domingo, 30 de agosto de 2009

END GAME, ALEX JONES. (SUB ESP)

“END GAME” – “EL JUEGO FINAL” DE ALEX JONES
Artículo substraído del Blog:
El Proyecto Matriz / The Matrix Project
La VERDAD nos hará LIBRES / The TRUTH will set us FREE



Acaba de salir el nuevo y último documental del aclamado y valiente Alex Jones, del que anteriormente dimos cuenta sobre su persona y trabajo (ver enlaces relacionados).



- Alex Jones -

Después de ser exhibido en algunos cines, justo cuando el documental va a salir a la venta en DVD (1 de noviembre), también ha sido colgado en la red de manera gratuita bajo el consentimiento del mismo Alex Jones, para el beneficio de toda la humanidad.



- Portada de “End Game” -



“Countless people will hate the new world order and will die protesting against it.”

H.G. Wells, The New World Order , 1939



Esta es la sinopsis del mismo:

Para el Nuevo Orden Mundial, un gobierno mundial es solo el principio. Una vez conseguido, podrán desplegar su plan para exterminar el 80% de la población mundial, mientras permiten a la “élite” vivir con la ayuda de la tecnología avanzada. Por primera vez, el cruzado Alex Jones revela su plan secreto para el exterminio de la humanidad: Operación ENDGAME (FIN DEL JUEGO).



- Contraportada de “End Game” -



*

Jones da cuenta histórica del ascenso al poder de esta sangrienta élite global y revela cómo han fundado el ascenso de dictadores y financiado las guerras más sangrientas, creando orden contra el caos, para facilitar el camino al primer y verdadero imperio mundial.



Iraq




*

Observarás como Alex Jones y su equipo persiguen al esquivo Grupo Bilderberg hasta Otawa (Canadá) y Estambul (Turquía), para documentar sus conferencias secretas, permitiéndote ser testigo de su agenda y sus planes para orquestar e instigar la Tercera Guerra Mundial.



Alex Jones



* Aprende sobre la formación de la “North American Transportation Control Grid”, la cual pondrá fin a la soberanía de los EEUU para siempre.



- North American Transportation Union -



*

Descubre como los practicantes de la pseudo-ciencia “eugenesia” han tomado control de los gobiernos por todo el mundo para llevar a cabo la despoblación mundial.



* Observa el progreso del próximo colapso de los EEUU y la formación de la “North American Union”.



Nunca antes un documental había encajado todas las piezas de la oscura agenda de los globalizadores. Su convincente mirada a las atrocidades del pasado cometidas por aquellos que pretenden dirigir el futuro (y lo hacen), ofrecen información que los medios controlados han censurado meticulosamente durante más de 60 años. Revela por completo el programa de la élite para dominar la tierra y llevar a cabo el malvado plan en toda la historia de la humanidad.



Su juego final les asegura que nunca más deberán luchar contra una clase media, afrontar un nuevo renacimiento o una nueva élite creciente que pudiera desbancarlos y dislocarlos.



- Revoluciones que frenan la agenda de la élite -



Endgame expone este Movimiento analizando la historia de la élite volviendo atrás 250 años. El film se centra en la era napoleónica, los Rothschilds y el resurgir de los bancos centrales y el control de los Estados Unidos por instituciones de la élite, como la “Council on Foreign Relations”.



- Council of Foreign Relations -



Nos muestra el modelo británico de imperio oculto y las formas de control social cuidadosamente estudiadas y adaptadas por el establishment anglo-americano, liderado por grupos como Bilderberg, que han sido instrumentos para la centralización del control de la élite via la formación de la Unión Europea y la continua progresión hacia la Unión Americana.



- Unión Europea -



- North American Union -



“Endgame” no es teoría de la conspiración, es una realidad documentada en las propias palabras de la élite. Revela una verdad que debe ser afrontada para asegurar nuestra propia existencia como una raza libre en este planeta.



Os facilitamos enlaces al documental en varios formatos. Próximamente actualizaremos el artículo con nuevos enlaces para el visionado o descarga del mismo.También ofrecemos enlaces a trailers y resúmenes, así como algunas entrevistas de su autor, Alex Jones.




- Alex Jones -


“This film is the sum of all I have learned in my life and my quest

to investigate the New World Order.”

Alex Jones (2007)

Mira el documental en Megavideo (aquí existe una restricción a los 74 minutos con lo que nos obliga a esperar entonces 52 min para continuar viendo el video)



Vimeo (sin restricciones)

Untitled from Rankma Aton on Vimeo.


Enlaces Relacionados

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LA ACCIÓN PARA LA LIBERACIÓN SE INICIÓ

AMÉRICA HA DESPERTADO!

jueves, 27 de agosto de 2009

LA GRAN OBRA EN UNA FRASE. ESTUDIO DE LA TABULA SMARAGDINA HERMETIS

Carolina Thuysbaert
Traducción. S. d’Hooghvorst

Introducción

En primer lugar unas palabras de Pernety:
Pocas materias han puesto a prueba a los quymicos como el vitriolo común. Lo han tomado por la materia del magisterio de los filósofos; hay que reconocer que nada era más apto para engañar a los que toman al pie de la letra las palabras de los sabios. Han elogiado tanto a esta sal mineral que es muy difícil no caer en la trampa tendida a los ignorantes, al menos aparentemente, ya que todos advierten que no hay que quedarse con las palabras, sino con el sentido que esconden […] Los filósofos aseguran que no se puede hablar más claro que Hermes en su Tabla de Esmeralda, acerca de la materia y de las operaciones de la obra […] Dicha Tabla de Esmeralda, viene acompañada con un emblema quymico encerrado en un doble círculo. Entre ambas circunferencias están escritas las palabras que he citado, Visitabis, etc. (1) De un lado, se ve el sol, debajo, el signo de Marte y debajo de Marte el signo de Saturno. Del otro lado está la Luna, debajo Venus y luego Júpiter. En medio hay una copa en la que caen un rayo de Sol y otro de Luna; bajo el pie de esta copa, está colocado, como para sostenerla, el signo astronómico de Mercurio. Bajo todos estos caracteres hay de un lado un León y del otro una Águila bicéfala, como la de los escudos del imperio […] Los amantes de esta Ciencia podrán reflexionar en ello.(2)
¿Quién, tras algunas lecturas quymicas, no se convierte en “amante de esta Ciencia”? Los enigmas propuestos desde hace siglos por los sabios alquimistas esperan lectores con el espíritu aguzado. La imagen quymica que presentamos y el símbolo del vitriolo también están esperando. Pero estos lectores deben, como así lo escribió también Dom Pernety, reflexionar acerca de estos enigmas, ya que sólo un espejo podrá revelarles todo lo que desean saber.(3)

El vitriolo etimológico

“Vitriolo” se define comúnmente como un “nombre dado a los sulfatos”. El aceite de vitriolo, a menudo llamado también vitriolo, es un ácido sulfúrico concentrado, muy corrosivo.
No obstante, la ciencia moderna y profana sólo ha guardado el sentido vulgar de las ciencias quymicas tradicionales, e importa buscar el verdadero significado de la palabra.
Deriva del latín vitrum: ‘vidrio’. Este sulfato tiene, sin lugar a dudas, una apariencia vítrea. También es “aceitoso”, ya que en vitrioleum hay vitri oleum, ‘aceite de vidrio’. Según Canseliet, el vitriolo sería el vaso de los filósofos, el vaso de la naturaleza.(4)
Sólo se precisan dos vasos […] Se llama al primero el vaso del Arte y al segundo, el vaso de la Naturaleza. El vaso del Arte es el huevo filosófico que está hecho con un vidrio muy puro, de forma oval.(5)
Se pueden componer dos anagramas con vitriol: l’or y vit(6) y trio vil.
Las RAÍCES del árbol de la vida […] son como el TRIO VIL que une el cielo y la tierra.(7)
El vitriolo es pues, una materia tri-una, aceitosa y vítrea, que realiza la unión de lo que está arriba con lo que está abajo, y contiene el tesoro oculto, el oro, la piedra de los filósofos. Es entonces cuando se trata verdaderamente del vitriolo común, es decir, “como un”, como la unión de dos cosas.

El V.I.T.R.I.O.L., un acróstico

Este acróstico es conocido: Visita Interiora Térrea Rectificando Invenies Occultum Lapidem. A veces se añade: Et Veram Medicinam. ‘Visita los interiores de la tierra, rectificando encontrarás la piedra oculta y la verdadera medicina’.
Toda la Gran Obra está contenida en esta frase.
Pero ante todo, hay un secreto, un don, una cábala. Este secreto parece estar celosamente guardado por aquellos que lo experimentaron. Es una muerte iniciática. Es el encuentro, sobre una montaña santa, del espíritu purificado del discípulo, su psique o Eva, con el Hue vagabundo, el mercurio vulgar errante y despreciado, en busca de encarnación; en términos mitológicos: el héroe Ulises o Eneas.
El acróstico V ITRIOL no se dirige a los ignorantes, sino más bien a este Hue. Éste es el que, una vez fijado al espíritu iniciado, guiará toda la Obra a su perfección. Es él quien visita los interiores de la tierra, el mundo subterráneo, los Infiernos.
En compañía de la Sibila, Eneas bajó pues al infierno mineral donde el oro se depura y donde se incuba la edad de oro.(8)
Luego, todo se hace naturalmente, es decir, conforme a la voluntad de la Santa Naturaleza.
Ahora dejemos que Eneas vaya hacia su destino bajo la sabia dirección de la Sibila, depositaria del santo lenguaje. Ella realiza fácilmente lo que la avara Dido no ha sabido hacer con la violencia de su amor ciego.(9)
Ester tesoro, este oro que se esconde en las entrañas de la tierra, debe de ser rectificado. O sea, hay que erguirlo, enderezarlo, ponerlo derecho, o también destilarlo.(10)
Esta operación, que es el misterio del Dios que crece en el hombre, también ayudará a este hombre a ponerse recto. Los hombres rectos son aquellos cuya columna vertebral se ha enderezado a partir del sacro.
El espíritu recto y simple penetra fácilmente hasta el centro de la tierra donde reposa el oro vivo.(11)
La verdad se oculta bajo el velo de las fábulas y las parábolas. Es necesario un espíritu muy recto y muy penetrante para descubrirla […](12)
Tras todo este trabajo alquymico, el discípulo hallará la piedra oculta, el objeto de todos sus deseos, que le será medicina para curar su cuerpo y su alma.

Interpretación de la imagen

El número siete.

La imagen alude varias veces al número siete: siete letras en VITRIOL, siete planetas y una estrella de siete puntas.
Sólo quedan las siete palabras, prestad atención a lo que significan. Si entendéis bien lo que sigue, jamás conoceréis el fracaso. Cada una de estas palabras significa una ciudad, cada una con una sola puerta. La primera significa el oro: es de un color amarillo perfecto; la otra significa la plata: es de un bello color blanco; la tercera significa el mercurio, es uniformemente gris; la cuarta significa el estaño: es azul como el cielo; la quinta significa el hierro: es roja como la sangre; la sexta significa el cobre: es de un color verde sin mancha; la séptima significa el plomo: es negra como el carbón. Observa bien como yo lo entiendo, compréndeme bien: hay en las puertas de estas ciudades todo el fundamento del Arte. Ninguna de estas ciudades puede nada por sí sola, es preciso que las demás participen. No se puede entrar en ninguna de estas ciudades si las puertas han sido cerradas. Y si no tuvieran puertas, no tendrían ningún poder. Si estas puertas están juntas, dan un resplandor de siete colores, y todas juntas producen una claridad, entonces nada les es comparable en poder.(13)
El número siete está relacionado con los siete planetas y, por consiguiente, con el alma del mundo.
Tebas tenía siete puertas y estas puertas eran de eléctrum. Siendo siete el número del alma del mundo, o alma creadora, no es difícil sospechar que estas siete puertas no eran más que una sola, cuyo misterioso eléctrum era el más bello ornamento.(14)
Además, dos de estos planetas, el Sol y la Luna, se vierten en un vaso, un cáliz.
[…] El rocío o el espíritu del aire era como este licor,(15) que, según el lenguaje filosófico, proviene de los rayos del Sol y de la Luna, que contiene el principio que hace vegetar toda la naturaleza, y sin el cual nadie puede vivir […].(16)
Esta materia proviene, pues, de los rayos de las dos luminarias, y la materia puesta entonces en el vaso pasa por diversos colores.
Como las puertas de Tebas, los planetas son una misma cosa: la materia en estadios de preparación distintos.
Cuando esta preciosa materia, hija del Sol y de la Luna, está puesta en el vaso filosófico, bien sellado, toma una coloración muy negra […] Luego, la materia blanquea poco a poco. Primero toma el color gris: es Júpiter (el estaño) que sucede a Saturno (el plomo) […]. Por último el color blanco, Artemis, Diana más blanca que la nieve y que sólo se muestra desnuda a los cándidos amantes de la Ciencia […]. La materia, finalmente, tras haber pasado por diversos colores intermedios, vira al rojo. Es la piedra al rojo de la cual se hace el elixir al rojo, excelente medicina de los espíritus y de los cuerpos.(17)
¿Por qué el símbolo del Mercurio ha sido representado debajo del vaso, y más grande? Una cita de Huginus à Barmâ puede aclararlo:
Además, el Sol es el macho y la Luna la hembra, y el Mercurio que participa de la naturaleza de ambos, los liga y los conjunta el uno al otro.(18)



Los tres escudos

Tres escudos están unidos a un anillo mediante cadenas.
Se ven tres escudos, que contienen un águila, un león y una estrella; también hay en el centro, finalmente dibujado, el globo imperial; el cielo y la tierra, asimismo, están diligentemente colocados.(19)
El globo imperial podría ser el símbolo quymico del vitriolo.
También encontraréis las maravillas de la cruz en otros motivos y sobre todo en el vitriolo, aunque no tenga la cruz totalmente perfecta […].(20)
Pero aquí el símbolo está rematado por una cruz, para mostrar que el vitriolo ha sido conducido a su perfección.
Las dos esferas representan probablemente el Universo: el Cielo y la Tierra. Las líneas curvas indican que estas esferas siempre giran en el mismo sentido, lo cual corresponde al sentido etimológico de la palabra “universo”.(21)
¿Qué representan los tres escudos?
Los tres escudos significan en resumen Sal, Azufre y Mercurio. La Sal es un cuerpo sólido, lo mejor que hay en el Arte. El Azufre es el alma, sin él, el cuerpo no puede hacer nada. El Mercurio es el espíritu de la fuerza. Mantiene unidos el alma y el cuerpo. Por ello se le llama el mediador, lo que está hecho sin él no tiene duración, ya que el alma y el cuerpo no podrían morir si el espíritu no estuviera con ellos. Asimismo el alma y el espíritu no existirían si el cuerpo no estuviera con ellos. El cuerpo y el espíritu estarían sin fuerza si el alma no estuviera con ellos. El Arte nos hace saber todo esto: el cuerpo fija y da consistencia, el alma da el color y la tintura, el espíritu da la fluidez y penetra. Por eso no puede haber en este Arte alguno de los tres sin los otros.(22)
El león y el águila representan el fijo y el volátil. Los dos, con sus patas y alas, muestran a la vez lo alto y lo bajo. Ambos reunidos hacen el “milagro de una sola cosa”.
Las cadenas ligan todos estos elementos. He aquí lo que escribe E. d’Hooghvorst en su comentario acerca de la aventura de los dos niños Cromis y Mansillo, atando al ebrio Sileno:
“Lo atan con aquellas mismas guirnaldas”, difícil labor, la de atar la naturaleza sutil y volátil.(23)
La Sal, el Azufre y el Mercurio necesitan una atadura muy fuerte. El león y el águila deben estar ligados a la estrella de 7 puntas, siendo 7 la suma del cuadrado y del triángulo.

Las dos manos

Además de los signos de los metales, ves las manos tendidas la una hacia la otra […]. Las dos manos atestiguan mediante promesa solamente el verdadero fundamento y la verdadera doctrina.(24)
Las manos representan la teoría y la práctica, el fundamento y la doctrina.
La posición de las manos recuerda el símbolo de la bendición en la Iglesia de oriente. Tres dedos erectos, para significar el misterio de la Trinidad; dos dedos doblados, para enseñar la doble naturaleza de Cristo.

Conclusión

Esta Tabula Smaragdina Hermetis sólo será verdaderamente entendida por aquel que haya visitado el interior de la tierra, que se hay enderezado y haya alcanzado la piedra oculta.
Quien estudie este misterioso dibujo desde el exterior sólo podrá presentir todo su valor y extraer de los buenos autores sentencias capaces de explicarle un poco lo que sospecha.
La comprensión de los textos va a la par con la experiencia, “el espíritu y la comprensión avanzan con el orden del horno”, dijo un antiguo maestro, es decir, con la purificación y la cocción del Electrum. Entonces la lectura de los antiguos textos se esclarece al creciente resplandor del espejo de los filósofos.
Todo esto está en el poder de Dios y quien quiera entrar en este redil sin pasar por la puerta no es más que un bandido y un ladrón.(25)

Si todavía hay hombres inteligentes e
Inspirados de Dios en las iglesias, éstos
examinarán sus Escrituras hasta el fundamento
secreto donde brilla la piedra inquebrantable e
imperecedera establecida por Dios, establecida
en Dios.
L. Cattiaux(26)





1. Visitabis (o: Visita) interiora térrea, rectificando invenies occultum lapidem.

2 . A.-J. Pernety, Dictionnaire mito-hermétique, ed. Arché, Milán, 1980, voz : « vitriol ».

3 . A este respecto, véase E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, Arola Editors, Tarragona, 2000, pp. 31 y 318.

4 . Véase J. Van Lennep, Alchimie, ed. Crédit Comunal, Bruselas, 1984, p. 202.

5 . Huginus à Barmâ, Le règne de Saturne changé en siècle d’or, ed. P. Derieu, París, 1780, p. 147.

6 . L’or y vit: ‘el oro vive en él’. Según Fulcanelli, este anagrama demostraría que se trata del lugar donde se halla el oro. (Citado por . Van Lennep, op. cit., p. 202). Es lo que parece afirmar también, el acróstico VITRIOL, véase infla.

7 . L. Cattiaux, El Mensaje Reencontrado, Arola Editors, tarragona, 2000: XXV, 58.

8 . E. d’Hooghvorst, op. cit., p. 122.

9 . Ibidem, p. 123.

10 . Rectificar tiene dos sentidos: un sentido común, ‘enderezar’ y un sentido químico, ‘purificar una cosa, destilándola’.

11 . El Mensaje Reencontrado II, 4’.

12 . Ibidem III, 17.

13 . Du secret des sages, vv. 73-93, in Cahiers de l’Hermétisme, Présence d’Hermès Trismégiste, ed. Albin Michel, París, 1988, p. 219. Comentarios y una traducción de este poema atribuido a un paracelsiano se encuentran en las pp. 184-235.

14 . E. d’Hooghvorst, op. cit., p. 83.

15 . Se trata de un licor: en la imagen, los rayos se vierten como un líquido.

16 . L. de Saint-Didier, Leerte du Secret du Grand-OEuvre, citado por E. d’Hooghvorst, Le Fil de Pénélope, t. II, ed. La Table d’Emeraudde, París, 1998, p. 233.

17 . E. d’Hooghvorst, op. cit., t. II, p. 301.

18 . Huginus à Barmâ, op. cit., p. 68.

19 . Du secret des sages, cit., vv. 15-20.

20 . Douzetemps, Le Mystère de la Croix, ed. Archè, Milán, 1975, p. 208.

21 . Universum, de unus y vertere: ‘que gira en un solo sentido’.

22 . Du secret des sages, cit., p. 107.

23 . E. d’Hooghvorst, op. cit., p. 107.

24 . Du secret des sages, cit., vv. 69-70.

25 . E. d’Hooghvorst, op. cit., t. II, p. 98.

26 . Op. cit., XXIV, 4’.

LA MUERTE INICIÁTICA. Raimon Arola

Introducción

Los rituales iniciáticos son símbolos que rememoran particularidades de la Gran Obra. De entre los diversos símbolos que se repiten en todas las filiaciones tradicionales, cabe destacar la representación ritual de una muerte que convierte al candidato en neófito. Se trata de la muerte iniciática que enseña que el hombre deja de pertenecer a un mundo para nacer a otro. Este símbolo apunta a la salvación completa del ser humano, es decir, a la regeneración de su espíritu y de su cuerpo que a partir de la iniciación nacen por el «querer del cielo». Para buscar el sentido profundo de este símbolo no tenemos otra alternativa que acudir a los comentarios breves y discretos que nos han dejado los sabios que han conocido realmente la regeneración.

I. Las fuentes hebreas

Hemos partido de la tradición hebrea, pues gracias a su fidelidad inigualable, «nos han transmitido la luz de Dios heredada de la tierra de Egipto» (1). En el Talmud encontramos una primera referencia directa al tema; está escrito en el tratado Baba Batra y dice así:

«Nuestros maestros han enseñado: el Santo, bendito sea ha dado en este mundo una primicia del mundo por venir a tres hombres: Abraham, Isaac y Jacob [...] Nuestros rabinos han enseñado: El ángel de la muerte no tiene ningún poder sobre seis seres humanos: Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Aarón y Miriam. Respecto a los tres primeros, porque está escrito a propósito de ellos, respectivamente: "En todo", "De todo" y "Todo" (2). Respecto a los tres últimos, porque está escrito (que ellos mueren) "Por orden (sobre la boca) del Señor" (Num. 33, 38 y Dt. 34, 5)». (3)

La exégesis hebraica es extraordinariamente sutil, desvela sin profanar. En este caso la expresión al pi, que se traduce generalmente como "por orden de", significa literalmente "sobre" (al) y "boca" (pi). En este matiz está toda la enseñanza: el profeta muere sobre-la-boca de Dios. Como veremos a continuación, el Midrash Cantar de los Cantares Rabba, repite la enseñanza del Talmud y precisa que esta muerte sobre la boca es el beso al que hace referencia el principio del Cantar de los Cantares. El texto es el siguiente:

«Los maestros dijeron: Las vidas de éstos [los justos] serán arrebatadas con un beso. R. Azaryá dijo: Hemos visto que la vida de Aarón no fue tomada de otra manera que por medio de un beso, como está escrito (Num. 33, 38): "El sacerdote Aarón subió a la montaña de Hor por orden (al pi, ‘sobre la boca’) del Señor y allí murió". ¿(Y respecto a) la vida de Moisés de dónde lo deducimos?, de (Dt. 34, 5): "Murió, pues, allí Moisés, servidor del Señor, por orden (al pi, ‘sobre la boca’) del Señor" ¿Y de Miriam? Porque está escrito (Num. 20, 1): "Y Miriam murió allí"; al igual que en el verso anterior, "allí" va seguido de "por orden (al pi) del Señor", también aquí [se supone aunque no se diga], pues sería una indignidad especificarlo ¿Y del resto de los justos? Porque está escrito (Cant. 1, 2): "Que me bese con los besos de su boca"(4)».

Al morir por el beso de Dios, el espíritu del hombre sale por la boca y se une al Creador. En este sentido está escrito en el Talmud:

«Novecientas tres clases de muerte han sido creadas en el mundo, pues está dicho: "Y YHVH, nuestro Señor, da a la ‘muerte salidas’ (lemut totsot)" (Sal. 68, 21); en efecto, el valor numérico de la palabra ‘salidas’ (totsot) es novecientos tres. La más penosa de las muertes es la del garrote, la más dulce es la del beso [divino]. La del garrote es como una rama de espinas que se quisiera sacar de una bola de lana. O, según otros, como aguas que brotan ante la entrada de un canal. En cuanto al beso divino, es [una muerte tan fácil] como retirar un cabello de la superficie de la leche».(5)

En el Zohar hay diversos comentarios que explican el sentido filosófico y hermético de la muerte mediante el beso de Dios. El comentario se centra en el hecho de que mediante un beso en la boca los espíritus de dos personas se unen. En un fragmento del Zohar está escrito lo siguiente:

«(Cant. 1, 2): "Que me bese con los besos de su boca". Esto lo dijo la Kneset Israel –es decir la Shekina–. Se pregunta: ¿Cuál es el sentido de “Que me bese”, no habría tenido que decir: "Que me ame?", ¿Por qué "Que me bese"? Se responde: Se nos ha enseñado que el besar es la unión de un espíritu [ruah] con otro espíritu, por ello el beso es en la boca, pues la boca es el origen y la fuente del espíritu. Y por esto en el amor, el beso es en la boca y se une espíritu con espíritu, sin haber separación del uno con el otro. Y debido a esto, aquel que muere [sheiotsé neshamato: ‘que hace salir su alma’] en el beso, une su espíritu al espíritu del Santo, bendito sea y no se separa de él. Y esto es a lo que se llama beso, y por ello dice la Kneset Israel: "Que me bese con los besos de su boca", a fin de que se una un espíritu a otro espíritu y no se separen nunca».(6)

En otro lugar del Zohar se precisa aún más la idea:

«Las palabras (Cant. 1, 2): "Que me bese con los besos de su boca" tienen la siguiente significación: El rey Salomón aspiraba a la unión del mundo superior con el mundo inferior. Y la unión de dos espíritus solo se realiza a través de un beso; cuando dos personas se besan en la boca, sus espíritus se unen hasta el punto de convertirse en uno. En el libro de R. Hamenuna el Anciano, las palabras: "Que me bese con los besos de su boca", están aplicadas a los cuatro espíritus celestes suspendidos den las cuatro letras del Tetragrama [iod, he, vav, he]. Son los espíritus del amor, y cuando ellos se dan el beso, es cuando se expande aquí abajo la misericordia del palacio celeste denominada "Amor". Y cuando estos cuatros espíritus no se besan, el amor que emana del palacio celeste se convierte en ira cuando llega aquí abajo. Cuando los cuatro espíritus se besan, se funden en uno solo, y este espíritu desciende sobre la tierra para llevarle el amor y vuelve enseguida al palacio celeste donde permanece».(7)

II. Los cabalistas cristianos

Los sabios renacentistas recogieron la herencia hebrea y la relacionaron con las enseñanzas cristianas. La muerte del beso de los hebreos se llamó Mors Osculi. En sus comentarios, los cabalistas cristianos se preocupaban especialmente en distinguir entre la muerte física, en la que el alma se separa completamente del cuerpo, y la muerte accidental (8) o Mors Osculi, en la cual el cuerpo se separa del alma, pero ésta puede retornar al cuerpo. Quien primero habló de dicha distinción fue Pico della Mirándola. En una de sus famosas Conclusiones afirmó lo siguiente:

«El modo por el que las almas racionales son sacrificadas a Dios por el arcángel [modo que los cabalistas no explican], no es otra cosa que la separación del alma del cuerpo, y sólo accidentalmente el cuerpo del alma, como ocurre en la muerte del beso, acerca de la cual se ha escrito, (Sal. 116, 15): "Preciosa en la presencia del Señor es la muerte de los santos"».(9)

Cornelio Agrippa desarrolla la proposición de Pico della Mirándola:

«Los sacrificios y oblaciones nos dan mucha confianza, nos hacen de la familia de Dios, y rechazan muchos males que nos amenazan. Es verdad lo que los doctores hebreos, más que todos los demás, nos confirman, al decir que porque inmolamos nuestros animales y consumimos nuestros bienes en sacrificios, los males que nos amenazan son desviados sobre estas clases de cosas; y así como el sacerdote mortal sacrifica, en este bajo mundo a Dios, las almas de los animales desprovistos de razón, por la separación del cuerpo del alma, de igual manera el arcángel Miguel, sacerdote del alto mundo, sacrifica las almas de los hombres, y ello por la separación del alma respecto al cuerpo, y no del cuerpo respecto al alma, a menos que sea por accidente, como ocurre en el furor, el rapto y el éxtasis, el sueño y estados similares del alma, y esta separación es llamada por los hebreos la muerte del beso».(10)

Y el mismo autor explica en otro lugar cuál es el origen de la contemplación de la divinidad:

«Esta mirada o visión [la de Dios] es llamada por muchos un rapto, un éxtasis o una muerte espiritual; pues se produce entonces una cierta separación del alma con el cuerpo, pero no del cuerpo con el alma. De esta muerte está dicho (Ex. 33, 20): "El hombre no puede ver a Dios y vivir", y también (Sal. 116, 15): "Preciosa en la presencia del Señor es la muerte de los santos". Y aún más claramente está explicada por el Apóstol diciendo (Col. 3, 3): "Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios". Es necesario, pues, que aquel que quiera penetrar los secretos de la Teología profética muera de esta muerte».(11)

Giorgio de Venezia enseña como el hombre se convierte en hijo de Dios mediante la Mors Osculi con estas palabras:

«Al no ser suficiente el hecho de elevar al hombre hasta la unión con Dios, nos esforzaremos en hacerle progresar y conducirle hasta el último grado, es decir, a la transmutación del cuerpo en espíritu, y del espíritu en Dios. De los cuales ha dicho el Apóstol: "Esperamos al Salvador, nuestro Señor Jesucristo quien reformará el cuerpo de nuestra humildad conforme al cuerpo de su claridad". En otro lugar declara cual será esta reforma, cuando dice: “Aquel que es animal está sembrado, aquel que es espiritual lo resolverá”; por otro lado, el Evangelista ha dicho: “Les ha dado el poder de ser hechos hijos de Dios, a saber, cuando los hombres son transformados en la misma imagen de Dios”. Dicha transformación se logra mediante el rapto del espíritu y éxtasis, que los hebreos llaman la muerte del beso, de la cual en el Cantar de David se dice (Sal. 116, 15): "Preciosa en la presencia del Señor es la muerte de los santos". Porque en el rapto del espíritu, el hombre muere por este beso, del cual el sabio ha dicho en los Cantares: (1, 2): "Que me bese con los besos de su boca". Ya que el hombre, estando en el rapto del espíritu muere al cuerpo, de manera que su vida ya no vive, y entonces no recibe ninguna ayuda ni socorro, aunque el cuerpo no haya sido destituido de la vigorosa virtud del alma, la cual en tal rapto y éxtasis apoyada sobre Dios en un cierto beso, es unida con Dios gozando con Él de una dulzura tan grande que hace olvidar todas las cosas exteriores, incluso el propio cuerpo que ella abandona viviente pero privado de sentidos y como medio muerto. Esto es lo que explica san Pablo cuando dice (Col. 3, 3): "Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios", el cual recibe el alma y la une con una fe tan fuerte que el hombre vive entonces más la vida de Cristo que su propia vida. Pero esta transformación no solamente se hace por la iluminación del pensamiento sino también por el amor que une, que es un fuego divino, que se funde, que se une y que se transforma».(12)

Otros muchos sabios han repetido y renovado las enseñanzas hebreas en Europa desde los primeros cabalistas,(13) y citarlos a todos haría inacabable este pequeño resumen. Mencionaremos solamente un fragmento de E. Filaleteo, uno de los últimos cabalistas cristianos, en el que se relaciona la experiencia del beso con el sueño de Jacob,(14) el fragmento es el siguiente:

«Los peldaños de la escalera [de Jacob] representan las naturalezas medias por las que Jacob se ha unido a Dios, la naturaleza inferior unida a la superior. Respecto a los ángeles de los que se dice que suben y bajan por la escalera, su movimiento demuestra que no eran de una jerarquía superior sino de ciertas otras esencias secretas, ya que primero subían y luego bajaban. En cambio, si hubieran sido de arriba. Primero habrían bajado, lo cual es lo contrario del texto. Y aquí lector quiero ver tu conocimiento. Pero volviendo a Jacob está escrito que estaba dormido, pero esto es un discurso mítico, ya que significa la muerte, es decir esa muerte que los cabalistas llaman Mors Osculi o muerte del beso, de la que no diré ni una sílaba». (15)

III. Los alquimistas

Desde la óptica alquímica tenemos varias explicaciones sobre la experiencia de la muerte iniciática; así, por ejemplo, en el opúsculo anónimo titulado Aquarium sapientum podemos leer:

«En el horno de la tribulación y por medio de un fuego continuo, el hombre, como el cuerpo terrestre del oro, participa de la cabeza negra del cuervo, es decir, es vuelto enteramente disforme y convertido en irrisión ante el mundo. Y esto no se hace exactamente durante cuarenta días y cuarenta noches, ni siquiera en cuarenta años sino a menudo durante todo el tiempo de su vida, de suerte que, a lo largo de ella, debe necesariamente tener con más frecuencia la experiencia del dolor que la del consuelo y la alegría, y la del abatimiento que la del regocijo. Finalmente, su alma es completamente liberada por esa muerte espiritual como si fuese conducida haca las alturas, es decir, que a pesar de que su cuerpo aún está en la tierra, él se vuelve con su espíritu y su corazón hacia lo alto, hacia la vida eterna y la Patria [...]. Esta separación del cuerpo y del alma del hombre debe hacerse muriendo espiritualmente. Esta disolución del cuerpo y el alma tiene lugar en el Oro regenerado de modo que el cuerpo y el alma, estando como separados el uno del otro, no por ello dejan de estar fuertemente unidos en el vaso y reunidos; el alma de lo alto va recreando cada día el cuerpo y lo preserva de la destrucción final hasta el tiempo fijado en el que permanecerán juntos e inseparables [...] Es un refrigerio celeste y una recreación del cuerpo terrestre muerto en el hombre. En lo que se refiere a la muerte temporal, que es el salario del pecado, no se trata de una muerte verdadera sino de una disolución natural del cuerpo y del alma y una suerte de ligero sueño; también es una conjunción indisoluble y permanente del Espíritu de Dios y el alma: pero debes entender que hablo de los santos. Se la compara, por otro lado, a ese admirable ascenso y descenso que suele hacerse siete veces seguidas en la obra terrestre». (16)

Le Breton, en Les Clefs de la philosophie spagyrique, expone los siguientes pensamientos sobre la muerte iniciática:

«Antes de la resurrección evangélica, el gran Autor de la naturaleza purifica el cuerpo y el alma, que en la resurrección deben unirse y fijarse para siempre. Así, el Artista purifica las dos raíces del mixto, después las une y las fija inseparablemente[...] El mixto, antes de estar perfectamente purificado, expulsa todos los excrementos; y esta purificación se hace por la muerte que corrompe el misto natural. En esta muerte y corrupción, las raíces que componen la esencia del mixto donde está su magnetismo específico y que contienen su virtud vegetativa y generativa, permanecen sin ninguna lesión. El grano de trigo, una vez puesto en la tierra, expulsa por la corrupción que le sobreviene los excrementos que impedirían sus acciones; ni su potencia material prolífica, ni su forma especificativa no son destruidas en absoluto, pues de otra manera no podría germinar ni vegetar. Así, la muerte de los cuerpos mixtos es de dos clases, una absoluta y substancial y la otra accidental. La muerte absoluta es la separación esencial y la pérdida de las raíces y de la forma íntima del mixto; la accidental sólo es la separación de los excrementos conservándose las raíces puras y la forma que contiene la idea del mixto. La muerte absoluta es la corrupción total del mixto; la muerte accidental es una generación nueva de la misma especie del mixto y un medio necesario para que se convierta en perfecto».(17)

IV. La iniciación caballeresca

Finalizaremos con unos fragmentos sobre la iniciación caballeresca, por medio de los cuales podremos entrever cómo está ligada la ceremonia de iniciación y el beso. San Jerónimo hace el siguiente comentario sobre el pasaje evangélico en el que el hijo pródigo vuelve a su casa y su padre, echándosele al cuello, lo besa.

«(Comentario Lc. 15, 21: "Y lo besó"), conforme a lo que la Iglesia, en el Cantar de los Cantares, suplica acerca del advenimiento del esposo (Cant. 1, 2) "Que me bese con los besos de su boca", no quiero que me hable por Moisés ni por los profetas; tome Él mismo mi cuerpo, Él mismo me bese en la carne. A esta sentencia podríamos acomodar lo que escribe Isaías (21, 12): "Si buscas busca y mora junto a mí en el monte". Y en este versículo también se le manda a la Iglesia que grite desde Seir, pues Seir significa ‘velludo’ e ‘hirsuto’, para dar a entender al antiguo horror de los gentiles».(18)

Emmanuel d'Hooghvorst escribe: «Este pasaje traduce claramente la búsqueda esencial del cabalista, cuya imagen, en la poesía cortés, parece ser el caballero andante». Pues el caballero cabalista es quien grita en medio de la noche, desde Seir «con la apariencia hirsuta y salvaje de la naturaleza no desbastada; el caballero busca en su dama la gracia y la belleza que le faltan, o sea, la curación de su rudeza original.(19) La Iglesia, como el caballero, grita desde Seir, se trata del grito angustiado de la Iglesia militante, en la angustia de la búsqueda. La Iglesia, como el caballero, busca el beso atravesando la noche del mundo, busca la prueba evidente de la unión íntima con Dios.

El origen de la relación entre el beso y la iniciación caballeresca se encuentra en el siguiente comentario del Midrásh Rabbá sobre el principio del Cantar de los Cantares:

«Otra explicación sobre: "Que me bese con los besos" lo entiende como "que me arme". Ishqueni [que me bese] quiere decir "que me arme", porque está escrito "armados [noshqueni] con arcos, eran ambidiestros" (2Cr. 12, 2). Dijo R. Samuel ben Najmán: Se han comparado las palabras de la Torá con unas armas; tal como las armas dan consistencia a su dueño en el momento de la batalla, así las palabras de la Torá dan consistencia a quien se dedica a ellas como corresponde».(20)

¡Que quien pueda unirse al fuego celeste lo haga y viva!

Porque ahí están la salvación y la unión que no perecen.

El Mensaje Reencontrado, XXVIII, 36''.

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(1) El Mensaje Reencontrado, XVII, 65'.

(2) El autor hace referencia a un pasaje anterior.

(3) Baba Batra 17ª. Ver Maimónides, Moreh Nebukim III, 51.

(4) Midrás Cantar de los Cantares Rabbá, Estella, 1991, p. 66.

(5) Berajot 8a.

(6) Sefer haZohar, vol. II, fol. 124b.

(7) Sefer haZohar, vol. II, fol. 146b.

(8) Accidental, en tanto que no es esencial.

(9) Conclusiones mágicas y cabalísticas, Barcelona, 1982, p. 51.

(10) La Filosofía oculta, Buenos Aires, 1982, p. 391.

(11) De incertitudine et vanitate scientiarum, cap. 98.

(12) De harmonia mundi, III, 7, c. 18.

(13) Cfr. F. Secret, La kabbala cristiana del Renacimiento, Madrid, 1979; p. 60-63 y H. Greive, «La Kabbala chrétienne de Jea Pic de la Mirandole» en Cahiers de l'Hermétisme-Kabbalistes chrétiens, p. 173 y ss.

(14) Este aspecto merece nuestra atención porque abre las espectativas de la muerte iniciática a otros muchos pasajes bíblicos como el sacrificio de Isaac.

(15) Ver «Magia adámica o La antigüedad de la magia» en La Puerta, Magia, p. 14.

(16) L'Aquarium des sages, París, 1989, p. 89.

(17) Les Clefs de la philosophie spagyrique, VII, 1, aforismos 22 a 27.

(18) Cartas de San Jerónimo, Madrid, 1962, vol. II, p. 139.

(19) «Morir cuerdo y vivir loco. A propósito del Quijote de Cervantes», en La Puerta, Esoterismo en la España del siglo de oro, p. 9 y 10.

(20) Midrás Cantar de los Cantares Rabbá, op. cit. p. 66.

EL MENSAJE PROFÉTICO DE LOUIS CATTIAUX



E. d'Hooghvorst

Buzo ebrio de todos los dolores, ando errante tristemente

vestido con la piel de las bestias en este mundo exiliado de las grandes pesadeces,

donde los hombres, apagados por la caída, se obstinan.

L. Cattiaux.

Una lógica oscura y certera parece conducir este mundo hacia una meta desconocida, pero sin duda alguna catastrófica. El optimismo ingenuo del siglo pasado, ha dejado paso lentamente a una gran inquietud, las más de las veces inconsciente para los millones de individuos que componen nuestra civilización, una inquietud que por lo general se manifiesta por una inestabilidad creciente y una rebelión general de los espíritus y de los corazones.

Al igual que aquellos grandes ríos que se desecan a medida que avanzan hacia el desierto, los manantiales de la vida parecen agotarse (1) según aumenta la inteligencia del hombre; nos referimos a su maldad, a esta luz fría como la de nuestras lámparas eléctricas, que alumbran sin calor como fuegos muertos. (2)

Existe otra inteligencia, la verdadera, que el hombre percibe con sus antenas, no las de la radio o de la televisión, sino con sus antenas naturales, que le permiten comunicar con el profundo manantial de la vida oculta en la naturaleza, para llevarlo progresivamente hacia la luz viva y nutritiva.

Los grandes rebaños salvajes de la estepa no disponen de ningún radar, sino que tienen guías a los que obedecen y siguen. Por lo general son los individuos más ancianos y más sagaces los que poseen las antenas más receptivas. Ellos son los que prevén las tormentas y los ciclones, los que saben, según las estaciones, dónde se encuentran los mejores pastos y también los que descubren las trampas y huelen el peligro. Son los videntes del rebaño y el rebaño los sigue con seguridad. Pero nuestras antenas están como atrofiadas, hasta el punto de haberse convertido en órganos muertos, vestigios inútiles de una humanidad ya pasada. Pronto habrán desaparecido por completo. No nos sentimos seguros en ninguna parte. ¿No se aplicarían a nuestra época, mas que a ninguna otra, estas palabras del profeta Isaías?:

«Yahweh ha extendido sobre vosotros un espíritu de letargo; ha cerrado vuestros ojos, los profetas, ha echado un velo sobre vuestras cabezas, los videntes». (Isaías, XXIX, 10)

Y si, por casualidad, todavía hubiera entre nosotros un individuo que guardara intacta esta facultad tan valiosa de abrevarse en el manantial de las aguas puras del Sol y de la Luna, o que lo hubiera reencontrado tras una larga búsqueda, ¿qué suerte le reservaríamos? ¿Qué suerte le reservaríamos si se revelase a nosotros tal como es, es decir, psíquica y físicamente tan distinto? ¿Lo someteríamos a la benéfica acción del psicoanálisis con el loable objetivo, seguramente, de readaptarlo? Cattiaux, amigo mío, tu oscuridad en el mundo y su ceguera te fueron una extraña salvaguardia.

Quizá existen todavía, sobre la tierra adormecida, algunos hombres que velan y que interrogan a los astros como los magos de antaño. Para estos escribimos estas líneas, exclusivamente para ellos, pues han recibido el don del cielo de poder creer lo increíble. Dispersados en las tinieblas, nos son desconocidos. Sin embargo y sin saberlo, brillan como luciérnagas reflejando en la tierra oscurecida, la claridad de las estrellas. ¿Quién sabe si los ángeles de Dios no vendrán a recogerlos uno por uno, para reunirlos en el regazo de la Virgen, antes de la gran tribulación que ciertamente viene, esta gran tribulación tantas veces anunciada y siempre pospuesta, pero cuya proximidad resulta cada vez más evidente a aquellos que todavía son capaces de prestar atención?

Louis Cattiaux vivía en París, en la calle Casimir Périer, a la sombra de la Iglesia de Santa Clotilde frente a una tranquila plazoleta provinciana. En sus tarjetas ponía: Louis Cattiaux, poeta, pintor y boticario. En su misterioso taller de pintura a pie de calle, pintaba telas extrañas y magníficas, vírgenes hieráticas, rodeadas de símbolos olvidados. Las pintaba utilizando una materia rica, densa, coloreada al extremo. Afirmaba haber reencontrado el secreto de la antigua materia pictórica de los hermanos Van Eyck, este secreto del oficio que los pintores de antes se transmitían de boca a oreja y de maestro a discípulo. Su arte tenía algo sagrado, sus telas parecían pentáculos; la gente también lo tomaba por mago. Era asimismo sanador y proporcionaba a quienes se lo pedían miríficas pomadas no carentes de efectos curativos.

Su minúsculo taller de pintura, mágicamente decorado, parecía encerrar el universo entero. Allí se respiraba el perfume de algún jardín de Edén guardado muy interiormente; y uno volvía con frecuencia, sin saber demasiado por qué, quizá sencillamente imantado por el calor. Pues lo que emanaba de este hombre era un calor nunca alcanzado, totalmente distinto de la simple cordialidad, y también como el presentimiento de un secreto inmenso, vivo, celosamente guardado, como el pez filosófico que nada en agua profunda. Vivía cándidamente, con sobriedad, con pobreza según los hombres, alegre y feliz como un niño y como tal, sin malicia. Vivía como un buen padre de familia entre su mujer que amaba y su hijo que acariciaba a menudo y con ternura; pues este hombre tenía un hijo: un hijo que, cuando su padre lo tomaba en brazos y lo mimaba cariñosamente diciéndole: ¡Jesusito gordo!, respondía miau con tanta gracia. ¡Era un gato mágico, por supuesto…!

Sus amigos se preguntaban: «¿Quién es este hombre?», y sin poder responder con precisión a la pregunta, decían: «no es como nosotros». -Cattiaux, ¿cuál era, pues, esta vida secreta que resplandecía en ti? ¿Acaso habías descubierto la joya de eternidad? ¿Habías penetrado el enigma de este mundo?

¿Queréis saber qué es este mundo?, solía preguntar. Imaginad un campo de concentración modélico; es una imagen que nos es familiar; un campo de concentración concebido y realizado según los últimos descubrimientos de la técnica y la ciencia psicológica, en el que el trabajo -perfectamente inútil además-, sería racionalizado al extremo pero sobre todo, en el que cada prisionero sería su propio guardián y el de su vecino:

«¿Quién es el más grande de entre los prisioneros de la celda tenebrosa y hedionda?

¿Quién es el más estimable de entre los que se pudren en el callejón sin salida de la muerte?

¿Quién es el más conocido, pero quién es el mejor?

¿Quién es el más honrado, pero quién es el más útil?

¿Quién es el más inteligente, pero quién es el santo y quién es el Sabio?

¿Quién es el salvado y quién es el salvador?

¿Quién sirve y quién es servido verdaderamente?

¿El que comparte su pan o el que lo hace para todos?

¿El que limpia el calabozo o el que lo organiza?

¿El que consuela o el que cuida?

¿El que ruega por la liberación de todos o el que sufre con los condenados?

¿El que se rebela en la esclavitud o el que se instala en ella?

¿El que predica la buena conducta o el que muestra la salida oculta?

¿El que quiere forzar las cerraduras de la muerte o el que busca la llave que las abre todas?»

(El Mensaje Reencontrado XVIII, 10) (3)

Louis Cattiaux se calificaba de buena gana como «holgazán de Dios», de ese Dios que lo creó todo de la nada. Sin embargo, mientras no se ha encontrado a ese Dios, su búsqueda es el trabajo más penoso y doloroso que existe en el mundo. ¿Acaso no es Dios ese «Inútil» que buscamos y que con seguridad encontraremos cuando estemos reducidos a la nada, al menos en cuanto a nuestras cortezas tenebrosas? El corazón molido como la ceniza, del que hablan las Escrituras, no sería entonces una imagen de estilo.

«Quien alcanza al Señor de vida aquí abajo es como un holgazán al que todos los trabajadores del mundo no podrían igualar con todos sus trabajos.

¡Qué trabajador el que no se toma ni un respiro ni de día ni de noche en la búsqueda de la vida imperecedera! ¡Qué holgazán el que reposa en la unidad viviente del Único!» (4)

Si Cattiaux se había lanzado tan apasionadamente a la búsqueda del «Único», es porque no sabía que hacer en lo que él llamaba: nuestro exilio de aquí abajo, en el que se sentía totalmente extraño y al que nunca pudo adaptarse.

No por nada lloramos en el momento de nuestra entrada en esta cárcel de concentración y nuestro primer grito es un grito de dolor.

Aún habiendo soportado con valentía los trabajos, fatigas, decepciones, las pacientes investigaciones de un pobre pintor parisino, ignorado y sin apoyo, Cattiaux se avergonzaba de trabajar en el mundo y para el mundo. Sus cualidades naturales, afirmaba, le predisponían a vivir en el jardín del Edén, exclusivamente. Toda su rebelión interior, la había dirigido hacia lo que llamaba un extravío lamentable, tras el cual había venido a encarnarse aquí abajo. Consideraba vano todo trabajo mundano que fuera más allá del mantenimiento de la vida encarnada; del mismo modo, casi todos le consideraban a él como vano e inútil:

«Has perdido tu vida, decían mirando mis manos vacías, y nadie oía al dios que cantaba en mi corazón.» (5)

Hacia el final de su vida, le hemos oído muchas veces repetir esta sentencia de un maestro sufí:

«No pido más que un campo donde la locura pueda retozar libremente.»

Este holgazán murió en París, a la edad de 49 años, el 16 de julio de 1953 de una «extraña y fulgurante enfermedad» (6) totalmente inesperada. Había realizado en esta tierra una obra que el tiempo se encargará de mostrar a la luz del día.

Su obra pictórica merecería por sí sola un estudio exhaustivo. Condensó su experiencia artística en una obra todavía inédita: Physique et Metaphisique de la Peinture.

Nos ha dejado poemas cuya profundidad es sorprendente: Les Poèmes Zen, Les Poèmes du Fainéant, Les Poèmes Tristes que llevan por epígrafe: «el Atleta que se desviste ante una asamblea de jorobados no debe esperar cumplidos»; Les Poèmes de la Résonance, de la Connaissance, y por último, Les Poèmes Alchimiques, de los que ofrecemos un extracto a continuación:

La Joya

«Antigua soledad de las selvas primordiales donde brilla la esmeralda emanada de las estrellas, quien te encontró posee el secreto divino, que un maestro cierto nos legó en el pan y el vino.»

De su obra principal, El Mensaje Reencontrado, queremos hablar aquí. Quizá habrá que esperar todavía, antes de que este mensaje profético pueda quebrar el muro de la indiferencia que lo encierra y difundirse en el mundo. Cabe preguntarse si esa obra, madurada durante quince años en el silencio y el abandono, nos entregará el secreto de esa vida aparentemente inútil.

«No hemos nacido en una familia rica y nadie nos ha instruido en los misterios de Dios. Hemos tenido que descubrir, solo, las Sabias y santas Escrituras y hemos tenido que estudiarlas en la pobreza y en el abandono, a fin de que nadie se crea olvidado, sea cual sea su estado aquí abajo.

No hemos escrito el Libro en la paz ni en la seguridad de un santo retiro. Lo hemos escrito desde el principio hasta el fin en medio de la cloaca en fermentación de la gran ciudad, a fin de que nadie se crea abandonado, sea cual sea su situación aquí abajo.»

(M. R. XXVII, 57)

Hemos hablado adrede de un mensaje profético. No hay otras palabras para calificar un libro tan singular y original, tanto por el fondo como por la forma, es decir, de origen tan evidente. En efecto, el profeta es un original en el sentido más concreto que se pueda dar a este término. Es ciertamente bajo este aspecto, que trasciende a todos los demás, como se dibujará cada vez con más precisión en el futuro la figura de Louis Cattiaux.

Pocos días antes de morir, escribía en el libro XXXX y último de El Mensaje Reencontrado lo siguiente:

«Iré a ti con las manos llenas de tu vendimia y la espalda encorvada por el peso de tu cosecha y mi alegría será recibir tu beso de vida y comunicarlo a los niños que me has confiado, ¡oh Señor que colmas la santa obediencia!

Iré a ti con el corazón purificado y el espíritu claro dentro de tu cuerpo resucitado, si me envías tu salvación desde este mundo, Señor de amor y de conocimiento verdaderos; porque sólo tu esplendor es recibido por tu esplendor y sólo tu santa unidad se funde en el Único.»

(M. R. XXXX, 1)

Si hemos de creer al apóstol Pablo, el ejercicio de la misión profética debe proseguirse mientras dure la cristiandad, es decir hasta el fin de los tiempos. En efecto, ¿acaso no ha escrito: Aspirad al don de profecía como al más excelente? (I Cor. XIV, 1-5)

Su misma excelencia ¿no designa a este don como la realización cristiana más perfecta? Sin embargo, por razones que serían demasiado largas de examinar aquí, (7) este don del Espíritu Santo se convierte cada vez en algo más escaso a medida que la humanidad prosigue su carrera descendente que terminará al final del ciclo presente por otro diluvio (8).

Se ha convertido en algo tan escaso porque cada vez hay menos hombres cualificados para recibirlo, guardarlo y madurarlo. Y por lo general ya ni sabemos qué es un profeta y cuál es su misión. Incluso quizá el mero hecho de mencionar esta palabra hará sonreír. No tenemos que convencer a nadie. Basta con que algunos se reconozcan y se reencuentren. Pero nos ha sido recomendado también poner a prueba los espíritus para saber si son de Dios. Particularmente en los últimos tiempos, los falsos profetas serán numerosos y seductores; de hecho, en la actualidad hay muchos. Quizá El Mensaje Reencontrado nos dará la ocasión de ejercer nuestro juicio y distinguir los verdadero de lo falso.

«Sometiéndonos de antemano al juicio de Dios, al juicio de los Hijos de Dios, al juicio de los amigos de Dios y al juicio de los profetas de Dios, no podemos temer el juicio de los inteligentes del mundo ni el de los poderosos del mundo, ni el de los sabios del mundo, ni el de los hipócritas y de los ignorantes que ahora nos entierran.»

(M. R. XXVII, 49’)

Este candor tan inesperado, esta ausencia total de malicia en la expresión tienen algo que resulta «chocante» en el siglo XX. Si son ciertas, y al lector le concierne juzgarlo, no pueden explicarse más que por la posesión de un inmenso secreto; pues el verdadero candor del hombre vuelto niño es una gnosis que se guarda. Hemos aludido anteriormente a una imagen que no es nueva: la del mundo considerado como una prisión modélica. Cattiaux era muy consciente de ello: tanto su vida como sus escritos son un testimonio. Sin embargo, si lo había redescubierto en él y fuera de él, no fue porque hubiera hecho la trágica experiencia de la que nos habla el autor de la Vingt-cinquième heure por ejemplo. Los personajes de Georgiu no se habrían quejado nunca de su suerte aquí abajo, si no se les hubiera arrastrado a pesar suyo a este drama abominable de los campos de concentración, de las reclusiones administrativas, de las liberaciones automáticas.

Cattiaux llevaba aparentemente la vida de «un burgués de París», de un burgués un poco mago, es verdad, artista y original, pero, por encima de todo, de un hombre que no había salido nunca de su barrio, que vivía la «vida de cada día», al amparo de los grandes torbellinos socio-políticos que sumergieron a millones de hombres en la desesperación y la rebelión. El conflicto que se desarrollaba en él era mucho más profundo. Era el drama del combate con el ángel. Aquel que lo emprende no puede terminarlo ventajosamente sino poniéndose de acuerdo con su adversario al final de esta larga noche de angustias, en el momento en que los geománticos ven elevarse al oriente su Fortuna Mayor, por una vía que poco antes era oscura (Dante, Purgatorio, XIX). Es entonces cuando el exilio de aquí abajo se vuelve cruel para este tipo de vencedor, cualquiera que sea su posición en el mundo de la desemejanza; ¿dónde encontraría a partir de ahora aliados y amigos?

Parece como si el escritor sagrado, en las primeras páginas del libro del Éxodo, hubiera querido proporcionarnos una síntesis de la historia del mundo y de la misión profética, cuando nos habla del descenso de los hijos de Abaham a Egipto, de la terrible estancia que tuvieron allí y, por último, de su salida, bajo las órdenes de Moisés. El apóstol Pablo nos lo vuelve a decir: lo que está escrito allí es para instruirnos y para servirnos de aviso (I Cor. X, 11). Las Escrituras nos dicen que los hijos de Israel, que bajaron a Egipto con Jacob su padre, se hicieron poderosos allí tras la muerte de José y se multiplicaron. Observemos, en primer lugar, que en esta paternidad, el texto sagrado nos sugiere la existencia de un misterio: El número de almas que salió del muslo de Jacob era de setenta (9). Estas fueron las setenta almas que fueron a Egipto con Jacob. Luego se multiplicaron, tras la muerte de José. Tras su muerte, los hijos de Israel empezaron a crecer y, como si germinaran, se multiplicaron…(10) como si fuera necesario que José muriera para provocar la germinación y el crecimiento de sus descendientes. Paralelamente a este crecimiento, se produjo a su vez otro fenómeno: Se erigió un nuevo rey sobre Egipto, que no conocía a José y los egipcios establecieron sobre Israel jefes de trabajos forzados a fin de agotarle mediante trabajos penosos y vanos. Le sometieron al trabajo obligado, amargándole la vida, haciéndole trabajar duramente el mortero y la piedra.

«Estas cosas no han sido escritas con un objetivo histórico, escribe Orígenes,(11) no vayamos a creer que los libros santos nos cuentan la historia de los egipcios…es para ti que escuchas… para que sepas reconocer que se ha alzado en ti un nuevo rey que desconoce a José. Es un rey de Egipto, te fuerza a dedicarte a sus ocupaciones, te hace trabajar para él la piedra y el mortero. Te impone jefes y supervisores, te conduce con el látigo y el palo a realizar trabajos de la tierra, quiere que le construyas ciudades. Te obliga a recorrer el siglo, turbar tierras y mares por afán de lucro. Este rey de Egipto es el que te hace pisotear el foro para juicios, disputar con los tuyos por un puñado de tierra… cometer en tu casa bajezas y crueldades fuera de ella, infamias en tu propia conciencia. ¿Te das cuenta de que cometes tales actos? Tienes que saber que combates para el rey de Egipto, es decir que actúas bajo el impulso del espíritu de este mundo…»

Es la oposición de dos reinos, el de la luz y el de las tinieblas, cuyo príncipe «ya está juzgado» por la vanidad de sus obras. A medida que la luz de Israel, al alejarse de su origen, germina y crece, a su alrededor se va produciendo como por reacción, un endurecimiento de la corteza que la envuelve, una encarnación en una materia cada vez más grosera, y que la oprime, y la ahoga, oponiéndose ciegamente a su manifestación en el mundo.

«Cuando los sordos y los ciegos dominan en el mundo, los métodos groseros suplantan a los métodos sutiles.»

(M. R. XXVIII, 11)

escribe el autor dEl Mensaje Reencontrado; por ello, también los «los hombres sutiles» se encuentran prisioneros y exilados en el mundo. Busquemos pues para descubrir quiénes son aquí abajo, los Israelitas oprimidos. No todos son descendientes de los patriarcas, sino sólo los «que fueron a Egipto con José». Aquellos están mezclados con los egipcios como el buen grano y la cizaña y nada les distingue a primera vista, nada, si no es su deseo secreto, pues estamos hechos de la tela de la que están tejidos los sueños, dijo Shakespeare glosando a su manera la enseñanza de las epístolas: La fe es la sustancia de las cosas que esperamos. Los verdaderos Israelitas no lo son según el cuerpo sino según el espíritu. (12)

«La falta consiste en dejar en el abandono y en la indigencia a los buscadores de Dios. Pero el crimen consiste en forzarles a los trabajos del mundo bajo el pretexto hipócrita de utilizarlos o salvarlos.»

(M. R. XXVII, 50)

Y Dios dijo a Moisés en la zarza ardiente:

«He visto el sufrimiento de mi pueblo que está en Egipto y he oído el grito provocado por sus opresores, pues conozco sus penas… el grito de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto la opresión que pesa sobre ellos a causa de los egipcios… y ahora ve, te envío al Faraón para hacer salir mi pueblo, los hijos de Israel.»

Y desde la zarza ardiente, Yahweh comunica a Moisés su Nombre. Esta escena del libro del Éxodo nos instruye sobre los misterios de la vocación profética. ¿Hacia quién envía Dios al profeta? Hacia su pueblo que está en Egipto. ¿Cuál es su pueblo? Aquel que gime y grita hacia Dios. ¿Cuál es la misión del profeta? Hacer salir al pueblo y conducirlo a tierra santa. ¿Cómo se va a realizar este reconocimiento entre el «profeta» y aquellos hacia quienes ha sido enviado? Moisés se hace reconocer en primer lugar por los Antiguo Sabios, es decir, por los jefes espirituales del pueblo, gracias a ciertos «signos».

Pero esto no es lo esencial, pues Jesús se quejaba amargamente de esta generación malvada que pedía un signo. Hay sobre todo ciertas afinidades misteriosas entre la Palabra y aquellos a quienes va dirigida, y aquí tocamos los misterios de la elección que son también los de nuestra libertad. Escucharán tu voz, dijo Dios a Moisés. Los milagros y prodigios realizados a la vista de todos por Moisés, tenían como objetivo presionar al Faraón, hacer que se tambaleara el poder de su imperio sobre Israel, pero no salvarlo. Por otra parte, los milagros de Jesús tenían como objetivo reconfortar a los creyentes y confirmarlos en su fe, y leemos que allí donde no había fe, tampoco había curaciones. El enviado de Dios no se presenta de forma espectacular. Ningún signo, ninguna ropa particular, ninguna aureola de luz profana lo designa a nuestros ojos. Todo ello es inútil, pues no va hacia el mundo sino en el mundo, sencillamente hacia los suyos, hacia sus hermanos que están en Egipto.

«Heme aquí… hablo y vuestra alma se estremece al reconocer antiguas palabras: una voz que está en vosotros y que se había callado desde hace mucho tiempo, responde a la llamada de la mía…» (13)

«Ciertamente, Cristo es único en Dios, pero sus formas son múltiples en la creación. Así, lo reconoceremos primero por la obra y el peso, y después por la palabra; pero nunca por la apariencia.»

(M. R. XXXI, 18)

«¿Acaso no reconoceremos la palabra inspirada que resuena en la plenitud del verbo de entre las palabras delirantes que resuenan en el vacío del mundo profano?»

(M. R. XXXIV, 66)

Aquellos que han sido escogidos se han escogido a sí mismos en virtud de la mirada profunda que los ilumina a través de las cortezas de la generación carnal y corruptible, esta generación malvada. Es un juicio infalible: se da al que tiene.

Si Dios no nos da el don de creer, «podemos llorar sobre los impíos, no podemos creer por nosotros mismos…no podemos juzgarlos…»

Tras los misterios de la elección y del reconocimiento, vienen los de la salida del pueblo santificado, o mejor dicho, del pueblo de santos, bajo el mando de Moisés, «fuera de la tierra oscura y hacia la Tierra santa donde nada perece» (M. R. XXXIV, 13)

«Durante la noche, una columna de luz guía sus pasos, durante el día, una nube los cubre y los oculta de la mirada de sus perseguidores» (Ex. XIII, 22)

La claridad que ilumina el camino de la gnosis es una guía segura para aquellos que la siguen tras haberla conocido una vez, pero es también para los impíos, hipócritas y violentos, una nube que les ciega conduciéndoles a la disolución en las aguas del Mar Rojo. Por ello también los libros santos y las enseñanzas de los antiguos sabios tienen al menos dos sentidos: un sentido aparente, el vestido de sombra, y un sentido oculto, el núcleo de luz. (14) ¿No es también esta misma luz el astro que condujo a los reyes magos desde un país lejano hasta el nacimiento del hijo de Dios?

«¡Oh, vosotros que esperáis la salvación de Dios, despertad en el mundo!

Y buscad la luz secreta de las palabras de vida, en vez de contentaros con su vestidura de sombra.»

(M. R. XXXV, 77)

¿No se ha escrito también a propósito de esta luz secreta:

«Y la vida era la luz de los hombres y la luz luce en las tinieblas y las tinieblas no la han recibido?

Por ello, aquellos que hacen las obras de las tinieblas dicen en su noche: mostradnos algo y creeremos, acreditando así todavía más su ceguera. Pero, ya lo sabemos, esta luz ilumina un camino y este camino lleva al nacimiento del hijo de Dios, es decir, al Sol de Justicia, del que está escrito que germinará de la tierra.

¿Quién puede diferenciar el fuego del fuego? ¿Quién puede manifestar y encarnar el sol en la estrella de la mañana salida de la tierra tenebrosa?»

(M. R. I, 18)

«Quien siembra y cosecha la luz del sol posee la más alta virtud y el mayor tesoro del mundo total.»

(M. R. III, 40)

Son las bodas del Cielo y de la Tierra.

«Ni la moral del mundo ni su licencia nos librarán de la muerte.

La ciencia de Dios no admite ningún progreso, porque es perfecta desde el comienzo.

Solamente el amor encarnado del Perfecto que reina en el cielo.

Y su luz ilumina al creyente que acuerda el cielo con la tierra.»

(M. R. XXXV, 78 y 79)

En la cima del Sinaí, Yahweh dijo a Moisés:

«Juntarás al pectoral del juicio el Urim y el Tummim y estarán sobre el corazón de Aaron cuando se presente ante Yahweh ya así Aaron llevará constantemente sobre su corazón ante Yahweh, el juicio de los hijos de Israel.»

(Éxodo, XXVIII, 30)

Así Urim, significa Luz y Tumim, Perfección. He aquí el comienzo y el fin, pues la perfección de la luz no es otra cosa que el fruto muy pesado del Sol, esa luz corporificada, el cuerpo adorable y glorioso del Hijo de Dios ante quien todos serán juzgados: tanto los vivos como los muertos. ¿Y quiénes son los vivos?

«Algunos elegidos de Dios han recibido, ya en este mundo, el don espiritual y corporal del Altísimo antes del fin de los tiempos.

Estos son los hijos queridos de Dios, en los cuales ha puesto toda su confianza, y los grandes testigos de su juicio.»

(M. R. XXXIV, 15)

«La salvación de Dios es la ciencia más experimental que pueda haber, pues es la ciencia del Dios que ha creado el mundo y los universos que lo rodean, ¡y éste no delira abstractamente en el vacío!

Volvemos a decir la revelación enorme por ser increíble: Dios envía su esencia santísima que se encarna en la purísima substancia del mundo para la salvación de toda la creación caída. Comprenda quien pueda.

Experimente quien quiera.

Consideremos la NAVIDAD. Penetremos la NAVIDAD. Imitemos la NAVIDAD. Adoremos la NAVIDAD. Cantemos la NAVIDAD.»

(M:R: XXXVII, 53)

San Agustín hacía alusión a estos mismos misterios del juicio en sus instrucciones de catequesis al hermano Deogratias:

«Pues vendrá en el esplendor de su potencia, aquel que condescendió en primer lugar venir en la bajeza de la naturaleza humana y separará todos los santos de aquellos que no lo son, no sólo de aquellos que rehusaron creer en él, sino también de aquellos que creyeron, pero en vano y sin frutos» (15)

Puesto que la fe sin las obras es una fe muerta.

He aquí de nuevo, sobre estos mismos misterios, un fragmento de El mensaje reencontrado:

Como el mono que permanece prisionero de la calabaza, con la mano obstinadamente cerrada sobre el cebo, también a nosotros nos bastaría con soltar el puñado de barro que apretamos estúpidamente en este mundo para ser devueltos a nuestra libertad primera. Sin embargo, todos se burlan de los monos y nadie entrevé su propia codicia.

Mi señor me preguntó una vez: «¿Qué me traerás en el día del juicio?», y yo contesté: «Tu, en tu secreto en mí». Entonces dijo: «Está bien. Ve pues, germina, madura y fructifica para mi cosecha», y lloré amargamente de estar aún recubierto por el barro de la tierra extranjera.

(M. R. XX, 9)

Vendrá el día en el que lo oculto será puesto al descubierto; en el que los misterios sepultados bajo las piedras de nuestras catedrales antiguas serán manifestados, en el que la virgen negra que dormita silenciosamente en las criptas húmedas se alegrará de nuevo como la nieve florecida.

Jesús dijo a la multitud, hablando de Juan Bautista:

«Es aquel del que está escrito: he aquí que envío mi mensajero ante vosotros para precederos y prepararos la vía. En verdad os lo digo, entre los hijos de las mujeres no ha habido nunca un hombre mayor que Juan Bautista, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.»

(Mat. XI, 10)

Y San Pablo dijo, hablando de los profetas:

«Han errado de acá para allá recubiertos de pieles de cordero y de cabras, desprovistos de todo, perseguidos, maltratados; aquellos de los que el mundo no era digno.»

(Heb. XI, 37 y 38)

Aunque hayan errado en este mundo, cubiertos de la piel de bestia de los hijos de Adán, han caminado sin embargo como asnos portadores del Santo Sacramento, cargados del tesoro del rey de los cielos. Aquellos que rechazan el asno a causa de sus orejas grandes y de su pelo áspero, muestran con ello que se dejan cegar una vez más por las apariencias del mundo.

«Felices quienes recuerdan que el Señor nació en un humilde establo, bienaventurados quienes reencuentran su huella en este mundo y muy felices quienes le calientan de nuevo como asnos sabios».

(M. R. XXXX, 16)

Los misterios del profetismo son, como su propio nombre indica, los de la palabra, aquella palabra que fue comunicada a Moisés en la zarza ardiente. Pero la palabra de Dios no vuelve a él sin haber germinado y vegetado. (16)

«La palabra de Dios procede de su NOMBRE y vuelve a su NOMBRE. Sale fluida y vuelve sólida.

¡El Señor de los mundos toma cuerpo a su vez!

¡Oh, Milagro!, ¡oh, misterio!, ¡oh, perfección!, ¡oh, Todo que madura!»

(M. R. XXXI, 44)

Este Nombre inefable e inaudito para los mortales es el que da la existencia y la vida a todas las cosas. Es el que mata pero también el que renueva todo cuando canta la nueva primavera de la Resurrección. Es también este Nombre el que bendice o maldice según la manera en la que el se presenta a nosotros y según la manera en la que nos presentamos a él. Pues posee un anverso y un reverso. Como la esfinge de la fábula que devora a los transeúntes poco clarividentes, Yahweh nos es presentado por los profetas bíblicos, revestido de terror, de cólera y de muerte. Somos los transeúntes de este mundo y todos, algún día, tendremos que responder a la pregunta fatídica. ¿Qué haremos entonces? Está escrito que los hombres mueren por no haber observado las obras de Yahweh (17), y sin embargo, este mismo Dios, cargado de cólera, terrible y destructor, ¿acaso no es llamado también Dios de los vivientes? Asimismo, los profetas nos han hablado de lo que podríamos llamar «las dos caras de Dios», nos han predicho la historia del mundo y su desarrollo hasta la disolución final; pero, paralelamente a esto, de la evolución de la Santa Piedra hasta su coagulación final; de esta piedra que rechazaron aquellos que edificaban y que se convertirá para ellos en una piedra de escándalo, pues han edificado en la vanidad. Y estos serán como un sueño, dice el salmista, que Yahweh disipa la despertar, de esta Piedra, por último, contra la cual las puertas del Cheol no prevalecerán.

«Dios forma y disuelve imágenes, pero salva algunas por medio del Hijo, que es semejante al Padre.»

(M. R. XX, 47)

La trampa de este mundo consiste en correr sin cesar tras las apariencias engañosas, en vez de buscar a aquel que las anima todas, decía Louis Cattiaux. Sin embargo, ¿quién podrá alcanzar el Corazón muy puro y santo que vive en el centro de todas las cosas si él mismo no viene en un don de amor? ¿Acaso el Sagrado Corazón no está rodeado de un círculo de espinas protectoras, como la frente del Señor? Y, ¿cuántos, por demasiada prisa y violencia se han herido y desgarrado cruelmente? y, ¿cuántos han muerto en el camino a causa de sus heridas? ¿No es necesario primero que él queme estas espinas con el fuego de su amor a fin de que podamos alcanzarle en la dulzura de las cenizas nutritivas, allí donde ya nada es combustible? Dios dijo a Moisés, desde el Seno de la zarza ardiente: No te acerque aquí, quítate las sandalias, pues el lugar en el que estás es una tierra santa. Y Moisés escondió su rostro ya que temía mirar a Dios. Todas estas cosas fueron escritas de nuevo para nuestra instrucción y nada fue dicho inútilmente. La pureza que permite hollar la tierra santa y la claridad de la mirada, eso también es un don de amor.

Un maestro del hermetismo de la Edad Media escribió que no podemos conocer a Yahweh si primero no lo hemos disuelto, purificado, desprendido del velo mosaico y del aspecto de cólera y si, por una iluminación divina ulterior, no hemos sacado de Dios su corazón y su alma que es Cristo. Esto se realiza gracias al Espíritu Santo, que purifica nuestros corazones como una agua pura; más incluso, los ilumina como un fuego divino. Y entonces, el Dios irritado «se te aparecerá apaciguado».

«En este día, dirán: Una viña que produce un vino generoso, ¡cantadla! Soy Yo, Yahweh, quien la custodia; la riego en todo los tiempos; para que nadie penetre en ella, día y noche la guardo; ya no tengo cólera. ¿Quién me dará zarzas y espinas para combatir? Caminaré contra ellas y las quemaré. O bien, hagan las paces conmigo, que conmigo hagan las paces. (18)

Y Jesús dijo: Soy la viña y mi padre es el viñador… soy la cepa y vosotros sois los sarmientos… permaneced en mí y yo en vosotros…»

IEOUA

«Como esas estrellas que súbitamente se inflaman en la noche del cosmos, el corazón divino explota sin mesura cuando un sabio penetra hasta él.» (19)

Se nos podría reprochar, con mucho tino, una falta de pudor muy evidente si reuniéramos aquí todos los versículos de El mensaje reencontrado, descubriendo la experiencia que el autor hizo de estos misterios terriblemente santos. El lector curioso los reconocerá fácilmente.

«La verdad de Dios corre al encuentro del que la busca con un corazón humilde y purificado.

Pero huye de los que creen poderla violentar, se esconde de los que la desdeñan y abandona a los que la perjudican».

(M. R. XXXI, 12)

El que lea hasta el final el Libro de los contrarios y sepa unirlos en el NOMBRE único, doble, cuádruple y óctuple parecerá Sabio a los Sabios, santo a los santos y loco a los locos.

«Así, muchos han disertado magníficamente acerca de Dios, de sus atributos y de su creación, pero ¿cuántos han entrevisto la orla de su manto y cuántos han besado la huella de sus pasos? Pero, ¿cuántos, entonces, han contemplado el esplendor de su cuerpo y cuántos, ¡oh, estupor!, han saboreado las delicias de su corazón?»

(M. R. XIII, 38)

Nos hemos esforzado en hacer hincapié en este aspecto del Mensaje «Catesiano» que nos habla precisamente de esta coagulación de la Santa Piedra. Pero no podemos desdeñar otra faceta de su libro. Nos lo acerca más, nos lo hace más accesible, quizá: nos habla de la disolución próxima del mundo presente, de este siglo que vuelve al polvo.

Cattiaux había escrito a modo de epígrafe, al principio del libro XXXIX, este aviso dirigido a los pequeños pastores de la Salette por la dama de Luz:

«Al primer golpe de su espada fulminante, las montañas y la tierra entera temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos.»

Lo que queremos decir al respecto quizá no sea del gusto de todos; el escepticismo en estos temas es quizá también un juicio de Dios. El Mensaje Reencontrado contiene múltiples profecías precisas sobre lo que podríamos llamar los últimos tiempos del mundo actual. Están repartidas a lo largo de toda la obra. Sin embargo, en la primavera del pasado año,(20) esta amenaza debió parecerle muy próxima y fue cuando escribió el Libro XXXIX cuyo tono perentorio y acuciante no escapará a nadie:

«Los sabios oficiales, herederos y descendientes de los sopladores rabiosos, que fueron los primeros en forzar el fuego, la naturaleza, a los seres y las cosas, ahora son más honrados y recompensados que nadie, porque son los sacerdotes de la ciencia del maldito que tiene el mundo entre sus garras…

Que lo encadena bajo el pretexto de liberarlo, que lo envenena bajo la máscara de la beneficencia, que lo embrutece con la promesa de distraerlo, que lo sumerge en las tinieblas prometiéndole la luz, que le priva del Dios de vida haciéndose pasar por él, e imponiendo la muerte a todos.

No es por casualidad que los demonios del Infierno están representados accionando sin parar fuelles de fragua que fuerzan el fuego donde se queman los condenados.

Ahí estamos, pero nuestra situación es tan idéntica a la imagen antigua que ya no podemos conocer el estado en que nos ha precipitado la ciencia del maligno.

¿Hay algo más estúpido que la máquina? Y ¿no estamos bajo el reinado de la máquina ciega y sorda? Y ¿no adoramos la máquina que nos mastica bestialmente?

¿Hay algo más estúpido que el Estado anónimo? Y ¿no estamos bajo el reinado de la Bestia ciega y sorda? Y ¿no adoramos a la Bestia que nos tritura ciegamente?

Los magos oficiales del Faraón son más fuertes que nunca en el mundo. Sólo han cambiado de apariencias y de astucias, de nombres y de métodos, pero sus prodigios siguen asombrando al mundo y lo mantienen en la esclavitud de la muerte.

La ciencia profana ha conquistado incluso el corazón de los religiosos, que se alían con ella sin darse cuenta que los devora sin perdón.

Porque han despreciado la ciencia de Dios que se ha retirado de ellos, y ahora son ridiculizados por la ciencia del demonio a la que adoran públicamente.

El tiempo de las máquinas apenas empieza y todos están seducidos, sin darse cuenta de que las máquinas son obras muertas que no producen más que la muerte.

Y todos creen servirse de las máquinas sin darse cuenta de que son ellos quienes sirven a las máquinas como esclavos embrutecidos por la muerte.

Ahora, todos defienden la causa del rebelde y ensalzan su obra maldita. Sacerdotes e incrédulos, monjes y laicos, sabios e ignorantes, artistas y obreros, ricos y pobres, sanos y enfermos, bienpensantes e impíos, jefes y peones, todos aplauden al fuego que va a devorarlos.

Los impíos dicen: «Hemos sustituido a Dios por nuestra ciencia», y los creyentes añaden: «Dios ha dado la ciencia al hombre para que se libere», pero ni unos ni otros ven el abismo abierto bajo sus pies ni el humo que sube y va a sepultarlos para siempre.

¡Oh, dolor! Nuestra voz es ahogada por la multitud de lisiados que se hunden alegremente en la muerte hedionda del infierno, y permanecemos solos, sin medios ni auxilio para hacer oír la advertencia última del Señor de justicia que nos envía al mundo, como el grano bajo la rueda del molino.

¡Oh, castigo cruel! El Libro de la liberación permanece desconocido, mientras que la inmundicia misma es regiamente financiada por los ricos del mundo, mientras que la fe muerta rebosa de los dones de los bienpensantes, mientras que las obras de muerte son alentadas por los bienintencionados que sirven al demonio sin querer saberlo.

¡Oh!, ¿quién dirá con nosotros la urgencia de arrepentimiento? Y ¿quién vendrá a ayudarnos a reunir la simiente del mundo nuevo?

¡Oh!, ¿quién lanzará con nosotros el grito de alarma antes de que el absurdo engulla el mundo? Y ¿quién rogará al Señor de perdón, a fin de que el Libro aparezca antes del golpe centelleante de su rayo que retumba?»

(M. R. XXXIX, 28-36)

Hay una diferencia esencial entre videncia y profecía. El profeta es siempre vidente, sin embargo el vidente no es profeta. Aunque este tipo de definiciones es siempre delicado y necesariamente incompleto, podemos afirmar que la videncia es generalmente una aptitud natural que permite ver en el mundo sutil -que los ocultistas modernos llaman astral- los acontecimientos futuros que están en gestación. Es un papel puramente pasivo y, necesariamente, bastante limitado, aunque pueda haber un gran número de matices y grados de realización. En el ejercicio de la videncia interviene el discernimiento de los espíritus, que no todos los videntes ejercen con igual éxito. El vidente es capaz de predecir, sin embargo es incapaz de profetizar. Por el contrario, la profecía es un don del Espíritu Santo: el sujeto juega un papel a la vez pasivo y activo, puesto que si bien comulga con la conciencia cósmica, por otro lado fija el porvenir por el mero hecho de «proferir» la palabra, y el futuro, así fijado por la palabra profética, se convierte en el fatum de los antiguos (21)

Hoy en día, espíritus iluminados como René Guénon y Raymond Abellio (22) nos han anunciado, apoyándose en las ciencias tradicionales, el fin inminente del ciclo actual de la historia. Para Abellio por ejemplo, esta disolución del mundo actual vendrá sin duda por una catástrofe de tipo geológico, un nuevo diluvio, análogo a los que destruyeron antaño la Lemuria y la Atlántida. El Mensaje Reencontrado nos da un aviso parecido:

Desde que se nos amenaza con el fin próximo del mundo y que nada ocurre, ya no creemos en esta broma pesada, dicen los impíos. Ahora, dejadnos en paz y dejad que nos organicemos por nosotros mismos en este mundo que nos pertenece.

Desgraciadamente, no saben que las plegarias, las lágrimas y el sacrificio de los santos y de su patrona son lo único que ha retenido hasta ahora el brazo de la cólera de Dios, pero el peso aumenta en proporción a nuestra negación de Dios, y ahora es enorme y se vuelve insostenible, incluso para los más fuertes.

«Incluso los crujidos de la cólera de Dios, que balancea antes de abatirse sobre el mundo, no serán comprendidos por los hombres revelados contra Dios.

Incluso el fragor de la cólera de Dios, que hierve antes de sumergir el mundo, no será comprendido por los hombres ocupados de sí mismos».

(M. R. XXXIX, 42 y 43)

«Amigos míos, ¿no veis la agitación del absurdo que se amontona ante vosotros por todas partes en el mundo, en un equilibrio imposible?

¿No veis la negación universal del verdadero Señor de vida, en beneficio de aquel que falsifica y desencarna toda vida para saciarse de ella?»

(M. R. XXXIX, 46)

En su obra, Abellio imagina la creación de una «Orden», similar en algunos puntos a las grandes órdenes religiosas de la Iglesia Católica, que respondería con más exactitud a las nuevas exigencias. Pues actualmente el problema, dice, ya no consiste en salvar a este mundo sino sencillamente en salvar y agrupar al pequeño grupo de hombres cualificados para poder formar el nuevo mundo postdiluviano. Aunque no conozcamos al Sr. Abellio -si no es por sus escritos- hemos querido hacer hincapié sobre este testimonio nuevo de la gran inquietud que invade paulatinamente a aquellos que todavía tienen los ojos abiertos.

Algunos nos han hecho la siguiente pregunta: «¿Tenía el autor de El Mensaje Reencontrado la intención de fundar una nueva religión?» Responderemos que ninguna idea le fue más ajena que ésta, a causa del carácter puramente «profano» de la que está impregnada. Además, no ha habido más que una única religión desde el comienzo del mundo. El autor escribió este libro para servir a los creyentes en la unidad y no para añadir algo más a la confusión de las lenguas.

Además, es imposible hablar, respecto a El Mensaje Reencontrado, de «revelación nueva», en el sentido en que no se puede añadir ni suprimir nada a lo «dado» de la revelación tradicional, que es completa. Esto es una tradición constante en la Iglesia y nadie puede apartarse de ella sin caer a su vez en las aberraciones y extravíos del falso profetismo. En este terreno no hay «progreso» ni «evolución». Nos hemos esforzado precisamente en enseñar, en la medida de lo posible y en el marco restringido de este estudio, la conformidad de la inspiración de El Mensaje Reencontrado con la de las Escrituras y es esta conformidad la que la legitima y autentifica: Las palabras de los sabios son como aguijones y sus obras como clavos hincados profundamente; nos son dadas por un único Pastor (Ecc. XII, 11).

Sólo se puede hablar legítimamente de revelación nueva en el sentido de un velo nuevo que cubre el mismo misterio antiguo que permanece siempre eternamente idéntico a sí mismo.

«¡Oh, pura esencia, incluida en la pura substancia, que gimes en el hombre caído!, permite que el Libro que habla de nuevo de tu amor aparezca en el mundo, a fin de que tus niños enlutados perciban una vez más tu llamada antes del juicio aterrador que viene.

¡Oh, Amada que contienes al Amado!, permite que el Libro de tu esplendor imante de nuevo a la multitud de tus hijos caídos en el barro, que yerran miserablemente tranquilizándose con tu antigua promesa, sin hacer nada para penetrarla ni para ponerla en práctica verdaderamente.

¡Oh, Padre-Madre-Hijo santísimos!, quieras iluminar a tus agonizantes antes de que sea demasiado tarde».

(M. R. XXXIX, 8)

Todavía no hemos agotado el tema. Sería por lo demás una labor imposible. No hemos hecho nada más que rendir testimonio de lo que hemos leído y oído. Esperamos que aquellos a quienes el autor ha dedicado el Libro nos disculpen por nuestra indigencia. El Mensaje Reencontrado lleva, en efecto, dos dedicatorias. Una es general, aunque se dirija sólo a un número muy reducido: Este libro no es para todos, sino sólo para quienes les es dado creer lo increíble. La segunda dedicatoria es más particular; sin embargo atañe a un gran número de hombres de nuestro globo: Este Mensaje está especialmente dedicado a los pueblos negros cuyo advenimiento en el mundo está anunciado. Tras haber sido durante tanto tiempo esclavos o considerados como niños bajo tutoría, los pueblos negros serán libres, poderosos y dominarán a sus antiguos amos. Para ellos, especialmente, ha sido escrito este libro, bajo la inspiración del Espíritu.

Cuando el mago Merlín (23) descendió a la azul Bretaña para instaurar la búsqueda del Grial, según la orden recibida de Dios, sus aliados le reconocieron y le acogieron con alegría, aunque su origen era oscuro. Con frecuencia se divertía cambiando de forma para desconcertar a los extranjeros, para extraviar a sus enemigos; pero sus amigos se reían de ello y también se regocijaban con él, puesto que sabían reconocerle perfectamente bajo cualquiera de sus aspectos: ora era un ciervo astado, ora, un hombre salvaje barbudo, o un joven y bello mozalbete. El mago era maestro de las formas y apariencias, puesto que todas le pertenecían.

Pero si el cuento nos narra todo lo que hizo Merlín para el Grial y cómo reveló su existencia y búsqueda a los caballeros del rey Artús, también nos habla, en último término, de sus locos amores con Viviana, su inmortal amiga.

¿Por dónde la estuvo buscando tan apasionadamente y durante cuánto tiempo? ¿En las ruinas de Komper, en las cuevas olvidadas, en las orillas de Painport?

La encontró cuando ya no la buscaba.

Y fue en el bosque de Brocelianda, junto a una fuente clara en la que la arena brillaba como plata fina. Su nombre significaba Nada haría con ello.(24)

Ya con la primera mirada, Merlín reconoció a Viviana y Viviana a Merlín y, tras haberla visto, se enamoró de ella. Al fin y al cabo, ¿acaso no era el único que podía verla? Tantos otros no habían hecho más que mirar y pasar de largo. Le prometió que se volverían a ver en la vigilia de San Juan. No obstante, el cuento no nos habla en absoluto de sus retozos amorosos.

Se reencontraron junto a la fuente, en el magnífico vergel llamado el «Repaire de Liesse» que Merlín había suscitado de forma mágica para su amiga. En cada uno de sus encuentros Merlín sentía crecer su amor hacia Viviana por la bella acogida que ésta le hacía. Era como una imantación cada vez más fuerte. Un día, y siempre gracias a su arte de magia, Merlín ofreció a Viviana un misterioso palacio situado en medio de un lago, el lago de Diana. Nunca nadie que no sea de su casa lo vería, pues es invisible para cualquiera y los ojos de los demás no ven allí más que agua. Y si por desgracia cualquier ladrón, queriendo robar este secreto, entrara por envidia o traición, moriría ahogado pensando entrar en él. -«¡Por Dios, bello amigo, dijo Viviana, nunca se ha oído hablar de una morada tan secreta y tan bella!».

Pero Viviana estaba celosa. Quería poseer toda la ciencia mágica de Merlín, y Merlín no pudo resistir la tentación de enseñársela poco a poco. Como Viviana era «gran sacerdotisa en las siete artes», lo ponía todo por escrito y no pensaba más que en enseñar. ¿Acaso no es ella el alfabeto de los profetas? (M. R., Letanía 36).

«Señor, le preguntó un día, todavía hay algo que desearía saber: ¿Cómo podría yo encerrar a un hombre sin torres, ni muros y sin hierros, de forma que no pudiera escaparse sin mi consentimiento? -Marlín agachó la cabeza suspirando-. ¿Qué os ocurre, Señor?, preguntó Viviana.

Ya sé en que pensáis, y que queréis encerrarme para siempre jamás y como os amo por encima de todas las cosas, tendré que hacer vuestra voluntad».

Tan gran amor, ¿no exigiría acaso que Merlín hiciera la voluntad de Viviana y Viviana la de Merlín?

-«Dama mía, dijo Merlín, la próxima vez que vuelva, os enseñaré lo que deseáis».

Y con tristeza Merlín volvió hacia sus amigos, a la corte del rey Artús, pues sabía que ésta era la última vez y que ya no los volvería a ver más. Así pues, cuando llegó el día del encuentro con Viviana, Merlín comunicó a los reyes su intención de partir para siempre. Pero no entendieron lo que les decía. No obstante, cuando el rey vio que habían transcurrido siete semanas y que Merlín no aparecía, recordó con amargura las palabras que su amigo le había dicho y permaneció durante mucho tiempo pensativo y sombrío.

A unas horas de allí, el Caballero Gauvain, sobrino del rey, mientras recorría el bosque de Brocelianda en busca de Merlín, oyó una voz lejana que le llamaba y se encontró ante «una especie de vapor que, por aéreo y translúcido que fuera» impedía el paso a su caballo.

«¡Ay, Gauvain! dijo Merlín, no me volveréis a ver nunca más y después de vos, no hablaré a nadie más que a mi señora. El mundo no posee torre más fuerte que la prisión de aire donde ella me tiene encerrado…

-¿Qué?, bello y querido amigo, dijo Gauvain, ¡vos, el más sabio de todos los hombres!

-¡Eso no!, pero sí el más loco, añadió Merlín, pues ya sabía lo que me iba a ocurrir. Un día que erraba con mi señora por el bosque, el sueño se apoderó de mí cuando estaba al pie de un arbusto espinoso, la cabeza en su regazo; entonces mi señora se levantó y con su velo hizo un círculo alrededor del arbusto; cuando desperté, me hallaba en un magnífico lecho en la habitación más bella y cerrada que jamás haya existido.

-¡Ah, Señora, le dije, me habéis engañado! Ahora, ¡qué será de mí si no estáis aquí, junto a mí?

-Amigo mío, estaré aquí muy a menudo y en vuestros brazos, pues me tendréis a partir de ahora lista para vuestro placer»; «Y en efecto, no hay noche ni día que no disfrute de su compañía. Y estoy más loco que nunca, pues la quiero más que a mi propia libertad».

Un día hablábamos de esta leyenda, si leyenda es, al autor de El Mensaje Reencontrado.

-Es curioso, nos respondió, lo que me decís de Viviana, pues tengo la esperanza de poder desaparecer un día, disuelto por el hada Viviana, y resucitar gloriosamente en ella.

«Releamos sin cansarnos las palabras santas y Sabias, pues cada tiempo será para nuestros corazones como un rocío siempre más abundante y siempre más nutritivo.

Todo el Universo y nosotros mismos somos tinieblas y muerte sin tu amor, Señor

Mientras que sin nuestro amor, permaneces vivo y resplandeciente para siempre ante nuestra agonía miserable.

!Oh, mi Señor y mi Dios!, por tu amor por nosotros, que es infalible, permite que jamás desfallezca nuestro amor por ti. ¡Oh, mi Rey!, haz que nuestros rostros ya no se aparten de tu rostro, hasta que entres en nosotros y hasta que penetremos en ti para siempre». (25)

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1. Todo vuelve al polvo, solvet saeculum in favilla, nos enseña la liturgia católica; seguramente hay aquí más que una imagen, si pensamos, por ejemplo, en las más recientes realizaciones de la ciencia atómica: El siglo se disolverá en polvo…

2. La inteligencia de Dios que no es fecundada se convierte en malicia.

3. El Mensaje Reencontrado, Louis Cattiaux, Ed. Sirio, Málaga, 1987. Por facilidad, utilizaremos la abreviatura M. R. cuando nos refiramos a esta obra.

4. M. R. XXV, 1.

5. L. Cattiaux: Poèmes de la Connaissance.

6. Según la expresión de uno de sus amigo, Jean Rousselot, en Echo d’Oran.

7. A este respecto, véase René Guénon: Le Règne de la Quantité et les Signes des Temps, Gallimar, París, 1945 (Taducción española de Ediciones Paidós)

8. Raymond Abellio se ha preocupado por este tema en un libro reciente. Volveremos a ello posteriormente: R. Abellio, Vers un nouveau prophetisme. N.R.F., 1953.

9. Vulgata: Erant igitur omnes animae eorum qui egressi sunt de femore Jacob.

10. Vulgata: Quo mortuo… Filii Israel creverunt et quasi germinantes multiplicati sunt… Esta imagen recuerda el trabajo del fermento o de la levadura en una pasta o al grano de trigo en la tierra.

11. I Hom. in Ex., trad. P. Fortier S. J. Coll. Sources Chrétiennes, Editions du Cerf, París, 1947. Ver también Pablo, Rom. I, 18 y Lucas XI, 52.

12. Juan I, 47. He aquí un verdadero Israelita en el que no hay ningún artificio.

13. Cagliostro ante sus jueces.

14. El sentido «derecho» y el sentido «siniestro».

15. De Catéchizandis Rudibus, 44.

16. Isaías, LV, 10 y 11: Y al modo que la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven allá sino que empapan la tierra y la penetran, y la fecundan a fin de que dé simiente que sembrar y pan que comer: así será de mi palabra una vez salida de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que obrará todo aquello que yo quiero, y ejecutará aquellas cosas para las que yo la envié.

17. Es decir su Arte.

18. Isaías XXVII, 2 y 5; Lucas XII, 58; Mateo V, 25. Los antiguos maestros pitagóricos aludían a esta misma revelación cuando hablaban de la disonancia de una nota falsa, de una falta de armonía en ese mundo sublunar. Tenemos que recordar las palabras de Sócrates: Debes esforzarte en trabajar en armonía. Para los pitagóricos, el filósofo es un músico perfecto, tras haber sido durante mucho tiempo un buen filólogo.

19. Louis Cattiaux: Poèmes de la Connaissance.

20. N. de T. Este artículo fue publicado en el año 1954, un año después de la muerte de Louis Cattiaux.

21. Dios dijo: Cumplo la palabra de mis servidores, Isaías LXIV, 26. 23.

22. Véase notas 8 y 9.

23. Hemos seguido muy de cerca e incluso a veces textualmente, la magnífica versión de Jacques Boulenger: Les Romans de la Table Ronde, Plon, París, 1948.

24. I Cor. I, 27: Lo que el mundo considera insensato es lo que Dios escogió para confundir a los sabios y lo que el mundo considera como nada, Dios lo escogió para confundir a los fuertes y Dios escogió aquello que es despreciable y sin consideración, lo que es nada en el mundo, para reducir a la nada aquello que es, a fin de que ningún mortal se glorifique ante Dios.

25. M. R., XXXVI, 108.