sábado, 13 de febrero de 2010

EL PAGANISMO

Etimológicamente, el paganismo se refiere a las creencias y a los rituales en uso en el campo entre los paisanos - la palabra viene del latín «paganus», habitante de un país - y esto en oposición a las creencias y a los rituales que son respetados en las ciudades. Es decir que toda idea de paganismo encierra necesariamente una connotación de «paralelo», de «no oficial», y aun de «contra-corriente». Pues si la moda de las ideas, como de todo lo demás, proviene de la ciudad, la pesadez conservadora reina en el medio rural. Puede ser una estupidez hablar actualmente de neopaganismo, pues siendo éste el fruto de intelectuales evolucionando en un medio urbano, estaría obligatoriamente cortado de sus orígenes. El paganismo no puede ser sino rural; es la suma de toda la memoria de los pueblos, la que se manifiesta en cuentos, recitaciones verbales, refranes y cantos, rituales y costumbres. Esta memoria se remonta muy lejos en el tiempo, a tal punto que resulta difícil fijar una fecha a la aparición de ciertos fenómenos.

Es imposible precisar entre el cristianismo vivido en un territorio por poblaciones diversas que allí se han arraigado y el paganismo anterior, ya mezclado de creencias y rituales heterogéneos. En territorio céltico, por ejemplo, es imposible decir con certeza lo que es céltico y lo que es anterior a los celtas, lo que ya estaba allí cuando ellos llegaron.

Por otra parte, es a nivel del inconsciente que este paganismo se encuentra más vivo en nuestros días. Los gestos realizados, las palabras pronunciadas cotidianamente, las maneras de ser de cada uno, no son el resultado de un razonamiento lógico elaborado sino de una amplificación considerable de elementos, perteneciendo, ya sea a la memoria colectiva, sea a la tradición individual, la que no es sino una especie de memoria ancestral, que se quiera o no, es transmitida directamente por la herencia, la educación y por el ambiente mismo.

Pero se puede igualmente considerar como paganos todos los fenómenos de rechazo del cristianismo que observamos actualmente, es decir, los comportamientos que marcan el retorno a antiguos rituales, expresión de antiguas creencias. Los rituales daban la ocasión a los fieles de exacerbar esta sensibilidad y de alcanzar un estado de mediumnidad donde la persona «desencaja» literalmente y deviene un «loco de Dios». En este aspecto, las religiones del éxtasis, en la línea del chamanismo, están ciertamente encaminadas a regresar.

Ellas existen en estado inconsciente. Si se analizan fenómenos como conciertos de música rock, pop, folclore, u otras, uno se sorprendería de constatar el extraño ritual que
lleva al delirio y al éxtasis. Los «fans» que se desenfrenan en este género de concierto participan en una ceremonia mágico-religiosa. Comulgan todos en la misma fe y vibran al mismo ritmo elementario. Se sabe que en numerosos casos esta actitud conduce a los participantes a vaciarse de su energía sexual, sea por sublimación, sea por actividad efectiva. Si se considera el fenómeno en frío, no se comprende. Tendría que comprenderse como una tentativa desesperada de recobrar a los dioses perdidos. Ocurre lo mismo para la sexualidad colectiva, que se desarrolla por todas partes en el mundo, y que no es más que la reanudación de las orgías de antaño, orgías sagradas bien entendido, en el curso de las cuales el espíritu se manifestaba a través de la embriaguez carnal. Ahí también se trata de «desbloquearse», de poner en común las fuerzas psíquicas,. George Bataille lo había comprendido bien cuando él promocionaba una religión erótica construida sobre el desenfreno de los sentidos. El no hacía más que seguir el pensamiento de Rimbaud. Gozar, para nuestra sociedad, es disfrutar materialmente de todo lo que se puede obtener. Pero a través de la materia, la espiritualidad aparece, se lo quiera o no. Seguro que se sorprenderían mucho los participantes a este género de sesiones si se les dijera que se entregan a un ritual sagrado. Se podría igualmente clasificar como resurgencia pagana los fenómenos a los que se llama perversiones.

Entre ellos el fetichismo es particularmente esclarecedor. Práctica pagana donde la comunión con el otro es facilitada por el contacto de un objeto. A este respecto, el culto de las reliquias es una expresión del paganismo. Alcanzó su apogeo en la Edad Media, pero permanece actualmente bajo formas llamadas aberrantes. Es numerosa la cantidad de personas que practican este género de cosas. Ellas lo hacen inconscientemente porque esto corresponde a una realidad profunda, que es el culto de la Diosa. Esa diosa fue eliminada por el cristianismo. Pudo aflorar a la superficie gracias al culto de la Virgen María. Actualmente reaparece bajo la forma de un culto erótico rendido a la Mujer, y esto no es nuevo, pues el amor cortesano del siglo XII no era diferente. Lo sagrado es femenino. Los travestis, sin saberlo, imitan a los chamanes, los cuales se visten a menudo con ropas femeninas para participar de las dos naturalezas, masculina y femenina. El mito del andrógino primordial ronda por ahí revistiéndose de formas adaptadas al contexto socio-cultural. Se podría también hablar del gusto por lo macabro y por ciertas ceremonias organizadas en los cementerios, como sucede en México, La finalidad es la de integrarse el alma de los muertos, su fuerza, su inteligencia. Nos sumergimos en pleno en el culto de los ancestros, forma arcaica de religión, pero siempre presente a través de las religiones que se proclaman reveladas y superiores.

Tomemos, por ejemplo, la fiesta cristiana de Todos los Santos, es decir, reconocimiento de un lazo entre los vivos y los muertos, comunión total de los espíritus. Al día siguiente, el 2 de noviembre, es la fiesta de los Muertos, el recogimiento de los vivos en memoria de los muertos, particularmente de los fallecidos durante el año. La fiesta de los Muertos está impregnada de tristeza, pero la de Todos los Santos es una fiesta de alegría y buena fortuna. En la práctica ambas jornadas se confunden. En el día de Todos los Santos, la gente lleva flores a la tumba de los muertos de la familia. Los no cristianos también lo hacen. La fiesta ya no es religiosa, se ha vuelto profana: o más bien, escapa a toda clasificación oficial y marca, de una manera que no es susceptible de interrumpir, el culto de los muertos tal como se practicaba en otros tiempos. Se sabe que esta fiesta corresponde a la antigua fiesta celta de Samain, primer día del año, marcada por grandes aglomeraciones, grandes festines y gran embriaguez. En esa fiesta el mundo de los muertos entraba en comunicación con el mundo de los vivos. Y en los países anglosajones, herederos en parte de la mentalidad céltica, está Halloween, el 31 de octubre, fiesta curiosa y a la vez burlesca, donde todos los ritos paganos remontan a la superficie. Allí el cristianismo y el paganismo hacen buenas migas. Y una vez más la fiesta es vivida por todo el mundo, creyentes y no creyentes.

Lo mismo ocurre con Noel, Esta fiesta marcaba el gran cambio sobre el esquema rítmico de las estaciones, La Tierra abandonaba su período negativo de regresión durante el invierno del hemisferio norte. La germinación comenzaba. Desde el punto de vista cristiano, es una fiesta de aniversario del nacimiento del niño Jesús. La fiesta es seguida por los cristianos, pero aún más por los que se dicen no creyentes, quienes la disfrutan con regocijos dignos de las orgías antiguas. Y esto en todas partes. Se sabe que esta fiesta correspondía a la fiesta romana de las Saturnales donde se celebraba la Edad de Oro mítica, el primer estado del mundo, donde gentes y bestias vivían en perfecta armonía, en la paz y la comprensión, de ahí el motivo del buey y el asno en el establo. Y durante ese día se invertían los valores: el amo se transformaba en esclavo y los esclavos pasaban a ser amos. La relación con el niño - dios naciendo miserablemente en un establo es elocuente. ¿Y qué decir de las fiestas de los Locos de la Edad Media, todavía recuperables durante el Carnaval?

El paganismo es también notorio en las grandes asambleas políticas o militares, donde cada cual vibra al unísono en una suerte de comunión inexplicable, Desafío a cualquiera, aun al más antimilitarista, a permanecer insensible frente a un desfile militar. Desafío a cualquiera, aun al más anarquista, a permanecer insensible escuchando los apasionados discursos de un político. Hitler sabía muy bien a qué atenerse a este respecto, y él abusaba de ceremonias de este género, acentuando su carácter pagano. Es de sentirlo por la Humanidad que el procedimiento haya funcionado maravillosamente. Los libre pensadores dicen que las ceremonias religiosas, políticas y militares son histeria colectiva. No se equivocan. Pero el hombre ¿acaso no tiene necesidad de esa histeria colectiva? La prueba es que desde que fue privado de ella en el aspecto religioso, la ha buscado bajo formas aberrantes.

Lo sagrado no está separado de lo cotidiano. Se quiere hacérnoslo creer por medio de una enseñanza donde domina la lógica aristotélica y que conduce a un maniqueismo primario. Los cristianos han marcado el paso porque su sistema filosófico ha sido pedido prestado a Aristóteles. Pero todos los paganismos han afirmado que no había ninguna separación entre lo sagrado y lo profano. Es eso lo que se busca actualmente con el mayor ardor, pero, desdichadamente, las cartas están tan embrolladas que es imposible reconocerlo.

De hecho, el paganismo no ha muerto jamás, porque a partir del momento en que el cristianismo vencedor ha creído eliminarlo, él ha permanecido como un substrato, como un pensamiento paralelo, siempre presto a surgir del inconsciente. El paganismo no es la ausencia de Dios, de lo sagrado, del ritual. Bien al contrario, es a partir de la constatación que lo sagrado está en lo cotidiano, que nace la afirmación solemne de una
transcendencia. Europa es más que nunca pagana cuando busca sus raíces, que no son judeocristianas. La ideología cristiana no ha sofocado los valores antiguos. Los ha rechazado en las tinieblas del inconsciente. Entonces es normal que todos estos valores reaparezcan más fuertes que nunca. Estamos al alba de una nueva civilización y, sin poder predecir lo que ella será, se puede estar seguro que la nueva religión que de ella emanará estará impregnada de todos los elementos paganos que han existido antes de la introducción del cristianismo. Es la ley de los ciclos. Es necesario redescubrir la tradición occidental europea, redescubrir las leyendas autóctonas, los cuentos populares que encierran tantas ideas consideradas caducas, es necesariamente redescubrir una ontología y una exploración del pasado a la medida de las necesidades del hombre actual. ¿Cuántos cuentos populares trasmiten la sabiduría de antaño? Todos, aun los que son expresados en un lenguaje cristiano. El interés actual por la tradición popular oral explica ese retorno y se justifica por la misma razón. Se trata de reencontrar nuestra alma perdida. Pero si Orfeo regresó antes de terminar su búsqueda, guardémonos de hacer como él. No es la nostalgia del pasado la que es factor de progreso; es la visión del porvenir. Toda actitud continuista es ilusoria; no es más que folklore, con todo lo que esto significa de compromiso, Vivir el paganismo no es solamente seguir la corriente, es remontarse a las fuentes.

Jean Markale.


Traducido y extractado por Ester Molina de
Question de
Editions Ritz
París
Este artículo fué publicado en el Nº 10 de la Revista ALCIONE

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