tomó conocimiento de las obras de su hermano, las que lo amaron y le hicieron partícipe de su propia jerarquía.
Habiendo así explorado su constitución y participado de sus naturalezas, fué su voluntad desgarrar hacia arriba la periferia de los círculos y contemplar el poderío de aquel que reina sobre el fuego.

14 Entonces poseedor ya de plenos poderes sobre el cosmos de los seres mortales y de los animales irracionales, se inclinó sobre la estructura, y desgarrando el velo mostró a la naturaleza inferior la bella figura del Dios.
Y al ver la naturaleza que la figura del Dios poseía una belleza inagotable y las energías todas de los gobernadores, sonrió de amor, pues ya había visto la bellísima figura del Hombre reflejada en el agua, y su sombra sobre la tierra.
En cuanto a él, viendo su propia figura en la naturaleza reflejada en el agua la amó, y quiso habitar en ella. Y al punto que lo quiso se realizó, y vino a habitar la forma irracional. Y la naturaleza a su vez acogiendo a su amado se entrelazó entera con él y copularon juntos, porque eran amantes.

15 Por éso es que, a diferencia de todos los demás seres vivos de la tierra, sólo el Hombre es doble: mortal por el cuerpo, inmortal por el Hombre esencial. Por consiguiente, a pesar de ser inmortal y poseedor de plenos poderes sobre todas las cosas, está sujeto a la muerte y sometido al Destino. Siendo superior a la estructura se volvió esclavo dentro de la estructura. Siendo andrógino, de padre andrógino, y no sometido al sueño porque viene del que nunca duerme, sin embargo es vencido...

16 Entonces le interrumpí:
-¿Y ahora? oh Mente mía! porque yo también amo al Nombre!
Y continuó Poimandres:
- Este es el misterio que ha estado oculto hasta el día de hoy. Al copular la naturaleza con el Hombre provocó un prodigio prodigiosísimo: Como te había dicho, el Hombre tiene la naturaleza de la estructura de los siete, de fuego y espíritu, y la naturaleza, no sufriendo la espera, parió enseguida siete hombres en correspondencia a la naturaleza de los siete gobernadores, andróginos y erguidos hacia el cielo.
Exclamé entonces:
- Y ahora, oh Poimandres!, ardo en un deseo inmenso y me muero por seguir oyéndote! no te apartes del tema!
- Cállate, todavía no he terminado de desarrollar el primer asunto, me respondió Poimandres.
- Me quedaré callado, le contesté.
- Como te decía, la generación de estos siete ocurrió de la siguiente manera: la tierra fué la hembra y el agua el ardiente macho, del fuego la naturaleza recibió el madurar y del aire el espíritu, y produjo los cuerpos según la imagen del Hombre. Y así el Hombre, de vida y luz que era vino a ser con alma y mente, la Vida se hizo alma, y la Luz mente, y todas las cosas del cosmos sensible permanecieron así hasta el fin de un ciclo, hasta el comienzo de las especies.

18 Escucha lo que viene ahora y que ardes en deseos de oir. Cumplido el ciclo, por voluntad de dios se rompió el lazo que unía todas las cosas: en consecuencia todos los seres vivos que hasta entonces eran andróginos fueron separados al mismo tiempo que el Hombre, y fueron por un lado machos y por otro hembras. Y enseguida el Dios dijo una palabra santa: "Creced en crecimiento y multiplicaos en muchedumbres, vosotras las criaturas todas y las cosas que han sido hechas, y que el que tiene intelecto se reconozca inmortal y sepa que la causa de la muerte es el amor y que conozca todas las cosas."

19 Y habiendo hablado así el Dios, la providencia por medio del Destino y de la estructura produjo las uniones y estableció las generaciones, y todas las cosas se multiplicaron segun sus especies, y el que se reconoció a sí mismo llegó al bien superelegido, pero el que se aficionó al cuerpo producto de un extravío de amor quedó extraviado en la tiniebla padeciendo en los sentidos las cosas de la muerte.

20 - ¿Porqué cometen tan grande falta los ignorantes, le dije, de tal manera que vienen a ser despojados de la inmortalidad?
- Parece que no has reflexionado mucho en lo que oíste, y sin embargo te dije que estuvieras atento.
- Estoy atento y recordando, y también te doy gracias.
- Dime, pues, si atendiste, ¿porqué merecen la muerte los que están en la muerte?
- Porque la fuente original de nuestro cuerpo es la sombría tiniebla de donde procede la naturaleza húmeda, de la que se constituye en el cosmos sensible el cuerpo, del cual se abreva la muerte.
- Bien lo entendiste. Pero dime ahora ¿porqué "el que se entiende a sí mismo va hacia sí mismo" como dice la palabra de Dios?
- Porque el Padre de la totalidad, de quién nació el Hombre, consiste de Luz y Vida.
- Has hablado muy bien. Luz y Vida es el Dios y Padre, del que nació el Hombre. Por consiguiente, cuando entiendas que estás hecho de Vida y Luz y que procedes de ellas, volverás de nuevo a la Vida, así me habló Poimandres.
- Háblame aún, le dije, ¿cómo volveré yo a la Vida? ¡oh Mente mía! porque el Dios dice "El que tiene intelecto se reconoce a sí mismo".

22 ¿Es que no todos los hombres tienen intelecto?
- Cállate parlanchín. Yo mismo, la Mente, estoy al lado de los honestos y buenos, de los los puros y compasivos, junto a los piadosos: mi presencia los auxilia y pronto descubren todas las cosas y amorosamente apaciguan al Padre, y le dan gracias con alabanzas y tiernos himnos ceremoniales. Y, antes de entregar el cuerpo a la justa muerte, llegan a detestar los sentidos, pues ya saben cuales son sus obras.
Más aún, Yo, la Mente, no consentiré que triunfen las obras del cuerpo y su violencia: como guardián de las puertas impediré el ingreso de los actos malos y disolutos, cortaré las fantasías.

23 En cuanto a los insensatos, malos, perversos, envidiosos, arrogantes, asesinos e impíos, me quedaré lejos de ellos y daré paso al genio vengador, el que aplica al hombre la parte más viva del fuego y cae sobre él por los sentidos, y lo fortalece aún más para que realice obras impías, de forma que le quepa en suerte un castigo íntegro, pues no deja de apetecer sin fin y de guerrear insaciable, y lo tortura y le aumenta el fuego hasta la máxima plenitud.

24 - Qué bién mes has enseñado todas las cosas como yo quería, oh Mente! Pero dime ahora ¿cómo es el regreso hacia arriba?
- Primero, me dijo Poimandres, al descomponerse el cuerpo material lo entregas a la transformación, y tu figura humana deja de manifestarse.
Entregas al genio tu personalidad ya inactiva, y los sentidos corporales remontan a sus fuentes en cuyas partes se transforman y de nuevo vuelven a confundirse con las energías. La agresividad y el deseo van a la naturaleza irracional.

25 Y así, de ahora en más, el hombre comienza a subir por la estructura: en la primera esfera deja la energía de aumentar y decrecer; en la segunda la industriosidad para el mal, dolo ya inactivo; en la tercera, el deseo, fraude ya inactivo; en la cuarta la ostentación del mando, ya sin ambición; en la quinta la osadía profana y la presuntuosa temeridad; en la sexta las ansias perversas de la riqueza, ya sin actividad; y en la séptima esfera la tramposa mentira.

26 Entonces, desnudo de las obras de la estructura, entra en la naturaleza ogdoádica, dueño de su propia fuerza, y canta himnos con los seres al Padre. Entonces todos los que presencian su llegada se regocijan con él, y, ya igual a sus compañeros, alcanza a oir a las potencias superiores a la naturaleza ogdoádica que con voz dulce y peregrina cantan himnos al Dios. Entonces, en buen orden, suben hacia el Padre y, entregados a las potencias y ellos mismos hechos potencias, se transforman en dios. Porque tal es el buen fin de los que poseen el conocimiento: divinizarse.
- ¿Qué esperas pues? como heredero de todas estas cosas ¿no te harás conductor de los dignos de forma que por tí sean liberados por dios?

27 Habiendo dicho estas cosas, ante mis ojos, Poimandres se mezcló con las potencias. Y mientras yo daba gracias y dirigía mis alabanzas al Padre del Todo, me dejó Poimandres cargado de poder e instruído sobre la naturaleza y la visión divina del Todo. Y comencé a anunciar a los hombres la hermosura de la piedad y del conocimiento:
- ¡Oh pueblos! ¡Vosotros, hombres nacidos de la tierra, entregados a la embriaguez, al sueño y a la ignorancia del Dios: volved a la sobriedad, suspended la borrachera, pues estáis hechizados de un sueño irracional!.

28 Los que habiendome oído vinieron a mí, y les dije:
- ¿Qué pasa con vosotros, oh hombres nacidos de la tierra! ¡Os habéis entregado a la muerte cuando se os ha concedido el poder de la inmortalidad? ¡Reflexionad, vosotros, que hacéis camino con el error y habéis llegado a convivir con la ignoracia! ¡Alejaos de la luz tenebrosa, y abandonando la ruina, compartid la inmortalidad!

29 Entonces unos se marcharon, después de chancearse a mis costas, estando como estaban entregados al sendero de la muerte, pero otros me pedían que los instruyera arrojándose a mis piés: pero hice que se levantaran y, puesto en conductor de la raza, enseñaba la palabra, cómo y de qué manera serían liberados, y sembraba en ellos las palabras de la sabiduría, y los alimentaba con el agua de ambrosía.

Llegada la tarde, cuando la luz del sol comenzaba a desvanecerse por completo, los llamé a dar gracias al Dios, y cumplida la acción de gracias, cada uno se fué a dormir a su lecho.

30 Por mi parte, gravé en mi alma los beneficios que me hiciera Poimandres, y lleno de la plenitud que había deseado, me sentí colmado de alegría, porque el sueño del cuerpo se había transformado en vigilia del alma, la ceguera de la vista en visión auténtica, el silencio en preñéz del bien y la palabra en divulgación de bienes.
Cosas que realmente ocurrieron porque acepté recibir de mi Mente, es decir, de Poimandres, el Nombre del Poder Supremo . Llegué a ser soplo divino de la verdad. Por éso, con toda mi alma y con todas mis fuerzas ofrezco este elógio al Padre Dios:

31 Santo es el Dios y Padre de la totalidad.
Santo es el Dios cuya Voluntad se cumple en sus propias Potencias.
Santo es el Dios que quiso que lo conocieran y que es conocido por los suyos.
Eres santo, Tú, fundador de todas las creaturas por el Nombre.
Eres santo, Tú, cuya imagen la entera Naturaleza ofrece.
Eres santo, Tú, de quién la Naturaleza no pudo reproducir la forma.
Eres santo, poderosísimo más que todas las Potencias.
Eres santo, superior a cualquier superexcelencia.
Eres santo, mejor que todas las alabanzas.
Recibe las puras ofrendas racionales del alma y del corazón tendidos hacia Tí, inefable, impronunciable, Tú, que sólo puedes ser nombrado por el silencio.

32 Te suplico no decaiga el conocimiento que corresponde a nuestra naturaleza humana: acuérdame lo que pido y lléname de fortaleza, y con esta gracia iluminaré a los de mi raza que están en la ignorancia, a mis hermanos, tus hijos.
Sí, acepto y soy testigo: voy a Vida y Luz.
Bendito seas, padre.
Tu hombre quiere colaborar en tu obra santificadora, puesto que le concediste todos los poderes.

TRATADO II

A - DE HERMES A TAT - DISCURSO UNIVERSAL
(tratado perdido)
B - TRATADO SIN TITULO


1- Todo lo que se mueve, oh Asclepio, ¿No es verdad que se mueve en algo y es movido por algo?

- Mas bien que sí.
- ¿Y no es necesario también que aquello en lo que se mueve el móvil sea más grande que él?
- Necesario, sí.
- ¿Y el motor, o sea lo que lo mueve, es más fuerte que lo movido?
- Más fuerte, claro.
- ¿Y no es necesario que sean de naturalezas opuestas aquello en lo que se mueve el móvil y el móvil mismo?
- Absolutamente sí.
2- ¿Y este universo no es más grande que cualquier cuerpo?
- De acuerdo.
- ¿Y es pleno y compacto ? porque está lleno de muchos otros grandes cuerpos o, mas bien, de todos los cuerpos que existen.
- Así es.
- El universo ¿es un cuerpo?
- Sí.
- ¿Y se mueve?
3- Mas bien que sí.
- ¿Y de qué tamaño ha de ser el lugar en donde se mueve y de qué naturaleza? ¿No ha de ser mucho más grande a fin de que puede contener su continuo movimiento y no sea oprimido el móvil por la estrechez del espacio y se detenga?
- Debe ser algo inmensísimo, oh Trismegisto!.
4- ¿Y cuál será su naturaleza? La opuesta ¿no es así Asclepio? Ahora bien, la naturaleza opuesta al cuerpo es lo incorporal.
- De acuerdo.
- El lugar pues será incorporal, pero lo incorporal o es algo divino o es el Dios. Por "algo divino" no quiero decir aquí algo que haya pasado por la generación sino algo nunca engendrado.
5 Si decimos algo divino, tendrá que ser de la naturaleza de un ser, pero si ponemos el Dios será trascendental al ser. Y además será inteligible de la siguiente manera: El Dios es lo primero que nosotros entendemos, bien que no lo sea en sí mismo.
(Pues lo que puede entenderse pasa por los sentidos del que entiende, por donde el Dios en sí mismo no es objeto de pensamiento. En el Dios, el pensamiento coincide con lo pensado. 6 Pero en nosotros no es así, por eso sólo pensamos en él, pero no lo alcanzamos en sí mismo.)
Por lo tanto, si pensamos en el lugar, no lo hacemos en cuanto es un dios, sino en cuanto lo pensamos como lugar. Pero si lo pensamos como un dios, no lo pensamos como un lugar, sino como la energía capaz de contener al Todo. Todo lo que se mueve no lo hace en algo que se mueve sino en lo que está quieto: y también lo que mueve está quieto, porque es imposible que el motor se mueva juntamente con lo que mueve.
- Pero entonces, oh Trismegisto, ¿cómo es posible que aquí abajo los cosas que se mueven lo hacen juntamente con sus motores? Porque se dice que las esferas de las estrellas errantes son movidas por las esferas de las estrellas fijas.
- No se trata allí, oh Asclepio, de un movimiento conjunto, sino de un movimiento opuesto: no se mueven en forma similar sino en forma contraria. Y esta oposición tiene como apoyo un punto fijo que equilibra los movimientos. 7 En consecuencia, la resistencia de ese punto es quietud. Por tanto las estrellas errantes se mueven en forma contraria a las fijas .... Y no es posible de otra manera. Porque ¿acaso las dos Osas que tu ves que giran siempre en torno de un mismo punto y no tienen ocaso ni levante, piensas que se mueven o están quietas?
- ¡Se mueven, oh Trismegisto!.
- Y ¿con qué movimiento, oh Asclepio!
- Girando alrededor del mismo punto.
- Ahora bien, orbitar sobre un centro es moverse alrededor de un punto firmemente inmóvil. Por consiguiente "alrededor de un punto" excluye ... De allí que el movimiento contrario se detiene en un punto fijo permaneciendo estacionario por la contrariedad del movimiento.
8 Te daré un ejemplo de la Tierra palpable a simple vista: Observa cómo nadan los animales mortales, por ejemplo el hombre. El agua lo arrastra en dirección de la corriente, pero por la resistencia de piés y manos el hombre logra quedarse quieto y no ser arrastrado por la corriente.
- Este ejemplo es muy claro, Trismegisto!
- Todo movimiento pues se mueve en algo inmóvil y es movido por algo inmóvil. Así pues el movimiento del mundo y de todo ser vivo material no se realiza a partir de algo exterior al cuerpo, sino por causa interior y hacia afuera, es decir por los elementos inteligibles, sea que se trate del alma, del espíritu u otro elemento incorporal. Porque un cuerpo no mueve a un cuerpo animado, ni tampoco a ningún cuerpo, ni siquiera animado.
9- ¿Qué dices, Trismegisto? ¿No son cuerpos lo que mueven los maderas, las piedras y todas las demás cosas inanimadas?
- De ninguna manera, Asclepio: Lo que está dentro del cuerpo motor es lo inanimado, el cuerpo mismo no mueve a ambos, ni al que transporta y ni al transportado. Por donde lo inanimado no mueve a lo inanimado. Mira entonces cuán sobrecargada está el alma que tiene que mover sóla a dos cuerpos. Es evidente pues que lo que se mueve, se mueve en otra cosa y es movido por otra cosa.
10- ¿Y es en el vacío que tiene que moverse lo que se mueve, oh Trismegisto?
- Corrígete, Asclepio. No es vacío ninguno de los seres que existen en razón misma de su realidad: pues lo que es no podría ser lo que es si no estuviera lleno de realidad. Lo real pues nunca puede llegar a ser vacío.
- Pero ¿no hay cosas vacías, oh Trismegisto, como una jarra, un frasco, un tonel y otras cosas semejantes?
- Ay! que error terrible! Asclepio, creer que está vacío lo que está totalmente lleno y repleto!
11- ¿Qué dices Trismegisto?
- ¿No es un cuerpo el aire?
- Lo es.
- ¿Y este cuerpo no pasa a través de todos los seres y no los deja completamente llenos? ¿Acaso los cuerpos no están compuestos por los cuatro elementos? Todas las cosas, que tu llamas vacías, están llenas de aire: si de aire, también lo están de los cuatro elementos, y así llegamos a lo contrario de lo que tú decías, pues las cosas que tu llamas llenas todas están vacías de aire, pues su espacio está ocupado por otros cuerpos que no dejan lugar al aire. Las cosas que tu llamas vacías deberían llamarse huecas no vacías: llenas están de aire y espíritu.
12 - Lo que tu dices es innegable, Trismegisto. Dime ahora, ¿qué decimos del lugar en donde se mueve el Todo?
- Que es incorporal, Asclepio.
- Pero lo incorporal ¿que és?
- Una Inteligencia entera que enteramente se contiene, libre de todo cuerpo, infalible, impasible, inmóvil en sí misma, que contiene todos los seres y los conserva en su ser, cuyos rayos son el Bien, la Verdad, el arquetipo del Espíritu, el arquetipo del Alma.
- Pero entonces el Dios ¿qué es?
- El que no es ninguna de estas cosas, y además es la causa del ser de todas ellas y de cada uno de los seres en particular.
13 Porque no dejó ningún espacio al no ser, y todas las cosas provienen de los seres que existen y no de los que no existen: porque lo inexistente no tiene naturaleza como para llegar a la existencia ni para llegar a ser nada, y a su vez lo seres que existen no tienen naturaleza para dejar nunca de ser.
- ¿Qué quieres decir con "nunca dejar de ser"?
- El Dios no es inteligencia, sino la causa de que la inteligencia exista. No es espíritu sino causa de la existencia del espíritu. No es luz, sino causa de la existencia de la luz. Por donde el Dios debe ser venerado con esos dos nombres, que sólo a El le pertenecen y a ningún otro. Porque ninguno de los demás que se llaman dioses, ni ninguno de los hombres ni demonio alguno puede de manera alguna ser el Bien, sino sólo el Dios, que sólo es el Bien y no es ninguna otra cosa. Todos los demás seres son incapaces de contener la naturaleza del Bien: cuerpo son y alma, y no tienen lugar que pueda contener el Bien. 15 Tan grande es la grandeza del Bien como la realidad de todos los seres, corporales e incorporales, sensibles e inteligibles. He aquí el Bien, he aquí el Dios. No llames bueno a nadie ni a nada, porque es impío, ni des al Dios ningún otro nombre sino el único del Bien, lo contrario también es impío.
16 Ciertamente todos pronuncian el nombre del "Bien" pero no todos saben lo que es. Por éso tampoco saben lo que es el Dios, pero por ignorancia llaman buenos a los dioses y también a los hombres, cuando ni pueden ser buenos ni pueden jamás llegar a serlo: el Bien es lo que nunca se puede quitar al Dios y es inseparable de El, porque es el Dios mismo. Todos los demás dioses son honrados con el nombre de "dios": pero el Dios es el Bien, no porque así se lo honre, sino por naturaleza. Pues una es la naturaleza del Dios, el Bien, y ambos no son sino una sóla y única especie, de la que proceden las demás. Porque el Bien es el dador de todo y el que nada recibe. Y el Dios todo lo da y nada recibe. Por tanto el Dios es el Bien, y el Bien es el Dios.
17 El otro nombre del Dios es el de "el Padre", ahora a causa de que creó todas las cosas: el padre es el que crea. Así la gente sensata considera a la procreación de los hijos como la mayor función y la más sagrada, y piensa que es un gran infortunio e impiedad dejar la vida y no dejar hijos, y justamente un tal es entregado a los genios después de la muerte. Y ved cuál es el castigo: el alma del que no ha tenido hijos está condenada a entrar en el cuerpo de un ser que no tiene la naturaleza del varón ni de la mujer, lo que es execrable a los ojos del Sol. Por éso, Asclepio, guárdate de congratular al hombres sin hijos, más bien ténle piedad sabiendo el castigo que le espera.
Pues bien, basta por ahora, Asclepio, por lo que respecta a las enseñanzas preliminares sobre la naturaleza de las cosas.

TRATADO III

DISCURSO SAGRADO DE HERMES.

1 Gloria de todas las cosas es el Dios, y su ser divino, y su naturaleza divina.
Principio de todos los entes es el Dios, y de ellos es inteligencia, naturaleza y materia, sabiduría que muestra lo que todas las cosas y cada una son.
Principio es lo divino, y es naturaleza, energía, necesidad, fin y renovación.

Había pues en el abismo una Tiniebla inconmensurable, y un agua y un espíritu sutil inteligente: el poder divino los mantenía en el Caos.
Emergió entonces una Luz pura que condensó a los elementos bajo la arena extrayéndolos de la substancia húmeda,
... y todos los dioses se separaron de la naturaleza plena de semillas.
2 Cuando todas las cosas eran indefinidas y no formadas,
las livianas se separaron hacia arriba,
las pesadas reposaron sobre el fondo de arena húmeda,
y por la acción del fuego todas y cada una de las cosas se iban definiendo, y quedaban suspendidas a fin de que el espíritu las condujera.
El Cielo se dejó ver en siete círculos, y se mostraron los dioses en forma de astros con todas sus constelaciones,
y ... (la estructura?) ... quedó organizada con los dioses que había en ella; y el orbe, en su periferia, giró en redondo en el aire, conducido en su curso circular por el espíritu divino.

3 Cada dios pues realizó lo que era de su competencia, con su propio poder,
y así nacieron las bestias cuadrúpedas y las que reptan,
los animales del agua, las aves,
y toda semilla que germina,
y los tiernos brotes de todas las flores
(pues contenían en sí la razón seminal del germen que renace),
... y las generaciones de los hombres,
para que conozcan las obras divinas y den testimonio de la Naturaleza proveedora de energía,
para que la muchedumbre humana tome conocimiento de las cosas buenas y domine sobre todas las cosas bajo el cielo,
para que crezcan en crecimiento y se multipliquen en multitudes,
y se obren los portentos de los que toda alma en la carne es capaz,
por el curso de los dioses cíclicos ...,
Para que se investigue en el cielo y por el curso de los dioses celestes las obras de los dioses,
y las obras de la energía de la Naturaleza ...,
a fin de que descubran las señales de los bienes,
y conozcan el poder divino,
y que los agitados individuos sepan lo bueno y lo malo,
y descubran el hermoso arte de fabricar cosas buenas...
4 Comienza entonces para ellos el vivir y el sutilizar,
según el destino que les fuera asignado por los dioses cíclicos,
y el disolverse en lo que quedará,
después de dejar en la tierra grandes obras en recuerdo de su industria.
Obras que se consumen, sí, con el fluir del tiempo,
como todo ser de carne animada y de semilla que da fruto y como toda obra de arte;
... pero lo que decrece se renovará, porque los dioses imponen la Necesidad del Renacer,
y por causa del retorno cíclico de la Naturaleza, que está regido por un número.
Porque lo divino es el conjunto cósmico total renovado por la Naturaleza: porque la misma Naturaleza reposa en lo divino.

TRATADO IV

DE HERMES A TAT : EL MAR (La Crátera) , LA UNIDAD (La Mónada).


1 - Dado que el Creador hizo el mundo todo, no con las manos sino por palabra, así pues piénsalo presente y siempre existente, hacedor de todas las cosas, Uno Unico, como habiendo por propia voluntad creado los seres.
Porque de verdad son ellos su Cuerpo, intangible, invisible, inconmensurable, más allá de la dimensión, incomparable con cualquier otro cuerpo; porque no es fuego, ni agua, ni aire, ni espíritu, sino todas las cosas a partir de él.
Ahora pues, siendo bueno, no sólo para sí quiso ofrecerse este cuerpo y embellecer la tierra, 2 antes bien envió aquí abajo al Hombre como ornamento de este cuerpo divino: ser vivo mortal ornamento del ser vivo inmortal.
Y si bien el Universo aventaja a los seres vivos en que vive eternamente, el Hombre a su vez le aventaja por la razón y por la inteligencia.
Contemplador de la obra del Dios vino a ser pues el hombre, y se admiró, y aprendió a conocer al creador.
3 De la razón ¡oh Tat! el Dios hizo partícipes a todos los hombres, pero no así de la inteligencia: y no lo ha hecho porque cele del hombre, pues los celos no vienen de lo alto, nacen aquí abajo en las almas de los hombres que no tienen inteligencia.
- ¿Y porqué, pues, ¡oh Padre!, el Dios no ha dado a todos la inteligencia?
- Porque, hijito mío, quiso ponerla ante las almas como premio del combate.
- ¿Y dónde la puso?
- Envió a la tierra un mar enorme de inteligencia, apostó un heraldo y le mandó proclamar al corazón de los hombres lo siguiente: "¡Báñate en este mar de la inteligencia tú que eres capaz, tú que crees que retornarás al que lo envió, tú que sabes para qué has nacido!"
Por consiguiente, todos cuantos aceptaron el mensaje y se bañaron en la inteligencia, todos se hicieron particípes del conocimiento y llegaron a hombres perfectos, acogedores de la inteligencia.En cambio todos los que se negaron al mensaje, estos tales son los "racionales", los que no se procuraron la inteligencia, los que ignoran porqué nacieron y de quién provienen.
5 Los sensaciones de estos hombres son semejantes a los de los animales irracionales, y como su temperamento es pasión y cólera, son incapaces de admirar las cosas dignas de ver, antes se dedican a los placeres y a los apetitos corporales, y piensan que para eso han nacido los hombres.
Por el contrario, los que se hicieron partícipes del don del Dios, ¡oh Tat!, éstos, por comparación de conductas, son inmortales en oposición a aquellos, mortales: abarcan en su propia inteligencia todas las cosas, las que están en la tierra, las que están en el cielo, y lo que se puede encontrar más allá del cielo.
Tanto se han elevado a sí mismos que vieron el Bien, y viéndolo consideraron la vida de aquí abajo como un simple pasatiempo, y, menospreciando todas las cosas corporales e incorporales, se apresuran hacia el Uno y Unico.
6 Esta es, ¡oh Tat! toda la ciencia de la inteligencia, abundancia de cosas divinas y comprensión del Dios, pues el mar del que hablamos es divino.
- ¡oh Padre! yo también quiero bañarme en él!
- Pero si primero no odias al cuerpo, ¡oh hijito!, no te puedes bienamar: amándote tendrás la inteligencia, y poseyéndola participarás también de la ciencia.
- Pero Padre, ¿qué dices?
- Que es imposible, hijito, adherirse a ambas cosas, a las mortales y a las divinas: porque como hay dos clases de seres, unos corpóreos y otros incorpóreos, en los que reside lo perecedero y lo divino, al que quiera elegir no le queda sino optar por uno u otro, porque es imposible hacerlo por los dos, y no quedando sino que elegir, el desechar del uno manifiesta la energía del otro.
7 Ahora bién, el hecho de elegir lo mejor no sólo deifica al hombre que ha optado por la hermosura sino que además testifica de su religiosidad.
En cambio al escoger lo peor, el hombre se autodestruye, y aunque no sea en sí un falta contra el Dios, hay una cosa cierta y es que, dejándose arrastrar por la sensualidad física, se pasea por el mundo a como esos agrupaciones que avanzan en medio de las manifestaciones, y que sin hacer nada útil no dejan de molestar a los demás.
8 Estando las cosas así, ¡oh Tat!, hemos gozado y siempre gozaremos de las cosas que vienen del Dios; pero de las cosas que resultan de nosotros que tengan sus consecuencias: la causa de nuestros males no es el Dios sino nosotros mismos, porque las preferimos a los bienes.
¿Ves pues, hijito mío, cuántos cuerpos necesitamos atravesar, y cuántos coros de genios, y la sólida cadena de las estructuras y los caminos de los astros, a fin de que nos apresuremos hacia el Uno y Unico?
Porque inagotable es el Bien, ilimitado e interminable, porque tampoco tiene un comienzo, bien que para nosotros parece comenzar cuando empezamos a conocerlo.
9 El conocimiento del bien no es causa de su principio, pero el empezar a conocerlo nos sugiere que recién comienza.
Tomémosnos de su comienzo y caminémoslo entero a prisa.
Porque es un camino lleno de obstáculos el de abandonar lo acostumbrado y lo presente para regresar a lo antiguo y original.
Lo que vemos nos complace y desconfiamos de lo que no vemos. Pues lo pernicioso es lo más conspícuo, el Bien, en cambio, es invisible a los ojos. Porque no tiene aspecto ni nada que lo pueda representar, y en consecuencia, solo se parece a sí mismo y es distinto de todo lo demás: es imposible que lo corpóreo pueda representar lo incorpóreo.
10 Esta es la diferencia entre lo semejante y lo distinto, y lo que le falta a lo distinto para llegar a lo semejante.
(... laguna del texto ...)
Por consiguiente, la Unidad, que es principio y raíz de todas las cosas, está en todas las cosas como raíz y principio. Nada existe sin principio, y el principio no proviene de nadie sino de sí mismo, porque en efecto es principio de todo lo que existe.
Siendo la Unidad un principio, abarca a todos los números y no es abarcada por ninguno, y engendra a todos los números y no es engendrada por ninguno de ellos.
11 En efecto, todo lo que ha sido engendrado es imperfecto y divisible, capaz de crecer y disminuir. Pero nada parecido ocurre con lo perfecto. Lo que aumenta, aumenta gracias a la Unidad, pues está condenado por su propia debilidad a no poder prescindir de la Unidad.
Esta es, pues, ¡oh Tat!, la imagen del Dios que dibujé para tí de acuerdo a mis posibilidades. Si con rigor la contemplas y la observas con los ojos del corazón, créeme hijito, encontráras el camino hacia las cosas superiores. Digamos mejor, será la misma imágen la que te mostrará el camino.
La contemplación tiene una virtud propia: se apodera de los que han contemplado una vez y se los atrae a sí, como el imán atrae al hierro.

NOTA : Donde el texto dice "mar ", el original dice "crátera", y donde dice "unidad " el texto griego dice "mónada".
Hemos traducido así en el primer caso porque crátera. que era una vasija grande y ancha donde los griegos mezclaban el vino y el agua de sus convites, no es un término común en nuestro lenguaje, mientras que creemos que "un mar" donde uno puede sumergirse con delicia propone una imágen, en fin de cuentas se trata de solo una imágen, que mejor refleja la intención de Hermes.
En cuanto a Unidad, el griego tiene dos términos: uno henós que es propiamente el concepto de uno o unidad simple, mientras que mónada es también la unidad pero conlleva la idea de único y sobre todo de soledad, de exclusión de los demás. Creemos tambien en este caso que el término mónada en nuestros tiempos implica conceptos filosóficos modernos completamente extraños al texto, mientras que "unidad" representa suficientemente la idea, bastando que Ud., paciente lector, le agregue el atributo de solo y único.

TRATADO V

DE HERMES A SU HIJO TAT


Que el Dios, no siendo manifiesto, es lo que más manifestado está.
1 Voy a desarrollar este tema para ti, ¡oh Tat!, para que no te falte la iniciación al Dios que es superior a todo nombre.
Debes saber que lo que a la mayoría parece inmanifiesto será para ti lo más manifiesto. No podría ser lo que es si no fuera inmanifiesto: porque todo lo que se ve ha sido engendrado: hubo un día en que comenzó a manifestarse . En cambio lo inaparente es eterno, y no necesita de la manifestación. Porque eternamente existe y provoca que todas las demás cosas se manifiesten, es no manifestado, y lo es desde siempre.
Siendo el manifestador de todo, él mismo no se manifiesta, engendra, y no es engendrado, hace que las cosas se vean, pero no se deja percibir por los sentidos. Pues la representación sensible es cosa de los seres que han sido engendrados: ya que nacer no es otra cosa sino ser perceptible en la representación sensible.
2 Por tanto es evidente que el Unico no engendrado es a la vez inimaginable e inmanifiesto, y el que hace que todas las cosas pasen por la fantasía, él mismo se muestra a través de todas las cosas y en todas las cosas, y mucho más a aquellos de los cuales quiso dejarse ver.
Tú, pues, ¡hijito mío Tat!, ruega primero al Señor, Padre y Sólo, y no Uno sino por el cual el uno existe, que te conceda entender al Dios tan inmenso y que permita que sus rayos, aunque no sea más que uno, ilumine tu inteligencia. Solo la inteligencia ve lo invisible porque ella misma es invisible.
Cuando seas capaz, se aparecerá, ¡oh Tat! a los ojos de tu inteligencia: no es celoso el Señor y se deja ver a través de todo el mundo. ¿Acaso puedes ver la inteligencia y tomarla con las manos y contemplar la imagen del Dios? Y si no puedes ver lo que está en ti ¿cómo podría El, en ti mismo, dejarse ver a tus ojos? 3 Si lo quieres ver, considera al Sol, piensa en el curso de la Luna, considera el orden de los astros ¿quién conserva el orden? (Todo orden implica un principio determinante respecto del número y del lugar).
El Sol, dios supremo de los dioses del cielo, al cual todos los dioses del cielo reverencian como rey y dinasta, ese mismo Sol, tan inmenso, más grande que la Tierra y el mar, admite encima de él a sus menores, los orbitantes astros. ¿A quién reverencia, hijo mío, a quién teme? Cada uno de estos astros que están en el cielo ¿no realizan un curso similar o equivalente? ¿Quién fijó para cada uno la manera y el tamaño de su giro?
4 Mira la Osa que gira sobre sí misma y que arrastra en su girar a todo el estrellado cielo. ¿Quién es el dueño de esta máquina? ¿Quién circunscribe al mar en sus límites? ¿Quién asentó la Tierra? Porque hay alguien, ¡oh Tat!, amo y creador de todas estas cosas. No se conservaría lugar o número o medida ninguna si no existiera un creador. Porque todo lo que es desorden, vacío y falta de medida no supone un creador, y aún esto mismo no carece de amo, hijito, porque si lo que carece de orden es incompleto, todavía posee, esto es, la manera del orden, porque aun así está bajo el dominio del amo que todavía no le impuso el orden.
5 ¡Ojalá se te concediera tener alas y alzarte por el aire, y allí, en medio del Cielo y de la Tierra, pudieras ver el corazón de la Tierra, el fluir de las olas del mar, las corrientes de los ríos, el libre flotar del aire, la agudeza del fuego, la carrera de los astros, la rapidez del Cielo, su girar siempre sobre el mismo punto! ¡Oh qué panorama feliz, hijo mío, contemplar de una sola vez todas estas cosas, lo inmóvil en movimiento, y lo inmanifestado manifiesto en su creación! Tal es el orden del cielo y tal la belleza del orden.
6 Si quieres por otro lado mirar por los seres perecederos que habitan sobre la tierra y en las profundidades, considera, hijo mío, cómo el hombre es creado en el vientre, examina con atención la técnica de tal creación y aprende a conocer quién es el creador de esta bella y divina figura que es el hombre. ¿Quién cinceló la órbita de los ojos? ¿Quién perforó los orificios de la nariz y de los oídos? ¿Quién abrió la boca? ¿Quién tendió los tendones y los ató? ¿Quién canaliza por las venas? ¿Quién solidificó los huesos? ¿Quién cubrió la carne de piel? ¿Quién separó los dedos? ¿Quién aplanó la planta del pié? ¿Quién abrió los conductos? ¿Quién alargó el bazo? ¿Quién hizo al corazón en forma de pirámide? ¿Quién adaptó el ....? ¿Quién expandió el hígado? ¿Quién cavó las concavidades del pulmón? ¿Quién creó el ancho espacio del vientre? ¿Quién puso en evidencia las partes más nobles y quién ocultó las vergonzosas?
7 ¡Mira cuántas técnicas para un mismo material y cuántas pinceladas para un mismo diseño, y todas admirablemente bellas y exactamente conmensuradas, tan diversas unas de otras! ¿Quién pues ha creado tantas maravillas? ¿Cuál madre y cuál padre sino el Dios inmanifiesto que por su propia voluntad creó todas las cosas?
8 A nadie se le ocurre que una pintura o una escultura hayan sido hechas sin pintor o sin escultor. Y esta Creación ¿acaso nació sin Creador? ¡Oh colmo de ceguera, colmo de impiedad, colmo de irreflexión! No se te ocurra nunca, oh hijo, separar la criatura del Creador ... mas bien y aún más es más grande que cuanto puede estar implicado en la palabra Dios! Tal es la grandeza del Padre de todas las cosas: porque El es el único que es Padre y, ser padre, ésa es la actividad que le es propia.
9 Y si me fuerzas a que diga algo más audaz te diré que la naturaleza del Dios no es otra cosa que dar a luz y crear todas las cosas, y dado que nada puede venir a la existencia sin el Hacedor, no puede El existir eternamente si no es creando siempre todas las cosas: las del Cielo, las del aire, las de la tierra, las que están en las profundidades, en todas las partes del mundo, en la totalidad del Todo, en lo que respecta al ser y en lo que hace al no ser.
En esta Totalidad nada hay que El no sea. El mismo es las cosas que son y también las cosas que no son, porque de las cosas que son El hizo que aparecieran, pero a las que no son las conserva dentro de El.
10 El es el Dios superior a todo nombre, El, el inmanifestado, El, el más manifiesto. Que ve por la Inteligencia, que es visible a los ojos, que es incorporal, que es muchos cuerpos, o mejor que es todos los cuerpos. Nada es que El no sea: todo lo que es, todo lo es El también, y por eso es nombrado con el nombre de todas las cosas, porque, por ser el Padre del Todo, no tiene un nombre que le sea propio.
¿Quién podría bendecirte más de cuanto Tú mereces o Te corresponda? ¿A dónde miraré para bendecirte? ¿arriba, abajo, adentro, fuera? No hay ninguna forma, ningún lugar en derredor Tuyo, ni ninguno en absoluto de todos los seres: todo está en Ti, todo existe por Ti. Todo das y nada recibes, porque todo lo tienes y nada hay que Tú no poseas.
11 ¿Cuándo te cantaré himnos? No hay época ni tiempo conveniente para Ti. ¿Y sobre qué asunto Te cantaré? ¿Por las cosas que has hecho o por las que todavía no hiciste? ¿Por las que has manifestado o por las que tienes ocultas? ¿En razón de qué Te cantaré? ¿Como siendo mi propio dueño, como teniendo algo propio, como siendo otra cosa? Porque Tú eres lo que soy, lo que hago, lo que digo. Porque Tú eres Todo y no hay más nada: lo que no es, Tú lo eres. Tú eres todo lo que ha nacido y todo lo que no ha nacido, Pensador, eres la Inteligencia, Creador, eres el Padre, Dios en tanto que dador de la energía, Bueno en tanto que Hacedor de todo.

NOTA DEL TRADUCTOR: en el último párrafo, el texto nombra una como trinidad, al decir "Pensador....Creador.....Bueno... " que mucho nos recuerda a la expresión de Iámblico en sus "Antiguedades Egipcias", cap. VIII cuando dice:
"... Es decir, la Inteligencia creadora, que preside la verdad y la sabiduría: la cual, cuando se asoma a la evolución y manifiesta el poder invisible de las palabras ocultas, se llama AMON en egipcio; cuando otorga acabamiento perfecto a todas las cosas, infaliblemente, artísticamente y en toda verdad, se llama FTHA (que los griegos traducen por Hefesto - Vulcano -, conservando así nada más que su carácter de artesano); finalmente como creador de todo bien se lo llama OSIRIS, y tiene otros nombres de acuerdo a sus otros poderes y energías. "



TRATADO VI

Que en sólo el Dios está el Bien y en ninguna otra parte está.


1 El Bien, oh Asclepio, no está en nadie sino solamente en Dios, o mejor digamos que el Dios mismo es eternamente el Bien. Siendo así, pues, el Bien será la realidad de todo movimiento y toda evolución, - pues nada ni nadie está privado de realidad - realidad que, en sí misma, posee una energía sin carencias y sin excesos, plenísima, provisora, existente además en la raíz de todas las cosas. Por consiguiente cuando digo que provee el bien entiendo que es buena en todo y siempre.
Pero ésto no corresponde a nadie sino a sólo el Dios, porque de nada carece, ni lo pervierte el deseo de poseer, porque no hay cosa alguna de la totalidad que El pueda perder y cuya pérdida lo entristezca - porque la tristeza es una parte del mal -, ni nada es más fuerte que El ni puede ser su enemigo - nada puede someterlo a injuria - y nada puede excitar su aprecio ni provocar su irritación por desobediencia, ni nadie provocarle celos por ser más sabio que El.
2 Nada de esto pertenece a la realidad: ¿qué le queda sino sólo el Bien? Y así como de esta realidad no se puede decir ninguna otra cosa, así tampoco en todas las demás cosas no se encontrará el Bien. En efecto en todas las cosas están todas las otras cosas, en las pequeñas y en las grandes, en cada una y aún en este mismo Viviente, más grande y poderoso que todas.
Todo lo que ha sido engendrado padece, ya que la misma generación es un padecer. Pero allí donde hay padecer de ninguna manera está el Bien: donde está el Bien no hay lugar para un solo padecer. Donde está el día no puede estar la noche, ni cuando es de noche puede ser de día: es imposible que el Bien se halle dentro de la generación, sino sólo en lo inengendrado. Sin embargo así como a la materia le fue concedido participar de todas las cosas, así también participó del Bien. Es de esta manera que el mundo se dice bueno, porque el mundo hace todas las cosas, y es bueno por ése hacer. En cuanto a todas las demás cosas, allí no existe el bien, porque son pasibles y cambiantes y productoras de seres pasibles.
3 En cuanto al hombre, es una mezcla de bien y de mal: porque cuando el mal no es excesivamente malo, aquí abajo, es el bien, y el bien, aquí abajo, siempre tiene una parte pequeñita de mal. Por éso, es imposible que el bien, aquí abajo, esté totalmente libre del mal, pues el bien, aquí abajo, se maleficia, y si se vuelve malo, deja de ser bueno: dejando de ser bueno se vuelve malo. Por éso sólo en el Dios existe el Bien, es decir el Dios mismo es el Bien.
En los hombres, ¡oh Asclepio!, sólo se conserva el nombre del Bien, pero de ninguna manera es tal. Porque es imposible, porque el Bien no cabe en un cuerpo corporal, porque de todas partes está angustiado por el mal, por penas y sufrimientos, por deseos y cóleras, por la ilusión y la opinión insensatas. Y el peor de los males, oh Asclepio, es que se confía, aquí abajo, que cada una de las cosas que hemos nombrado son el más grande bien, cuando son el mal más insoportable. La avidez es el conductor de todos los males, y la confusión es aquí abajo la falta del Bien.
4 Pero doy gracias al Dios que, en lo que respecta al conocimiento del Bien, puso en mi inteligencia el concepto de su imposibilidad en el mundo. El mundo es la plenitud del mal, el Dios es la plenitud del Bien o el Bien es la plenitud del Dios... Porque a su alrededor, como realidad, gravitan las cosas bellas, pero la suyas propias se muestran, por así decirlo, mucho más puras y auténticas. Hablando con osadía, oh Asclepio, la realidad del Dios, si tiene una, es la Belleza, y es imposible percibir la Belleza y el Bien en las cosas del mundo: todo lo que es posible de ver son imágenes ilusorias y como bosquejos, pero lo que no cae bajo la vista es la realidad de lo Bello y de lo Bueno. Y así como el ojo no puede ver al Dios, así tampoco puede ver lo Bello y lo Bueno. Porque son partes enteras del Dios, propias sólo de El, particulares, inseparables, amabilísimas, de las cuales hay que decir o que el Dios las ama o que ellas aman al Dios.
5 Si puedes comprender al Dios, comprenderás lo Bello y lo Bueno, lo soberanamente luminoso, lo soberanamente iluminado por el Dios. Porque esa Belleza es incomparable y ese Bien inimitable, como el mismo Dios. Por tanto en la medida que comprendas al Dios, así comprenderás lo Bello y lo Bueno. Ambos son incomunicables a los otros seres vivos, porque son inseparables del Dios. Cuando tu celo te lleve a investigar sobre el Dios, lo harás también sobre la Belleza. Porque uno es el camino que conduce allí: piedad con conocimiento.
6 De aquí resulta que los que no conocen y no están tampoco en el camino de la piedad, se atreven a decir que el hombre es bello y bueno, no habiendo contemplado, ni en sueños, lo que es el Bien, pero, poseídos como están por todos los males, creen que el mal es el bien, y así se acostumbran insaciablemente al mal, temen que les falte y luchan por todos los medios no sólo para poseerlo sino aún para acrescentarlo.
Estas cosas, ¡oh Asclepio! son bellas y buenas al sentir de los hombres, y nosotros no podemos rehuirlas ni odiarlas, porque las necesitamos y no podemos vivir sin ellas.

TRATADO VII

QUE LA MAYOR DESGRACIA ES NO CONOCER A DIOS.

¿A dónde vais ebrios, oh hombres,
que os bebéis tan puro el vino de la ignorancia,
que ya no lo podéis soportar y estáis por vomitarlo?

¡Quedad sobrios, detenéos!
¡Alzad los ojos del corazón, si no todos al menos los que puedan!

Porque el mal de la ignorancia inunda la entera Tierra,
y corrompe al alma aprisionada en el cuerpo,
impidiéndole anclar en el puerto de la libertad.

No os dejéis arrastrar por la impetuosidad del oleaje,
antes,
aprovechando una creciente,
los que podáis,
alcanzad el puerto de la libertad,
anclad allí,
buscad la mano que os guíe a las puertas del conocimiento,
donde está la Luz brillante, libre de toda tiniebla,
donde nadie se emborracha,
sino donde todos, sobrios,
alzan los ojos del corazón hacia Aquel que quiere ser visto.

Porque no se deja oír, ni describir, ni ver con los ojos,
sino con la inteligencia y el corazón.

Pero antes es necesario que desgarres la vestidura que llevas,
el velo de la ignorancia,
el sostén de la maldad,
el cepo de la degradación,
el antro tenebroso,
la muerte viva,
el cadáver sensible,
la tumba que siempre te acompaña,
el ladrón doméstico,
el que por lo que ama, te odia, y por lo que odia, te cela.

Este es el enemigo que revestiste como túnica,
que te estrangula y te arrastra abajo, hacia él,
no sea que alces la mirada y,
contemplando la Belleza de la Verdad y el Bien que allí reside,
comiences a odiar su maldad,
comprendas las trampas que contra ti maquina:
pues atonta el sentido de observación, tan despreciado,
cegándolo con abundante materia,
abundando en innobles voluptuosidades,
para que no escuches las cosas que debes oír
ni mires las cosas que tienes que ver.

TRATADO VIII

Que nada se destruye, y que es un error llamar destrucción o muerte a los cambios.


1 Corresponde ahora, ¡hijo mío!, enseñarte, por un lado de qué manera el alma es inmortal, y por otro cuál es la energía que dispone y disuelve el cuerpo. Porque la muerte no tiene nada que ver con estas cosas: es un concepto elaborado sobre el término "inmortalidad", sea por vaciamiento, sea por privación del prefijo negativo "in", al decir mortal por inmortal.
Porque la muerte es una destrucción, pero en el mundo nada se destruye. Dado que el mundo es el segundo dios y el viviente inmortal, es imposible que alguna parte del viviente inmortal venga a morir. Ahora bien, todas las cosas que están en el mundo son partes del mundo, y mucho más el hombre, el viviente racional.
2 Porque primero, antes de todos los seres, está Dios, eterno, no nacido, Creador de la Totalidad. En segundo lugar viene aquel que ha sido engendrado por El, su imagen, por El conservado y alimentado y dotado de inmortalidad, y que, como procedente de un padre eterno, vive siempre y es inmortal. Porque "vivir siempre" difiere de "eterno": porque lo eterno no fue engendrado por otro, y si fue engendrado lo fue por sí mismo. Nunca fue engendrado, pero siempre engendra lo que es eterno. El Todo no es eterno, pero el Padre mismo del Todo sí. El mundo fue engendrado inmortal por el Padre 3 y todo lo que tenía materia quedó bajo su dominio.
El Padre creó el Todo como un cuerpo, y al darle volumen lo hizo a semejanza de una esfera, y le concedió este atributo de la inmortalidad, siendo la misma materia inmortal, poseedora eternamente de la inmortalidad.
Más aún, el Padre, diseminando la variedad de las especies en la esfera, allí las encerró como en un antro, pues quería otorgar la belleza de su propia abundancia en forma de una diversidad completa.
En torno de todo el Cuerpo puso a la inmortalidad, de manera que aún si la materia quisiera abandonar la disposición del Cuerpo, no pudiera disolverse en la desorganización a la cual tiende por naturaleza. Porque la materia, hijito, era desorganización cuando todavía no estaba conformada en cuerpos. Y sin embargo, aquí abajo, conserva aún un desorden restringido a las otras variedades menores: la facultad de aumentar, y la de disminuir que los hombres llaman muerte.
4 Pues el desorden ocurre con respecto a los vivientes terrestres: los cuerpos del Cielo, en cambio, poseen un orden propio, que les fue asignado por el Padre desde el principio, orden que se conserva sin disolución por el retorno de cada uno a su punto de partida. El retorno al origen de los cuerpos terrestres es la disposición de la disolución, es decir, la disolución es un retorno a los cuerpos indisolubles, a saber, los inmortales. Y es así como se produce pérdida del sentido, pero nunca destrucción de los cuerpos.
5 El tercer Viviente es el Hombre, engendrado a imagen del Mundo, único, de acuerdo a la voluntad del Padre, de todos los vivientes terrestres, a poseer la inteligencia, y que así no sólo está unido al segundo dios por similitud y concordancia, sino también al primero, por recibir de El la inteligencia. Por éso a aquél lo percibe como cuerpo por los sentidos, a éste lo acoge por la inteligencia, aprehendiéndolo como Incorporal y inteligencia, el Bien.
- Entonces este Viviente ¿no se destruye?
- Corrígete, hijito, y entiende qué es dios, qué es mundo, qué es viviente inmortal, qué es viviente disoluble, y comprende que el Mundo ha sido hecho por el Dios y en el Dios, el Hombre por el Mundo y en el Mundo, siendo el Dios principio y envoltura y disposición de todas las cosas.

TRATADO IX

SOBRE EL ENTENDER Y EL SENTIR.
(De que en sólo Dios está la Belleza y el Bien, y en ninguna otra parte.)

1 Ayer, oh Asclepio, te di el "Discurso Perfecto". Hoy considero conveniente continuar con la exposición del tema de la sensación.
Sensación e inteligencia, según la opinión común, difieren en que la primera es material y la segunda esencial. Según mi opinión, ambas, y me refiero a los hombres, están unificadas sin distinción entre sí. En los demás seres vivos, la sensación está unida a la naturaleza, en los hombres lo está la inteligencia.

(La inteligencia difiere de la intelección como Dios de la actividad divina, pues así como la actividad divina procede de Dios, así la intelección de la inteligencia, siendo hermana de la razón. O mejor ambas son instrumentos una de la otra: pues la razón no se expresa sin la inteligencia ni la inteligencia se manifiesta sin la razón.)
2 Asi pues, la sensación y la inteligencia, entrelazadas, confluyen en el hombre, pues para poder pensar se requiere de ambas, sensación e inteligencia.
-- Pero ¿no se podría pensar en una intelección sin el concurso de la sensación, como cuando en sueños imaginamos visiones?
A mí me parece, que, nacidas ambas energías en la visión del sueño, se despiertan precisamente por la sensación, y una parte de la sensación va al cuerpo y otra al alma, y cuando ambas partes de la sensación concuerdan entre sí, se expresa nuevamente el pensamiento, parido por la inteligencia.
3 Porque la inteligencia dá a luz todos los pensamientos: buenos cuando es de Dios de quien recibe la semilla, y contrarios, cuando de alguno de los genios. Porque no hay lugar en el mundo que carezca de genio, genio que iluminado como lo está por Dios, sobreacaeciendo, siembra la semilla de su propia energía, y la inteligencia da a luz lo sembrado, adulterios, homicidios, castigos a los padres, saqueos de templos, impiedades, muertes por ahorcamiento o arrojo en desempeñaderos, y las otras muchas cosas que son obras de lo genios.
4 Las semillas, de Dios en cambio son pocas en número, pero grandes, bellas y buenas: virtud, prudencia, piedad. La piedad es el conocimiento de Dios, y el que descubre el conocimiento, pleno de todos los bienes, posee los pensamientos divinos, que nada tienen que ver con los de la multitud. Por eso, los que viven en el conocimiento no agradan a la multitud, ni la multitud se complace en ellos. Los tiene por locos, se mofan de ellos, se los odia y se los desprecia, y quizá tal vez los maten. Porque, como he dicho, la maldad habita aquí abajo como en su propia casa: su casa es la Tierra (no el mundo como algunos dirán por blasfemia). Pero ciertamente el hombre piadoso que tiene conciencia de su conocimiento, todo lo soporta. Para un hombre tal, todas las cosas son buenas, aún las que para otros son malas: en medio de las asechanzas, refiere todo al conocimiento, y sin ayuda de nadie transforma el mal en bien.
5 Vuelvo al tema de la sensación. Es propio del hombre pues que sensación y inteligencia estén íntimamente unidas. Pero como antes dije no todo hombre goza del entender, porque hay un hombre material y un hombre esencial. El material, está con la maldad, posee, como dije, la semilla de la inteligencia de los genios, el otro, liberado por Dios, está por su esencia con el bien.
Porque Dios, Creador de todas las cosas, al crearlas, hace a todas a su semejanza, pero habiendo sido hechas buenas difieren en el uso que hacen de su energía. Porque el movimiento cósmico, en su ir rozando, crea las cualidades de las criaturas, unas desfiguradas por la maldad, otras purificadas por el bien, porque el mundo, ¡oh Asclepio!, tiene también su sensación y su intelección propias, no como las humanas, ni multiformes, pero en verdad más fuertes y simples.
6 El sentir y el entender del mundo es un sólo: hacer todas las cosas y deshacerlas en ellas mismas, siendo como es instrumento de la voluntad de Dios y habiendo sido hecho verdaderamente como un instrumento, depósito de todas las semillas, crea en sí mismo todas las cosas activamente, y disolviéndolas las renueva, y, a través de la disolución, como buen agricultor de la vida, les otorga, llevándolas, la renovación por la transformación. Ninguna cosa hay que el mundo no engendre con vida, portándolas a todas, siendo a la vez el lugar y el creador de la Vida.
7 Ahora bien, todo los cuerpos están hechos de materia, pero diversamente: unos de tierra, otros de agua, unos de aire, otros de fuego: todos son compuestos, con fórmulas más o menos complejas. Los más complejos son los más pesados, los más simples los más livianos. Es la velocidad del movimiento del mundo la que obra la diversidad cualitativa de las criaturas. Porque el soplo del mundo, en rápida sucesión de tonos, ofrece la diversidad de las criaturas, y después no hay sino un solo Todo plenitud de la Vida.
8 En verdad, Dios es el Padre del mundo, el mundo los es de las cosas que están en el mundo, porque el mundo es el hijo de Dios, y las cosas que están en el mundo, del mundo salieron. Y con derecho se dice que el mundo es un cosmos, pues organiza y embellece todas las cosas en la diversidad de la creación, por la continuidad de la vida, la actividad incansable, la rapidez de la necesidad, la disposición de los elementos y el buen orden de todo lo que nace. Por éso, necesariamente y con propiedad, el mundo merece ser llamado "cosmos".
La sensación y la intelección, en todos los seres vivos, vienen y entran desde afuera, como una brisa de alrededor, pero el mundo, poseyéndolas de una sóla vez al nacer, las recibó de Dios.
9 Por otro lado, Dios no carece de sensación ni de intelección, como algunos pensaron: es por superstición que blasfeman. Todas las cosas que son, oh Asclepio, están en Dios, producidas por Dios y pendientes de lo alto. Algunas actúan por el cuerpo, unas mueven por la substancia anímica, otras dan la vida por el soplo, otras acojen a lo que ha muerto, y así es verdaderamente. Más aún, afirmo que el mundo no contiene a las cosas, pero, para dejar clara la verdad, el mundo es todas las cosas, no se las agrega desde afuera, las da de sí mismo afuera, y tal es la sensación y la intelección de Dios, mover siempre todas las cosas, y nunca jamás ocurrirá que nada de lo que existe pueda ser abandonado: y cuando digo "de lo que existe" quiero decir "de Dios", porque Dios contiene todo lo que existe, y nada está fuera de El, ni El está fuera de nada.
10 Todas estas cosas, oh Asclepio, si tienes entendimiento, las tendrás por verdaderas, pero si no entiendes te serán increíbles. Porque creer es entender, descreer es no entender. Porque la razón no se acerca a la verdad, pero la inteligencia es poderosa, y, una vez conducida por la razón hasta las puertas, tiene la capacidad de acercarse a la verdad. En tonces abrazando con la intelección todas las cosas y viendo que están de acuerdo con lo que la razón explica, cree y descansa en esta bella fé. Para quienes pues, por Dios, entendieron las cosas dichas, las hallarán creíbles, pero los que no las entendieron las descreerán.

Terminan aquí las cosas que queríamos decir sobre la sensación y la intelección.

TRATADO X

De Hermes Trismegisto: La Llave.


1 Asclepio, fue a ti a quien ayer dedicamos nuestra lección. La de hoy justo es dedicarla a Tat ya que no es más que un resumen de las Lecciones Generales que con él charlamos.
Pues bien, Dios Padre, oh Tat, tiene la misma naturaleza, o más bien la misma acción que el Bien. Pues el término "Naturaleza" corresponde a "crecer", "brotar", y se aplica a las cosas que se modifican y se mueven ... y no se mueven, esto es a las divinas y humanas, a las cuales pertenece. En otro lugar, leccionamos sobre temas divinos y humanos, sobre los que hay que seguir elucubrando.
2 Ahora bien, la acción del Dios es su buen querer, y su naturaleza querer que todo exista. ¿Qué otra cosa no es el Dios y Padre y el Bien sino la existencia de todas las cosas que todavía no son y, por cierto, la realidad misma de las que son? Esto es Dios, ésto es el Padre, ésto es el Bien, y no le corresponde ninguna otra cosa. Aunque el Mundo mismo y el Sol mismo son también Padre de los seres participados, no son causa del bien de los seres vivos ni de la Vida de igual manera. Y si lo fueran, lo serían absolutamente por la necesidad que les impone la Voluntad Buena, sin la cual nada puede existir o nacer.
3 Un padre es la causa de la siembra y la subsistencia de sus hijos por el impulso del Bien que recibió del Sol, porque el creador es el Bien: el crear no puede hallarse en nadie sino solamente en él, que nada recibe y quiere que todo sea. Pero no quiero decir, oh Tat, "el que hace" porque un tal a veces deja de hacer, en el sentido que algunas veces hace y otras no, de cuánto hace o de qué hace, algunas veces haciendo cuantas o tales cosas, otras haciendo las contrarias: Dios es el Padre y el Bien de todas las cosas que existen.
4 Y así es en verdad para quien puede ver. Porque ésto es lo que Dios quiere ser y es, y que sea su atributo, o más bien su propia realidad. Porque todas las demás cosas existen por El, y propio del Bien es que se lo reconozca como el Bien, oh Tat.
- ¡Oh Padre, nos has dejado repletos de una buena y bella visión, y poco falta para que la mirada de mi inteligencia caiga reverente ante tal divina visión!
- Pero no como los rayos inflamados del Sol que hieren la vista con su luz y obligan a cerrar los ojos, no es así la visión del Bien: por el contrario, ilumina y tanto más cuanto más puede el que es capaz de acoger el influjo de este resplandor espiritual, que es más intenso en su amplitud que los rayos del Sol, pero que no daña, y desborda de inmortalidad de todo tipo.
5 Los que pueden beber de ella un poco más, frecuentemente se adormecen, y pasan de lo corporal a estarse gozando de esta bellísima visión, como Urano y Cronos, nuestros ancestros.
- ¡Ojalá que también nosotros pudiéramos, oh Padre!
- Ojalá, hijito. Por ahora sin embargo aún somos débiles para tal visión, y aún nos faltan las fuerzas para abrir los ojos de la inteligencia y contemplar la hermosura de aquel Bien, ¡hermosura imperecedera, incomprensible! Entonces la verás, cuando ya nada tengas que decir de ella, porque el conocerla es un silencio divino y un reposo absoluto de todos los sentidos.
6 Ni por consiguiente puede ya nada percibir el que la percibe, ni otra cosa contemplar el que la contempla, ni escuchar ninguna otra cosa, ni poder siquiera mover el cuerpo. Porque pierde conciencia de las sensaciones y aún de los movimientos del cuerpo, y así quédase quieto. Inundada de luz la inteligencia y resplandecida el alma entera la saca del cuerpo, y transforma todo el ser en la realidad. Porque es imposible, hijito mío, que, por haber contemplado la hermosura del Bien, el alma sea divinizada estando en el cuerpo de un hombre.
7 - ¿Qué quieres decir por "ser divinizado", oh padre?
- Toda alma separada, hijito, se transforma.
- De nuevo ¿qué quieres decir por "separada"?
- ¿No escuchaste en las "Lecciones Generales" que del Alma Una del Todo salieron todas las almas que ruedan desparramadas por todo el mundo? Pues bien, estas mismas almas pasan por muchas transformaciones, unas para mejor, otras para peor. Porque las de reptiles se transforman en animales acuáticos, las acuáticas en terrestres, las terrestres en aves, las aéreas en hombres, y las de los hombres finalmente gozan del principio de inmortalidad de transformarse en genios y entrar después en el coro de los dioses. Porque hay dos coros de dioses, los errantes y los fijos.
8 ¡Tal es la gloria y el honor perfectísimos del alma! Pero si el alma que entró en un hombre se mantiene en la maldad, no goza de la inmortalidad ni participa del Bien, antes, refluye hacia atrás y retrocede por el camino que conduce hasta los reptiles: tal es la pena del alma perversa.
La perversión del alma es la ignorancia: porque el alma, cuando no conoce nada de los seres, ni de su naturaleza, ni tampoco del Bien, ciega total, sufre el combate que contra ella levantan las pasiones del cuerpo, y, desgraciada, ignorándose a sí misma, sirve de esclava a cosas que le son ajenas y corruptas, y carga el cuerpo como un pesado fardo, no se gobierna sino que es gobernada. Tal es la perversión del alma.
9 Por el contrario, la fuerza del alma es el conocimiento, porque el que conoce es bueno y piadoso y ya divino.
-¿Quién es éste, oh padre?
- El que no habla mucho ni escucha a muchas cosas, pues el que disputa ambigüedades y escucha novelerías, hijito, pelea con las sombras. Porque a Dios y Padre y al Bien no se lo dice ni se lo escucha. Y siendo así las cosas, es verdad que todos tienen los sentidos, porque sin ellos no se podría vivir, pero el conocimiento difiere en mucho de los sentidos. Pues la sensación se produce a partir de lo que la influye, mas el conocimiento es la perfección de la ciencia, ciencia que es un don del Dios.
10 Pues toda ciencia es incorporal, ya que utiliza como órgano la inteligencia, como la inteligencia a su vez el cuerpo. Dos cosas pues dependen del cuerpo, las espirituales y las materiales. Todo pues tiene que consistir a partir de la oposición y la contrariedad, y es imposible que sea de otra manera.
- ¿Y entonces quién es el dios material que vemos?
- El mundo que vemos es hermoso, pero no es bueno, porque es material y fácilmente pasible, primero de todos los pasibles, segundo en los seres, incompleto. Pues ciertamente comenzó una vez, y existe para siempre, está en transformación y siempre es engendrado, y es el transformador de la cualidad y la cantidad. Porque se mueve, y todo movimiento material es transformación.

TRATADO XI

La Inteligencia a Hermes


1 Retiene la lección con firmeza, oh Hermes Trismegisto, y conserva en tu memoria lo que digo, porque no dudaré en decirte lo que hay en mí.
- A pesar de que tantos han dicho tantas y tan diferentes cosas referentes al Todo y a Dios, sin embargo no llegué a la verdad. Tú pues, Soberano Señor, esclaréceme sobre el tema, porque confío en que Tú, solo Tú, querrás manifestarme la verdad.
2 - Atiende, hijito, lo que hay de Dios y del Todo.
Dios, la Eternidad, el Mundo, el Tiempo, el Devenir.
Dios creó a la Eternidad, la Eternidad al Mundo, el Mundo el Tiempo, el Tiempo al Devenir.

La realidad de Dios, por así decir, es el Bien, la Hermosura, la Felicidad, la Sabiduría; la realidad de la Eternidad es la identidad, la del Mundo el orden, la del Tiempo el cambio, la del Devenir la vida y la muerte.

La energía de Dios es Inteligencia y Alma, la de la Eternidad es permanencia e inmortalidad, la del Mundo ir y volver del punto de partida a la máxima oposición , la del Tiempo crecer y menguar, la del Devenir la cualidad.

Por consiguiente, la Eternidad está en Dios, el Mundo en la Eternidad, el Tiempo en el Mundo, el Devenir en el Tiempo, y es así como la Eternidad permanece estable alrededor del Dios, el Mundo se mueve en la Eternidad, el Tiempo pasa en el Mundo, y el Devenir evoluciona en el Tiempo.
3 Por consiguiente, la fuente de todas las cosas es Dios, realidad de las cosas es la Eternidad, su materia es el Mundo.

El Poder de Dios es la Eternidad, la obra de la Eternidad es el Mundo, que nunca comenzó pero es engendrado eternamente por la Eternidad. Por donde el Mundo no perecerá jamás - la Eternidad es inmortal - ni nunca será destruido nada de lo que hay en el Mundo: el Mundo está rodeado totalmente por la Eternidad.
- ¿Y qué es la sabiduría de Dios?
- El Bien y la Hermosura y Felicidad y la virtud total y la Eternidad. La Eternidad pues creó al mundo con orden y belleza poniendo inmortalidad y permanencia en la materia.
4 En efecto pues la generación de la materia depende de la Eternidad, así como la Eternidad a su vez de Dios.

El devenir y el tiempo están en el Cielo y en la Tierra, pero tienen naturaleza distintas: en el Cielo sin cambios e indestructibles, en la Tierra con cambio y destrucción .

Y Dios es el alma de la Eternidad, la Eternidad del Mundo, el Cielo de la Tierra, y Dios está en la inteligencia, la inteligencia en el alma, el alma en la materia.
Todas las cosas a través de la Eternidad.

Y a todo este inmenso Cuerpo en el que están todos los cuerpos, un Alma plena de Inteligencia lo llena por adentro y lo envuelve por fuera, vivificando el Todo: por fuera a este Viviente enorme y perfecto, el Mundo, por dentro a todos los seres vivos, y arriba, en el Cielo, permanece siempre idéntica a sí misma, y abajo, en la Tierra, produce los cambios del devenir.
5 La Eternidad es quien mantiene todo unido por medio de la Necesidad o de la Providencia o por cualquier otra cosa que se pueda pensar hoy o mañana. Y todo es actividad de Dios, energía de Dios, poder insuperable, con la cual nada se puede comparar, ni humano ni divino.

Por eso, Hermes, nunca pienses que algo pueda asemejarse a Dios, ni las cosas de arriba ni las de abajo, porque te alejarás de la verdad, porque nada es igual al Distinto, Único y Uno.

Y no se te ocurra que pueda a compartir su Poder con nada ni con nadie. ¿Quién si no El sería creador de vida, inmortalidad o devenir? y El ¿qué otra cosa haría sino crear?
Porque Dios no está inactivo, de lo contrario todo estaría inactivo, y todas las cosas están llenas de Dios. Pero nada nunca en el mundo está inactivo, ni en ninguna otra parte. Porque inactividad es una palabra vana respecto del creador y respecto de lo que viene a la existencia.
Es necesario que todo llegue a la existencia, siempre y apropiadamente en cada lugar. El Creador está en todas las cosas, no determinado a alguna, no Creador para alguna, sino de todas las cosas.

Siendo un poder siempre actuante no está sometido a ninguna de sus criaturas, sino ellas a El.
Contempla por mí el mundo que se ofrece a tus ojos y considera atentamente su hermosura : cuerpo sin mancha, cuya vejez nadie supera, pero que en todo y siempre está en pleno vigor, joven y siempre más lozano!
Mira también la jerarquía de los siete cielos, bellamente creada en un orden eterno y cumpliendo los siglos en cursos diferentes. Todo está lleno de luz sin haber fuego en ningún lado: pues la amistad y la combinación de los opuestos y de los disímiles se hizo luz, y brillan sobre nosotros por la energía de Dios generador de todo bien y jefe y conductor del orden entero de los siete cielos.

Mira la Luna, precursora de todos, órgano de la Naturaleza, transformadora de la materia aquí abajo. Mira la Tierra en el medio del Todo, colocada como cimiento del bello mundo, nutricia y nodriza de todos los seres terrestres.

Contempla también cuán inmensa es la multitud de los vivientes inmortales y de los mortales, y, mediadora entre ellos, inmortales y mortales, la Luna rondando su ronda!
8 Todo pues está lleno de alma y todos se mueven, unos circulando el Cielo, otros sobre la Tierra, y los que van hacia la derecha no lo hacen a la izquierda, ni los de la izquierda a la derecha, ni los superiores descienden, ni los inferiores ascienden.

Y que todos estos seres hayan nacido, no necesitas, Hermes, aprenderlo de mí, porque son cuerpos y tienen alma y se mueven. Y no puede ser que todos converjan hacia uno sin un congregante. Es necesario que tal Congregador exista y que sea Uno.
9 Pues como tienen muchos movimientos y distintas direcciones y sin embargo una sóla es la velocidad total que les ha sido fijada, es imposible que tengan dos o más creadores. No se mantendría un único orden entre muchos. Entre varios surgiría el celo por quién es el mejor.

Y te digo: si uno fuera el creador de los seres vivos cambiantes y mortales querría también serlo de los inmortales, y los mismo el de los inmortales querría serlo de los mortales. Y supón que fueran dos: siendo como es una la materia y una el alma ¿quién sería el que lleve adelante la creación? Y si les correspondiera a ambos ¿para quién la parte mejor?


10 Piensa entonces que todo cuerpo vivo está compuesto de materia y alma, tanto el inmortal como el mortal y el irracional. Porque todos los seres vivos están animados, y los que no tienen vida a su vez son materia que existe por sí misma, y el alma igualmente, causa de la vida suplente del Creador, subsiste por sí misma
¿Cómo pues también los otros seres vivos mortales de los mortales... ¿Cómo el inmortal Creador de la inmortalidad no crearía todo lo que corresponde a los seres vivos?


11 Por tanto es evidente que hay alguien creador de todo esto y manifiesto también que es Uno. Porque una es el Alma, una la Vida y una la Materia.

¿Quién es pues el creador? ¿Quién otro sino Dios Uno? ¿A quién otro convendría crear los seres vivos animados sino al Dios único? Por consiguiente, Uno es Dios. Es ridículísimo que si has reconocido que el mundo existe desde siempre uno, y que el Sol es uno y la Luna una y la naturaleza divina una ¿ahora quieres que Dios sean muchos?


12 Por consiguiente el mismo Dios creó las cosas todas. ¿No es terriblemente ridículo que te parezca una enormidad que Dios creara la Vida, el Alma, la Inmortalidad y el Devenir cuando tú mismo puedes hacer tantas cosas diferentes?

Porque tú miras, hablas, escuchas, hueles, tocas, caminas, piensas y respiras, y no es uno el que ve, otro el que escucha, otro el que habla, distinto el que toca, distinto el que huele, distinto el que camina, y en fin distinto el que piensa y distinto el que respira, sino que es uno sólo el que hace todo. Tampoco pues es posible que aquellas cosas queden excluidas de Dios. Pues así como si dejas de actuar dejas de vivir, así también si Dios dejara de hacer aquellas cosas dejaría de ser Dios, lo que es un impío decir.


13 Si ha quedado demostrado lo que no puedes dejar de ser ¿cuánto más Dios? Si hubiera alguna cosa que El no creara, y es impío decirlo, sería imperfecto. Y si nunca está inactivo es perfecto y por tanto Creador de todo.
Por poco me concedas lo que te estoy diciendo, oh Hermes, fácilmente entenderás que la obra de Dios es una sóla: que todas las cosas lleguen a la existencia, las que existen, las que una vez existieron o las que existirán. Esto es lo que es la Vida, ¡oh amadísimo!, ésto es la Hermosura, ésto es el Bien, ésto es Dios.


14 Si quieres entender por tus propio obrar, observa lo que ocurre cuando tú quieres engendrar. Aunque tiene poca semejanza con Aquel que ciertamente no goza ni tiene cooperador alguno. Como trabaja por sí mismo a solas, es siempre inmanente a la obra y él mismo es lo que hace.

Si estuvieran fuera de El, todas las cosas se desplomarían, y necesariamente todo perecería, por ya no tener más vida. Pero como todo tiene vida y como la Vida es también una, Uno es ciertamente Dios. Y una vez más, como todo tiene vida, lo que está en el Cielo y lo que está en la Tierra, Una es en todo y por todo la Vida, que nace de Dios y ella misma es dios.

Todas las cosas pues son engendradas por Dios, y la Vida es la unión de la Inteligencia y el Alma. Con respecto a la muerte, no es destrucción de lo que estaba unido, sino pérdida de la unidad.


15 Así pues la Eternidad es imagen de Dios, el Mundo de la Eternidad, el Sol del Mundo, el Hombre del Sol.

En cuanto al devenir, lo llaman muerte porque el cuerpo se destruye, mientras que la vida se retira a lo no manifestado. Los seres se destruyen así, oh amadísimo Hermes, y el mundo - los supersticiosos creen que se destruye - pero yo digo que se transforma al pasar sus partes , día a día, a lo no manifestado, pero nunca que se destruya.

Y ésto es la posibilidad del Mundo, devenir y ocultamiento de astros, y devenir que es rotar, y ocultamiento que es renovarse .


16 El Mundo pues posee todas las formas, no porque las contenga adentro, sino porque las transforma en sí mismo. Si decimos que el Mundo posee todas las formas ¿qué diremos del que lo ha creado? ¡No diremos por cierto que carezca de forma! Y por otro lado si poseyera todas las formas sería igual al Mundo. ¿Diremos entonces que tiene una sola forma? Entonces sería inferior al Mundo.

¿Qué diremos entonces que es para no llevar el raciocinio a un callejón sin salida? Porque nada puede quedar así en lo que entendemos acerca de Dios. Dios pues tiene una sola figura - si es que le correspondería tener figura - que no se ofrece a los ojos, incorporal, y revela todas las cosas por los cuerpos.


17 Y no te maravilles de que exista una figura incorporal. Existe sí, como la figura de la palabra, y como en las pinturas con montañas que se alzan con relieves profundos, aunque en la realidad son lisas y planas.

Pero piensa ahora lo que estamos diciendo de una manera más audaz, aunque más verdadera: así como el hombre no puede vivir sin vida, así tampoco puede Dios dejar de hacer el bien. Mover y vivificar todas las cosas, éso es el vivir y el moverse de Dios.


18 Algunos de los términos dichos deben aceptarse con una interpretación especial.

Considera lo siguiente: "Todos los seres están en Dios". No significa que estén en un lugar - porque el lugar también es un cuerpo y lo que está en un lugar no se mueve -. Hay otra forma de estar como es en la imaginación incorporal.

Considera al que contiene a todos los seres y entiende que nada puede delimitar lo incorporal, ni nada es más veloz ni más potente que él. Al contrario, lo incorporal es más indelimitado, más veloz y más potente que todo lo demás.


19 Piensa por ti mismo de la siguiente manera. Manda a tu alma que se traslade a la India y antes que termines de hacerlo ya estará allí. Mándale enseguida que se traslade al Océano y en seguida, veloz, ya estará allí, y no porque haya pasado de un lugar a otro, sino como hallándose ya allí.

Dile que se alce hasta el Cielo y no necesitará de alas. Nada la puede detener, ni el fuego del Sol, ni el éter, ni las revoluciones del Cielo, ni los cuerpos de los demás astros, sino que atravesando todas las cosas subirá volando hasta el último de los cuerpos del Cielo.

Y si quisieras, serías capaz aún de rasgar el orbe del mundo y contemplar lo que hay allí afuera - si es que hay un "afuera" del mundo -, tú lo puedes.


20 ¡Mira qué poder, qué velocidad posees! Y si tú puedes todas estas cosas ¿no lo podrá Dios? Entiende a Dios de este modo, contiene en sí mismo a todas las cosas como pensamientos, al Mundo, a Sí mismo, al Todo.

Por lo tanto si no te igualas a Dios no podrás entenderlo. Porque el semejante sólo conoce al semejante. Crece hasta la grandeza incomparable, de un salto pasa todos los cuerpos, supera todos los tiempos y hazte Eternidad, y entenderás a Dios.

Considera que para ti nada es imposible, considérate inmortal y capaz de entenderlo todo, todo arte, toda ciencia, el carácter de todo ser vivo. Sube más alto que cualquier altura, baja más hondo que cualquier profundidad. Siente y encierra en ti mismo las sensaciones de todo lo creado, del fuego, del agua, de lo seco y de lo húmedo, piensa que estás en todas partes, en la tierra, en el mar, en el cielo, que todavía no has nacido, que estás en el vientre, que eres joven, que eres viejo, que estás muerto, que estás más allá de la muerte. Si comprendes todo ésto con la inteligencia al mismo tiempo, tiempos, lugares, cosas, cualidades, cantidades, podrás entender a Dios.


21 Pero si encierras el alma en el cuerpo, si te abates y dices: "No entiendo nada, no puedo nada, me asusta el mar, no puedo subir hasta el cielo, no sé lo que he sido, no sé lo que seré" ¿qué puede haber entre ti y Dios?

No podrás entender nada bello ni bueno si te enternece tu cuerpo y eres perverso. La mayor maldad es ignorar lo divino.

Por el contrario ser capaz de conocer, haber querido y esperado, son el camino que en línea recta y fácilmente conduce al bien.

Cuando estés en camino, vendrá a ti en cualquier lugar, se dejará ver por ti en todas partes, aún donde y cuando no lo esperes, estés despierto o estés dormido, navegando o caminado, de noche o de día, cuando estés hablando y cuando estés en silencio: nada existe que El no sea o donde El no esté.


22 ¿Vas a decirme ahora que "Dios es invisible"? Corrígete. ¿Qué hay de más manifiesto que El? Por eso hizo todas las cosas, para que lo veas por ellas. Este es el Bien de Dios, éste su maravilloso poder: manifestarse a sí mismo en todas las cosas. Porque nada es invisible, ni siquiera lo incorporal. La inteligencia se ve al pensar, y Dios cuando crea.

Mis revelaciones para ti aquí terminan, oh Trismegisto. Todo lo que falta considéralo tú mismo de la misma manera y no quedarás decepcionado.

Traducción: J. Sanguinetti

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