miércoles, 28 de julio de 2010

La influencia de los cristales.



El orden interno de los átomos de un cristal puede influir positivamente en su entorno, asegura Gondhi Rosas Ortiz, especialista en cristaloterapia por el Cristal Awareness Institute.
Sin duda, la piedra más famosa por sus efectos terapéuticos es el cuarzo, que son acumuladores de energía solar.
Simon Lilly, autora del libro Cristales, explica: «Son en esencia la cristalización de todos los elementos: agua, aire, fuego y tierra, ya que cada uno de ellos está presente en el proceso de su formación a través de los siglos.

El principio curativo



No se sabe exactamente de qué manera favorecen los cristales los procesos curativos, pero es posible que su propia naturaleza aumente los niveles de armonía en su entorno inmediato.
«Hay que tener en cuenta las potencialidades de cada cristal, que en su estructura y muy particular frecuencia y vibración, tienen la capacidad ya sea de reparar, limpiar o incrementar la energía en cada chakra del cuerpo humano.
«Pueden utilizarse para eliminar frecuencias nocivas para la salud, como las ondas que emanan los cables de alta tensión, para mantener la limpieza de la energía en las habitaciones y también para optimizar los beneficios de los alimentos», precisa Rosas Ortiz.


El cuarzo, por ejemplo, produce impulsos eléctricos, y su campo energético tiene la habilidad de asociarse con la frecuencia del cuerpo humano, agrega.

El agua y el cuarzo, que vibran en similar frecuencia que el cuerpo humano, redundan en una armonía entre este cristal y el ser humano, ya que son la materia más ordenada del universo, refiere Lilly.
«Puesto que la coherencia es una fuerza más poderosa que el caos, introducir orden en un estado desorganizado, como poner un cristal en músculo dolorido, puede redoblar las posibilidades de recuperar la estabilidad perdida.
«Su resonancia simple y poderosa ayuda a restablecer el equilibrio y armonía», indica en su libro.
Cristalizan su uso la electricidad o impulsos eléctricos que generan, sobre todo el cuarzo, son recurso importante en la tecnología actual, ya que sonares, computadoras, relojes, aparatos eléctricos, radios y más, utilizan este recurso de energía, que selecciona y separa una determinada vibración para que pueda ser usada sin la interferencia de otras.
«Los poderes terapéuticos de los cristales se pueden canalizar de forma que sirvan para equilibrar los sistemas corporales y las emociones, o para aliviar malestares, dolores de cabeza, migrañas, problemas menstruales, insomnio, estrés y falta de concentración», subraya Lilly.
«Se tansmutan en cristales al cabo de milenios, de ahí su poderosa energía», puntualiza Rosas Ortiz.

martes, 27 de julio de 2010

La Actualización de la Sombra en los Sueños

La sombra no constituye la totalidad de nuestra personalidad inconsciente sino que tan sólo representa aquellos atributos o cualidades desconocidos o poco conocidos del ego, aspectos que pertenecen, en su mayoría, a la esfera personal pero que también podrían ser conscientes. En algunos casos la sombra también contiene factores colectivos procedentes del exterior de la vida personal del individuo.

Cuando un individuo intenta ver su sombra se da cuenta - y también suele avergonzarse - de descubrir cualidades e impulsos que niega en sí mismo pero que ve con mucha claridad en los demás como el egoísmo, la pereza mental, la indolencia; las fantasías, los planes, y las fabulaciones irreales; la negligencia y la cobardía ; la avidez exagerada por el dinero y las posesiones, en suma, todos aquellos pecados veniales de los cuales podríamos perfectamente decir: «Eso no importa, nadie se dará cuenta y, en cualquier caso, lo hace todo el mundo».

Cuando nos enfadamos desproporcionadamente por el reproche de un amigo podemos estar completamente seguros de que tras nuestro enfado se oculta una parte de nuestra sombra de la que no somos conscientes. Obviamente es natural sentirse molesto cuando alguien «que no es particularmente mejor que nosotros» nos critique por los errores cometidos por nuestra sombra. Pero ¿qué podríamos decir en el caso de que fueran nuestros propios sueños - una especie de juez interno de nuestro propio ser - los que nos criticasen? En ese caso el ego normalmente calla y mantiene un embarazoso silencio. Después comienza la lenta y dolorosa tarea de auto educación una labor a la que perfectamente podríamos equiparar como un equivalente psicológico de los trabajos de Hércules.

Recordemos que el primer trabajo de este infortunado héroe fue el de limpiar en un día los establos de Augías, unos establos repletos del estiércol de cientos de rebaños durante decenios enteros, una tarea tan desmedida que hubiera cortado el aliento de cualquier mortal con sólo pensar en ella. La sombra no sólo se manifiesta mediante omisiones sino que también lo hace en forma de actos impulsivos involuntarios. Antes de que nos demos cuenta siquiera irrumpe un comentario malicioso, se descubre el pastel, tomamos la decisión equivocada y nos vemos enfrentados a situaciones que jamás pretendimos ni deseamos conscientemente.

Por otra parte, la sombra se contagia colectivamente con más facilidad que la personalidad consciente. Cuando un hombre está solo, por ejemplo, se siente relativamente bien pero tan pronto como «los demás» hacen cosas incomprensibles o primitivas comenzamos a temer que si no nos unimos a ellos nos considerarán tontos. De ese modo abrimos paso a impulsos que realmente no nos pertenecen. La sombra de una persona del sexo opuesto generalmente nos resulta mucho menos molesta y por ello estamos mucho más predispuestos a perdonarla. Entre personas de nuestro mismo sexo padecemos mucho más los efectos de la sombra.

En consecuencia con lo dicho anteriormente, en los sueños y en los mitos la sombra asume la apariencia de una persona del mismo sexo que el soñador. El siguiente sueño puede servirnos de ejemplo al respecto. El soñante era un hombre de cuarenta y ocho años que intentó vivir por y para sí mismo, trabajando dura y disciplinadamente, reprimiendo el placer y la espontaneidad más allá de lo que convenía a su verdadera naturaleza.






Era propietario y ocupante de una gran mansión en la ciudad de la que desconocía algunas partes. Resolví dar una vuelta por la casa y encontré especialmente en el sótano, varias habitaciones, de las cuales ignoraba incluso la existencia, que tenían puertas de salida que conducían a otros sótanos y a calles subterráneas. Cuando descubrí que muchas de ellas estaban abiertas y carecían incluso de cerradura comencé a inquietarme. Además, en las inmediaciones había obreros que fácilmente podrían haberse introducido en la casa...

Cuando regresé a la planta baja también descubrí diferentes salidas a la calle o a las casas contiguas. Luego, cuando estaba examinándolas más de cerca, se me acercó un hombre riendo a carcajadas y gritando que éramos viejos compañeros de escuela. Yo también le recordé y, mientras me contaba su vida, le acompañé hasta la salida y dimos un paseo por las inmediaciones.

. Paseamos por una enorme calle circular y llegamos a un espacio amplio en el que había un extraño claroscuro en el aire cuando, de repente, unos caballos al galope pasaron junto a nosotros. Eran animales hermosos, fuertes, bien domados y nadie los cabalgaba. ¿Se habrán escapado de algún cuartel? –pensé.







El laberinto de pasadizos, habitaciones y puertas abiertas del sótano nos recuerda la antigua representación egipcia del mundo subterráneo, un símbolo muy conocido del inconsciente y de sus capacidades ignotas. También constituye una representación explícita de la forma en que nuestra sombra inconsciente permanece «abierta» a la influencia de elementos misteriosos y ajenos procedentes del exterior. Podríamos decir que el sótano simboliza los cimientos del psiquismo del soñante.

En el patio trasero del extraño edificio - que representa un paisaje psíquico que permanece todavía inexplorado por la personalidad del soñante - aparece de repente un antiguo compañero de escuela. Esta persona encarna, evidentemente, otra faceta del soñante, un aspecto que formó parte de su infancia pero que perdió y olvidó en algún momento de su vida. Es frecuente que nuestros rasgos infantiles - alegría, irascibilidad o confianza, por ejemplo - desaparezcan repentinamente sin saber siquiera dónde o cómo se fueron. Son precisamente estas cualidades extraviadas del soñante las que ahora retornan - del patio trasero - e intentan reanudar su amistad. También es muy probable que esta figura represente el aspecto reprimido extravertido de la vida del soñante y su capacidad de disfrutar de la vida.

Pronto comprendemos el motivo del desasosiego que experimentó nuestro sujeto precisamente antes de encontrarse con este viejo y aparentemente inofensivo amigo. Mientras pasean, contemplan juntos el galope de los caballos. El soñante piensa que quizás hayan escapado de algún cuartel, es decir, de la disciplina consciente que hasta entonces había caracterizado su vida. El hecho de que los caballos no llevaran jinete simboliza así que los impulsos instintivos han escapado del control consciente y se han desbocado. En esta vieja amistad y en los caballos reconocemos toda la energía de la que el soñante carecía y que tanto necesitaba. Este es un tema recurrente en los encuentros con «el otro lado». Bajo una apariencia aparentemente integrable la sombra suele contener valores imprescindibles para la consciencia. Los pasadizos y la aparente magnitud de la mansión de este sueño ilustran también con claridad el hecho de que el soñante desconoce todavía las dimensiones de su psiquismo y de que existen aposentos completamente ignorados.

La sombra que aparece en este sueño es típica de un introvertido, de un hombre que tiende a retraerse demasiado de la vida exterior. En el caso de un extrovertido, de alguien que tendiera hacia los objetos y la vida exterior, la sombra asumiría sin duda características inconfundiblemente distintas. Un joven muy vital y emprendedor tuvo, al mismo tiempo que acometía una nueva empresa, una serie de sueños que le incitaban a concluir la obra creativa que estaba iniciando.

Veamos uno de esos sueños: Una persona yace tendida en la cama con la sábana cubriéndole el rostro. Es un francés, un hombre desesperado al que no le importaría nada cometer un delito. Un oficial me acompaña escaleras abajo y sé que ha tramado algo contra mí, concretamente que el francés me mate en la primera ocasión. (Esto, al menos, es lo que me parece.) Efectivamente, cuando salgo el francés sale tras de mí, pero yo permanezco muy atento y vigilante. De pronto un hombre alto y con apariencia de triunfador se apoya contra la pared como si se hallara enfermo. Rápidamente aprovecho la ocasión para clavar un puñal en el corazón del oficial. - «Sólo se nota un poco de humedad» - dice, a modo de comentario. Muerto ya el oficial que daba las órdenes al francés me encuentro a salvo. (Probablemente el oficial y el triunfador son la misma persona.)

El hombre desesperado representa el aspecto reprimido del soñante - su introversión - un aspecto que se halla en estado de ruina total. Permanece tendido en la cama (es decir, está pasivo) y se cubre el rostro porque desea que lo dejen solo. Por su parte, el oficial y el hombre alto y próspero (representados por la misma persona) encarnan la responsabilidad y actividad externa exitosa del soñante. El súbito ataque que parece padecer el triunfador está relacionado con la misma biografía del soñante que había enfermado varias veces cuando permitía que su energía dinámica se descargara impulsivamente en el mundo externo.

Pero este triunfador no tiene sangre en las venas (sólo una especie de humedad) lo que significa que sus ambiciosas actividades externas carecen de vida y de pasión, son simples mecanismos. Por ello matar al hombre triunfador no supone ningún tipo de pérdida. Al final del sueño el francés parece satisfecho. Esta figura representa un aspecto positivo de la sombra que se había convertido en algo negativo y peligroso a causa de la desaprobación consciente del soñante.

Este sueño nos muestra que la sombra contiene elementos muy diversos como, por ejemplo, la ambición inconsciente (el triunfador) y la introversión (el francés). Esta asociación particular con el francés estaba basada, además, en el hecho de que ambos eran muy diestros en el manejo de los asuntos amorosos. Por consiguiente, las dos figuras de la sombra representan también dos impulsos muy conocidos: poder y sexo. El impulso de poder aparece momentáneamente en una doble forma: el oficial y el triunfador. Ambos sirven al impulso de poder aunque el oficial, un funcionario del estado, simboliza la adaptación colectiva mientras que el triunfador denota la ambición. Cuando el soñante logra contener este peligroso impulso que brota de su interior el francés deja de ser hostil. En otras palabras, el aspecto igualmente peligroso del impulso de sexo también ha sido arrinconado.

El problema de la sombra representa un papel muy importante en todo conflicto político. Si nuestro soñante ignorara completamente su sombra no debería extrañarnos nada que hubiera identificado fácilmente al francés con los «peligrosos comunistas» de la vida exterior y al oficial y al triunfador con los «insaciables capitalistas». Esta es la forma habitual en la que solemos eludir los elementos conflictivos que se hallan en nuestro interior. El fenómeno de la «proyección» consiste en advertir en el exterior nuestras propias tendencias inconscientes. La agitación política que sacude el mundo y el mezquino cotilleo que se da entre grupos pequeños está plagado de proyecciones. La proyección oscurece nuestra visión del mundo, destruye nuestra objetividad y siembra de dificultades las relaciones que mantenemos con los otros.

Existe además un inconveniente adicional en el fenómeno de la proyección de la sombra. Cuando identificamos nuestra sombra, pongamos por caso, con los comunistas o con los capitalistas, una parte de nuestra personalidad permanece en el lado opuesto. El hecho es que continúa y - aunque sea involuntariamente - haremos cosas a nuestras espaldas que apoyarán al adversario y, por tanto, inconscientemente estaremos de su lado. Si, por el contrario, nos damos cuenta de nuestras proyecciones y podemos aceptarlas sin miedo ni hostilidad, tratando con tacto a los demás, existe la posibilidad de llegar a un entendimiento o, por lo menos, de conseguir una tregua.

Convertir a la sombra en amigo o enemigo depende, en gran medida, de nosotros mismos. Como muestran los dos sueños que acabamos de considerar - el de la casa desconocida y el del francés desesperado - la sombra no tiene porqué́ terminar convirtiéndose en un contrincante. De hecho, con la sombra ocurre lo mismo que con cualquier otro ser humano: a veces cedemos, otras resistimos y otras somos amorosos según lo requiera la circunstancia. La sombra sólo se convierte en algo hostil cuando la ignoramos y no la tenemos en cuenta.

Marie-Louise von Franz


Traducido y extractado por David Urzúa de
The Way of Dream.- Entrevista filmada.

sábado, 24 de julio de 2010

Relajación

Sensaciones de Expansión


Las sensaciones de expansión son mucho más poderosas que la sensación física de alegría: son profundas, vastas, infinitas.

Todos contamos con los recursos espirituales para tener salud y equilibrio; simplemente es cuestión de dirigir y utilizar nuestras energías adecuadamente. Sin embargo, no se trata de un control forzado. Es un proceso natural que comienza a funcionar cuando aprendemos a relajarnos y utilizar ciertas maneras de respirar, sentir y pensar que nos ayudan a regular el equilibrio interior y que permiten que la energía fluya más libremente.

La relajación es un sistema curativo que podemos emplear para aliviar nuestras ansiedades y frustraciones, el estrés que tan a menudo ocasiona el bloqueo de nuestra energía y que nos impide desarrollar la consciencia. Con la relajación profunda purificamos nuestra energía. Empezamos a relajarnos simplemente cobrando consciencia de cualquier sensación que estemos experimentando: tensión en los músculos, dificultades en la respiración, presión en la cabeza… Debemos percatarnos de todas las sensaciones que experimentamos en la vida diaria, sentirlas y comunicarnos con ellas. Mediante el masaje y ciertos ejercicios podemos aprender a relajarnos física y mentalmente. Cuando aprendemos a relajar el cuerpo, la respiración y la mente, el cuerpo se sana, la mente se despeja, y nuestra consciencia se equilibra.

Una vez que nos relajamos y que nuestra mente está libre de distracciones, empezamos a sentirnos más receptivos. Este es el momento de hacer callar al diálogo interior y al pensamiento conceptual. Una vez callados éstos, podemos continuar alimentando la energía sensible con la que hemos hechos contacto y por lo tanto continuar prolongando un estado positivo de atención consciente.

Respira hondo unas diez o quince veces, y lentamente relaja por completo el cuerpo. Relaja los ojos y deja que la boca se abra. Sigue a tu respiración por tus brazos, tus piernas. Abandónate por completo. Date tiempo y siente todo tu cuerpo, desde los dedos de los pies hasta la coronilla. ¿Sientes los latidos de tu corazón? ¿Sientes el pulso en los dedos de los pies? Luego, muy suave y lentamente, date masajes en la cabeza, el cuello, el pecho, los brazos, las piernas y los pies, de modo que sientas un cálido flujo de energía en cada célula. De esta manera, deja que tu cuerpo se relaje por completo.

Al principio es útil concentrarse en una zona determinada, como la cabeza. Casi siempre la cabeza está más ocupada que el resto del cuerpo, y las sensaciones tienden a tensar el movimiento del cuello, los hombros y los músculos faciales. Empieza por darte masajes en la cabeza y siente cómo la energía recorre todo el cuerpo. Durante el masaje es mejor que no te preocupes de si la sensación es agradable o desagradable, sólo siéntela. Es importante que todos tus músculos estén tan sueltos como sea posible, de modo que mientras te das masajes en el cuerpo, pregúntate: “¿hay alguna tensión muscular?” Si la hay, presta particular atención a las zonas tensas hasta que gradualmente relajes todas las partes del cuerpo. Luego, dedica suficiente tiempo para escuchar a tu cuerpo en silencio y relajar cualquier tipo de tensión.

Ahora relájate al aspirar aire dejando que tu respiración se calme. Respira hondo varias veces; inspira muy lenta y profundamente; ahora, en total silencio, contén la respiración un momento; luego espira muy suavemente por la nariz y la boca. Siente circular la energía por el caudal sanguíneo y observa tus sensaciones. No es necesario que te concentres en la respiración, simplemente no interfieras en la sensación y deja que tu consciencia la experimente. Si haces caso omiso de tu respiración, ésta se sosiega y la energía del cuerpo cobra vida con sensaciones muy sutiles, cálidas, delicadas, como si el sol brillara sobre tu cuerpo.



Cuando estás muy tranquilo, en tu interior surge una cálida sensación. Sientes el cuerpo despierto pero ligero, como si estuviera gradualmente desapareciendo; ya no hay peso ni consistencia, sino sólo una sensación muy libre de inmensidad en expansión. No hay instrucciones que recordar, no hay concentración, simplemente eres parte de esa inmensa amplitud. Cuanto más te tranquilizas, más energía sientes. De esta manera puedes experimentar tu cuerpo como espacio abierto y vivir interiormente esa sensación. Desarrolla esa energía sensible tanto como puedas, sin juzgarla ni interpretarla. Cuando ejercitas tal expansión, el espacio mismo está perfectamente equilibrado, como un dibujo de precisión o una bella obra de arte.

En cuanto alcanzas esta sensación interior, te olvidas de tu cuerpo y tu respiración. Puedes realmente convertirte en esa sensación, y luego expandirla, como si apenas estuvieras saliendo de la matriz… esta sensación puede ser casi ilimitada. Después, puede que nada parezca existir, excepto esta experiencia sensible. Puedes existir dentro de la esfera de acción de la energía, de modo que adondequiera que conduzca la sensación simplemente la sigas… más y más lejos, como las ondas ocasionadas por una sola piedra, que se propagan hasta cubrir toda la superficie del lago. De esta manera te sosiegas por completo.

Finalmente, relaja tu mente. Por lo general, debido a que nuestros diálogos interiores constantemente arrojan interpretaciones, conceptos y juicios, la mente está muy inquieta y nerviosa. Observa estos movimientos de tu mente, sin seguir a ningún pensamiento en particular ni ejecutar ninguna acción. No trates de concentrarte demasiado. La consciencia ya existe, pero no se queda en ningún lugar concreto; la consciencia no se aferra a ninguna “cosa”. Simplemente experimenta la sensación inmediata. Cuando no intentas atrapar juicios ni pensamientos, puedes experimentar esa sensación como parte de tu actividad mental, como nadar en medio del océano.

Al principio puedes creer que sólo te imaginas esta energía, pero cuanto más te familiarices con ella, mejor podrás dirigirla. Después de un tiempo la experimentarás como una especie de calor y finalmente como una sensación de profundo amor y alegría. Esta energía refresca tu consciencia y modifica tus pautas de pensamiento. El conjunto de tus ideas alcanza un mayor equilibrio; la energía surge y circula más libremente por todo tu sistema psicofísico.

Puedes llevar más lejos esta relajación, en concreto hasta la esfera de acción del pensamiento. Trata de retener un solo pensamiento y, a continuación, ahonda en él; sin juzgarlo ni etiquetarlo, sin considerarlo sujeto u objeto. La sensación de energía de todos modos continuará desarrollándose, pero sin discernimiento alguno ni limitaciones conceptuales. Una vez que hayas alcanzado o experimentado esta sensibilidad más profunda, podrás introducirla en todos los pensamientos y experiencias.

En primer lugar podemos aprender a desarrollar la consciencia en un plano concreto, por medio del masaje y ejercicios físicos; en segundo lugar, a nivel mental, por medio de la respiración y la experimentación más profunda de las sensaciones, y en tercer lugar, a nivel de la consciencia sutil, por medio de la experiencia directa. Cuando experimentamos esa sensación, descubrimos que ella misma se ha vuelto infinita.

Por lo tanto, cada vez que tenemos una sensación agradable, debiéramos intensificarla; la calidad de esa sensación no debe perderse, porque la alegría, el amor y la belleza colman y satisfacen. Por ejemplo, cuando pensamos en hacer el amor tenemos bellas sensaciones; si aumentamos esa sensibilidad y la experimentamos profundamente, durará más tiempo. Cuando estamos alegres y experimentamos sensaciones agradables, por lo general tratamos de mantener la sensación aferrándonos al pensamiento. Cuando la sensación se intensifica es mucho más vasta que el pensamiento y por eso la limitamos cuando tratamos de abarcarla con pensamientos.

Al principio es importante el contacto físico, como por medio del masaje, pero después el cuerpo físico se vuelve casi simbólico, porque la experiencia sensible continúa expandiéndose más allá del cuerpo. Si podemos retenerla, sabremos que no es sólo producto de la imaginación: ¡la experiencia está realmente produciéndose!. Este es un nivel más sutil de la consciencia superior, que se caracteriza por ser extática. Después podremos integrar esa sensibilidad o consciencia a la esfera de acción del cuerpo físico. Una vez que el cuerpo está muy quieto y tranquilo podemos descubrir experiencias y modos de ver que difícilmente podríamos haber concebido antes… sin palabras, sin conceptos… análogos al conocimiento puro.



En este nivel superior de la consciencia, los sentimientos bellos, como un masaje interior, se reproducen espontáneamente, como olas marinas que suben y bajan. Cuando en nuestra práctica llegamos a este punto, podemos ejercitar y extender esta sensación. La sensación de expansión es mucho más poderosa que la sensación física de alegría, es profunda, vasta, infinita. Nuestro cuerpo y la respiración pueden parecer insignificantes, pero nuestra mente experimenta – sin palabras ni conceptos - muchos tonos y cualidades diferentes, bellas imágenes y sutilezas aún más profundas. El primer tipo de alegría que surge es inocente, como la de un niño. Esta alegría se desarrolla hasta convertirse en sentimientos de felicidad, luego surgen diversas sensaciones físicas y mentales, y después se vuelve casi arrolladora.

Al perfeccionar esta hermosa experiencia, posiblemente descubramos que se asemeja a lo que a veces se califica de “experiencia mística”. Es difícil saber si esta energía es “física” o “mental”, pero sí sabemos que es una energía pura y común a todos los seres vivos. Siempre está presente, aunque generalmente no sabemos cómo entrar en contacto con ella. Para hacerlo, a menudo necesitamos determinadas condiciones: un lugar tranquilo, una dieta ligera o ciertos ejercicios psicológicos. Una vez que conocemos esta experiencia, podemos evocar ese recuerdo en la consciencia y encontrar esa energía pura en todas partes.

Cuerpo, Respiración y Mente

Para generar una consciencia superior, debemos unir el cuerpo, la respiración y la mente.

Generalmente creemos que el cuerpo es una entidad física hecha sólo de piel, huesos, músculos y órganos. Pero estos mismos se descomponen sucesivamente en células, moléculas y átomos. Al investigar la naturaleza del átomo descubrimos ciertas fuerzas que lo mantienen unido. Cuando examinamos más atentamente el cuerpo, observamos fuerzas análogas, casi escurridizas.

Dentro del cuerpo, a un nivel muy sutil, cada célula o átomo tiene un tipo de energía nuclear idéntico a la energía del campo exterior al cuerpo. Hablando relativamente, no podemos decir que el cuerpo sea como el “espacio” porque nuestra estructura física parece bastante consistente. Pero en un sentido esencial, el espacio externo al cuerpo y el espacio que ocupa el cuerpo no están separados. Este espacio total forma una unidad natural, como el agua que desemboca en agua.

En ciertos momentos en que estamos muy relajados, las energías positivas aumentan de modo que podemos realmente “sentir” cómo el espacio interno y externo se entremezclan, como si nuestro cuerpo estuviera desapareciendo… perdemos la impresión de la consistencia. La sensación de unidad producida es muy importante, porque cuando nuestro cuerpo está completamente relajado, la energía del interior de las células comienza a fluir naturalmente por todo nuestro sistema psicofísico, sin ninguna manipulación ni esfuerzo extra por nuestra parte. Esta energía se manifiesta como equilibrio, alegría o incluso amor.

Al desarrollar la relajación podemos concentrarnos en una sensación determinada, tal como la calma física, y luego expandir gradualmente esa sensación de modo que se extienda hacia fuera y hacia adentro, más allá del cuerpo físico. Podemos concentrarnos en la sola quietud del cuerpo o en la sola respiración, o en acallar nuestros pensamientos. Y cuando expandimos esta sensación de silencio interior, sentimos que la energía circula por nuestro cuerpo físico y más allá de éste.

Esta energía tiene tres elementos que juntos forman el “patrón” básico de nuestras vidas. Nuestras actitudes y acciones dependen de lo bien equilibrados que se encuentren esos tres elementos; nuestra salud, felicidad, e incluso la duración de la vida, también dependen de este equilibrio.

El primer elemento es la estructura física por la cual fluye la energía. Al segundo elemento lo llamamos “respiración”, pero no es sólo la respiración; es un tipo de energía en movimiento. El tercer elemento es la “energía corporal sutil”, más escurridiza que la respiración. Los tres elementos están ligados de manera inseparable y ninguno de ellos puede funcionar sin los otros; pero cada uno tiene sus características y cualidades específicas. Juntos crean la estructura fundamental del cuerpo físico, combinándose de manera compleja y misteriosa, para crear lo que llamamos vida. En algunos aspectos pueden equipararse con el cuerpo, la respiración y la mente; pero son mucho más de lo que habitualmente nos dan a entender estos términos.

La estructura física por la cual fluye la energía, es más que un simple “cuerpo”. La energía mental de nuestras actitudes y acciones crea una cierta “atmósfera” que se acumula a nuestro alrededor en niveles que van más allá de nuestra sustancia física. A veces esto es llamado cuerpo “sutil” o “etéreo”. Aunque generalmente no se ve, siempre forma parte de nosotros. Podemos comparar el cuerpo “sutil” con la atmósfera alta de la tierra, que es la continuación de la más baja pero que está compuesta de elementos diferentes.

La “respiración” es mucho más compleja de lo que pensamos; está relacionada con otros flujos de energía, y cambia de calidad según nuestros estados emocionales. Respirar superficialmente o con dificultad afecta al resto de nuestro sistema psicofísico; cuando equilibramos la respiración –equilibrando las emociones - también se equilibran el cuerpo y la mente. La respiración es como un puente que une al cuerpo con la mente.

La “energía corporal sutil” puede equipararse a la mente, pero no a la mente como la conocemos. Por lo general la mente formula la experiencia con pensamientos y conceptos, con sujeto y objeto. Pero hay otro tipo de experiencia que no crea este dualismo. Cuando la mente está equilibrada no hay tiempo, no hay consciencia, no existe el percatarse de algo; sólo hay una energía muy especial que siempre está presente.

La “estructura física”, la “respiración” y la “energía corporal sutil” están relacionadas con los cuatro centros del cuerpo – la cabeza, la garganta, el corazón y el ombligo. El “cuerpo” está relacionado con el centro umbilical, la “respiración” con el centro de la garganta y la “mente” con el centro de la cabeza. Cuerpo, respiración y mente se unen en el corazón.



Cada uno de los centros corporales funciona a muchos niveles. Durante los momentos en que el corazón se abre y la mente va más allá de los procesos intelectuales, la energía avanza hacia los niveles más profundos, hacia la consciencia intrínseca, hacia un estado de equilibrio que constituye una de las más elevadas experiencias humanas. Este estado de consciencia se siente en el corazón, así como en la mente.

Cada centro del cuerpo es capaz de vibrar con energías positivas como la bondad, el amor y la compasión. Cada centro también es capaz de provocar también una intranquilidad, confusa y muy deprimente. Cuando los tres elementos o energías pasan por los centros, se producen ciertas condiciones o actitudes, ya sea enfermedades físicas, bloqueos mentales, problemas emocionales… o sensaciones de ligereza, luminosidad y total apertura. Las pautas fundamentales de nuestro funcionamiento físico determinan y son determinadas por la manera en que fluye la energía a través de estos centros muy sutiles. Cada vez que estamos enfermos, desequilibrados, o tenemos sentimientos negativos, estos estados siempre están indicados por el carácter, movimiento y esencia de la energía que hay en el cuerpo. Por lo tanto, para estar sanos debemos aprender a equilibrar nuestro cuerpo, respiración y mente.

Es posible equilibrarnos y contribuir a curarnos concentrándonos en distintas partes del cuerpo. Estas prácticas de concentración son sencillas pero muy específicas. Cuando el cuerpo no está equilibrado o la energía física está bloqueada, cuando estamos enfermos o tenemos miedo, es conveniente concentrarnos en el vientre, en un punto debajo del ombligo.

Si nos sentimos solos – aislados de otras personas - o si deseamos desarrollar la compasión o la alegría, podemos concentrarnos en el centro del corazón. Para adquirir equilibrio emocional o superar el nerviosismo, los anhelos, o las insatisfacciones, debemos concentrarnos en el centro de la garganta. Y puesto que los centros están estrechamente ligados, cuanto más nos concentramos en la garganta, más se equilibra el corazón.

Cuando la consciencia no es firme, cuando nos sentimos como en sueños, perdidos o presos en esquemas dualistas, debemos concentrarnos en la coronilla o en el punto de la frente que está entre los ojos. Si queremos desarrollar la generosidad o tener una mente lúcida, es útil concentrarnos en el centro de la cabeza.

Dado que el cuerpo, la respiración y la mente se equilibran en el centro del corazón es ahí que debemos generar más apertura. Esencialmente, si el centro del corazón se abre más, es muy fácil que el cuerpo y la mente unidos funcionen bien, que se apoyen y aprecien mutuamente.

Cuando nos concentramos en zonas específicas del cuerpo podemos examinar las diferentes sensaciones que surgen, y podemos ver qué zona es la más fuerte y cuál la más débil. Esto nos ayudará a decidir cómo trabajar con nuestra energía. Por ejemplo, cuando una zona está muy tensa, podemos concentrar ahí la energía y tratar de relajarnos y aflojar la tensión. O si otra zona está particularmente activa o muy lánguida, podemos trabajar para quitar o traer energía a esa zona. Con la energía podemos trabajar de muchas maneras, pero lo descrito debiera indicar aproximadamente de qué se trata.

En algunos momentos los ejercicios físicos pueden ser útiles para equilibrar y revitalizar el cuerpo, la respiración y la mente; pero si estos ejercicios se hacen de manera meramente mecánica, o si nos quedamos fascinados con un determinado método, nuestra apertura y crecimiento pueden verse en peligro por una disminución de las oportunidades y una limitación de la perspectiva. Además, no todas las técnicas son apropiadas para todos, de modo que al seleccionar cuáles son los mejores métodos para practicar y durante cuánto tiempo, es importante contar con el consejo adecuado.

Estas prácticas y ejercicios son útiles para integrarnos y generar un estado de consciencia superior. Ayudan a liberar un flujo de energía; esta energía enriquece nuestros sentidos, sosiega nuestras mentes intranquilas, y nos trae paz y equilibrio.

Curar con Energía Positiva

Cuando los sentimientos y las actitudes positivas pasan por cada órgano y circulan por nuestro sistema psicofísico, nuestras energías físicas y químicas se transforman y equilibran.

El cuerpo y la mente están en constante interacción. La mayor parte de lo que llega a la mente entra por medio de los sentidos, y la mayoría de nuestras sensaciones, aunque son experimentadas físicamente, son interpretadas mentalmente. Cuando esta relación recíproca del cuerpo y la mente no está equilibrada y las sensaciones no fluyen fácilmente por el cuerpo, la tensión aumenta, dando origen a emociones negativas que pueden causar tanto enfermedad física como mental.

Para tener y mantener la salud y el equilibrio es importante entender el cuerpo y la mente como un sistema integral. Para esto es útil observar atentamente la relación que ambos establecen.

La mente tiene una estrecha relación con los sentidos, éstos con el cuerpo, y el cuerpo con el mundo. Cada uno se rige según sus propias pautas y su interacción es muy fluida a pesar de que cada cual sigue canales de comunicación particulares. Cuando los sentidos pasan información a la mente, ésta comienza a tomar decisiones usando conceptos y emitiendo juicios, que luego crean división y conflicto. Por lo tanto, en cuanto comienza este proceso, automáticamente se originan ciertos conflictos entre el cuerpo y la mente, entre los sentidos y la mente.

Ciertas sensaciones son más intensas en algunas zonas del cuerpo que en otras, y en distintos momentos varían en intensidad, de modo que al principio es importante señalar con precisión la zona y la intensidad de la sensación. Sin embargo, por lo general las sensaciones se acumulan como el polvo y se mezclan hasta tal punto que no podemos separarlas. Las sensaciones pueden ser positivas, negativas o neutras, y a veces surgen sin ninguna causa racional manifiesta. Son como residuos ocultos que se han acumulado durante mucho tiempo en el cuerpo físico; no podemos prever cuándo harán erupción.

El proceso de auto curación sólo puede surgir de una fuerte base de relajación, alegría, amor y compasión. Debemos relajar el cuerpo, equilibrar las emociones; y transformar la energía de los pensamientos negativos. Entonces podremos aliviar nuestras molestias, ya sea ansiedad, tensión, preocupación o miedo. Al ser receptivos nos exponemos a sensaciones de liberación de energía. Hay métodos específicos que podemos usar para curarnos, tales como la concentración, la recitación de mantras, la visualización, así como distintos ejercicios físicos y mentales; pero el proceso fundamental es relajar y equilibrar nuestra energía.

Cuando te encuentres en un estado muy emotivo o de mucho nerviosismo, siéntate y respira suave y silenciosamente. No prestes atención a tus emociones; simplemente observa tu respiración y su ritmo. Observar las sensaciones de la respiración mientras fluye por tu cuerpo puede ayudarte a calmar y curar tanto tu cuerpo como tu mente.

Si tienes un bloqueo físico o emocional, evoca un recuerdo alegre o visualiza una bella imagen. Al hacer esto, tu mente y tu cuerpo van más despacio; se relajan naturalmente. Así te es posible empezar a ordenar tus sensaciones y emociones, verlas subir, bajar… como las olas del mar. La tensión se disipa y te tranquilizas.

Estas dos sencillas prácticas de relajación te ayudarán a unir tu cuerpo, mente y sentidos de modo que funcionen armoniosamente. La unión del cuerpo y la mente es imprescindible para la salud y la felicidad.

Por lo tanto, como un dique que debe ser construido en la temporada seca a fin de proporcionar protección durante la época de lluvias, debemos ejercitar con diligencia nuestra atención consciente para saber equilibrar las emociones cuando surgen. Una vez que calmamos nuestras emociones y ansiedades podemos dejar atrás las pautas de conducta innecesarias y relacionarnos directamente con la experiencia inmediata; de esta manera podemos estabilizarnos. Se aclara lo que es realmente valioso para nosotros; la confusión disminuye y nuestras pautas de vida se vuelven más sanas. Cuando aprendemos a calmar nuestra mente, la vitalidad mental y física, así como la salud y el equilibrio, se vuelven posibles.



En estos tiempos, sin embargo, muchas personas dependemos de medios artificiales para mantenernos sanos y libres de dolor. Pero cuando volvemos a equilibrarnos y la energía fluye sin obstáculos, el cuerpo y la mente cuentan con los recursos necesarios para protegerse. El remedio para la enfermedad está en nuestro interior, porque el estado natural del ser es el equilibrio.

Nosotros tenemos el remedio para recuperar el equilibrio interior porque, en esencia, todo nuestro cuerpo es un solo universo. En cuanto a su química, nuestro organismo es auto suficiente; es receptivo a las energías positivas y encuentra canales en el cuerpo entero. Contamos con todo lo que necesitamos – tanto la receta como el remedio - Al canalizar energías positivas, éstas se refinan y nuestro cuerpo se transforma. Ya sean positivas o negativas nuestras experiencias, permaneceremos en equilibrio.

Durante el proceso de desarrollo de dichas energías positivas, nuestra experiencia trasciende el plano físico; con el tiempo es posible experimentar la mente y la materia como una sola cosa. Es una experiencia de infinitud en la que la energía pura impregna la experiencia.

Este tipo de experiencia es duradera y, como nuestros más íntimos amigos, siempre está a nuestra disposición. Al darnos cuenta de ello podemos utilizar constructivamente toda situación que se presenta y disminuir nuestra tendencia a ser apresados por situaciones y emociones negativas. Comenzamos a vivir sin apegos, y por lo tanto no generamos más pautas inútiles. La propia energía positiva se convierte en remedio y, de manera natural, tiene lugar un proceso autocurativo. Empiezan a relajarse los bloqueos físicos que causan tantos problemas psicosomáticos, y cuando el cuerpo sana y limpia los venenos, la mente se despeja y se torna transparente.

Cuando vivimos en el ámbito de nuestra experiencia presente, aprendemos a utilizar y sacar provecho de la energía. Una vez que tenemos el control de la energía sutil podemos distribuirla al cuerpo físico, al cuerpo emocional y al cuerpo psíquico. Estimulando y dirigiendo los sentimientos positivos de alegría podemos cambiar la esencia de nuestras pautas y experiencias interiores. Cuando los sentimientos y actitudes positivas pasan por cada órgano y circulan por todo nuestro sistema psicofísico, nuestras energías físicas se transforman y equilibran. En otras palabras, tenemos la oportunidad de volver a crear nuestro cuerpo por medio de la energía positiva.

Tarthang Turku


Traducido y extractado por Alberto Carvajal de
Gesture of Balance.- Dharma Publishing.- USA

viernes, 23 de julio de 2010

Meditación e Intimidad

El mundo moderno muestra gran interés en cualquier tema que se vincule con las relaciones comunitarias e interpersonales. Lo más probable es que estemos empezando a ver que si hemos de vivir en armonía en este atestado planeta sería mejor que empecemos a encontrar la fórmula para la vida comunitaria, y rápidamente . Teilhard lo expresó muy bien cuando dijo que era “Amarse los unos a los otros si desean ser perfectos”, pero ahora es “Amarse los unos a los otros si desean sobrevivir”. Si queremos proseguir con el objetivo de planetización y construcción de la Tierra, debemos aprender a vivir juntos. De ahí nuestro interés en una vida comunitaria, en relaciones interpersonales, en encuentros grupales, en entrenamiento de sensibilidad, y todo lo demás. Es evidente que la comunidad es una de las grandes preocupaciones hoy en día.

Y relacionado con esto está el interés moderno en la intimidad. Nuevos enfoques en el matrimonio acentúan la dimensión de intimidad entre marido y mujer. Nuevos pensamientos sobre el celibato religioso le dan importancia al amor personal y a la intimidad en el estado de soltería. Es aparente que el hombre ha llegado a una etapa en la evolución donde la intimidad es no sólo una de sus prioridades, sino también una necesidad de la vida.

A pesar de todo lo que se dice sobre la intimidad, sin embargo, no hay un consenso sobre lo que la palabra significa. A veces se iguala con sinceridad en las relaciones humanas, o con la franqueza y apertura. 0 es considerada como lo opuesto a jugar juegos. Pero lo que me interesa aquí es que, no rara vez, unas profundas relaciones interpersonales e intimidad son asociadas con profundidad en la meditación. Centros de entrenamiento de sensibilidad y de desarrollo del potencial humano a menudo ofrecen cursos de encuentro y de meditación, como si sintieran instintivamente que ambos están unidos de alguna manera. Y aquí quiero preguntar cómo y con qué alcance están de hecho relacionados.

Frente a esta pregunta puedo ver inmediatamente dos razones por qué la meditación puede llevar a la gente a conocerse y amarse en niveles más profundos de consciencia. Uno es el desapego que necesariamente acompaña el proceso de meditación . El otro es el conocimiento empático. Quiero decir unas palabras sobre estos dos puntos. Primero sobre el desapego.

La psicología moderna nos recuerda que para ser verdaderamente íntimos no debemos apegarnos a la gente. Debemos dejarlos ser, dándoles la libertad de ser ellos mismos, de vivir sus propias vidas, de tomar sus propias decisiones, de escoger sus propias creencias, de seguir al espíritu dentro de ellos. El hecho es que la mayoría de nosotros no podemos hacer esto. Nos colgamos de quienes amamos, tratando de hacer de ellos lo que nosotros queremos que sean y de amoldarlos de acuerdo a nuestros planes. Esto destruye
la unión e intimidad.

Sería relativamente fácil el abandonar nuestras fijaciones de apego si estuvieran en la mente consciente. Pero generalmente no lo están. Ellas están vagando en esas profundidades nubladas y subliminales que están fuera de nuestro control y aun más allá de la frontera de la consciencia. A veces sólo podemos adivinar su existencia por la inexplicable angustia que cruza la mente en ciertas relaciones. A menudo dichas relaciones son en parte proyecciones: ya que estamos sobreponiendo la imagen de nuestro padre o madre sobre otros, o apegándonos a ellos como un niño se apega a sus padres. 0 una madre proyectará en su hijo sus frustraciones inconscientes, obligándolo a vivir la vida que ella quiso vivir, pero no pudo. Está
de más decir que no se da cuenta de esto; ante sus ojos ella es la madre amorosa. Pero no puede ser íntima con este niño porque se quiere a sí misma en él.

Sólo se puede conseguir profundidad cuando llegamos más allá de las proyecciones, al centro de la personalidad del otro, es decir, cuando una persona conoce otra persona. Y esto, a su vez, se puede hacer únicamente cuando estoy desapegado de mis ilusiones subliminales, deseos egocéntricos, frustraciones inconscientes, proyecciones infantiles, y todo lo demás. En otras palabras, la primera condición para la intimidad es la purificación de la mente consciente e inconsciente.

En términos del análisis transaccional, la intimidad sólo se puede conseguir cuando una relación es purificada de influencias excesivas de Padres y Niños.

Mientras el Niño en mí se relacione constantemente con el Padre en otra persona, las oportunidades de intimidad son pocas porque la relación es distorsionada por la interferencia de recuerdos semienterrados y de voces del pasado. Si yo he de conocer el centro del otro en el centro de mi propio ser debo deshacerme del Niño neurótico y del Padre mandón. Y una vez más esto sería fácil de hacer si estos fantasmas estuvieran únicamente en la mente consciente. Pero a menudo no es así, están alojados en áreas subliminales, así que no podemos analizar la transacción, aun cuando quisiéramos hacerlo. Una vez más se requiere la purificación del inconsciente. Unicamente cuando esto se ha producido puede una persona conocer otra persona sin jugar juegos. Solamente ahí es posible que un adulto conozca a un adulto, o, más maravilloso aún, que el Niño purificado conozca al Niño purificado. Unicamente ahí está el escenario listo para una reunión que pueda ser una experiencia verdaderamente íntima. Desapego de los estados internos propios y la purificación de todas las identificaciones son las condiciones inexorables para tal encuentro íntimo.

Ahora, la meditación vertical que va más allá de los pensamientos e imágenes, al centro interior del silencio, es el enemigo del apego consciente e inconsciente. Esto es particularmente cierto en el samadhi budista con su énfasis en el silencio, la nada, el vacío y la cesación del deseo. El Budismo declara que el apego causa ilusión, cegándonos a la verdadera naturaleza de la realidad y haciéndonos vivir en un mundo de fantasmas. Y así, en el silencio, una meditación que penetra a través de capas y capas de conocimiento, libera al hombre de la tiranía de sus identificaciones internas . Penetra a las oscuras profundidades subliminales y las limpia. Entonces, liberado de apego e identificación, yo puedo ver y relacionarme con el otro como un otro. Deja de existir mi idea del otro y puedo percibir al otro como es en sí. No existe más mi idea de mí mismo sino sólo mi yo verdadero, profundo y auténtico. Ahora estoy libre para amar y recibir amor.

Más aún (y esto es cierto de toda experiencia contemplativa), me vuelvo habitualmente presente y abierto al aquí-y-ahora. Las ideas conceptuales sobre las personas y cosas nos apartan de la realidad que existe frente a nosotros, transportándonos al pasado. La persona intuitiva, no apegada, por el contrario, es una persona-ahora. El ve al otro como es hoy, no como era ayer. La disciplina del desapego lo ha llevado a una fresca percepción continua que hace posible una autenticidad más profunda y un regalo de sí mismo.

Este desapego, tan característico del Budismo, se encuentra en todas esas formas de la meditación vertical que usan el mantra, el koan, el mandala, o simplemente el silencio sin imágenes. Se encuentra en forma predominante en la contemplación Cristiana. El proceso de meditación aclara las capas superiores de la mente, abriendo el inconsciente , yendo más allá de las identificaciones, hacia las profundidades de la vida psíquica, trayendo al meditador a una profunda libertad en la cual es liberado de la tiranía de sus propios estados interiores. Y todo esto para el fenómeno que llamamos intimidad.

Pero el desapego, valioso como es, no constituye la esencia de la intimidad. No es más que una condición, una preparación, una liberación. Precisamente , el desapego en sí, podría ser una condición para el odio y
la destrucción: podría liberar al meditador para hacer daño con ecuanimidad. Mucho más importante es el segundo punto que mencioné, a saber, el conocimiento de empatía que forma el fondo de la meditación sea ésta Budista o Cristiana . Es el conocimiento que va más allá de los pensamientos, imágenes y conceptos.

Proviene del amor y compasión, y lleva a “vivir-dentro”. Es el conocimiento y amor de un Pablo que descubre que vive en Cristo y que Cristo vive en é1. Pablo continua diciendo que él es “en Cristo” y que él experimenta que Cristo está en él. Los creyentes, también, están en Cristo , y ellos rezan para que Cristo esté en ellos; “que Cristo pueda vivir en sus corazones a través de la fe”. (Efesios .3:17). Aquí está el centro de la intimidad y de “vivir-en”. Y algo de la intimidad de Pablo con Jesús puede ser encontrada en una relación entre buenos amigos que se conocen y aman a niveles profundos de conocimiento. En Introducción a la Vida Devota, Francisco de Sales cita las palabras de San Gregorio de Nazianzen sobre su notable amistad con San Basilio:

“Parecía como si hubiera una sola alma entre nosotros, teniendo dos cuerpos. Y si no debemos creer a los que dicen que todas las cosas están en todas las cosas, Ud. tiene que creer esto, que nosotros estábamos en cada uno, y el uno en el otro…” (Francisco de Sales, cap. 18).

Estos dos hombres eran místicos. Habían experimentado desapego y estados de consciencia meditacional para que su amistad culminara en un “vivir-en” que nos recuerda la amistad de Pablo con Cristo. Y la esencia de esa intimidad es un amor personal, liberado por el desapego, por medio del cual dos personas
se encuentran en el centro de su ser en un encuentro extático.

Quisiera acentuar el papel de la empatía y el amor porque ha sido sugerido en grupos de encuentro que el proceso psicológico, por sí solo, puede afectar la intimidad. Es como si el simple hecho de meditar, de entrar en estados profundos de conocimiento y de expandir la consciencia de uno, mejoraría la intimidad
sin la dimensión religiosa de la fe y el amor. Yo no creo que sea así, yo no creo que ningún proceso psicológico, divorciado de la fe y del amor y compromiso pueda producir intimidad y “vivir-en”. Esto se me grabó mientras leía sobre unos experimentos hechos en el campo de la meditación secular y la meditación no religiosa. Estos experimentos resultaron no en un “vivir-en” sino en unión. Déjenme describirlos brevemente:

En un experimento, a los sujetos se les pidió meditar mirando por largos períodos a un objeto, como ser un jarrón azul. En la medida que miraban y su meditación se profundizaba, algunos experimentaron la sensación de unión con el jarrón y de convertirse en uno con él. O sintieron que el jarrón estaba dentro de ellos. Aquí sigue un informe de un investigador:

“La unión fue informada por el sujeto A, quien desde un principio habló de alteraciones notorias en su percepción del jarrón y de su relación con él: “Uno de los puntos que recuerdo más nítidamente es cuando yo realmente empecé a sentir, casi como si el azul y yo nos uníamos quizás, o que el jarrón y yo nos uníamos. Me asustó al punto que me encontré regresando de alguna manera de él… Fue como si todo se estaba uniendo y yo de alguna manera estaba casi perdiendo mi sentido de consciencia.” Esta experiencia de unión fue característica de todas las sesiones de meditación de ese sujeto, pero de pronto se familiarizó con ella y dejó de describirlo como algo excepcional . Después de la sexta sesión, informó, “En un momento sentía como si el jarrón estuviera en mi cabeza en lugar de allí afuera; yo sabía que estaba allí afuera, pero parecía como si casi fuera parte mía. Pienso que casi sentía en ese momento como si la imagen estuviera realmente en mí, y no allí afuera”

Adicionalmente, al unirse con el jarrón, los sujetos informaron que ellos se apegaban personalmente a él: se sintieron desilusionados cuando fue retirado o cuando no estaba al entrar a la habitación. En otras palabras, la meditación prolongada había desarrollado en ellos un cierto amor por el jarrón y un estado de unión con
él. Unirse con un jarrón o con una flor es una cosa; unirse con una persona es otra cosa . Aquí también los experimentos de laboratorio nos hacen pensar. Después de una serie de sesiones en hipnosis, donde dos sujetos, Bill y Anne, se hipnotizaron mutuamente, el Dr. Tart de la Universidad de California en Davis hizo
la siguiente observación:

“La alteración que más impresionó (y luego asustó) a los sujetos, sin embargo, fue el sentimiento de unión
a ratos del uno con el otro, especialmente en las sesiones finales de hipnotismo mutuo. Esto pareció como una fusión parcial de identidades , una pérdida parcial de la distinción entre Yo y Tú . En un principio se sintieron bien, pero luego los sujetos lo percibieron como una amenaza a su independencia personal”
.
El mismo Dr. Tart no está convencido que esta unión sea siempre de ayuda, y continúa:

“Un posible peligro que se debe mencionar es que la intimidad “forzada”, producida por esta técnica puede ser perturbadora. Nuestra cultura no prepara a gente para la intimidad intensa y repentina. Yo conozco un caso de dos parejas de casados que tomaron LSD 25 juntos: cada uno experimentó una unión de identidades intensa con los otros tres. Debido a la repentina e inesperada intensidad de sus sentimientos, las parejas tuvieron mucha dificultad en sus relaciones emocionales durante varios meses después. Todas las dificultades estaban centradas alrededor del sentimiento de que habían visto demasiado del verdadero ser del otro, más de lo que su relación anterior los había preparado para ver.”

En las sesiones e hipnosis mutuas - que el Dr. Tart nos cuenta - Anne estaba dispuesta a continuar ; pero uno simpatiza con Bill que se oponía fuertemente a futuras exploraciones y luego perdió el interés en todo
el experimento.


Finalmente déjenme citar otra técnica de camino hacia la intimidad, efectuada por el Dr. Tart :

“Póngase cara a cara con otra persona. Mírela y esté atento hasta que su propia mente se distraiga. Esté atento cuando trate a su cara como un objeto, como un diseño, o juegue juegos de percepción con ella. Podrán aparecer distorsiones que le indicarán qué es lo que proyecta Ud. en la relación: ángeles, diablos, animales, y todo tipo de posibilidades humanas podrán aparecer en su cara. Eventualmente Ud. podrá pasar por estas fantasías visuales hacia la presencia genuina de otro ser humano.”

He citado los anteriores experimentos porque creo que ilustran en cierta manera la realidad que llamamos intimidad; y en ellos la debilidad del enfoque científico es evidente.

En la intimidad más profunda - me parece - no hay unión, pero sí “vivir-en”, a tal punto que dos personas pueden vivir el uno en el otro y ser parte del otro aun cuando estén separados por miles de kilómetros. Lo que hace la diferencia entre “vivir-en”- y la unión es - yo creo - el amor personal, el compromiso y la confianza. Dos personas pueden entrar en estados muy alterados de consciencia a través de drogas o hipnosis, o aún por la práctica del desapego, y pueden flotar dentro de la psiquis del otro con una tremenda pérdida de identidad. Pero donde no hay amor y confianza , ¿qué valor humano puede tener esto? Y donde
el amor y la confianza faltan, cuán atroz puede resultar esta “forzada” intimidad. Más aún, el amor y la confianza deben crecer, y usualmente esto requiere de tiempo . Yo no creo que podamos simplemente entrar en el centro del ser de otra persona alterando nuestra consciencia con drogas o hipnosis ni otras técnicas. Ni tampoco lo podemos hacer mirando por horas la cara de otro, a no ser que nuestro amor y confianza corresponda a la duración de nuestra mirada. Debe ser atroz el ser mirado durante horas por alguien que no nos ama; y debe ser atroz mirar horas a alguien a quien no amamos. Todo esto es tan diferente de la relación extática de amor en la cual el amado es “las montañas, los boscosos valles solitarios, las islas extrañas… la música silenciosa.” Sin la dimensión mística del amor y la confianza, la meditación corre el riesgo de ser inhumana, de ser una manipulación mecánica.

Obviamente, esto no pretende ser una crítica a la investigación científica del área de la meditación. Todo lo que quiero decir es que la ciencia necesita el complemento de la religión si es que va a ser verdaderamente humana en este campo.

Para entender “vivir-en”, como contrario a la unión, facilita, una vez más, recordar el principio de Teilhard que la unión en lo personal hace la diferencia. Cuando la gente se encuentra al nivel de amor personal logrado a través del desapego radical, ellos no se unen; ni tampoco son absorbidos por el otro, ni tampoco pierden su identidad . Al contrario, es precisamente en su unión con el otro que encuentran su propio ser. Hay simultáneamente una total unidad y una total independencia.

La paradoja llega aquí a su clímax. Pero creo que oculto en ella tenemos la noción de la persona, - tan central en cualquier doctrina de intimidad - de la inviolabilidad y singularidad de la persona humana, unidos en la noción de la total unión. Nunca puede, el hombre o la mujer que han sido llamados por su nombre, perderse en la masa amorfa de la nada unificada. Al contrario, cuanto más grande la unión, más independiente y libre se convierte la persona. El impulso hacia la unión que caracteriza todo amor resulta
no en unificación, no en absorción, sino en una presencia iluminada de persona a persona.

Esta intimidad, sin embargo, se compra a un precio alto. El desapego es un proceso muy doloroso en el cual las cavernas profundas de la psiquis son purificadas de celos, odio, posesividad, ira y egoísmo. Sin esta purificación, marido y mujer, padre e hijo, amigo y amigo nunca pueden ser íntimos. Pero - y esto es la doctrina preciosa de los místicos Cristianos - es el amor quien purifica y desapega. El proceso es como el del hombre que vendió todo con felicidad por el amor del tesoro escondido en el campo (Mateo 13:44). En nuestro caso el tesoro es el centro de la otra persona, el misterio de su personalidad. Es esto lo que nosotros amamos; y nuestra búsqueda de este tesoro demanda la renunciación de dioses más pequeños.

Dándonos cuenta que el amor desapega, podemos ver cómo la búsqueda de la intimidad se puede llenar
con felicidad y puede llenarse de dolor. Con felicidad porque el amor es un negocio feliz, y ¿quién es más extático que el amante? Con dolor porque - en las palabras de D. H. Lawrence - “EI amor es el gran suplicante”. Siempre nos está pidiendo dejar lo pequeño por lo grande, siempre nos pide dejar la cáscara para llegar al centro; siempre nos está pidiendo seguir adelante en una exploración perpetua. Y en un último análisis la intimidad es menos una cosa que un evento o un suceso . Es por eso que no resiste análisis y escapa a una definición. No puede ser limitado. “Las montañas, los boscosos valles solitarios, las islas extrañas… la música silenciosa.”


William Johnston, S. J.



Traducido y extractado por Carlos Cruz de
William Johnston.- Silent Music
Harper & Row, Publishers
San Francisco

jueves, 22 de julio de 2010

Economizando Nuestra Energía

El cuerpo humano es una máquina capaz de realizar trabajo, y la energía para realizarlo se deriva de los alimentos, el aire y las impresiones. Comemos comida, respiramos aire y recibimos impresiones a través de los órganos de los sentidos. El intercambio entre estas tres formas de nutrición crea la variedad de energías que manifestamos.

Estas energías son de tres tipos: física, emocional y mental, y para cada uno de estos gastos de energía es necesario crear los recursos en nosotros. Por supuesto que no podemos gastar más que nuestros ingresos, No sólo no podemos hacer físicamente más de lo que nuestra alimentación lo permite, sino que tampoco podemos sentir o pensar más de lo que nos permitan los correspondientes ingresos. Estaremos «cansados» de pensar y no pensaremos más; estaremos «cansados» de las sensaciones y no sentiremos más, tal como nos cansamos dell ejercicio físico. La fatiga en cualquiera de estos aspectos significa la misma cosa, esto es, que hemos agotado temporalmente nuestra energía almacenada. Luego de dormir, o comer, o cambiar de aire o situación, podemos nuevamente actuar, sentir o pensar; pero por el momento estamos vacíos.

Hay, sin embargo, dos tipos de fatiga: imaginaria y real. Es bastante común que la gente piense que está cansada cuando en realidad no lo está. Dada una nueva motivación, la persona se sorprende de la energía que encuentra disponible. Este fenómeno en términos físicos, se suele llamar «el segundo aliento», y es como si fuera una segunda reserva de energía a la que se puede echar mano sólo cuando la primera está exhausta. El mismo fenómeno puede ocurrir respecto del sentir y el pensar, aunque generalmente desistimos después de agotado el «primer aliento». Pero podemos, por así decir, proponernos pasar de la primera fatiga al segundo aliento o reserva.

La fatiga real, muy distinta de una mera primera fatiga, sucede cuando la segunda o, quizás, la tercera reserva ha sido agotada. Entonces es necesario el descanso y la recuperación, o la máquina se derrumbará. Nuestra máquina está construída de modo tal que prácticamente todos los días creamos dentro de nosotros uno a uno los tres tipos de energía. No invertimos más que una pequeña parte de nuestros ingresos en las tareas que realizamos. Sin embargo, nos acostamos cansados, extenuados. ¿Por qué ocurre eso?

La máquina humana puede ser comparada con una fábrica de tres pisos, cada uno de los cuales está dedicado a una forma de trabajo particular. En la planta baja está nuestra vida física, en el segundo piso la emocional, y en el tercer piso nuestra vida intelectual. Cuando estamos trabajando en uno de los tres pisos, no es necesario que los otros estén también en actividad. No encendemos las luces de toda nuestra casa cuando estamos en una sola habitación, sería un desperdicio de electricidad. De igual forma no debemos estar usando energía de los tres compartimentos de nuestro organismo cuando en realidad sólo estamos usando uno de ellos. Por ejemplo, si estamos pensando, no es necesario que el cuerpo esté también gastando energía; o si estamos trabajando físicamente, no es necesario que la mente vagabundee y gaste energía haciendo nada. Debemos aprender a interrumpir la energía en cada piso a voluntad para que que la máquina no funcione cuando no estamos en esa habitación para guiarla.

Toda acción «inconsciente» desperdicia energía; sólo la acción consciente la ahorra. Así, el primer principio de economía es el actuar en forma consciente y voluntaria, sin permitir que cualquier actividad escape a nuestra atención y derroche la energía por su cuenta. Las tres principales fuentes de pérdida corresponden a los tres compartimentos de nuestro organismo y pueden ser definidas como: esfuerzo muscular inconsciente, vagancia mental y preocupación o lamentación.

Examine el estado de sus músculos en este instante. Note que lo más probable es que esté sentado con un esfuerzo completamente innecesario. Sus piernas están trabadas, los músculos de su cuello están tensos, su mandíbula está apretada, sus brazos están en actitud de levantar un peso. Esto significa que usted tiene las luces encendidas en las habitaciones de la planta baja, aunque de hecho no las necesita puesto que está leyendo en el tercer piso. El medidor está corriendo inútilmente en desmedro de su bolsillo. El remedio es relajar el cuerpo cuando no esté en uso. Siempre que no lo esté usando, déjelo suelto. A causa de haber vivido constantemente en tensión, el cuerpo no se relaja por su cuenta, pero puede ser entrenado para ello. El consecuente ahorro de energía es enorme.

El pensamiento sin propósito es dejar la luz encendida en el tercer piso cuando ella no es necesaria. Pero todo el mundo lo hace. Observe a sus compañeros de viaje en un bus o en el metro. Ellos no están abocados a la solución de un problema definido. Su mente sólo se está paseando por los incidentes del día, los de ayer o los del año pasado. No están tratando de llegar a ninguna conclusión. De hecho, no están pensando; pero su mecanismo mental está siendo ocupado por asociaciones de ideas; y como está procesando sucesos, recuerdos, imágenes, consume energía. Cuando más tarde quieramos realmente pensar, usando nuestro cerebro con un propósito definido, encontraremos que nuestra cuota diaria de energía mental se ha agotado. El remedio es nunca pensar sin objetivo. Cuando sorprenda a su mente girando por su cuenta, ya sea soñando de día, sumergida en imaginaciones, perdida en recuerdos, hágala pensar en forma precisa. Diga las tablas de multiplicar al revés, recite algunos versos. Redacte una carta o un discurso. Elabore claramente su plan de acción para el día de mañana. Enumere con exactitud los sucesos del día. Haga cualquier cosa que usted intente hacer, pero no permita que lo haga su mente por su cuenta. Este esfuerzo puede parecer agotador, pero en realidad es refrescante. Emplea sangre que es llevada al cerebro. El pensar en forma inconsciente es, por el contrario, una mera hemorragia que lleva al agotamiento.

La preocupación, o los sentimientos involuntarios, son la tercera causa de nuestra fatiga, aún más común que la producida por el desperdicio mental y el corporal. Como Shelley dijo: «Miramos el pasado y el presente y suspiramos por lo que ya no está». Acerca de los acontecimientos de ayer y de mañana es absurdo que sintamos y nos lamentemos por ellos, ya que no están presentes y sólo existen en la memoria o en la imaginación. Este hábito nos roba la energía con la que debiéramos sentir lo que sucede hoy. Llamamos «sentimentales» a aquellos que acostumbran habitar en los eventos del pasado o del futuro. Las luces de su segundo piso están siempre encendidas. Al mismo tiempo es notorio que los sentimentales no sienten con intensidad las situaciones del presente inmediato. Ellos viven intensamente el ayer o el mañana, nunca el hoy. El remedio consiste en concentrar la atención en la persona o situación inmediatamente presente. Aquí, justo enfrente de nosotros, y no en la memoria o la imaginación, es donde está aquello acerca de lo cual tendríamos que sentir, simpatizar, ayudar. Deje que el mañana y el ayer se cuiden a sí mismos.

Los que practiquen estos tres métodos se encontrarán muy pronto con más energía porque ahora ellos saben que hacer con ella. Les será difícil cansarse.

A.R. Orage

Traducido y extractado por Farid Azael de
A. R. Orage.- "Psychological Exercises & Essays"
Samuel Weiser Inc.

lunes, 19 de julio de 2010

Trabajo 5 Matando al León de Nemea (Leo, 22 julio - 21 Agosto)



El Mito
El Gran Presidente se sentó dentro de la Cámara del Concilio del Señor y allí discutió el plan de Dios para todos los hijos de los hombres, que son los hijos de Dios. El Maestro permanecía a su derecha y escuchaba sus palabras. Y Hércules descansaba de sus trabajos.
Y el Gran Presidente, dentro de la Cámara del Concilio del Señor, observaba el reposo del cansado guerrero y vigilaba sus pensamientos. Él le dijo entonces al Maestro que se mantenía a su lado dentro de la Cámara del Concilio del Señor: "El tiempo para un terrible trabajo se acerca ahora. Este hombre, que es un hijo de hombre y no obstante un hijo de Dios, debe ser preparado. Que mire las armas que posee y que pula brillante su escudo, y que sumerja sus flechas en una mezcla letal, pues horrible y espantoso es el trabajo que tiene por delante. Que se prepare".
Pero Hércules, descansando de sus trabajos, no tenía noticia de la prueba que estaba por delante. Sentía fuerte su coraje. Descansaba de sus trabajos, y una y otra vez más allá del cuarto Portal perseguía la gama sagrada claramente hasta el templo del Señor. Llegó el tiempo en que la tímida cierva conoció bien al cazador que la perseguía, y gentilmente acudió a una orden suya. Así una y otra vez, él colocaba a la gama sobre su corazón y buscaba el templo del Señor. Así descansaba.
Delante del quinto gran Portal se erguía Hércules, armado hasta los dientes con todos los obsequios de guerra y de guerreros, y mientras él se erguía los vigilantes dioses observaban su firme paso, su ojo ansioso, su mano pronta. Pero en lo profundo de su corazón se
preguntaba:
"¿Qué hago yo aquí?”, "¿Cuál es la prueba y por qué busco pasar este Portal?”, y hablando así escuchaba, esperando oír una voz. “¡Qué hago aquí, Oh, Maestro de mi vida, armado, como tú vez, con todos los pertrechos de guerra? ¿Qué hago yo aquí?" "Una llamada ha sonado, Hércules, una llamada de profundo dolor, tus oídos exteriores no han respondido a esa llamada, y no obstante el oído interior conoce bien la necesidad, pues él ha oído una voz, sí, muchas voces, diciéndote la necesidad, el apremio de que tú te arriesgues. La gente de Nemea busca tu ayuda. Ellos están en profunda angustia. La noticia de tus proezas se ha hecho pública. Piden que tú mates al León que devasta su región, tomando sus víctimas entre los hombres".
"¿Es ése el salvaje ruido que oigo?”, preguntó Hércules. "¿Es el rugido de un león lo que oigo, en el aire vespertino?”. El Maestro dijo: "Ve, busca al león que asola la región situada en la parte más distante del quinto Portal. La gente de esta asolada comarca vive silenciosamente detrás de sus puertas con cerrojo, no se aventura a salir a sus tareas, ni cultivan su tierra, ni siembran. De norte a sur, de este a oeste el león merodea, y acechando captura a todo aquél que cruza su camino. Su espantoso rugido se oye a lo largo de la noche y todos están temblando detrás de sus puertas atrancadas. ¿Qué harás, Oh Hércules? ¿Qué harás?”.
Y Hércules, prestando oídos, respondió a la necesidad. En el lado más cercano del gran Portal que custodia firme la región de Nemea, dejó caer las armas de guerra, reteniendo el garrote, cortado por sus manos de un árbol joven y primaveral. "¿Qué haces ahora, oh hijo del hombre, que eres asimismo un hijo de Dios? ¿Dónde están tus armas y dónde tu fuerte protección?” "Este admirable conjunto de armas sólo me oprime, demora mi velocidad y obstruye mi marcha en el camino. No necesitaré nada sino mi fornida maza, y con esta clava y mi intrépido corazón, iré por mi camino a buscar al león. Envía a decir a la gente de Nemea que voy por el Camino, y diles que desechen su temor".
* * *
De un lugar a otro pasó Hércules, buscando al león. Encontró a las gentes de Nemea, escondidas detrás de sus puertas con cerrojo, excepto unos pocos afuera que se aventuraban a causa de la necesidad o la desesperación. Ellos andaban por el camino a la luz del día, aunque llenos de temor.
Dieron la bienvenida a Hércules con alegría al principio, después con preguntas, cuando vieron su manera de viajar; sin armas, con escasos conocimientos de las costumbres del león, y nada, excepto un quebradizo garrote de madera. "¿Dónde están tus armas, Oh, Hércules? ¿No tienes miedo? ¿Por qué buscas al león sin protección? Ve a procurar tus armas y tu escudo. El león es feroz y fuerte, y a gran multitud ha devorado. ¿Por qué correr este riesgo? Ve a buscar tus armas y panoplia de poder". Pero silenciosamente, sin responder, el hijo del hombre, que era el hijo de Dios, siguió por el Camino, buscando las huellas del león y siguiendo su voz. "¿Dónde está el león?”, preguntaba Hércules. "El león está aquí”, llegaba la respuesta. "No, allí", se imponía una voz de miedo. "No es verdad" replicaba una tercera, "Yo escuché su rugido cerca de la desierta montaña esta semana". "Y yo, también, cerca de este valle donde estamos". Y todavía otra decía: "Yo vi sus huellas sobre el sendero por el que caminé, de modo que, Hércules, escucha mi voz y síguele la pista hasta su guarida".
* * *
Así prosiguió Hércules su camino, ansioso pero sin miedo; solo, no obstante acompañado, pues en la huella él seguía a otros y era seguido, con esperanza y tembloroso espanto. Durante días y muchas noches exploró el Camino y prestó oídos al rugido del león mientras la gente de Nemea se agazapaba tras las puertas cerradas.
De repente vio al león. Estaba parado a la orilla de un espeso matorral. Viendo a un enemigo que se acercaba y que parecía completamente sin temor, el león rugió, y con su rugido los arbustos se sacudieron, las gentes de Nemea huyeron y Hércules permaneció inmóvil.
Hércules empuñó su arco y su estuche de flechas y con mano segura y ojo experto apuntó una flecha al lomo del león. La flecha se dirigió directo al blanco. La flecha cayó sobre la tierra y falló, no atravesó el lomo del león. De nuevo, y aún otra vez disparó sus flechas sobre el león hasta que no quedó ni una flecha en su carcaj. Entonces el león vino hacia él ileso y enfurecido de rabia, completamente sin temor. Arrojando su arco sobre la tierra, el hijo del hombre, que es un hijo de Dios, se abalanzó con un alarido salvaje hacia el león que estaba en la Senda, bloqueando su camino, asombrado de la proeza con la cual hasta entonces no se había enfrentado. Pues Hércules avanzaba. Repentinamente el león se volvió y se precipitó dentro de un matorral, en las laderas rocosas del camino de la abrupta montaña.
Y así continuaron los dos. Y repentinamente mientras iba por el Camino, el león desapareció y no se lo vio ni oyó más.
Hércules se detuvo en el Camino y permaneció silencioso. Buscaba por todos lados, empuñando su firme garrote, el arma que él mismo había hecho, el obsequio que se había dado en días ya pasados, su confiable clava. Por todos lados buscaba; pasaba por todos los caminos, yendo de un punto a otro sobre la angosta senda que corría por el costado de la montaña. De repente se acercó a una cueva y desde la cueva llegó un fuerte rugido, una voz salvaje, sorda y retumbante que parecía decirle que se detuviera o perdería su vida. Y Hércules permaneció quieto, gritando a las gentes de la región: "El león está aquí, observen la hazaña que haré". Y Hércules, que es un hijo de hombre y sin embargo un hijo de Dios, entró a esa cueva y atravesó toda su extensión oscura hacia la luz del día y no encontró al león, sólo otra abertura que conducía a la luz del día. Y mientras estaba en suspenso, oyó al león detrás suyo, no delante.
"¿Qué haré?”, se preguntó Hércules, "esta cueva tiene dos aberturas y mientras yo entro por una el león sale y entra por la que he dejado atrás. ¿Qué haré? Las armas no me sirven. ¿Cómo matar este león y salvar a la gente de sus dientes, ¿Qué haré?”.
Y mientras buscaba el medio de hacer algo y escuchaba el rugido del león, vio haces de leña y palos tirados en gran profusión al alcance de su mano. Tirando de ellos hacia sí, arrastrándolos con todas sus fuerzas, colocó el montón de palos y haces de pequeñas ramas dentro de la abertura que estaba cerca y las amontonó allí, bloqueando el camino a la luz del día, para entrar y salir, y encerrándose él y encerrando al feroz león dentro de la cueva.
Entonces se volvió y enfrentó al león.
Con sus manos lo apresó, estrechándolo apretadamente y ahogándolo. Cerca de su rostro tenía el resuello y resoplido del león. Pero sin embargo sostuvo su garganta y lo estranguló.
Más y más débiles se volvían los rugidos de odio y temor; más y más débil se volvía el enemigo del hombre; cada vez más se abatía el león, pero Hércules lo sostenía. Y así lo mató con sus dos manos, sin sus armas y con su propia admirable fuerza.
Mató al león y lo despojó de su piel, mostrándola a las gentes que no podían entrar en la cueva. "El león está muerto” gritaban, "el león está muerto. Ahora podemos vivir y labrar nuestras tierras y sembrar las semillas que necesitamos y vivir en paz. El león está muerto y grande es nuestro liberador, el hijo del hombre, que es un hijo de Dios, llamado Hércules".
* * *
Así Hércules retornó triunfante a Aquel que lo envió para probar su fuerza, para servir y satisfacer la necesidad de aquellos que se encontraban en horrible angustia. Colocó la piel del león bajo los pies del que era el Maestro de su vida, y obtuvo permiso para usar la piel en lugar de la ya gastada y usada.
"La hazaña está hecha. La gente ahora está libre. No hay temor. El león ha muerto. Con mis propias manos yo estrangulé al león y lo maté".
"De nuevo, Oh Hércules, mataste un león. Otra vez lo estrangulaste. El león y las serpientes deben ser matados repetidas veces. Bien hecho, hijo mío, ve y descansa en paz con aquéllos que has liberado del temor.
El quinto trabajo ha terminado y voy a decírselo al Gran Presidente, que está sentado esperando en la Cámara del Concilio del Señor. Descansa en paz". Y de la Cámara del Concilio llegó la voz: Yo Se.

El Tibetano
El Número Cinco

En el quinto signo, Leo, Hércules realiza el trabajo mejor conocido históricamente, pues el matar al león de Nemea ha sido siempre asociado con Hércules, aunque es interesante señalar que este famoso trabajo no tiene relación con la piel de león que Hércules siempre usaba.
Esa era la piel del león que él mató antes de que emprendiera sus trabajos y que fue su primer acto de servicio. A través de ese acto demostró que estaba listo para la prueba y la disciplina.
Este es uno de los más interesantes trabajos numéricamente, y para comprenderlo en forma cabal y entender su verdadero significado, debemos tener en cuenta el número cinco que lo distingue. Desde el punto de vista del esoterista, el cinco es el número del hombre, porque el hombre es un divino hijo de Dios, además del cuaternario en que consiste la cuádruple naturaleza inferior, el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo vital y la envoltura física. En el lenguaje de los psicólogos, el hombre es un yo, una continuación de los estados mental y emocional, la vitalidad, y el instrumento de respuesta del cuerpo físico.
Hemos visto a estas cuatro cosas presentadas en relación al alma involucrada, en los cuatro signos precedentes.
En Aries, el alma tomaba para sí ese tipo de materia que la capacitaría para estar en relación con el mundo de las ideas. Ella se revestía de una envoltura mental. Agregaba a la individualidad aquellas combinaciones de sustancia mental a través de las cuales podía expresarse mejor. Y el hombre llegó a ser un alma pensante. En Tauro, hizo contacto con el mundo del deseo y continuó un similar proceder. Se desarrollaron los medios de entrar en contacto conscientemente con el mundo del sentimiento y las emociones, y el hombre llegóa ser un alma consciente. En Géminis, un nuevo y vital cuerpo de energía se construyó por la conducción de las energías del alma y la materia, y el hombre llegó a ser un alma viviente, pues los dos polos estaban en armonía y apareció el cuerpo vital o etérico. En Cáncer, que es el signo del nacimiento físico y de la identificación de la unidad con la masa, se completó el trabajo de la encarnación y se manifestó la cuádruple naturaleza. El hombre llegó a ser un actor viviendo en el plano físico. Pero es en Leo que el hombre llega a ser lo que se llama ocultamente la estrella de cinco puntas, pues esa estrella permanece como el símbolo de la individualización, de la humanidad, del ser humano que se conoce a sí mismo como siendo un individuo y se conoce a sí mismo como el Yo. Es en este signo que empezamos a usar las palabras "Yo", y “mi”, y “mío”.
La Sempiterna Sabiduría del Oriente nos dice que el número cinco es el más oculto y el más profundamente significativo de los números. Sostiene que el grupo de seres celestiales y espirituales, que encarnaron en la tierra, se manifestaron a través del cuaternario, y así entraron en la existencia de la familia humana, que fueron el quinto grupo de vidas divinas y que ellos combinaron dentro de sí mismos, por consiguiente, los atributos duales del universo, lo espiritual y lo físico. Unificaron en ellos mismos los dos polos. Eran exotéricos y esotéricos; eran objetivos y subjetivos. Así tenemos el número diez, que es considerado como el número de la perfección y la consumación humanas, el número de un ser humano perfectamente desarrollado y manifestado, y del equilibrio logrado entre el espíritu y la materia. Pero es el número en donde el espíritu no domina a la materia; es el número del aspirante cuyo objetivo es subordinar la materia a los usos del espíritu y, por consiguiente, trastorna el equilibrio del número diez.
Las antiguas escrituras del Oriente emplean algunas frases interesantes para expresar la naturaleza de estos seres celestiales que son los hombres de nuestro tiempo, que somos nosotros mismos, que son los hijos de Dios encarnados. Ellos son llamados Señores del Conocimiento y de la Sabiduría. Señores de la Voluntad y el Sacrificio, Señores de la Devoción Infinita, y estos términos, caracterizando la entidad espiritual que habita en toda forma humana, son dignos de la más atenta consideración de aquéllos que buscan marchar por el círculo del zodíaco como individuos conscientes con una meta espiritual. Por nuestra propia voluntad y con pleno conocimiento estamos aquí. Para elevar la materia al cielo, hemos venido a esta existencia manifestada. En esencia y en realidad, el hombre no es lo que parece ser. Es esencialmente lo que demostrará en Acuario, el signo opuesto a Leo. El individuo en Leo se transforma en el iniciado en Capricornio, y se pone de manifiesto como el hombre completo en Acuario, y esto sólo ha sido posible a causa de la devoción ilimitada a un objetivo oscuramente sospechado, que lo ha llevado una y otra vez alrededor del zodíaco hasta que se ha logrado una completa autoconciencia.
La propiedad y la relación del quinto Mandamiento con el quinto trabajo y el quinto signo se vuelven así manifestadas. "Honra a tu padre y a tu madre, que tus días puedan ser largos en la tierra que el Señor tu Dios te ha dado", pues en Leo, Padre-espíritu y Madre-materia se encuentran en el individuo y su unión produce esa entidad consciente que llamamos el alma o el Yo. Justamente, sin embargo, como éste es el signo en el cual el hombre se reconoce a sí mismo como el individuo y empieza el ciclo de experiencias en la cuales él adquiere conocimiento, así es el signo en el cual el hombre autoconsciente empieza su entrenamiento para la iniciación. Es en este signo que tenemos la última de las pruebas en el sendero probatorio. Cuando el trabajo de este signo termina, ha empezado el adiestramiento definido para la iniciación en Capricornio. Algunas medidas de control del pensamiento se han ganado en Aries, y algún poder de transmutar el deseo se ha logrado en Tauro. Las manzanas de la sabiduría han sido recogidas en Géminis y la distinción entre sabiduría y conocimiento ha sido aprendida en parte, mientras que la necesidad de transmutar el instinto y el intelecto en intuición y de llevar a ambos al Templo del Señor, ha sido entendida en Cáncer.

La Historia del Mito

Después de un trabajo relativamente simple en Cáncer, el cual estuvo completamente libre de riesgo y peligro, Euristeo impone a Hércules la tremenda tarea de matar al león de Nemea, que estaba devastando la comarca. Por un largo período el león había sido unafuerza destructiva y la gente era incapaz de hacer algo al respecto. Hércules encontró que la única manera en la cual podía lograr su objetivo, era perseguir al león en círculos cada vez más estrechos hasta que lo hubiera acorralado en la cueva. Procedió a hacer esto y eventualmente le siguió la pista hasta su guarida.
Habiendo tenido éxito en esta etapa preliminar, hizo entonces el desagradable descubrimiento de que la cueva tenía dos aberturas y que, tan pronto como lo perseguía por una, emergía por la otra. No había más remedio, por lo tanto, que detener la persecución y bloquear una de lalaberturas de la cueva, y así lo hizo Hércules. Entonces persiguió al león dentro de la cueva a través de la abertura que no estaba bloqueada y, dejando todas las armas, aún el garrote que él mismo había hecho, con sus dos manos estranguló al león hasta la muerte. Ese fue un encuentro que tuvo lugar sin que nadie lo viera; Hércules y el león en la oscuridad y lobreguez de la cueva, tomando parte, ambos, en una lucha que tenía que ser a muerte.

El Campo del Trabajo

El signo de Leo es uno de los cuatro brazos de la cruz fija en los cielos, la cruz en la cual el Cristo Cósmico y el Cristo individual son siempre crucificados. Tal vez la palabra "crucificado" tendría un verdadero significado si la sustituyéramos por la palabra "sacrificado", pues en el desarrollo de la conciencia de Cristo en la forma, etapa por etapa, varios aspectos de la naturaleza divina se ven como siendo sacrificados.
En Tauro, el símbolo de la fuerza creativa expresándose a través del deseo, vemos el aspecto inferior de la divina fuerza creativa, el deseo sexual, transmutado en, o sacrificado a, su aspecto superior. Tenía que ser elevado al cielo.
En Leo, vemos a la mente cósmica actuando en el individuo como la razonadora mente inferior, y su aspecto inferior tiene asimismo que ser sacrificado y la pequeña mente del hombre debe ser subordinada a la mente universal. En Escorpio, que es el tercer brazo de la cruz fija, encontramos el amor cósmico o atracción cósmica. Allí se lo muestra en su aspecto inferior, y a esto lo llamamos la gran Ilusión; y en Escorpio vemos al aspirante en la cruz, sacrificando la ilusión a la realidad. En Acuario, tenemos la luz de la conciencia universal iluminando al ser humano y realizando el sacrificio de la vida individual, fundiéndola en el todo universal. Esta es la verdadera crucifixión: el sacrificio del reflejo a la realidad, del aspecto inferior al superior, y de la unidad individual a la gran suma total.
Fueron estas las características que el Cristo tan maravillosamente demostró. El se mostró como el Creador. Se mostró como funcionando bajo la influencia de la mente iluminada; personificaba en sí mismo el amor de Dios, y se anunció como la Luz del Mando. El problema ante Hércules, por lo tanto, era el problema del signo; la crucifixión inferior y la conquista de la autoafirmación individual.
Originalmente el zodíaco consistió sólo de diez constelaciones y, en alguna época prácticamente desconocida, las dos constelaciones, Leo y Virgo, eran un símbolo. Tal vez el misterio de la esfinge está conectado con esto, pues en la esfinge tenemos al león con cabeza de mujer. Leo con Virgo, el símbolo del león o alma real y su relación con la materia o aspecto Madre. Puede, por consiguiente, significar las dos polaridades, masculina y femenina, positiva y negativa.
En esta constelación está la estrella sumamente brillante que es una de las cuatro estrellas reales de los cielos. Es llamada Regulus, el Gobernante, el Legislador, conteniendo en su significado el pensamiento de que el hombre puede ahora ser una ley en sí mismo, pues él tiene dentro de sí, eso que es el rey o el gobernante. Oculto en la constelación hay también un brillante grupo de estrellas, llamado "la hoz". Para los antiguos iniciados, quienes veían a las constelaciones exteriores como personificaciones de fuerzas y como símbolos de un drama desplegado, tan vasto que ni aún ellos podían comprenderlo, la constelación trasmitía tres pensamientos mayores: primero, que el hombre era el gobernante, el rey, Dios encarnado, un hijo individual de Dios; el segundo, el hombre era gobernado por la ley, la ley de la naturaleza, la ley que él hace para sí mismo, y la ley espiritual a la cual se subordinará eventualmente; tercero, que el trabajo de un individuo es aplicar la hoz y suprimir o derribar aquello que obstaculiza la aplicación de la ley espiritual, y por lo tanto obstruye el florecimiento del alma.
La constelación de Leo tiene noventa y cinco estrellas, dos de las cuales de primera magnitud. Su nombre egipcio, se nos dice, significaba "un fluir” dando el Nilo su más completa irrigación en esta estación.
Esto tiene también un interesante significado esotérico pues, según las enseñanzas de la Sabiduría Eterna, la familia humana empezó su existencia a través de lo que es técnicamente llamado “la tercera efusión” que era la denominación que se daba a la entrada de una gran marea de almas dentro de los cuerpos animales y, por consiguiente, la formación de la familia humana compuesta de unidades individuales. Otro término técnico para esta tercera efusión es "individualización", transformándose en un individuo con autoconocimiento, vinculándolo así con los grandes sucesos en el signo, Leo.
Las noventa y cinco estrellas en esta constelación tienen también significado numérico pues tenemos allí 9 x 10 + 5. Nueve es el número de la iniciación, diez es el número de la perfección humana, cinco es el número del hombre, y así en esta agrupación de estrellas tenemos la historia del hombre, de la personalidad, del iniciado y de su última realización espiritual.

Las Tres Constelaciones Simbólicas

Hay una constelación inmensa llamada Hidra, la serpiente, asociada con el signo Leo.
Nosotros encontramos también a Cráter, la copa, y Corvus, el cuervo. Las tres sintetizan en su significado el problema del hombre que está buscando la iniciación. Ellas le describen distinta y claramente el trabajo que tiene que hacer. A medida que Leo, el rey, el alma, empieza su trabajo, él comprende que tiene que beber la copa del sufrimiento y de la experiencia, que tiene que vencer la serpiente de la ilusión y el pájaro de presa para eliminar a Hidra, la serpiente; que en las antiguas pinturas está representada como una serpiente hembra. Abarca más de cien grados y está situada debajo de las tres constelaciones, Cáncer, Leo y Virgo.
En Escorpio, esta serpiente de la materia o de la ilusión, con la cual el alma se ha identificado por tanto tiempo, es finalmente vencida. Tiene sesenta estrellas, y de nuevo hacemos contacto con un número significativo, pues seis es el número de la mente o del trabajo creativo de la Mente universal, y de los seis días de la creación. En el sexto signo, Virgo, tenemos completada la forma. Se nos dice en el Libro de las Revelaciones que la marca de la Bestia es 666, e Hidra, la serpiente, se extiende debajo de las tres constelaciones y su número 6 es, por lo tanto, tres veces potente. Diez es el número de la consumación. El seis expresa, por consiguiente, las limitaciones de la naturaleza corporal trabajando a través de la forma y la utilización de la personalidad; simboliza a Dios en la naturaleza, ya sea cósmica o individualmente. Hidra, la serpiente, representa el aspecto materia, porque vela y oculta el alma.
El Cráter, o la copa, tiene trece estrellas de mediana magnitud y cerca de noventa estrellas pequeñas, aunque algunos libros de astronomía dicen tres estrellas brillantes y noventa pequeñas. Por lo tanto, tenemos nuevamente el número de la materia, o de la toma de forma, y el número de lo que es llamado “apostasía", y de "el volver la espalda” como lo hizo Judas Iscariote, al alma o al aspecto Cristo. Esta copa forma realmente parte del cuerpo de la Hidra, pues las estrellas del pie de la copa forman parte del cuerpo de la Serpiente y ambas constelaciones las reclaman. Es la copa que todo ser humano tiene que beber, llena de lo que él ha destilado de su experiencia en la materia. Es la copa de la obligación en algunos de los antiguos rituales masónicos, y simboliza el beber lo que nosotros mismos hemos preparado. También, la misma verdad puede ser expresada en las palabras de la Biblia cristiana, “Según un hombre siembre, así cosechará".
Luego tenemos, en tercer lugar, a Corvus, el cuervo, que está sobre Hidra, la serpiente, y la picotea. Tiene nueve estrellas, otra vez el número de la iniciación. El Antiguo Testamento empezaba con un cuervo, el Nuevo Testamento empieza con una paloma. La experiencia empieza con el pájaro de la materia y termina con el pájaro del espíritu. Es interesante señalar que en Acuario, el consumado signo al que lleva Leo, encontramos a Cygnus, el cisne, el símbolo del ave del espíritu. En La Voz del Silencio leemos: "Y entonces tú puedes reposar entre las alas del gran pájaro. Sí, es dulce descansar entre las alas de aquél que no ha nacido, ni muere, pero que es el Aum a través de las eternas edades”. Y en una nota al pie de la página H.P.B. refiriéndose al pájaro o cisne, cita: "Dice el Rig-Veda... La sílaba A se considera que es el ala derecha del ave Hamsa, la U su ala izquierda, y la M su cola..."
(Los Chacras, por C.W. Leadbeater)
En el zodíaco de Denderah, Leo y las tres constelaciones acompañantes están representadas como formando un gran signo, pues se ve al león pisando la serpiente. Corvus, el cuervo, está posado sobre el lomo del león, mientras que debajo está una figura emplumada de mujer (de nuevo, el símbolo de la materia) sosteniendo dos copas, pues hay siempre la copa que simboliza la copa de la experiencia, la copa del sufrimiento. La copa, es la copa que se ofrece al iniciado, a la cual Cristo se refería en el Jardín de Getsemaní, cuando imploraba que la copa le fuera apartada, pero de la cual terminó bebiendo.
Así Hércules, el aspirante, expresándose en Leo, prevé la gran batalla que está delante de él, sabe que su pasado debe determinar su realización en el futuro, sabe que antes de que él pueda escalar la montaña en Capricornio, debe matar a la Hidra, y sabe que no debe ser más el cuervo, sino que debe manifestarse como Aquila, el águila de Escorpio, y como Cygnus, el cisne, en Acuario. Esto lo tiene que empezar a hacer en Leo, demostrando el poder de atreverse, enfrentando la lucha espantosa que tiene por delante en los tres signos siguientes y matando al león de su propia naturaleza (el rey de las bestias) solo y sin ayuda, y así merecer el poder de vencer a Hidra, en escorpio.

La Lección del Trabajo

Dos pensamientos sacados de la Biblia cristiana, resumen la lección de este trabajo. En la Epístola de San Pedro encontramos estas palabras: "Tu adversario, el demonio, como un león rugiente camina alrededor, buscando a quien poder devorar” y en La Revelación 5:5, encontramos las palabras, "He aquí, el León de la tribu de Judá la raíz de David, ha prevalecido para abrir el libro, y para desatar los siete sellos de éste".
Hércules, el aspirante, el alma, simboliza al león, el príncipe, el rey, el gobernante, y a causa de esto simbólicamente usaba la piel del león. El león de Nemea se yergue esencialmente para la coordinada, dominante personalidad, pues el aspirante tiene siempre que ser un individuo altamente evolucionado.
Con los aspectos triples del yo personal inferior fundidos y mezclados, y, por consiguiente, poderosos más allá del término medio, el aspirante se vuelve a menudo una persona algo irritante y difícil. Tiene una mente y la está usando. Sus emociones están controladas, o bien están tan mezcladas con sus reacciones mentales que son extraordinariamente poderosas; de ahí que sea excesivamente individual, a menudo muy agresivo, autoconfiado, y autosatisfecho y su personalidad sea, por lo tanto, una fuerza devastadora en el grupo familiar, en la sociedad, o en la organización con la cual pueda estar afiliado. Por consiguiente, el aspirante, el león de Judá, tiene que matar al león de su personalidad. Habiendo surgido de la masa, y desarrollado su individualidad, entonces tiene que matar lo que él ha creado; tiene que volver impotente al que ha sido el gran agente protector hasta el momento. El egoísmo, el instinto autoprotector, tiene que dar lugar a la abnegación, lo que es literalmente la subordinación del yo al todo.
Por lo tanto, el león de Nemea simboliza la personalidad poderosa corriendo indómita y amenazando la paz de la comarca. ¿Cuál es la lección que se pretende debe aprenderse del hecho de que Hércules siguiera al león hasta la cueva que tenía dos aberturas? ¿Por qué obstruyó una abertura y entró por la otra? ¿Cuál es la enseñanza espiritual que subyace en la tradición de que allí mató al león con sus simples manos desnudas?
Muchas de estas viejas historias han mantenido el verdadero sentido de su significado inescrutable por miles de años, y es sólo en esta época y generación que el verdadero significado esotérico puede posiblemente emerger. El hecho interesante acerca del período en el que ahora vivimos, es que él marca una evolución singular en el desarrollo racial. Ha habido siempre manifestaciones de los dioses del sol, y este trabajo de Hércules ha sido muchas veces representado por unos pocos aquí y allá. Cada nación ha producido aspirantes altamente evolucionados que logran descubrir al león de la personalidad dentro de la cueva y allí lo dominan. Pero, relativamente, en relación a la miríada de unidades humanas, ellos han constituido una muy pequeña minoría. Ahora tenemos un mundo lleno de aspirantes; la generación venidera en todas las naciones producirá sus miles de discípulos, y ya decenas de miles están buscando el Sendero. La gente no es muy individual, el mundo está lleno de personalidades, y ha llegado el tiempo en que el león de la tribu de Judá debe vencer al león del yo personal. No estamos solos en nuestra lucha, como lo estuvo Hércules, sino que formamos parte de un gran grupo de dioses del sol, que están luchando con las pruebas preparatorias para la iniciación, y con los problemas que sacarán a la luz los plenos poderes del alma.
En Capricornio escalaremos la cima de la montaña, y entrando, como lo estamos ahora, en el ciclo de Acuario, los aspirantes de la raza están en posición de empezar a aprender la lección de servicio y conocimiento universal. Cuando, dentro de dos mil años, empecemos a entrar en Capricornio, habrá entonces allí una inmensa agrupación de iniciados, y el escalamiento del monte de la iniciación y del monte de la transfiguración por muchos cientos de discípulos. Hasta entonces, hay que enfrentar al león de la personalidad y entrar en la cueva.
En el simbolismo de las escrituras del mundo, los acontecimientos más trascendentales son representados en uno de los dos sitios: en la cueva o en la montaña. Cristo nació en la cueva; la personalidad es vencida en la cueva; la voz del Señor se oye en la cueva, el conocimiento de Cristo es alimentado en la cueva del corazón, pero después de la experiencia en la cueva, se escala la montaña de la transfiguración, el monte de la crucifixión es alcanzado, para ser seguido, finalmente, por el monte de la ascensión.
Me gustaría aquí dar la interpretación técnica, tal vez más científica, de esta cueva en la que entró Hércules. La raza aria, a la cual pertenecemos, posee un desarrollo mental agudo, y el conocimiento de la gente en todas partes está cambiando progresivamente más allá de su naturaleza emocional, y por lo tanto fuera del centro del plexo solar, dentro del cuerpo mental, y por consiguiente, dentro de la cabeza. Hay en la cabeza una pequeña cueva, una pequeña estructura ósea que escuda y protege una de las más importantes glándulas del cuerpo, la pituitaria. Cuando esta glándula esté funcionando en completa y apropiada actividad, tendremos una personalidad plena y activa, autocontrolada, con pronunciada actividad mental y resistencia.
Este cuerpo pituitario es dual en su configuración: en uno de sus lóbulos, el frontal o antepituitario se encuentra el asiento de la mente razonadora, de la intelectualidad, y en el otro, el postpituitario, está el asiento de la naturaleza emocional, imaginativa. Se dice también que esta glándula coordina a las otras, controla el crecimiento y es esencial para la vida. Es interesante que Berman defina la intelectualidad corno la "capacidad de la mente de controlar su ambiente por conceptos e ideas abstractas". Donde existe una falta de desarrollo de esta glándula se puede encontrar deficiencia tanto emocional como mental.
Muchos endocrinólogos y psicólogos se han expresado con líneas similares. Es en esta cueva que el león de la personalidad desarrollada o individualidad tiene su guarida, y es aquí que el dios sol, Hércules, debe triunfar.
Durante siglos los egipcios, y especialmente los hindúes, han sabido de los chakras o centros de fuerza en el cuerpo etérico. El descubrimiento del sistema endocrino muestra glándulas físicas correspondientes, en las mismas ubicaciones. Una de éstas, el cuerpo pituitario con sus dos lóbulos, simboliza la cueva con dos aberturas, una de las cuales Hércules tuvo que cerrar antes de que pudiera controlar la personalidad con la mente superior. Pues fue sólo cuando él hubo bloqueado la abertura de las emociones personales (post-pituitaria), desechando incluso su seguro garrote, rehusando simbólicamente a llevar una vida personal egoísta, que él pudo, entrando por la abertura representada por la antepituitaria, someter al león de la personalidad en la cueva. Estas correlaciones son tan exactas que presentan en pequeño y en grande un terrible testimonio de la perfecta integridad del Plan. "Como arriba, así es abajo". Una sorprendente correlación entre las verdades biológicas y espirituales.