viernes, 22 de enero de 2010

DE LAS IMÁGENES DE LOS DIOSES. Stéphane Fèye



Introducción

Desafortunadamente, sólo nos quedan fragmentos muy breves del tratado Peri Agalmaton de Porfirio. Le debemos al helenista J. Bidez, de la Universidad de Gante, el haberlos reunido en su Vida de Porfirio.(1) Su fuente principal proviene del tercer libro de La preparación evangélica de Eusebio de Cesárea. Este autor, a pesar de no estar alejado de Porforio más que una generación, está lejos de darnos una fiel transcripción del Peri Agalmaton, y ello por dos motivos:

En primer lugar, La preparación evangélica es una obra de polémica, destinada a denunciar el culto a la naturaleza sensible. En segundo lugar, el mismo Eusebio dice en varios lugares que ha abreviado el texto. Efectivamente, «se adivinan lagunas y las frases tienen una sequedad, una dureza, un ritmo entrecortado que, sin duda, no son debidos a Porfirio».(2)

Sea como fuere, le debemos a este apologista cristiano el haber transmitido a la posteridad una pequeña parte de una obra sin duda muy importante (según las dimensiones de sus demás libros) que, probablemente, fue quemada por el emperador Teodosio II en una época de sectarismo intolerante.

No es difícil entender el celo que los cristianos han puesto en censurar sistemáticamente la corriente neoplatónica que representa nuestro autor. En efecto, la religión pagana por sí misma no constituía ya en esta época (siglos II y IV) un gran peligro para las ideas cristianas, ya que, víctima de asfixia, moría por sí misma, hundida en la ignorancia y en una idolatría evidentes. Los únicos que podían comprometer seriamente la ascensión de un cristianismo de tipo popular(3) eran los eruditos, quienes, por medio de argumentos válidos se esforzaban en reanimar la religión de los antiguos y se arriesgaban a tranquilizar a los paganos en sus prácticas. Esto es lo que hace Porfirio a lo largo del Peri Agalmaton: devuelve a las imágenes de los dioses y a los ritos usados, la luz tradicional necesaria para su comprensión filosófica.

Era necesario, pues, que Eusebio llegara a demostrar que la enseñanza misma de Porfirio preconizaba la idolatría; esta tarea le era fácil, ya que en todos los fragmentos que cita, el autor del Peri Agalmaton no parece dar de los dioses y de sus atributos más que una interpretación astrológica; así pues, éstas sólo podrían significar la naturaleza sensible.

Dejarse convencer por tales argumentos sería hacer poco caso de la primera frase del tratado: «Hablaré a quienes está destinado: profanos, cerrad vuestras puertas.»

Por otra parte, sería inútil volver a abrir aquí el dosier de esta polémica estéril, que no tiene por origen más que un malentendido sobre unas palabras, si no fuera para situar correctamente el clima de la redacción de la obra. No obstante, añadiría que para tener una idea clara y objetiva de esta disputa habría que estar en posesión de la totalidad del Tratado contra los cristianos, que, -¿es necesario decirlo?- también fue destruido durante el reinado de Teodosio.

El Peri Agalmaton es de un interés considerable para el buscador. Lo guía con seguridad a través del laberinto inextricable de la antigüedad pagana.

Para ciertas palabras, las exégesis que propone son a veces sorprendentes y bastante alejadas de las etimologías racionales de la lingüística. Lo mismo ocurre en las interpretaciones de los símbolos. Sin embargo, como bien dice el mismo autor respecto a sus comentarios de Homero, «No se debe creer que tales interpretaciones sean forzadas ni ver en ellas más que hipótesis de espíritus sutiles, sino que hay que considerar la sabiduría antigua.»(4)



De las imágenes de los dioses, de Porfirio



1. «Hablaré a quienes está destinado; profanos, cerrad vuestras puertas.»(1) Pues desvelo nociones de una sabiduría teológica; es Dios y las potencias de Dios lo que los hombres han revelado mediante estas nociones.

Lo han hecho a través de imágenes apropiadas a los sentidos, imprimiendo las cosas invisibles en las otras visibles, para aquellos que han aprendido a descifrar en las representaciones lo que se encuentra grabado referente a los dioses, de la misma manera que se haría en los libros.

Además, nada hay de extraño en que los más desprovistos de instrucción tomen a las estatuas por bloques de piedra o de madera, exactamente como aquellos que no saben leer no ven en las estelas, las tablas o los libros más que piedras, maderas o papiro f

2. Ya que la Divinidad es parecida a la luz, que permanece en un derramamiento circular de fuego etéreo y que es invisible a los sentidos que se ocupan de la vida mortal. Era mediante una materia brillante y transparente, como el cristal, la piedra de Paros o el marfil, que hacían concebir su luz; por otra parte, a través del oro daban la noción del fuego y de su pureza, ya que el oro está exento de toda mancha. Pero muchos han empleado también una piedra negra a fin de expresar la invisibilidad de su esencia.

Y si representaban a los dioses bajo forma humana es porque la Divinidad está dotada de logos, logicon; si los formaban bellos es porque la belleza en ellos está intacta. Si les han dado apariencias, tamaños o vestiduras diferentes, si los han hecho sentados o de pie, masculinos o femeninos, muchachas, adolescentes o bien casados, es para señalar sus diferencias.

Por ello, todo lo que es blanco se ha atribuido a los dioses celestes; la esfera y lo esférico fue reservado al cosmos, al sol y a la luna pero también en muchas ocasiones a la fortuna y a la previsión; el círculo y lo que es circular al eón y al movimiento del cielo así como a los cinturones y a los círculos celestes; las porciones de círculo a las fases de la luna; las pirámides y los obeliscos a la esencia del fuego y por consiguiente a los dioses del Olimpo, al igual que el cono al sol y el cilindro a la tierra mientras que se ha atribuido el falo a la semilla y a la generación y también el triángulo a causa del sexo femenino.

3. Pero veamos la sabiduría de los griegos examinándola bajo este aspecto. Por ejemplo, los autores de los poemas órficos. En efecto, está sobreentendido que Zeus es el alma, nous, del mundo, que, conteniéndolo, ha creado lo que contiene, y en sus teologías han transmitido, refiriéndose a él, lo siguiente:

Zeus fue el primer engendrado, Zeus del rayo resplandeciente de blancura es el último.

Zeus es la cabeza, Zeus es el centro, todo ha recibido el ser de Zeus.

Zeus nació macho, Zeus inmortal nació Ninfa.

Zeus es el fundamento de la tierra así como del cielo estrellado(2)

Zeus es rey, Zeus mismo es el primer genitor de todas las cosas.

Ha nacido fuerza única, daimón único, gran jefe de todo.

Cuerpo real único, en el cual giran todas las cosas:

el fuego, el agua, la tierra y el éter, la noche y el día

y la Sabiduría, primera genitora y el Eros encantador.

En efecto, todo esto se halla en el gran cuerpo de Zeus.

Al verlo, su cabeza y su bello rostro

son el cielo resplandeciente en el que flotan por todas partes

las magníficas cabelleras de oro de los astros brillantes.

Son dos cuernos de toro de oro por una y otra parte,

son el levante y el poniente, caminos de los dioses celestes.

Sus ojos son el sol y la luna que están frente a él.

Su Nous verídico y real es el éter incorruptible,

al cual todo obedece y por el cual todo se expresa.

No hay ningún sonido, ninguna voz ningún ruido, ningún oráculo

que escape a la oreja de Zeus Omnipotente, hijo de Cronos.

Así, inmortal es su cabeza al igual que su pensamiento.

Su cuerpo, ¡oh, cómo irradia a su alrededor!, es inmenso, y no es compacto.

Intrépido, de miembro robusto; por esto es omnipotente.

Los hombros, su amplio pecho, la ancha espalda del Dios, es una aire vital

que se esparce a lo lejos; le han crecido unas alas con las cuales vuela a todas partes.

Su vientre sagrado, es la tierra madre de todo, con las cimas elevadas de las montañas.

Su cintura es el medio, es la hinchazón del mar sonoro y pesado océano.

Su base extrema son las raíces en el interior de la tierra,

el Tártaro enmohecido y los últimos confines de la tierra.

Después de haber escondido allí todas las cosas, proyectó producirlas

de nuevo de su seno hacia la alegre luz, realizando cosas semejantes

a los dioses.

Así pues, Zeus es el cosmos entero, ser vivo entre los seres vivos y dios entre los dioses; Zeus, en tanto que Nous, produce todas las cosas y las crea mediante sus pensamientos.

Tal como los teólogos exponían la doctrina relativa al dios, no era, evidentemente, posible confeccionar una imagen equivalente a la que indicaba el discurso, y aun admitiendo que se hubiera pensado en ello, no se habría podido expresar con la esfera los aspectos vivificante, pensante y providencial de dios.

Pero hicieron la representación de Zeus antropomórfica, ya que creaba según el Nous y por medio de palabras espermáticas perfeccionaba todas las cosas.(3) Además, está sentado, lo cual hace alusión a la estabilidad de su potestad. Su parte superior está desnuda porque es luminoso(4) en los [seres] pensantes, noerois, y en las partes celestes del cosmos, mientras que su parte anterior está cubierta porque es invisible en las cosas de abajo.

Sostiene un cetro con su mano izquierda, lo que quiere decir que entre las partes del cuerpo, la que predomina más y la que tiene que ver más con el Nous: noerotaton, o sea, el corazón, se esconde en sus entrañas. Pues el Nous creador es rey del mundo.

En su mano derecha extendida, sostiene o bien un águila, ya que domina sobre los dioses que andan en el aire, como el águila sobre las aves de las alturas, o bien una victoria, pues él mismo ha vencido todas las cosas.

4. Se considera a Hera la compañera de Zeus, dominando Hera la potestad del éter y del aire. Pues el éter es el aire más sutil.

5. Pero es en general la potestad del aire, la que ha recibido de la palabra «aire» su nombre, Hera. Mientras que el aire iluminado y oscurecido por la luna tiene como símbolo a Leto: es, en efecto, olvido, letho, dicen, a causa de la ausencia de los sentidos durante el sueño y porque el olvido de lo divino acompaña a las almas nacidas bajo la luna. Es también por este motivo que Leto es la madre de Apolo y Artemisa, causantes de la iluminación de la noche.

6. En cuanto a la principal de las potestades subterráneas, la han denominado Hestia; su estatua de muchacha está instalada sobre el fuego del hogar, estias. Al ser su potestad fecunda se representa con los rasgos de una mujer de pecho desarrollado, mientras que Rea es el nombre que daban a la potestad que fabrica las piedras y el suelo de las montañas, y Deméter es la potestad de la tierra fértil de las llanuras. Deméter es, sin embargo, parecida a Rea en todos los aspectos, con la diferencia de que Zeus engendra a Core, o sea el germen, koron, que proviene de las semillas de la maleza. Por esta razón su estatua ha sido coronada de espinas; en cuanto a las amapolas que le rodean, simbolizan su fecundidad.

7. Y ya que en las semillas sembradas en la tierra hay también un poder que es atraído por el sol cuando en el momento del solsticio de invierno llega al hemisferio inferior, esta potencia seminal es precisamente Core; pero el sol que va bajo tierra y que da la vuelta al mundo invisible en el solsticio de invierno es Plutón, y dicen de él que se apodera de Core y que Deméter la añora porque está escondida bajo tierra.

La potestad de los frutos y de los vegetales en general, se denomina Dioniso.

Pero veamos también cuáles son las imágenes de estos dioses:

Core, efectivamente, lleva los símbolos de la germinación de lo que crece y se cosecha sobre la tierra. Dioniso, al igual que Core, lleva cuernos; además, tiene aspecto femenino, lo cual indica la potencia hermafrodita de la generación de los frutos.

Plutón, el raptor de Core, lleva un casco, símbolo del hemisferio invisible, y su cetro truncado es el signo de su realeza sobre las cosas de abajo. Su perro (kuon), muestra la formación (kuesin) de las plantas dividida en tres partes, a saber, las siembra (katabolen), la recepción (upodochen) y la digestión (anadosin). Si es llamado kuon, ‘perro’, no es porque tenga los destinos (keras) por alimento (boran)(5), lo que indica las almas (psuchas), sino a causa del verbo «llevar en su seno» y a lo que hace Plutón, el Corego, cuando rapta a Core.

Atis y Adonis se refieren ambos a las plantas. Pero Atis simboliza las flores que aparecen en primavera y se disipan antes de llegar a la madurez; desde entonces se le ha atribuido la castración, ya que estas plantas no consiguen acabar su maduración seminal.

Adonis, por el contrario, es el símbolo de la cosecha de los frutos maduros.

En cuanto a la agitación del aire que se mezcla con el todo en una gran proporción, es simbolizada por Sileno. Su calvicie y el brillo de su cabeza significan la bóveda celeste y, en cambio, los pelos que recubren su parte inferior demuestran la opacidad terrestre con respecto del aire.

Y por fin, sabiendo que existía un poder que participaba en la potestad adivinatoria, se ha denominado Temis a esta facultad de decir lo que ha ocurrido y ocurre a cada uno.

Así pues, es sin lugar a dudas la potestad terrestre que, enseñada a través de todos estos símbolos, es objeto de culto. Bajo los rasgos de virgen Hestia se honra a la potestad central; como madre, es la potestad nutritiva; cuando Rea, produce piedras y montañas; cuando Deméter, aporta el verdor; cuando es Temis, es la potestad adivinatoria, y el logos fecundante que desciende en ella está representado por Príapo. Logos, del cual lo que se refiere a las plantas secas se llama Core y lo que se refiere a las plantas jugosas y a las frutas se llama Dioniso. Core, raptada por Plutón, el sol que va bajo tierra, simboliza la siembra, mientras que Dioniso representa la joven fuerza generadora que empieza a germinar bajo tierra. Atis simboliza la frágil fuerza de floración y Adonis la de la cosecha cuando todo está maduro; la virtud neumática que penetra todas las cosas está modelada en Sileno. Y la fuerza que provoca el extravío del espíritu fuera de sí mismo hasta el éxtasis tiene como símbolo una Bacante. También existen los Sátiros, que representan la excitación del ardor en los placeres del amor. Se ve que a través de estos símbolos es desvelada la potestad terrestre.

8. En cuanto a la potestad que produce el agua, considerada en su conjunto, se la ha llamado Océano, y se ha dado a su símbolo el nombre de Tetis. De esta potestad general, la que compone las aguas potables es llamada Aqueloo, la de las aguas del mar Poseidón y, de nuevo, la que produce el mar, en tanto que generadora, es Anfitrita. También hay las virtudes particulares de las aguas dulces denominadas Ninfas y las de los mares llamadas Nereidas.

Por otra parte, se ha denominado Hefaistos la potestad del fuego y el ídolo que se ha hecho de él es antropomórfico; se le ha atribuido un gorro azul oscuro para simbolizar la bóveda celeste, allí donde se encuentra lo principal y lo más puro del fuego. Pero el fuego que desciende del cielo a la tierra es más lánguido y necesita un sostén y un soporte material (ules). Esta es la razón por la cual Hefaistos cojea, ya que necesita la materia como apoyo.

El sol, sobreentendiendo su gran potestad, ha sido denominado Apolo, a causa de la vibración, palsis, que viene de palloo, de sus rayos. Para acompañarle cantando, tiene nueve musas, es decir, la esfera sublunar más las siete esferas de los planetas, más una para los fijos. Le ha sido atribuido el laurel en primer lugar por que este vegetal está lleno de fuego y por consiguiente es odiado por los demonios, luego porque al quemarse balbucea, para significar la profecía divina.

Además, al ser el sol el conservador de las cosas terrestres, se le ha llamado Heracles, ya que con el contacto del aire (aera: era) se debilita, kilasthai, yendo del oriente al poniente. Según el mito, soporta doce pruebas; este símbolo proclama el reparto en el cielo de los doce signos del Zodíaco. De sus atributos, la maza y la piel del león, siendo uno el símbolo de la desigualdad, anomalias, y el otro el de la fuerza de este signo del Zodíaco.

En cuanto a su virtud salvadora es representada por Asclepios. Le ha sido otorgado el bastón, símbolo del apoyo y de la resurrección de los enfermos; alrededor de este bastón se enrolla una serpiente, que significa la salvación del cuerpo y del espíritu, puschen; pues este animal es muy espiritual, pneumaticotaton, y se deshace de la enfermedad de su cuerpo. Parece ser el más apto para curar, pues ha encontrado el remedio de la vista aguda y la leyenda dice de él que conoce una hierba que hace resucitar.

A la virtud ígnea que causa el movimiento de danza circular y periódica, y que por este medio hace crecer los frutos, se le ha llamado Dioniso, por otro motivo que la potestad sobre los frutos jugosos; proviene o bien del verbo dinein, ‘hacer girar’ o bien porque el sol acaba, dianuein, su revolución en el cielo. Además, al girar el sol alrededor de las estaciones, oras, del mundo y al hacer los tiempos y los instantes, kairon, se le ha denominado Horus, Oros. Además, el símbolo de su potestad sobre los cultivos, por los cuales otorga la riqueza, ploutos, es Plutón. Sin embargo, al tener también una fuerza destructora, por este motivo se asocia Plutón a Sarapis, cuya túnica púrpura se escoge para simbolizar la luz enterrada bajo tierra. Su cetro mutilado significa la potestad infernal y su signo de la mano, el paso hacia lo invisible.

En cuanto a Cerbero, si tiene tres cabezas es porque el sol tiene tres posiciones en el cielo: el levante, el mediodía y el poniente.

9. Sobreentendiendo que la luna, Selene, viene de la palabra, selas, ‘luz’, se le ha dado el nombre de Artemisa, que se parece a Aerotemisa, ‘partiendo el aire’; y si Artemisa, aunque sea virgen, gobierna los partos, es porque es la virtud de la luna nueva la que favorece el parto.

Lo que Apolo es al sol, Atena es a la luna. En efecto, es el símbolo del pensamiento, pues es Atrena, ‘pensamiento’. Hécate, que también es la luna, simboliza las fases de la influencia de cada una. Por ello, su potestad es triple. Como símbolo de la luna nueva lleva el vestido blanco, las sandalias de oro y las antorchas encendidas.(6) La canasta que lleva sobre la cabeza simboliza el crecimiento de las plantas, que hace crecer a medida que su luz aumenta. La luna llena es representada con sandalias de bronce. Y, ciertamente, por su ramillete de laurel se puede comprender que se trata de su aspecto ígneo. En cuanto al símbolo de la amapola, designa su fecundidad y a su vez la multitud de las almas, psuchon que van a residir en ella como en una ciudad, ya que la amapola es el símbolo de la ciudad.

Refiriéndose a Eileitia, es la misma, y simboliza la fuerza generadora. Al igual que Artemisa, lleva flechas; es debido a la intensidad de los dolores del parto. Las Parcas también se refieren a estas potestades: Cloto a su potestad generadora, Laquesis a su virtud nutritiva y Atropo está al servicio de la inflexibilidad divina. Se le asocia también la virtud genética de las plantas, o sea Deméter, que está incluida en ella. La luna contiene también a Core. Se le asocia incluso a Dioniso porque a ambos les crecen cuernos y a causa del lugar de las nubes que está sometido a las partes inferiores.

Teniendo en cuenta que la virtud de Cronos era pesada, lenta y fría, se le ha atribuido la potestad del tiempo, cronon, y se le representa de pie, con los cabellos canosos, para expresar que el tiempo envejece.

Como símbolos de los instantes, chairon, están las Curetes, que hacen pacer al tiempo, pues el tiempo camina a través de los instantes.

En cuanto a las Horas, las del Olimpo pertenecen al Sol, abren las puertas del aire, mientras que las de los infiernos pertenecen a Deméter. Llevan la canasta llena de flores, símbolo de la Primavera, o de frutos, símbolo del Verano.

Al haber comprendido que la potestad de Ares era ígnea, le hicieron el causante de la guerra y sanguinario, capaz de perjudicar o de ser útil.

Y al haber observado que la estrella de Afrodita incitaba a la generación y que era responsable de la pasión de la procreación, la representaron con los rasgos de una mujer, dada su potestad generadora; de una mujer bella, por cierto.«El Astro de la noche, el más bello que hay en el cielo.»(7)

Le añadieron Eros para asistirla, en razón del deseo; esconde sus senos y su sexo, pues su virtud es la causa de la generación y de la nutrición; y si sale del mar, del elemento húmedo y caliente que se mueve en todos los sentidos, provocando espuma, afriontos, (de afros)(8), es para dar a entender veladamente que se trata de la semilla.

En lo referente al Logos que crea y expresa todas las cosas, es representado por Hermes. El Hermes en erección demuestra su vigor; indica también que el Verbo seminal penetra a través de todas las cosas. Además, el Logos resume el logos en el sol, que es Hermes, al igual que el logos es la luna que es Hécate y el logos en el todo que es Hermopan. En efecto, para todos ellos, es aquel que crea y que fecunda. Lo mismo ocurre con el dios semi griego de los Egipcios, Hermanubis. Y como el logos pertenece también a la potestad del amor, eroses, ésta se expresa por Eros. Por esta razón Eros es el hijo de Hermes y si es un niño es por la agilidad que demuestra para abalanzarse sobre las pasiones.

De Pan se ha hecho el símbolo del todo, pantos; los cuernos que le ponen son símbolos del sol y de la luna, y su piel de cervatillo indica las estrellas en el cielo o la variedad del todo.

10. El creador, que los egipcios denominan Knef, es representado por un hombre; tiene la piel oscura, lleva un cinturón, zonen, un cetro y alrededor de la cabeza una pluma real; todo ello indica que el logos es difícil de encontrar, ya que está escondido y no es luminoso, que es creador de vida, zoopoios, que es rey y que, finalmente, se mueve como el Nous, noeros. Por esto le crece, fusis, la pluma sobre la cabeza.

Dicen que este dios hace salir de su boca un huevo, del cual nace un dios que ellos llaman Ptah y los griegos Hefaistos. Enseñan que este huevo es el mundo. Se le consagra a este dios una vaca, ya que los antepasados bebían leche.

Hicieron la siguiente representación del mundo: es la estatua de un hombre que tiene los pies juntos y que está envuelto de la cabeza a los pies por un abrigo de colores variados; sobre la cabeza lleva una bola de oro; esto explica que no cambie de sitio, que la naturaleza de los astros es variada y que el mundo es esférico.

Algunas veces simbolizan el sol mediante un hombre en una barca; esta barca está colocada sobre un cocodrilo, krokos, ‘amarillo’. La barca indica el movimiento en lo húmedo mientras que el cocodrilo representa el agua potable en la cual el sol es llevado. De esta manera se representaba al sol haciendo un movimiento rotatorio a través de un aire húmedo y suave.

En cuanto a la virtud de la tierra, tanto celeste como infernal, la llamaron Isis a causa de la igualdad, isoteta, de la cual proviene el derecho. Según dicen, la celeste es la luna y la infernal es la que da fruto, aquella en la cual vivimos.

Deméter tiene el mismo poder para los griegos que Isis para los egipcios. Además, Core y Dioniso en Grecia son Isis y Osiris en Egipto. Es Isis quien nutre y educa lo que crece sobre la tierra. Y Osiris, para los egipcios, representa la fuerza fertilizante con la que uno se concilia mediante los cantos fúnebres, trenos, cuando desaparece en la tierra en el momento de la siembra y que nosotros asimilamos para nuestra nutrición.

También se le concibe como la potencia fluvial del Nilo, mas cuando se trata de representar la tierra infernal se le considera la potestad que produce los frutos; y si se trata de representar la tierra celeste, entonces Osiris es el Nilo, que se supone desciende del cielo. Los egipcios lo lloran también, dirigiendo buenas palabras a su potestad cuando decae y se pierde.

Isis, que se une a Osiris según los mitos, es la tierra de Egipto porque entonces la iguala, isoutai, concibe y produce los frutos; por ello la tradición enseña que Osiris es esposo, hermano e hijo de Isis.

En la ciudad de Elefantina se honra una estatua que representa un hombre; está sentado, es de color azul marino. Tiene una cabeza de carnero, una diadema real con cuernos de macho cabrío, coronada con un disco. Cerca de él se encuentra un jarro de arcilla, sobre el cual da forma a un hombre. El hecho de que tenga un rostro de carnero y cuernos de macho cabrío demuestra la conjunción del sol y de la luna en Aries. Es de color azul marino, ya que la luna en conjunción trae agua.

Se honra la segunda fase de la luna en la ciudad de Apolo. Está simbolizada por un hombre con cabeza de halcón que con su venablo abate a Tifón, representado él mismo por un hipopótamo. La estatua es de color blanco, lo que indica que la luna está iluminada. Su rostro de halcón muestra que su luz y su soplo provienen del sol. En efecto, los egipcios dedican el halcón al sol y lo convierten en el símbolo de la luz y del soplo a causa de la velocidad de su movimiento y porque se eleva hacia las alturas, allí donde está la luz. En cuanto al hipopótamo, indica el polo, polon, del poniente, ya que engulle a aquellos que permanecen a su alrededor, peripolountas. El dios que se honra en esta ciudad es, por cierto, Horus.

La ciudad que consagra un culto a la tercera fase es Eileitia: la estatua representa un buitre en pleno vuelo cuyas alas están compuestas por piedras preciosas; su forma de buitre simboliza la luna en su aspecto de generadora de espíritus, pues para ellos el buitre, que sólo representa hembra, es concebido del espíritu.

En los misterios de Eleusis, el hierofante está representado por la imagen del demiurgo, aquel que lleva la antorcha de la imagen del sol, aquel que está sobre la plataforma de la luna y el heraldo sagrado de la de Hermes.

Los egipcios admiten incluso un hombre en los cultos sagrados. De hecho, hay en Egipto una aldea llamada Anabis donde se honra a un hombre. En su honor se le ofrece un sacrificio y se queman víctimas en los altares; después de ello se ponen a comer lo que ha sido preparado para él como para un hombre.

De ningún modo tomaban a los animales por dioses, pero hacían de ellos imágenes y símbolos de los dioses. La prueba estriba en que inmolaban bueyes a los dioses en muchos lugares durante sus fiestas mensuales y sus cultos. Ya que no hay duda de que consagraban bueyes al sol y a la luna.

En Heliópolis, el buey que se consagra al sol se denomina Mnevis. Es mayor que los otros y es totalmente negro, principalmente porque la abundancia del sol ennegrece los cuerpos humanos. En comparación con otros bueyes tiene la cola y todo el cuerpo erizados tal y como el sol realiza su recorrido en el sentido inverso a las agujas del reloj, polo.

Tiene unos testículo muy grandes, porque el deseo pasional nace bajo la acción del calor y se dice que el sol fecunda la naturaleza.

Los egipcios han dedicado a la luna un toro que denominan Apis; también es negro aunque más que los otros, y si lleva los emblemas del sol y de la luna es, de nuevo, porque la luz de la luna proviene del sol. El signo del sol es la negrura de su cuerpo, así como el nudo bajo su lengua; el símbolo de la luna es que tiene dos protuberancias (en el lomo) divididas en dos partes.

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Notas de la introducción:

(1) J. Bidez. Vida de Porfirio, Gante, Lib. Cient. E. van Goethem, 1913. Reimpresión: Hildesheim, 1964.

(2) J. Bidez, Op. cit. p. 146.

(3) Pues bien, parece que ha habido dos clases de cristianismo: el más antiguo, elítico y secreto, sin contradicción con los ritos griegos de iniciación; el otro, posterior, popular y oficial, de una intolerancia total hacia todo lo que era pagano. Es lo que afirma P. Saintyves cuando dice a propósito de la cueva del Gólgota: «Los ritos de Adonis, me refiero al Adonis gnóstico, bajo su forma primitiva e iniciática, se perpetuaron de un modo verosímil hasta el reinado de Constantino, y cuando san Jerónimo nos dice que Adriano estableció allí el culto de Venus o de Astarté, hay que entenderlo como una protección concedida a una «secta cristiana» en detrimento de «otra», una «admitiendo» la gnosis, la iniciación secreta y los sacrificios sangrientos, «rechazándolos la otra» (P. Santyves Ensayo sobre las cuevas en los cultos mágico-religiosos y en la simbología primitiva, París, Emile Nourry, 62, rue des Écoles, 1918).

(4) Porfirio, Del antro de las ninfas en la Odisea, rec. A. Nauck, Teubner, 1886, p. 81. Filósofo de la escuela de Alejandría, Porfirio (233-304 d. de C.) fue discípulo de Plotino. Escribió la vida de Plotino, la de Pitágoras y numerosos libros contra los cristianos (véase Le Fil d’Ariane número 2, p.21).

Notas del texto:

(1) Turas d’epiteste bebeloy. Esta sentencia encabeza varios poemas órficos bajo la forma de Epiteste bebeloys. Se traduciría entonces: «Cerrad las puertas a los profanos», lo que sería más lógico.

(2) Después de este verso, Godfried Hermann inserta dos que no están en el Peri Agalmaton. «Zeus es un soplo ligero, Zeus es un impulso de fuego infatigable.»«Zeus es raíz del mar, Zeus es sol y luna.» Orphica recensuit, Godofredus Hermannus, Fritsch, Lipsiae,1805.)

(3) Cf. Louis Cattiaux: «La creación es como la imaginación de Dios coagulada por el Verbo» El Mensaje Reencontrado, Ed. Sirio, 1987, libro XVIII, versículo 21.

(4) E. des Places no lee phanos, ‘luminoso’, sino faneros, ‘visible’.

(5) Keras boran, de aquí su nombre Cer-bero. Ker significa: ‘destino’.

(6) Es extraño que la luna nueva reciba atributos tan luminosos. Quizá lo entenderíamos mejor con la ayuda de Dom Pernety: «es propiamente la materia al blanco, color que aparece en la obra antes que el rojo...» (voz: Diana del Diccionario Mito-hermético, Denoël, 1972). Quizá tengamos aquí la prueba de que Porfirio no habla de la naturaleza exterior.

(7) Homero, Ilíada; XXII, 318.

(8) Es además de la palabra ‘espuma’, afros, que proviene el nombre de Afrodita .

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