martes, 9 de marzo de 2010

Carlos Castañeda (parte 2)

El “hombre de conocimiento”
Según esta enseñanza, un hombre de conocimiento es aquella persona que "vive como se debe". Para esto debía tener un prolongado entrenamiento que se expresaba como un conjunto de principios. Estos comprendían todas las circunstancias no ordinarias pertinentes al conocimiento impartido y que debía ser realizado con un esfuerzo decidido e inclaudicable con el objeto de alcanzar el fin. Cambiar la idea del mundo era la clave, y para conseguirlo se debía "parar el diálogo interior". Todo era posible con el silencio. Para ello debía cambiarse el protagonismo de los ojos, para quitarles la carga, ya que desde que nacemos usamos los ojos para juzgar el mundo. Un guerrero escucha el mundo, escucha los sonidos del mundo, pero esto debe hacerse armoniosamente y con gran paciencia, entonces el mundo, deja de ser así o asá.

El maestro decidía a quien impartiría la instrucción, debía percibir en el candidato una "intención rígida", porque tenía que mantener con voluntad la ejecución de todos los procedimientos que se le impartieran. No obstante la decisión final para aceptar un aprendiz, sólo la conocía el chamán y se hallaba en un poder impersonal, fuera del ámbito de su voluntad.

Don Juan llamaba "escogido" a quien hubiera cumplido con ese requisito y era un hombre considerado ya con un mínimo de poder. No bastaba el poder de la primera decisión u otro poder similar. Se debía seguir tomando decisiones, mediante augurios, si el escogido podía continuar o había sido derrotado. Esto podía ocurrir en cualquier punto de la enseñanza. Cualquier circunstancia peculiar se consideraba un augurio.

Todos los actos en el contexto del conocimiento, tenían la cualidad de ser inflexibles y predeterminados, por eso era tan necesaria la intención rígida.

La “frugalidad” era necesaria porque los actos obligatorios eran instancias que estaban fuera de los límites de la vida y el hombre tenía que hacer un esfuerzo extraordinario para poder realizarlos.

La “rectitud de juicio” era necesaria para evaluar las circunstancias en torno a cualquier necesidad de actuar de esta manera.

La guía para la evaluación estaba constituida por todas las partes de la enseñanza que estuvieran a disposición de uno, en un momento dado en que cualquier acto debiera realizarse. A más aprendizaje más cambio de la guía. Estaba implícito, no obstante, que cualquier acto obligatorio, era el más adecuado a la circunstancia. Había por lo tanto falta de libertad para innovar.

La “claridad de mente” se refería a un sentido de dirección porque, al estar todos los actos predeterminados, la orientación de uno dentro del conocimiento que se impartía, también estaba prefijada. La libertad de buscar una dirección se refería a la posibilidad de elegir entre diferentes caminos de acción, igualmente efectivos y practicables. El criterio para la elección se basaba en la preferencia propia. No se consideraba como oposición para la libertad de innovar. Necesitaba claridad de mente para hermanar sus propias razones específicas para actuar y el propósito específico de cada acción. El conocimiento del propósito específico de cada acción era la guía usada para juzgar la circunstancia para actuar.

La claridad de mente tenía la capacidad de dar poder y transformar al guerrero en alguien cruel. Es por eso que el poder se consideraba un acérrimo enemigo, porque lo inutilizaba para adquirir conocimiento y progresar.

Don Juan insistía en que para lograr ser un hombre de conocimiento, se necesitaba de un esfuerzo dramático con el objeto de obtener eficacia para afrontar el desafío. Al realizar un esfuerzo, él expresaba un profundo estado de fe y no una manifestación histriónica. Los actos que efectuaba parecían definitivos. Así, durante el curso del aprendizaje, la muerte era una posibilidad real, debido a la naturaleza inherentemente peligrosa de los elementos que se debían manejar. El esfuerzo no sólo debía ser eficaz, dramático y conveniente, sino que debía alejar toda posibilidad de aniquilamiento.

Tenía que ser un "guerrero", porque debía mantener una autodisciplina y un profundo respeto por todo lo relacionado con su conocimiento. Esto significaba haber evaluado sus propios recursos insignificantes al encarar lo Desconocido, en donde él se incluía. Frente al miedo tenía que continuar el curso de las acciones, debía primero enfrentarlo para después derrotarlo. Un guerrero debía buscar la imparcialidad en sus propios ojos, a eso lo llamaba humildad. Lo importante para un guerrero era llegar a la profundidad de sí mismo.

Un hombre de conocimiento, debía estar "bien despierto", para tener acceso a dos aspectos relacionados y obligados de la consciencia. La "consciencia de intención" era conocer los factores implícitos en la relación entre el propósito específico de cualquier acto obligatorio y el propósito de él mismo al actuar. La "consciencia de flujo esperado", se refería a la certeza de lo que era capaz de percibir en todo momento.
Así podría advertir los cambios más sutiles. Esta consciencia de los cambios significaba el reconocimiento e interpretación de los augurios u otros hechos relacionados con lo no ordinario.

Un guerrero estaba obligado a "confiar en sí mismo", es decir, tener la seguridad de que el propósito específico del acto que eligió realizar, era el único camino plausible. La confianza en sí mismo, era uno de los aspectos importantes porque daba la capacidad de reclamar el poder y porque ningún acto ofensivo de los demás podría perjudicarlo, si estaba con el ánimo correcto.

Llegar a ser un hombre de conocimiento implicaba un "proceso incesante" porque el hecho de realizar los actos impartidos no significaba necesariamente que se convertirían en tal. Nunca se tenía la certeza que el resultado fuera lo deseado. Esto significaba que se debía "renovar la empresa" que se había propuesto porque uno de sus objetivos era ganar y conservar el dominio de sí. Aún así, se sabía que igual se sucumbiría al final debido a la "vejez o la impermanencia". Por eso mismo este camino "debía seguirse con el corazón", para llegar a comprender que pese a la impermanencia, uno debía ser capaz de hallar satisfacción y cumplimiento personal en el acto de escoger la alternativa más tratable e identificarse con ella.

Los aliados
El aliado era la cualidad sólo identificable con el hombre de conocimiento. Este era un poder capaz de transportarlo más allá de sí mismo. Para entrar en contacto con el aliado y con el fin de poder soportar el contacto con tal encuentro, era requisito disminuir al mínimo todo lo superfluo en la vida de uno.

Don Juan usaba la planta toloache o datura inoxia o hierba del diablo. El segundo aliado estaba en un hongo del género cilocybe. El humito consistía en una mezcla de cinco plantas, el poder tenía relación sólo con el hongo. Hay una enorme variedad de especies, y la cautela para recolectarlas era primordial.

Un aliado carecía de forma, se suponía que era una identidad que existía independientemente de uno mismo. No tenían forma clara y reconocible por lo que no eran visibles en ningún momento. Un aliado se percibía sólo como una cualidad de los sentidos. Hacía notar su presencia sólo por los efectos en el guerrero. Don Juan clasificaba a algunos de estos efectos como poseídos de cualidades antropomórficas. Así un chamán podía escoger el aliado más conveniente, hermanando su propio carácter con esas supuestas características.

El aliado que contenía la datura inoxia, tenía características mujeriles y era dador de poder superfluo, posesivo, violento, imprevisible. Sus efectos eran nocivos, creando dependencia.. Poseía a sus seguidores dándoles poder, fuerza y bienestar físico. Además, daba un sentimiento de audacia y de destreza para realizar actos extraordinarios. Don Juan aseveraba que si un hombre era adicto al poder, éste sería el de su elección.

El aliado contenido en la cilocybe mejicana, era considerado varonil y dador de éxtasis. Las cualidades antropomórficas eran ser desapasionado, suave, previsible. Tenía efectos benéficos. Era desapasionado porque no exigía actos extravagantes a sus seguidores, no les daba fácilmente el poder, por lo que no los esclavizaba.

El humito era duro y justo con sus seguidores. Don Juan lo veía como calmado, amable y dador de paz. Producía en quienes lo consumían, una rara condición de estabilidad emocional. Con este aliado uno templaba el corazón y adquiría equilibrio. Humito tenía la cualidad de llevarse el cuerpo de sus seguidores permitiéndoles realizar actividades de incorporeidad. Era un aliado ideal para hombres más dispuestos a buscar la contemplación.

Otra característica de los aliados, era que podían "domarse". Un chamán que había domado a su aliado, podía conseguir su poder especializado y, como consecuencia, podía "manipularlo" según sus intereses.

La "manipulación" de un aliado se refería a dos aspectos diferentes. Por un lado constituía un vehículo mediante el cual un chamán podía ser transportado a la realidad no ordinaria. Por el otro, era un "ayudante", lo que significaba que podía ser utilizado como guía en las metas que el chamán deseara al entrar a la realidad no ordinaria. A medida que el aprendizaje avanzaba, la complejidad y aplicabilidad de estas propiedades aumentaba.

La datura inoxia al ser imprevisible resultaba insegura. Había que efectuar un ritual previamente para saber si en determinada situación tendría augurios favorables.

El aliado contenido en la psilocybe mejicana, al tener cualidades más constantes, no necesitaba de rituales que auguraran su comportamiento.

Otra de las propiedades de un aliado, era que tenía una "regla", y era indispensable aplicarla para comprender qué era un aliado. Se caracterizaba por un rígido concepto organizador que regulaba todas las acciones a efectuar y la conducta a observar durante el proceso completo de manejar un aliado. Se transmitía verbalmente de maestro a aprendiz. La regla se refería a la infinidad de detalles y ritos de todos los procedimientos empleados para reconocer, recolectar, mezclar, preparar y cuidar las plantas de poder, en que estaban contenidos los aliados y los detalles relativos a su uso.

La regla o ley tenía sus características, y éstas eran inflexibles. Los pasos que debía seguir el aprendiz para alcanzar la meta impuesta eran inevitables, se suponía que esta cualidad la hacía eficaz. La supervivencia estaba asegurada sólo en un acto dramático, en una batalla incesante para conseguirla. Se podía infringir la regla sólo por intervención directa del aliado. Esto se consideraba como una gran afinidad entre el aliado y su seguidor.

La regla era no acumulativa: se suponía que todos los métodos para manipular a un aliado, se habían usado ya. Se relacionaba con el concepto de eficacia. La regla prescribía la única alternativa eficaz de supervivencia personal, cualquier acto que tendiera a cambiarla podría convertirse en mortal. El conocimiento personal de la regla sólo podía acrecentarse con la guía del maestro o del aliado. La guía dada por el aliado se consideraba una adquisición directa de conocimiento y no una adición al cuerpo de la regla.

La regla se verificaba con la realidad ordinaria: debía verificársela confirmándola pragmáticamente en forma experimental. La corroboración se podía efectuar en la realidad ordinaria y no ordinaria.

Para verificar la regla de una manera adecuada debía tenerse varios encuentros con el aliado porque estaba directamente proporcional con la calidad de su resultado.

Características específicas de la realidad no ordinaria
Es utilizable, porque su objetivo era buscar un conocimiento práctico. Los motivos personalistas no eran aceptados. La realidad no ordinaria tenía elementos componentes que estaban constituidos por los detalles, las acciones y los hechos que el aprendiz percibía con sus propios sentidos, como el contenido de un estado de realidad no ordinario.

Estos componentes tenían tres características: estabilidad, constancia y singularidad. No desaparecían ni se movían como los componentes de los sueños ordinarios, cada detalle era algo aislado, como si aparecieran uno por uno.

Carencia de consenso ordinario
Se refiere al acuerdo implícito que los hombres se proporcionan de diversas maneras en la vida cotidiana. Para los elementos componentes de la realidad no ordinaria, el consenso ordinario era inalcanzable.

La regla se corroboraba por consenso especial para explicar la regla. El único concepto indispensable era
la idea de que se corroboraba por consenso especial. Hacer contacto con el aliado era consecuencia de haber sabido manipularlo, a través del proceso de corroborar la regla en la realidad no ordinaria, en forma pragmática y experimental, basado en los elementos que se percibían en esa realidad. Los elementos componentes no estaban sujetos a consenso ordinario y si uno se veía impedido a llegar a un acuerdo sobre su existencia, la realidad percibida era sólo una ilusión.

En la realidad no ordinaria, cualquier hombre está aislado, por lo tanto en las percepciones obtenidas, nadie podría dar consenso ordinario. Don Juan en su enseñanza, dio a su aprendiz “consenso especial”, con respecto a las acciones y elementos que había percibido en la realidad no ordinaria y que corroboraban la regla. Consenso especial significaba acuerdo, tácito o implícito, sobre los elementos componentes de la realidad no ordinaria. Este consenso especial era sistemático, las acciones y elementos percibidos en la realidad no ordinaria se hacían consensualmente reales. Significaba, según esta enseñanza , que la regla había sido corroborada. Así, la corroboración de la regla por consenso especial necesitaba por lo menos a dos actores: el guía que aportaba el consenso especial y el aprendiz al cual se le suministraba el consenso especial.

Otro de los elementos que producía estados de realidad no ordinaria se refería a la ingestión del cacto Laphophora Williamsii, conocido como peyote. Era capaz de producir estados especiales de consciencia
con la ingestión o en forma espontánea. Don Juan los catalogaba como dádivas del poder contenido en la planta.

Los estados no ordinarios producidos por esta planta tenía tres características: se creía producida por una entidad llamada "mescalito", era utilizable y tenía elementos componentes.

Mescalito era un agente productor de estados no ordinarios de consciencia, sin embargo, no se consideraba un aliado, él mismo era la planta, no estaba contenido en ella. Por esta razón se le rendía culto con veneración. Don Juan suponía que una persona extremadamente sumisa podía llegar a estados especiales de consciencia, sin necesidad de consumirla.

Mescalito tampoco tenía una regla y, sin una regla, era imposible manipularlo. Era un poder muy distinto al de un aliado. Podía ser utilizado por cualquier hombre sin necesidad de un largo aprendizaje de técnica manipulatoria u otro tipo.

Como mescalito estaba disponible, se le consideraba un protector; sin embargo, con algunas personas no era compatible. Don Juan asumía que esa incompatibilidad se debía al carácter dudoso del individuo que pretendía consumirlo.

Mescalito era un maestro, un guía para la buena conducta, porque enseñaba el buen camino, simplificaba las reglas de conducta, según la eficacia promovida por sus enseñanzas. Era considerado una entidad, por esta razón se le atribuía una forma que no era previsible. Así, una misma persona en distintas ocasiones podría percibirlo de forma distinta, no obstante, con las personas que era compatible, adquiría una forma constante.

Al ser utilizable, la realidad no ordinaria producida por mescalito en ese sentido era idéntica a la de un aliado, la diferencia era que con él se buscaban "las lecciones sobre el buen camino".

Métodos y técnicas de la enseñanza

Atención y consciencia
La atención es domar y enriquecer la consciencia a través del proceso de vivir y constituye el logro individual mayor del hombre.

Una de las metas de la enseñanza era desarrollar la segunda atención. Se conseguía mediante un esfuerzo riguroso y sistemático llamado "no hacer". Definía el no hacer, como un acto insólito que emplea a nuestro ser total, forzándolo a ser consciente del segmento luminoso.

Para explicarlo, don Juan, dividió la consciencia en tres segmentos: La primera, es la consciencia con la cual toda persona normal enfrenta la vida, abarca la consciencia del cuerpo físico, es el tonal o del lado derecho. Es la consciencia animal y tiene dominio absoluto sobre nosotros. Los videntes la ven como un intenso resplandor ambarino, en la parte superior del capullo. Esta consciencia consume demasiada energía y tiempo en las acciones e interacciones en la vida cotidiana.

La segunda atención o nagual, o del lado izquierdo, es la única que nos permite crear y la necesitamos para ver nuestro capullo. Esta atención se queda en el trasfondo de nuestra vida a no ser que mediante un entrenamiento deliberado o un trauma accidental, se manifieste. Ella tiene una necesidad inherente de economizar velocidad. Se pone en funciones cuando se utilizan las emanaciones interiores del capullo.

Esta consciencia del lado izquierdo, acelera nuestra comprensión, nos permite enfocar con inconcebible lucidez sólo una cosa a la vez y esto nos vuelve vulnerables. No se puede actuar independientemente mientras se está en ella. Uno tiene que ser ayudado por guerreros que ya hayan obtenido la libertad total
de sí mismos y saben como hay que desempeñarse en ese estado.

El campo de batalla de un guerrero es la segunda atención. Se puede obtener a través del ejercicio de detener el diálogo interno, y una forma de obtenerlo es no enfocar con la mirada, cruzar los ojos, para realzar la visión periférica, y con esto acrecentar la capacidad de concentración.

Para don Juan, la segunda atención tiene dos caras. La primera es la más fácil, es la cara maléfica, sucede cuando las personas la usan para enfocar su atención en cosas de este mundo, como poder, sexo y dinero. La otra es más difícil y ocurre cuando enfocan su atención en cosas que ya no son de este mundo, como el viaje a lo desconocido. Los guerreros necesitan ser absolutamente impecables para alcanzarla.

La tercera atención es una coincidencia de los cuerpos físico y luminoso. Se alcanza cuando el resplandor de la consciencia se convierte en el fuego interior y enciende todas las emanaciones del Águila que está en el interior del capullo del hombre. El logro supremo de los seres humanos, es alcanzar ese nivel de atención y al mismo tiempo retener la fuerza de la vida, sin convertirla en consciencia incorpórea.

La consciencia de ser, acechar, intentar, soñar, son las herramientas que lo permiten.

El “sueño”
El “sueño” o “soñar” se consideraba como la capacidad de utilizar los sueños ordinarios y transformarlos en una consciencia controlada mediante una forma específica de atención: la segunda atención.

Carlos Castañeda dividió este proceso en cuatro etapas:

1.-- Vigilia de reposo: es el estado preliminar en que los sentidos están aletargados, pero uno está consciente. Se ve una luz rojiza a través de los párpados.

2.- Vigilia dinámica: uno ve un cuadro estático en una imagen tridimensional.

3.- Contemplación pasiva: aquí el soñador es testigo ocular de un hecho tal como ocurre. Involucra ojos y oídos.

4.- Iniciativa dinámica: uno ejecuta actos, da pasos.

La concentración requerida para estar consciente que uno está soñando, es la predecesora de la segunda atención, la que es una forma de estar consciente de ser que no es la misma de la vida cotidiana.

La segunda atención se arma, a un metro de distancia, frente a la parte media del cuerpo, entre el estómago y el ombligo y a 15 cm. a la derecha. Se deben poner las manos en ese punto, como si se estuviera tocando el arpa, así uno llega a hacer la concavidad en el capullo. Con esto se mueve un punto distante de éste más cerca del cuerpo físico, por lo tanto, más cercano al control.

El “sueño” comienza como un estado único de consciencia, al cual se llega concentrando el residuo consciente, que se conserva aún cuando uno está dormido en los elementos del sueño común.

A este residuo, don Juan lo llamó segunda atención. Ella es adiestrada a través del ejercicio del no-hacer, deteniendo el diálogo interior, o por el no-hacer de hablar. Se puede conseguir ese resultado al caminar con los ojos fuera de foco, en un plano algunos grados más arriba de la línea del horizonte, para realzar la visión periférica. Detiene el diálogo interno y entrena la atención y la concentración.

La energía que se necesita para moverse en el sueño, surge del área ubicada 3 o 4 cm. bajo el ombligo. A esa energía se la llama “voluntad”. En la mujer viene de su vientre, porque es su centro. Cualquier situación del no-hacer propicia el soñar. Ayuda a conseguirlo sentarse con las piernas cruzadas. Los hombres pueden sentarse con las plantas de los pies juntas y los muslos tocando el suelo, lo ideal es tener los muslos apegados al suelo. Debe evitarse las miradas de otras personas.

La atención que se requiere en los inicios del soñar, hay que forzarla a permanecer en un determinado detalle del sueño.

Don Juan explicaba que la segunda atención hace el papel de señuelo, mientras más se ejercita más existe la posibilidad de obtener lo que se desea. Otro de los métodos para entrenar la segunda atención era encontrar las manos en el sueño: “mirarse las manos” al soñar.

El “cuerpo de sueño”
El efecto del soñar parecía ser un incremento del tiempo de vigilia debido al uso de un supuesto cuerpo extra, el “cuerpo de sueño”, que también se llama el doble o el otro, porque es una réplica del cuerpo del soñador. Es la energía del ser luminoso, una emanación blancuzca que es proyectada, mediante la fijeza de la segunda atención, en una imagen tridimensional del cuerpo. La segunda atención es impelida a enfocar nuestro ser total, como campo de energía, en cualquier cosa apropiada.

El hombre debe concentrar su atención en la punta del esternón y la mujer en el vientre para empezar a soñar. La mejor hora es en el amanecer y en el atardecer.

Un ejercicio que hacía don Juan para enseñar a usar el cuerpo de sueño, era inmovilizar la segunda atención firmemente en los movimientos de volar en sueños. Se debe enfocar la segunda atención en los detalles y en la sensación de volar.

Otra forma de usar el cuerpo de sueño consistía en escoger un sitio y luego soñar en pleno día y averiguar si en verdad se pudiese ir allí. Primero se debe pedir a una persona allegada, del sexo opuesto, que permanezca en el lugar.

El resultado podría ser que la persona sutilmente percibiera que el soñador estuviera allí. Éste podría percibir pequeños detalles particulares del sitio porque la segunda atención estaría fija en ellos.

La voluntad, para don Juan, es el control de la luminosidad del cuerpo, en cuanto a campo de energía, un estado de ser al que se puede llegar. Se le experimenta como una fuerza que irradia de la parte media del cuerpo después de un momento de silencio absoluto, temor extremo o profunda tristeza. La felicidad no permite la concentración requerida para usar la luminosidad del cuerpo y convertirla en silencio.

El silencio permite que surja el "intento" de dirigir la segunda atención. El intento y el efecto son la voluntad. El intento de volar produce el efecto de volar.

La voluntad pertenece al otro yo, cuando soñamos entramos al otro yo, y conocemos muy poco de él. Nuestra tarea es recordar el resto. La única manera de recordarlo es disparando el cuerpo de sueño. El cuerpo de sueño puede hacer el intento de atravesar una pared, porque conoce el intento de desaparecer
en el aire.

Continúa en el siguiente artículo...

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