miércoles, 28 de octubre de 2009

VITRIOLO

Traducción y selección: L. Tera

«Pocas son las materias con las que los químicos hayan practicado tanto como el vitriolo común. La tomaron por la materia del magisterio de los Filósofos; y hay que reconocer que no hay nada más apropiado para inducir a error a aquellos que toman las palabras de los sabios al pie de la letra. Además, han elogiado de tal forma esta sal mineral que resulta muy difícil no caer en la trampa que han tendido a los ignorantes, al menos en apariencia, puesto que advierten a todos que no hay que detenerse en las palabras sino en el sentido que esconden. A consecuencia de ello propusieron el siguiente enigma, cuyas letras iniciales de cada palabra, reunidas, forman VITRIOLUM, es decir, Visitabis interiora terrae, rectificando, invenies occultum lapidem, veram medicinam (Visitarás los interiores de la tierra, rectificando, encontrarás la piedra oculta, la verdadera medicina). Algunos han sustituido occultum lapidem (piedra oculta) por oleum limpidum (aceite límpido).

La obra completa y su materia están, según ellos, contenidos en estas palabras...»

Dom Pernety: Diccionario Mito-Hermético,

(París, Delalain l’aîné, 1787, p. 525).

También encontraréis las maravillas de la cruz en otros temas pero sobre todo en el VITRIOL, aunque no tenga la cruz totalmente perfecta; pues es asimismo un producto maravilloso de la cruz, pero importa no obstante hacer de él una buena elección. Basilio asegura que la medicina universal está oculta en el vitriolo de Hungría. La piedra de calamina, particularmente la de Leipzig, produce también uno muy valioso, que tiene el grano fijo solar. Marte y Venus, o mejor Marte por Venus hace de él también uno muy noble; y ambos hacen juntos la boda tan célebre a la que asisten los aficionados de la Sabiduría: durante su conjunción, se eleva un vapor muy espirituoso y necesario para una Gran Obra; hay que recoger este vapor con la ayuda de unas redes muy sutiles: en el resto se encuentra un vitriolo bastante bueno del que se saca, mediante unas operaciones muy sutiles y difíciles de descubrir, un azufre solar o un oro filosófico vivo.

Pero sin aventuraros en grandes trabajos que entretienen demasiado la mente, y ante su completo desarrollo, podéis sin embargo emplear un poco de vitriolo, que servirá únicamente como de imán, para permanecer en la gran simplicidad de la naturaleza y del arte: sin duda alguna será uno de los mejores que se encuentre en la universalidad de las cosas naturales, a causa de su hambre ávida, de su crudeza y de su tierra estíptica que retiene lo que ha atraído. La operación es tan simple, tan natural y tan fácil que no tengo ni que describirla para no sospechar que sois ignorantes: lo que ha atraído debe ser cocido durante mucho tiempo y de forma especial, repetitiva, hasta que aparezcan los colores del arco iris, que es una señal de gracia y reconciliación, y hasta que las gotas pesadas se derramen en el fondo del recipiente, algo parecido a un mercurio destilado. De ello resultará un maravilloso producto oftálmico y antiepiléptico; e incluso algo más si el Señor os abre los ojos. Esta obra se denomina Imántica.»

Douzetemps, Le Mystére de la Croix, (cap. XIII, 8, Milán, 1975.)

REFLEXIONES SOBRE EL ORO DE LOS ALQUIMISTAS *

EH

Traducción S. d’Hooghvorst





El oro que dormita en el barro es tan puro

Como el que brilla en el sol. (1)



El oro de los alquimistas es un término equívoco en sus escritos. Han hablado mucho de él, pero de manera oscura. El lector principiante puede preguntarse si dicho oro es verdaderamente oro, o sólo un símbolo. ¿Es la alquimia una obra metálica, como piensa la gente, o la enseñanza de un cierto yoga occidental que hay que interpretar sutilmente?

Los Filósofos dicen que todo aquí abajo no es más que polvo y cenizas. Es el mundo de la generación y de la corrupción. Entre todas las sustancias sublunares, sólo este hermoso metal es inalterable. La hipótesis de los alquimistas es la siguiente: Si el oro, sol terrestre, es indestructible, es porque posee en sí un principio físico de inmortalidad. Si los hombres conociesen el poder y la medicina que contiene, abandonarían todas sus ocupaciones para emprender la búsqueda del secreto que el Soberano Creador ha depositado en las minas, con el fin de encontrar esta cura y regeneración a la que aspira el género humano.

¡Asombrosa hipótesis de la alquimia! Pocos hombres parecen sensibles a ella, quizá por falta de imaginación, pues las necesidades de la vida los acucian por todas partes. El estudio de la alquimia, poco costoso, exige, sin embargo, una gran independencia frente a esas necesidades; o una cierta aceptación de la pobreza a la que nadie quiere por compañera.

El hombre no posee en sí mismo el principio de la medicina. Debe, pues, buscarlo en la naturaleza, extraerlo y tratarlo. Lo mismo ocurre con esta «panacea universal»,(2) y la gran Obra consiste en hacer de este oro el medicamento de los tres reinos; aplicado al cuerpo humano es el licor de inmortalidad o «elixir de larga vida». (3)

¡Quimeras!, dirán algunos. ¡Si el elixir de larga vida existiera, lo sabríamos!

«No conocemos a nadie que haya sido inmortal excepto en las leyendas.». Se defienden a sí mismos, «por no haber conocido a nadie».

Un filósofo como el Cosmopolita(4) escribe, por ejemplo: «El oro de los sabios no es el oro vulgar, sino una cierta agua clara y pura sobre la cual es llevado el espíritu del Señor,(5) y es de ahí que toda fuerza del ser toma y recibe la vida». Y todavía en el mismo tratado: «El oro y la plata de los Filósofos son la vida misma y no necesitan ser revivificados».

Podríamos multiplicar estas citas características de un lenguaje en apariencia equívoco y muy propicio para dispersar al lector. Abordando este género de escritos, se verá inclinado a buscar más sutilezas de las que la coda requiere.

La alquimia no es una receta. Es una escuela filosófica que no admite más que la experiencia sensible como criterio verdadero. El alquimista quiere tocar para saber. Aunque esta experiencia sea de naturaleza secreta, no quita nada al carácter «sensualista» de tal filosofía, la más antigua y materialista del mundo; la más antigua, en efecto, ya que siempre ha resultado imposible determinar sus orígenes históricos; la más materialista, también, ya que no tiene otro fundamento que el testimonio de los sentidos. Es una enseñanza enigmática, sin duda, pero que jamás ha variado en el transcurso de la historia. La unanimidad de todos los maestros nos parece ser la prueba de una experiencia común.

La originalidad de dicha filosofía, frente al sensualismo filosófico de un Condillac, por ejemplo, es no referirse más que a un solo y único objeto: «No hay más que una sola cosa –dice el Cosmopolita– mediante la cual se descubre la verdad de nuestro Arte, en la que éste consiste enteramente y sin la que no podría ser». Así, en lugar de dispersarse en la multiplicidad de las observaciones sensibles, el alquimista encuentra todo su saber en la contemplación de un solo objeto. Louis Cattiaux, por ejemplo, dirá que esta filosofía acopla la unidad del saber con la unidad de la obra en la unidad del hombre.(6) Es, finalmente, una filosofía del oro. A propósito del oro, no digas: ¡Es mi alma! Sería errar lejos del magisterio en una falsa doctrina. Pues el oro es una trampa y la alquimia también.

Paracelso, por su lado, escribió en su Cielo de los Filósofos(7):

El oro es celeste disuelto

triple en elemental fluido

su esencia metálico corporal

Limojon de St. Didier se mostró más explícito(8):

«Según los Filósofos, hay tres clases de oro: el primero es un oro astral cuyo centro se encuentra en el sol que, por sus rayos, lo comunica, al mismo tiempo que su luz, a todos los astros que le son inferiores. Es una sustancia ígnea y una continua emanación de corpúsculos solares que, por el movimiento del sol y de los astros, que están en perpetuo flujo y reflujo, llenan todo el Universo; todo está penetrado por él en la extensión de los cielos, sobre la tierra y dentro de sus entrañas. Respiramos continuamente este oro astral y sus partículas solares penetran nuestros cuerpos que las exhalan sin cesar.»

Vemos que el autor conocía bien el famoso prana de los yoguis; pero estos últimos, ¿lo han conocido corporificado?

«El segundo es un oro elemental, vale decir, la más pura y más fija porción de los elementos y de todas las sustancias que éstos componen, de modo que todos los seres sublunares de los tres reinos contienen en su centro un precioso grano de este oro elemental.»

He aquí afirmada la unidad radical, no sólo de los metales, sino también de todas las cosas. Si el grano fijo del oro que está en todos los seres fuera puesto de nuevo en estado de vegetar, la creación entera volvería a encontrar la incorruptibilidad y la inmortalidad perdidas, dicen los alquimistas. Es por ello que dicho oro es el secreto de su Física.

«El tercero es el hermoso metal, su brillo y su perfección inalterables hacen que todos los hombres lo valoren como el soberano remedio de todos los males y de todas las necesidades de la vida y como el único fundamento para la independencia, la grandeza y el poder humanos; por eso, no es menos objeto de codicia por parte de los mayores príncipes, que por parte de los pueblos de la tierra...»

Este oro metálico al ser el más perfecto, ciertamente, de él se trata en la filosofía química.

«... Como cuando uno diga que los Filósofos poseen un oro vivo y que el oro vulgar está muerto, será un ignorante quien se atreviera a mantener que existe en el mundo otro oro que el oro vulgar, el cual, aunque se le diga muerto, es, no obstante, la cosa más pura de toda la tierra y el efecto último de la naturaleza; y, por consiguiente, es la materia sobre la cual debemos empezar nuestra obra. Debemos entender esta diferencia antes o después de la preparación, por lo cual, en lugar de ser sepultado en su sepulcro, es resucitado y puesto en camino de vegetación...»(9)

El oro de nuestros Filósofos químicos es ciertamente el vulgar, pero enmendado por la buena naturaleza.

Hemos escrito antes que en el oro había una trampa. Aquí se muestra. En efecto, los metales filosóficos son metales puros y no vulgares. Aquí, el avaro no encontrará provecho. ¿Qué ha podido saber de los metales puros y del oro de los Filósofos aquel que persigue las riquezas de este mundo? ¡La dulce y santa química no desvela sus encantos ante los astutos!

La avaricia fue quien heló aquí abajo todas las riquezas del oro; el oro vulgar, es el oro de aquel Dite situado por Dante en el fondo del infierno, y atrapado en un mar de hielo.(10) No se nos ocurra, pues, emprender esta búsqueda química sin estar, como Dante y Virgilio, animados por el deseo de volver al «claro mundo».(11) La concupiscencia y las riquezas de Dite significaron la pérdida del oro vivo: y no es más que un cadáver lo que buscan neciamente los avaros.

¿Quién, en nuestros días, ha reconocido en Virgilio, al cantor del Arte químico? La Eneida es un canto sublime a la gloria de la Edad de Oro de Roma. En ella, el poeta hizo alusión a ese cadáver del oro, bajo la historia del desdichado Polidoro, en el canto III de su poema.

El rey Príamo, presintiendo la próxima ruina de Troya, quiso poner a salvo a su joven hijo Polidoro, el bien nombrado. Le impuso una «pesada carga de oro» y lo entregó al rey de Tracia pidiéndole que lo «alimentara»:

Hunc Polydorum auri quondam cum pondere magno

Infelix Priamus furtim mandarat alendu

Threicio regi..

(versos 49 a 51)

Pero cuando se enteró de la ruina de Troya, este malvado rey hizo decapitar a Polidoro y se apoderó de su oro «por la violencia».(12)

Polydorum obtruncat et auro

vi potitur. Quid non mortulia pectora cogis

Auri sacra fames?

(versos 55 a 57)

¿A qué extremos empuja el corazón de los mortales la maldita avidez del oro? Pero, precisamente, los adeptos lo han previsto. Por ello han trenzado esa famosa corona de espinas alrededor de su secreto que cuece en sal del Paraíso.

Nos dice Virgilio que desde tal crimen, los árboles que crecían sobre aquella tierra no tenían por savia más que una sangre negra y putrefacta. Cuando se les rompía una rama, esta sangre se derramaba sobre el suelo, mancillándolo con su podredumbre.

Nam quae prima solo ruptis radicibus arbos

Vellitur, huic atro liguontur sanguine guttae

Et terram tabo maculant...

(versos 27 a 29)

«... Lo que tomaste por árboles no es sino hierro, huye de las tierras de ese cruel, huye de la proximidad de los avaros», gime desde el fondo de su tumba el alma de Polidoro... «Estoy fijado aquí, el hierro me ha recubierto con una cosecha de flechas, que han crecido en venablos agudos». Vemos pues que el hierro es maldito para los alquimistas: es la «helada» de los metales. Observamos precisamente la oposición entre la Edad de Oro y la Edad de Hierro(13):

Heu fuge credulis terras, fuge litus avarum

Nam Polydorus ego. Hic confixum ferrea texit

Telorum seges et iaculis encrevis acutis

(versos 44 a 46)

Habiéndose, pues, enterado del crimen de que fue víctima Polidoro, Eneas y sus compañeros decidieron de forma unánime marchar de aquella tierra criminal donde la hospitalidad había sido profanada, y confiar sus velas al viento.

Omnibus idem animus scelerata excedere terra

Linqui pollutum hostitium et dare classibus austros

(versos 60-61)

Actuemos del mismo modo... pero no antes de haber estado atentos al grito del alma del oro desde el fondo de su sepulcro: «Ayúdame y te ayudaré».

Pero, algunos dirán, las palabras de estos Filósofos son oscuras, y su práctica, indescifrable. Si el oro debe ser lavado y disuelto para liberar su virtud interna, y renacer vivo, ¿dónde encontraremos el disolvente que es como su propia naturaleza y en la que se funde suavemente como el hielo en el agua, para, seguidamente, coagularse de nuevo en la pureza, en esta Piedra de los sabios de la que se oyen tantas maravillas?

¡Cuántos químicos han muerto obrando en la búsqueda de esa «primera materia», que ha inspirado tantos libros!

La respuesta es que dicha obra es inaccesible al hombre solo. Por eso el oratorio es tan necesario como el laboratorio. Si la alquimia es una filosofía materialista, dista mucho de ser atea. Que el discípulo haga suya esta sentencia del Talmud(14): «Todo hombre que posee el temor de los cielos oye las palabras de Elohim... y el mundo entero no ha sido creado más que para hacerle compañía». Esta sentencia también es un enigma.

Todos estos misterios están en poder del Altísimo. Otorga sus favores a quien quiere. La humildad de los sabios consiste en haber hablado, dejando a ese Altísimo Padre de las Luces, el cuidado de dar la inteligencia. La alquimia no se enseña, se comunica.

«... Os juro por mi Dios –dice Pitágoras en la Turba– que por largo tiempo he investigado esos libros, a fin de llegar a esta ciencia, y he rogado a Dios que me enseñara lo que era; y cuando Dios me hubo oído, me mostró un agua nítida, conocí que era como puro vinagre, y después, cuanto más leía los libros, tanto más lo entendía.»(15)





(1) Louis Cattiaux: El Mensaje Reencontrado II 21’.

(2) Panacea. Del griego Pan: todo, y akeo: curar. Aquello que lo cura todo. En la mitología, Panakeia: «La socorredora de todos», era hija de Asclepios, dios de la Medicina.

(3) Del árabe «Iksir», de la raíz «ksr» que significa ‘romper, quebrar, partir’. Al iksir es el nombre árabe de la Piedra Filosofal.

(4) El Cosmopolita: Traité du sel, troisième pricipe des choses minerales de nouveau mis en lumière... París, Jean d’Houry, 1669. Sobre misterioso personaje que a veces se ha confundido con Sendivogius, ver Louis Figuier: La Alquimia y los Alquimistas... París, Hachette, 1865; Reedición, Denoël, París, 1970.

(5) Génesis I, 2.

(6) El Mensaje Reencontrado XXXVIII 69’.

(7) Paracelso: Le ciel des Philosophes, Canon 7, ed. De Tournes, Ginebra, 1658.

(8) Limojon de St. Didier: Entretien d’Eudoxe et de Pyrophile, París, Jacques d’Houry, 1688.

(9) Nicolas Valois: Los cinco libros o la llave del secreto de los secretos. Libro II, Biblioteca Hermética, ed. Retz, París, 1975, p. 192.

(10) Dante, Infierno XXXIV, 27.

(11) Idem, 132.

(12) Como Judas el traidor que se manchó de barro con los malditos treinta denarios.

(13) Virgilio, IV Bucólica, versos 8 y 9.

(14) Talmud de Babilonia, Berajot, 6, b.

(15) La Turba de los Filósofos. Hay varias versiones diferentes de la Turba de los Filósofos. El libro en latín: Artis Auriferae quam Chemiam vocant (Basilea, 1593) contiene dos diferentes. Nuestra cita está extraída de un tercer tratado del mismo nombre, publicado en París por Jean d’Houry en 1622, en un precioso librillo titulado: Divers traités de la Philosophie Naturelle El editor nos advierte que esta versión era la que «el conde de la Marche Trévisane alaba y cita tan a menudo, llamándolo el Código de toda Verdad».

lunes, 26 de octubre de 2009

Geometria Sagrada, los origenes de la geometria



En los tiempos mas remotos , el hombre hubo de considerar multitud de formas que se corresponden , muy aproximadamente con las figuras objetos de la Geometría.

En muchos minerales , vegetales y animales aparecen triangulos , circulos , hexagonos , elipses y espirales.

Pero desde el conocimiento de estas formas seudogeometricas concretas hasta la creación de las nociones abstractas , fundamente de la Geometría , transcurrieron acaso centenares de miles de años : el tiempo necesario para que la mente reconociese las semejanzas entre las figuras naturales concretas y supiese agruparlas en unos cuantos tipos fundamentales.

Por esto se dice a veces que la Geometría nacio en Egipto y precisamente de la necesidad de medir la extensión de parcelas de terrenos cuyos limites y forma eran alterados periódicamente por las inundaciones del Nilo.

Herodoto cuenta , en efecto , del Rey Sesostris que habiendo repartido las tierras entre sus subditos y dado a cada uno un CUADRANGULO , cobraba el impuesto anual según la extensión efectiva del CUADRANGULO , determinada nuevamente por los agentes reales después de cada inundación.

El procedimiento primitivo de estimar la magnitud de un campo de cultivo habia sido averiguar la cantidad de semilla que exigia , una superficie era medida por un volumen o un peso , solo mucho mas metrica de toda una cultura diluida en varias decenas de siglos.

La Ciencia , cualquiera que sea la rama en que se la cultiva , es desde luego ademas de conocimiento , educación . Pero en la Geometría concurren circunstancias especiales.

Ante todo de constituir el molde primigenio de todas las ciencias del espiritu.

Con razon comenta D. Papp que la Geometría es tal vez el mayor descubrimiento del hombre. Y no porque la Geometría haya creado el concepto de espacio , concepto que según Bergson es la materia con que construye el espiritu.

El Espiritu Geometriza :

Hay 7 formas principales dentro de la Geometría Sagrada : los 5 Solidos Platonicos , el Circulo y la Espiral.











histo6solidos platonicos simbolo tierrasolidos platonicos simbolo fuego solidos platonicos simbolo airehisto5solidos platonicos simbolo cielosolidos platonicos simbolo agua

Los 5 Solidos Platonicos son el CUBO , ICOSAEDRO , TETRAEDRO , OCTAEDRO , Y DODECAEDRO.

Los 5 Solidos Platonicos son formas completamente simetricas que tienen todos los lados iguales , todos los angulos iguales , de las mismas medidas y que los 5 caben dentro de la Matriz Universal que es la Esfera.

Tenemos al TETRAEDRO que es un triángulo con base: representa la conciencia del fuego.
Tiene 6 aristas, 4 caras triangulares, 4 vértices.

Símbolo de la SABIDURÍA por representar al fuego sagrado, el primer elemento.

El CUBO con 12 aristas, 6 caras cuadradas, 8 vértices representando el secreto del mundo natural.

Es la conciencia de la TIERRA, es la experiencia de lo que ha nacido de la naturaleza.

El OCTAEDRO de 12 aristas, 8 caras triangulares, 6 vértices.
Es el aire, es como 2 pirámides invertidas, unidas en sus bases.
Simboliza la PERFECCIÓN DE LA MATERIA POR EL ESPÍRITU.

El DODECAEDRO con 30 aristas, 12 caras pentagonales, 20 vértices, representa el quinto elemento (eter, prana, chi).
Considerado el poder femenino de la creación y la FORMA MADRE.

El ICOSAEDRO con 30 aristas, 20 caras triangulares, 12 vértices, es la conciencia del agua.
Representa la semilla de la vida, la forma del universo, es lo masculino.

La creación juega transformándose de una forma a otra intercambiando el masculino icosaedro y el femenino dodecaedro, también pasando por los otros sólidos platónicos.
Con el tiempo la geometría se convirtió en un estudio deductivo, idealizado del espacio físico y de las formas tamaños y relaciones de objetos físicos en ese espacio. Por lo tanto para los griegos sólo existía un espacio y una geometría. Estos fueron conceptos absolutos.

El espacio no era considerado como una colección de puntos sino mas bien como una región en o lugar en el cual los objetos podían ser movidos librementeunos respecto a otros y comparados entre sí.

A mitad del siglo 17 el espacio comenzó a considerarse como una colección de puntos y con la invención de las geometrías no euclideanas los matematicos aceptaron la situación de que hay más de un espacio concebible y en concecuencia mas de una geometría.

Así mismo el desarrollo de la geometría algebraica en el siglo 20 demuestra como un cierto campo de estudio matemático posee ambos puntos de vista, algebraico y geometrico cada uno de los cuales ayuda al impulso del otro y por lo tanto conduce a la unidad esencial del álgebra y la geometría.

Ahora en el siglo 20 el concepto de la geometría se ha expandido y está apareciendo muchisima información con respecto a este hermoso tema , con la teoría del centésimo mono se incursionó y se comprobó la existencia de redes planetarias o campos morfogenéticos que son las matrices que sostienen todas las formas existentes.

El centécimo mono cuenta que un grupo de científicos que estaban estudiando los monos descubrieron que un mono , un día se dio cuenta que el fruto caído sobre la arena sucio , se podía lavar en el mar.
A partir de ese momento todos los monos comenzaron a lavar su fruto, no sólo en esa playa sino en las distantes.
Los científicos se dieron cuenta que había algo que los unía y comunicaba.

Desarrollaron, entonces, el concepto de redes planetarias, para cada especie de vida.
La red hace que la información que entre por la especie llegue a cada uno de sus integrantes.
Este concepto no es nuevo , ya que Platón teorizó sobre este concepto al igual que los Mayas, Egipcios, e Indios Hofis.
Estas redes se agrupan y se relacionan por medio de las estructuras geométricas de los sólidos Platónicos. Desde el nacimiento de nuestro planeta, la red que rodea a la tierra estaba conformada por una matriz de geometría sagrada. Platón decía que la estructura básica de la tierra se encontraba en proceso de evolución a una red icosaedrica (de 20 triángulos).

Estas matrices son enrejados que cubren nuestro planeta, nuestro cuerpo, nuestros lugares, nuestras células, átomos, y modulan la energía-luz que sostiene y crea las formas. Son de origen cristalino e invisibles, ya que se mueven a la velocidad de la luz. Estas estructuras constituyen lo que se conoce como lenguaje de la luz. El lenguaje de la luz es una manera de recibir información y energía con el fin de facilitar nuestro desarrollo .

Es un método de aprendizaje sin necesidad de libros o intelecto.

Este lenguaje está formado por 144000 sellos de energías cristalinas (forma en que se decodifica la luz), que están formadas en la red de conciencia crística en la tierra, que desde la convergencia armónica en 1987 se ha formado a una distancia de 30 millas alrededor de la tierra.

Más allá de la serie de los sólidos Platónicos existe otra forma geométrica que se genera a partir del antiguo cristal Icosa Dodecaedro (unión femenino y masculino).

Esta es la red de asención del planeta creada para que la tierra pueda resonar a una frecuencia mas alta y elevar su estado de conciencia hacia un nuevo escalón en la evolución. Todas las redes se unifican por medio de la esfera en un patrón de unidad, la única diferencia es que tienen interconexiones rectas formadas por el sólido Platónico que representan. Investigadores actuales han comprobado que los nodos y las alineaciones de la red atribuidos anteriormente a la red antigua ya no coinciden.

Los patrones de tiempo están cambiando, los climas sufren variaciones y las rutas de migración de las aves han cambiado.
Las ballenas y delfines se atoran en las playas con más frecuencia en los 14 años que siguieron a la convergencia armónica.
El campo electromagnético de la tierra también está cambiando y loshace con muchísima rapidez.
La nueva red de conciencia está incrementando su frecuencia a medida que la red magnética disminuye.

La vieja red cristalina se desvanece y una nueva matriz cristalina se está formando.
Somos parte de la nueva formación cristalina.

La red planetaria es una manifestación de la evolución de la energía y del crecimiento diseñado por la conciencia universal.

La realización alquímica evoluciona desde lo sin forma y se dirige a una perfección geométrica simbolizada por el dodecaedro en piedra filosofal, a la gema facetada perfecta en rojo rubí, lo cual nos lleva al icosaedro.
Básicamente la gnosis comienza en la estructura del cubo.

Reddelavida

En concecuencia, la geometría sagrada de la red contiene los patrones de energía de la flor de la vida, la matriz cristalina de la creación.
La flor de la vida es el código o matriz holográfica que el espíritu universal diseñó para poder crear y manifestar todo lo que existe en el universo.
Este código es el patrón original atraves del cual la vertiente divina crea, expande y desarrolla absolutamente toda manifestación de vida.
Todo lo que existe, todo lo que es, nació y nacerá a partir de esta matriz divina.
Este holograma representa una secuencia geométrica esférica (unidad), conformada por infinitas esferas que se contienen y se entrelazan unas con otras dando forma a la “flor de la vida”.
A su vez la flor de la vida está constituida por infinitos códigos de color, sonido y formas geométricas con los cuales se diseña y expresa cada átomo de vida.
Cada célula de nuestro ser contiene total información de la perfecta salud, por lo tanto en cada ser habita la memoria universal de la armonía y plenitud capaz de revertir y transmutar todo proceso de enfermedad envejecimiento y desbalance vibracional con la simple intención amorosa y de conexión al patrón original.

A pesar de que esta información parezca nueva y sorprendente es muy antigua.

Los egipcios, Atlantes, escenios, Mayas, conocian perfectamente perfectamente este holograma y lo utilizaban para sanar y restaurar cualquier parte desarmonizada, empleando la intención, pensamiento, adecuada, restableciendo el orden, el rejuvenecimientoy la perfecta saluden sus cuerpos físicos y etéricos.

Actualmente la aplicación de técnicas de sanación holográfica se ha desarrollado en todo el planeta de una forma conmovedora y continua en expanción.
No es coincidencia que la memoria del poder de este símbolo sea devuelta al planeta en estos momentos .
Entender la información es vital para cada uno de nosotros.
Es para ser vizualizada en sus meditaciones y trabajada en todas las maneras que su guía interna les indique .
No puedo dejar de enfatizarla importancia de este símbolo
Están recordando los secretos una vez más.
Ustedes son la flor de la vida.

Viajando por estas matrices, contemplando desde el microcosmos al macrocosmos, hologramas , fractales, espirales.
Nos recuerda la frase de Hermes: así como es arriba, es abajo, para hacer el milagro de una sola cosa.

Las matrices utilizadas en Tibet y en otros lugares denominadas Mandalas, son denominados psicogramas, sus representaciones figurativas constituyen proyecciones de contenidos espirituales, cuya clave hay que conocer.
Mediante elementos iconograficos empleando la imagen o instrumento se invita al pensamiento del que medita a encontrar el camino de su yo interior para realizarse en él.

La invocación de la energía divina tiende a provocar con esa misma energía que la despertarse en el que medita.
El mandala proporciona un medio para llegar a ese estado o quiza, ya que procede desde afuera hacia el centro, es el medio por excelencia.

El mandala representa las fuerzas cósmicas actuando dentro un ámbito arquetípico, es una suerte de lenguaje celestial.
Por este motivo es utilizado para fijar la observación y elevación del estado de conciencia, mediante representaciones visuales ligadas a experiencias interiores.

Son un sistema de estructuras geométricas ensambladas que crean un conjunto de estímulos y representaciones de colores y formas que actuan en el observador como concentrador y generador de energía brindando inspiración.

Los mandalas son un despertador hacia niveles de conciencia superior, puertas de conexión con el mas allá.
Descubrir sus códigos es encontrar las llaves que nos reconectan con la luz superior que habita dentro, para comprender y experimentar que formamos parte de una conciencia superior.
El mandala trabaja enviando estímulos sensoriales a la mente interna en forma similar a lo que hoy se conoce como subliminal.
El mensaje pasa atraves de la visión hacia los receptores del cerebro en donde se procesa y se obtiene una reacción, como cambios de actitud positiva, recuperación de autoestima, liberación de miedos, angustias, desbloquea emocionalmente y genera una gran cantidad de cambios internos.
Esta posibilidadque da el mandala, parte de que su estructura de forma es correspondiente a la estructura de formas arquetípicas posibles que adquiere el universoen constante cambio y evolución.

Son las infinitas posibilidades que tiene el caleidoscopio del universo.
Los mandalas dan una sensación de traslado o viaje multidimensional, preparan a la mente para centrarla, expandirla, a nuevos conocimientos que parten de la sabiduría infinita universal.
En nuevos niveles de conciencia sobrevienen nuevos niveles de reflexión y energía.

No por mucho observar el mandala se tendrán mayores efectos.
Una vez que nuestra mente capta el estímulo visual se llevan a cabo los procesos de cambio.

Volviendo a las siete formas principales que comentamos al principio vamos a desarrollar la geometría del círculo representante de la forma de Dios, la unidad y la totalidad.

El círculo integra aquellas formas diferentes entre sí para interrelacionarlas en la unidad.
El centro verdadero del círculo es un punto, pero el punto carece de dimensión y de lugar por lo tanto escapa a nuestra percepción y capacidad de manifestación.
No pertenece anuestro mundo , porque en nuestro mundo todo tiene extensión, dimensión, porque el mundo es forma, pero el punto pertenece a otra escala del ser. Existe más allá del mundo, Es metafísico en el sentido más literal.
El punto simboliza la unidad, la totalidad, la perfección.
El punto lo contiene todo, sólo que en potencia, no manifestado.
De él nacen el círculo y la esfera que son las formas en las cuales se revela el punto.
Lo que en este es todavía potencia metafísica cobra cobra configuración formal en el círculo y la esfera.
Todos los cuerpo Platónicos son distintos y en realidad constituyen la unidad (la esfera).

Uniendo los vértices internos de un icosaedro, trazando 3 líneas a partir de cada uno de ellos con sus lados opuestos y luego desde los dos vértices superiores trazamos cuatro líneas hacia los opuestos y hacemos converger líneas en el centro formaremos las aristas de dodecaedro.

Es una generaciónque se da por sí misma mediante el cruce de los radios internos del icosaedro.
Del dodecaedro uniendo simplemente seis de sus puntas y el centro formar un cubo .
Utilizando las diagonales del cubo formamos el tetraedro estrellado con el cubo nos dan los puntos exactos para formar un octaedro inscripto en él.

Luego , en el interior de octaedro volviendo a utilizar las líneas formadas por los radios internos del icosaedro, junto con los puntos del octaedro, aparece un segundo icosaedro.
Hemos recorrido el ciclo completo pasando por cinco etapas de semilla a semilla.

Se trata, pues, de una progresión infinita.

Con esta geometría en el dibujo de 13 esferas de la flor de la vida logramos lo que se conoce como el cubo de Metatron, que contiene en sí el germen invisible de toda realidad tangible.
En su interior existe condensada toda la información del universo.
Cada una de las 13 esferas describe pormenorizadamente cada aspecto de nuestra realidad, todo cuanto podemos pensar, ver, semtir, hasta llegar a la estructura atómica actual.

La geometría sagrada nos hace comprender la unidad de la vida y encontrar el origencomún de sucesos diversos entre sí
Para llegar a la unidad tenemos que encontrar la integración.
Siempre hemos visto la dualidad como algo normal (blanco, negro, bueno, malo, etc.), y por tal motivo no podemos integrar la parte femenina de nuestro cerebro (lado derecho), donde se encuentra la unidad de la conciencia y el espíritu.
A la par nuestra parte masculina (lado izquierdo), no cree en ello, así nos hace ver la dualidad en todas partes.

La base para la integración de los hemisferios cerebrales está en la geometría sagrada, ya que nuestro cerebro izquierdo parte masculina, no cree que existe un espíritu único y que solamente él es el que mueve o dirige todas las cosas.
Cuando logramos convencer a esta parte del cerebro, se produce la integración y se inicia el proceso en el que iremos de la polaridad a la unidad de conciencia.

Al lograr la unidad de conciencia, que estaría representada por la esfera, comenzaríamos a vivir la cuarta dimensión (tiempo-esfera).
La cuarta dimensión está matematicamente constituída como una matriz radial.
Una matriz radial es un orden autoexistente de relaciones numéricas y armónicas, cuyas unidades y proporciones son generados radialmente y de los cuales, en parte y en suma, todas las unidades poseen una relación radial entre sí.
Todos los matemáticos tetradimensionales son radiales.
Todas las matrices radiales son series de números enteros.

No hay números irracionales o quebrados, sino simples series de fractales y relaciones , cuyo poder de magnificación exponencial es infinito.
A la totalidad de series radiales de órdenes diametralmente opuestos y las series de números de los cuales están compuestos nos referimos como una matriz, el orden autogenerado subyacente del tiempo como la cuarta dimensión.

Es por eso que el tiempo(cuarta dimensión), no puede consebirse correctamente como lineal, como tampoco puede decirse que tenga un punto de partida ni un punto final.

En estos momentos la red conciencia icosadodecaedrica está produciendo el colapso del tiempo lineal de la tercera.

Simultaneamente estan fusionando la nueva dimensión, la cuarta con la tercera.
Por eso adviertes que algunos momentos del día son unpoco extraños
Esta res geométrica es muy notoria en nuestro cuerpo.
Puede ser que sientas síntomas que no tienen relación con una dolencia orgánica.

Las señales van desde mareos, intensas ganas de dormir, o por el contrario ningún deseo de hacerlo, dolores de cabeza que duran corto tiempo, etc.
Podemos decir que la cuarta dimensdión ya es un nuevo planeta que está sobre la tierra de tercera dimensión.

Sin embargo la disposición molecular es otra, por lo cual es invisible a nuestro mundo material.

Algunos datos de conciencia de cuarta dimensión:
Los polos se reúnen casi hasta desaparecer.
No necesitamos del conflicto para crecer.
El amor y la luz comienzan a brillar cada vez más.
La primera consecuencia es la eliminación total del temor psicológico.
El pensamiento es creativo.
Crea instantáneamente lo que necesita en ese momento.
Perdemos casi toda densidad que nos acompaño en la dimensión actual.
La conciencia de cuarta dmensión es grupal.
El avance individual afecta positivamente al grupo.
En antropología a esta conciencia se la llama sinergía.
De la misma forma el avance del grupo es el avance individual.
La esfera, el tiempo, es unidad.

Volviendo a los geometrias nos queda el desarrollo de la espiral: otra de las formas de lenguaje de la luz.
Todos los cuerpos geométricos señalados anteriormente se complementan con la espiral.

La espiral es la figura geométrica que genera el corazón cuando ama.

Hoy por lo menos se generan dos espirales.

Una que apunta hacia abajo, que es la receptiva y otra la proyectiva que apunta hacia arriba.

La espiral femenina nos permite recibir información del cosmos.
La masculina proyecta nuestra energía para abarcar toda la vida allí donde se encuentre.
La espiral une todos los cuerpos geométricos y los hace viajar en el espacio.

Por lo tanto cada sólido Platónico es una nave de conciencia.

Existen 2 espirales: la Aurea y la Fibinacci.

La Aurea es una espiral cósmica, como nuestra galaxia.
La espiral aurea no tiene principio ni fin.

La de Fibonacci comienza en punto determinado, es decir en nuestro corazón, y se une en el espacio con la aurea.
De esta manera, el amor es la inteligencia que conecta con la gran sabiduría del universo.
También nuestro cuerpo sigue el desarrollo de la Fibonacci.

Los mantras (cantos), tienen interiormente la estructura de la espiral.
Por eso se necesita repetirlos, ya que con la repetición se va formando la espiral en el espacio.

La espiral Fibonacci es utilizada por toda la naturaleza para crecer: girasoles, caracoles, piñas de aárboles, etc.
Otro ejemplo de la espiral Fibonacci lo representa la ubicación en el espacio de las pirámides de Gizeh.
La espiral es la llave de acceso a lo que está en tu interior.
Tu ADN tiene forma de espiral.

( Partes de este texto fueron extraidos de los Libros ( Tierra de Barbara Marciniak ) y ( MER-KA-BA de Bernardo Wikinski )

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Geometria Sagrada, los origenes de la geometria

Articulo difundido por
Ciudad Virtual de la Gran Hermandad Blanca - http://hermandadblanca.org/

lunes, 19 de octubre de 2009

PLEGARIA DEL GENIO Nº42: MIKAEL (25º 01' a 30º 00' ) Del 19 al 23 de Octubre

MIKAEL: Virtud de Dios, Casa de Dios, Semejante a Dios.
El Eterno te guardará de todo mal. El guardará tu alma.
Señor MIKAEL concédeme el privilegio
de instituir en la Tierra
el orden que rige en el Cielo.
Haz que mi inteligencia comprenda
las divinas medidas
y guíame después hacia las circunstancias
que han de permitirme exteriorizarlas.
Que Tu Luz me ilumine
para que pueda difundir sólo aquello
que es conforme a las reglas de oro.
No excites mi curiosidad hacia las cosas profanas
y haz de mí una persona ávida de secretos cósmicos.
No permitas, Señor MIKAEL
que sirva a otro soberano que no seas Tú,
ni que ostente otro poder
que el que me viene directamente de tu Trono.
Manténme, Señor, en tu obediencia,
no me apartes de la esfera de Tu Amor.
Fechas adecuadas para la invocación del Genio nº42 (Mikael)
Del 19 al 23 de Octubre.
2 de Mayo; 16 de Julio; 29 de Septiembre; 10 de Diciembre y 18 de Febrero.
Diariamente, de las 13.40 a las 14.00 horas a partir de la salida del Sol.

EXHORTO DEL GENIO Nº42: MIKAEL
Has sido llamado, peregrino,
a conquistar el mundo de lo posible.
No quiero de tí edificaciones sublimes
que, por ser prematuras, son inoperantes.
Quiero que construyas para la hora en que vives
y que lo hagas, no en piedra firme,
sino mediante leyes, mediante reglamentos.
Debes ofrecer a tus hermanos un marco
en el que les sea posible vivir la espiritualidad,
en el que les sea cómodo hacerlo
y puedan así adquirir hábitos
que han de permitirles elevar su edificio humano.
Para que puedas llevar a cabo esta obra sin contratiempos,
Yo velaré sobre tí, como lo hice con Caín;
Yo pondré en tí la señal de los elegidos
y por las noches, cuando duermas,
te acogeré en mi casa para que tu alma respire mis virtudes.
Si sigues la estela de mi nombre,
te elevarás por encima de tus contemporáneos,
y serás semejante a Dios.

viernes, 16 de octubre de 2009

DE LAS FUERZAS MAGICAS DE LA NATURALEZA

De Karl von Eckartshausen

J. Peradejordi



Hacer magia no es otra cosa

Que fecundar el mundo

Pico della Mirandola



Presentación general.

Karl von Eckartshausen, autor de La Nube sobre el Santuario (1) y de De las Fuerzas mágicas de la Naturaleza, nació en el castillo de Haimhausen (Baviera) el 28 de junio de 1752, y murió en Munich el 13 de mayo de 1803 (2). Hijo ilegítimo del conde Karl von Haimhausen y de María Anna Eckart, la hija de su intendente, llevaría el nombre de su padre y un apellido inventado que reúne los apellidos paterno y materno: Eckartshausen.

Tras una infancia bastante desgraciada y a causa de su nacimiento poco convencional, el joven Karl Eckartshausen no sería ennoblecido hasta acabar sus estudios universitarios pudiendo llamarse en lo sucesivo Karl von Eckartshausen. Nuestro autor, que recibió una educación muy esmerada y siguió con provecho sus estudios, llegaría a ser uno de los escritores más fecundos de todo Alemania y una de las figuras más importantes, sino la más, de la teosofía cristiana.

Dotado de una sensibilidad fuera de lo común, su vida se vio influenciada desde su más tierna infancia por lo mágico, por lo sobrenatural. Sabemos que, a partir de los siete años tuvo sueños y experiencias muy importantes para su vida interior, cuya interpretación le sería proporcionada por sueños posteriores. Como escribiría él mismo a otro gran teósofo, Kirshberger, «la luz que brilla en las tinieblas me proporciona el conocimiento de las cosas ocultas». La luz será precisamente una de sus obsesiones, a la que dedicará opúsculos enteros (3). En La Nube sobre el Santuario (4) nos explica que «así como la luz exterior nos ilumina por el camino de nuestra peregrinación, la luz interior nos ilumina por el camino de la salvación». Podemos, pues, hablar de una «Teosofía de la Luz», incluso de una «Filosofía de la Luz», basadas en su experiencia y en su contacto con la realidad trascendente. En el texto que presentamos, Eckartshausen afirma categóricamente que «mediante la luz hallará el mago sabiduría y fuerza» y que «la luz que conocemos en este mundo caído es sólo un reflejo, un préstamo de los sentidos y puede conducir al conocimiento o a la ciencia, pero nunca a la sabiduría».

Para Eckartshausen, «la luz física percibida por el hombre no es la verdadera luz, sino únicamente un símbolo de nuestra patria celeste».

En 1770, Eckartshausen se matriculó en la Universidad de Ingolstadt, dirigida por jesuitas, donde permanecería unos tres años. En 1774, tras unos estudios particularmente brillantes, obtuvo el Absolutorium.

En 1776, seguramente gracias a las influencias de la familia paterna (su padre era consejero privado del Príncipe Elector), obtiene el puesto honorífico, pero escasamente remunerado de Consejero Aulico, estrechamente relacionado con las actividades de tipo jurídico a las que se dedicaría a partir de 1779.

En este mismo año se casó con Genoveva Quiquérez, de oscuro origen, que fallecería al cabo de dos años. En 1781 se casa de nuevo, con Gabriela von Wolter, hija de Johann Anton von Wolter, médico personal del Príncipe Elector, Karl Theodor, y director de la facultad de Medicina de la Universidad de Ingolstadt. Al poco tiempo nace el fruto de este matrimonio, Sophia Teresia Gabriela.

En 1777, Eckartshausen fue admitido en la Academia de las Ciencias de Munich, de la que fue miembro asiduo hasta el año 1800, y donde pronunciará un gran número de conferencias. El director de la sección histórica de dicha academia, Ferdinand von Sterzinger, se interesaba, como nuestro autor, por la magia y los fenómenos ocultos. En esta misma academia realizaría toda una serie de experimentos físicos y alquímicos que influyeron de un modo decisivo en sus obras.

Entre 1780 y 1783, nuestro autor se dedicó especialmente a su trabajo como jurista, en el que intentó plasmar sus ideales humanitarios, especializándose en criminología. Como escribe su biógrafo, Antoine Faivre (5): «Estas actividades lo influencian profundamente; en vez de endurecer su corazón, desarrollan su piedad, hacen de él un defensor de los débiles y de los oprimidos». Su producción literaria de aquella época estuvo estrechamente vinculada con su trabajo. Uno de los muchos opúsculos que por aquel entonces puso en letras de molde llevaba por título De los orígenes de los delitos y de la posibilidad de evitarlos.

En 1780, Eckartshausen ingresó en el Colegio de la Censura y, a partir de entonces, trabajando como censor, se encargaría especialmente de la revisión de obras sobre Derecho y Literatura.

Unos tres años después, la Corte le ofreció el puesto de Archivista Secreto, empleo bien remunerado que, si bien le solucionaría sus problemas económicos, le atraería no pocas envidias. En 1786 publicó una obra titulada De la organización práctica y sistemática de los Archivos Principescos en general. Su trabajo como censor y como archivista, al que dedicaría la mayor parte de su tiempo, le permitió, sin embargo, leer muchísimo y enriquecerse culturalmente.

A partir de 1788, año en que publicó unas Aclaraciones sobre la magia que tendremos ocasión de citar varias veces en este trabajo, la producción literaria de nuestro autor se centró sobre todo en temas esotéricos. Sin embargo, el teatro ocuparía un lugar preeminente dentro de su obra; escribió, publicó y estrenó con cierto éxito varias obras de este género.

Al mismo tiempo que persigue una búsqueda de tipo filosófico o especulativo, Eckartshausen se entrega también a experimentos de tipo práctico en campos como la física o la alquimia. En 1798, por ejemplo, publicó un tratado sobre Los descubrimientos más recientes sobre el calor y el fuego, que le supuso dos años de experiencias prácticas.

En 1799 publicó un artículo que no se atrevió a firmar, en el que pretendía reducir todas las ciencias a un principio universal «que permite descubrir en todas las artes y todas las ciencias lo que hasta entonces sólo había sido considerado como el efecto del azar». En este escrito, Eckartshausen demuestra que el principio de la materia es indivisible e incorruptible. Para él, todos los fenómenos de la naturaleza se producen por síntesis y análisis de la luz. La sombra también es materia real, susceptible de ser concentrada hasta volverse palpable. En el tratado que hoy presentamos, asegura que «la oscuridad y la luz son verdaderas sustancias». Unos años antes, había construido una máquina que permitía relacionar los olores con los colores, gracias a la cual descubrió que existía una analogía entre los colores, las ideas, los olores y las pasiones. Tanto esta máquina como sus investigaciones en este campo le atraerían también problemas y enemistades, ya que se pretendió que «quería introducir en la Academia cuestiones de Teosofía y de Cábala».

Poco después, publicó otro polémico artículo titulado Nuevos descubrimientos sobre la incorruptibilidad de las cosas, la conservación y la perpetuación de los seres, en el que afirma ser capaz de aislar la materia luminosa de los cuerpos.

Con todo, la obra más famosa de Karl von Eckartshausen no aparecerá hasta un año antes de la muerte de nuestro autor: La Nube sobre el Santuario o algo que no sospecha la orgullosa filosofía de nuestro siglo, que alcanzaría un gran éxito y pronto sería reeditada y traducida a varios idiomas.

Hasta aquí hemos visto a grandes rasgos cómo era el personaje exterior, público. Sin embargo, al menos a nuestros ojos, el realmente importante es el Eckartshausen secreto, el miembro de la Comunidad luminosa de Dios, la «Escuela Interior» «dispersa por todo el mundo pero gobernada por una verdad y unida por un espíritu» (6). De ésta, obviamente, no se puede hablar sino desde dentro; pero lo que queramos averiguar del Eckartshausen secreto y de la Escuela Interior lo hallaremos en sus obras.

Reconocemos que es difícil, con los pocos datos que hemos dado, hacerse una idea de la extraordinaria importancia de nuestro autor, Quizá podamos suplir esta falta repasando algunas de las ideas principales que nos ha dejado en sus escritos.

Eckartshausen es un espíritu inquieto, a quien todo le interesa: ha escrito poesía, teatro, novela y ensayo. Con toda certeza él mismo tradujo, al menos parcialmente, muchos de los textos en los que basa sus especulaciones.

En sus numerosos ensayos, nuestro autor desarrolla un complejo sistema cosmogónico, escribe páginas admirables sobre Dios y el Hombre, se interesa por el mundo de los espíritus y no se avergüenza de confesar que está en contacto con ellos y que les debe no pocas inspiraciones. Por otra parte, también nos avisa de los peligros que comporta este tipo de comercio. Con todo, lo que realmente le interesa a Eckartshausen, su gran preocupación, es la religión. En La Nube sobre el Santuario (7) escribe que «la religión está destinada a reunir en él (el templo) al hombre con Dios» y en el texto que presentamos «la religión consiste en este único y gran misterio de la redención, que se nos revela de una manera meramente simbólica en todas las ceremonias y representaciones religiosas».

La abrumadora erudición de nuestro autor abarca todas las disciplinas, profanas o esotéricas y su pluma toca brillantemente casi todos los temas. En De las Fuerzas mágicas de la Naturaleza cita profusamente las Sagradas Escrituras (8) y se apoya en ellas. Comienza presentándonos un tema apasionante para muchos como es la magia para acabar hablando del que realmente le interesa: la religión, como si la verdadera finalidad de este libro fuera revelarnos los arcanos de esta última. Nuestro autor cita a Bacon de Berulamio que afirmaba que «sólo un filósofo superficial se permite despreciar la religión». Eckartshausen escribió este breve tratado para mostrar a quienes buscan la verdad que existe una completa armonía entre lo espiritual y lo físico. La traducción que ofrecemos, realizada a partir del texto original alemán es la única que conocemos. Ojalá anime a que se traduzcan a nuestro idioma otros textos del gran teósofo alemán.

Karl von Eckartshausen y la magia

El lenguaje del texto que presentamos es un lenguaje técnico, difícilmente comprensible para el profano, pero que impactará por su sencillez e inspiración al buscador sincero. Nuestro autor tiene un punto de vista muy particular de la magia, una visión que no parece pertenecer a ninguna escuela en concreto. Para él, la magia es, ante todo, una fuerza. Una fuerza que tiene su efecto en e interior de los seres y que funciona por atracción, por afinidad, por simpatía, permitiendo manifestar lo interior en el mundo exterior. Pero, al mismo tiempo, la magia es «una obra interior en la que se pone en juego lo natural y lo sobrenatural» y «a cada operación mágica le corresponde un previo despertar del espíritu» (9) La acción de la magia es posible gracias al más fino y sutil de los aires, el éter. Este es, declara nuestro autor, el mayor misterio de la magia natural: «El éter es como un espejo donde se refleja todo». Contemplándolo el mago tiene acceso a la omnisciencia. Este «Ser de todos los seres», como le llama Eckartshausen, es «una fuerza circular que actúa en siete facetas cada una de las cuales remite a la otra...». Podríase decir que el éter es la fuerza que mueve las fuerzas, el espíritu astral que está por encima y en situación de analogía con las siete fuerzas astrales, las fuerzas invisibles de la Naturaleza.

Estas fuerzas astrales dependen de una capacidad humana que es la imaginación creativa, capacidad de orden trascendente que no hay que confundir con la fantasía o la alucinación. Esta capacidad no se puede desarrollar mediante la ingestión de drogas o narcóticos; antes al contrario, éstos pueden influir nocivamente sobre ella.

La imaginación creativa es una Einbildungskraft, o sea «una facultad capaz de crear una imagen a partir de otras, de asimilar, de unir.»

El mago trabaja sobre esta imaginación creativa a través del deseo. Este es, en cierto modo, la simiente del objeto deseado. Si esta simiente es plantada en la tierra conveniente y es oportunamente regada, el mago obtendrá el fruto deseado. Pero, por regla general, el hombre común sólo desea de un modo inconsciente, sin tener una idea clara y precisa de aquello hacia lo que aspira, y más que deseo, su anhelo debería llamarse «capricho». La voluntad es algo que el hombre ha perdido, al menos parcialmente, con la caída, pero que puede ir recuperando.

«El espíritu astral está sujeto a la voluntad del ser humano y puede hacerse activo y tangible mediante la voluntad humana».

Más de un autor ocultista de nuestro siglo ha comparado la magia con los aparatos de radio, con frecuencias, sintonías, etc. Eckartshausen nos explica que «existe una franja o ámbito en el cual el ser humano puede entrar en contacto con el Espíritu universal; en este ámbito, el espíritu humano y el Espíritu universal forman un «Continuum». Cuando conoce esta «franja» y permanece en contacto con el Espíritu universal, el deseo del mago se realiza.»

Por otra parte, «el arte de la magia no debe confundirse con ciertas prácticas supersticiosas (...) La magia tiene un origen mucho más elevado y se fundamenta en el conocimiento de Dios y de la Naturaleza.»

Macrocosmos y Microcosmos

Para Eckartshausen, todo lo visible está íntimamente ligado con lo invisible por leyes eternas, pues ambos constituyen una cadena única, por lo cual, en la pura inteligencia suprema no hay ni «arriba» ni «abajo», ni «dentro» ni «fuera». Nuestro autor coincide con otros teósofos cristianos como Boehme para quien «los seres vivos imitan en su estructura al mundo astral en su totalidad: lo que está arriba es como lo que esta abajo».

Todas las cosas están ligadas entre sí por lazos invisibles y no evidentes. Incluso la cosa más pequeña tiene su importancia, ya que está en relación con el todo. El cambio más pequeño puede producir los mayores trastornos: en esto radican la efectividad y el peligro de la magia.

«El mundo visible, con todas sus criaturas, no es más que la figura del mundo invisible; lo exterior es la signatura de lo interior... Lo interior trabaja constantemente para manifestarse en el exterior.» Los espíritus de la Naturaleza obedecen a la voluntad del mago porque «Macrocosmos y Microcosmos están unidos.» «Todo lo que está en el interior, así como la manera en que actúa, se manifiesta en el exterior».

La humildad y los símbolos

El estudio de los símbolos es indispensable en Magia, dada la armonía existente entre los seres y las cosas de los tres mundos. Según nuestro autor, el estudio de los símbolos permite comprender con el corazón lo que podría estar vedado a la orgullosa inteligencia. «El cuerpo humano, opina Eckartshausen, nos proporciona ejemplos preciosos de una analogía no sólo poética, sino real y fundada sobre los hechos: el hombre que sube por una cuesta, inclina la cabeza hacia abajo, Aquel que desciende, por el contrario, la levanta. Esto significa que la humildad es necesaria para aquel que quiere subir y que el orgulloso realiza lo contrario de un progreso.» (10)

El hombre puede alcanzar el conocimiento de las verdades superiores gracias a los símbolos de este mundo, pues el cuerpo visible es el símbolo o la sombra de uno invisible. El hombre es un Microcosmos que está en relación exacta con el espíritu del Macrocosmos.

«Toda forma es la letra viva de un alfabeto; en la naturaleza podemos leer como en un libro abierto el amor, la verdad y la sabiduría de Dios.» La lectura de los símbolos nos elevará hasta las formas primordiales de esta escritura.

Pero el acceso a la comprensión de los símbolos, vedado a la orgullosa inteligencia, es sobre todo «un camino del corazón».

Adán: El hombre

Una parte importantísima del pensamiento de Eckartshausen parece centrarse en un tema que se repite en prácticamente todos sus ensayos: el hombre. En efecto, Adán era el punto central, el rey de la Creación. El hombre actual, caído y exiliado, si bien ha perdido las prerrogativas adámicas, conserva sin embargo una cierta nostalgia del estado luminoso de nuestro primer padre. Eckartshausen sabe ver más allá de las apariencias e intuye el singular destino del hombre, su ignorada grandeza.

«El primer hombre era un gran mago que cayó y perdió su sabiduría», escribe. Por ello la magia, entendida como la entiende nuestro autor, es ante todo el medio de volver a unir religiosamente al hombre con su Creador.

Creado a imagen y semejanza de Dios, el hombre está destinado a una felicidad semejante a la de su Creador. En el paraíso, el hombre tenía un Cuerpo de Luz, un cuerpo «constituido por energía concentrada de la luz y de los elementos, antes de que estos elementos fueran destrozados por la maldición.» Según nuestro autor, este cuerpo estaba compuesto por tres partes de luz y una de materia. Además, el hombre era libre: su libertad consistía en permanecer atado a la unidad divina o alejarse de ella. Al alejarse de ella a causa del deseo, el ser humano primordial, el hombre de luz, cae en el mundo imperfecto de la materia. Este estado es comparado por Eckartshausen a un envenenamiento:

«La enfermedad de los hombres es un verdadero envenenamiento; el hombre ha comido del fruto del árbol en el que dominaba el principio corruptible y material y se envenenó al disfrutarlo». (11)

Su cuerpo, constituido, como hemos visto, por energía lumínica concentrada, no tenía que haberse alimentado más que de alimentos incorruptibles, de alimentos luminosos, pero probó el alimento perecedero, con lo que se volvió perecedero y mortal.

El hombre está en la tierra para alcanzar el más alto grado de felicidad, pero no en el tiempo, sino en la eternidad. Sin embargo, en este mundo, puede encontrar «el punto a partir del cual se extravió».

Las imágenes que utiliza para explicarnos est único misterio de la caída y de la restauración son a veces conmovedoras: «El hombre es semejante a un fuego concentrado y encerrado en una envoltura grosera; está separado del fuego primordial al cual aspira a unirse». «Hemos de quemar la envoltura que nos recubre de modo que este fuego no se reduzca a una simple chispa. Entonces consumirá todo lo que es impuro, modificará el cuerpo, lo hará receptivo a Dios...» «Esta alquimia es facilitada por el hecho de que existe, en lo más secreto de la naturaleza física, una substancia pura que puede ayudarnos a liberar el alma divina encerrada en nosotros: esta substancia es la esencia paradisíaca que la caída del hombre encerró en la materia grosera y que desde entonces languidece bajo sus cadenas».

Para Eckartshausen, el hombre «es el objeto más importante del mundo. Los dos órdenes de conocimiento en los que participa hacen de él como un árbol cuya raíz es el espíritu: el tronco y las ramas las facultades; el follaje, las palabras; las flores, la voluntad; el fruto, la virtud. ¡Ay del árbol que no lleva frutos!»

La caída y la redención

El tema de la caída es uno de los que Eckartshausen trata más prolíficamente, sobre todo en las obras relacionadas con la magia y el esoterismo. Veamos, a grandes rasgos, cuáles eran sus ideas al respecto.

Antes de la caída, el hombre era sabio, pues estaba unido a la sabiduría: después de este funesto acontecimiento fue separado de ella.

Creado para la contemplación y el goce espirituales, Adán, disponiendo de la libertad (12) que Dios le había dado, quiso gozar de los bienes materiales que le estaban sometidos, pero para ello necesitaba un cuerpo más grosero.

Ello nos indica que todo, incluso la caída, tiene un sentido providencial. Como señala Louis Cattiaux en su Mensaje Reencontrado (XXV-44): «La caída del hombre tiene una finalidad divinamente elevada, que es la adquisición de un cuerpo bajo y su glorificación en Dios.»

En el jardín de Edén, Adán era feliz. Su felicidad consistía en contemplar las energías de la Unidad y en gozar, participando de ellas, de la energía divina original. Esta idea de «gozar» que está totalmente de acuerdo con la etimología hebrea de Edén, que significa ‘voluptuosidad’, merece quizá un breve comentario. En latín, ‘gozar’ es fruor (de ahí viene la palabra castellana ‘fruición’). De fruor procede fructus, ‘goce, placer, deleite, usufructo’, y también ‘fruto’.

En la simbología cristiana, el fruto representa la palabra. En un antiguo texto cristiano, la Epístola a Diogneto (13) podemos leer: «Aquellos que aman verdaderamente a Dios se vuelven un paraíso de delicias. Un árbol cargado de frutos, de vigorosa savia, crece en ellos y son ornados con los frutos más ricos». Y en otro texto, esta vez un delicioso fragmento de un discreto autor del Siglo de Oro español, la Visión delectable de Alfonso de la Torre, refiriéndose a los profetas, podemos leer: «aquestos en su vida han la visión de Dios en su fruición, en la cual es la alegría y el gozo tan grande, que excepto aquélla, todas las cosas del mundo les parecen un poco de lodo».

Recordemos que, precisamente hablando de profetas, el Evangelio según Mateo (VII-16) nos dice «por sus frutos los conoceréis».

Sacerdote de la divinidad, mago verdadero, Adán había recibido el conocimiento del orden de las cosas y su misión era colocarlas en el lugar que les correspondía. De este modo, el primer hombre hacía de puente entre la materia y el espíritu; era el coadjutor de Dios. Era «una criatura intermediaria que religaba el mundo espiritual con el mundo sensible.»

La caída es, para Eckartshausen, «un envenenamiento». El primer efecto de este envenenamiento fue que «el principio incorruptible (el que podríamos llamar cuerpo de vida, al igual que la materia del pecado es cuerpo de muerte) cuya expansión constituía la perfección de Adán, se concentró en el interior y abandonó el exterior al dominio de los elementos».

De este modo, el hombre caído perdió la capacidad mágica quedando el mundo exterior fuera de su dominio. Las consecuencias naturales de esta pérdida de luz, continúa Eckartshausen, «fueron la ignorancia, las pasiones, el dolor, la miseria y la muerte.» Revestido de un cuerpo inmortal, Adán no tenía porque haber conocido la muerte. Pero nuestro primer padre pecó, siendo el pecado ante todo «un pecado de egoísmo». «El egoísmo es obra de Lucifer y la causa de la caída de Adán».

A pesar de la caída adámica, el jardín de Edén no ha desaparecido, pero «está lleno de cardos y espinas». A pesar de que nuestros sentidos se alejan de ella, existe una fuerza luminosa que imanta nuestro centro hacia la Unidad. Todo el secreto consiste en saber despertarla de un modo suave.

El Sensorium

Las fuerzas mágicas operan en un órgano concreto. «Quien conoce ese órgano y sabe la manera de apropiárselo o entrar en contacto con él, posee el poder mágico sobre la naturaleza entera». «Dios expresa un sol espiritual que religa lo finito a lo infinito. Este sol es el órgano de la omnipotencia; los persas lo llamaban Ormuz, los judíos Jehová, los griegos Logos». «Este órgano es la naturaleza inmortal y pura, la substancia indestructible que lo vivifica todo y lo lleva a la más alta perfección y felicidad; el primer hombre fue creado a partir de esta substancia que es el elemento puro». Este párrafo impresionante, que alude al misterio eucarístico (la Sagrada Forma es redonda, como el disco solar), es sin duda revelador de una libertad espiritual que sitúa a nuestro autor por encima de las formas, por encima de los dogmatismos.

Eckartshausen nos habla también de «un aceite de unción que renueva al hombre». Este aceite, que reside en lo más profundo de la materia física, es llamado «Electrum, el elemento divino, el órgano o vehiculum del espíritu de Dios, el vestido de oro de la hija del rey». Este «Electrum charmal aetherum es el Verbo físico y glorioso, el cuerpo del Mesías». (14)

Nuestro autor lo describe como «un aceite verdadero, luminoso e incombustible: aquel que es ungido con él después de una preparación suficiente, se convierte en un verdadero rey y en un sacerdote de Dios; el Espíritu Santo actuará a través de él y se lo enseñará todo».

Este principio vivifica lo que está muerto y desarrolla la luz que está enterrada en nosotros, disolviendo el «gluten» (15) de la sangre.

La regeneración

El hombre es un ser caído en un mundo tenebroso, separado de la luz original, y la aceptación inteligente y humilde de esta realidad es la base para vencer el orgullo que nos ciega y para volver a reencontrar nuestro estado glorioso.

Pero, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo empezar? Eckartshausen se nos revela como un gran maestro cuando nos dice que «La oración es el primer paso que nos conduce a la regeneración.»

«La regeneración es un re-nacimiento, una transfiguración que nos asegura la paz con nosotros mismos y con la naturaleza entera». (16)

«La posibilidad de recuperar nuestro cuerpo luminoso reside siempre en nosotros como un grano listo para germinar».

Existe, en la naturaleza física «una substancia pura que puede ayudarnos a liberar la chispa divina encerrada en nosotros; esta substancia es la esencia paradisíaca que la caída del hombre encerró en la materia grosera y que desde entonces languidece bajo sus cadenas.» (17)

El secreto de la regeneración consiste en hacer desaparecer la corteza que mantiene prisionero al corazón divino: esta es la construcción del templo en el cual Dios, la naturaleza y el hombre estarán unidos para siempre.

«La verdadera ciencia real y sacerdotal es la ciencia de la regeneración, es decir la reunión de Dios con el hombre caído». (18)

«Construir el verdadero templo es destruir la miserable cabaña adámica y substituirla por el templo de verdad; es desarrollar en nosotros el sentido interior a fin de que el principio metafísico incorruptible supere al principio terrestre.» (19)

La regeneración no se refiere sólo al hombre: abarca a la naturaleza entera, que éste arrastró en su caída. «La naturaleza aspira a su restauración: espera con nostalgia el momento en el que la humanidad alcanzará la más alta perfección.»

La oración

La característica principal del estado caído del ser humano es la separación. En este mundo estamos separados de la unidad, del centro, de Dios. Como escribe Eckartshausen, «Un espacio intermediario se interpone entre nosotros y el objeto de nuestra búsqueda; la oración elimina este espacio.» Hemos visto que la oración era el primer paso que conduce a la regeneración. Pero, ¿qué es la oración? ¿De dónde procede?» «La verdadera oración, declara uno de los protagonistas de una de las novelas de nuestro autor, no procede de la sinagoga ni del magnífico templo cristiano, sino del corazón del hombre.» Una vez purificado, éste es sin duda el lugar donde se produce la fecundación de la que habla el gran cabalista cristiano Pico della Mirandola con cuyas palabras encabezamos esta introducción, y que es el verdadero sentido de la magia.

En una oración dirigida a la «luz eterna», aquella que brilla en las tinieblas y que éstas no han recibido, Eckartshausen pide «que su propia voluntad abdique a fin de que su corazón se convierta en un lugar santo y que la divinidad se exprese de nuevo en él, como en todos los demás hombres separados de Dios a raíz de la caída.»

Sin duda por ello la oración, este diálogo en la intimidad del corazón entre nuestra chispa divina y la divinidad libre, que se entabla con y durante el estudio unitivo de las Sagradas Escrituras, es el medio más eficaz para que pueda realizarse en nosotros, en la tierra y en el cielo unidos, la voluntad de Dios, como sugiere la más famosa y acaso la más mágica de las oraciones.

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1 La Nube sobre el Santuario (1802). Existen, al menos, tres traducciones españolas distintas de este texto extraordinario. Recomendamos la de Joan Mateu Rotger, La Nube sobre el Santuario, Cartas Metafísicas, Ed. Obelisco, Barcelona, 1992.

2 Todos estos datos biográficos han sido tomados del excelente trabajo de Antoine Faivre, Eckartshausen et la Théosophie Chrétienne, Ed. Kliensieck, París 1969. Se trata, sin lugar a dudas, del mejor libro que se ha escrito sobre el teósofo alemán.

3 Die neuesten Entdeckmugen über Licht, Wärme und Feuer, Munich, 1798.

4 K. v. Eckartshausen, La Nube... Op. Cit. p. 13.

5 Eckartshausen, Op. Cit., p. 53.

6 Eckartshausen, Op. Cit., p.38

7 Eckartshausen, Op. Cit., p.54

8 En sus Noches místicas, p. 269 Munich, 1791, Eckartshausen escribe que «la regeneración es la transformación del hombre-animal en hombre-espíritu» recuperándose así la dignidad perdida y que «la revelación nos ayuda a reencontrarla».

9 En sus Aclaraciones sobre la magia, IV-99, Munich, 1788, nuestro autor opina que «El espíritu de Dios en un alma regenerada, esa es la verdadera magia».

10 Aclaraciones sobre la magia, Op. Cit., IV-378.

11 Eckartshausen, La Nube..., Op. Cit., p. 95.

12 En su libro Sobre los jeroglíficos más importantes del corazón humano, Eckartshausen señala que «la libertad de Adán consistía en permanecer atado a la Unidad o alejarse de ella».

13 Citado por Jean Daniélou en Les symboles chrétins primitifs, Ed. du Seuil, París, 1961, p. 39. 14 Sobre los Misterios más importantes de la Religión, p. 83, Munich, 1823.

15 «Más cercano a la animalidad que al espíritu» el gluten «constituye la materia del pecado; sus efectos varían según el modo en que es modificado por las excitaciones sensibles». «Esta substancia es también la causa de la ignorancia y produce putrefacción»

16 Aclaraciones sobre la Magia, Op. Cit., IV-16.

17 Aclaraciones sobre la Magia, IV-73.

18 La Nube, p. 99.

19 La Nube, p. 30.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Sobre el Pentagrama en Fausto, 1ª parte, escena 1ª

El pentagrama es lo que se llama en cabala el signo del microcosmos, ese signo de que Goethe ensalza el poder en el hermoso monólogo de Fausto:

"¡Ah, cómo a esta vista todos mis sentidos se extremecen! Siento la joven y santa voluptuosidad de la vida rebullir en mis nervios y hervir en mis venas. ¿Era un Dios el que trazó este signo que aplaca el vértigo de mi alma, llena de alegría mi pobre corazón, y, en un vuelo misterioso, desvela alrededor de mí las fuerzas de la Naturaleza? ¿Soy yo un dios? Todo se aclara ante mi vista; veo en esos sencillos trazos la Naturaleza activa revelarse a mi espíritu. Ahora, por vez primera, reconozco la verdad de esta palabra del sabio. ¡El mundo de los espíritus no está cerrado!¡Tu sentido es obtuso, tu corazón está muerto! ¡En pie! Baña, ¡oh adepto de la ciencia!, tu pecho, todavía envuelto en un velo terrestre, en los esplendores del naciente día!..."

-Del Dogma y Ritual de la Alta Magia de Eliphas Levi-

PLEGARIA DEL GENIO Nº41: HAHAHEL (20º 01' a 25º 00')

Fechas adecuadas para la invocación del Genio nº41 (Hahahel)
Del 14 al 18 de Octubre.

HAHAHEL: Dios en Tres Personas.
Eterno, libera mi alma de labios inicuos y de la lengua engañosa.
HAHAHEL, Transmíteme, Señor, tu aliento,
con la fuerza implacable de quien da un hachazo,
para que tu mensaje penetre en mí
violentamente,
y no pueda perderse ni una sola gota de ese Amor
en mundanos devaneos.
Ayúdame, para que ese Amor que de tí recibo,
vuelva a las fuentes primordiales
enriquecido con mi propio amor humano,
tejido de obras y sacrificios.
Permíteme, Señor, ser el gran protagonista de tu pureza
y no toleres que mis labios exijan de otros
aquello que yo mismo debo restituirte.
Manténme, Señor, atado a Tu Luz,
para que pueda ser, en todo momento y en todo lugar,
tu perfecto misionero.
Fechas adecuadas para la invocación del Genio nº41 (Hahahel)
Del 14 al 18 de Octubre.
1 de Mayo; 15 de Julio; 28 de Septiembre; 9 de Diciembre y 17 de Febrero.
Diariamente, de las 13.20 a las 13.40 horas a partir de la salida del Sol.

EXHORTO DEL GENIO Nº41: HAHAHEL
Yo soy la primavera y el otoño,
el reverdecer tras un ciclo de experiencias,
el ardor juvenil que nace de la madurez,
una vuelta atrás
para recuperar el vigor de los años tiernos
y conquistar cimas que ya no se esperaban.
Soy el Abraham que genera Isaac a los 99 años,
soy esa fuerza imprevista que mana de la razón viva
para iniciar nuevos ciclos.
Soy el Amor que va al Amor,
lo Esencial que va a lo Esencial,
sin detenerse,
y por el camino tortuoso de los sentimientos.
Ojalá puedas seguir mi itinerario
sin sentir la necesidad de detenerte
en la contemplación de espectáculos humanos;
porque entonces descubrirás
la grandiosidad del Amor sin fronteras,
sin estrategias, sin objetivos.
Sabrás lo que es Amar por naturaleza,
amar por amar,
amar porque no es posible proceder de otro modo.
Entonces tus labios sólo se abrirán
para formular plegarias,
para cantar, exaltados,
la gloria de lo esencial.

martes, 13 de octubre de 2009

EPÍSTOLA DEL FUEGO FILOSÓFICO

Jean Pontanus

Traducción: A. Ballester



Introducción:

Tenemos el gran placer de ofrecer a nuestros lectores esta auténtica perla de la literatura alquímica del s. XV, titulada en latín Epístola de Igne Philosophorum de Johannes Pontanus.

En la introducción a la traducción francesa (1), su autor interpreta el seudónimo de nuestro autor anónimo:

Pontanus procedería de dos palabra griegas, pontios, que designa la divinidad del mar y anuo, que significa ‘lo que acaba o realiza una obra’; es el «medio» sin el cual es imposible llevar a cabo una labor.

Recomendamos encarecidamente a todos los inquisidores de la ciencia hermética, la atenta y repetida lectura de esta breve enseñanza de un maestro verdadero.

Epístola del fuego filosófico

Yo, Jean Pontanus, he visitado múltiples regiones y reinos -a fin de conocer verdaderamente qué es la Piedra de los Filósofos- y después de haber recorrido los confines del mundo sólo he encontrado falsos filósofos y farsantes. Sin embargo, por un continuo estudio de los libros de los Sabios, aumentándose mis dudas, he encontrado la verdad; pero aún conociendo la materia he errado doscientas veces antes de poder encontrar la operación práctica de esta verdadera materia.

Primero, empecé mis operaciones por las putrefacciones del cuerpo de esta materia durante nueve meses y no encontré nada. Durante algún tiempo la puse al baño maría y del mismo modo erré.

La mantuve y puse en un fuego de calcinación durante tres meses, y operé mal. Intenté y probé todos los géneros y modos de destilaciones y sublimaciones, según lo que los Filósofos dicen o parecen decir, por ejemplo Geber, Arquelaos y casi todos los demás y tampoco encontré nada.

Por último, intenté alcanzar y perfeccionar el objeto de todo el Arte de Alquimia, de todas las maneras imaginables: por el estiércol, el baño, las cenizas y por otros mil géneros de fuego que los Filósofos mencionan en sus libros; pero no descubrí nada válido.

Por lo cual, durante tres años seguidos estudié los libros de los Filósofos, sobre todo el único Hermes, cuyas breves palabras comprenden todo el magisterio de la Piedra, aunque hable de un modo muy obscuro de las cosas superiores e inferiores, del Cielo y de la Tierra.

Por lo tanto, toda nuestra aplicación y nuestros cuidados sólo deben estar dirigidos hacia el conocimiento de la verdadera práctica, en la primera, segunda y tercera Obra .

No se trata del fuego de baño, de estiércol, de cenizas ni ninguno de los otros fuegos que nos evocan y describen los filósofos en sus libros.

Entonces, ¿cuál es aquél fuego que perfecciona y acaba la Obra entera desde el principio hasta el final? Ciertamente, todos los Filósofos lo han ocultado; pero yo, con movido por un impulso de misericordia, quiero declararlo junto con la completa realización de toda la Obra.

La Piedra de los Filósofos es única y es una, pero oculta y envuelta en la multiplicidad de distintos nombres y antes de que puedas conocerla pasarás muchas fatigas; difícilmente la encontrarás por tu propio ingenio. Es acuosa, aérea, ígnea, terrestre, flemática, colérica, sanguínea y melancólica. Es un azufre y también plata viva.

Tiene varias superfluidades que, te lo aseguro por el Dios viviente, se convierten por medio de nuestro fuego en verdadera y única Esencia. Y quien -creyéndolo necesario- separe alguna cosa del objeto, seguro que nada sabe de Filosofía. Ya que lo superfluo, lo sucio, lo inmundo, lo vil, lo fangoso y por lo general toda la substancia del objeto se perfecciona por medio de nuestro fuego en un cuerpo espiritual fijo. Esto, los Sabios nunca lo han revelado, y , como consecuencia, pocas personas llegan a este Arte, pues imaginan que algo sucio y vil debe ser separado .

Ahora debemos manifestar y extraer las propiedades de nuestro fuego; si este conviene a nuestra materia tal como lo he dicho, es decir, si es transmutado junto con la materia. Dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no divide ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza. No sublima a la manera de Geber, Arnaldo y todos los demás que han hablado de sublimaciones y destilaciones. En poco tiempo se realiza y perfecciona .

Este fuego es mineral, invariable y continuo, no se evapora si no es excitado en exceso; participa del azufre, es tomado y proviene no de la materia sino de otro lugar.

Todo lo rompe, disuelve y congela, igualmente congela y calcina; es difícil de encontrar por la industria y por el Arte. Dicho fuego es compendio y resumen de toda la Obra, sin tomar ninguna otra cosa o por lo menos poco, este mismo fuego se introduce y es de débil ignición; porque con este pequeño fuego es realizada toda la Obra y juntas son hechas todas las requeridas y debidas sublimaciones.

Los que lean a Geber y todos los demás Filósofos, aunque vivieran cien millones de años, no podrían comprenderlo, pues este fuego sólo se puede descubrir por la única y profunda meditación del pensamiento, después será posible comprenderlo en los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los Filósofos.

Concéntrate, pues, en este fuego, porque si yo lo hubiese encontrado en primer lugar no hubiese errado doscientas veces sobre la propia materia.

A causa de ello, ya no me sorprende que tantas personas no consigan llegar a la realización de la Obra. Yerran, erraron y errarán siempre, en cuanto a que los Filósofos sólo han puesto su propio agente en una sola cosa, que Artefius ha nombrado, pero hablando sólo para sí mismo. Si no fuese porque he leído a Artefius, lo he oído y comprendido nunca hubiese llegado a la realización de la Obra.

He aquí cuál es dicha práctica: se debe tomar la materia con gran diligencia, triturarla físicamente y colocarla en el fuego, es decir, en el horno; pero también hay que conocer el grado y la proporción del fuego. A saber, es preciso que el fuego externo tan sólo excite la materia; en poco tiempo este fuego, sin manipularlo para nada, ciertamente realizará toda la Obra. Ya que putrifica, corrompe, engendra y perfecciona la obra entera, haciendo aparecer los tres principales colores, el negro, el blanco y el rojo. Y mediante nuestro fuego la medicina se multiplicará, si está conjunta con la materia cruda, no sólo en cantidad sino también en virtud.

Busca, pues, este fuego con todas las fuerzas de tu espíritu y llegarás a la meta que te has propuesto; pues él es quien hace toda la Obra y es la llave de todos los Filósofos, y en sus libros nunca la han revelado. Si piensas muy profundamente en las propiedades de este fuego antes descrito, lo conocerás, pero de otro modo, no.

Así pues, conmovido por un impulso de misericordia he escrito esto, pero para quedar satisfecho debo decir que el fuego no está en absoluto transmutado con la materia como dije antes. He querido decirlo y advertir a los prudentes de estas cosas, para que no gasten inútilmente su dinero y sepan de antemano lo que deben buscar, por este medio llegarán a la verdad del Arte, de otra manera, no.

A Dios





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1. Introducción de M. Bernard Biebel. Ed. de la Maisnie, Paris 1981.

2. El texto original de la Epístola del fuego del fuego filosófico se encuentra en la Biblioteca Nacional de París, manuscrito 19969. Una transcripción del mismo existe en el Theatrum Chimicum, p. 816 del tomo III, en la edición de 1602.

INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LOS SÍMBOLOS

Artículo aparecido en LA PUERTA. SIMBOLISMO

Carlos del Tilo



Cuando el símbolo es una realidad, es imposible
descubrirlo sin la Ayuda de Dios

El mensaje Reencontrado II, 44

René Guénon había formulado la siguiente pregunta en su obra Les Symboles fondamentaux de la Science Sacrée: «¿Por qué se encuentra tanta hostilidad, más o menos confesada, respecto al simbolismo? Ciertamente – decía -, porque es un modo de expresión que se ha convertido en algo completamente ajeno a la mentalidad moderna, y porque el hombre está naturalmente inclinado a desconfiar de aquello que no entiende,... el simbolismo es todo lo contrario de lo que le conviene al racionalismo y todos sus adversarios se comportan, algunos sin saberlo, como verdaderos racionalistas».

En efecto, el símbolo se dirige a la intuición de la fe y no a las especulaciones de la razón, puesto que el símbolo encierra una realidad que sólo puede conocer aquel que la ha experimentado. Por ello, mientras sea el símbolo objeto de fe, el hombre no puede sino explicar un símbolo mediante otro, y corre así el riesgo de contentarse con este juego, olvidando que los símbolos sólo existen para recordar los misterios de la ciencia divina.

Hablando de símbolos, es necesario en primer lugar comprender de qué se trata, y para este fin, se precisa, como siempre, buscar el sentido etimológico de la palabra. Símbolo significa «signo de reconocimiento», pues, éste es el sentido exacto de la palabra griega symbolon, del verbo symballo, juntar, reunir; symbolé significa ajuste. El término se refería primitivamente a «un objeto partido en dos del que dos personas conservaban cada una mitad, y que transmitían a sus hijos. Estas dos mitades reunidas servían para que aquellos que las llevaran se reconocieran, y para demostrar las relaciones de hospitalidad que habían existido anteriormente».

Las dos partes separadas, una vez reunidas se ajustaban exactamente la una con la otra, para formar de nuevo el objeto primitivo. Es necesario pues que el símbolo sea reunido con su otra mitad natural, para poder constituir «el signo de reconocimiento».

Existe un símbolo esencial al que se refieren todos los demás de la ciencia sagrada y este símbolo por excelencia es el Hombre, creado a la imagen (en hebreo: bidmut) de Dios (1) Génesis V, 1. Comparemos este versículo que se refiere al hombre después de la caída, con otro versículo Génesis I, 26 que habla de la creación del Hombre primitivo, es decir, antes de la caída: «Haremos el Hombre a nuestra semejanza como a nuestra imagen Betzalmenu kidmutenu». En el principio, Dios creó al hombre uniendo su Semejanza con su Imagen Tzelem y Demut.

Como consecuencia del pecado original, el Hombre perdió la semejanza divina, que se refiere al primer término Tzelem, y se quedó sólo con la imagen divina Demut, lo que representa precisamente el Símbolo incompleto del Hombre primitivo.

De ahí el epígrafe de esta reflexión: «Cuando el Símbolo es una realidad, es imposible descubrirlo sin la ayuda de Dios».

Esta realidad que no puede ser reconocida, sino mediante la reunión con su otra mitad substancial y representada por la Ayuda de Dios, es el secreto del Hombre esencial, símbolo o mitad de la Divinidad, que está sepultado en las tinieblas del exilio de este mundo.

Veamos, releyendo el capítulo II, 18 a 25 del Génesis, que esta Ayuda de Dios consiste en algo concreto.

Así dice el Profeta: Vers.18 : «Y dijo el Señor Dios: no es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda conforme a él...» Vers. 20: «El hombre pronunció los nombres de todos los animales domésticos, de las aves del cielo y de todos los animales salvajes del campo, pero no encontró ayuda conforme a él». Vers.21: «Y el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño Tardemah (2) y durmió, y cogió una de sus costillas Tzela (3). Vers.22 : «Y el Señor Dios construyó a partir de la costilla que cogió del hombre, una mujer, y la hizo venir hacia el hombre. Vers.23 : «Y dijo el hombre: Ésta, esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne, y se llamará Ishah, ya que del hombre Ish, ha sido cogida.»

Por sí mismo, el hombre no había podido encontrar a la Ayuda conforme a él; era necesario que Dios interviniera caer su sueño Tardemah sobre él; entonces dijo el hombre: Esta vez, sí he encontrado mi complemento.

Asimismo, para descubrir el símbolo o sea el Hombre esencial, es necesario reunirlo con su «Ayuda conforme a él.»

Y esto, dicho de otra manera, viene a ser lo mismo que la «Semejanza» reunida con la «Imagen», en Génesis I, 26.

Encontramos la misma enseñanza en la tradición islámica: Después del pecado, Adán y Eva cayeron en dos lugares diferentes de la tierra (alusión a la pérdida por Adán de su Ayuda conforme a él). Arrepentido, Adán, como todo buen musulmán, emprendió el Peregrinaje a la Meca y allí, muy cerca de la ciudad santa, en el monte Arafa, encontró y reconoció a Eva que erraba tras su caída. La palabra Arafa significa precisamente: conocer, reconoce (4). Ahí, sobre la montaña santa «se reconocieron», y Adán pudo pronunciar esas palabras: «Esta, esta vez, es hueso de mis huesos...»

Descubrir el Símbolo, o sea, el Hombre, consiste en reconocer la realidad física que encierra, y ello mediante la Ayuda de Dios, es decir, lo único que permite este reconocimiento (como la llave y la cerradura).

Reconocer es «renacer con», lo que implica una experiencia sensible. Los que han hablado o escrito sobre este conocimiento experimental o Gnosis, se llaman pues Conocedores, porque describen este nacimiento y este crecimiento natural; y todas las imágenes que utilizan, no son más que los símbolos de esta única experiencia, cuyo sentido no podemos descubrir mientras no la hayamos vivido.

De lo dicho se deduce fácilmente que existe gran peligro en intentar explicar y especular por nosotros mismos sobre el sentido de los símbolos tradicionales, ya que no «conocemos» (etimológicamente) a qué se refieren; así es como nos engañamos a nosotros mismos y a los demás.

Eso no significa que no haya que estudiar los símbolos, sino que debemos dejar sólo a los conocedores el cuidado de explicárnoslos, ya que ellos siempre nos volverán a conducir al único símbolo que es el Hombre esencial reconocido y experimentado, mediante su Ayuda natural. Y todos los símbolos tradicionales no son más que las diversas expresiones de este único misterio interior.

En cambio, nosotros, los proyectamos al exterior, es decir, intentamos aprehender la revelación física que transmite el símbolo con nuestros sentidos impuros y exteriores, que resultan de la caída original.

Hay que resaltar que con mucha frecuencia en las Escrituras encontramos las siguientes advertencias: «¡Que aquel que pueda coger, que coja!», o, «¡Que aquel que tenga oídos, que oiga!», etc. ¿Cuáles son estos sentidos? Son los sentidos purificados que nos permiten oír, ver y captar las cosas de Dios, pero los sentidos del hombre exiliado se han vuelto groseros y carnales y por ello, el ídolo del que hablan las Escrituras se refiere al hombre carnal que no puede oír, ni ver, ni asir la vida. Por ejemplo, en el Salmo CXV, 4 a 8, está dicho: «Sus ídolos son plata y oro, obra de la mano del hombre. Boca tienen y no hablan, ojos tienen y no ven, oídos tienen y no oyen, olfato tienen y no huelen, manos tienen y no palpan, pies tienen y no andan, y no echan voz de su garganta; semejantes a ellos serán los que los hacen, todo el que en ellos confía».

Encontramos en el libro de Ezequiel VIII, 3 algo interesante sobre el ídolo: «Y vi la figura de una mano extendida que me cogió de una guedeja de mi cabeza y, levantándome en espíritu entre cielo y tierra, evióme a Jerusalén en una visión de Dios, junto a la puerta interior del Templo que miraba hacia el Norte, donde estaba colocado el ídolo de los celos, para provocar los celos del Señor (5)». Este ídolo ciertamente es el hombre; está situado en la entrada del Templo para representar su modo grosero de entender la imagen simbólica de la revelación, sus figuras y ritos, que provocan continuamente la cólera del Santo bendito sea. Y esto ocurre precisamente porque el hombre-ídolo tiene ojos y no ve, oídos y no oye, boca y no dice las cosas de Dios.

El ídolo está colocado al Norte del Templo, porque representa el lugar donde no hay luz, aunque es de allí de donde procede. Así comprendemos que el Ídolo, la imagen, es lo mismo que el Símbolo, separado de su complemento natural.

Por todo lo dicho, podemos afirmando os concluir que el símbolo es una realidad sensible que debe ser reunificada para convertirse en el «signo de reconocimiento». En el caso contrario, no es más que un ídolo inútil.

El Símbolo es como la cerradura de la puerta que nadie puede abrir, sino es con la llave que le corresponde exactamente

Todos los símbolos se refieren a una realidad física, pero escondida, a la que todos nos podemos aproximar por la fe y que luego se puede experimentar mediante una revelación de Dios.

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1. «Si se considera más particularmente al hombre, ¿acaso no sería legítimo afirmar que él también es símbolo, por el hecho mismo de haber sido creado a de Dios?» René Guénon, op. cit., pág. 37.

2. Tardemah: sueño; la Biblia griega (de los Setenta) traduce: éxtasis.

3. Los comentaristas hacen notar que la palabra Tzela, costilla, significa también lado.

4. Le Coran. Trad. y comentarios del Cheik Si Hamza. Sura XXII (nota del vers.129) pág. 686.

5. Ver también Salmo LXXVIII-58 : «Con sus ídolos han excitado sus celos...»

viernes, 9 de octubre de 2009

LA TORÁ SEGÚN LOS TEXTOS RABÍNICOS

R. Arola y L. Vert

Feliz el hombre que en la Torá del Señor pone su

deseo. Y en su Torá medita día y noche. Será como

un árbol plantado al lado del agua, que da frutos

a su tiempo, sus hojas no se marchitarán, todo lo

que haga tendrá éxito.

Salmos I, 1.

I. El sentido de la Torá

En un sentido inmediato, la Torá designa al Pentateuco (los cinco libros), la primera parte de la Biblia, compuesta por: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio; contiene la narración de la creación del mundo, la historia primitiva de la humanidad, la de los Patriarcas y los hebreos hasta su llegada a las fronteras de la Tierra Prometida.. La palabra Torá se traduce habitualmente por ‘ley’. (1) Esta traducción presenta, como veremos, muchas dificultades; probablemente para los antiguos traductores del hebreo al griego o latín no existía exclusivamente el sentido moral y preceptivo del vocablo ‘ley’, tal y como hoy en día la entendemos, sino que conocían y utilizaban el sentido básico de la etimología de la palabra latina lex, es decir: ‘acuerdo o contrato expreso entre dos personas o grupos’,(2) lo que permitía traducir perfectamente la unión o alianza de Dios con Moisés en el monte Sinaí; la alianza del hombre con Dios. (3)

La Torá está escrita y todo el mundo, creyentes y profanos, pueden acceder a ella; ahora bien, cuando nos acercamos con nuestra propia inteligencia, con nuestro juicio caído, no podemos descubrir la alianza primogénita del Sinaí, tan sólo encontramos la ley en su sentido moral, como preceptos de conducta, una cara exterior que, necesariamente, ha de conducir al hombre exiliado; su interior se escapa a la comprensión humana.

Rabí Isaac de Corbelensis escribió: «No pienses que la raíz de la Torá esté escrita, sino al contrario, su misma raíz es la que está sobre la boca (4) y por la Torá que está sobre la boca ha sido constituida la Alianza, ya que está escrito (Ex. XXXIV, 27): Y dijo el Señor a Moisés: Escribe estas palabras, ya que sobre la boca de estas palabras hice contigo la Alianza; y he aquí el tesoro del Santo bendito sea, que fue revelado ante su faz (de Moisés) antes que (el pueblo de) Israel fuese enviado al exilio entre los otros pueblos y que los otros pueblos tradujeran su libro. Y por eso el Santo bendito sea, no quiso que fuese escrita». (5) Así pues, el secreto de la alianza del Señor con Moisés no está escrito sino sobre la boca, esto significa que ha sido transmitido santamente de maestro a discípulo, en secreto; todos los pueblos han tenido acceso y han traducido la Torá escrita, pero no por ello han conocido el sentido profundo de sus palabras: el misterio del Dios revelado. Aquellos que piensen, judíos o gentiles, que están en la alianza porque observan las prescripciones de la ley escrita viven de ilusiones, sólo está en la alianza el que ha recibido la transmisión secreta de su maestro, la Torá sobre la boca, esto es: la cábala. (6)

Hay en las palabras hebreas una enseñanza relacionada con su etimología, la traducción de la palabra Torá por ‘ley’ es confusa y parcial; según todos los diccionarios, la palabra Torá procede de la raíz verbal irah bajo una forma que significa ‘enseñar’, ‘mostrar’, ‘instruir’, etc... y también ‘tirar de arriba abajo’, ‘regar’, ‘precipitar’, ‘lanzar’, ‘fecundar’. Sobre el primer sentido leemos en el Sefer haZohar (III, 53b): «Abrió Rabí Judá un comentario sobre la Torá y dijo (Prov. III, 18): Es árbol de vida para quien la consigue. El árbol de vida es la Torá, que es el árbol superior, grande y potente. Pero ¿por qué se llama así la Torá? Es debido a que enseña (iaroh) (7) y desvela lo que estaba oculto y no era conocido. Y se llama vida debido a que toda la vida superior está incluida en la Torá y sale de ella»; así pues, parece evidente que la Torá es la enseñanza y la vida divina.

Junto a esta idea es necesario estudiar qué significa ‘regar’, ‘tirar de arriba abajo’, etc..., nos sugiere la idea de una lluvia del cielo que lava, por esto escribe E. d’Hooghvorst: «La verdadera Torá es, pues, un regar, que no deja de tener relación con el bautismo cristiano». (8) Y en el Sefer haZohar (III, 81a) encontramos: «Quien se dedica a la Torá es purificado y después santificado». En el pensamiento tradicional la enseñanza y la purificación están siempre unidas, (9) no podemos acceder a la instrucción divina si antes no hemos sido lavados de la mugre que nos envuelve, abriendo así el sentido divino.

Por poco versados que estemos en estos temas podemos descubrir que aquello que se enseña y a la vez purifica es la bendición de Dios, el principio de toda la Obra cabalística o alquímica, el don de Dios, comienzo de la Alianza. Y como indica el siguiente texto del Sefer haBahir (§ 3), la Torá es la bendición: «¿Por qué la Torá empieza por la letra bet? (10) Porque alude a la palabra berajá (‘bendición’) que empieza con la misma letra. ¿Y de dónde sabemos que la Torá está llamada bendición? Por lo que está dicho (Dt. XXXIII, 23): Y lleno de la bendición del Señor, que posee el mar y el sur; ‘el mar’ es la Torá, ya que está escrito (Jb. XI, 9): Es más vasta que el mar. ¿Y qué significa ‘lleno de la bendición del Señor’? Significa que en todo lugar en el que se encuentre la letra bet se trata de un lenguaje de bendición, como decimos (Gen. I, 1): En el principio (Bereshit). Y no hay ‘principio’ que no sea la Sabiduría, como está escrito (Sal. CXI. 10): El principio de la Sabiduría es el temor del Señor; y no hay Sabiduría que no sea la bendición, puesto que dice: Y Dios bendijo a Salomón. y qué está escrito (I Re. V, 26): Y el Señor dio la Sabiduría a Salomón. Esto es comparable a un rey que une su hijo a su hija y le dice: Haz de ella a tu gusto».

II. El mundo está creado y se sostiene por la Torá

Desde el punto de vista de la tradición –¡ojalá no pensáramos que sólo es uno más!– el mundo, tal y como lo conocemos a través de nuestros sentidos embrutecidos, no es el auténtico creado por Dios; el mundo que nos rodea es una sombra, sería propiamente el in-mundo, ya que no está realmente creado, es el caos al que le falta el orden de Dios. El Génesis bíblico no nos habla de la creación del mundo como lo hace un biólogo o un físico, el Génesis trata del mundo regenerado, que sólo se produce cuando la palabra de Dios ordena el caos, cuando interviene la Sabiduría superior; esto es, la bendición que es el principio del mundo, lo que los cristianos llaman la bajada del Espíritu Santo, el Espíritu creador. Por eso se dice que la Torá crea el mundo, pero el mundo real de la alianza del hombre con Dios.

A continuación veremos dos textos que ilustran perfectamente esta idea, el primero es del Midrash Rabá y el segundo del Sefer haZohar.

El Midrash comenta las palabras del Génesis (I, 1): En el principio creó Dios. de la manera siguiente: «Rabí Osahia el grande, abrió (Prov. VIII, 30): Yo era junto a él obrero (amon), y era, día a día, sus delicias. (11) Explicación de amon (‘obrero’, ‘artesano’, ‘arquitecto’ y también ‘instrumento’). Dice la Torá: “[...] yo era el instrumento del arte del Santo bendito sea; en las costumbres del mundo, cuando un rey de carne y sangre construye un palacio no lo hace según su propio conocimiento sino con el de su arquitecto (amon), y el arquitecto no lo construye según su propio conocimiento, sino que dispone de planos y proyectos escritos para saber cómo tiene que hacer las habitaciones y las puertas. Así, el Santo bendito sea mira en la Torá y crea el mundo”. Y se dice en la Torá (Gen. I, 1): En el principio (reshit) creó Dios, y no hay principio (reshit) sino es la Torá, según lo que dices (Prov. VIII, 22): El Señor me poseía en el principio (reshit) de su camino.

En el Sefer haZohar se dice lo siguiente (I, 134a): Rabí Hia abrió y dijo (Sal. CVI, 2): ¿Quién hablará de las grandezas del Señor y hará escuchar todas sus alabanzas? Ven y ve, cuando el Santo bendito sea, mostró su voluntad de crear el mundo, miró la Torá y lo creó. En cada obra que hizo el Santo bendito sea, primero contempló la Torá y luego la creó, esto es lo que está escrito (Prov. VIII, 30): Yo era junto a él obrero, y era, día a día, sus delicias. No has de leer ‘obrero’ (amon) sino ‘instrumento’ (uman). (12)

Cuando el Santo bendito sea quiso crear al hombre, la Torá le dijo: Si el hombre es creado y después peca y tú lo juzgas, ¿por qué hacer las obras de tus manos en vano, pues no podrá soportar tu juicio? Le contestó el Santo bendito sea: Antes de crear el mundo establecí la conversión. (13) El Santo bendito sea, le dijo al mundo en el momento en que éste fue creado y que fue creado el hombre: Mundo, mundo, tú y tus obras no subsistiréis sino es sobre la Torá, y por esto creé al hombre, a fin de que se dedicara a ella. Y si no se dedica a la Torá lo haré volver al caos y al vacío. Así, todo subsiste a causa del hombre, según lo que está escrito (Is. XLV, 12): Yo he hecho la tierra y sobre ella he creado el hombre. Y la Torá pregona a los hombres que se dediquen y se esfuercen en ella, pero nadie escucha con atención.

Ven y ve: todo aquel que se dedica a la Torá hace subsistir el mundo y todas las obras, hasta su restauración verdadera. Y no hay ningún miembro en el hombre que no esté conforme a la creación del mundo; pues verdaderamente el hombre está dividido en miembros relacionados de tal manera que forman un solo cuerpo; así también es el mundo, donde toda la creación está dividida en miembros relacionados unos con otros, de tal manera que forman un solo cuerpo, y todo está hecho según el modelo de la Torá, pues verdaderamente la Torá incluye varios miembros y divisiones, y cuando están reunidos forman un solo cuerpo. Cuando David contempló esta obra abrió la boca y dijo (Sal. CIV, 24): ¡Cuán grandes son tus obras, Señor! Las has hecho con sabiduría, la tierra está llena de tus posesiones.

En la Torá están todos los secretos superiores, que ningún hijo de hombre puede comprender; en la Torá están todas las cosas superiores, las reveladas y las no reveladas; en la Torá están todas las cosas de arriba y de abajo; todas las cosas de este mundo y todas las cosas del mundo por venir están en la Torá y nadie puede unirlas y conocerlas. Debido a esto, está escrito (Sal. CVI, 2): ¿Quién hablará de las grandezas del Señor y hará escuchar todas sus alabanzas?.

Ven y ve. Vino Salomón y quiso dominar sobre las palabras de la Torá y sus sutilezas, pero no pudo; entonces dijo (Ecl. VII, 23): Quiero hacerme sabio pero la sabiduría está lejos de mí. David dijo (Sal. CXIX, 18): Abre mis ojos y contemplaré las maravillas de tu Torá. Ven y ve. Está escrito sobre Salomón (1Re. V, 12): Dijo tres mil parábolas y sus cantos fueron cinco mil, y ya ha sido explicado que en cada una de las parábolas existen cinco mil sentidos y si esto es así en Salomón que es de carne y de sangre, como será en cada una de las palabras de la Torá que han sido dichas por el Santo bendito sea, ya que en cada una hay tantas parábolas, tantos cantos, tantas alabanzas, tantos secretos superiores, tanta sabiduría; es sobre esto que está escrito: ¿Quién hablará las grandezas del Señor?».

III. La Torá y la vida

En numerosos textos del Talmud encontramos la extraña afirmación de que la Torá da la vida a quien se dedica a ella; si analizamos esta afirmación desde fuera de la tradición podemos pensar que se trata de una metáfora o un recurso poético, pero cuando Dios quiere darnos un poco de su inteligencia y nos acompaña en nuestro estudio, comprendemos que se trata de la revelación auténtica, del misterio de la regeneración del hombre. Para aquel que recibe el don de la Torá en sus entrañas, (14) ésta se convierte en el elixir de vida que no se acaba, es el fruto puro, sin mezcla. En un Midrash está escrito: «¿Cómo se debe entender el texto de Ex. XV, 26: Yo soy el Señor, tu medicina? El Santo bendito sea, le dijo a Moisés: ‘Haz saber a Israel que la Torá que yo le he dado es una medicina, un elixir de vida’, como está escrito (Prov. IV, 22): Pues es vida para quien la encuentre». (15)

El don de la Torá es, como hemos dicho, el principio (reshit) que crea el mundo y lo sostiene, y también, obviamente, el principio que crea al hombre nuevo. Este don es lo único que, adquirido aquí abajo, nos podemos llevar al otro mundo, por eso su valor supera cualquier riqueza que podamos obtener. En un texto de la Misná está escrita la siguiente enseñanza al respecto (Abot VI, 9): «Rabí Yosé ben Quismá dijo: En una ocasión iba yo de camino y un hombre me encontró; me saludó y le devolví el saludo. Me dijo: Rabí ¿de qué lugar vienes? Le respondí: De una gran ciudad de sabios y escribas (dando a entender que se había marchado de allí por falta de dinero). Me dijo: ¿Quieres venir a residir con nosotros, en nuestro pueblo? Te daré millares de denarios de oro y de piedras preciosas. Le contesté: Hijo mío, aunque me dieras toda la plata, todo el oro y todas las piedras preciosas que hay en este mundo, no residiría sino en el lugar de la Torá, porque en el momento en que el hombre muere no le acompañan la plata ni el oro ni las piedras preciosas, sino exclusivamente la Torá y las buenas acciones, tal como está escrito (Prov. VI, 22): Cuando camines, te guiará; cuando yazcas acostado te custodiará, cuando te despiertes hablará contigo?. Esto significa: ‘Cuando camines te guiará’ en este mundo; ‘cuando yazcas acostado te custodiará’ en el sepulcro; ‘cuando te despiertes hablará contigo’ en el mundo por venir. Así está escrito en el Libro de los Salmos, (XIX, 72): Prefiero la enseñanza la de tu boca que millares de oro y plata. Está escrito también (Ag. II, 8): Mía es la plata, mío es el oro, dice el Señor de los ejércitos.

En el Sefer haZohar no sólo se considera que la Torá da la vida, sino también que ella misma es la vida; a propósito de ello está escrito (III, 148b): «Feliz es la suerte de Israel, pues, el Santo bendito sea, le quiere y le dio la Torá verdadera, el Árbol de la Vida, gracias al cual el hombre adquiere la vida en este mundo y en el mundo por venir. Pues aquel que se esfuerza en adquirir la Torá tiene para él la vida y aquel que abandona las palabras de la Torá y se separa de ellas, es como si se separase de la vida, debido a que la Torá es la vida y todas sus palabras son vida, como está escrito (Prov. IV, 22): Pues ellas son vida. Y también (Prov. III, 8): Medicina para tu carne. Ven y ve: (la Torá) es el Árbol de la Vida que se extiende de arriba hacia abajo y es el Sol que todo lo ilumina; su luz empieza en la cabeza y se extiende por el cuerpo del árbol en un camino recto»

Esta vida, la única fuente de la salvación del hombre, viene directamente de Dios; en este sentido, el texto que acabamos de ofrecer del Sefer haZohar, relaciona la vida con la luz, la luz primordial que es la manifestación de Dios, su divinidad, lo que podríamos llamar el manto con el que Dios se cubre y se manifiesta al salir de su silencio incognoscible; e incluso se podría decir que es su santo cuerpo que tiene ya un Nombre, (16) su voluntad aparecida. En el Midrash Rabbá (Bereshit IV, 4) Rabí Simeón ben Yotzadac pregunta a Rabí Samuel bar Najman: «He oído decir que eres un maestro de la Agadá, así (enséñame) ¿a causa de qué ha sido creada la luz? Le respondió: El Santo bendito sea, se envolvió (de la luz) como de un manto e hizo brillar su esplendor de un confín a otro del mundo. Esto es lo que está dicho en Sal. CIV, 2: El que se cubre de luz como vestidura». Esta luz es la Torá. (17)

La necesidad del estudio y la dedicación a los textos sagrados es porque nos conectan directamente con esta luz de vida, con Dios y su voluntad, ofreciéndonos este cuerpo místico como alimento. En El Mensaje Reencontrado está escrito (XXXIII, 5): Comiendo el cuerpo de Dios es como seremos renovados y transformados en la vida santa. Toda la búsqueda del hombre, su esfuerzo y empeño carecen de sentido si no se alimenta de este fruto del Árbol de Vida. En el Sefer haZohar encontramos lo siguiente (II, 62a): «El más preciado de todos los alimentos es el de los estudiosos que se dedican a la Torá, ya que es el alimento que viene de la Sabiduría superior. El sabor que viene de ese lugar se debe a que la Torá sale de la Sabiduría superior y los que se dedican a la Torá entran en la misma esencia de la Sabiduría y su alimento proviene de este lugar santo. Vino Rabí Eleazar y besó la mano de Rabí Simeón y dijo: Feliz la suerte de quienes escuchan estas palabras, feliz la suerte de los que meditan día y noche sobre la Torá ya que son dignos de este mundo y del mundo por venir, como está escrito (Dt. XXX, 20): Pues es tu vida y la luz de tus días».

El sentido de este apartado podría quedar resumido en las siguientes palabras del Sefer haBahir (§ 185): No sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo aquello que sale de la boca del Señor (Dt. VIII, 3); lo que sale de la boca del Señor es la Torá, es de ella que vive el hombre.

IV. El nombre de Dios

Cuando un profeta verdadero se manifiesta en el mundo, su voz anima la letra escrita de la Torá; entonces ésta se despierta una vez más, siendo reencontrado su mensaje y realizada su obra por la absorción de su fruto de vida. Por medio de las palabras del profeta, el Santo bendito sea puede hablar; por eso sólo cuando se manifiesta un verdadero profeta se renueva la auténtica alianza del hombre con Dios.

La raíz de las palabras proféticas es divina, por eso están realmente vivas y son creadoras en todos sus sentidos, creando aquello que nombran. Son el auténtico alimento para las criaturas y el mundo.

Así, en la palabra profética, la Torá escrita y la Torá sobre la boca se unen en una misma cosa: son el nudo que liga el cielo con la tierra. Isaac el Ciego comentaba una sentencia del Midrash Tanhuma (I, 1) del modo siguiente: «La Torá ha sido escrita con fuego negro sobre fuego blanco», relacionando la Torá escrita con el fuego blanco, en la que las formas de las letras no son todavía visibles, sino a partir de que reciben los puntos vocálicos o la potencia del fuego negro, que es la Torá sobre la boca; sin ella la Torá escrita no puede ser realmente comprendida. (18)

Vemos que la Torá sobre la boca es la ayuda idónea para comprender a la Torá escrita, una necesita la otra; separadas son poco, unidas lo son todo. En el Sefer haZohar (I, 48b) se relaciona la creación de la mujer del Génesis, quien es la ayuda idónea para el hombre, (19) con la aparición de la Torá sobre la boca, que es la ayuda idónea para comprender la Torá escrita. Este texto es un comentario a (Gn. II, 22): Y el Señor Dios construyó el costado que había tomado del hombre; el costado, Eva, representa la Torá sobre la boca, que primero es un espejo que no brilla y que más tarde se esclarecerá, después el texto prosigue: «El versículo del Génesis dice: El Señor Dios (Adonai Elohim); lo que alude al secreto del nombre completo, es decir, en la creación de Eva se unen los dos aspectos de Dios, los dos lados se juntan en el centro, los dos lados llamados Hojmá y Biná». (20)

¿Qué significa esto? Para explicarlo debemos recordar una idea fundamental del pensamiento de los sabios hebreos: a causa de la primera caída, el Nombre de Dios quedó dividido en dos partes; una de ellas reposa escondida en el fondo del hombre; encarcelada y olvidada; la otra parte, sutil y sin lugar, permanece errante en el cielo. La obra de la cábala consiste en volver a unir el Nombre. La misma idea se puede explicar como el retorno del hombre primordial que era hermafrodita y que, por la transgresión, fue separado en dos sexos. Cuando el Sefer haZohar se refiere a que la creación de Eva está hecha con el Nombre completo, alude a la reunión de las dos partes separadas, a la restauración del Nombre; también se refieren a lo mismo, los textos que tratan de la unión de la Torá escrita y la Torá sobre la boca.

La tradición nos explica (21) que el conjunto de la Torá es como el desarrollo del Nombre de Dios, que cuando se sabe leer correctamente –con la ayuda idónea– el texto de Moisés; se sabe que toda la Torá, es el Nombre de Dios; está escrito en el Sefer haZohar (II, 124a) lo siguiente: «Todo aquel que observa las palabras de la Torá y se dedica a ellas, es como si observase al Nombre Santo. Hemos aprendido que la Torá, toda ella, es el Nombre del Santo bendito sea y quien se dedica a ella es como si se dedicase al Nombre Santo; la Torá entera es un solo Nombre Santo, el Nombre Supremo, el Nombre que incluye todos los demás nombres. De ahí que aquel que hace desaparecer una sola letra de la Torá deteriora el Nombre Santo; por esto las palabras (Dt. XIII, 13): No mencionaréis el nombre de otros dioses, se explica como que no añadiréis nada a la Torá ni suprimiréis nada de ella, pues se deteriora el Nombre Santo y se fortalecen los otros dioses». (22)

He aquí un gran misterio, la Torá que primero es la bendición del cielo, se convierte en el fruto maduro de la obra de Dios; en el Sefer haBahir (§ 196), está escrito: «(La Torá) es una novia ataviada y coronada, que incluye todos los mandamientos que son su tesoro, y ella misma es la novia del Santo bendito sea, como está escrito (Dt. XXXIII, 4): La Torá que Moisés nos ha dado es una herencia para la asamblea de Jacob, no debes leer ‘herencia’ sino ‘novia’. ¿Cómo se entiende esto? Cuando Israel se dedica a la Torá por ella misma, ella es la novia del Santo bendito sea y en el momento en que ella es la novia del Santo bendito sea, entonces la herencia es para Israel».

Esta herencia es la generación santa, (23) conocido en términos de la gnosis cristiana como regeneración, (24) a ella se refieren los siguientes versos de David (Sal. CXII, 2): Poderosa sobre la tierra será su descendencia, la generación de los hombres rectos será bendecida. El Midrash haGadol precisa quiénes constituyen la “generación de los hombres rectos”; dice así (Com. a Gén. XVIII, 1): «Son los tres patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob) quienes enderezaron el mundo y unificaron el Nombre del Santo bendito sea, públicamente. Por ello el Santo bendito sea pone su Nombre sobre ellos, en sus generaciones, ya que está escrito (Ex. III, 15 y IV, 5): Dios de Abraham, Isaac y Jacob».

El texto que veremos a continuación corrobora que el Nombre del Santo bendito sea, y su pueblo son una misma cosa, es el principio de la Carta sobre la Santidad (25): «Debes saber y comprender que la nación de Israel ha estado separada (de los otros pueblos) y unida al Nombre bendito sea. Ha estado separada de las naciones por su santa Torá, de igual manera que Él (el Santo bendito sea) está separado de todo lo que está fuera de Él. Como Él mismo ha dicho (Is. XLIII, 21): ESTE pueblo que he formado para Mí; se dice en este versículo: ‘ESTE pueblo’ y en otro lugar (Is. XLIII, 24):‘ESTE Nombre. La palabra ‘ESTE’ que se encuentra en ambos versículos presenta una analogía semántica, (26) por eso decimos: Tú eres uno y Tu Nombre es uno, y ¿quién es como tu pueblo Israel, nación UNA sobre la tierra?

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(1): La ley mosaica es extremadamente minuciosa y sutil; está constituida por 613 preceptos de los cuales 365 son prohibitivos de «no harás» y 248 son positivos de «harás».

(2): Cf. Dictionnaire Etimologique de la Langue Latine de A. Ernout y A. Meillet.

(3): Cuando hablamos de la Torá debemos tener en cuenta que estamos hablando del Libro sagrado de los hebreos, pero también de todos los Libros sagrados ya que todas las Santas Escrituras responden a un mismo misterio intemporal y que, no obstante, se viste de diferentes ropajes según la época y las circunstancias históricas. En este sentido leemos en el Corán (II, 136): Decid: Creemos en Dios y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus; en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor. No distinguimos a ninguno de ellos y nos sometemos a Él.

Asimismo, en El Mensaje Reencontrado podemos leer (XV, 50): Ninguna palabra de Escritura santa contradice, de hecho, la palabra de otra Escritura santa. Así, Dios aparece múltiple en personas, pero, sin embargo, es único en acto y en reposo, siendo el Ser por excelencia, es decir, el Primero y el Último en todo.

(4): ‘La Torá sobre la boca’ es la traducción literal de Torá bealpé; su traducción literaria sería ‘Torá oral’ y designa el conjunto de enseñanzas de los maestros cabalistas que se refieren al Pentateuco.

(5): Texto citado por Buxtorf, profesor de la Universidad de Basilea en el siglo XVII, en su obra sobre el Talmud: Brevis Resensio.

(6): Cábala, de la raíz verbal quibel que significa ‘recibir’, ‘tomar’, ‘acoger’, etc... La cábala en su sentido tradicional alude a la transmisión, a la recepción del don divino (la Torá) del Sinaí y su transmisión a través de las generaciones. Cf. El artículo de EH, Rehaz el barro y cuécelo, LA PUERTA nº 8.

(7): Moreh procede de la misma raíz verbal que Torá; es la forma hifil del verbo Irah cuyo significado ya hemos señalado; en su forma sustantiva significa ‘maestro’, ‘guía’, ‘instructor’, etc...

(8): Le Fil d’Ariane, núm. 1, p. 33.

(9): Ver Corán (II, 129): ¡Señor! Suscita entre ellos a un Enviado de su estirpe que les recite Tus Aleyas y les enseñe la Escritura y la Sabiduría y les purifique. Tú eres el poderoso, el Sabio. Y también El Mensaje Reencontrado (XXXIV, 3): La vía del Altísimo es una vía que lava y que siembra, ¿lo sabíais?

(10): La narración de la creación del mundo en el Génesis empieza por la palabra Be-reshit (‘en el principio’), que tiene como inicial la letra bet. En el Sefer haZohar (I, 3a) encontramos lo siguiente: La letra bet se presentó delante del Santo bendita sea, y le dijo: Dueño del mundo, que sea de tu agrado crear el mundo a partir de mí, ya que es gracias a mí que se te bendice (baruj) en lo alto y en lo bajo.

(11): En la cita de Proverbios es la misma Sabiduría quien habla, equiparándose al ‘principio’ (reshit); como ya hemos visto, en la exégesis hebrea, el Principio, la Sabiduría y la Torá son lo mismo; a tal respecto es muy interesante leer el Libro de los Proverbios del versículo 22 al 30 del capítulo VIII.

(12): La exégesis hebrea, recurre a menudo a este proceso de cambio de las vocales partiendo de las mismas consonantes. En efecto, el alfabeto hebreo solamente comprende las consonantes. Las vocales de la Biblia fueron fijadas por los masoretas entre los siglos VII y VIII d. de J.C.; esto permite a los verdaderos cabalistas prestar otras vocales a determinadas palabras otorgándoles un sentido distinto.

(13): Teshuva: ‘conversión’, ‘arrepentimiento’, ‘retorno a Dios’, etc. alude al proceso que el hombre caído debe seguir en su regreso al Paraíso Original y que sólo puede hacerse bajo el impulso de la Torá. En el Sefer haZohar, se denomina a la sefirá Biná, teshuva, y también Madre.

(14): En Jeremías (XXXI, 33) leemos: Pondré Mi Torá en sus entrañas y sobre sus corazones la escribiré y Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo. Tenemos que entender que el don de la Torá es algo sensible. Las delicias de la Torá penetran en las entrañas y en el corazón de quien recibe.

(15): Citado por Rabí Hayyim de Volozhyn en L’Ame de la Vie, ed. Verdier. Lagrasse, 1980, p. 244.

(16): Véase el Tao-Te-King (§ I): Siendo innombrable concibió el cielo y la tierra. Después de que esta forma su hubiera vuelto nombrable (o con nombre) dio nacimiento a todos los seres.

(17): En el Midrash Rabbá (Bereshit III, 5) se relacionan las cinco veces que está mencionada la palabra luz en el primer capítulo del Génesis, con los cinco libros del Pentateuco, de la forma siguiente: “Y Dios dijo ¡que sea la luz!”, es el Génesis; “Y la luz fue”, Éxodo; “Dios vio que la luz era buena”, Levítico; “Y separó la luz de las tinieblas”, Números; y “Dios denominó a la luz día”, Deuteronomio.

(18): Ver G. Scholem La Cábala y su simbolismo, ed. Siglo XXI, Madrid, 1979, p. 54.

(19): Adán buscaba entre todos los seres de la creación, una ayuda conforme a él y no la encontró, entonces Dios mismo construyó esta ayuda del costado de Adán; el hombre al verla la reconoció y dijo (Gén. II, 23): Ésta, (zot) esta vez, es hueso de mis huesos y carne de mi carne, y la exégesis hebrea relaciona “Esta (zot)” con (Dt. XXXIII, 1): Ésta (zot) es la bendición, y también con (Lev. VII, 37 y XIV, 54): Ésta (zot) es la Torá.

(20): Según el Sefer haZohar las seforot Hojmá y Biná representan las dos columnas del árbol, Hojmá (Adonai) es la columna de la derecha y representa el aspecto de la Misericordia, y Biná (Elohim) es la columna de la izquierda y representa el aspecto de Rigor. Cuando se produce la reunificación de los dos lados, la columna del centro, la Justicia, empieza a brillar; ésta es la vía del Justo, el eje del mundo regenerado; es el Tetragrama vocalizado con las vocales de Elohim. Y como dice J. Gikatilla en sus Puertas de Luz, (cap. V): Aprende que la Torá es el secreto de este Nombre y está denominado (IHVH) Tetragrama y por esto está dicho que la Torá de (IHVH) es perfecta.

(21): Véase por ejemplo la traducción de J.M. Rotger del texto de Gikatilla y la traducción de L. Montblanch del texto de Rambán, publicados en este mismo ejemplar.

(22): Ver al respecto el Evangelio de Mateo (V, 17-18): No penséis que he venido a abolir la Ley (la Torá) o los profetas; no he venido a abolirla, sino a llenarla. Porque en verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, ni una iota, ni una tilde de la Ley (Torá) pasarán hasta que todas las cosas sean hechas.

(23): Rambán comenta el pasaje de Génesis (V, 1): Este es el libro de las generaciones de Adán, diciendo: Se trata de los hijos de quienes se habla en Dt. XXXIII, 1: “Estas son las bendiciones con las que antes de morir, bendijo Moisés a los hijos de Israel”. Según mi saber alude a toda la Torá, ya que la Torá entera es el Libro de las generaciones de Adán.

(24): Clemente de Alejandría escribe en su Extractos de Teodoto (A, 25-2): Los Apóstoles (dijo Teodoto) han sido substituidos por los doce signos del Zodíaco; ya que así como la generación está regida por éstos, la regeneración está regida por los Apóstoles. Así pues, es la Gnosis lo que resuelve la oposición entre generación y regeneración.

(25): Texto atribuido a J. Gikatilla y publicado en francés por ed. Verdier, Lagrasse, 1986, p. 225.

(26): En otra versión, la analogía semántica se refiere a la palabra UNO relacionando Israel y el Nombre de Dios y está dicho (Zohar II, 90b): Ya que aquel que toma parte en la Torá tiene el privilegio de tener parte en el Santo Nombre. Rabí Iosí dijo: Es en el santo bendito sea en quien tiene parte, ya que Él y Su Nombre son UNO. Bendito sea Su Santo Nombre por siempre jamás.