lunes, 10 de enero de 2011

Himno Atón (Antiguo Egipto)

Apareces henchido de belleza en el horizonte del cielo,
Disco Viviente, que das comienzo a la Vida.
Al alzarte sobre el horizonte de Levante
llenas los países con Tu perfección.
Eres hermoso, grande, brillante, alto por sobre tu Universo.
Tus rayos cubren los países hasta el confín de lo que creaste.
Porque eres el Sol, los has conquistado hasta sus confines y los sujetas para tu Hijo al que amas.
Por lejos que estés, tus rayos tocan la Tierra.
Estás ante nuestros ojos, pero tu camino sigue siéndonos ignoto.
Cuando te ocultas en el horizonte de Poniente
el Universo se sumerge en las tinieblas y queda como muerto.
Los hombres duermen en sus moradas con la cabeza tapada
y ninguno puede ver a su hermano.
¡Les robarían incluso los bienes que guardasen bajo su cabeza
y no se apercibirían!

Todos los leones salen de sus guaridas
y todos los reptiles muerden.
Todo es como tinieblas de un cuévano. El mundo yace en silencio.
Es que Su Creador reposa tras el horizonte.
Pero, al alba, desde que te alzas en el horizonte
y brillas, Disco del Sol, durante el día,
expulsas a las tinieblas e irradias tus rayos.
Entonces, el Doble País es una fiesta,
la Humanidad despierta y se alza sobre sus pies
¡Tú eres quien la ha hecho alzarse!
Tan pronto como purifican sus cuerpos, cogen sus vestiduras
y sus brazos rinden adoración a tu Ascenso.
El Universo entero puede disponerse a la tarea. Todo ganado está satisfecho en su pasto;
el árbol y la hierba reverdecen;
los pájaros levantan el vuelo desde sus nidos
con las alas desplegadas y rinden adoración a Tu Ser.
Todos los animales saltan sobre sus patas.
Todos los que vuelan y todos los que se posan
están vivos desde que Tú has vuelto a alzarte para ellos.
Los barcos suben y bajan por el agua del río.
Todo camino se abre porque Tú has aparecido.
Los peces, sobre el agua del río, saltan hacia Tu rostro: y es que tus rayos penetran hasta el seno profundo del más verde mar.
Eres Tú quien desarrolla el embrión en la hembra.
Tú quien crea la simiente en el varón.
Tú quien da vida la hijo en el seno de la madre.
Tú quien le mandas el consuelo que apacigua sus lágrimas.
Tú la nodriza de quien aún esté en el vientre materno. Tú el que no deja de
dar aliento a la vida de cada criatura.
Cuando salen del seno materno para respirar, el día de su nacimiento.
Tú abres al instante su boca y les das lo necesario. Mientras el polluelo está en el huevo y pía dentro del cascarón.
Tú le envías aliento al interior para que tenga vida.
Tú has prescrito para él un tiempo para que lo rompa desde el interior.
Y él sale del huevo en el tiempo prescrito
y camina sobre sus patas desde el momento en que sale.
¡Cuán abundantes lascosas por Ti creadas
aunque nuestros ojos no las vean
oh, Dios único, sin par!
Has creado el Universo según Tu deseo,
cuando estabas solo:
hombres, ganados, fieras,
cuanto hay sobre la Tierra y anda sobre patas,
cuanto está en el Cielo y vuela, con alas desplegadas,
los países de montaña, Siria y Sudán,
y el llano de Egipto.
Has situado a cada hombre en su sitio y dádole lo necesario.
Cada cual tiene qué comer y tiene un tiempo contado para su vida.
Las lenguas son variadas en sus modos;
los caracteres y los colores de los hombres son distintos,
y has hecho distintos a los extranjeros.
Creas al Nilo en el mundo inferior
y le haces vivir según tu voluntad para dar vida a los egipcios,
lo mismo que los has creado a ellos para Ti,
Tú, Señor de todos ellos, que Te tomas tanto trabajo por ellos.
Señor de todo el Universo, que Te alzas para él,
Disco del Día de prodigioso prestigio.
A todo país extranjero, por lejano que sea, le haces vivir también;
has dispuesto un Nilo en el Cielo para que baje para ellos;
forma las corrientes de agua en las montañas, como el tan verde mar,
para regar sus campos y sus territorios.
¡Cuán eficientes son tus propósitos, Señor de la Eternidad!
Un Nilo en el cielo, he aquí el don que has concedido a los extranjeros
y a todo animal de las montañas que ande sobre sus patas,
lo mismo que el Nilo que viene del mundo inferior, que llega al País amado.
Tus rayos nutren el campo.
En cuanto brillas, viven y crecen las plantas para Ti.
Haces las estaciones para desarrollar cuanto creaste:
el invierno, para refrescarlos; y el estío, para que te saboreen.
Hiciste el Cielo lejano para surgir de él
y abarcar con la vista toda Tu creación
y sigues en Tu Unidad,
cuando Te has levantado en Tu forma de Disco Divino,
que aparece y resplandece luego,
que está lejos, pero se mantiene cerca.
Sacas sin cesar miles de formas de Ti mismo
y mantienes Tu Unidad.
Ciudades, nomos, campos, caminos, ríos,
todo ojo Te ve ante sí,
porque eres el Disco del Día sobre el Universo.
Pero, cuando te vas,
ninguno de los seres que Tú has creado quiere subsistir / por no poder contemplarte.
[Y aunque no te vea] ninguna de Tus criaturas,
Tú permaneces siempre en mi corazón. Nadie te conoce
como tu hijo Nefer-jeperu-re Uaen-re,
pues le has revelado Tus propósitos y Tu poder.
El Universo ha venido a la existencia en Tu mano, tal como lo creaste.
Si Te alzas, vive; si Te ocultas, muere.
Tú eres la duración de la Vida misma; se vive de Ti.
Los ojos contemplan Tu perfección sin cesar, hasta Tu ocaso;
toda tarea cesa cuando Te ocultas por Poniente.
En cuanto Te alzas, haces crecer [toda cosa] para el Rey
y la prisa invade las piernas
desde que dinamizas el Universo,
y haces que surja
para Tu hijo, nacido de Tu Persona,
el Rey del Alto y del Bajo País, que vive verdaderamente,
Señor del Doble País, Nefer-jeperure-Uaen-re,
Hijo de Ra. que vive verdaderamente, Señor de las Coronas, Ajen-atón.
¡Que sea grande la duración de su vida!
Y su Gran Esposa, a quien él ama,
la Dama del Doble País, Nefer-neferu-atón Nefertiti,
que le sea dado vivir y rejuvenecer para siempre,
eternamente.

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