domingo, 31 de enero de 2010

Reencarnación y Karma

La mística de la reencarnación ha sido durante siglos objeto de fascinación para las mentes curiosas. Desde el origen del tiempo el hombre ha especulado con la posibilidad de que la vida sea un hilo continuo, de tal modo que los procesos del nacimiento y la muerte sólo sean fases que se mueven desde un nivel de existencia a otro. Toda vida es cambio y todo cambio es vida, pero la vida eterna es la que los antiguos maestros prometieron y dentro de este ámbito de la vida eterna todo cambia aunque nada cambie.

¿Cuál es la realidad de la existencia del hombre? ¿Acaso es su vida física, sus actos, los principios que defiende, o hay algo mucho más sutil que crea y recrea la vida humana? Nuestros sentidos pueden engañarnos fácilmente. Un hermoso diseño arquitectónico sólo es tan real como la idea que lo creó, porque en algún punto del tiempo y el espacio la estructura simbólica dejará de existir, aunque la idea que la creó continuará existiendo eternamente. El profeta Nostradamus escribió gran cantidad de páginas físicas, muchas de las cuales fueron quemadas o se perdieron. A pesar de todo, las ideas de esas páginas han sobrevivido. Tal es, pues, la substancia de la vida eterna.

La idea que tienes de ti mismo es tu yo real, no el yo tal como lo ven tus familiares, amigos y vecinos. El yo real no es tu cuerpo físico, por lo que no puedes aceptar que sus efectos finalicen en el límite de la piel.

EI tiempo no existía cuando tú no existías y el tiempo no existirá cuando tú dejes de existir. Pero parte de ti cambiará porque durante tu vida eterna pasarás por unas transformaciones interminables a medida que tu alma viaja hacia la perfección, tal como sucede con la oruga y la mariposa. Para una oruga, encerrarse en el capullo es la muerte, pero para la mariposa se trata simplemente de pasar de una forma física a otra, sin perder su propia y verdadera esencia en el proceso. En el antiguo Egipto, los cuerpos de las almas difuntas eran sepultados con sus posesiones más queridas, de modo que pudieran sentirse cómodas durante el largo viaje. Desde hace muchos años en la India los cuerpos se quemaban para que el alma pudiera elevarse sobre las cenizas hacia Brahma, entendiéndose que la caparazón física era sólo el templo en el que se aloja el alma. Parecen saber que el mismo pensamiento que fue capaz de crear tal templo, también lo será de crear nuevos templos a medida que el alma los necesite.

Se ha informado sobre la aparición de espíritus desde el principio de los tiempos, indiscriminadamente, en todas las naciones del globo. El hombre escucha voces, recibe mensajes, ve formas espirituales y, en algunos casos, incluso experimenta contactos con sus vidas anteriores.

La persona escéptica considerará que todo esto no es más que el producto de una mente desequilibrada, pero resulta que hay demasiadas ocasiones en que las pruebas sobre la existencia de otras formas de vida son tan substanciales que hasta la mente más crítica se ve obligada a detenerse y a hacerse preguntas. El proceso de la vida eterna se ve no sólo como plausible, sino de hecho como la única explicación lógica, precisamente allí donde fracasan todas las explicaciones científicas.

Sabemos que los bebés nacen con personalidades definidas, que ya exhiben como tales durante los primeros días pasados en el hospital. A menudo estas personalidades son muy distintas, despliegan características únicas y son inexplicablemente contrarias a la herencia que pudieran traer. En la India se han registrado numerosos casos de niños capaces de hablar dialectos extraños, distintos a los que les enseñaron sus propias familias.

De vez en cuando observamos casos de talentos innatos verdaderamente notables. Mozart por ejemplo, dio su primer concierto a la edad de cuatro años, superando en mucho cualquier clase de conocimientos musicales que hubiera podido obtener durante los primeros cuatro años de su vida. La única explicación posible sobre tan elevado desarrollo musical es que fuera el resultado de varias vidas y que alcanzara la cúspide de su expresión precisamente en esa encarnación.

Sería difícil explicar el talento de Miguel Angel si pensáramos que lo había obtenido sólo durante una vida, sin haber sabido anteriormente nada de arte.

Aquellos talentos naturales que uno posee sin necesidad de que nadie se los haya enseñado suelen ser cosas que uno ha ido elaborando antes de la encarnación actual.

Consideremos el caso de Edgar Cayce, nacido con el don natural de la clarividencia y la percepción extrasensorial. Cuando aún no era más que un jovencito, un día se suponía que debía estar leyendo un libro determinado como parte de las tareas a realizar en casa. No obstante, se durmió en el suelo, utilizando el libro a modo de almohada. Después de despertarle, su padre estuvo a punto de castigarlo por no haber hecho sus deberes, pero Cayce le dijo: «Sé todo lo que dice el libro. Sé de qué se trata.» Cuando su asombrado padre lo interrogó, el joven Cayce contestó todas las preguntas como si en realidad hubiera leído todo el libro en cuestión. ¿De dónde pudo proceder tanto talento?

En el terreno de las fobias que se resisten tenazmente a todas las formas de tratamiento psiquiátrico, descubrimos que la raíz de tal temor extremo se halla profundamente implantada en el alma, aunque ahora continúe sólo como un residuo, y a pesar de que el individuo ya ni siquiera recuerde conscientemente la razón de tales fobias. Todo lo que necesitaría experimentar para desatar fobias de ese tipo sería una forma de impresión sensorial que le recordara al subconsciente del individuo una encarnación pasada durante la cual pudo haber experimentado una razón adecuada capaz de explicar su temor actual. Enterrados en los recuerdos del alma se hallan los negativos de las imágenes de cada uno de los acontecimientos por los que ha pasado cada alma. Todo lo que se necesita son destellos de luz capaces de enfocar esos negativos, de tal modo que tengan la capacidad para afectar al individuo en su vida actual.

La psicología moderna, sin poseer una comprensión real de la reencarnación, intenta tratar a los pacientes que sufren de fobias por medio de un proceso que llaman «desensibilización». Confían en que, al desensibilizar al individuo, alcanzarán finalmente un estado de menor reacción ante los estímulos. Evidentemente, el precio a pagar es que el paciente se ve desensibilizado a todos los estímulos, en lugar de los pocos cuyo origen actual se encuentra en los negativos de su vida anterior.

Al comprender cómo reacciona un individuo ante el tiempo, obtenemos la primera clave de porqué son tan difíciles de superar los temores y las fobias. Resulta razonable esperar que un estilo de vida perpetuado como un hábito durante tres o cuatro encarnaciones, exija a los psicólogos de cuatro a cinco años de tratamiento antes de empezar a ver con cierta claridad.

En el deseo subconsciente de hallar una vida mejor, los individuos muestran una fuerte tendencia a comprimir el tiempo. En esencia, resulta que un problema crónico experimentado en una vida anterior, y que pudo haber durado treinta o cuarenta años, una vez surgido en la vida actual como un residuo que aparece estimulado por un acontecimiento o percepción, queda comprimido de tal modo que aquel lapso de experiencia tan prolongado resurge simbólicamente durante un período de vida relativamente corto. Se expande, entonces, de tal modo la emoción producida por estos mismos acontecimientos que la reacción a ellos es totalmente desproporcionada, y va mucho más allá de los estímulos psicológicamente observables de la vida corriente. Al mismo tiempo, los traumas agudos de las vidas pasadas tienden a ser tan dolorosos en la memoria del alma, que el individuo es capaz de acudir a todos los extremos imaginables con tal de evitar aquellas zonas o situaciones que él sabe inconscientemente que desatarán tales imágenes negativas. Así, por ejemplo, parece lógico pensar que una persona con pánico a las alturas haya sufrido en una vida anterior una caída mortal.

A partir de todos los casos con los que me he tenido que enfrentar, las indicaciones muestran que aquellas cualidades que, para bien o para mal, tienen una menor integración con el resto de la vida actual, no son más que residuos de una encarnación pasada. Piensa, por ejemplo, en todos aquellos aspectos sobre ti mismo acerca de los cuales no te haya sido posible encontrar respuesta. ¿Dónde encontrar esa respuesta?

La ley del karma:

El gran maestro Buda nos enseña: «Eres lo que piensas, habiéndote convertido en lo que pensaste». La Biblia nos dice: «No os engañéis, nadie se burla de Dios Según sea la siembra del hombre, así será su cosecha».

Todos los pensamientos que se tienen se imprimen en la substancia de la materia universal, donde se manifestarán en último término como un efecto en el mundo físico. A veces, el efecto puede producirse pocos momentos después del origen de la causa, por lo que nosotros tendremos la oportunidad de ver hasta qué punto se hallan imbricados el pensamiento y el efecto, tal como si arrojáramos una piedra a un lago y observáramos las ondas producidas. Pero en otras ocasiones los efectos se producen muchos años después de la causa y resulta mucho más difícil relacionar ambas cosas. Y, sin embargo, a una estación siempre sigue otra. El verano sigue a la primavera. El pie derecho siempre sigue al pie izquierdo. Un hombre nunca puede ir a ninguna parte sin venir de alguna parte.

Cada día es el resultado del día anterior, del mismo modo que hoy es el retoño del árbol del mañana. Cada pensamiento es el resultado del pensamiento que le precede, del mismo modo que cada vida es otro anillo concéntrico en el árbol de la vida eterna. Todo lo que se tiene que hacer en cada encarnación es encontrarse con uno mismo, hágase lo que se haga, váyase adonde se vaya, piénsese lo que se piense. Y toda experiencia vital está destinada a ayudarle a uno a refinar ese sí-mismo que evoluciona constantemente hacia una expresión cada vez más perfecta del alma.

El alma expande continuamente su consciencia a través de su experiencia, hasta que finalmente ya no tiene la menor necesidad de reencarnar en un cuerpo físico. Antes de nacer, el alma escoge las almas de quienes se convertirán en sus padres. Define la religión en la que vivirá. Selecciona el ambiente en el que nacerá y será educado, y en último término programa en yuxtaposición todas las experiencias de la vida por las que tiene que pasar, incluyendo cada uno de los callejones sin salida en los que entrará hasta descubrir el camino que conduce a la verdad.

A medida que los pasos dados por la vida se hacen más y más ligeros, lo mismo sucede con el peso kármico, Sin embargo, no se puede apresurar este proceso de encontrarse consigo mismo, porque si uno trata de avanzar en puntillas se pierde el equilibrio.

El hombre no hace más que buscar el camino de regreso a casa, y define su estado de felicidad por la seguridad experimentada al recorrer ese camino. Vaya donde vaya, el hombre siempre se dirige a casa (como el Hijo Pródigo) y sus lecciones kármicas son el mapa de ruta en el que se señalan las detenciones, obstáculos y rodeos que tiene que superar para llevar su alma al estado de perfección en que volverá a ser uno con el Espíritu Puro.

La vida bajo la Ley kármica:

El gran místico Yogananda explicaba la reencarnación y el karma con las siguientes palabras: «La vida es como una gran cadena en el océano de Dios. Cuando una porción de la cadena surge de las aguas, sólo se ve esa pequeña parte. El principio y el final permanecen ocultos. En esta encarnación sólo estás viendo un eslabón de la cadena de la vida, mientras el pasado y el futuro, siendo aun invisibles, permanecen en las profundidades de Dios, que sólo revela sus secretos a quienes se hallan sintonizados con él.»

Aunque la mayor parte de nosotros no poseemos recuerdos conscientes de nuestras vidas pasadas, no sólo estamos viviendo los efectos de todo lo que hemos causado en aquellas vidas, sino que son precisamente aquellas causas las que nos hacen nacer desiguales,

No debemos confundir la creencia de que «todos los hombres han sido creados iguales» con la de «todos los hombres nacen iguales». Sabemos perfectamente que un niño nacido con un defecto invalidante no tendrá el mismo estilo de vida ni disfrutará de las mismas oportunidades de otro niño nacido sin defectos. Un niño nacido en un ghetto no puede esperar tener las mismas experiencias que otro niño nacido en el campo. Sabemos que el concepto de que todos los hombres son creados iguales es correcto en la medida en la que se refiere al hombre como una entidad con alma en su creación original, en cambio, lo que este mismo hombre haga con dicha igualdad a partir del momento en que empiece a moverse en la vida, es algo que depende por completo de su libre albedrío. Naturalmente, aquello que haga con su voluntad determinará también los niveles de evolución que alcanzará su alma, así cómo y cuándo los alcanzará.

Dos individuos confrontados con los mismos acontecimientos o circunstancias se comportarán de modo diferente. Uno echará a correr huyendo del acontecimiento, mientras que el otro se enfrentará con él hasta el máximo de sus posibilidades. El primer individuo tendrá que volver a repetir la experiencia una y otra vez, mientras que el segundo se hallará preparado para avanzar hacia el aprendizaje de nuevas lecciones. A medida que transcurre el tiempo, no medido ya en meses y años sino en vidas enteras, el segundo individuo irá alcanzando niveles de evolución cada vez más elevados y con mayor rapidez, mientras que el primero se tendrá que enfrentar a las mismas lecciones kármicas, básicas y elementales, durante una eternidad de períodos de vida.

A pesar de que todos vivimos bajo la misma ley kármica, cada uno de nosotros se encuentra en un peldaño distinto de la escalera que conduce a la perfección. Cada peldaño es una fase de crecimiento diferente, pero siempre estará en consonancia con todos los peldaños ya subidos que nos han permitido llegar al nivel en el que estamos ahora. Cada uno de los peldaños dejados atrás es una encarnación pasada, y en cada vida que vivimos nos vamos asegurando que la estructura de la escalera que está bajo nosotros sea firme y sólida. Es muy arriesgado subir corriendo una escalera que temblequea; hay que esforzarse en los peldaños inferiores para dejarlos bien asegurados.

Martin Schulman

sábado, 30 de enero de 2010

DICHOS Y REFRANES DE DON QUIJOTE Y SANCHO. JULI PERADEJORDI






No puede haber gracia donde no hay discreción.

Quijote II, cap. 44


¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan grande palabra habéis oído!

F. DE ROJAS, La Celestina, acto I




Todo símbolo y todo escrito esotérico tiene al menos dos sentidos: el aparente que se ve a primera vista, aplicable a este mundo, y el secreto, más profundo, que no se ve a primera vista y que se refiere a los misterios del otro mundo. En el Quijote nos encontramos con una gran variedad de refranes que bien podrían poseer esta doble significación. En algunos de ellos, por no decir en todos, el sentido profundo y cabalístico no tiene aparentemente nada que ver con el contexto, pero hablando de Sancho, Cervantes ya nos avisaba de ello cuando escribía:


«en lo que se mostraba más elegante y memorioso era en traer refranes, viniesen o no a pelo de lo que se trataba, como se habrá visto y notado en el discurso desta historia (El Quijote II, cap. 12)».


Ya hemos visto cómo se puede leer entre líneas en un proverbio descubriendo sentidos a veces opuestos al literal (1). En este artículo, veremos varios refranes castellanos, la mayoría de ellos procedentes de esa suma de sabiduría y humor que es El Quijote. Porque «entre risa y broma, se dicen verdades de arroba».

En la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, don Quijote se dirigía a Sancho con las siguientes palabras:


«Paréceme Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas. (Quijote I cap. 21)».


Así el Ingenioso Hidalgo le daba a entender que los dichos, refranes, adagios, proverbios y sentencias tradicionales son verdaderos o sea llenos de verdad, portadores de verdad, ya que todos proceden de una misma experiencia que no puede ser más que la de la Verdad misma. Utilizarlos como sistema de enseñanza era característico de los hebreos. «La verdad florece en el Cielo, dice el refrán, y la mentira se pierde en el Infierno». Los libros sapienciales de la Biblia, la literatura talmúdica, así como la rabínica están llenos de Pirqué, dichos o sentencias que nos hablan de la verdad. Leemos en los Salmos de David LXXVIII, 1-2.:


«Atiende pueblo mío a mi enseñanza, dad vuestros oídos a las palabras de mi boca.

Abriré en sentencias mi boca, evocaré los arcanos del pasado».


A través de estas sentencias, se realizaba de boca a oreja una verdadera transmisión de padres a hijos. Los Salmos y los Proverbios nos lo confirman:


(Salmos LXXVIII,3): «Lo que hemos oído y sabemos lo que nos contaron nuestros padres»,

(Proverbios I, 8 y 9): «Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no desdeñes la enseñanza de tu madre, porque serán una corona de gloria en tu cabeza y un collar en tu cuello».


¿Conocía Cervantes estos pasajes bíblicos? No nos quepa la menor duda. Con gran discreción, a lo largo de toda esta genial novela, Cervantes manifiesta un profundísimo conocimiento del Libro Sagrado. El modo en que aborda los temas bíblicos es a menudo el mismo que, antes que él, utilizaron los cabalistas, especialmente el autor del Zohar.

Gracias a sus enseñanzas, el lector relacionará fácilmente la corona de gloria de los Proverbios con la sefirah keter de los cabalistas, y con el yelmo de Mambrino, que era de oro, símbolo de la gloria, aquel que don Quijote tanto había deseado. Recordemos también que la palabra española gloria es una correspondencia del término hebreo shekinah tan caro a los cabalistas. El nombre de Mambrino bien podría evocar al de Mamré, encinar en el que tuvo lugar la aparición de IHVH a Abraham. Pero hay gloria y Gloria, y si «la gloria humana no vale una avellana», «la gloria está en el Cielo», nos dice el sabio proverbio.

La escena en la que el Ingenioso Hidalgo se hace con el dorado yelmo es tan divertida como discreta e instructiva. El portador de éste no es un caballero sobre un caballo rucio rodado, sino un barbero que cabalga a lomos de un asno pardo. Notemos el disimulo de Cervantes cuando relaciona el yelmo dorado con el asno. Algunos alquimistas lo harían con otro lenguaje:


«¿no ha escondido Natura fantásticamente el oro ya que el hombre buscándolo afuera, no se da cuenta de que se parece a aquel que, buscando su burro, estaba montado en él?» (2).


Cervantes también escribe en el Quijote II (cap. 35): «el asno cargado de oro, sube ligero por la montaña».

Para los antiguos egipcios, el asno pardo era uno de los símbolos de Tifón, el más estúpido de los animales domésticos, cuyo nombre egipcio era Seth, palabra que significa «fuerza opresora y constriñente» (3). El asno que ha de ser montado corresponde también a lo que los cabalistas llamaban «la mala inclinación». Dos refranes populares se refieren a ello: «el asno y la mala mujer, a palos se han de vencer» y «un asno y un diablo, pareja entrambos». A propósito del asno, Plutarco escribió:


«pero Manetón afirma que es al mismo tiempo Tifón a quien se llama Bebón. Esta palabra adquiere el sentido de obstáculo, impedimento, como si se quisiera decir que el poder de Tifón se opone al curso natural de las cosas y al empuje que las impulsa hacia donde deben tender» (4).


Tanto Plutarco como el Libro de los Muertos explican que Horus, hijo de Osiris,


«no aniquiló por completo a Tifón, sino que le privó de su fuerza y de su actividad. Por eso se dice que la estatua de Horus que hay en Coptos lleva en una de sus manos el miembro viril de Tifón» (5).


Cervantes, mediante un logradísimo símil, nos explica lo mismo cuando compara este barbero a:


«Castor, el cual viéndose acosado de los cazadores se azara y corta con los dientes aquello por lo que él, por instinto natural sabe que es perseguido».


La expresión «corta con los dientes» delata una relación entre la boca, órgano de la palabra y aquello que Tifón simboliza, así como un conocimiento evidente del rito de la circuncisión practicada por los judíos. Esta consta de tres operaciones y, en la tercera, la boca juega un papel muy importante. Hoy en día, los israelitas aceptan que ésta sea sustituida por un pequeño aparato mecánico aunque éste, como escribe Dominique Aubier,


«no puede reemplazar a la boca en el complejo de un símbolo sagrado que se refiere a la Alianza. La boca representa demasiado bien la función esencial del hablar cuando hay que poner de nuevo en acción al Verbo que decide el Absoluto» (6).


El color pardo del asno evoca al de pelo de Esaú (7). Al hablarnos Cervantes de un barbero nos da a entender la idea de cortar la barba. Esaú se diferenciaba de Jacob, su hermano gemelo, porque era muy peludo, mientras que el que sería sucesor de Isaac no lo era en absoluto. El Castor y el verbo castorar, del que verosímilmente deriva castrar, parecen referirse a lo mismo, y la historia de Esaú que troca sus derechos de primogenitura por un plato de lentejas puede relacionarse con la del asno de Sileno, en la que Esaú correspondería al asno, que, portador del brebaje de eterna juventud lo cambió por unos tragos de agua.

Otra de las expresiones más utilizadas por el Caballero de la Triste Figura es buscar tres pies al gato y algún lector pensará que lo estamos haciendo al intentar explicar más de lo que Cervantes parece haber querido. No hay que buscarle tres pies al gato, sino cuatro, del mismo modo que no hay que buscar tres sentidos a las Escrituras o al Quijote, sino cuatro. El sentido literal, el moral e incluso el alegórico son fáciles de percibir con nuestra inteligencia, pero el cuarto, el secreto, requiere una iluminación que nos dé el alfabeto para poderlo leer. O si lo preferimos no hay que buscarle cuatro, sino siete, pues «el gato y la mujer, siete almas suelen tener. ¿No es nuestro Caballero un cabalista? ¿No es el Arte de la Caballería el Arte de la Cábala? (8). Cervantes confiesa que «don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos» (I, cap. 20). La gran vida de estos últimos les fue comunicada por haber oído, como buen cabalista, la Palabra de Vida. Esto le permitía reconocerla en el texto bíblico, en la letra, en los refranes ya que poseía su espíritu, el idioma del alma: sabía leer, sabía apreciar el perfume de la Verdad pues poseía el alfabeto, léase alefato u olfato (9) que se lo permitía. ¿No dice Cervantes que «la pluma es la lengua del alma» (II, cap. 16)? Esta «pluma», cara a los egipcios y a los alquimistas, es un don divino, por lo que el Ingenioso Hidalgo declara:


«ruego a Dios me abra los ojos del entendimiento y me dé a conocer cómo le tengo de servir» (II, cap. 14).


La misma experiencia madre de las ciencias todas es pues la de la Cábala (literalmente: recepción pues comienza verosímilmente con la recepción de un don, el de la Palabra) que el Quijote llama «Ciencia de la Caballería andante tan buena como la poesía o aún dos deditos más [...] es una ciencia que encierra en sí a las más ciencias del mundo» (10).


Pero volvamos a nuestro cuento. En la dedicatoria de Urganda la desconocida al libro de don Quijote de la Mancha, aparece otro curioso refrán:


«pues la experiencia enseña que el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija...».


No cabe la menor duda de que se trata siempre de la misma experiencia, la de la Verdad. ¿No es el buen árbol aquel que produce buenos frutos, que está en el verano, en la Edad de Oro? Los malos árboles designan a los hombres pecadores, «árboles otoñales sin fruto» (S. Judas, 12). Cuando Jesucristo curó a un hombre ciego con su saliva, observemos sale de la boca como la Palabra, éste vio a los hombres «algo así como árboles que andan» (Marcos, VIII, 24). ¿No necesita el hombre caído comer el fruto del árbol de la vida para volver a la Edad de Oro perdida? ¿No es este fruto la Palabra Profética con la que Jesucristo devuelve la vida a los ciegos, la razón a los locos, la vida a los muertos? El Evangelio según Mateo recogiendo una idea típicamente hebrea, compara el árbol al profeta (Mateo, VII 25 a 30). La buena sombra que cobija a aquel que se le arrima es una bendición, pues le protege del ardor del sol de este mundo. Un proverbio castellano parece referirse a lo mismo cuando dice que «quien tiene el árbol, tiene el pájaro». Simbólicamente, esta bendición era una imposición de manos. Observemos que, además de ponerle saliva al ciego, Jesucristo le impuso también las manos y recordemos un bello pasaje de Isaías que se refiere a la liberación de Israel por el siervo de IHVH:


«IHVH me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre me llamó por mi nombre. Y puso mi boca como cortante espada, me ha guardado a la sombra de su mano» (Isaías, XLIX, 12).


Este cobijo, esta bendición es el comienzo de una nueva generación, de un renacimiento: el nacimiento en la incorruptibilidad, el renacimiento en el Siglo de Oro, en el que no interviene varón. Cuando María le dijo al Angel que era Virgen y que no conocía varón ¿no le respondió el ángel de este modo?


«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y por eso el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios» (Lucas I, 35).


Tener «buena sombra» es tener buena suerte, buen destino o buena ventura, y la buena ventura no es sino el buen futuro, la buena aventura, el saeculum venturum, el mundo por venir o el verdadero Destino. La Edad de Oro cantada por los Poetas nos es dicha también, no lo olvidemos, «dos deditos más» por el mismo Cervantes (I, cap. IV). Muchos de los proverbios que nos han dejado los maestros del Siglo de Oro nos hablan de este Mundo Porvenir, desde éste mundo. Por esta razón sólo entendemos su sentido literal, aplicable a este mundo caído. Sin duda nos falta humor y dos deditos más para acceder a su comprensión.


El propósito de su novela es hacer reír al lector, estribando su gracia en su discreción, como rió la mujer de Abraham.

Séale pues la sombra de este libro que, con humidificante humor habla del hombre hambriento que busca a su hembra, benévola, cobijadora y salutífera a su humilde lector (11).

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1 Ver J. Peradejordi, Sobre los adagios de Fernando de Arce, en LA PUERTA «Sobre esoterismo español», Ed. Obelisco, Barcelona, 1990, p. 70.

2 Citado en Cuatro Tratados de Alquimia, Ed. Visión libros, Barcelona, 1979, p. 13.

3 De Iside et Osiride, Ed. Glosa, Barcelona, 1978, p. 49.

4 Ibídem.

5 De Iside et Osiride, op. cit., p. 55.

6 Dominique Aubier, La réponse à Hitler ou la mission juive, Ed. Le Qorban, Cabecico del aire - Carboneras, Almería, «La circoncision», p. 236.

7 Ver al respecto Génesis XXV, 25.

8 Para Vicente Espinel, amigo de Cervantes, el caballero no se llama así, como comúnmente se cree, porque «anda y pelea a caballo». «Si por esta razón fuera -escribe Espinel en el descanso séptimo de su Vida de Marcos Obregón- también se llamará caballero al playero o arriero que trae caballas de la mar, y también se dice el que va en un jumento o acémila, que va caballero, que realmente no es caballo, y parece que en esa opinión es impropio», aunque este autor tan circunspecto no nos llegue a decir que un caballero es un cabalista. Por su parte Cervantes escribe que «ni todos los que se llaman Caballeros, lo son de todo en todo, que unos son de oro, otros de alquimia, y todos parecen caballeros pero no todos pueden estar al toque de la piedra de la verdad», Quijote II, cap. VI.

9 En el cap. XXIX se relaciona de nuevo el olfato con el alfabeto cuando Dorotea habla del «olor de vuestro famoso nombre».

10 Cervantes, op. cit., II, cap. XVIII. Ver a este respecto Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado, Ed. Sirio, Málaga, 1978, libro XXVIII, 27'.

11 «La humedad» del humor de los refranes de don Quijote se debe quizás a que habla «de esta manera para daros a entender también como vos sé yo arrojar refranes como llovidos».

miércoles, 27 de enero de 2010

Ieshúa



El Nombre de Yeshua Yehosua o Ieshua que en la traducción del Hebreo significa Salvación, o simplemente Salvador. En tiempos cuando Roma dictaba en Judea había muchos problemas politicos, ha resultado de esto grupos de Judíos incluyendo Simon Pedro en hebreo como "Shimeon Kepha Ha-Tzadik" el Zelote[1] hacían enfrentamientos en contra del imperio romano como también el famoso Barrabas o en hebreo como"Bar Aba" ( hijo del Padre) adoptaban nombres "mesiánicos" o proféticos para que el pueblo judío de la época los apoyara en la revolución en contra de la dictadua del Imperio Romano. Es probable que Miriam (maria) su madre lo nombro Yeshua, un nombre común en aquella época a causa del mismo. Estas guerrillas entre Judea y Romanos tenían una data desde el ano 100 AEC (antes de la era común) en la revuelta de los Maccabeos y la Independencia temporal de Judea[2]

Como es mencionado en aquel tiempo Judea estaba dominada dictorialmente por Roma, en el cual todo judío tenía que pagar impuestos al Emperador, en el medio de aquel caos muchos grupos surgieron y necesitaban un líder, una persona que moviera masas, una persona que les sirva como voz y fuerza en contra de la dictadura de roma, fue entonces que emerge Yeshua, el judaísmo no asegura que es el mesías o el mashiaj ben david, pero definitivamente fue una persona que movía masas, miles de personas lo seguían.

El judaísmo niega que Yeshua fue Rabino, pero las ensenanzas fueron totalmente doctrina judía, como por ejemplo la de Perdonar al pecador, o la más grande de todas en el judaísmo la doctrina del arrepentimiento en hebreo como Teshuva [3] que literalmente de traduce como retornar al Padre, o el de Nacer de nuevo, son doctrinas Judías, la doctrina del sumergirse en Agua para la limpieza de los pecados en Hebreo como sumergirse en una Mikve [4] podriamos enumerar muchos otros.

La Gemara (también Gemorah) (×'×ž×¨× – de la gramatica: Hebrea "[completo]"; Aramaic "[a] estudiar")cuenta[5] que Yeshua tenía conocimiento de la Kabbala[6] (hebreo קַ×`ָּלָ×") y menciona en que entro al templo y toco el Arca del Pacto y se quemó las manos y a causa de las llagas podía sanar enfermos, también hacia uso del vocablo en hebreo en fórmulas para sanar enfermedades especificas, como también los 72 nombres de Di-s para controlar la creación.

Algunos grupos judíos niegan en absoluto todo esto, y asumen que fue un profano hijo de un soldado romano y no de Yosef y que fue un mal estudiante e profano de la Torah, pero no hay prueba antropóloga que pueda probar lo dicho hasta el dia de hoy.

Según lo escrito en la Gemara (también Gemorah) (×'×ž×¨× – de la gramatica: Hebrea "[completo]"; Aramaic "[a] estudiar")cuenta que[7] Yeshua HaNotzri (nazareno) nació aprox en el año 3582 de la Creación (aprox año 2 de la Era Común o cristiana.

Fue hijo de una mujer llamada Miriam que estaba casada con Yosef un carpintero.

Hizo sus primeros estudios en la Yeshiva (Escuela de estudios Judaicos)bajo la doctrina de Shammai[8] (50 BCE–30 CE) Shammai Era un erudito judío del primer siglo, y de una figura importante en el trabajo del centro de judaísmo y de la literatura rabínica, el Mishnah.[9].

En aquella época eran dos doctrinas judías, una encabezadas por Shammai y la otra por Hilel, dos escuelas opuesta la una a la otra, los Fariseos[10](Hebreo perushim, de parash, que significa "a separar") tenían tendencias Hilelicas.

De acuerdo a sus sabios (los de Israel) Yeshua tuvo cinco discípulos: Mattay, diminutivo de Matitiyahu (Mateo); Nakay al parecer Lucas; Nétzer; Buny o Bunay; Todá, adaptado de Taday (Tadeo).

De acuerdo con lo encontrado por Antropólogos e Arqueólogos se dice que tuvo 13 discípulos.

La Historia relata que más de 250,000 judíos fueron víctimas de la Crucifixion, era una de las tantas formas brutales de asesinar y ejecutar vidas humanas. Fue considera una forma extremadamente deshonrosa y dolorosa la forma de ejecución en la que el Imperio Romano mataba a quien ellos consideraron "Enemigos de Roma"

Según el escritor en la época Romana Flavio Josefo[11]Yeshua fue un Judío mas como otros 250,000 víctima del abuso cometido por el Imperio Romano, parece ser que Roma no veía a Yeshua como un judío más, o mucho menos como un profeta o enviado, para Roma él era un movedor de Masas, una persona que podría traer problemas al Imperio porque a los ojos de Roma el podría causar otra revuelta como paso años atrás.

Finalmente fue ejecutado por ser enemigo para el Imperio.

En otros grupos de judíos no aceptan esta historia, a pesar de que ha sido aprobada por estudios antropologicos e arqueológicos.

El Judaísmo Mesiánico es una más entre las diversas corrientes del judaísmo; quizá incluso la más vieja de todas. Su diferencia con las demás, se basa fundamentalmente en la aceptación del mesianísmo de Yeshua (Jesús).

Sus Orígenes se remontan al siglo primero de la era común, en la que doce judíos provenientes de diversas corrientes y esferas sociales, creen que en Yeshua de Nazareth, se cumplen las profecías mesiánicas anunciadas en el Tanaj, por medio de los patriarcas y profetas; razón por la cual aceptan su invitación a seguirle y predicar las buenas nuevas entre la Casa de Israel (Mat 10:1-7). Por estos mismos motivos, el Mesías les promete que durante su reinado -la restauración de la monarquía davídica-; gobernarían conjuntamente con él, a las doce tribus de Israel (Mat 19:28).

Luego de la resurrección de Yeshua, los judíos mesiánicos -conocidos entonces por la sociedad jerosolimitana como el grupo "Ha Derej"(El Camino)-, permanecen como una más de las corrientes judías de la época; así que el Templo de Jerusalén, continúa siendo el centro de su adoración y la puerta de Salomón, su lugar predilecto de reunión (Hechos 2:46, 3:1-26,4:1-4, 5:38-42, 6:7, etc.). A los pocos años y como consecuencia de la muerte de Esteban, a excepción de los apóstoles, el resto huye de Jerusalén, y de ésta manera el mensaje que les había sido depositado por su amado rabí, comienza a ser escuchado en Judea y Samaria (Hechos 8:1,4).

Sin embargo, no es hasta que Dios llama a su servicio a un joven e intransigente rabino, de nombre Shaul (Saulo-Pablo), para que su mensaje sea llevado a todo el mundo conocido. Momento histórico en el que nace justamente el cristianismo (Hechos 11:19-26). Por desgracia y debido a diversos factores políticos, sociales, culturales -sin olvidar la voluntad permisiva de Dios- : judíos mesiánicos y cristianos comienzan a caminar por sendas separadas (aunque unidos espiritualmente por el mismo Camino trazado por Yeshua-Jesús).

Largos siglos de dolor, persecución e ignominia, esperaban al judaísmo mesiánico. La huella del antisemitismo no fue menos profunda en sus hijos, que en el resto de sus hermanos de las otras corrientes judías, pues a la hora de las persecuciones no importó en absoluto, si se creía, o no, en Yeshua. Por fortuna, nuevos tiempos comenzaron a soplar en Europa, de tal forma que durante el siglo XVIII, muchos judíos de distintos países, además de creer que Yeshua es el Mesías anunciado en las Kitvei Kodesh (Sagradas Escrituras); consideran que no tenía ningún sentido, ni apoyo bíblico, que para creer en su propio Dios, en su propio Mesías, y en sus propias Escrituras; tuviesen que renunciar a su herencia y cultura judía, por lo que tímidamente comienzan a organizarse de nuevo.

Diversas agrupaciones se forman por toda Europa, pero no es sino hasta el 14 de mayo de 1866, en que se forma la Alianza Hebreo-Cristiana de la Gran Bretaña (intentar utilizar el nombre "judío mesiánica" hubiera sido casi un suicidio). Su primer presidente es el Dr. Carl Schwartz, de manera que su ejemplo es seguido por otros países, por lo que se forman también Alianzas Nacionales en casi todo el continente.

Concluida la Primera Guerra Mundial, las Alianzas Nacionales sobrevivientes convocan a una reunión de carácter internacional en la ciudad de Londres, pues creían que así como el sentimiento sionista imperante en esa época estaba en el fluir divino, de la misma forma era el momento de unificarse y presentar un frente común ante ante tanta adversidad e incomprensión (no pocas veces proveniente de ambos lados)

El 8 de septiembre de 1925 en la ciudad de Londres, con delegados de dieciocho naciones representando a los cinco continentes, se formó, luego de oración y de escuchar mensajes poderosos así como diversas ponencias con sólidas bases bíblicas -acordes por supuesto, al tiempo político que se vivía-: la International Hebrew Christian Alliance (hoy International Messianic Jewish Alliance). La presidencia recayó en un caballero de la corona británica: Sir Leon Levinson (foto al margen).

Dentro de este movimiento, En datos estimados existen aproximadamente 1.5 milones de judíos mesiánicos en todo el mundo.

Judaísmo caraíta

Caraíta, etimológicamente del hebreo laraim, significa `seguidores de la Escritura'. El judaísmo caraíta tiene como libro sagrado a la Biblia hebrea. La interpretación de la Escritura debe ser individual. No acepta ningún otro escrito, como la Mishnah o el Talmud, ni la tradición oral rabínica.

Surgió en el siglo VIII en Palestina con Anán Ben David. El Caraismo repudia a cualquier tipo de mesianismo fundado en Falsos mesías, como es el caso de Jesus de Nazaret.

Judaísmo ebionita

El judaísmo ebionita (ebionim) considera que Jesús de Nazaret fue un judío con ideas próximas a los profetas de Israel, en cuanto a su fidelidad a la Torah, su apoyo a los pobres, reclamando justicia social.

El movimiento judío ebionista se considera restaurador del antiguo ebionismo, desde 1985. En America latina tiene como Adalid y Traductor a Jorge Arzaquel.

Judaísmo Netzarim Ortodoxo

El judaísmo Netzarim Ortodoxo(Netzarim) considera que Jesús de Nazaret fue El Mesías Del pueblo de israel, pero solo reconocen la Tanaj Hebrea Como Inspirada por dios.

Fuente:

martes, 26 de enero de 2010

Sobre el mito del Ave Fénix



Se dice que en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal, floreció un arbusto de rosas. Allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro, de bello plumaje y un canto incomparable, y cuyos principios le convirtieron en el único ser que no quiso probar las frutas del Árbol. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de un Querubín, y el pájaro ardió al instante.

Pero, de las propias llamas, surgió una nueva ave, el Fénix, con un plumaje inigualable, alas de color escarlata y cuerpo dorado. Algunas fábulas lo sitúan posteriormente en Arabia, donde habitaba cerca de un pozo de aguas frescas y se bañaba todos los días entonando una melodía tan bella, que hacía que el Dios Sol detuviera su carro para escucharle.

La inmortalidad, fue el premio a su fidelidad al precepto divino, junto a otras cualidades como el conocimiento, la capacidad curativa de sus lágrimas, o su increíble fuerza. A lo largo sus múltiples vidas, su misión es transmitir el saber que atesora desde su origen al pie del Árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.

Su cronología vital varía con la adaptación del mito. Así, cada 100, 500, 540 (y en algunas leyendas, incluso 1461 ó 12994 años), construye una pira funeraria en su propio nido, la rellena de inciensos y plantas aromáticas, y al tiempo que entona la más bella de todas sus canciones, se prende a sí mismo hasta extinguirse. No existe más que una única ave, cuya forma de reproducción, es, precisamente, el renacimiento, del que también es símbolo.

El mito del Ave Fénix se extendió ampliamente entre los griegos, que le dieron el nombre de Phoenicoperus (que significa alas rojas), apelativo que se extendió por toda la Europa romana. Los primeros cristianos, influidos por los cultos helénicos, hicieron de esta singular criatura un símbolo viviente de la inmortalidad y de la resurrección. En la mitología del antiguo Egipto, el Ave Fénix representaba al Sol, que muere por la noche y renace por la mañana. Otro símbolo vinculado al Ave Fénix es el de la esperanza, representa un valor que nunca debe morir en el hombre.

Según Ovidio, "cuando el Fénix ve llegar su final, construye un nido especial con ramas de roble y lo rellena con canela, nardos y mirra, en lo alto de una palmera. Allí se sitúa y, entonando la más sublime de sus melodías, expira. A los 3 días, de sus propias cenizas, surge un nuevo Fénix y, cuando es lo suficientemente fuerte, lleva el nido a Heliópolis, en Egipto, y lo deposita en el Templo del Sol". Como el nuevo Fénix acumula todo el saber obtenido desde sus orígenes, un nuevo ciclo de inspiración comienza.

El Ave Fénix tiene sus representaciones en diferentes culturas, como la china (el Fêng-Huang), la japonesa (el Ho-oo), la rusa (El Pájaro de Fuego, que inmortalizara musicalmente Stravinsky), la Egipcia (el Benu), la hindú (el Garuda), e incluso en los indios de norteamérica (el Yel), o los Aztecas, Mayas y Toltecas (el Quetzal). Fue citado por primera vez por Hesíodo en el siglo VIII A.C. y más tarde y con más detalle por el historiador Herodoto.

LOS PRINCIPALES DIOSES DE EGIPTO. según el egiptólogo W. Budge (1)




Presentación y traducción: Leo Froidebise

Atum

Según la tradición egipcia, es el más antiguo de los dioses, se le llama:

«el dios divino, aquel que se ha creado a sí mismo, el hacedor de los dioses, el creador de los hombres, aquel que ha extendido los cielos, aquel que ha iluminado el Tuat con sus ojos (es decir, el sol y la luna). Ya existía cuando el cielo no existía, la tierra no existía, los hombres no existían, los dioses no habían nacido, la muerte no existía».

No se ha dicho bajo que forma existía, pero creó para sí mismo un lugar donde morar, la gran masa de las aguas celestes a la que los egipcios dieron el nombre de Nun. Vivió allí un cierto tiempo completamente solo y luego, por una serie de esfuerzos del pensamiento, creó los cielos, los cuerpos celestes, los dioses, la tierra, los hombres y las mujeres, los animales, los pájaros y los seres que se arrastran, sólo con su espíritu.

Thot, «la inteligencia o el espíritu de Atum», tradujo en palabras estos pensamientos o ideas de creación; y cuando profirió las palabras, toda la creación empezó a existir.

La gran Orden de los sacerdotes de Anu, Heliópolis, puso a Atum al frente de la asamblea de los dioses y ya en la época de IV dinastía, hicieron de Ra, el dios del sol, el usurpador de su lugar, de sus poderes y de sus atributos.

Se representaba a Atum como el dios del sol del atardecer o del principio de la noche.

Nun fue el nombre que se dio a la vasta masa de agua que se encontraría situada en el cielo. Constituye la parte material del gran dios Atum, creador del universo, de los dioses y de los hombres.

En esta masa de agua, cuya profundidad es insondable y su extensión sin límites, se encuentran los gérmenes de toda vida y de todas las especies de vida; por esto el dios que sería la personificación del agua (o sea Nun) fue llamado «Padre de los dioses y el que produjo la Gran Asamblea de los dioses»: la masa acuática sería una imagen del Gran Océano cósmico.

De Nun salía un río que corría a través del Tuat u «otro mundo»; su valle dividía el Tuat en dos partes haciéndolo semejante a Egipto.

Las aguas de Nun formaban la residencia de Atum, de donde provenía el sol, que era el resultado de uno de los primeros actos de creación de Atum.

Los primeros habitantes de Egipto pensaban que el sol navegaba sobre las aguas de Nun en dos barcas mágicas; el sol avanzaba en la primera durante la mañana de su día, que terminaba en la segunda.

Ra

Ra es el nombre dado por los primeros egipcios al dios Sol, pero el significado de la palabra y su origen nos son desconocidos. Fue el primer ser creado por Atum de las aguas celestes, de Nun; era considerado como el emblema visible de Dios, como el dios más grande de este mundo.

En la época antigua los sacerdotes de Ra proclamaban que tenían en su cuerpo la verdadera sangre de Ra y aseguraban que sus grandes sacerdotes eran descendientes de Ra concebidos por madres humanas.

La creencia de que Ra descendía periódicamente del cielo y se unía a una mujer mortal, y que todo rey de Egipto era fruto de dicha unión, se mantuvo en el país durante unos tres mil años.

Ra era adorado, en los vastos templos consagrados al sol y construidos por los reyes de la Vª dinastía, bajo la forma de un obelisco truncado de piedra maciza y coronado por una pirámide.

Khepra

Khepra es un dios antiquísimo que la tradición religiosa asociaba a la creación del mundo y a todo lo que en él se halla. Habitualmente se le llamaba Khepra, «que se ha producido a sí mismo»; su representación principal y su símbolo eran el escarabajo.

Los sacerdotes de Ra identificaron a su dios con Khepra.



Ptah

Ptah, «el Señor de la vida». Era uno de los más antiguos y grandes dioses de Menfis, la tradición aseguraba que era el creador del universo.

Se le identificaba con Atum y con Ra, era llamado:

«el dios grandioso que existía en los tiempos primitivos, el padre de los padres, el tatarabuelo de los dioses, el padre de los principios, el creador del huevo del sol y de la luna, el Señor de Maat, el rey de los países, el dios de la bella cara que ha creado su propia imagen, que ha confeccionado su propio cuerpo, el Disco de los cielos que ilumina a Egipto con el fuego de sus ojos».

También fue identificado con Osiris.



Shu

El hijo mayor de Atum-Ra.

Representaba a la luz. Levantó el cielo, Nut o Neit, y lo separó de la tierra, Keb o Geb.

Generalmente se le representaba bajo la forma de un hombre que lleva sobre la cabeza una o varias plumas y que en la mano sostiene un cetro.



Keb o Geb

Es el hijo de Shu, esposo de Nut y, por ella, padre de Osiris, de Isis, de Set y de Nefitis.

Es el dios de la tierra.



Osiris

Osiris, según la tradición de Heliópolis, es hijo de Geb y de Nut, esposo de su hermana Isis, padre de Horus hijo de Isis, y hermano de Set y de Nefitis.

En los últimos tiempos, los egipcios le transfirieron los atributos que en las primeras dinastías sólo pertenecían a Ra y a Ra-Atum.

Era el dios del «ayer», o sea, del pasado; del «hoy», o sea, del presente y símbolo de la eternidad.

Como tal, no tan sólo usurpó los atributos de Ra, sino también los de los otros dioses y, con el tiempo, se convirtió tanto en el dios de los muertos como el de los vivos.

Entre los numerosos dioses de Egipto, Osiris fue el único escogido como modelo de lo que el difunto deseaba llegar a ser cuando una vez momificado su cadáver según la forma prescrita y celebradas por los sacerdotes las ceremonias apropiadas, su cuerpo glorificado se presentase ante Osiris en el cielo. Era a él, en calidad de «Señor de la verdad y de Señor de la eternidad», a quien el difunto pedía que hiciera germinar su carne y que preservara su cuerpo de la descomposición.

«Te saludo, padre Osiris, he venido para que hagas germinar esta carne mía... Que mi cuerpo no perezca». (Libro de los Muertos, cap. CLV).



Isis

Mujer de Osiris y madre de Horus.

Su nombre usual era el de «la gran diosa, la madre divina, la dueña de las palabras poderosas y de los encantamientos».

En las últimas épocas fue llamada la «madre de los dioses y aquella que vive».

Habitualmente se la presentaba bajo como una mujer con un tocado en forma de asiento, que correspondía al jeroglífico que formaba su nombre.

El animal que a veces encarnaba era la vaca. Esta es la razón por la que algunas veces lleva sobre la cabeza cuernos de vaca.

Desde otro punto de vista, está asociada con la estrella Sothis: en este caso se añade una estrella a su corona.

Sin embargo generalmente Isis era representada como una madre amamantando a su hijo Horus, existen millares de tales representaciones tanto en bronce como en loza.

Probablemente, era la deidad del rocío.



Horus

Al principio, el dios-sol Horus se diferenciaba totalmente del Horus hijo de Osiris y de Isis, pero ya desde los primeros tiempos parece ser que los dos dioses fueron confundidos y los atributos de uno le fueron conferidos al otro.

El emblema visible del dios solar era, en su origen, el halcón. Las principales formas de Horus, el dios-sol, eran:

-Horus el grande, o Arueris.

-Horus el niño, o Harpócrates.

-Horus de los ojos (o sea: el sol y la luna).

-el Horus de oro.

-Horus de los horizontes.

-Hermakhis, de quien la esfinge será su imagen sobre la tierra.

-Horus el unificador del Norte y del Sur.



Horus

El hijo de Osiris y de Isis. Era llamado Horus «el niño» que se convirtió en el «vengador de su padre».

En los Textos de las Pirámides, el difunto se identifica con Horus y se hace referencia al hecho de que el dios siempre está representado con un dedo sobre la boca.



Set

Hijo de Geb y de Nut y esposo de su hermana Nefitis.

Originariamente, Set representaba la oscuridad y la noche y a veces el desierto. Era opuesto a Horus.

Horus y Set eran aspectos o formas opuestos del mismo dios; a veces se representaban las cabezas de Set y de Horus sobre un único cuerpo.





Nefitis

Hija de Geb y de Nut, hermana de Osiris y de Isis y hermana y esposa de Set.

Representa tanto, al día antes de la salida del sol como al día después de la puesta, pero ninguna parte de la noche.

Los jeroglíficos que lleva sobre la cabeza significan «Dueña de la casa».

Es la madre de Anubis.



Anubis

Hijo de Osiris o de Ra, a veces hijo de Isis y otras de Nefitis.

Está representado por un hombre con cabeza de perro.

En el Libro de los Muertos siempre se le considera como el mensajero de Osiris, pero en un texto más antiguo era el enviado principal de Ra.



Thot

Thot, «el medidor».

Thot representaba la inteligencia divina que en el momento de la creación expresó las palabras que, una vez pronunciadas, se transformaron en objetos del mundo material.

Se creó a sí mismo y era el gran dios de la tierra, del aire, del mar y del cielo (o sea, de los cuatro elementos).

Era el escriba de los dioses y, como tal, estaba considerado como el inventor de todas las artes y de todas las ciencias conocidas por los egipcios. Algunos de sus títulos eran: «Maestro de la escritura», «Maestro del papiro», «Maestro de la paleta y del tintero», «Orador poderoso», «Aquel cuya lengua es dulce». Las palabras y las frases que recitaba en favor del muerto preservaban a este último de la influencia de las fuerzas hostiles y le hacían invisible en el otro mundo.

Era el dios de la rectitud y de la verdad.

Al mismo tiempo que relojero del cielo y de la tierra, era el dios de la luna, y como calculador del tiempo recibió el nombre de: «el Medidor».

En el momento del combate entre Horus y Set, Thot asistió como juez.

Generalmente le estaba consagrado el mono cinocéfalo.

En los monumentos y en los papiros, Thot aparece representado por un hombre con cabeza de Ibis y con la corona o el disco cornudo, sobre esta. En la mano derecha sostiene el cetro y en la derecha el símbolo de la vida.

Hathor

«La casa de Horus».

Se identificó con Isis, Neit y muchas otras.

Hathor era la diosa del amor, de la belleza y de la felicidad.

A menudo, se representaba como una mujer que tenía un disco o cuernos sobre la cabeza.

Neit

«La Madre divina», «la dama de los cielos», «la dueña de los dioses». El cetro de su culto estaba en Sais, en el Delta.

Los griegos la identificaron con Artemisa.

Era la diosa del gremio de los tejedores, de la lanzadera y también de la caza.

Se presenta por una mujer que tiene sobre la cabeza la lanzadera o las flechas.

Se pensaba que la diosa Neit se había creado a sí misma y una antigua tradición saita la consideraba madre de Ra, el dios sol.



Amón

El nombre de Amón o Amén significa «el escondido» y parece referirse a la fuerza misteriosa y desconocida que provoca la concepción en las mujeres y en los animales. Uno de sus símbolos es el vientre de una mujer en cinta.

En general, a partir de la XVIII dinastía este dios fue convertido en la personificación de la fuerza misteriosa que crea y sostiene el universo a la que el sol simboliza en forma material.

Su nombre se cambió por el de Amón-Ra:

He aquí algunos extractos de un bello himno a Amón-Ra (2):

Adoración a ti, oh Amón-Ra, el Toro de Anú (Heliópolis), el gobernador de todos los dioses, el dios bello y amado que da la vida a todo. Te saludo oh Amón-Ra, Señor del trono de Egipto, tú que moras en Tebas, tú el Toro de tu madre que vives en tu campo, que prolongas tus viajes en los países del Sur, tú Señor de aquellos que permanecen en occidente, tú el gobernador de Punt, tú el rey de los cielos y el soberano de la tierra, tú el Señor de las cosas que existen, tú que estabilizas la creación, tú el sostén del universo.

Eres único entre los dioses por tus atributos, tú el bello Toro de la Asamblea de los dioses, tú el jefe de todos los dioses, Señor de Maat (la Verdad), padre de los dioses, creador de los hombres, el que hizo los animales y el ganado, señor de todo lo que existe, fabricante del sostén de la vida, creador de las hierbas que hacen vivir a los animales y al ganado...

Tú eres el creador de las cosas celestes y terrestres, tú iluminas el universo...Los dioses se postran por ellos mismos a tus pies cuando te perciben...

Sean para ti himnos de plegarias, oh Padre de los dioses, tú que has desplegado los cielos y depositado la tierra... tú dueño de la eternidad y de la perpetuidad...

Te saludo, oh Ra, Señor de Maat, tú que estás escondido en tu relicario, señor de los dioses. Tú eres Khepra en tu barca y cuando emites la palabra, los dioses empiezan a existir. Tú eres Temu, el que ha hecho los seres que poseen la razón y, aunque sus modelos sean numerosos, tú les das la vida y haces una diferencia de forma y de altura entre ellos. Escuchas la plegaria del afligido y te apiadas del que clama hacia ti; liberas al débil de su opresor y juzgas entre el fuerte y el débil...

El Nilo crece según tu voluntad... Tú, Única forma, fabricante de todo lo que es, Único Uno, creador de todo lo que será. El género humano proviene de tus ojos, los dioses han nacido de tu boca, haces las hierbas para el uso de los animales y el ganado y el sostén de la vida par las necesidades del hombre. Das la vida al pez en el río, al pájaro en el aire y la respiración al embrión en el huevo; das la vida al saltamontes y haces vivir el ave de presa, las cosas que se arrastran, las cosas que vuelan y todo lo que se refiere a ellas. Proporcionas el alimenta a las ratas en sus agujeros, y a los pájaros que anidan entre las ramas...

Tú Uno, Tú Único Uno, cuyos brazos son numerosos. Todos los hombres y todas las criaturas te adoran y te llegan plegarias desde lo alto de los cielos, desde la vasta extensión de la tierra y desde lo más profundo del mar...

Tú Uno, Tú Único que no tiene segundo... cuyos nombres son variados e innumerables.

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( 1): The Book of the Dead, University Books-New Hyde Park, New-York.

(2): Ver Grébaut, Hymne a Ammon-Ra, París 1874

SOBRE EL NOMBRE Y EL PRÓLOGO DEL QUIJOTE. Juli Peradejordi




Como a tantos libros de su época y como a tantas obras actuales, al Quijote le precede un prólogo. Si hemos de enfocar toda la obra desde un punto de vista simbólico (1) y considerarla portadora de un mensaje simbólico, también tendremos que abordar su prólogo y el nombre de su principal personaje desde este punto de vista. Pero, ¿qué es un prólogo?, ¿quién es don Quijote?

Vamos a intentar dar una respuesta a estos dos interrogantes basándonos en la etimología, ciencia que, estamos seguros, dominaba Cervantes.

Como él mismo confiesa, le costó mucho trabajo componer el Quijote, pero allí donde halló más dificultad fue en la redacción del prólogo. Esta circunstancia no deja de ser extraña dada la brevedad de éste si lo comparamos con toda la obra, o incluso sólo con la primera parte. Las razones de tal dificultad podrían ser dos: que en aquel momento le faltara a Cervantes la inspiración, o que, al contrario, la importancia y la precisión de su prólogo requirieran un extremo cuidado. Nos decantamos más bien por la segunda.

Con la discreción que le caracteriza, Cervantes disemina en las líneas de su prólogo una serie de pistas que van a sernos de gran utilidad a la hora de interpretar el conjunto de la obra.

Solamente vamos a citar algunas, las más evidentes para nosotros, sin ánimo alguno de convencer al lector. Sólo deseamos que le den qué pensar y que sea él quien, a través de la lectura atenta de este prólogo en el texto original, se vaya formando una idea de su singular importancia.

Cuando Cervantes escribe: «sin juramento me podrás creer», alude sin duda a una costumbre típicamente hebrea: jurar. Nuestro autor no jura aquí, cumpliendo el mandamiento bíblico de no jurar en vano, indicado en el Deuteronomio (V, 11).

Este pequeño detalle, unido a muchos más, parece indicarnos que debemos leer el Quijote con ojos hebreos, o sea con los ojos de la cábala. Para esta ciencia, las raíces de las palabras tienen una gran importancia; por esta razón vamos a intentar penetrar en el sentido etimológico de las palabras prólogo y Quijote.

Cualquier persona medianamente aficionada a la lectura sabrá que un proemio, un prefacio o un prólogo es un conjunto de palabras que preceden al texto de un libro, presentando generalmente al autor y a la obra; sin embargo, esto no ocurre con el Quijote, lo cual nos delata que su prólogo no es uno corriente.

Sabemos que la palabra prólogo procede del griego, y podemos descomponerla en dos términos: pro, adverbio que significa ‘adelante’, ‘antes’, pero que también podría ser una preposición de genitivo cuyo significado es ‘en defensa de’ y logos, ‘palabra’, ‘verbo’.

El prólogo es, pues, lo que «antecede a la palabra» y, en este caso, a la palabra simbolizada por todo el texto del Quijote. Considerándolo de otro modo, se trataría de algo que está aquí «en defensa de la palabra».

Podríamos decir que, simbólicamente, la función de un prólogo es servir de «puerta», de entrada al texto que seguirá. A través de él, o sea a través de su comprensión, podremos penetrar en el interior del libro.

En hebreo, idioma que Cervantes conocía y utilizaba más de lo que se cree, puerta se llama deleth, palabra que se escribe con daleth, la cuarta letra del alfabeto, que corresponde a nuestra D, y al número cuatro. La primera parte del Quijote se editó como si fuera todo el libro, pero su éxito, y la aparición de una segunda parte de otro autor, obligaron a Cervantes a escribir y a publicar once años más tarde una segunda parte. Es curioso observar que en las ediciones de 1605 y 1608 este primer tomo tenía cuatro partes, y que la primera letra del prólogo era, como por casualidad, una magnífica D mayúscula: «Desocupado lector –comienza–– sin juramento podrás creer que quisiera que este libro como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y el más discreto que pudiera imaginarse».

Notemos que Cervantes se dirige al lector «desocupado», y sólo a él. Pero, ¿cuál es el lector desocupado? La respuesta es fácil: aquel que no está ocupado. En su sencillez casi ridícula, este término es muy significativo.

¿No es el «lector ocupado» aquél que vive «preocupado por las vanidades del mundo» (2) y «aquél que es soñador de una vida irreal»? (3)

¿No se trata del lector corriente, el hombre profano que sumido en su sueño, es incapaz de considerar el sentido profundo de las palabras de Cervantes? ¿No es, en fin, el hombre «habitado por la ignorancia» del cual nos habla san Pablo?

El verbo ‘ocupar’ se dice en hebreo tapas, y de él procede el término tepes, ‘traba’, ‘impedimento’. (4) ¿Cuál es este impedimento, esta traba de los que ha de carecer el lector del Quijote?

Según la cábala sería un obstáculo natural que impide a la palabra revelarse al hombre. Visto desde otro punto de vista, sería aquello que imposibilita la alianza entre el hombre y Dios. A él alude simbólicamente el misterioso rito de la circuncisión que, como ya hemos visto, (5) le era muy familiar a Cervantes, y cuya finalidad es la Alianza Sagrada.

San Pablo habla de este obstáculo como de una dureza, una «callosidad del corazón».

«Se han hecho extraños a la vida de Dios, a causa de la ignorancia que les habita, a causa de la callosidad de su corazón». (Efesios IV, 18)

Es evidente que el sabio doctor se refiere a los «habitados», a los ocupados por la ignorancia que se han hecho «extraños» a la vida de Dios. El término que utiliza para designar esta «callosidad» es porosis, que significa, ‘endurecimiento’, ‘callosidad’.

Fonéticamente, porosis nos recuerda a poroso, término que podemos asociar a Toboso. Nos explicaremos. Según el diccionario de la Real Academia, este término se aplica a algo ‘formado por piedra toba’ o sea, una ‘caliza muy porosa y ligera’. En sentido figurado, una cosa toba es una ‘capa o corteza que por distintas causas se cría en algunas cosas, especialmente en los dientes, donde recibe el nombre de sarro’. Más adelante veremos que uno de los posibles nombres de don Quijote era precisamente «Quijada»...

Trabas, impedimentos, callosidades del corazón, Toboso ¿a dónde podría conducirnos todo esto?

Ya hemos visto que la circuncisión es un rito exotérico, pero que su verdadero sentido es esotérico. La circuncisión auténtica no es la de la carne, sino la del corazón. (6) El término «prepucio del corazón» es, además, corriente en la cábala. (7) Por otra parte, cuando en la segunda parte del Quijote (cap. XXXII) la duquesa le pide al Ingenioso Hidalgo que le describa a Dulcinea del Toboso, suspirando, don Quijote le dice:

«Si yo pudiera sacar mi corazón, y ponerle ante los ojos de vuestra grandeza aquí sobre esta mesa y en un plato, quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar...».

De un modo un poco oscuro, todo parece referirse a lo mismo. Todo en el Quijote parece girar en torno al misterio del corazón. La búsqueda de Dulcinea, el descenso a la cueva de Montesinos y tantos otros episodios tratan de él.

El corazón con sus callosidades es aquel que está habitado u ocupado por la ignorancia; es un corazón seco y estéril, pues está separado del agua de la vida y es incapaz de producir nada. En cierto modo, no está cultivado, (8) no es virtuoso.

El corazón desocupado, aquel de «Desocupado lector», aquel que, purificado de la ignorancia, liberado de la traba o del prepucio, es como el recipiente del agua de la vida. Uno es como una lengua retenida que no puede hablar, cuya palabra está trabada, y el otro como la lengua capaz de pronunciar la palabra, pues le ha sido quitada la traba.

Así, vemos que Cervantes se dirige al lector entendido que, como hemos dicho, está desocupado; en cierto modo, habla para el iniciado en la lectura cabalística. Sabemos por A. Safran (9) que uno de los títulos que se aplicaban a los maestros de la cábala era el de rey. Sin duda por esta razón, al dirigirse Cervantes al lector desocupado le llama «señor de su casa» («estás en tu casa donde eres señor della») y «rey de sus alcabalas». Sabemos, por su misma etimología, que la palabra alcabala está íntimamente relacionada con la cábala. Este término procede del árabe al cabala y significa ‘tributo recibido’. El sentido de la palabra hebrea cábala es parecido: ‘don recibido’.

Dominique Aubier ha observado en uno de sus libros más famosos, el paralelismo entre la cábala y la caballería. (10) El fin de las búsquedas del cabalista es este «don», identificable con la Shekinah. El objeto de los trabajos y las búsquedas de los caballeros andantes era una «dama», identificable a veces con el Grial. En el caso del Quijote se trata de Dulcinea del Toboso.

Como la cábala, la caballería es un verdadera religión. Al menos como así la ve don Quijote: «Y muchos son los caminos por donde lleva Dios a los suyos al Cielo; religión es la Caballería. Caballeros santos hay en la gloria...» (I, IV).

En el famoso libro de La quête du Graal, que podemos traducir por ‘la búsqueda’ o ‘la demanda’ del Grial, aparece un personaje del cual don Quijote bien pudiera ser una especie de caricatura. Se trata de Lancelote o Lanzarote del Lago.

No podríamos, obviamente, hablar de «lago» en el caso de don Quijote que, como todos sabemos, era «seco de carnes y enjuto de rostro». Es mucho más lógico hablar de la Mancha, situarle en una región famosa por su sequedad y su pobreza.

Un pequeño detalla nos permite asociar a don Quijote con Lanzarote. El nombre de este último parece estar formado por el verbo ‘lanzar’ y el sufijo ‘ote’. Algo parecido ocurre con el Ingenioso Hidalgo; si recurrimos al hebreo, veremos que el verbo que se utiliza para designar el acto de lanzar (una flecha, por ejemplo) es kaxat o kashat. Lanzarote, en hebreo, sería Kisote o Kixote, palabras de las cuales, probablemente, el ingenio de Cervantes hizo derivar Quijote o Quixote, como se escribía en su época. Martín de Riquer, por otro camino, parece haber llegado a esta misma conclusión:

«El nombre Quijote es también un acierto de comicidad, pues mantiene la raíz del apellido del Hidalgo (Quijada o Quijano) y lo desfigura con el sufijo ‘ote’ que, en castellano siempre ha tenido un claro matiz ridículo (como se advierte en los consonantes de los verbos que escribe el protagonista en Sierra Morena, en los que su nombre rima con ‘estricote’, ‘pipote’, ‘azote’, ‘cogote’, etc., (11) pero en el espíritu del hidalgo manchego, al buscarse un nombre caballeresco, debió de influir también el de gran caballero artúrico Lanzarote del Lago, cuya historia estaba tan divulgada en España por libros y romances... Y del mismo modo que los caballeros hacía seguir su nombre del de su patria: Amadís de Gaula, Palmerín de Inglaterra, don Quijote lo completó con el de la suya: La Mancha». (12)

Otro argumento podría haber servido para elegir el nombre de Quijote. Esta palabra significa también ‘muslo’, y como nos indica Dominique Aubier, un pasaje del Zohar nos explica que «los Profetas son los muslos del mundo».

Otro de los nombres del Ingenioso Hidalgo merece también que le dediquemos un poco de atención: Quijada. Según el diccionario, las quijadas son ‘cada uno de los dos huesos del animal en que están encajados los dientes y las muelas’. Esto nos hace ver que existe una relación entre don Quijote y un hueso, relación misteriosa que no es ajena a Dulcinea del Toboso. En efecto, la palabra Toboso puede descomponerse en tob, en hebreo ‘bueno’, y oso, alusión a hueso. (13)

La Dulcinea, el objeto de las búsquedas del caballero o del cabalista es, pues, algo que está en el buen hueso. No nos quepa la menor duda de que este «algo» es «dulce como la miel». Cervantes parece haber tomado el nombre de Dulcinea del pastor Dulcineo, protagonista de una obra de Antonio de Lofrasso, publicada en 1573, nombre que estaría inspirado en el Melobeo de las Geórgicas (libro IV) de Virgilio.

Dulcineo era el hombre que vivía en el ambiente ideal de la Edad de Oro. Según Hermann Iventosch, «los nombres prototípicos en mel se fundan, sin duda, en el antiguo concepto de la miel como esencia sagrada de los dioses regalada a los mortales en la Edad de Oro». La miel es «aérea», es el «don celestial» en esta Geórgica que empieza así: Protinus aerii mellis caelestia dona... (14)

¿Cuál es, pues, esta miel, este don celestial, este tuétano celosamente conservado en el buen hueso?

El famoso prólogo del Gargantúa de Rabelais, y acabamos este artículo como lo empezamos, citando un prólogo, parece desvelarnos este enigma al hablarnos alegóricamente del perro:

«Es como dice Platón, (República, libro II) la bestia más filosófica del mundo. Si lo habéis visto, habréis notado con qué devoción lo coge, con qué cuidado lo guarda, qué fervor usa para llevarlo, la prudencia con la que lo sostiene, la afección con la que lo quiebra y la diligencia con que lo masca. ¿Qué le conduce a hacer esto? ¿Cuál es la esperanza que anima su estudio? ¿Qué bien pretende alcanzar de ello? Nada más que poder extraer un poco de médula. Verdad que este poco tuétano es más delicioso que todo lo demás, porque la médula ósea es el alimento elaborado a la perfección por la Naturaleza, como dice Galeno, (III fac. Natura y XI, de Usu Parti)...»

________________

(1): Ver a este respecto los artículos sobre el Quijote publicados anteriormente en LA PUERTA, en los números 6, 7, 8.

(2): Ver Eclesiastés I, 3 y sig.

(3): Ibidem. V, 2.

(4): Según el diccionario hebreo-español de D. Yarden y A. Comay, ed. Achiasaf, Tel Aviv 1976, p. 573.

(5): Ver LA PUERTA nº 6, pág. 35.

(6): Ver Romanos II, 28-29

(7): Ver Sefer haZohar, I, 205.

(8): Ver nuestro artículo «Cultura y Virtud» en LA PUERTA, nº 1.

(9): Ver su obra La Cábala, ed. Martínez Roca, Barcelona 1980.

(10): Ver Don Quijote, profeta y cabalista, ed. Obelisco.

(11): Ver su obra Aproximación al Quijote, ed. Salvat 1970, p. 49.

(12): Op. cit. p. 60

(13): La palabra hueso procede del latín os-osis, cuyo ablativo es oso.

(14): En un artículo sobre Dulcinea, en la «Nueva Revista de Filosofía Hispánica» (XVII, 1963-1964).

domingo, 24 de enero de 2010

El Edén y sus Protagonistas

(*Si clickeas sobre el título serás redirigido a la pagina donde está el texto original)


...Y al sexto día el hombre fue creado...Todo era vapor. El vapor es lo húmedo que posibilita a la tierra, a crear. Se dice que fue en Hebrón, donde se sacó tierra sagrada para amasar a Adam. Sabemos que es una alegoría la historia del Edén, pero es el inicio que da vida al Pentateuco, escrito por Iahveístas y Elohístas, estudiosos que dan vida a la pareja arquetípica de la Creación.

Según doctrinas rabínicas la Tierra tenía una parte de superficie desértica, otra parte de mar y lo restante era la tierra habitable. Hacia el este del mundo se hallaba el Edén (la morada de los Justos), hacia el oeste se encontraba el mar y detrás de ellos el Desierto. Respecto a la Tierra, en un lugar muy al fondo de ella estaba la Ghena (en la tierra de Arqa, lugar de los malvados), cerca de Ghena los almacenes de fuego, y las columnas de humo.

Las tierras eran 7 separadas por torbellinos: Erets, Adama, Araba, Siyya, Iabbasha, Arqa, y Tebhel.

Erets, Adama y Arqa eran tierras.

Araba, tierra abrasada.

Siyya y Iabbasha, tierra seca.

En Tebhel, colinas, valles y llanuras habitadas por lo menos con 365 clases de criaturas antropomorfas pero que igual se la consideran justas. Siyya (en arameo) es desierto.

Según los mitos y libros de distintos rabinos referidos al Génesis, como así también partes dedicadas a la esoteria, en el Talmud de Babilonia, se cuenta que Adam fue hecho con los cuatro colores de la tierra sagrada, con polvo puro sacado de los cuatro puntos cardinales, para que cualquier lugar pudiera ser recibido.

Otras historias cuentan que Adam fue creado con tierra del monte Moriá y de los cuatro puntos cardinales de Adamah humedecida con todos los ríos y mares que existían. Además, se sigue diciendo que para asegurar la salud de Adam, Shem empleó polvo masculino y tierra femenina (esto figura en los midrashim de varios rabís). Y empleó los distintos colores del hombre para crear su carne y su sangre con (rojo), su piel oliva (verde), con negro sus entrañas y con blanco sus huesos y tendones.

Se cuenta en los libros de los Jasidim (Sefer Jasidim) que Dios hizo a Adam muy grande...inmenso. Era tan grande que su luz enceguecía. Adam era de luz era OR אור y los ángeles se lo hicieron notar a SHeM. Entonces el Creador comenzó a achicar la figura de Adam y le pidió que los pedacitos que le sobren los disemine por distintas partes de la Tierra. Allí volverían a convertirse en polvo: “de modo que tu simiente podrá llenar toda la Tierra”. OR con Alef porque significaba que el Creador estaba con Adam.

א

Alef es Uno, Uno se dice EJaD y EJaD es otro nombre de Dios.

Otras historias de libros escritos por los rabinos ocultistas hablan de que Adam nació a los 40 años. Sabemos que Adam nunca fue niño sino ya era grande cuando lo conocimos. Por qué cuarenta nos preguntamos. La respuesta es que si se hizo con agua y tierra; agua y tierra es la letra Mem מם (que vale 40) y que ocupa en el abecedario el lugar número 13, suma que da EJaD lo UNO (Dios).

א ח ד

DaLeT JeT ALeF

4 8 1 = 13

Y por Génesis sabemos que Adam tenía 130 años cuando nació Set.

Tanto en el Talmud de Babilonia, así como en libros apócrifos como en partes del Zohar se explica acerca de las mujeres que Dios le dio a Adam. La primera fue Lilit y él la rechazó porque ésta quería ocupar su posición en las relaciones sexuales. Hay muchas historias de Lilit, en los asirios, en los babilónicos. La etimología popular hebrea Lilit deriva de Layil, “noche”. Adam echa a Lilit y ella se va a vivir en las ruinas desoladas de los edomitas. A los hijos de Lilit se los llama lilim. En un libro llamado Targum de Jerusalem, en Números 6,26 se lee “Que el Señor te bendiga en todos tus actos y te preserve de los lilim. (Además se cree que Lilit tenía que ver con el matriarcado.)

Luego en otros relatos apócrifos encontrados se cuenta que Dios le hizo otra mujer a Adam, delante de sus ojos, pero a éste le dio asco y Dios tuvo que deshacerla. Entonces Dios adormeció a Adam y de su lado izquierdo sacó a Eva.

manuscritos dicen que Dios creó a Adam como un andrógino, (algo similar aparece en Génesis 1) otros con dos caras una de frente, hombre, y otra atrás, mujer. Pero se toma como referencia el Génesis 2, de la Creación de Eva del costado izquierdo.

Adam se llamó así por venir de ADaMaH אדמה (tierra) 1+4+40+5=50

Y el 50 además de ser la letra Nun (que ocupa el lugar número 14) significa otro espacio, en este caso, otra tierra, otro lugar, otro tiempo: como 8, como 23...

ADaM.... אדם l1+4+40=45=9 la palabra suma 9 cuya letra es Tet inicial de TOB que es (bueno)

Shem/Dios a medida que iba creando decía y vio que era bueno.

El EDeN עדןa70+4+50=124=7

En el Edén, el Hacedor plantó árboles frutales y en el centro plantó el Árbol de la Vida (el ETZ JaIIM) y más atrás el de la Ciencia del Bien y del Mal.

El ETZ JaIIM

ע ץ ח י י ם

40 10 10 8 =68=14=5 90 70=160=7 El ETZ JaIIM es el árbol frutado CON LUCES del Edén.

Fruto en hebreo se dice PRI פרי PeH (80) ReISH (200) IUD (10) suma 290=11. Es decir que PRI da 11 y es fruto.

El Árbol de la Vida es un Árbol frutado de Luz, es el Árbol Sefirótico, el que está formado por 10 destellos de Luz. Tal Árbol tiene los 10 resplandores y los 22 senderos que albergan las 22 letras del alfabeto hebreo. Letras que están grabadas y que surgen de la sefirah KeTeR.

Ese Árbol de la Vida no fue visto por Adam ni por Eva, ya que siguieron de largo para enfrentarse con el Árbol del Conocimiento de la Ciencia del Bien y del Mal. Pues Adam y Eva querían conocer más que saber o saborear. El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal era una higuera, cuyo fruto dulce era una breva, ese fruto conocido como prohibido.

Y en el escenario aparece:

NaJaSH נחש (Serpiente) NuN, JeT, SHIN.
La suma da 50+8+300=358=7
NaJaSH es 7, tiene que ver con la Creación. Es el obstáculo es la astucia y es la culpable de la Caída. NaJaSH empieza con Nun, letra que tambalea y tiene Shin, fuego y sabiduría. NaJaSH es sabia, conoce la verdad. No es la víbora, es Serpiente y en Gematria el número de NaJaSH suma como MeSHIaJ (Mesías).

Jet Iud Shin Mem

MeSHIaJ מ ש י ח

8 10 300 40 = 358 = 7



Shin Jet Nun

NaJaSH נ ח ש

300 8 50 = 358 = 7

Ambos tienen fuego, sabiduría, vida; con la diferencia que Meshiaj tiene Iud, simiente divina y NaJaSH tiene Nun letra que tambalea. Serpiente puede tener algo de mesiánico, de profético. NaJaSH es tentadora, persuade a Eva y es un obstáculo que ninguno de los dos puede saltear.

EL ÁRBOL SEFIRÓTICO. J. M. Rotger


Los Maestros de la Tradición enseñan que el objeto principal de la búsqueda del hombre, conocer a Dios, sólo se alcanza por medio de un don, es decir, que se trata de algo que se da y se recibe, éste es el sentido de la palabra «Cábala».

Por lo tanto, este objetivo no se logra por elucubración personal o como quien resuelve una ecuación, sino que se realiza como por succión del fruto de un árbol, absorbiendo su esencia, así lo describe Isaac, el ciego, en su comentario al Sefer Yetsirá I, 1.

En el Apocalipsis de San Juan (XXII, 14) está escrito: «Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho al Árbol de la Vida...» Este árbol «fuente de vida eterna» (Génesis III, 22), es el que caracteriza al Paraíso Terrenal, y ¿qué puede ser fuente de vida eterna sino Dios mismo?

Pero resulta que Dios sólo puede ser accesible al hombre en tanto que manifiesto y localizado. Es por ello precisamente, por lo que el punto de referencia principal de los cabalistas lo constituye el Mundo divino o Manifestación divina, al que simbolizan mediante un esquema: el Árbol sefirótico; que siempre se mantendrá como punto de referencia, directa o indirectamente, en todos sus escritos.

La palabra sefirá, singular de sefirot, proviene de la raíz SFR, que significa: ‘numerar’, ‘contar’, ‘explicar’, ‘escribir’, ‘instruir’ y ‘determinar’; pero que los cabalistas usan en el sentido de «emanación divina».

Este término, empleado en dicho sentido, aparece por primera vez en el Libro de la Formación, Sefer Yetsirá; libro de autor anónimo que parece ser anterior al siglo VI.

De las sefirot, el Sefer Yetsirá sólo nos dice que son diez y, en un lenguaje que recuerda al de los filósofos herméticos, las «describe», si es que así puede decirse, pero no les da un nombre propio. En el Bahir se empezará a hacerlo y los cabalistas provenzales los establecerán definitivamente.

El Sefer Yetsirá empieza de la siguiente manera: «En treinta y dos vías secretas de Sabiduría, Dios -aquí aparecen diez nombres de la divinidad-, santificado sea su Nombre, estableció y creó su Mundo».

Lo primero que salta a la vista es que dice «su Mundo»; quizá porque no se trata del mundo caído, sino del Mundo de la divinidad.

También dice que son «treinta y dos vías». Es cuanto menos curiosa esta cifra, pues corresponde a la palabra hebrea LeB, ‘corazón’, y ningún conocedor ha dejado de afirmar que sólo a través del corazón se puede llegar a Dios.

Continúa y acaba esta sección diciendo cuáles son estas treinta y dos vías: «Diez Sefirot belimá y veintidós letras de fundamento -las veintidós letras del alfabeto hebreo-»".

Esto refleja claramente la estructura gráfica del Arbol Sefirótico, formado por diez «esferas» y veintidós «canales» que las ligan entre sí.

Pero este Mundo de la divinidad no es un todo cerrado; en realidad, tal como hemos dicho, corresponde a su aspecto manifestado que, simplificando, podemos decir se desarrolla a partir de su aspecto no manifestado, llamado Ein Sof o ‘Sin Límite’, del que no se puede decir nada. «De Él no se ha de hacer ni un fin ni un comienzo» (Zohar II, 239a).

Así pues, las sefirot serían como una concretización cada vez más fuerte de este Ein Sof. Pero, ¿cómo se realiza?

El Ein Sof, el Incognoscible, piensa y este pensamiento es ya una primera manifestación, que sería como una nube, un rocío extremadamente sutil, que corresponde a la primera sefirá, Keter, ‘Corona’.

A partir de Keter se manifiestan otras dos sefirot, Jokhmá, ‘Sabiduría’ y Biná ‘Inteligencia’. Estas tres sefirot constituyen el Mundo de la Emanación o Atsilut, y a partir de ellas se forma toda la Creación, que se establece mediante tres columnas: la de la Misericordia a la derecha, la del Rigor a la izquierda y la de la Justicia en medio; encabezadas, respectivamente por las tres sefirot siguientes: Jesed, ‘Gracia’ o Guedulá, ‘Clemencia’, Gueburá, ‘Rigor’ y Tiferet, ‘Belleza’, que forman el Mundo de la Creación, Beriá.

Debajo del Mundo de la Creación se encuentran otros dos: el Mundo de la Formación o Yetsirá, constituido a su vez por tres sefirot dispuestas de la misma manera que las anteriores: Netsáj, ‘Triunfo’, Hod, ‘Gloria’ y Yesod, ‘Fundamento’. Y el Mundo de la Acción, Asiá, formado por una única sefirá, Malcut, ‘el Reino’.

Rabí Ashlag, cabalista contemporáneo, comentarista y traductor del Zohar al hebreo, después de enumerar las diez sefirot, explicó sobre ellas lo siguiente(1):

«Pero sólo son cinco las principales: Keter, Jokhmá, Biná, Tiféret y Malcut, [puesto que la sefirá Tiféret contiene dentro de ella seis sefirot: Jesed, Gueburá, Tiféret, Netsáj, Hod y Yesod] que corresponden a cinco aspectos: Cara Larga, Padre y Madre, Cara Corta y Hembra.

Keter es llamada Cara Larga; Jokhmá y Biná, Padre y Madre; y Tiféret y Malcut, Cara Corta y Hembra, respectivamente.

Y has de saber que el secreto de los siete días de la Creación corresponde al secreto de dos de estos aspectos: Cara Corta y Hembra, de los que emanan. Pues en ellos hay siete sefirot: Jesed, Gueburá, Tiféret, Netsáj, Hod, Yesod y Malcut.»

Así pues, la obra de la Creación aparece a partir de la Unión de Malcut con Tiféret, a los que también se les llama, respectivamente: el Rey y la Reina o Matrona, el Santo, bendito Sea y la Shejiná o Presencia Divina, Sol y Luna, Cielo y Tierra, Esposo y Esposa, etc.

Se podría decir que, para el cabalista, el escenario del drama de la caída o exilio del hombre es el caos anterior a la Creación, y ésta no es tal, no existe orden, mientras que la Shejiná, aspecto femenino de la Divinidad, en exilio con el pueblo de Israel, no se una con el Santo, bendito sea, aspecto masculino de la Divinidad, a través de Yesod, simbolizada por el Justo, de quien la Escritura nos dice que es el «fundamento del Mundo». (Proverbios X, 25).

Mientras no ocurre esta Unificación, sólo conocemos a Dios bajo su aspecto de Rigor, simbolizado por la columna de la izquierda del Arbol Sefirótico. El Justo, dulcifica el Rigor con la Misericordia, columna de la derecha, y manifiesta la columna central.

Este es el gran misterio de la Unidad de Dios del que son su testimonio los profetas.



___________

1. Ver Zohar im Pirush haSulam, vol. I, pág. 131

Sobre los Nombres de Dios YHWH y ELOHIM. Peradejordi




Tienes todos los Nombres, ¿cómo podría

Denominarte, a Ti, el único que puede

Poner nombre?

Gregorio Nazianzeno

(Carmina Liber I, 29)



En la Torah y en los escritos de los cabalistas, la divinidad recibe diversas denominaciones, los Nombres de Dios lo cual ha creado una cierta confusión entre aquellos que no han tenido la oportunidad de profundizar en el sentido de éstos y en los comentarios de los rabinos.

Efectivamente, en la Torah se nos habla de Elohim, de El Shaddai, etc... Ciertos comentaristas malintencionados han querido ver una suerte de politeísmo más o menos encubierto o disimulado, mientras que algunos críticos modernos nos remiten, por ejemplo, a dos fuentes distintas en la composición de la Escritura: Una «yahvista» y otra «elohista». Ambas fuentes habrían sido intercaladas un tanto caprichosamente por el redactor de la Torah a quien, en algunos pasajes, se le habrían cruzado los cables: son aquellos que nuestros ilustres biblistas no han tenido más remedio que bautizar como «Yahvista-elohistas». Parece como si la tendencia de la exégesis moderna consistiera más en colocar inteligentes etiquetas a las palabras de la Escritura que en comprenderlas realmente.

Según esta teoría tan ajena a la hermenéutica tradicional, un pasaje claramente «elohista» sería:

«Elohim creó al Adán a su imagen...» (Génesis I, 27)

Y uno «yahvista»:

«Porque YHWH, tu Dios, es un Dios de misericordia» (Deuteronomio IV, 31), o también:

«Bueno es YHWH hacia todos...» (Salmos CXLV, 9).

Un pasaje de los llamados «Yahvista-elohistas» sería el siguiente:

«Estas son las generaciones (toldot) de los Cielos y la Tierra cuando fueron creados en el día en que YHWH-Elohim hizo los Cielos y la Tierra» (Génesis II, 4).

Como veremos a continuación, estos dos nombres de Dios no designan a dos dioses distintos, sino a dos aspectos de la divinidad, dos maneras distintas de manifestarse ésta al hombre. Sin embargo, se trata siempre de un único y mismo Dios, como podemos deducir de otro pasaje de la Escritura, algo incómodo para los defensores de la teoría "Yahvista-elohista":

«Y habló Elohim a Moisés y le dijo: Yo soy YHWH» (Éxodo VI,2).

* * *

«Y habló Elohim a Moisés...»

Veamos cómo interpreta este versículo un comentario tradicional del Midrash: (1)

«Rabí Abba ben Mamel dijo: El Santo, bendito sea, dijo a Moisés: ¿Quieres conocer mi Nombre? Me llamo según mis actos. A veces me llamo El Shaddai, Tsebaot, Elohim, YHWH.

Cuando juzgo a las criaturas, me llamo Elohim.

Cuando combato a los malvados, me llamo Tsebaot.

Cuando retengo las faltas del los hombres me llamo El Shaddai.

Y cuando soy misericordioso para con los mundos, me llamo YHWH. Este nombre es el atributo (midá) de la misericordia, según se ha dicho:

YHWH, YHWH, Dios (El: ‘fuerza’), misericordioso y piadoso (Éxodo XXXIV, 6)».

* * *

«Elohim creó al Adán...»

Ante tal profusión de nombres y de atributos divinos, numerosos comentaristas se han preguntado por qué el Adán, el hombre, fue creado «a imagen de Elohim» y no de cualquier otro nombre de Dios. Para contestar a este pregunta de poco nos van a servir las teorías "Yahvista-elohistas". Hemos de referirnos forzosamente a los maestros cabalistas.

Elohim, según Rabí Hayyim de Volozhyn (2) designa al «Dueño del conjunto de las fuerzas» (no olvidemos que El, ‘fuerza’, es otro de los nombres de Dios).

Si el texto sagrado emplea en esta ocasión este nombre de Dios en concreto, es para señalar al lector que la actividad divina es distinta de la humana. Para hacernos entender esta diferencia, este autor utiliza la siguiente comparación, que resumimos:

«Cuando un hombre construye una casa, utiliza madera que ya existe; no la crea él. Cuando deja de actuar con su fuerza sobre esta madera, ésta no deja por ello de existir. Con Elohim ocurre lo contrario: crea ex-nihilo (de la nada), cada día, en todos los instantes. Si se retirara y dejara de actuar aunque sólo fuera por un instante, los mundos volverían a la nada y al caos.»

* * *

«YHWH está cerca de todos los que Le invocan, de todos los que Le invocan en verdad... (Salmos CXLV, 18) Esto evoca la parábola de un Rey ante el cual se presentó un hombre implorándole. El Rey escuchó todas sus palabras, pero no le contestó.

El hombre imploró de nuevo, pero como el Rey le escuchaba sin decir nada, se fue. Los servidores del Rey exclamaron: "Señor, por qué no le has contestado a este desgraciado?" Y el Rey contestó: "He atendido a sus palabras y le he escuchado, pero este hombre es culpable ante mí y no merece que sea satisfecho su deseo. Muy a menudo ha sido recomendado en mi nombre a este hombre y a sus amigos que no fueran malvados y que volvieran a mí. Hasta la fecha he tenido paciencia para con ellos. Pero ya que no tuvieron ningún respeto hacia mí, yo no lo tendré hacia ellos."

Lo mismo ocurre con el Santo, bendito sea: YHWH está cerca de todos los que Le invocan, de todos los que Le invocan en verdad (Salmos CXLV, 18).» (3)

Ya vimos que YHWH era el atributo de misericordia, pero de este magnífico pasaje del Zohar podemos deducir que para que YHWH sea misericordioso con el hombre, éste debe serlo respecto a El.

* * *

El nombre YHWH-Elohim aparece por primera vez en la Torah en Génesis II, 4, justo después de haber sido creado el mundo. El texto sagrado dice así:

«Estas son las generaciones (toldot) de los Cielos y la Tierra cuando fueron creados, en el día en que YHWH-Elohim hizo los Cielos y la Tierra».

Según el Midrash Rabbá,(4) cuando YHWH-Elohim hizo los Cielos y la Tierra, no había ningún brote sobre ésta y no había germinado ninguna planta, «pues YHWH-Elohim aún no había hecho llover sobre la tierra y no había hombre para trabajar el suelo».

Acto seguido, tuvo lugar la creación del hombre: «Y formó YHWH-Elohim al hombre del polvo de la tierra» (Génesis II, 7).

Según este Midrash, adam (‘hombre’), matar (‘lluvia’) y eretz (‘tierra’) son todos ellos nombres de tres letras para indicar que: «No hay lluvia sin tierra; no hay tierra sin lluvia y sin ellas dos no hay hombre».

En un sentido literal, esta enigmática aseveración no presenta mayores dificultades: el hombre, formado (vaitser) de barro (agua de lluvia y tierra) depende tanto del agua del cielo como de los frutos de la tierra para su cotidiana subsistencia. Pero este pasaje se refiere sin duda a un misterio mucho más sublime, según declara en este mismo Midrash, Rabí Haiá bar Abba: «La lluvia vale tanto como la resurrección de los muertos"».

Leyendo entre líneas, podemos extraer las siguientes conclusiones:

Hasta que es creado el hombre, no hay lluvia: se trata pues de dos acontecimientos simultáneos, lo cual centra todo el problema del hombre. (5)

Sin tierra y sin lluvia, no hay hombre, lo cual parece referirse a dos partes de una misma cosa que han de unirse para que tenga lugar el acontecimiento de la creación. (6)

Sin hombre, finalmente, no hay quien estudie la Torah y, por lo tanto, no hay resurrección: «Felices los Hijos de Israel que se consagran al estudio de la Torah y que conocen sus caminos, pues gracias a ella conocerán el Mundo por venir». (7)

Esta unión a la que tan sutilmente se alude y que parece tener lugar en el hombre, puede verse reflejada en el hecho de que el autor bíblico ya no nos habla de YHWH o de Elohim, sino de YHWH-Elohim.

Ya Filón de Alejandría (8) distinguía en la divinidad dos potencias: una creadora que la Escritura denomina Dios (Theos) y otra real (en el sentido de regia) llamada Señor (Kurios). Para este autor corresponden exactamente Theos a Elohim y Kurios a YHWH.

En el judaísmo palestino ocurre lo mismo: «Allí donde Dios es llamado YHWH, actúa con misericordia; cuando es llamado Elohim, actúa con estricta justicia» (9).

Refiriéndose a estos dos aspectos de Dios, En el Talmud está dicho: «Hay un asiento para la Justicia divina y otro para su Misericordia» (10)

Según la Cábala, Dios tiene dos aspectos o medidas (midot), una terrible y destructora, llamada la medida del rigor: Elohim. Otra misericordiosa, graciosa, clemente, llamada medida de la Misericordia: YHWH. (8)

Comentando otro versículo de Génesis en el que aparece el nombre YHWH-Elohim, (9) Schneur Zalman escribía:

"El término YHWH designa el flujo divino por el cual es llevado a la existencia el mundo y por el cual es mantenido; (10) la palabra Elohim designa la dominación divina sobre este flujo, sin la cual la abundancia absorbería al mundo. Es gracias a la asociación del amor divino y de la dominación divina (YHWH-Elohim dijo...) que el mundo puede subsistir". (11)

* * *

"E hizo Elohim dos grandes luminarias..."

Comentando este versículo de Génesis I, 16, el Zohar (12) nos explica:

«Originariamente estaban ligadas no formando más que una. Era el secreto del Nombre completo unificado: YHWH-Elohim (...) Pero la luna no estaba tranquila ante el sol y tenía vergüenza ante él (...) La gran luminaria, es YHWH y la pequeña luminaria es Elohim.»

Esta diferenciación entre YHWH y Elohim concuerda asombrosamente con otro gran tema cabalístico: la escisión provocada por la Caída, simbolizada también por el hecho que Eva diera de comer a Adán del fruto prohibido y ambos "sintieran vergüenza".

* * *

Podemos reencontrar el tema de la escisión entre THWH y Elohim en la Cábala de Safed, cuando se alude a la división en dos del Nombre de Dios YHWH. A raíz de la Caída, habría quedado dividido en dos partes: YH arriba y WH abajo.

En la reunión de estas dos partes parece constituir uno de los secretos de la Cábala, el Tikún.

Es el sentido del Sacrificio (de Sacer facio, hago sagrado), en hebreo Korban, "el que acerca, el que religa", palabra relacionada con Kereb, "corazón, entrañas, interior". (13)

Numerosos cabalistas hablan en sus escritos de esta reunión. Algunos la representan por la letra alef, la primera del alfabeto por lo que simboliza a la Unidad. Si el Nombre de Dios YHWH vale 26 (Y = 10, H = 5, W = 6, H =5), la letra Alef estaría formada por una Vav (=6) y dos Iod (10 por 2 = 20).

Otros ven esta reunión en un versículo del Deuteronomio (IV, 39) que dice:

"Y sabe hoy y recuerda en tu corazón que YHWH es Elohim..."

Comentándolo, el Zohar sugiere:

«Integra el nombre Elohim en el nombre YHWH para comprender que es uno e indivisible (...) Cuando el hombre ha comprendido que todo es uno y no inserta ya ninguna fragmentación, el ‘otro lado’ (14) se retira del mundo y no lo influencia más.»

Este parece ser también el sentido del versículo de Génesis I,15:

"Y hayan luminarias en el firmamento..."

En la palabra luminarias (Meorot), las letras Mem, Tav están unidas por la palabra Or, luz. (15)

Sin embargo, en la palabra Met, muerte, sólo lo están por la letra Vav.

Pero no nos dejemos engañar por las apariencias, ya que: "La muerte es una luz velada de terror". (16)

¡Ojalá sepamos transmutar con Su ayuda este terror en amor y misericordia!





NOTAS:

(1): Éxodo Rabbá, cap. III

(2): Ver L’Ame de la Vie, Ed. Verdier, Lagrasse, 1986. Esta idea aparecía ya en el Comentario a la Torah de Najmánides.

(3): Comentario que hemos aligerado un poco del Midrash ha Neelam (24c). ¿No se trata de una alusión al estado en que se halla el hombre caído?

(4): Bereshit Rabbá, XIII, 3.

(5): Según Rabí Ochaya, "el poder de la lluvia es terrible y corresponde a toda la obra del Bereshit" (Bereshit Rabbá XIII, 4)

(6): Todo ello equivale simbólicamente a la unión del Cielo y de la Tierra. Ver a este respecto LA PUERTA, Simbolismo, pág. 31 a 31 y 59 a 61.

(7): Zohar, Noah 59b. Ver a este respecto el artículo de R. Arola y Ll. Vert sobre la Torah. El estudio de la Torah por parte del hombre parece ser el sentido de la creación. Ocuparse de la Torah, nos enseña el Zohar (II, 129a) es como ocuparse del Santo Nombre (YHWH) que corresponde a la medida de la Misericordia. Dicho de otro modo, estudiar la Torah es atraerse la Misericordia divina, la única manera de compensar el Rigor.

(8) De Sacrificat, 307

(9) Sifrei, 71a; Pesiqta, 149a y 164a; Bereshit Rabbá, 12 y 15; Targum Salm. LVI, 11.

(10) Sanedrín, 38b.

(8): Ver a este respecto el Libro de Briere – Narbonne, Exegèse Zoharique des Prophéties Messianiques, París, y también el comentario de Blaise de Vigenère que aparece en el artículo de C- del Tilo que marca la diferencia entre Elohenu (nuestro Elohim) y Adonenu (nuestro YHWH).

(9): Concretamente Génesis II, 18, ver Lettre aux Hassidim sur l’extase de Dow Baer de Loubavitch, Fayard, París, 1975, pág. 38.

(10) Ver El Mensaje Reencontrado, L. Cattiaux, Ed. Sirio, Málaga, 1987, pág. 9:"Él: El fuego que suscita los Universos, que los mantiene y que los consume". Y también, pág. 299: "Ciertos Nombres de Dios matan y algunos otros dan la vida, ciertos Nombres de Dios consumen y otros riegan; ciertos Nombres de Dios matan y algunos otros dan la vida, ciertos Nombres de Dios suben y algunos otros descienden".

(11): Ver a este respecto el artículo de S. Rubí que aparece en este mismo fascículo.

(12): Zohar, I, 20a.

(13): Ver El Mensaje Reencontrado, Op. cit. , libro XIX, 47’, pág. 196: "El Templo del Señor es su gracia dentro de nuestro corazón y el sacrificio es su amor por nosotros y es nuestro amor por él".

(14): "El otro lado", según el Zohar, es la muerte.

(15): Señalemos que el valor numérico de Or, luz, es 207, el mismo que Raz, secreto.

(16): El Mensaje Reencontrado, Op. cit. Pág. 25.