viernes, 10 de julio de 2009

25 de Diciembre, Navidad, Solsticio de Invierno

[Rituales de las Fiestas Mágicas. Manuel Seral Coca]

Esta es una de las fechas más importantes de la tradición cristiana, quizá la más importante, pues en ella se hace referencia y se celebra el nacimiento del Salvador del Mundo.

Y al enfrentarnos con esta fecha nos enfrentamos igualmente con un cúmulo de dudas y de interrogantes.

De hecho, no siempre el cristianismo celebró la Natividad en esta fecha. Lo cierto es que se sucedieron varios cambios antes de que, en el siglo IV, se tomara la decisión definitiva, por parte de los "Padres de la Iglesia", de trasladar la festividad a esta fecha. Tal decisión fue tomada por un conjunto de motivos, entre los que destacan razones de pura política religiosa.

De entre las fechas utilizadas originalmente podríamos destacar la del 5 de enero, que para algunos resulta la más lógica dado que plantearía el nacimiento en el pesebre, acontecido por causas forzadas ante la inminencia del parto y la imposibilidad de encontrar alojamiento aquella noche para una familia que, no obstante, sin duda podía permitirse un hospedaje más digno, dado que el oficio de carpintero de José no corresponde en esa época a gente especialmente pobre.

Esta teoría enlazaría con la idea de la Epifanía, la visita de los Reyes, acontecida inmediatamente después del nacimiento. Otros opinan que la fecha del 25 de diciembre resultaría incoherente dados los datos que proporciona la Historia Sagrada, pues se trata de una época en que los pastores difícilmente cuidarían sus rebaños en el campo, porque en el invierno, el frío y las tormentas les hacen evitar las zonas abiertas y las horas intempestivas... no obstante se dice que algunos pastores vieron la estrella y la siguieron...

Si hay razones para dudar de esa fecha, no parece en cambio haber ninguna para justificar su elección a menos que...

A menos que existan razones no históricas, razones que convenían a una valoración mística de la fecha. Y los "Padres de la Iglesia" tuvieron, de hecho, una doble razón para elegir esta fecha precisamente y situar la Natividad el 25 de diciembre. Una de las razones era mística, por que esa fecha poseía ocultos significados que sólo algunos pueden comprender y, que sólo pueden desvelarse a la luz del conocimiento ocultista, aunque éste fuera a menudo despreciado y perseguido por ellos en cuanto a su manifestación exterior.

Entre estos significados nos encontramos con la veneración del otro gran momento solar del año: el Solsticio de Invierno, considerado esotéricamente como la "Puerta de los Dioses", el momento cósmico en que las fuerzas divinas escogen la opción para manifestarse en la Tierra, como veremos.

La otra razón era política, intentando aprovechar significados de otro culto muy extendido en Roma y, que amenazaba con implantarse en el Imperio Romano con mayor fuerza que el cristianismo: el culto de Mithra, quien nacería simbólicamente el 25 de diciembre como "Solis Invictus" (El Sol invencible). La analogía entre Mithra y el Sol fue parte inherente de su culto, dado que Mithra era un héroe-Dios solar. De hecho, el cristianismo no habría hecho con esta elección, sino seguir su línea clásica de afianzarse, a base de asimilar a su propio culto fiestas y divinidades locales, disfrazándolas más o menos, cambiando su significado por otro a su conveniencia y a menudo mucho más intrascendente.

Un vistazo al santoral nos mostrará muchos santos y santas que jamás existieron y que no son sino canonizaciones de deidades paganas (en otras páginas de esta misma obra [Rituales de las Fiestas Mágicas, Manuel Seral Coca] tenemos algunos ejemplos).

De hecho, en esta técnica de asimilación-manipulación, los cristianos tuvieron buenos maestros, pues el Imperio Romano había seguido esa táctica de asimilación de los dioses ajenos como parte de su estrategia de conquista.

Pero no sólo es Mithra quien se asocia con esa festividad. Son numerosos los personajes míticos y deidades cuyo nacimiento se sitúa sobre esa fecha de calendario, el 25 de diciembre, el Solsticio de Invierno.

En China, la fecha cobraba gran importancia, hallándose consagrada a varias solemnidades religiosas. En la India, marcaría el nacimiento de otro ser sagrado con características parecidas a las de Cristo: Buda, que sería engendrado por la fuerza divina en el vientre de la virgen Maya. Una similitud sugestiva. En realidad, la virgen negra es Isis, a la vez asociada con el nacimiento del Dios niño (Horus) y con la manifestación de la vida en forma de Naturaleza. Su ocultamiento en grutas, fuentes o árboles huecos (donde encontraron las imágenes los cristianos) resulta lógico teniendo en cuenta que los cultos de la Natura y de la Diosa solían asociarse a menudo con estos lugares, particularmente con las grutas por su asociación con el útero materno, emblema de la idea de fecundidad y procreación de la tierra en sí.

El interior de la gruta estaba consagrado a la Diosa, como lo estaba el interior del vientre de la madre, en cuya oscuridad se preparaba la gestación. En el vientre de la madre se gesta el nacimiento del hijo, mientras que en el vientre oscuro de la Madre Tierra se gesta el nacimiento de la semilla, de la Naturaleza y de la vida. La fecha evoca a la Diosa como principio Cósmico, inmutable, proyectando una parte de sí, el Hijo en el reino de la materia haciendo el máximo sacrificio de su amor pues, sindo ella inmortal, crea a su hijo de carne y, por tanto, lo hace mortal, con el único fin de provocar un cambio entre los hombres.

El color negro de estas figuras nos remite de nuevo a simbolismos egipcios más que a cristianos, dado que Isis era una virgen negra. Es más, en la iniciación a los Misterios de Egipto se revelaba a los oídos del candidato un último secreto: "Osiris es un Dios negro..."

Ya hemos hablado algo de Jano en nuestro capítulo dedicado a la festividad de San Juan, (escuchar este capítulo del que habla el autor en Audio aquí:http://www.goear.com/listen/9636b99/Rituales-de-las-Fiestas-M%C3%A1gicas-Luis), y no resulta extraño volvernos encontrar con él ahora, como San Juan, Navidad es uno de los dos grandes portales del año, asociados con los solsticios.

Es más, se dice que San Juan es la "puerta de los hombres" mientras que la Navidad es la "puerta de los dioses", como la ventana cósmica que aprovechan las divinidades para tomar cuerpo encarnado en un ser físico, como hemos visto que ocurre en muy distintas tradiciones y aún en otras que no hemos comentado aún. Y además ¿no es una función de portal la que ejerce la madre cuando da a luz a su hijo divino? Y aún más, ¿no estaremos interpretando equivocadamente el mensaje de que Jesús nació "en un portal"?

Parece ser que el propio nombre de Jano dio origen al nombre de Juan, asociándose curiosamente los dos Juanes cristianos (Juan el Bautista y Juan el Evangelista) con ambos solsticios, guardando las dos "puertas". ¿Es esto una casualidad? Jano era el guardián de todo tipo de portales, de ahí que se asociara a la iniciación, una puerta al conocimiento, pero también el parto es una puerta por la que el niño (el niño-dios en este caso) entra a la vida.

También se ha a atribuído la fecha del 25 de diciembre al nacimiento de Orfeo, del que se derivan los Misterios Órficos griegos.

Igualmente, en los Misterios Griegos, aparece otro personaje trascendental que se relaciona con esta festividad que nos interesa. Este personaje, símbolo del Salvador y también del iniciado (aunque también en otro de sus aspectos se relaciona con el vino y con el placer) es Dionisos, quien nacería de la unión de la virgen Semele con el propio Zeus.

Además de la fecha de su nacimiento, podemos señalar otras dos conexiones entre el mito de Jesucristo y el de Dionisos: su descenso a los infiernos y posterior resurrección transmutado y cambiado en la forma de "Iaco", la "estrella de la mañana", el iniciado o iluminado; y su conexión con los misterios del vino (néctar de Baco-Iaco) y del pan (a través de Démeter, la Diosa del cereal, parte central de los misterios), utilizados como forma de transmutación y comunión por los iniciados de Eleusis mucho antes del cristianismo, buscando en sus secretas virtudes, la alteración de la consciencia y la elevación de su estado psíquico como vía hacia la absorción de las esencias divinas, conteniendo el pan el cuerpo de la Diosa-cereal, símbolo de la fertilidad y de la naturaleza, y el vino de la sangre del Dios, símbolo de la energía, de la transmutación y de la fuerza vital.

La ingestión de tales substancias ha perdurado levemente transformada hasta nuestros tiempos en las distintas festividades, convirtiéndose el pan en tortas, "cocas" o mazapanes y demás dulces navideños y el vino en el actual vino gasificado que denominamos "champagne".

Vamos viendo, pues, que la mayor parte de costumbres populares relativas a la fiesta navideña, han sido en realidad tomadas de corrientes paganas, como ocurre con las distintas fiestas presentadas en este libro. Pero la cosa no acaba aún aquí.

Ya hemos hablado de la costumbre de ingerir el pan y el vino como elemento básico de la mayor parte de estas tradiciones, prácticas heredadas de los cultos a Dionisos y Démeter, pero es de la tradición escandinava de donde hemos tomado la mayor parte de nuestras costumbres navideñas.

EL LEÑO DE NAVIDAD

El "leño de Navidad" consiste en poseer en las casas un tronco hueco de cuyo interior se extraen regalos y dulces, probablemente sustituyendo a productos del campo, que debieron usarse en la antigüedad, recordándonos que se trata de un culto de fertilidad. En las regiones catalanas se conserva esta tradición, recibiendo el troco el simpático nombre de "Tió". La costumbre hace que los niños se acerquen a un tronco tapado con una tela o manta de vez en cuando y lo golpeen con una varita de madera aludiendo quizá a la clásica "varita mágica", en respuesta a lo cual el tronco suelta sus "tesoros", son sin que antes los niños al golpear vayan cantando:

Caga Tió, que ara bé Nadal,
Venen festes, festes glorioses,
Menjarem gall dindi, mejarem torrons
torrons d'avellana, torrons de pinyons
caga Tió.

Notamos la similitud con el "cuerno de la abundancia", así como la sugerencia de que el tronco hueco (representación del principio de fertilidad, femenino) debe ser "fertilizado" o tocado por la vara masculina para dar a luz su contenido, evocando la idea de que la fuerza solar era la que fertilizaba la Tierra para que esta diera sus frutos.

En la antigüedad el tronco de Navidad era un leño obtenido de la Navidad anterior o de las hogueras de la Candelaria, y se conservaba de año en año para proteger y dar suerte a la familia, quemando cada año el del año anterior en la chimenea de la casa para atraer bendiciones para sus ocupantes.

EL VERDADERO SIGNIFICADO DE ESTA FIESTA

Un resumen de estas ideas sobre el fuego y el Sol viene dado por el significado especial que tenía para los hombres esta fecha. Se trata del día más corto, el momento del año en que el Sol posee menos fuerza y parece próximo a su muerte... y está proximo a su resurrección.

Sintiendo la debilidad del Sol, su decadencia, los hombres encienden fuegos en la tierra para animar el fuego que arde en los cielos. Pero el Sol no muere, sino que renace. Se transforma en el Sol niño que comienza a crecer en los cielos y, al mismo tiempo, encarna en los hombres en forma semejante a ellos. Probablemente esta imagen daría origen a la idea del año viejo, representado como un anciano, que muere para dar lugar al año nuevo, un niño que crecerá y se desarrollará durante otro año solar.

Este último párrafo es el que tal vez arroja más luz sobre el verdadero significado de esta fiesta. El niño recién nacido del que hablan todas las tradiciones, es, sobre todo, un símbolo del Sol Es el hijo de la Diosa (la virgen), el Sol niño que nace, y su fuerza trasciende su realidad carnal para mostrarlo como una auténtica manifestación divina (la del Dios Sol), imitando en la Tierra los sucesos del Cielo con un mismo fin: irradiar, iluminar a la raza humana amenazada por la obscuridad.

Esa es la función de los "avatares", de los iniciados deificados, nacidos de virgen en el momento del nacimiento del niño-Sol en el Cielo, entre el buey (Tauro) y la mula o asno (símbolos de Capricornio), en una gruta, símbolo de la oscuridad y del vientre de la Madre, de las potencias de la Naturaleza, que proveen en la obscuridad el poder de germinación, para luego impulsar sus hijos hacia la luz... Todo ello sucede simbólicamente al tiempo que nace el Sol Invictus en el cielo, el momento en que la puerta de los dioses se abre en los cielos dando lugar al parto del Sol.

Hemos hablado de los "avatares". Según la Tradición, un "avatar" es una encarnación divina, un ser celeste que encarna como humano con el fin de iluminar a la humanidad y redimirla, si bien la Tradición contempla que han habido varios de estos "avatares" a lo largo de la historia del mundo, contándose entre ellos a Buda, Krishna o Hermes junto al propio Jesús. Otro punto planteado por la Tradición es el hecho de que cada 2.160 años aproximadamente se sucede una Era Zodiacal, regida por uno de los 12 signos astrológicos.

Esta sucesión de Eras ocurre en orden inverso al normal, de tal modo que la de Libra daría lugar a la de Virgo, y ésta a la de Leo, etc. Cada Era adoptaría sus formas de culto y simbolismos a la imagen del signo que rige sobre ella y cada Era, también según la Tradición, contaría al menos con un "avatar".

Actualmente nos hallamos en plena transición hacia la Era de Acuario, lo que significa que desde hace algo más de 2.000 años la humanidad se desenvuelve en la Era de Piscis, una Era que vio nacer una religión, el cristianismo, cuyo símbolo era precisamente el de los peces. Recordemos que los primeros apóstoles eran descritos como "pescadores" y que los primeros cristianos, por un juego de palabras con las iniciales de "Iesus Christus", se llamaron a sí mismos "ICHTUS" y llevaban como símbolo de su religión no una cruz sino la figura de un pez.

El avatar de esa religión, sería, obviamente Jesús, nacido en la fecha del alumbramiento de los grandes "avatares", el 25 de diciembre. Hemos hablado del buey y de la mula, y hemos sugerido que representan los signos zodiacales de Tauro y Capricornio. Parece que la aparición de Capricornio aquí tendría algún sentido ya que Jesús nace en ese signo pero, ¿que pinta aquí Tauro? Y más aún, ¿qué puede relacionar entre sí estos dos signos por encima de los otros diez? Para encontrar una respuesta deberemos remontarnos al antiguo dibujo con que se representa a dichos signos y veremos que son los únicos, de entre los 12, que están representados con la mitad inferior del cuerpo en forma de cola de serpiente.

En efecto, Tauro y Capricornio sólo eran, originalmente, toro o cabra hasta medio cuerpo, mientras que la otra mitad consistía en una larga cola enroscada que suele definirse como de pez, pero que evoca con mucha mayor facilidad la de una serpiente. Así pues, os hallamos ante dos aspectos distintos del poder serpentino o fuerza creadora.

Tauro, cuya mitad superior es de toro, evoca la naturaleza, la procreación, la manifestación exterior de ese poder ilustrada por la Primavera (estación en la que se halla el signo), la germinación de la semilla, el poder expresado a través de la carne o de la materia. Capricornio posee la mitar superior de cabra, representando empuje y aquello que asciende hacia las alturas, que trepa y, evocando otro signo, Aries, el cordero o carnero, que rige la cabeza en el hombre.

Sugeriría así la dirección de esa fuerza hacia la creación mental, la imaginación, las grandes empresas de la mente humana, el arte... y la iniciación. Se insinuaría así una doble opción del iniciado o del "avatar" para controlar y dirigir la fuerza ígnea del universo. Hemos mencionado también la "puerta de los dioses", y es aquí donde Jano revela la clave de esta Natividad, según ya hemos comentado repetidamente en esta obra. De pronto, partiendo de todo lo dicho, se nos hacen evidentes algunos puntos:

1) Que la elección del 25 de diciembre para el nacimiento del Cristo se apoya en sistemas místicos muy anteriores al cristianismo en sí.

2) Que la asociación del nacimiento de Cristo a esa fecha responde al intento de asociarlo con esas tradiciones e incorporar al cristianismo las creencias populares que partían de ellas, no porque se trate de una fecha histórica en sí.

3) Que el simbolismo revela en el relato de la Natividad, numerosos elementos míticos y simbólicos (probablemente mucho más que reales), por lo que es muy posible que el relato consista en un mito más, con todo el valor trascendental de los mitos iniciáticos.

4) Que le mito cristiano no hace sino recoger la tradición de otros mitos anteriores con rasgos prácticamente universales.

5) Que el Cristo encarna, así, todo el poder asociado en otras tradiciones con la fuerza solar, recogiendo la antorcha de la idea de iluminación y transformación cósmicas.

6) Que el uso todavía hoy de turrones y mazapanes junto con los vinos y champagnes, no hace sino velar el antiguo símbolo de la comunión implicada en los misterios del pan y del vino.

*LEVI*

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