martes, 23 de febrero de 2010

La creatividad según Jung

Las ideas son el principio motivador que subyace en todas las formas creadas. Cada forma es un símbolo y cada símbolo es, por lo tanto, la expresión externa y visible de una realidad interna y espiritual.

Las citas que vienen a continuación son extraídas de un libro del Dr. C. G. Jung. «El Hombre Moderno en busca de su Alma».

«Nada influye tanto en nuestra conducta como las ideas intelectuales. Pero cuando una idea es la expresión de una experiencia psíquica, que ha dado sus frutos en regiones del globo separadas y sin relación histórica, como Oriente y Occidente, entonces debemos profundizar el asunto. Tales ideas representan fuerzas que están más allá de la justificación lógica y de la sanción moral, siendo siempre más fuertes que el hombre y su cerebro. El hombre cree que él moldea esas ideas, pero, en realidad, son ellas las que lo moldean y lo hacen su intérprete inconsciente.»

En el proceso creador, en consecuencia, debemos reconocer dos aspectos del trabajo: aquello que produce en el hombre un despertar creador mediante el impacto sobre su consciencia de ideas que emanan de alguna fuente superior, y las ideas menores, visiones y conceptos que capta él mismo y a las que da forma. Las formas que crea pueden estar revestidas de belleza, utilidad práctica, color, palabras, sonidos musicales; pero, detrás de la forma se halla la idea percibida inconscientemente a la cual el creador trata de dar expresión. Por lo tanto, el creador es responsable de la forma y no de la idea en sí. Jung hace notar que:

«Es muy cierto que las ideas ampliamente aceptadas nunca son de propiedad personal de su pseudoautor, por el contrario, él es sólo el servidor de sus ideas, Las grandes ideas aclamadas como verdades contienen algo peculiar en sí mismas. Aunque vienen a la existencia en un momento determinado, son y han sido, eternas; surgen de esa región de la vida creadora y psíquica donde la mente efímera del ser humano se desarrolla como una planta que florece, da semilla y fruto y luego se marchita y muere. Las ideas emergen de una fuente que no está contenida en la vida personal de un hombre. Nosotros no las creamos, ellas nos crean a nosotros. Al expresar las ideas, inevitablemente confesamos, no sólo lo mejor que hay en nosotros, sino también nuestras deficiencias y errores. Esto sucede especialmente en el caso de las ideas acerca de la Psicología. ¿De dónde pueden provenir las ideas, que no sea del aspecto más subjetivo de la vida? ¿Puede la experiencia en el mundo objetivo salvarnos de los prejuicios subjetivos? ¿No es cada experiencia, aún en el mejor de los casos, en gran medida una interpretación subjetiva? Por otro lado, el sujeto es también un hecho objetivo, un pedazo del mundo. Lo que de él surge proviene del suelo universal, así como hasta el más extraño organismo es nutrido por la tierra que compartimos en común. Precisamente son las ideas más subjetivas las que están más cerca de la naturaleza y del ser viviente y las que merecen ser llamadas verdaderas. Pero, ¿cuál es la verdad?»

Es evidente que cuando el hombre trata de vivir en contacto con su alma y en estrecha relación con el aspecto creador de su propio ser, tiene que aprender a penetrar en esa región subjetiva de donde emanan las ideas verdaderas y reconocerlas antes de poder darles forma. Mucho de lo que se produce hoy, en los diversos campos del esfuerzo creador, no encierra una idea verdadera; la forma no encarna algo raro, original o real, y la razón de ello no hay que buscarla muy lejos. El hombre que crea estas frívolas expresiones del arte, no está en contacto con el mundo de las ideas. En realidad nada expresa, excepto la vaga ambición de hacer algo que llame la atención para satisfacer un anhelo innato de ser reconocido o una necesidad interna de expresar algo, un algo tan nebuloso e indefinido que el impulso no es adecuado para construir la forma. Primero debe dominar el secreto del contacto, luego penetrar y resolver el misterio del mundo de valores y significados. El hombre debe ser un creador, porque ha forzado su entrada al reino subjetivo de pensamiento y visión, que encierra en sí el espíritu creador. Jung dice:

«La facultad creadora, igual que el libre albedrío, contiene un secreto. El psicólogo puede describir el proceso de estas dos manifestaciones, pero no puede hallar solución a los problemas filosóficos que ofrecen. El hombre creador es un enigma que podríamos dilucidar de varias maneras, aunque siempre sería en vano. Esto es una verdad que no ha evitado que la psicología moderna se ocupe del artista y de su
arte. »

Freud creyó que había encontrado la clave en su método de relacionar la obra de arte con las experiencias personales del artista. Respecto a esto es verdad que hay ciertas posibilidades, pues es concebible que una obra de arte, como una neurosis, podría achacarse a esos nudos de la vida psíquica denominados complejos. El gran descubrimiento de Freud fue establecer que la neurosis tiene origen causal en la zona psíquica y que surge de estados emocionales y experiencias de la infancia, reales o imaginarias. Es innegable que la disposición psíquica del poeta compenetra la raíz y los derivados de su obra. Nada hay de nuevo en la aseveración de que los factores personales influyen en gran parte en la elección del poema y en el empleo de los materiales. Sin embargo, debe reconocérsele a la escuela freudiana el mérito de demostrar el gran alcance de esta influencia y la forma curiosa en la que se expresa.

«Toda persona creadora es una dualidad o una síntesis de actitudes contradictorias. Por un lado es un ser humano con una vida personal, mientras que por el otro es un proceso creador impersonal. Así como un ser humano puede ser sensato o morboso, así debemos observar su constitución psíquica para determinar su personalidad. Pero sólo podemos comprenderlo en su capacidad de artista observando su realización creadora. Cometeríamos un grave error si tratáramos de explicar la forma de vivir de un aristócrata inglés, un oficial prusiano o un clérigo, en términos de factores personales. Ellos actúan como tales en forma impersonal (roles) y su constitución psíquica está cualificada por una objetividad peculiar. El artista se asemeja en algo a los tipos mencionados porque la disposición específicamente artística encierra un exceso de vida psíquica colectiva en oposición a la personal. El arte es una especie de impulso innato que se apodera de un ser humano y lo hace su instrumento. El artista no es una persona dotada de libre albedrío que busca sus propios fines, sino que permite al arte realizar sus propios fines por su intermedio. Como ser humano podrá tener caprichos, voluntades y objetivos personales, pero como artista es un hombre en el sentido más elevado, un hombre colectivo, aquel que lleva y moldea la vida psíquica inconsciente del género humano. Para realizar este difícil destino es necesario sacrificar a veces la propia felicidad y todo aquello que hace a la vida digna de ser vivida para el ser humano común.»

«Siendo así, no es extraño que el artista sea un caso especialmente interesante para el psicólogo que emplea un método analítico. La vida de un artista sólo puede ser una vida de conflictos, porque en su interior hay dos fuerzas en pugna, por un lado el anhelo natural de felicidad, de satisfacción y seguridad en la vida, por el otro una pasión avasalladora de crear, que puede ir muy lejos, hasta sobrepasar todo deseo personal. La vida del artista, por regla general, es altamente insatisfactoria - por no decir trágica -en el aspecto humano. Difícilmente hay excepciones a la regla de que una persona debe pagar caro el don divino del fuego creador.»

«La imagen arquetípica del sabio, del salvador o redentor, está enterrada y dormida en la inconsciencia del hombre desde los albores de la cultura; se despierta en las épocas tumultuosas. Estas imágenes primordiales son muy numerosas, pero no aparecen en los sueños o en las obras de arte hasta que vienen a la existencia por la perspectiva general descarriada. Cuando alguien se desvía, siente la necesidad de un guía o instructor, e incluso un médico. Cuando la vida consciente se caracteriza por la unilateralidad y una actitud falsa, entonces entran en actividad estas imágenes, podría decirse que instintivamente, y surgen a la luz en los sueños y visiones de artistas y videntes, restaurando así el equilibrio psíquico de la época».

«En esta forma el trabajo del poeta viene a llenar la necesidad espiritual de la sociedad en que vive, y por esta razón su trabajo significa algo más que su destino personal, se dé cuenta o no de ello. Siendo esencialmente el instrumento para su trabajo, está subordinado a él y no podemos esperar que lo interprete para nosotros. Ha tratado de darle forma lo mejor posible y debe dejar que los demás y el futuro lo interpreten. Una buena obra de arte es como un sueño: a pesar de su aparente realidad, no se explica por sí misma y siempre es verídica. Un sueño nunca dice: «usted debe creerlo» o «esta es la verdad». Presenta una imagen en la misma forma que la naturaleza deja crecer una planta, debiendo llegar nosotros a nuestras propias conclusiones. Si una persona sufre una pesadilla puede significar o que es muy miedosa o que está exenta de temor; si sueña con un anciano sabio, puede significar que es demasiado pedagoga o que necesita un instructor. En forma sutil ambos significados llegan a lo mismo. En el caso de una obra de arte, debemos dejar que ella actúe sobre nosotros así como actuó sobre el artista. Para comprender su significado debemos permitir que nos moldee como lo moldeó a él, entonces comprenderemos la naturaleza de su experiencia. Vemos que la ha extraído de las fuerzas curadoras y redentoras de la psiquis colectiva que subyace en la consciencia humana con su aislamiento y errores penosos; que ha penetrado en esa matriz de vida en la que todos los hombres están incrustados, la que imparte un ritmo común a toda la existencia humana y permite al individuo comunicar sus sentimientos y luchas a toda la humanidad».

«El secreto de la creación artística y de la efectividad del arte reside en el retorno al estado de participación mística, ese nivel de experiencia que vive el hombre y no el individuo, y donde la felicidad y el dolor de un solo ser humano no cuenta, sino la existencia humana. He aquí por qué toda gran obra de arte
es objetiva e impersonal y, sin embargo, nos conmueve profundamente, y también por qué la vida personal del artista no puede considerarse esencial para su arte, sino a lo sumo una ayuda o un obstáculo a su tarea creadora. Podrá seguir el camino de un filisteo, de un buen ciudadano, un neurótico, un ingenuo o un criminal. Su vida personal puede ser inevitable o interesante, pero no explica al artista.»

Estos pensamientos de Jung son materia para reflexionar, considerando que los candidatos a discípulos deben captar el hecho de que el objetivo de la meditación y su dedicación al servicio activo es la creatividad. El discípulo debe imponerse la tarea de demostrar la efectividad de su contacto con el Ser en una obra creadora de cualquier índole. Puede ser creación de una obra de arte (pintura, escultura, etc.), literatura, o alguna realización en el campo de la música o la ciencia. Puede ser el impulso creador demostrado al participar en el trabajo de los servidores del mundo - despertar las almas dormidas a la Enseñanza de la Sabiduría Eterna - o el cuidado del hogar y la educación de los hijos. Tiene que haber un resultado tangible, alguna expresión del tercer aspecto de la Divinidad, el de la creatividad.


Alice A.Bailey



Extractado de Apuntes de Clases por Correspondencia de la
Escuela Arcana> de Buenos Aires.
Este artículo fué publicado en el Nº 1 de la Revista ALCIONE

2 comentarios:

HugoKeith dijo...

Muy bueno el texto, comparto plenamente la idea de Jung de que el artista es sólo el medio que la idea utiliza para expresarse... la cual trasciende a su personalidad.

He publicado un libro online, contiene pensamientos y aforismos, recibo comentarios y críticas.

http://www.scribd.com/doc/27394396/Recados-Del-Minotauro

Luis dijo...

Hola HugoKeith, en lo personal me gusta la idea metafísica de que somos igual que radios, que ajustamos nuestra frecuencia en un ancho de banda y captamos ideas acordes con nuestra vibración y sentimiento. Una analogía con la esta cita que haces del texto de Jung. También coincido contigo en el gusto por ella. Saludos. LEVI