sábado, 20 de febrero de 2010

Los Cuatro Mundos de la Cábala (2ª parte)

Yezirah:
El tercer mundo, Mundo de la Formación u Olam ha'Yezirah, es aquel que proviene del Mundo de la Creación, pero aquí las energías y fuerzas en general son menos espirituales o sutiles, acercándose más a la materia densa, donde a la vez se multiplican y diversifican. Se transforman así en una infinidad de inteligencias que permiten el funcionamiento de lo creado.

Podríamos decir que el mundo de la Creación es un representante de las Ideas en la Manifestación, y este Mundo de la Formación es su producto en un grado más bajo, representando a las formas producidas y sustentando así a la Creación.

El Mundo de la Formación posee todos los elementos (fuerzas y formas) que establece la creación, pero aún falta el último paso, otro salto cualitativo, en el que se involuciona otro grado, el Mundo de la Acción, de la Materia o de la Realización (Olamha'Asiyyah).

Al analizar este Mundo de la Formación como un Arbol de la Vida completo vemos que se pierde la característica de inteligencias únicas regentes de cada una de las Emanaciones Divinas (Sephirath), las que ahora corresponden a legiones, ejércitos o miríadas de ángeles, que son los representantes del Mundo de la Formación. Comenzamos aquí a introducirnos en el campo científico, específicamente en aquellas disciplinas que estudian el Cosmos, la naturaleza y sus leyes. Los científicos actuales, en general, no admiten el supuesto de que detrás de cada energía natural en el universo existen inteligencias que las guían, sin embargo ya existen ciertos atisbos que finalmente les harán llegar a esas conclusiones. Por lo pronto, ya han detectado que estas energías mensurables del cosmos actúan ordenadamente y como siguiendo un propósito, lo que recién hace que la ciencia comience a barajar algunas hipótesis poco ortodoxas, pero esta es materia conocida desde hace mucho por la Cábala, la que denomina ángeles a estas inteligencias. Ellos actúan en grandes grupos, ya que son incontables las distintas energías y mecanismos que existen destinadas a insuflar la vida, de modo que la Creación se mantenga y funcione adecuadamente.

Veamos brevemente las distintas huestes angélicas representantes de cada una de las Esferas o Emanaciones Divinas:

Comenzando con la Corona (Kether) podemos decir que la representa el grupo angélico conocido como Los Santos Seres Vivientes (Kjaioth ja Kadesh), que equivalen a los cuatro animales que aparecen en la visión de Ezequiel, y que además corresponden a los cuatro elementos formativos del Tetragramatón: el principio activo, el principio pasivo, el neutro y el principio de transición. De hecho toda la formación, estructura y funcionamiento de la creación está basada en estos cuatro elementos. Los cuatro animales son: el ángel, el león, el águila y el toro, que además corresponden a los cuatro verbos herméticos. Por ende, concluimos que para invocar adecuadamente esta orden angélica es necesaria la maestría en el dominio de estos cuatro aspectos o Santas Criaturas Vivientes, cuyo color es de un tono blanco brillante y purísimo.

A la Esfera de la Sabiduría (Hokhmah) le corresponde Ruedas (Auphanim). Su invocación puede hacerse imaginando acciones cíclicas, es decir verdaderas ruedas de color gris. A este coro de fuerza angélicas es que se debe el movimiento y la primera acción.

En el Mundo de la Formación, el Entendimiento (Binah) está representado por la orden angélica de Tronos (Aralim). Según Fortune, “un trono sugiere esencialmente la idea de una base estable, un fundamento firme, sobre el que se sienta el Ser que tiene el Poder. y del cual no puede ser movido”. Indudablemente esta orden de ángeles es la que le otorga la estabilidad básica al funcionamiento de la creación. Puede ser visualizada como tronos de piedra, yunques o simplemente rocas macizas de color café oscuro.

Resumiendo la figuración simbólica del proceso que tienen las Fuerzas de la Formación (Olam ha'Yezirah), tenemos, desde la Corona hasta el Entendimiento: primero, las cuatro Santas Criaturas Vivientes adorando al Señor de la Creación, las que luego adoptan movimiento, específicamente el circular, para ir de esta forma a entronizarse en un macizo de color café oscuro.

A Misericordia (Hesed) corresponden los ángeles denominados Seres Luminosos (Chasmalim), nombre que, según Fortune, “destaca la idea del esplendor real de Guedulah, otro de los títulos que se dan frecuentemente a Hesed”. Estos seres manejan aquellas energías que son aptas para lograr estabilidad, ya sea en la mente o en la parte emocional, sirviendo también para controlar el factor tiempo y el factor espacio. Podemos invocar estas fuerzas imaginando luces brillantes de forma ovoide de color púrpura profundo. Estas energías estarían referidas, según Lenain, a aquellas que representan las efigies de los cuerpos y las diversas formas de la materia.

La Fuerza (Gevurah) está representada por las Serpientes de Fuego (Seraphin) y están relacionadas con las energías de corrección, fuerza y valor. Pueden ser invocados imaginando serpientes de fuego de color escarlata brillante.

Reyes (Malachim) es el nombre de la orden angélica correspondiente a la Armonía (Tiferet). Estas fuerzas dicen directa relación con los elementales de la naturaleza y sus directores o reyes. No obstante, Lenain sólo las relaciona con el funcionamiento del reino mineral. Se les puede invocar imaginando a los cuatro reyes elementales.

La Victoria (Nezah) está representada por los Dioses (Elohim), siendo energías que animan y permiten el funcionamiento del aspecto afectivo, emocional y vital. Lenain atribuye a estas fuerzas anímicas la directa tutela sobre el funcionamiento del reino vegetal. Se puede invocar a esta orden angélica imaginando diversas formas “paganas” o “primitivas de “dioses” en donde predomine especialmente el color verde y amarillo verdoso.

El grupo de ángeles que corresponde a la Esfera de la Gloria (Hod) es llamado Hijos de Dios (beni elohim ). A semejanza del coro de Angeles anterior, también pueden ser invocados como “dioses”, pero con predominancia del color rojo bermejo, y con disposición a movilizarse para permitir el funcionamiento de la mente concreta de la lógica. Según Lenain, este grupo angélico controla todo lo relacionado con el Reino Animal.

En el Fundamento (Yesod) encontramos a los Poderosos (Kerubim), ángeles cuya principal función es velar y facilitar el adecuado funcionamiento de toda la parte etérica del Cosmos, la cual es la sostenedora de la manifestación física o material. Es en este plano etérico que se encuentra todo lo ya creado, las interrelaciones de sus distintos aspectos están totalmente dadas y también su adecuado funcionamiento. Por ello es que estos ángeles llevan el título de los Fuertes o Poderosos, porque realmente deben serlo. Lenain plantea que estas fuerzas angélicas vigilan especialmente el funcionamiento del Reino Humano y le facilitan su camino hacia la vida eterna.

G.Knight dice que “los Kerubim trabajan en la edificación y enjaezamiento de fuerzas en los métodos etéricos o Yesódicos, de los cuales uno es el uso de símbolos relativos al uso yesódico dentro de las profundidades de la mente subconsciente”. Agrega que con el progreso de los tiempos estos símbolos se convierten en herramientas poderosas para el bienestar y progreso del ser humano. Los Kerubim pueden ser invocados imaginando figuras antropomórficas fuertes y vitales en donde el color púrpura muy oscuro predomine.

Finalmente las Almas de Fuego (ashim') corresponden a las huestes angélicas del Reino (Malkhut) Pueden considerarse como las consciencias atómicas que permiten la agregación de la materia física. Para Lenain, son estas energías las encargadas de transmitir al ser humano las características de la civilización y el conocimiento de las cosas divinas. Pueden ser invocadas imaginando un sinnúmero de pequeñas chispas de colores bermejo, oliva, limón y negro moteado de amarillo.

Al analizar el Mundo de la Formación (Olarr ha'Yezirah) desde el segundo punto de vista. esto es, como una parte del Arbol de la Vida, una vez más debemos mantener los dos puntos de vista presentados anteriormente. Aquellos que planteaban que el Mundo de la Creación (Olam ha'Beriah) correspondía a la tríada conformada por la Misericordia, la Fuerza y la Armonía, consideran que este Mundo de la Formación corresponde al reflejo de esa triada en un plano más bajo, que correspondería a la triada siguiente en el Arbol de la Vida: Victoria, Gloria, Fundamento. En estas tres Esferas o Sephiroth es donde se encuentra la multiplicidad de fuerzas y energías que permiten, a través de su continuo interactuar, que esta creación pueda sustentarse y funcionar.

Aquellos que sustentan la idea de que el Mundo de la Creación está representado por las Esferas de Sabiduría y Entendimiento, consideran que este Mundo de la Formación está constituido por las Esferas que les siguen hasta incluir a Yesod, esto es, la configuración llamada Microprosopus; Misericordia, Fuerza, Armonía, Victoria, Gloria y Fundamento. En estas Esferas se produciría la diversificación de la manifestación en una miríada de fuerzas y formas que se van alternando y complementando para finalmente conformar un universo total y funcional, esto es el Fundamento.

En ambos puntos de vista se deja como último paso el próximo mundo que estaría representado por el Reino (Malkhut), única Esfera donde se concreta la materia física, manteniéndose la funcionalidad e interacción ya logradas.

Asiyyah:
Finalmente ingresamos al cuarto descenso y último Plano de manifestación denominado Mundo de la Acción (Olam ha'Asiyyah . Aquí se mantiene todo lo logrado hasta el Mundo de la Formación, y simplemente se pasa a la constitución física, logrando así la completa realización de la manifestación divina. Es por esta razón que, si bien es cierto todos los mundos son de igual importancia para lograr el objetivo divino, es en este último donde se logra la completa culminación de la Manifestación de Dios. A partir de este mundo material es que nuevamente comenzará el ascenso a la Divinidad o camino de retorno a Él.

Es en este mundo donde finalmente se logra consumar la Gran Obra de Dios, por ello el nombre de “Realización”, y por ello su importancia, porque todo el proceso debe ser necesariamente llevado a la materia y no quedarse en simples ideas, sueños, anhelos o deseos. Según la Cábala, el ser humano posee la Divina Gracia, única en la Creación, de participar en todos los mundos, ya que tuvo su origen en el Adam Kadmon manifestación increada y arquetípica, y llega hasta este Mundo de la Acción, y desde éste, el más denso nivel de la creación, puede recomenzar nuevamente el camino de regreso, y, lo más importante, puede ayudar a que toda la creación desplegada evolucione para nuevamente plegarse y unirse a la Divinidad. El ser humano posee todas las potencialidades inherentes a la Creación, e incluso aquellas que sólo son parte de la Divinidad misma. Con esto la Cábala sostiene que el ser humano está llamado a ser un colaborador de la Divinidad para que la Creación manifestada vuelva a su origen inmanifestado.

Alexander Safran lo explica así: “Nuestro mundo es inferior al de los otros tres, desde el punto de vista de la espiritualidad, pero al mismo tiempo es superior a ellos porque contiene la suma de la Voluntad que el Creador ha desarrollado y continúa desarrollando en su obra de la Creación. Este mundo es la consumación y la meta de la Creación. El Mundo de la Acción es, en efecto, el mundo de la elección, de la libre iniciativa, de la transformación y de la consumación. El hombre es capaz de descubrir en é1 las intenciones del Creador y de hacerse una idea de Su Voluntad”

“Mediante la emanación, la creación y la transformación, Dios ha establecido algo que antes no existía; por la acción que ha reservado al hombre, Dios exige a éste “que termine” su obra. El hombre es la única criatura capaz de elevarse hasta el Creador a través de todos los mundos, es el único que puede hacer que todos los mundos se eleven hasta el Creador; y, sin embargo, es el que más alejado se halla de la fuente primitiva de la Creación. Y es que el hombre contiene en sí la quintaesencia de los cuatro mundos superpuestos; los reúne en sí como si fueran cuatro pisos en una misma casa.”

Analicemos ahora brevemente el Mundo de la Acción considerado como un solo Arbol de la Vida, tal cual lo hicimos con los otros tres mundos que le precedieron. A cada Esfera o Sephirah le corresponde un elemento en el Mundo de la Acción, los que son representaciones de la materia en algún momento de su manifestación, y así como los Nombres Divinos, los Arcángeles y los Coros de Angeles representaban a los Mundos Arquetípico, de la Creación y de la Formación, respectivamente, así los llamados Chakras Mundanos representan al Mundo de la Acción.

La Corona (Kether) es representada en este Mundo de la Acción por el chakra mundano llamado Primeros Estremecimientos (Rashit ha Gilgalim), chakra que indudablemente corresponde a los inicios del universo, lo que la ciencia ha dado en llamar el “Big Bang” o la Gran Explosión, a partir de la cual comienza a existir y expandirse el universo, principalmente a través de una corriente circular o helicoidal.

El chakra mundano de la Sabiduría (Hokhmah) lleva por nombre Zodíaco (Mazloth), que, como el primer representante, luego de la Gran Explosión, es responsable de los grandes campos energéticos que influyen todo el universo y especialmente de la idea de espacio.

En el Entendimiento (Binah) encontramos al chakra Saturno (Shabbathai), y con respecto a éste y los demás chakras mundanos que le siguen, es necesario aclarar que cada uno lleva el nombre de un cuerpo celeste de nuestro Sistema Solar. Pero no precisamente porque allí, en ese planeta, satélite o astro se encuentre físicamente el punto referido, sino más bien como un símbolo. Esto está especialmente referido a la astrología, que estudia las distintas energías provenientes de los astros, cómo interactúan y cómo influyen en el devenir de la Creación, estando representadas estas energías en cada uno de los siete planetas antiguos. Debe destacarse que esta clasificación de los planetas antiguos es más bien astrológica, y no tiene directa relación o correspondencia con los “Siete Rayos”. La relación existe, pero sería motivo de niveles más avanzados de la Fraternidad del Tercer Milenio.

Volviendo al chakra mundano de la Esfera del Entendimiento, dice D. Fortune: “Saturno es el Gran Maléfico de los astrólogos, y quien tenga una cuadratura de Saturno en su horóscopo lo considera como adversario. Pero también es el estabilizador y probador que nos permite no confiar nuestro peso a aquello que no podría soportarlo.” El autor trata de explicar que en el Entendimiento surge la idea de que algo se desarrolla y que, pasado cierto umbral, queda incorporado el dolor, ya que se inserta el concepto de muerte en la creación, debido a que en este Mundo de la Acción aparece el concepto de tiempo. A partir de Saturno o del Entendimiento, todo queda sujeto a los avatares del tiempo y sufre un proceso de continuidad, que por lo demás es aparente, pero ineludible para quien se encuentra bajo este estigma. Existe una relación simbólica entre este planeta y la idea de algo sombrío y nefasto, es el Tiempo que da origen al ciclo de nacimiento-muerte en el mundo físico.

El chakra mundano de la Esfera de la Misericordia (Hesed) es Júpiter (Tzedek), y al revés del anterior planeta, en la astrología se asocia la influencia de este planeta a una gran fuerza benefactora y protectora patrona de las leyes y del orden.

A la Esfera de la Fuerza (Gevurah) se la asocia con el chakra mundano de Marte (Madim), el que dentro de la ciencia astrológica también es considerado como maléfico, debido a las características combativas y disciplinarias que esta energía implica.

El Sol (Shemesh) es el chakra mundano correspondiente a la Esfera de la Armonía (Tiferet), lo que es bastante lógico si observamos el papel de mediador y facilitador de existencia y vida que tiene el astro con respecto a todo el sistema planetario.

La Victoria (Nezah) está representada en el Mundo de la Acción por el chakra mundano de Venus (Nogah), y también se puede entender, dadas las características astrológicas que posee, las influencias de este planeta: amor, altruísmo y otras que son justamente propiedades de esta Esfera.

A Gloria (Hod) le corresponde Mercurio (Kokhab), el planeta más cercano al Sol, al igual que la mente cotidiana se encuentra a un “tris” de transformarse en algo realmente transcendente; la mente es el punto de unión entre la personalidad y la individualidad, existiendo una inferior y otra superior. Mercurio representa precisamente estas fuerzas cósmicas del Mundo de la Acción relacionadas con la lógica, el orden y la estructura.

El Fundamento (Yesod) está simbolizado por el chakra mundano de la Luna (Levanah), como la contraparte etérica de la Tierra, la que está representada por la Esfera de los Elementos (Kjolem ja Yesodoth), que es el chakra mundano correspondiente a la Esfera del Reino (Malkhut).

Analizando el Mundo de la Acción como una parte del Arbol de la Vida, podemos ver que todos los autores se ponen de acuerdo, cualquiera sea la tendencia o cosmovisión, en incluir en este mundo solamente a la Esfera del Reino (Malkhut). Esto es más o menos evidente, puesto que este Mundo de la Acción representa toda la energía de la Creación concretizada, es decir, el objetivo final, para que desde aquí comience nuevamente a remontarse hacia su origen. Es la culminación de la Obra, por ello es tan grande su Santidad, y frecuentemente en la Cábala se asocia con un concepto pleno de grandiosa santidad como es la llamada Skekinah, es decir, la Presencia de Dios manifestada, algo realmente grandioso y portentoso.

Con este último mundo se da por completada la Creación. Sin embargo, es necesario mencionar que a partir de este último mundo (Olam ha'Asiyyah) surge un mundo de excrecencias, en el que la fuerza creativa es nefasta y desequilibrada, y del que no es bueno hablar, aunque también forma parte de esta manifestación, y según creo, todo iniciado, especialmente del tercer Milenio, debe conocer. Me refiero al mundo de las “Cortezas” o “Conchas” (Qlipoth), el cual sería motivo de otro estudio.

Relación de los Cuatro Mundos y el Tetragramatón:
Por ultimo, es necesario hacer mención de que existe una relación cabalista clara y fundamental del Tetragramatón con respecto a los cuatro mundos, o como dicen los cabalistas, “El Nombre de Dios”, que por lo demás es impronunciable, solamente es posible deletrearlo, pero según la tradición sólo los grandes iniciados saben pronunciarlo. El Iod-Hei-Vau-Hei tiene directa relación con los Cuatro Mundos, representando el Iod al Mundo Arquetípico, la primera Hei al Mundo de la Creación, la Vau al Mundo de la Forma y la segunda Hei al Mundo de la Acción. Y de acuerdo a esto se puede encontrar una gran variedad de relaciones que pueden servir al estudiante avanzado.

El ser humano está llamado, según la Cábala, a ejercer una acción unificadora de estos cuatro mundos, ya que es el único ser de la Creación que los expresa a todos y que está constituido por todos ellos, reduciéndolos así a uno solo gracias a la quintaesencia que permite esta unificación. Este quinto aspecto es el Shin o voluntad espiritual, la aspiración de retornar la Creación a su Origen. Así el ser humano consciente y evolucionado se transforma en un colaborador activo de Dios.



Alvaro López Vera



Más Información:
Crowley, Aleister.- 777.- Humanitas
Fortune, Dion.- La Cábala Mística.- Kier
Jounet, Albert.- La Clave del Zohar.- Kier
Regardie, Israel.- Un Jardín de Granadas.- Luis Cárcamo
Safran, Alexander.- La Cábala.- Martínez Roca
Schaya, Leo.- El Significado Universal de la Cábala.- Dédalo

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