El símbolo es la representación sensible de una idea; las palabras son también símbolos, por eso el lenguaje discursivo es un caso particular del simbolismo. El principio del simbolismo es la existencia de una relación de analogía entre la idea y la imagen que la representa. El símbolo sugiere, no expresa, por ello es el lenguaje electivo de la metafísica tradicional.
Su origen es no humano y se basa en la correspondencia entre dos órdenes de realidades, una visible y otra invisible: la primera alude a la segunda. El fundamento del simbolismo está en la naturaleza misma de los seres y de las cosas; la naturaleza toda es un símbolo. Símbolos y mitos no son recursos estilísticos sino, al contrario, formas indirectas, pero absolutamente auténticas, de traducción de la realidad última.
El símbolo no expresa ni explica, solo sirve de soporte para elevarse, mediante la meditación, al conocimiento de las verdades metafísicas. Su ambigüedad vela y revela la realidad y su carácter polisémico posibilita su interpretación en diversos órdenes de la realidad. Por eso, cada ser humano penetra según sus aptitudes (calificación intelectual) en la intimidad del símbolo.
La pluralidad de sentidos incluída en cada símbolo se basa en la ley de correspondencia (analogía): una imagen sirve para representar realidades de diversos órdenes o niveles, desde las verdades metafísicas hasta las que son como "causas segundas" con respecto a aquellas. Los diversos sentidos del símbolo no se excluyen, cada uno es válido en su orden y todos se completan y corroboran, integrándose en la armonía de la síntesis total.
La ley de correspondencia es un principio del simbolismo. Cada cosa traduce, en su orden de existencia y según su modo propio, el principio metafísico que es su profunda razón de ser. La interpretación metafísica de un símbolo no excluye su significación histórica, más aún ésta es una consecuencia de aquella, pero esa relación de dependencia no la priva de su grado de realidad (el que corresponde a su orden).
Hay en la relación analógica un principio de jerarquía según el cual lo material y visible expresa lo inmaterial e invisible y no recíprocamente.
El símbolo es la forma más adecuada para trasmitir significados no conceptuales. El símbolo es sintético en cambio el lenguaje corriente es analítico. Los símbolos no deben ser explicados sino comprendidos. Por eso, la filosofía profana (no metafísica) usa un lenguaje analítico y racional, en cambio la metafísica oriental y, en general, toda metafísica tradicional, emplea un lenguaje sintético y espiritual: el simbolismo.
ARMANDO ASTI VERA
Luis Montero
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