lunes, 8 de marzo de 2010

EL VELLOCINO DE ORO


La leyenda del Vellocino de Oro y el simbolismo mismo de este Toisón parecen haber atraído la atención de muchos Filósofos Herméticos. Sólo con citar a Miguel Mier, Dom Pernety o Salomón Trismosin, tenemos un buen ejemplo de autores alquímicos que han utilizado en sus obras un motivo tan sugestivo. En “Las Bodas Alquímicas” se menciona también este Vellocino. Pretendimos conocer no solo la leyenda sino también su significado hermético. Esto nos ha llevado a proponeros queridos lectores de LVX INTERNA, a grandes rasgos el tema de de esta alegoría. Hemos añadido también una de las numerosas interpretaciones que la fábula del Vellocino de Oro ha recibido, con la intención de ilustrar, en lo posible su sentido alquímico.
La leyenda cuenta que el rey Atamás tuvo de su esposa Nefele un hijo que fue llamado Frixos y una hija llamada Helle. Este rey contrajo segundas nupcias con una mujer, llamada Ino, que le dio dos hijos más, a los que pusieron de nombre Learcos y Melicertes. Celosa de sus hijastros, Ino planeó que murieran: convenció a las mujeres del país para que tostaran los granos que tenían que sembrarse, de tal forma que no hubo cosecha, por lo que el pueblo se moría de hambre. El rey envió mensajeros al Oráculo de Delfos para preguntar sobre la causa de la epidemia, pero la perversa mujer sobornó a los enviados para que explicaran como respuesta del Oráculo que la esterilidad de la tierra no acabaría hasta que los hijos de Nefele fueran sacrificados a Zeus. Cuando el rey obtuvo la respuesta mandó buscar a Helle y Frixos, que estaban jugando con un rebaño. Entonces, un carnero, que tenía el vellón de oro, abrió los belfos y, hablando como un hombre, advirtió a los niños del peligro. Éstos montaron sobre el carnero, que voló con ellos por encima de la tierra y del mar. Cuando sobrevolaban el mar, en el lugar que hoy recibe el nombre de Hellesponto, Helles se inclinó y cayó, pero Frixos pudo llegar al país de la Cólquida, donde reinaba un hijo del Sol, Aetes. Frixos se casó con la hija de este rey, y tuvo un hijo, Cytisoro y sacrificó su carnero a Zeus.
Frixos regaló el vellón del carnero a su suegro, que lo colgó de un roble custodiado por un dragón dormido, hijo de Tifón, que arrojaba fuego por la boca.
Éste es el comienzo de la Leyenda de los Argonautas.
Jasón, hijo de Esón, rey de Tolcos, se empeñó en reconquistar el preciado vellocino y, con este fin armó la nave Argos, cuya construcción había presidido Minerva y cuyo mástil, que estaba hecho con una encina fatídica de Dodoma, pronunciaba oráculos. Después de muchas tribulaciones y aventuras, Jasón llegó a la Cólquida, donde se ganó el afecto y la protección de Medea, una poderosa maga, hija del rey Aetes. Medea le reveló todos los peligros por los que se vería amenazado y le dio a conocer los medios que le harían triunfar en su empresa.
Gracias a las artes de Medea, Jasón pudo acercarse al dragón que custodiaba el vellocino. Lo durmió con un brebaje mágico, lo mató y le robó el tesoro. Antes de hacerse con él tuvo, pero, que labrar el campo de Marte y sembrar en él los dientes del dragón, aunque ayudado nuevamente por el arte de la maga, consiguió domar dos toros de pies y astas de bronce que vomitaban llamas y con ellos pudo labrar dos fanegas del campo consagrado a Marte. Luego sembró los dientes del dragón y de ellos nacieron hombres armados que le atacaron, pero Jasón arrojó una piedra en medio de ellos y éstos arrojaron sus armas contra sí mismos.
Jasón pudo realizar su hazaña gracias a cuatro presentes de Medea, a saber: un ungüento que lo preservaría del veneno del dragón y del fuego de los toros, un brebaje mágico non el que adormecería al dragón; una agua límpida con la que poder apagar el fuego de los toros; y una medalla mágica en la que se veían representados el Sol y la Luna.
Según el lexicógrafo griego Suidas (siglo X), avalado tiempo después por el alquimista Jacobus Tollius (siglo XVIII), el Toisón de Oro sería un libro escrito en pergamino el cual encerraría todo el Arte Hermético, o sea el secreto de la fabricación del oro. Si tomamos esta afirmación al pie de la letra, esto sería inexacto, pero desde el punto de vista simbólico de estos autores podrían tener razón, aunque para la mayoría de los Filósofos Herméticos la leyenda de los Argonautas no es más que una alegoría de la Gran Obra, el fin de la cual es la obtención de la Medicina Hermética.
Empecemos señalando que la palabra “Jasón” siginifíca “médico”. Efectivamente, Iason procede del verbo Isomai, que quiere decir curar, sanar. Según Dom Pernety, (Fables Egyptiennes et Grecques dévoileés… Tomo I. pág 457. París 1786), Jasón tuvo dos maestros: Chitón y Medea. “El primero le dio las primeras instrucciones y la teoría; la segunda lo guió en la práctica con sus consejos. Sin su auxilio un artista no triunfaría nunca e iría de error en error”…”la encina que se utilizó en la construcción de la nave es la misma con la que Cadmo mató a la serpiente”.
Cuando Jasón emprendió su viaje, hizo escala en Lemnos “para que Vulcano le fuera favorable”. Ya sabemos quién es este dios. Cuenta la leyenda que las mujeres de esta isla habían faltado al respeto a Venus y que ésta, para castigarlas, les había enviado “un olor insoportable que las hizo despreciables a los ojos de los hombres”.
Para los alquimistas, Vulcano es el fuego de la corrupción y de la putrefacción tan necesario al principio de la Obra, mientras que el olor de las mujeres de Lemnos es el de la materia cuando está en putrefacción.
Jasón, que representa al obrante, tenía que pasar por allí para poder llegar al Vellocino, o sea la piedra al rojo.
Por lo que respecta al dragón que defendía el preciado Vellocino, ¿no es el mismo que guarda la perla preciosa del Canto de la Perla?
Pocos son los Filósofos Herméticos que no han utilizado la leyenda del dragón en sus escritos. Según una expresión de Raimundo Lulio, este dragón es un fuego que recibe denominaciones como “Dragón Ígneo” o “Dragón Apaciguado”, dependiendo de en qué estado se encuentre. No es raro, pues, que el dragón de la leyenda vomite fuego por la boca. Sus dientes son la semilla de del Oro Filosófico, que han de ser sembrados en los campos de Marte, el cual ha de ser labrado con la ayuda de dos toros que también arrojan fuego.
Algunos autores opinan que el Vellocino era blanco; otros púrpura. Los dos son colores de la materia en dos estados diferentes de la Obra. Se ha de recordar que toda la aventura comienza gracias a la nave Argos, símbolo de la materia purificada y acaba con el purpúreo Vellocino, que representa a la materia completamente fijada.

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