martes, 30 de marzo de 2010

El Simbolismo de los Colores


Indiscutiblemente, los colores tienen su propio valor de expresión y pueden influir directamente sobre la psiquis, como se revela por los renovados intentos de volver a establecer una cromoterapia que se ocupe positivamente de curar trastornos psíquicos y psicosomáticos, lo que ya se hacía en la antigüedad.

Hay que tener en cuenta que los colores provocan reacciones y emociones diferentes en los seres humanos, que prefieren o rechazan determinados colores. Por esto, se han creados varios tests cromáticos para medir estas reacciones con fines de diagnóstico.

Es evidente que los colores se revelan como esenciales para nuestro equilibrio. Según sean alegres o sombríos los que nos rodean, nuestro humor se modifica como por una sutil osmosis. Cada tono envía su vibración con su propia fuerza de impacto y su carga de influencia. Cada uno posee un magnetismo particular que estimula, inconscientemente, ciertas reacciones nerviosas y psíquicas. De acuerdo a nuestra personalidad -según la astrología- hay colores favorables y desfavorables benéficos o nefastos, agradables o desagradables.

En la alquimia se observa un singular simbolismo de los colores, según el cual el verde significaba un fuerte disolvente; el rojo y el blanco representaban los principios primarios del azufre y del mercurio. Entre los antiguos mayas de la América central, los puntos cardinales en el orden de sucesión de este, norte, oeste
y sur, se relacionaban con el rojo, blanco, negro y amarillo. En tanto en la antigua China, el este, sur, oeste, norte y centro eran representados por los colores, azul, rojo, blanco, negro y amarillo.

Durante el Renacimiento se desarrolló un complicado simbolismo en relación a los planetas, los metales y los colores heráldicos de los escudos de nobleza. El Sol era el amarillo y el oro; la Luna, el blanco y la plata; Marte, el rojo y el hierro; Júpiter, el azul y el estaño; Saturno, el negro y el plomo; Venus, el verde y el cobre; Mercurio, la púrpura y el azogue.

El oro o amarillo significaba virtud, entendimiento, prestigio y majestad; el blanco y la plata, pureza, inocencia y alegría; el rojo, ansia ardiente de virtud y un corazón entregado a Dios; el azul, constancia, lealtad, ciencia y devoción para con Dios; el negro, tristeza, humildad, infortunio, y peligro; el verde, libertad, belleza, alegría, salud, esperanza y mansedumbre; el púrpura o violeta, vestidura regia; el anaranjado, fama inconstante.

Si bien en el arco iris aparecen siete colores, hay más de setecientos matices diferentes: pero sólo nos referiremos a los arquetipos fundamentales: blanco, azul, violeta, rojo, naranja, amarillo, verde, castaño, negro.



Blanco: Es como la luz original existente antes que el Dios del Génesis creara el cielo y la tierra. Puede entenderse como la unión completa de todos los colores del espectro de la luz, como símbolo de la inocencia aún no influída ni enturbiada por la Creación, o como fin definitivo de la persona purificada. Color de la unidad y de la pureza, fue siempre empleado como tal en los ritos de iniciación de todas las religiones. Es unidad porque sólo él refleja todos los rayos luminosos de donde emanan los colores primitivos y la infinita variedad de matices que dan vida a la naturaleza. El blanco es como un espejo que refleja el universo, su vibración nos devuelve a nosotros mismos, nos entrega una imagen de nuestra inocencia perdida, nos purifica de las miasmas de la vida, representando un ideal de claridad y trasparencia.

En los ritos paganos se sacrificaban animales blancos a los dioses celestes, en cambio, a los dioses del mundo subterráneo se ofrecían animales negros.

En la tradición china, el blanco es el color de la vejez, del otoño, del oeste y del infortunio, aunque también el de la virginidad y de la pureza. Lo consideran como el color del luto por los muertos, tal vez a causa de la palidez de la muerte. En los sueños, un caballo blanco puede interpretarse como el presentimiento de una muerte. En muchas culturas aparecen fantasmas o espectros como figuras blancas.

En la alquimia, lo blanco (albedo) es la señal de que, después de lo negro (nigredo), la materia prima se encuentra en el camino que conduce a la piedra filosofal.

Azul: Es el color que más se considera como símbolo espiritual. Se le compara con la trasparencia del aire, del agua, del cristal y del diamante. También con el mar, el cielo, el espacio, puesto que no bloquean la mirada sino que la dejan perderse en ellos. Envía una vibración de equilibrio, de armonía y de alegría de vivir. Agranda el espacio a la vez que lo vuelve luminoso. El azul, todo profundidad y frescura, contiene una promesa de libertad. Simboliza la calma de una mar tranquila, la suavidad de modales, la ternura, el amor a la vida. Representa la plenitud de los más fervientes anhelos de unificación y de comunión con la naturaleza, la verdad y la confianza, el amor y la dedicación, la sumisión y la devoción. Simboliza lo tradicional, los valores permanentes, la eternidad sin tiempo.

La contemplación de este color - mientras más oscuro, mejor - tiene un efecto pacificante para el sistema nervioso central. La presión de la sangre, los ritmos del pulso y de la respiración se lentifican, dando lugar
a la actuación de los mecanismos auto-protectores de¡ organismo y produciendo una tranquilidad saludable. Los lugares donde uno busca relajarse debieran tener reflejos azules. Un entorno azul oscuro es lo más adecuado para practicar meditación. La luz azul hace volver el sueño en algunos casos de insomnios rebeldes.

Cuando este color es el preferido por una persona en un test, revela una necesidad por quietud, paz, armonía, descanso, relajación y oportunidad para equilibrarse interiormente. Se desea un entorno calmo y ordenado, libre de disturbios y presiones, en el que los eventos puedan desenvolverse en forma suave a lo largo de líneas más o menos tradicionales, y donde las relaciones con los demás sean plácidas y libres de confrontaciones. Muestra una necesidad de sentir que se puede confiar en quienes lo rodean y de percibir que ellos a su vez confían en él.

Si este color es rechazado, significa que existe una intensa frustración por la carencia de todo lo descrito anteriormente, lo que conduce a un estado de ansiedad e, incluso, de angustia. Hay desasosiego, desaliento, deseos de escapar cortando todo tipo de lazos, sean emocionales, sociales o laborales. Hay falta de concentración, dificultades de aprendizaje en los niños, conducta inconsistente y agitación mental. Esta profunda inestabilidad puede llevar a la búsqueda de compensaciones, ya sea por una conducta sexual promiscua o por la práctica de deportes de alto riesgo. Si esa situación se prolonga demasiado tiempo, conduce a perturbaciones del sistema nervioso y a trastornos cardiovasculares.

Es aconsejado para calmar las neuralgias, el asma, los reumatismos, las crisis nerviosas y la hipertensión por sus propiedades analgésicas y antiespasmódicas.

Violeta: Es una mezcla de azul y rojo y simboliza tradicionalmente espiritualidad unida a la sangre del sacrificio. En el uso litúrgico, se vincula a conceptos de penitencia, expiación y conversión. Se usa en la Iglesia Católica durante el tiempo de reflexión de Adviento, próximo a la Navidad. Con un poco más de rojo, da origen al púrpura de los antiguos mantos imperiales, el que se extraía de dos especies de caracoles marinos y que era sumamente caro en la Edad Media.

Al unificar la conquista impulsiva del rojo y la sumisión gentil del azul, llega a ser representativo de la «identificación». Esta es una especie de unión mística, un alto grado de sensitiva intimidad que conduce a una completa fusión entre el sujeto y el objeto, como si todo lo que se pensara y deseara pudiera transformarse en realidad. Es como un espejismo, un encantamiento, un sueño realizado en la imaginación, un estado mágico en el que la persona pretende fascinar a otros y cree conseguirlo. Existe una incapacidad para distinguir entre los sueños y los hechos reales.

Las personas mentalmente maduras nunca prefieren ese color en un test; pero sí lo hacen los preadolescentes - que todavía viven en el mundo de la lámpara de Aladino- las mujeres embarazadas, los homosexuales (hombres y mujeres), las razas indígenas en las que prevalece aún el animismo. También se ha observado esta preferencia en personas con problemas de la glándula tiroides. En todos estos casos indica inseguridad emocional, la que debe tratarse con especial comprensión, gentileza y afecto.

Cuando este color es rechazado, significa que el anhelo por una intimidad mística con otro ha sido reprimido por su aparente imposibilidad. Esto implica también un rechazo a involucrarse profundamente en cualquier tipo de relación, sea personal o profesional.

Rojo: En forma de óxido de hierro ha acompañado al hombre desde épocas Inmemoriales y se empleó abundantemente en las pinturas rupestres que han llegado hasta nuestros días. En la antigua China era el color sagrado, revitalizador de la dinastía Chou (lO5O-256 AC). Rojo también era el color del dios de la buena suerte que concedía la riqueza. En el arte cristiano tradicional es el color de la sangre del sacrificio de Cristo y de los mártires, del amor fervoroso a Dios y de las llamas del Espíritu Santo en Pentecostés.

En la alquimia, el rojo está relacionado con el blanco para formar un sistema dual en el que simboliza el azufre, el que quema. En la francmasonería, el rojo designa el sistema de altos grados del «rito escocés». Se considera que en los sueños significa que la persona está preparada para la acción, se inicia la conquista y los sufrimientos; es entrega y también tribulación; es sobre todo una futura relación sentimental.

Se considera agresivo, vital, cargado de energía, afín al fuego, y sugiere tanto el amor como la lucha entre
la vida y la muerte. Es como la sangre y la pasión. Excita y estimula la mente, aumenta la tensión muscular y la capacidad de la respiración. Caliente e irritante, se desaconseja a los enfermos, para estados de ánimo introvertidos y melancólicos su efecto es inoportuno y repelente. Se dice que exalta los impulsos eróticos
y el entusiasmo. Es excitante para los sanguíneos, estimulante para los linfáticos o los convalecientes, levanta la actividad psíquica en la neurastenia depresiva. Acrecienta la actividad sexual del hombre, es el color del calor y del movimiento. Esencialmente dinámico, es necesario poner atención en su potencia, la que conviene saber dosificar. Despierta la energía vital y el deseo, la voluntad de conquista y el apetito de aventuras riesgosas.

El rechazo al rojo acompaña frecuentemente a la fatiga psíquica y nerviosa, a la falta de vitalidad, inquietud, impotencia o pérdida de apetito sexual. Por el contrario, un gusto demasiado pronunciado por este color atestigua un temperamento exorbitante, que puede llevar a la ninfomanía o satiromanía, estados en los que es imposible hallar la satisfacción y el aplacamiento sexual que esas personas buscan en vano.

Naranja: Este color evoca la luz, el fuego, el calor del sol. Goethe dijo que representa la exaltación extrema tanto como el suave reflejo del sol poniente. En efecto, el naranja estimula más de lo que excita, Símbolo de la intuición, de la alegría serena, de la fuerza equilibrada, induce al optimismo. Es un estimulante emotivo que acelera ligeramente las pulsaciones del corazón y da una sensación de bienestar y de júbilo, regocijando el alma.

Amarillo: Como el oro o la luz del sol. Considerado a menudo como el color más alegre, evoca en cierta forma la riqueza y la abundancia. En un matiz intenso produce actividad; pálido, descansa, relaja. Su efecto luminoso da vitalidad, es el color que más aumenta la tonicidad neuromuscular general. Agudiza el intelecto e incita a los trabajos del espíritu. Según Goethe: en su matiz más puro lleva siempre en sí la naturaleza de la claridad y posee un carácter de serena jovialidad y de dulce estimulación. Todo luz, el amarillo agranda los espacios exaltándolos e irradiando un alegre júbilo.

En la simbología tradicional china, era el color de la tierra. En el sentimiento popular, se lo considera el color de la envidia y de los celos, probablemente en relación con la bilis amarilla de los cuatro humores del cuerpo. En la Edad Media se consideraba el amarillo pálido como la representación de la agresión traicionera, por ello los judíos se veían obligados en esa época a vestir de amarillo.

Su preferencia demuestra una personalidad de temperamento abierto, jovial, espiritual, testimoniando una cierta libertad interior. Su rechazo indica, por el contrario, necesidad de aislamiento y temor al cambio.

Verde: Combinación del amarillo y del azul, este color es el más tranquilizador que se pueda hallar. El ojo y el alma descansan en él, sin desear más. El sistema nervioso encuentra en este color una calma y una serenidad como la que nos produce la maravillosa visión de la múltiple variedad de tintes de la vegetación. El verde crea el reposo, aplaca el tumulto de la mente procurando una verdadera refrigeración mental. Equilibrado, apaciguador, crea un ambiente alegre. Sus muy variados matices son mensajes de vida.

En el simbolismo popular representa la esperanza y se consideran positivos los sueños en que aparece
este color. La cruz de Cristo fue representada a menudo de color verde como símbolo de la esperanza en la redención. En la vida cotidiana, «luz verde» significa «paso libre». En el Islam, el color del Profeta es verde, y los sufíes hablan del «Hombre Verde». En la alquimia china figura el «dragón verde», simbolizando el yin, el mercurio y el agua.

Quien evita el verde seguramente sufre una gran tensión nerviosa que le impide abandonarse a los influjos vitales. Sus síntomas son opresión física, angustia, agitación mental, estrés, irritabilidad, temperamento cáustico. Pero quien ama demasiado el verde da muestras de un carácter individualista, que debiera tener más consideración hacia los demás, ya que se propone llevar su vida a su manera, a despecho de todos.

Castaño: Es el color de la madre tierra o de la madera. Es un color confortable, representa la maduración del verde, sus múltiples tonos leonados lo hacen el color de¡ otoño. Actúa siempre como un soporte estabilizador, despierta la consciencia de las raíces del ser y de las fuerzas vivas que hay que volver a encontrar. Es la base de la alquimia sutil que obra en la creación. ¿Acaso - según el Génesis -el hombre no fue formado de un simple puñado de arcilla? Color receptivo y sensorial, sus diversos matices corresponden al cuerpo, al hogar, a la intimidad, a la seguridad ideal de la célula familiar.

Quien rechaza ese color considera el bienestar físico y sensual como una debilidad. Quien lo ama demasiado tiene necesidad de la caparazón del hogar para abrirse realmente, necesidad también de confort, tanto moral como físico.

Gris: No es considerado como un color ni produce ningún tipo de estímulo o tendencia a nivel psicológico. Tampoco ocupa un lugar en el campo del simbolismo de los colores. Es como «una tierra de nadie» entre dos fronteras. Si lo mencionamos es porque aparece en algunos tests como síntoma de ciertas características poco deseables.

Cuando es preferido en primer lugar, indica un posible autismo, una actitud de «no estoy ni ahí», La persona elige el papel de espectador, dejando que la vida pase al lado suyo, participando sólo por control remoto y resuelto a no dejarse involucrar en lo que sea.

Cuando es rechazado, ocurre todo lo contrario, la persona se siente con el derecho a tomar parte en todo lo que ocurra alrededor de ella, aunque los otros la consideren hiper inquisitiva o intrusa. Pretende agotar al máximo cualquier posibilidad que se le presente y no se quedará en paz hasta conseguirlo.

Negro: Es la negación del color mismo, representando la frontera absoluta detrás de la cual cesa
la vida, por lo que expresa la idea de la extinción final: la muerte. Es la antítesis del blanco, el otro color de la dualidad natural. Blanco y negro, bien y mal, día y noche, vida y muerte, yin y yang. Evidentemente se ha atribuido a este color toda la maldad de la que es capaz la humanidad. Se habla de magias blanca y negra producidas por fuerzas benéficas o maléficas, Es un símbolo evidente de ese dualismo profundo que está en la naturaleza de cada uno de nosotros: el Dr, Jekyll y Mr. Hyde. En la psicología profunda se considera el color del completo Inconsciente, del hundimiento en lo oscuro, las tinieblas, la «sombra». En los sueños es un factor negativo: el hombre negro, la casa sombría, la serpiente oscura. A las divinidades del mundo subterráneo se le ofrecían en sacrificio animales negros. Aun en épocas modernas se ofrecen al diablo o a los demonios gallos o machos cabríos negros, sacrificados en «misas negras».

Negra es también la negación de la vanidad terrena, de ahí el color negro de las sotanas de los curas, El negro representa en occidente el luto por los muertos y la penitencia. En oriente son negras las divinidades terroríficas como la diosa Kali o Malhalkala, ambos del panteón hindú.

En la alquimia, el ennegrecimiento (nigredo) de la materia prima constituye el requisito esencial para que ésta pueda transformarse en la piedra filosofal.

Cuando es preferido en primer lugar en un test, indica una conducta compensatoria de naturaleza extrema. Es el rechazo de todo lo existente como una obstinada protesta contra la situación que se está viviendo. Es una rebelión contra el destino que puede llevar, incluso, al suicidio. Si la preferencia no es tan notoria, es posible que se busquen compensaciones con expectativas exageradas, como ser, absoluta tranquilidad en un claustro o un cambio brusco de las circunstancias motivado por terceros o una negativa persistente a involucrarse en cualquier actividad.

Estadísticamente, lo más frecuente es que el negro sea rechazado. Indica que la persona controla sus actos y decisiones. Esto podría producir ansiedad en el caso posible de sentirse privada de algo que ella valorice.


Farid Azael



Más Información:
Luscher, Max.- El Test de los Colores.- Sudamericana

lunes, 29 de marzo de 2010

El Control de las Emociones

El hecho es que cuando nos dejamos llevar por la ira u otra emoción negativa, somos incapaces, excepto en muy raros casos, de razonar como lo hacemos habitualmente. Si realmente tuviéramos un desarrollo de nuestro poder mental, como el que da un entrenamiento especial, podría tal vez ser posible contraponer el pensamiento a la emoción, y esperar una victoria del pensamiento. Pero, tal como son las cosas, no sólo nuestro desarrollo mental es inferior a nuestra emocionalidad animal, sino que además la energía de nuestro pensar cotidiano es de menor voltaje que la de nuestra emoción. En orden de intensidad, la energía de nuestro instinto, emoción y pensamiento están en la misma gradiente que la electricidad, el gas y el vapor. Por lo tanto, una gran cantidad de las energías más bajas es necesaria para contraponerse a una cantidad relativamente pequeña de energía de mayor voltaje, El razonamiento en contra de la ira u otra emoción negativa es como enfrentar una cantidad igual de energías de diferente intensidad. El resultado es previsible.

Cuando el razonamiento parece producir algún efecto sobre una emoción negativa, la explicación se encuentra en la mezcla de algún otro sentimiento o en la adición de algún poderoso instinto. Por ejemplo, las cosas nos provocan menos cuando estamos bien físicamente. Nuestro cuerpo está lleno de vitalidad y sostiene al débil razonamiento contra la amenaza de una explosión emocional. Similarmente, cuando tenemos un sentimiento de amor, miedo o cualquier otro, su ayuda puede socorrer a la razón a suprimir o sobrellevar un ataque de ira. La mayoría de las prescripciones comunes contra ella consisten en uno de dos ingredientes. Caen, de hecho, en dos clases: prescripciones de orden físico y prescripciones que consideran otros sentimientos aparte de la emoción negativa misma. Cuando Kipling dice que la cura para disminuir la presión de un arrebato es cavar hasta transpirar suavemente, o Gilbert recomienda un placebo contra la melancolía, están haciendo prescripciones del primer tipo. Y cuando nuestros padres, guardianes y amigos apelan, como dicen, a nuestra «mejor naturaleza» o invocan una imagen de miedo, inconscientemente preparan una prescripción del segundo tipo.

Ambos tipos de prescripción, evidentemente, podemos aplicarlas a nosotros mismos, si tenemos la resolución de hacerlo. Pero hay un placer infantil en ser recetados y recibir atención, y las pataletas son particularmente infantiles en sus demandas de ser regaloneados. Las naturalezas más adultas, sin embargo, pueden prescribirse a ellas mismas, y tomar su propia medicina. Es, de hecho, una señal de ser adulto el que podamos transar con nuestras emociones negativas (al menos cuando son relativamente suaves). Las emociones negativas más serias, como ataques severos de inseguridad o celos, están más allá del poder de la mayoría de los adultos para tratarlas por ellos mismos. Los dos tipos de prescripción sirven normalmente en casos que exceden la auto aplicación; y es igualmente difícil inducir al paciente a aceptarlas de otra persona. Entonces no hay nada que hacer, excepto esperar hasta que la emoción negativa se haya gastado sola, a veces con perjudiciales consecuencias para los involucrados.

Supongamos que un hombre o una mujer estén verdaderamente deseosos de trabajar sobre sus «sentimientos oscuros» de ira, desesperación, miedo, celos, odio o, en resumen, sus emociones negativas. ¿Significa eso algo?

Para comenzar, es necesario admitir en uno mismo que este estado emocional es una enfermedad nerviosa. El paciente debe aprender a decir: «estoy enfermo». La tendencia, por supuesto, es culpar a la supuesta causa, situación, persona o incidente que pareciera haber provocado la enfermedad. Pero no hay alivio en justificarse. Nadie nunca se ha recuperado de un acceso de mal humor culpando a la causa imaginada. Es mil veces mejor y verdadero decir: «estoy enfermo», que decir o sentir: «esto y lo otro me hizo enfermar». Esta actitud hacia las emociones negativas ya comienza a modificar su furor. Tiene algo de la magia del aceite sobre las olas.

Pero no es suficiente adoptar una actitud, aunque sea la correcta. Algo se debe hacer, dado que Satán siempre encuentra un mal uso para la energía libre que tenemos, y las emociones negativas son sólo despilfarro de energía. El Demonio vive en nuestra energía malgastada.

Trate de no pensar en la supuesta causa de la emoción o en las cosas y circunstancias que estén en su trasfondo. El pensar en un estado de emoción negativa necesariamente se ve distorsionado por el agitado medio que ella produce. Es como mirar un objeto a través de aguas tumultuosas y turbias. Pensar en este estado jamás conduce a la verdad.

Trate también de no sentir. Esto se ve imposible a primera vista, parece un consejo para dejar de sentirse desdichado. Pero todos sabemos que es posible convivir o no con un sentimiento. Todos conocemos la tentación de apretar con la lengua un diente que está doliendo, para que duela más. La recomendación de no sentir no es demasiado irrelevante. No sienta más de lo que puede soportar.

Pero el secreto no está contenido en alguno de los alivios anteriores. Es algo totalmente diferente, que puede ser descrito como sigue: cuando se está con un sentimiento amargo o en su proceso de desarrollo, observe y note sólo su estado físico. El cuerpo es a veces muy elocuente, muestra un conjunto especial de síntomas para cada sentimiento. Observe y note, a manera de curiosidad personal y científica, cómo su cuerpo manifiesta los malos sentimientos. Por ejemplo, su boca puede secarse o tener un sabor desagradable. Su piel puede sentir picazón, algunos músculos pueden contraerse, puede tener indigestión, náuseas o sentir el corazón oprimido. Los síntomas se revelan por sí mismos. Si usted simplemente los observa, anota y enumera, como si los estuviera recopilando para una novela o texto de psicología, verá que cuando haya terminado, habrán desaparecido, Habrá ahorrado energía al usarla para observar.



A. R. Orage.



Traducido y extractado por Italo Godoy de
A. R. Orage.- "Psychological Exercises & Essays"
Samuel Weiser Inc.
Este artículo fué publicado en el Nº 16 de la Revista ALCIONE

Las conclusiones mágicas de Pico de la Mirandola


Pico de la Mirandola

Autor:Raimon Arola
Fuente: La puerta
Imágen: Google imagenes

Introducción

En la historia de los pueblos, aparecen personajes preclaros gracias a los cuales la tradición se renueva periódicamente. Cuando la rutina de las formas domina en una sociedad y los misterios se olvidan bajo las imágenes y los símbolos, aparece uno de estos personajes para enderezar el sentido primero de la tradición, la ciencia o el arte. Súbitamente, sin ninguna lógica aparente, una musa inspira a un individuo para que éste establezca una relación, un descubrimiento, a partir del cual se pueda renovar la tradición. Una vez establecida la nueva y necesaria relación, la musa, feliz de haber cumplido con su trabajo, retorna junto a sus bellas compañeras para dedicarse a sus juegos inocentes y alegres; la chispa que ha encendido sobre la tierra irá prendiendo en la mente de los hombres. Este fue el caso de Giovanni Pico de la Mirándola, conde de la Concordia (1) quien, contando apenas veinte años, recopiló en novecientas conclusiones o sentencias toda la sabiduría universal, con la intención de que se reunieran en Roma los más grandes sabios de la época y discutieran las bases de todo el saber.

En estas célebres Conclusiones (2) de la Mirándola estudió los filósofos árabes, los clásicos y los medievales, se apasionó por los textos de Hermes Trismegisto, los Himnos Órficos, la sabiduría de los caldeos, etc. Pero las que mantuvieron vivo el sentido general y que tuvieron una influencia decisiva en la historia del espíritu occidental fueron dos series de Conclusiones, en las que habla de las verdades cristianas, bajo la óptica y el lenguaje de la Cábala hebrea. Esta nueva relación fue llamada Cábala cristiana. El erudito historiador F. Secret termina su estudio sobre el papel de Pico de la Mirándola en el origen de la Cábala cristiana con estas palabras:

«En conclusión, si bien Pico de la Mirándola no fue más que un eslabón en el desarrollo de la Cábala cristiana del Renacimiento, la leyenda, que a menudo tiene razón frente a la historia, le ha hecho justamente padre de la Cábala cristiana. Abrió en el mundo de los humanistas el camino de tesoros fabulosos, que trataron de reencontrar los más grandes de sus seguidores.» (3)

Este joven arrogante, al introducir la sabiduría cabalística en la filosofía neoplatónica y pitagórica dominante en la época sentó las bases de lo que sería el hermetismo occidental. Incluso hoy en día la tradición se mantiene viva utilizando esta síntesis. Un ejemplo muy interesante de la profunda renovación que generó la Cábala cristiana de Pico de la Mirándola lo encontramos en sus veintiséis «Conclusiones mágicas según propia opinión»; en ellas el conde de la Concordia replantea el tema de la magia tal y como se entendía en la época, y, gracias a la sabiduría hebrea, le da una nueva dimensión, volviendo a encontrar su origen divino. Esto es lo que intentaremos estudiar en este artículo.

Las dos clases de magia (Conclusiones 1 y 2)

En las dos primeras Conclusiones Pico de la Mirándola establece las bases de su reflexión distinguiendo tajantemente entre la magia falsa y la verdadera. Dicen así:

«Toda la magia que se usa entre los modernos y que con razón persigue la Iglesia, no tiene base alguna, ningún fundamento, ninguna verdad, porque está en manos de enemigos de la primera verdad, de las potestades de estas tinieblas, que infunden las tinieblas de la falsedad a los intelectos mal dispuestos.»

«La magia natural es lícita y no está prohibida y de está ciencia que tiene fundamentos teóricos universales, pongo aquí las conclusiones infrascritas según mi propia opinión.» (4)

Esta categórica división entre la magia que Pico de la Mirándola propone y la «que se usa entre los modernos», nos deja entrever la preocupación básica del autor, que planteamos de la siguiente manera: la magia, como toda realidad sagrada, tiene un anverso y un reverso, un lado pertenece a la sabiduría divina, mientras que el otro está poseído por sus enemigos. En el transcurso del tiempo, los pueblos olvidan y borran de su memoria el sentido primero y divino, entonces, atrapados en el revés, sólo se conocen y se practican supersticiones. Pico de la Mirándola no cambia de disciplina, ni pretende borrar la magia de sus contemporáneos, sino que intentó verla desde el otro lado, procurando volver a la perfecta y suprema sabiduría; en la Oración sobre la dignidad del hombre abunda sobre la diferencia, diciendo:

«Aclaramos que hay dos clases de magia; una consiste toda ella en obra y poder de los demonios, cosa, por Júpiter, execrada y horrenda; otra que, si bien se examina, no es sino consumada filosofía natural. De una y de otra haciendo mención los griegos, nunca otorgan el nombre de magia a aquella primera, a la que llaman mageian, hechicería, a la segunda llaman con propia apelación goeteian, como perfecta y suprema sabiduría».(5)

Todos los cabalistas cristianos que siguieron la estela de Pico de la Mirándola reafirman esta categórica división. En su Cábala Química, F. Kieser considera la magia diabólica totalmente condenable, mientras que la «otra» magia:

«es aprobada y aceptada por los sabios e inteligentes, de cualquier nación y de cualquier pueblo, que se deleitan con los misterios divinos y celestes de toda naturaleza y gozan examinándolos. Ella es la filosofía suprema y muy santa de la cual brotaron desde la más antigua experiencia, la gloria, el honor y la magnificencia de todas las artes elevadas; su búsqueda incitó a Pitágoras, Demócrito, Platón y a muchos otros más a realizar largos viajes por tierra y por mar. A su regreso, propagaron esta sabiduría, y de ella sacaron sus arcanos y tuvieron razón de mantenerla en el más alto secreto».(6)

Los sabios han mantenido siempre en secreto la primera operación de la realización de la Obra filosófica; es decir la iniciación, por medio de la cual el hombre recibe el don divino, a partir del que brotan, como dice F. Kieser: «la gloria, el honor y la magnificencia de todas las artes elevadas». Si el principio permanece escondido en el silencio santo, ningún profano puede acceder a los misterios, por mucho que se expliquen y demuestren las posteriores operaciones. Creemos que es por esta razón por la que la magia natural está indisolublemente unida a la Cábala, es decir a la recepción del don, tal y como nos lo propone Pico de la Mirándola en la Conclusión 15, donde dice: «No puede haber ninguna operación mágica de alguna eficacia si no lleva aneja la obra de la Cábala de modo explícito o implícito.»

La naturaleza (Conclusión 3)

En la tercera Conclusión, Pico de la Mirándola afirma el fundamento de su magia. Dice así: «La magia es la parte práctica de la ciencia natural.»

Llegados a este punto no podemos obviar la pregunta ¿a qué naturaleza se refiere?, y ¿cómo llegar hasta ella? Para contestar esta pregunta creemos oportuno hacer nuestras unas palabras del famoso filósofo hermético H. Khunrath, en las que cita a Pico de la Mirándola, al comentar el versículo bíblico: «Enviala (a la Sabiduría) de los Cielos sagrados, y envíala del trono de tu gloria, a fin de que ahora trabaje conmigo» (Sab. IX, 10), de la manera siguiente:

«Hermes y los otros sabios han obtenido el secreto del don de Dios, por inspiración Divina [...] Las Ciencias y las Artes excelentes son a veces llamadas inciertas, no por que lo sean por y en sí mismas o porque algunas veces los que pretenden hablar de ellas por sí mismos las conozcan mal, sino porque los artesanos operadores carecen de la voluntad de dios. Todas las bendiciones residen en Dios. El hombre debe obtener la felicidad de DIOS ... Así pues, hay que obtener de dios que quiera por nosotros. Es lo que quiere decir este gran conde Pico de la Mirándola (aunque a causa de esta palabra haya sido atormentado por cierto hombre muy poderoso) cuando exclama: «En vano busca la Naturaleza aquel que a pan (o sea, el Dios de toda la Naturaleza) no haya atraído».(7) Lo cual puede hacerse, Teosóficamente en el Oratorio, con la ayuda de Dios».(8)

Sin la iniciación de pan no podemos actuar en la magia natural propuesta por el Conde de la Concordia; en la Conclusión 6 lo explica diciendo que cualquier obra mágica:

«hay que referirla principalmente a Dios glorioso y bendito, por cuya gracia llueven sobre los hombres contemplativos de buena voluntad las aguas de las maravillosas virtudes supracelestes.»

Los milagros de Cristo (Conclusiones 8 y 9)

Con las dos conclusiones siguientes Pico de la Mirándola nos introduce en las cuestiones propiamente cabalísticas, al plantear la fuente del poder del Mesías. Dicen así:

«Los milagros de Cristo son un argumento ciertísimo de su divinidad no por razón de la cosa hecha sino por razón del modo de hacerla.

No hay ninguna ciencia que tanto nos certifique la divinidad de Cristo como la magia y la Cábala.»

J. Gaffarel fue uno de los sabios cabalistas cristianos del siglo XVII que más hondamente se sintió atraído e influenciado por Pico de la Mirándola; viajó a Italia buscando su biblioteca. En su obra Profundos misterios de la Cábala Divina comentó muchas de la Conclusiones del Conde, y para argumentar la importancia de la Cábala, citó la última de las dos Conclusiones que ahora nos ocupan, a lo que replicaron sus adversarios: «¡Pero, la Cábala utiliza pentáculos!», y J.Gaffarel contestó:

«y bien, ¿qué conclusión sacáis de ello? ¿Pueden condenarse signos que son la representación de las cosas divinas? ¿No ha enseñado Cristo que todo debía hacerse en su nombre? Pues este nombre, según el mismo Arcángelo de Burgonovo, no puede ser expresado más que por medio de letras escritas. Estas últimas son, precisamente, los signos a los que nos referíamos. Del mismo modo, en cuyo pecho vibraba la palabra de Cristo: "Cualquier cosa que hagáis, sea en palabra, sea en acto, hacedla en nombre de Jesús" (Col. III, 7)». (9)

El Nombre de Cristo es, según la tradición de los cabalistas cristianos iniciada en Pico de la Mirándola, el Tetragrama hebreo con la incorporación de la Shin que une las dos partes separadas, lo que permite pronunciarlo; entonces adquiere todo el poder. Debemos recordar aquí las Conclusiones 14 y 15 de la segunda serie de conclusiones cabalísticas, que dicen:

«Por la letra shin que está en medio del nombre de Jesús, se nos significa cabalísticamente que entonces reposó tan perfectamente como el mundo en su perfección, cuando la iod se unió a la vav, lo que se hizo en Cristo, que fue verdadero hijo de Dios y verdadero hombre.

»Por el nombre inefable de ihvh, que forma el nombre inefable de los cabalistas, se sabe cuál iba a ser el nombre del Mesías, y que iba a ser evidentemente hijo de Dios hecho hombre por el Espíritu Santo, después de él descendería como Paráclito sobre los hombres para perfección del genero humano».(10)



M. Ficino, el traductor de Hermes Trismegisto, al conocer a Pico de la Mirándola, se interesó por la literatura hebrea. Escribió a propósito del poder del Nombre inefable:

«Los hebreos explican que mediante este Nombre se pueden hacer todos los milagros si se pronuncia bien; lo cual es muy difícil. Pienso que Dios así lo ha querido a fin de que nadie pueda obrar milagros, a no ser el propio Dios. Lo cual prueba que Jesús fue el hijo de Dios, ya que declaran que mediante este Nombre hizo todos sus milagros».(11)

El cabalista español F. Luis de Carvajal dice abiertamente: «Cristo se sirvió del Tetragrama para hacer milagros».(12) Los cabalistas cristianos que siguen la tradición hebrea, reencuentran el humus del que nació el cristianismo y que, durante algunos siglos, la Iglesia había intentado olvidar. Cuando afirman que Cristo utiliza el Nombre para hacer milagros, dan a Cristo el poder que los judíos daban a Moisés. Moisés hacía milagros con el Nombre inefable.(13)

Cuando Pico de la Mirándola afirma que los milagros de Cristo argumentan su divinidad «por razón del modo de hacerlos», se refiere a que su magia procedía del conocimiento del Nombre de Dios y de su aplicación. El Nombre de Dios puede provocar efectos mágicos según la manera como se pronuncie. Este Nombre es el poder creador que Adán poseía antes de la caída, en el jardín de Edén, es a Palabra Perdida que buscan los maestros de la Masonería. Quien conoce el Nombre, conoce la materia viva de los alquimistas que tiene el poder de producir toda clase de efectos diferentes según la manera como se manipula.(14)

Orígenes, al principio del cristianismo, explica el «modo de hacer» Cristo los milagros, al afirmar: «Aun cuando pareciera imposible demostrar cómo hizo Jesús sus milagros, lo evidente es que los cristianos no se valen de fórmulas mágicas de ninguna especie, sino del Nombre de Jesús».(15)

La unión del cielo y la tierra (Conclusión 13)

«Hacer magia no es otra cosa que casar los mundos.»

Esta importante Conclusión parece aludir a la frase del principio de la Tabla de Esmeralda, atribuida a Hermes Trismegisto, cuando dice: «Lo que es superior es como lo que es inferior para hacer el milagro de una sola cosa». Todo está en este misterio de la unión de los contrarios.

La obra de la Cábala sería la recepción del Espíritu Santo, como hizo la Virgen María. En las pinturas de la época —recordemos que estamos en pleno auge del Renacimiento— se representa a la Virgen con un manto azul sobre un vestido rojo. En la unión del azul (el cielo) y el rojo (el sentido terrestre) se encuentra el misterio del matrimonio del que habla Pico de la Mirándola. (16)

En la Oración sobre la dignidad del Hombre, Pico de la Mirándola desarrolla esta Conclusión de la manera siguiente:

«Ésta (la magia natural), buceando a través de la fuerzas esparcidas por don gratuito de Dios, las inserta a modo de semillas en el mundo, como sacándolas de los escondrijos a la luz, más que realizar milagros sirve diligentemente a la naturaleza que los hace [...] saca afuera los milagros escondidos en los escondrijos del mundo, en el seno de la naturaleza, en las despensas y arcanos de Dios, como si ella fuera el Artífice; y es a manera como el labrador junta los olmos con las vides, así el mago casa el Cielo con la Tierra, es decir, lo inferior con las dotes y virtudes de lo superior». (17)

Pico de la Mirándola demuestra en esta reflexión su profundo conocimiento de los misterios antiguos. Cuando dice que la magia «saca afuera los milagros escondidos en el mundo» resume el principio de la recepción de la bendición del cielo sobre la tierra, es decir de la Cábala. Pues según el Sefer ha-Zohar, es:

«Mediante el despertar de lo de abajo, se produce el despertar de lo de arriba. Ya que nada se despierta desde arriba si antes no está excitado desde abajo. Y las bendiciones de arriba no se encuentran sino allí donde hay algo (substancia), y no en lugares vacíos donde no hay nada».(18)

En la Conclusión número 12, Pico de la Mirándola dice: «La forma de toda virtud mágica viene del alma del hombre aún no caído.» Ahora podemos comprender mejor su sentido profundo, ya que es gracias a la parte divina enterrada en el hombre que podemos llamar y atraer la gracia del cielo, siguiendo la formula del Sefer ha-Zohar. Esta «alma del hombre aún no caído» manifestada es la luz extraída del caos. E. C. Agrippa, en un capítulo de su Filosofía Oculta dedicado a «Las virtudes naturales que se hallan en toda la substancia de un individuo, y en alguna parte o miembro», habla de las virtudes de la rémora, la celidonia, el basilisco, el perro, la comadreja, etc. y después dice:

«En el cuerpo humano hay un hueso muy pequeño, que los hebreos denominan Lutz, de tamaño de un guisante, que no puede romperse ni lo consume el fuego; y que si se conserva todo entero, como se dice, de él renacerá nuestro cuerpo animal en la resurrección de los muertos, como una planta de una semilla. Y estas virtudes no se conocen sino a través de la experiencia».(19)

En la Conclusión 10, Pico de la Mirándola escribe: «Las maravillas del arte mágico no existen sino por unión y actuación de aquellas cosas que seminalmente y separadamente existen en la naturaleza.» J. Dee, el matemático y cabalista más importante de la época isabelina, explica la siguiente parábola sobre la magia que, a nuestro entender, define el sentido de la Conclusión de Pico de la Mirándola; dice así:

«(Os propongo) esta parábola magica: Nuestra Mónada jeroglífica posee, oculto en el centro del centro, cierto cuerpo terrestre. Por sí misma enseña, sin palabras, a través de qué divino poder deberá ser activado, y que, una vez activado, quedará unido (por un matrimonio perpetuo) a la generatriz influencia lunar y solar, aunque previamente, tanto en el cielo como en cualquier otra parte, hayan estado completamente separadas de ese cuerpo. Cuando esta Gamaaea,(20) (por voluntad de Dios) ha sido consumada (lo cual he interpretado a los parisinos como tes games aian, es decir, ‘la tierra del matrimonio’ o el signo terrestre de la unión influencial) no puede ser nutrida o regada sobre su tierra nativa hasta completar la cuarta, grande y verdadera revolución. Concluida esta progresión, aquel que la sustenta se transformará primero a través de la metamorfosis, y después sólo rarísimamente se manifestará ante los ojos de los mortales. Ésta, ¡oh excelentísimo Rey!, es la verdadera y tantas veces alabada (y sin maldad) invisibilidad de los magos».(21)

El tema del matrimonio entre el cielo y la tierra es también el motivo básico de las Conclusiones 16, 17 y 18, pues en las tres se refiere a: a aquella naturaleza que es el horizonte del tiempo y de la eternidad, y que es propia al mago. Estos dos horizontes o límites encuadran la Pirámide sagrada, tal como explica E. Filaleteo:

«El misterio del denario de los magos, su muy secreta y milagrosa Pirámide de la cual la primera unidad o cono está siempre en el horizonte de la eternidad, pero la base del cual o cuadrilátero se encuentra aquí abajo en el horizonte del tiempo».(22)

La Voz de Dios (Conclusión 20)

«Toda voz tiene virtudes en la magia, porque se forma de la voz de Dios.»

E. C. Agrippa, en la siguiente cita, nos da la dimensión real de esta propuesta de Pico de la Mirándola. Dice:

«Todos nuestros discursos, todas nuestras palabras, todos los hálitos de nuestra boca y todos nuestras voces carecen de virtud en Magia si no están formados por la voz divina... Así, mediante nuestras palabras podemos producir muchos milagros, si están formadas por el verbo de Dios, y por ellas nuestra generación unívoca también se cumple, como dice Isaías: "Señor, hemos concebido ante tu faz, igual que las mujeres conciben ante la faz de sus maridos, y hemos dado a luz al espíritu" [...] Según una tradición pasada de mano en mano, Buda produjo una hija de su costado; y los mahometanos creen firmemente que la mayoría de aquellos a quienes llaman en su idioma Nefesogles nacen sin cópula carnal mediante determinada manera secreta de dispensación divina, su vida, en consecuencia, será admirable, impasible, como angélica, y totalmente sobrenatural. Pero dejemos todas estas ingenuidades y digamos que el único rey Mesías, Verbo del Padre, hecho carne, Jesucristo, reveló este secreto y lo manifestará más ampliamente dentro de un lapso de tiempo [...] los que no nacieron de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, ni de la voluntad de la mujer, sino que tienen a Dios por Padre. En cuanto a la generación unívoca, es aquella en la que el hijo es semejante al Padre de todas maneras y donde el engendrado según la especie es igual al generador, y esa generación es el poder del verbo formado por el pensamiento, verbo bien recibido en un sujeto dispuesto, como semen en una matriz, para la generación y el alumbramiento; digo dispuesto y bien recibido, porque todas las cosas no participan del verbo de la misma manera. Y éstos son secretos muy ocultos de la naturaleza, que no deben ser revelados en público».(23)

En la magia propuesta por Pico de la Mirándola y los cabalistas cristianos se encuentra finalmente la generación mesiánica. Por esto podemos entender las reservas del conde de la Concordia con relación a la magia «que se usa entre los modernos». Toda esta sabiduría los cabalistas cristianos la heredan directamente de los hebreos. Veamos un ejemplo de cómo los rabinos comentan su Torah y comprobaremos la proximidad de las dos filosofías. En el Deuteronomio (XVIII, 10 a 15) leemos:

«No encuentres entre ti quien hiciera pasar a su hijo o a su hija por el fuego, hechicero que hace hechizos, mago, sortilegio ni brujo; ni quien practique encantamientos, consulte a espíritus u oráculos, o interrogue a los muertos. Pues abominación del Señor es quien hace esto; y por causa de estas abominaciones, el Señor, tu Dios, expulsa a ellos delante de ti. Íntegro serás con el Señor, tu Dios. Pues estos pueblos a quienes tú heredas, escuchan a magos y a hechiceros; pero a ti el Señor, tu Dios, no te permitió tal cosa. El Señor, tu Dios, hará surgir para ti un profeta de entre ti, de tus hermanos, como yo; a él escucharéis.»

Los comentadores explican:

«No debes practicar ninguna forma de magia. Es necesario ponerte totalmente en manos del Santo bendito sea, que es el único que puede venir a ayudarte. Que tus palabras y tu corazón estén al unísono. No digas palabras bienintencionadas con la boca que no vengan de tu corazón. Esto es lo que significa: «Integro serás...»; es decir: tu no debes tener sino una sola palabra. No practiques nunca la magia; los profetas vendrán y te revelarán la verdad. La mayor parte del tiempo los magos y los hechiceros mienten. Así se comprende mejor porque la Torah habla de hechicerías y de magia no lejos de los versículos consagrados a las leyes de los profetas».(24)

Los Nombres propios (Conclusiones 21 y 22)

«Las voces no significativas pueden más en magia que las significativas, y se puede entender fácilmente la razón de esta conclusión que es lo más profundo de la conclusión precedente.

Ningún nombre puede tener virtud en la obra mágica, en cuanto significativa y en cuanto sea nombre singular tomado en sí mismo, sino es hebraico o tomado directamente del hebreo.»

Los sabios de todas la naciones han enseñado que los textos inspirados son intraducibles, pues las palabras que el profeta usa tienen valor no sólo en cuanto a su significado concreto y convencional, sino también en ellas mismas. Este valor desaparece en la traducción, pues proveniente del cielo los hombres no lo pueden cambiar según su pequeña inteligencia; así lo explica J. Reuchlin:

«Para sernos útiles los ángeles clementes han encontrado a menudo figuras, caracteres, formas y palabras. Nos han propuesto a nosotros mortales, estas palabras desconocidas, sorprendentes, que nada significan según el uso ordinario de la lengua, pero que nos inducen, provocando la sorpresa de nuestra razón, a buscar asiduamente los ininteligibles, después a venerarlos y amarlos. Tienen un sentido en efecto, no según el beneplácito y la intuición de los hombres,(25) sino según el beneplácito de Dios. Ésta es la doctrina que vuestro contemporáneo y perteneciente a vuestra religión (el cristianismo), el muy sabio conde de la Mirándola os ha transmitido (a los cristianos) a partir de lo que nosotros (los judíos) le habíamos prestado. Ha escrito en sus 900 Conclusiones: Las voces no significativas pueden más en magia que las significativas».(26)

Esta afirmación conduce a J. Reuchlin a presentar y desarrollar el misterio de los setenta y dos nombres que forman el Shem ha-Meforash, el Nombre inefable. Cuando se inscribe el Tetragrama en la Tetractys, la suma de las letras vale entonces 72, y 72 es el número de la multiplicación perfecta. Según la Cábala existen 72 nombres de Dios, por los cuales todo es creado y realizado, que equivalen a los 72 ángeles que suben y bajan por la escalera de Jacob. Agrippa(27) explica cómo se pueden conocer estos nombres leyendo de cierta manera tres versículos de Éxodo formados por 72 letras. Es el Nombre de Dios que el hombre perdió en la caída, pero que Adán poseía en el jardín de Edén. Este Nombre está dado a algunas personas particularmente queridas por Dios que les devuelve esta potencia. En Génesis II, 19 se explica que Adán daba nombre a los seres vivientes, y, nombrándolos los hacia salir del caos, les daba existencia, los creaba por el conocimiento del Nombre inefable. Explica E. C. Agrippa:

«Los Nombres propios son muy necesarios en las operaciones de la Magia, como aseguran casi todos los magos, porque la fuerza o virtud natural de las cosas llega al punto de los objetos de los sentidos, pasa enseguida de ellos a la imaginación, de ésta al pensamiento que la contiene en primer lugar, y la expresa después por la voz y las palabras. Por ello los platónicos dicen que la fuerza de una cosa está oculta en la voz o en la misma palabra [...] Como está escrito en el Génesis: Hizo aparecer todas las cosas ante Adán, para que les diera nombre; y como llamó a cada cosa, le fue impuesto el nombre y estos nombres contienen en sí las fuerzas maravillosas de las cosas.»

Releamos el pasaje bíblico de Génesis II, 18 a 23, que acaba de citar el mago de Nettesheim:

«Y dijo el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda para él". Y el Señor Dios creó de la tierra a toda bestia del campo y a toda ave del cielo, y los trajo al hombre, para ver cómo los llamaría; tal como el hombre llamara a cada ser viviente, ése sería su nombre. Dio el hombre, nombre a todo animal, a toda ave de los cielos y a toda bestia del campo. Y para el hombre no halló una ayuda adecuada. Hizo caer el Señor Dios un profundo sopor sobre el hombre, y éste durmiose; tomó una de sus costillas, y cerró con carne su lugar. El Señor Dios hizo de la costilla que tomó del hombre, una mujer, y la trajo al hombre. Dijo el hombre: "Esta vez, ésta es hueso de mis huesos, y carne de mi carne; a ésta llamará mujer (isha), porque de varón (ish) ella fue tomada".»

Junto a la creación de los animales dándoles Adán el nombre se encuentra, en el Génesis, la creación de Eva. Adán probó de hacerse una esposa entre los seres vivientes que había evocado, pero no encontró ninguna que le conviniera. Entonces Dios hizo caer sobre él un éxtasis, que se debería entender que le mandó la bendición, y, después, sacó a Eva de su costado. Los seres vivientes a los que Adán da nombre son los habitantes del astral, pero Adán busca una «ayuda conforme a él», ésta no se encuentra en el astral sino en el cielo divino, desde allí se la manda Dios por medio del sueño. Aquí se explica la diferencia entre la magia vulgar y la magia divina que Pico de la Mirándola tanto se empeñó en separar. El discípulo de Paracelso, G. Dorn, comenta a propósito de ello:

«Adán lleva oculta en su cuerpo a su Eva invisible, desde el momento en que ambos se encontraban unidos por la energía del Dios supremo [...] Justo es decir, pues, que el mercurio filosófico no es sino el cuerpo más secreto y más oculto de los dos cuerpos estimulados, y no por el mercurio ordinario. Los sabios han acertado al pretender que el mercurio contenía todo lo que buscaban».(29)

El mercurio vulgar se transforma en mercurio filosófico, y en él está todo el poder del mago. El mago, gracias a su poder de evocación tiene la sustancia de los cielos en su mano, como Moisés con su vara, por medio de la cual opera todos los milagros.

El sentido mágico de la «Primavera» de Botticelli

(Conclusiones Órficas)

Pico de la Mirándola escribió, siguiendo las que hemos visto, una serie de 31 Conclusiones sobre los Himnos Órficos a las que llamó: Conclusiones según propia opinión sobre el modo de entender los himnos de Orfeo según la magia, esto es, la sabiduría secreta de las cosas divinas y naturales encontradas primeramente por mí en ellos.(30)

Ninguna de las fábulas de la antigüedad atrajo tanto a los espíritus de los humanistas, seguidores del platonismo, como la de Orfeo, Ficino y Pico se la apropian; contiene todas las dimensiones de su sueño hermético. Orfeo es el primer poeta: sus himnos oscuros celebran los principios del mundo y todas las fuerzas que lo componen. Los milagros operados por su voz, que movía las piedras y calmaba a las fieras, revela el poder total de la palabra sobre el universo creado, es decir la magia. Además, Orfeo es el sucesor de Hermes Trismegisto, el segundo de la cadena de los prisci theologi,(31) que llevó los misterios egipcios a Grecia, y fue el padre, o transmisor, de Baco. Las conclusiones que extrae Pico de la Mirándola de la lectura de los Himnos Órficos empiezan de esta manera:

«Así como la magia secreta fue encontrada por mí por primera vez en los himnos de Orfeo, así no es lícito explicar públicamente lo que encontré. Y así en las conclusiones que siguen me referiré a ellos por medio de aforismos que serán útiles para mostrar estos contenidos sin decirlos y excitar así las mentes de las personas contemplativas.

No hay nada más eficiente que los himnos de Orfeo en la magia natural, si se acompañan de la música debida, de la intención del espíritu y de las demás circunstancias que conocen los sabios.

Los nombres de los dioses que canta Orfeo, si no los pervierten los demonios de los que procede el mal y no el bien, son nombres de las virtudes naturales y divinas y por obra de Dios son de la mayor utilidad para el hombre.

Como los himnos de David sirven maravillosamente para la obra de la Cábala, así los himnos de Orfeo son verdaderamente útiles para la magia lícita y natural».(32)

Pensamos que la aparición de los temas mitológicos en las obras de arte tal y como ocurrió en este momento álgido del Renacimiento se debe a que los artistas concebían sus obras con un fundamento mágico.(33) Nos centraremos para desarrollar esta hipótesis en la más famosa obra de S. Botticelli, la «Primavera», pues es de las primeras en que los temas mitológicos hacen su aparición y porque se desarrolla plenamente en el ambiente florentino en el que se movía nuestro Pico de la Mirándola.

El gran historiador del arte E. Gombrich en un artículo memorable,(34) planteó la muy oportuna hipótesis de que la mujer que preside la «Primavera» de Botticelli no es otra que Isis, según la famosa descripción que de ella hizo Apuleyo en El Asno de oro, cuando a Lucio, el protagonista, le es devuelta la forma humana y se inicia en los misterios de la diosa egipcia. En el fragmento siguiente, citado por E. Gombrich, la diosa explica quién es con las siguientes palabras:

«Héme aquí do vengo conmovida por tus ruegos, ¡oh Lucio!; sepas que soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de las diosas y reina de todos los difuntos, primera y única sola de todos los dioses y diosas del cielo que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y las aguas saludable de la mar, y los secretos lloros del infierno. A mí sola y una diosa honra y sacrifica todo el mundo, en muchas maneras de nombres. De aquí, los troyanos, que fueron los primeros que nacieron en el mundo, me llamaron Pesinuntica, madre de los dioses. De aquí asimismo los atenienses, naturales y allí nacidos, me llaman Minerva cecrópea, y también los de Chipre. que moran cerca del mar, me nombran Venus Pafia. Los arqueros y sagitarios de Creta, Diana. Los sicilianos de tres lenguas me llaman Proserpina. Los eleusinos, la diosa Ceres antigua. Otros me llaman Juno, otros Bellona, otros Hécates, otros Ranusia. Los etíopes ilustrados de los hirvientes rayos del Sol, cuando nace, y los arrios y egipcios, poderosos y sabios, donde nació toda la doctrina, cuando me honran y sacrifican con mis propios ritos y ceremonias, me llaman mi verdadero nombre, que es la reina Isis.»

Insistimos, pues el profesor del Warburg Institute parece olvidarlo, en que esta escena ocurre durante la iniciacion (35) de Lucio en los augustos misterios de Isis y Osiris; no puede ser de otra manera, pues el velo de esta diosa sólo es levantado para aquel que muere al mundo profano y renace en el secreto y santo templo de la diosa. Botticelli levanta el velo que cubre a Isis (Venus como la llaman los chipriotas y los latinos) y nos enseña la «Primavera».

¿Que es la «Primavera»?

Los alquimistas han hablado mucho de ella, pues según ellos es el momento más apropiado para recoger la materia que desciende del cielo.36 Es en Primavera cuando Gabriel visita a la Virgen María. En fin, no es necesario entrar en disquisiciones eruditas para saber qué es la Primavera, basta observar cómo en este momento del año la vida se renueva sobre la tierra, y cómo el espíritu fecundante del cielo hace crecer todas las semillas de la tierra. En la parte derecha de la imagen de Botticelli se personifica al viento primaveral, el Céfiro, que, como comenta E.H., en los textos tradicionales, «está descrito como el viento iniciático por excelencia, expresa el principio de toda vegetación, es el soplo del alma del mundo».37

En Primavera se manifiesta la Primera Materia, el Principio de la Obra alquímica. Esto es lo que vio Lucio y que nosotros podemos contemplar sentados en la Sala Botticelli de la Galería de los Oficios en Florencia. Esta materia ha sido llamada Venus, pues es la madre de todas las cosas. Escribe E. Filaleteo:

«Esta primera materia es ella misma un mundo sin forma, no es un poder ni una pujanza absoluta, ni un aire perfecto, sino solamente una sola substancia virgen siendo dulce como Venus la madre de los Amores, una simiente universal, la mezcla y la unión del cielo y la tierra, de cuya unión procede esta substancia húmeda y espermática, que es la madre de todas las cosas que hay en el mundo, el fuego masculino sulfuroso de la tierra es su padre».(38)

Venus es la diosa del Amor, reina del Deseo. Si la conocemos podremos actuar mágicamente sobre ella y producir todos los efectos deseados, sino todas las operaciones son inútiles.

L. Cattiaux en un versículo de El Mensaje Reencontrado que resume el proceso mágico cuando escribe: «El deseo da la substancia... ». Al contemplar las imágenes de Botticelli, con el espíritu aturdido por su fina y franca belleza, ¿no sabemos reconocer a aquella que es de nuestra propia naturaleza?

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1. Nació el 24 de febrero de 1463, cerca de Módena (Italia), en el seno de una familia principesca; dedicó su corta vida al estudio. Cursó Derecho Canónico en Bolonia, Filosofía y Literatura en Ferrara, Padua y París.

2. El título original es Conclusiones sive Theses DCCCC; existe una edición bilingüe latino-castellana de las conclusiones más importantes: Conclusiones Mágicas y Cabalísticas -1486, ed. Obelisco, Barcelona, 1982. En todas las citas nos remitiremos a esta traducción.

3. La Kabbala Cristiana del Renacimiento, ed. Taurus. Madrid, 1979; p . 62. F. Secret explica cómo Pico se introdujo en el estudio de la Cábala hebrea; de entre los judíos que le enseñaron destaca Elías del Mendigo, a quien conoció hacia 1480; este erudito le hizo conocer las obras más importantes de la Cábala, por ejemplo el Sefer ha-Zohar o el Shaare Orah.

4. Las «Conclusiones mágicas según propia opinión» se encuentran en la edición citada, pp. 71 a 75.

5. Se ha publicado en castellano con el título De la Dignidad del Hombre, ed. Nacional, Madrid, 1984; p. 131. Este texto pretendía ser el discurso inaugural para la discusión de las Conclusiones.

6. Este tratado se ha publicado en la obra de B. Gorceix Alchimie, Traités allemands du XVI siécle, ed. Fayard, París, 1980, p. 188.

7. Esta Conclusión forma parte de la serie Conclusiones según propia opinión sobre le modo de entender los himnos de Orfeo según la magia..., n0 28, Op. cit., pp. 7-81. Ver el apartado octavo y último de este artículo que trata sobre esta serie.

8. Amphithéatre de l’Eternelle Sapience, ed. Arché, Milán, 1975, p. 106. Sobre el «Oratorio», ver el grabado de Kunrath que ilustra este artículo.

9. Ed. Siete y Medio, Barcelona, 1981; p. 72. Reeditado por ed. Sirio, Málaga. Arcángelo de Borgonovo fue un franciscano célebre por comentar las Conclusiones de Pico.

10. Op. cit., p. 87.

11. F. Secret, op. cit., pp. 97-98.

12. F. Secret, op. cit., p. 244.

13. Cfr. Rashi: Comentario sobre Éxodo 2, 4. Éxodo Rabba, 1, 30. Pirqué de R. Eliezer, IV, 2. En el apartado "Los nombres propios" de este artículo, insistiremos sobre este Nombre.

14. Leemos en El Mensaje Reencontrado de L. Cattiaux: «Según suba o descienda, el nombre de Dios es una bendición o una maldición, pues tiene un anverso y posee un reverso. Así, el mismo nombre puede producir la vida o hacer aparecer la muerte, según la manera en que se presente a nosotros y también según la manera en que nos presentemos a él» (XXVII, 46), y «Ciertos Nombres de Dios consumen y otros riegan; ciertos Nombres matan y algunos otros dan la vida; ciertos Nombres de Dios suben y otros descienden». «Estos Nombres divinos se escriben, se deletrean, se nombran y se cantan para dar las formas y para deshacerlas; es un secreto que Dios sólo confía a los renunciados que prefieren morir antes que matar» (XXIX, 41 y 4l’)

15. Contra Celso, ed. b.a.c., Madrid, 1967; p. 44. En la p. 370 Orígenes habla del poder de los nombres en su lengua original que se pierde con las traducciones. Este pasaje es importante porque lo citan todos los cabalistas cristianos.

16. Ver los estudios de E. H. sobre «Los Tarots», en esta misma Puerta.

17. Op. cit. p. 133. F. Keiser, en la obra citada anteriormente, escribe: «La verdadera magia es el fundamento más noble de la Cábala, y está hasta tal punto llena de los misterios supremos más inefables que su meditación revela y desvela tanto el conocimiento del creador Dios en persona como el de la naturaleza entera. Con la ayuda y la asistencia de Dios, saca a la luz todas las energías ocultas a través del mundo entero. Así como el viñador injerta una cepa en un olmo o en un emparrado, el mago sabe unir, y por así decirlo, sabe casar la tierra con el cielo, las energías inferiores con las superiores».

18. Comentario de Gén. XV, 1. Fol 1, 88a. En el comentario de Éx. X-7, leemos: «No pronunciarás el Nombre de Dios en vano». Abrió R. Simeón (...) «Es un pecado mencionar el nombre de Santo en vano, en vacuidad (sin un soporte)».

19. Ed. Kier, Buenos Aires, 1982; p. 37. Es típico de este maestro del Renacimiento mezclar las fórmulas mágicas operativas más variopintas con sentencias de auténtico conocedor que revelan profundos misterios. Las fórmulas sólo sirven para despistar a los que quieren despistar.

20. Del griego gamos que significa ‘unión, matrimonio, boda’. G. Dorn escribe sobre este matrimonio: «La unión, el influjo de las energías celestes en los cuerpos terrestres inferiores y elementarios, ha recibido de los magos y los sabios el nombre de Gamaaea, que designa el noviazgo y la boda de las energías y las propiedades celestes y los cuerpos terrestres inferiores, como si se tratara de un hombre y una mujer». Op. cit., p. 96.

21. La Mónada jeroglíflca, ed. Obelisco, Barcelona, 1992; p. 78.

22. «L’Ame magique cachée», en Le Fil d’Ariane, nº 22; p. 56.

23. Op. cit., p. 341. E. Filaleteo dice al respecto: «Ninguna palabra es eficaz en magia, a menos que sea primero vivificada por la Palabra de Dios. Esto está indicado por se demuestra por el Shem Hameforash de los hebreos, ya que no creen que los nombres de los ángeles sean eficaces a menos que algún nombre de Dios como yah o el se haya unido a ellos. Entonces es por el poder y la virtud de estos nombres que ellos pueden operar» (Magia Adámica, aparecido en este ejemplar de La Puerta, p. 31).

24. Le commentaire sur la Torah, ed. Verdier, Lagrasse, 1987; p. 865. Las «leyes de los profetas» se refiere a la generación mesiánica.

25. Jámblico, a quien Pico de la Mirándola había leído y había reflexionado sobre su obra en una serie de sus Conclusiones, dice al respecto: «No es nuestro pensamiento el que opera estos actos (teúrgicos); su eficacia sería entonces intelectual y dependería de nosotros, y ni una cosa ni otra son verdaderas, sin que nos demos cuenta de ellos, son, en efecto, los signos mismos, por sí mismos, quienes operan Su propia obra, y el inefable poder de los dioses a quienes conciernen estos signos, reconoce sus propias copias sin necesidad de ser despertados por nuestro pensamiento [...] lo que despierta propiamente al poder divino son los mismos signos». Les Mystéres d’Egypte, ed. Les Belles Lettres, París; pp. 62 y 96.

26. De Arte Cabalista, ed. Aubier-Montaigne, París, 1987, p. 234.

27. Op. cit., pp. 305 y ss.

28. Op. cit., pp. 111-112. Escribe al respecto H. Khunrath, op. cit.; p. 120: «La doctrina de las signaturas de las cosas naturales (que es el Arte Hermético) [...] pues por los signos indicativos divinamente impresos y fijados en las cosas naturales, ellos hablan al hombre, les declaran las facultades y las fuerzas y se exponen a ellos como son. Es por esta ciencia que fue conducido Adán, el primer padre de todos nosotros, y él impuso a todos los seres animados de la Tierra y a todos los volátiles del cielo, su nombre esencial y propio. (Gén. 11. 19)».

29. L’Aurore des philosophes, publicado con la obra de B. Gorceix, cit., p. 96. Escribe el autor de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética, (ed. Obelisco, Barcelona, 1985) lo siguiente: «El mercurio universal es el padre de todas las producciones naturales y está aquí porque el mercurio de los filósofos, que es su compendio, está aquí; y su fuerza y su poder serán completos si el artista consigue fijar este mercurio y reducirlo a naturaleza de la tierra, es decir a piedra, que es la piedra de los Filósofos cuya fuerza y poder son, en efecto, incomprensibles».

30. Op. cit., pp. 77-81.

31. Es decir «la teología antigua», dibuja la cadena de filiación hermética que desde Hermes Trismegisto se transmite hasta la época renacentista. Cfr. F. Yates, Giordano Bruno y la Tradición Hermética, ed. Ariel, Barcelona, 1983, pp. 17-155.

32. p. 77. Las relaciones entre la Cábala y el orfismo son realmente importantes en la obra de Pico, algunas de sus conclusiones más importantes se basan en ella, por ejemplo: «Lo mismo es Tifón en Orfeo que Samael en la Cábala. Lo mismo es la Noche en Orfeo que Ein sof en la Cábala. Lo que los cabalistas llaman Hokma, es lo que Orfeo llama Palas».

33. F. Yates estudió especialmente este tema y llegó a conclusiones como la siguiente: «Los magos reales del Renacimiento fueron los artistas. Un Donatello o un Miguel Ángel que supieron infundir, gracias a su excelso arte, la vida divina en sus estatuas», op. cit., p. 127.

34. «Las mitologías de Botticelli: estudio sobre el simbolismo neoplatónico», publicado en Imágenes simbólicas, Alianza ed., Madrid, 1972.

35. Los Himnos Órficos son invocaciones iniciáticas. Por ejemplo en algunos Himnos dedicados a personajes que están en la pintura de Botticelli, leemos (A las Horas): «Venid, por favor, dispensadoras de dichas, siempre propicias a vuestros iniciados». (A Eros): «con pensamientos puros acude a tus iniciados y desvía de ellos los impulsos perniciosos y extraños». (A Hermes): «Bienaventurado, envía, pues, te lo ruego, a tus iniciados un fausto final a sus labores». (A Adonis, relacionado con Afrodita): «Ven, pues, bienaventurado, aportando los frutos de la tierra a tus iniciados». Himnos Órficos, ed. Gredos, Madrid, 1987; pp. 214-218.

36. Textos como el siguiente de Gobineau de Montluisant los encontramos en la mayoría de autores; dice así. «En esta época (marzo, abril y mayo) es cuando el sabio alquimista debe ir al encuentro de la materia y cogerla en el instante que desciende del cielo». Cuatro Tratados de Alquimia, ed. Visión Libros, Barcelona, 1979; p. 144.

37. «El Hilo de Penélope», en La Puerta «La tradición Griega», p. 43. Para la historia de Céfiro, Cloris y Flora, los personajes que se contemplan en la escena de la derecha, cfr. Las Metamorfosis de Ovidio, cap. V.

38. L’Art Hermétique a découvert, ed. Bailly, París, 1989, p. 50.

39. El versículo completo es: «El deseo .da la substancia. La imaginación da la forma. El verbo da el peso. La fe da la vida, pero la pureza del corazón es lo único que permite la unión con Dios creador y renovador de todas las cosas». Y en la columna de la izquierda: «Manifestemos lo de dentro afuera como lo ha hecho nuestro bello Señor descendiendo del cielo. Bendición y maldición proceden de la visión interior del espíritu y de la fe en acción por el verbo», XX, 45’.

sábado, 27 de marzo de 2010

Las Catedrales Góticas


Bastante tinta se ha derramado en torno a las tan magníficas como misteriosas catedrales góticas. Libros que explican sus peculiares y tan distintivas características arquitectónicas, otros que intentan develar sus misterios esotéricos individuales o en conjunto, y otros tantos que rebaten o intentan desmitificar a aquéllos. El hecho concreto es que durante unos 300 años, durante el llamado ‘alto Medioevo’ - siglos XII hasta principios del XV -, se construyeron en Europa cientos de estas monumentales y casi por regla general bellísimas edificaciones, principalmente en Francia, Alemania, España e Inglaterra; no sólo catedrales sino que también grandes iglesias y monasterios. No pretendemos aquí descifrar las controversias existentes ni aportar nuevos antecedentes, sino más bien comentar algunos aspectos significativos desde la perspectiva, no de un entendido o experto, sino del espectador de su esplendor, del que simplemente disfruta el poder participar de su exuberante belleza y ambiente interior, y de algunos elementos de su simbología.

El Gótico

Existe consenso en que el gótico comienza con Saint Denis, en las afueras de París, por los alrededores del 1140, Basílica que ocupa un sitio que había visto construirse, modificarse y demolerse un mausoleo y varias iglesias previas, a partir del siglo IV. Hasta donde se sabe, el nombre “gótico” fue acuñado por el pintor, arquitecto, comentarista y biógrafo italiano G. Vasari en el siglo XVI, quien también creó el término de Renacimiento para su propio tiempo, y que perdura hasta hoy. El término gótico era una forma de situar al nuevo estilo, despectivamente, por debajo del clasicismo y neo clasicismo imperante en Italia y que era considerado el summum bonum. De hecho, el estilo gótico poco prendió en Italia. La referencia aludía al ‘arte de los godos’, lo que equivalía a decir ‘de los bárbaros’ germánicos. Por su parte, el deliberadamente mítico Fulcanelli, aludido como un ‘alquimista del siglo XX’ y supuestamente muerto antes de 1940, sale al paso de la interpretación del término:

“Algunos pretendieron, equivocadamente, que provenía de los Godos … Algunos autores perspicaces y menos superficiales, impresionados por la semejanza que existe entre gótico y goético, pensaron que había de existir una relación estrecha entre el Arte gótico y el Arte goético o mágico …. Para nosotros, arte gótico no es más que una deformación ortográfica de la palabra argótico, cuya homofonía es perfecta, de acuerdo con la ley fonética que rige… la cábala tradicional. La catedral es una obra de arth goth o de argot. Ahora bien, los diccionarios definen el argot como “una lengua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que les rodean”. Es pues, una cábala hablada”.

Y va más lejos aún:
“Los argotiers, o sea, los que utilizan este lenguaje, son descendientes herméticos de los argo-nautas … en busca del famoso Vellocino de Oro …. El argot ha quedado como lenguaje de una minoría de individuos que viven fuera de las leyes dictadas, de las convenciones, de los usos y del protocolo, y a los que se aplica el epíteto de voyous, es decir, videntes, y la todavía más expresiva de hijos o criaturas del sol. El arte gótico es, en efecto, el art got o cot, el arte de la Luz o del Espíritu” (1).

Sea cual sea la verdad, resulta evocador considerar al gótico como un ‘arte de Dios’, como una forma de expresar realidades que trascienden el mundo de los sentidos meramente físicos. Resulta evidente que la máxima expresión del arte gótico tuvo lugar en la arquitectura religiosa, por sobre la pintura u otras manifestaciones, en un contexto histórico de todavía fuerte impronta feudal y en la que la riqueza se encontraba muy concentrada en unos pocos individuos e instituciones, lo que permitió no sólo su concepción sino que también su realización, tanto para ensalzar a la divinidad como al que aportaba el capital, quien se ganaba una parcela de honor dentro de la obra, a menudo siendo representado en alguna de las esculturas.





Prácticamente todos los elementos encontrados en la arquitectura gótica existían con anterioridad a la misma, sin embargo la originalidad fue la forma de combinarlos y la inconfundible verticalidad de la estructura total. Sus principales características son su arco ojival o ‘apuntado’, que aunque se encuentra presente en la arquitectura morisca por ejemplo, en el gótico alcanza su máxima expresión y elongación, y la bóveda de crucería. La arquitectura gótica no es, desde luego, homogénea, presentando diferencias regionales y una evolución en el tiempo desde el hibridaje con el estilo románico hasta el gótico más barroco del último período (gótico flamígero). En su origen, el estilo gótico habría buscado satisfacer la necesidad de mayor luminosidad interior, que era una de las carencias de las iglesias románicas. Pudo desarrollarse muchas formas diferentes de satisfacer esta necesidad, pero se llegó a esta, a esta sorprendente ecuación entre monumentalidad y liviandad, entre sustento versus transparencia y agujas o torres aciculares que se pierden en el cielo. El principal cómplice del resultado fue la utilización de arbotantes en el exterior uniendo los contrafuertes con la bóveda, de modo de estabilizar a la inmensa elevación sin tener que aumentar la base o engrosar en demasía las paredes. Los arbotantes, en línea simple o doble no inciden en aumentar el ‘peso visual’ de la estructura, sino todo lo contrario, al permitir por transparencia la visión del estilizado cuerpo principal.





La bóveda de crucería por su parte eleva las miradas inevitablemente hacia lo alto, hacia el interior de cúpulas sostenidas por finos nervios de piedra. Por lo general, tanto las columnas como cornisas y todo el decorado evita las formas cilíndricas, prefiriéndose las piriformes o apuntadas de modo de evitar el peso visual de todas las estructuras, que de este modo se ven tenues y hasta flexibles. Los sistemas de bóvedas de crucería y de arbotantes, que permitían enormes calados en las paredes y fachada, sumado a la altura de las estructuras es lo que ha creado el concepto de ‘desmaterialización del muro’ en las catedrales góticas. Todo apuntando hacia lo alto, todo elemento subyugado a la elevación de las – por contraste - minúsculas almas apegadas al suelo. Las variantes más barrocas de las bóvedas de crucería buscaban al mismo tiempo el efecto estético y una mejor resonancia acústica para los cánticos. Los elementos de ornamentación, como repisas para imágenes o esculturas, soportes de columnas, pináculos, gárgolas, doseles, crestería, aún llegando al recargamiento en muchos casos, cumplen con realzar la liviandad al conjunto, llegando a las más increíbles filigranas, calados geométricos, y agujas pétreas finamente talladas.

La planta puede ser rectangular o - la mayor parte de las veces - en forma de cruz latina. Pero más allá de los detalles técnicos, el protagonista, al interior, es la luz, el color, el espacio, la elevación. Los rosetones policromados en los tímpanos, de gran colorido y con las más variadas representaciones, adquirieron gran desarrollo en el período, normalmente decorando la fachada, aunque se encuentran vidrieras en todo lo alto de la estructura y a menudo constituyendo gran parte de las paredes del cimborio.





Resulta asombroso hasta hoy el tamaño de algunos de estos templos, los cuales podrían haber contenido el doble o el triple de la población del lugar, y superando en mucho a cualquier otra edificación regional. Inmensidad no imprescindible, pero simbólica para convertirse en el núcleo de la actividad de la población, y referencia permanente tanto espiritual como cívica y geográfica. La iglesia gótica era en efecto el corazón de la acción, no sólo a través del culto, sino que también de anuncios públicos y debates, entierros, bautizos, enseñanzas, juicios, cotización de productos, bendición de la nueva actividad, o el punto de partida de carnavales y procesiones. Las ‘minúsculas almas apegadas al suelo’ no estaban sin embargo pegadas al suelo; la inmensidad del espacio y la omnipresente inmaterialidad permiten hasta hoy la elevación interior en un acto de íntima ascensión hacia la luz y el espacio absidal. El contraste de la inmensidad con respecto al individuo le facilita el desprendimiento de sí mismo en cuanto ser aislado y de sus aspectos más densos y temporales, de sus preocupaciones cotidianas, a través de, paradójicamente, lo que le están informando sus mismos sentidos físicos. Así pues, por más indiferencia que la catedral gótica parezca tener con cualquier cosa que se encuentre pegada a la tierra, con su misma inmensidad, luz y colorido lo invita a esa liberación, a expandirse a todo el espacio, a la totalidad y el infinito, acompañándola en su movimiento ascendente, ‘como un organismo que crece hacia el sol’, según la expresión de René Huyghe (2).

Un templo es un área de conjunción posible entre materia y espíritu, entre principios opuestos dentro de un mundo de dualidad. Mediante un acto mágico, o de consciencia, se busca la experiencia del ágape, donde los principios opuestos puedan coincidir, en el espacio: la materia sutilizada, asciende, contactando la luz que desciende. Esta coincidencia de los opuestos en un instante sin tiempo es la que se simboliza en la mandorla, el espacio coincidente de dos círculos que se superponen parcialmente (ver artículo en Revista Alcione/Mitología y Simbolismo). Cada arco, cada galería, cada bóveda, en el gótico, es una mandorla parcialmente visible que se sumerge en la tierra y que nos invita a esa comunión.





Puede considerarse al templo como una gran matriz dispuesta a la fecundación espiritual: los múltiples y pequeños gametos, los feligreses, ávidos de ser transformados y nacer a una nueva vida, a una consciencia iluminada; ella puede suceder o no, esa es una posibilidad individual. Dice Ortega y Gasset:
“Yo soy un hombre español, es decir, un hombre sin imaginación....El arte español, es realista...el pensamiento español, es realista... Y lo peor es que el otro día entré en una Catedral Gótica...Yo no sabía que dentro de una Catedral Gótica habita siempre un torbellino; ello es que apenas puse el pie en el interior fui arrebatado de mi propia pesantez sobre la tierra...Y todo esto vino sobre mí rapidísimamente. Puedo dar un detalle más común a aquella algarabía, a aquel pandemónium movilizado, a aquella realidad semoviente y agresiva...” (y ya fuera de la catedral, se sentó a contemplarla y a recordar lo que había vivido dentro de ella) “había mirado hacia arriba, allá, a lo altísimo, curioso de conocer el acontecimiento supremo que me era anunciado, y había visto los nervios de los pilares lanzarse hacia lo sublime con una decisión de suicidas, y en el camino trabarse con otros, atravesarlos, enlazarlos y continuar más allá sin reposo, sin miramiento, arriba, arriba, sin acabar nunca de concretarse; arriba, arriba, hasta perderse en una confusión última que se parecería a una nada donde se hallara fermentando todo. A esto atribuyo haber perdido la serenidad.” (2)



Los constructores

Tanta tinta como sobre las catedrales mismas se ha derramado sobre sus autores y artífices y la simbología oculta impresa en cada una de sus partes constitutivas y ornamentaciones. Su origen llega hasta el antiguo Egipto pasando por Hermes Trismegisto, la escuela pitagórica, templarios y alquimistas. Se los ha señalado las más de las veces como Templarios, pero también como los herederos de los druidas. Se ha dicho que cada maestro constructor a cargo de una obra era un iniciado en geometría sagrada, numerología, alquimia, matemáticas, y que el grupo a su cargo se encontraba bajo la ley del secreto, siendo instruidos por niveles de acuerdo a su desempeño, grado de compromiso y habilidad para captar las instrucciones simbólicas. Asunto nada fácil si se considera que varias de las catedrales del período demoraron más de una generación en construirse, en cuyo caso el conocimiento oculto habría pasado en forma oral a un sucesor preestablecido para que pudiera concluir la tarea. Al fallecimiento de un maestro constructor, este era enterrado en la misma catedral. Muchas piedras contienen inscripciones pequeñas y misteriosas en sus esquinas que a menudo han sido consideradas como la firma de su autor, pero que también han sido objeto de múltiples interpretaciones diversas.

Estos maestros con conocimientos profundos de verdades universales habrían sido los orígenes de la orden masónica, que mantiene hasta la actualidad los símbolos de geometría y albañilería (compás, escuadra, nivel, plomada). La masonería, como sociedad iniciática, atraía a hombres valiosos interesados en sus principios y filosofía, motivados por la dedicación a lo eterno, la que plasmaban materialmente en los inmensos libros de piedra, generación tras generación. Su mayor recompensa era la participación en la construcción de la obra, aunque muchas veces no alcanzaban a ver concluido el fruto de sus esfuerzos. La convicción de que la obra superaba a sus autores era tan poderosa como para no sólo inspirar, sino que perseverar en elevar hacia el cielo las magníficas construcciones para gloria del Creador.

Se seguía la tradición pitagórica en cuanto a considerar los números, y las relaciones entre ellos, como principios sagrados y pre-existentes, es decir, como núcleos energéticos que manifestaban el lenguaje divino. Sobre esta base, sólo algunos elegidos podían conocer los secretos matemáticos, que le daban acceso a un conocimiento universal, y como tal, sagrado. De forma semejante se consideraba a la geometría, y no es rara la representación de Dios, compás en mano, diseñando su obra. Así pues, las relaciones entre alto y ancho, entre base y longitud, etc., expresaban conceptos universales, como en el pentagrama, el hexagrama, la década, y la proporción áurea o divina (Phi), esta última presente en toda la naturaleza y representando la relación perfecta entre belleza y función, o la belleza perfecta producto de la verdad (3).





Todos estos principios pretendían crear un ‘arte objetivo’, es decir, que las relaciones geométricas y numéricas de la forma y volúmenes de la estructura provocaran un estado de consciencia similar en quienes ingresaban a la catedral, creando un verdadero cielo en la tierra.

Una vez escogido cuidadosamente el lugar que ocuparía el templo, por parte del maestro de la obra, de acuerdo a la constitución del lugar, existencia de cuevas, manantiales, aguas subterráneas o cultos previos, su fundación partía desde la orientación de la planta. Se utilizaba para esto un gran círculo fundacional sobre el que se representaría al cosmos; en su centro, una estaca, cuya sombra determinaba el punto exacto del orto y del ocaso del sol, determinación que era completamente pura si se realizaba en alguno de los equinoccios. De esta forma se establecía el eje mayor de la construcción, ligándolo desde sus inicios con el universo a su alrededor. De ahí en adelante, la obra avanzaba desde la cabecera, la girola, el presbiterio y el coro, los brazos, las naves, y por último la fachada. La mayoría de las catedrales góticas están orientadas de modo que al despuntar el sol su luz ingrese por la cabecera a la nave, opuesto a la entrada, de modo que los feligreses accedan desde la oscuridad exterior, material y profana, avanzando progresivamente hacia la sagrada luz proveniente desde el ábside.

Los símbolos

La abundante y variada simbología presente en la arquitectura gótica puede asombrar al espectador, debido a la diversidad de las fuentes aparentes. En efecto, en el arte gótico se mezclan y superponen con total soltura tanto elementos de la religión católica ortodoxa como muchos otros, producto de sincretismos con religiones precedentes, además de otros considerados francamente paganos y hasta heréticos. La primera interrogante que asalta al espectador es si esta representación era admitida con conocimiento de causa por la religión oficial - que dicho sea de paso, gobernaba desde los actos más públicos hasta los más eminentemente privados de los ciudadanos - o si pasaron inadvertidos en medio de la majestuosidad del conjunto. O, dicho en otras palabras, cómo se las habrían arreglado estos ‘constructores ocultistas’ para introducir conceptos esotéricos milenarios y diversos, simultáneamente, en tantas catedrales europeas, en tiempos de Inquisición, sin oposición de la jerarquía religiosa. Aparentemente, lo que se pretendía era compendiar todo el conocimiento disponible en estas verdaderas enciclopedias de piedra de modo de representar mejor al universo y conducir así al feligrés hacia el Ser Superior. Para algunos autores, y al menos en el Alto Medioevo, la Inquisición perseguía más al demonio que al pagano, y por tanto no habría sido contraria a las creencias o conceptos paganos (mientras no fueran francamente heréticos), los que aspiraba a convertir antes que a demonizar. La persecución pagana más sangrienta vendría después.





En cuanto a los símbolos mismos, se encuentran en gran número aquellos que han sido interpretados como símbolos alquímicos de transformación, y también abundan dragones, demonios, caduceos, seres mitológicos, laberintos, esfinges, representaciones ‘cristianizadas’ de cultos egipcios, griegos y otras culturas anteriores, como asimismo representaciones zodiacales. Hasta nuestros días, los Cuatro Evangelistas han sido simbolizados en los cuatro signos fijos zodiacales mediante un Toro, un León, un Águila y un hombre, en torno a la imagen de Cristo, como los cuatro pilares constructores de esa religión. Pero en las catedrales góticas aparece en varias escenas Cristo, tanto esculpido en piedra como en vistosos vitrales, rodeado de los doce signos zodiacales, como transposición simbólica de los doce apóstoles, lo que es una asignación esotérica no aceptada oficialmente por la Iglesia. Y no siempre los signos aparecen en la secuencia normal - como ocurre en la fachada Oeste de la catedral de Chartres, por ejemplo -, lo que ha dado lugar a otro torrente de exégesis y teorías diversas. Se repite, en muchas catedrales góticas, la representación de Baphomet, un supuesto ídolo herético que ha derivado en acepciones diabólicas a partir de E. Lévi (1854), pero cuya etimología griega significaría sólo ‘bautismo de sabiduría’. Por último, en algunas se han conservado y forman parte de la misma, menhires y/o dólmenes de cultos previos en los sitios de fundación (5).





Pero así como la iglesia o la catedral puede ser considerada como una gran matriz para concebir una nueva vida a otro nivel de consciencia, en sí misma, físicamente, también es la representación de un cuerpo humano, facilitada por la forma cruciforme de muchas de ellas. Desde la puerta de entrada, en la sombra, coronada en lo alto por el rosetón único, o uno central con dos laterales, que constituyen el primer chakra (rueda) mayor de los cuerpos sutiles del hombre, o chakra raíz, en la base de la columna vertebral, con sus dos chakras medianos a los costados. Muchas veces hay una doble puerta, y la persona que ingresa queda en la zona oscura entre ambas, la cancela, como un foyer o antesala. A este nivel, o pasando la segunda puerta, suele haber una pila de agua bendita para purificarse del mundo exterior o de lo que queda atrás, para avanzar, en una hipotética realización suprema, hasta el fuego espiritual (los dos bautismos). Cada segmento del recorrido interior de la nave representa un centro energético de los cuerpos sutiles, hasta llegar al séptimo, el chakra coronario, en el ábside o la cúpula sobre el altar, y en la coronilla de la cabeza del hombre. Es a este nivel que puede suceder la fecundación por el espíritu, si se han superado adecuadamente los niveles precedentes de los chakras anteriores. En teoría, el recorrido por la nave - en sentido contrario a cómo fue construida -, expresa un viaje iniciático de transmutación energética, aunque pocos lo comprendan o recuerden. En el camino, tanto ángeles como demonios velan, protegen los secretos, advierten los peligros y guían simbólicamente al buscador durante su trayecto hacia Cristo, acompañando su transformación y renacimiento.





Los cabalistas han asignado a cada segmento de la catedral, de forma semejante, un Sephirot, desde Kether, Kjokmah y Binah en la cabecera, asociados en el Cristianismo a los núcleos Padre, Hijo y Espíritu Santo, hasta Malkuth, el mundo físico, en la antesala de la entrada (4).

La simbología resulta interminable y su estudio puede durar años; es imposible de abarcar en un artículo sólo referencial. Para sólo mencionarla, existe la interpretación gemátrica de las catedrales, en la cual cada símbolo o cifra numérica tiene su equivalencia en letras del alfabeto griego o hebreo, de modo que las magnitudes numéricas de una estructura se transforman en una palabra significativa o un concepto sagrado que señala una realidad más allá de la apariencia de las cosas. En suma, así como la catedral gótica pretendía ser la Jerusalén Celestial, de forma análoga es el ser humano, con toda su divinidad potencial. Con este propósito, los maestros constructores elaboraron su gran obra de modo que sirviera a la construcción del templo íntimo de cada uno de nosotros.

Isabel De Veer



Notas:
(1): Fulcanelli,- El Misterio de las Catedrales,-Ed. Daniel Vergara, 2006.

(2): Ortega y Gasset,- La Deshumanización del Arte.Citado por M. Elena Hernández A. en su monografía “Poética Espacial de la Catedral Gótica”, www.architecthum.edu.mx

(3): Dice Vitrubio (siglo I a.C.) de la relación áurea: “Para que un espacio dividido en partes desiguales resulte estético y agradable debe haber entre la parte más pequeña y la mayor la misma relación que entre esta parte y el todo”. Su expresión numérica la estableció el matemático L. Pacioli (1445-1517) en una fórmula cuyo resultado es 0,618, llamado el ‘número de oro’ o Phi, para la creación de cualquier diseño equilibrado y a la vez dinámico. Numerosos pintores y creadores lo han utilizado como base de sus obras, desde el Renacimiento.

(4): Carlos Sanguino.- El Misterio Gnóstico de las Catedrales.-Ofic. de Inf. Técnica, Madrid, 1993.

(5): El Mensaje Esotérico de las Catedrales,-Rev. Año Cero, Año XVIII, Nº 05-202.

(6): Stephen e Skinner .- Geometría Sagrada: Descifrando el Código
Ediciones Gaia

miércoles, 24 de marzo de 2010

Aprender a Pensar


Damos por supuesto que el hombre es un animal pensante. Pero existe un mundo de diferencia entre lo que puede ser llamado pensamiento natural y aquel deliberadamente desarrollado y entrenado. El hombre es también por naturaleza un animal usador de herramientas. Pero sabemos la diferencia que hay entre la capacidad de uso de herramientas entre los fueguinos y la de un ingeniero civil adiestrado; y conocemos la diferencia entre esa capacidad del ingeniero y la de un funcionario inexperto. Esto es con seguridad un asunto de posibilidades innatas. Ningún sistema de educación técnica aplicada a un fueguino podría hacer de él un Edison. La herencia racial fija límites, los cuales, si bien puede ser que nunca se alcancen, de ninguna manera pueden ser sobrepasados.

Por otra parte, dada una misma herencia racial, el desarrollo de las posibilidades connaturales depende del empleo que cada cual dé a sus recursos. Un empleado puede convertirse en un ingeniero de primer orden; sus dotes hereditarias pueden permitirlo perfectamente. Pero en la ausencia de un desarrollo y entrenamiento adecuados, su capacidad potencial nunca se hará realidad. Lo mismo es con el pensamiento. La humanidad varia racialmente en un muy alto rango. Pero, aun en la misma raza, individuos con las mismas posibilidades hereditarias realizan sus capacidades en grados muy distintos. Y la diferencia, en su caso, depende del entrenamiento.

Hay dos tipos de entrenamiento que tienen el efecto de desarrollar y realizar una determinada capacidad hereditaria para pensar: el adiestramiento accidental y aquel debido a un proyecto deliberado. Supongamos, por ejemplo, que dos muchachos con la misma capacidad pensante potencial son colocados, el uno como ascensorista y el otro como aprendiz de ingeniero. Es obvio que este último tendrá que desarrollar más su capacidad pensante que el primero, por la sola condición de tener que adaptarse a su trabajo. Potencialmente son iguales, comienzan nivelados. Pero debido al hecho de que las circunstancias apremian a uno de ellos, pero no al otro, a desarrollar su potencialidad y realizarla, él parece ser, y es, un mejor pensador, es decir, más humano.

Podemos llevar esta idea aún más lejos. La gran mayoría de la gente tiene grandes potencialidades de pensamiento, mucho más allá de lo que comúnmente se sospecha: pero muy rara vez se dan las circunstancias a su alrededor de tal manera que necesiten actualizarse, así la gran mayoría muere sin darse cuenta de más que una fracción de sus poderes innatos. Los que han nacido para ser millonarios viven y mueren en la pobreza por la carencia de circunstancias que los habrían compelido a convertir su pasivo en activo.

Pero es sólo a un nivel pequeño que podemos controlar las circunstancias. Por una parte, la mayoría de aquellas que nos influyen fueron determinadas antes de que fuéramos lo suficientemente mayores como para haber tenido derecho siquiera a participar. Por otra parte, dichas circunstancias dependen en alto grado de aquello que llamamos suerte u oportunidad. Y aun cuando nos parece tener una decisión en nuestras propias manos, nuestra elección es en gran medida limitada y predestinada por nuestras circunstancias casuales pasadas. Teóricamente podemos ponernos en cualquiera de muchas situaciones diferentes en el día de mañana, que nos presionen a pensar. Pero sólo en una de mil veces «elegiremos» las futuras situaciones por su valor para nosotros como oportunidad para desarrollar pensamientos, en vez de hacerlo sólo de acuerdo a nuestros hábitos ya formados. De hecho, las circunstancias nos elegirán a nosotros. Así, si el desarrollo de nuestro poder de pensamiento es dejado a su merced, las oportunidades para un enriquecimiento que sobrepase lo «natural», es decir, lo fácil. son remotas. No pensaremos más de que es necesario pensar y nuestro nivel de desarrollo dependerá del puro y simple azar.

El entrenamiento no «natural», y que no depende de las circunstancias, puede ser considerado y deseado deliberadamente; y, al contrario del primer tipo de entrenamiento, requiere del empleo de ciertos ejercicios determinados. Un herrero no necesita ejercicios gimnásticos para desarrollar los músculos de sus brazos; ellos se fortalecen naturalmente durante el curso de su trabajo. Pero un escribiente que desee ser un atleta debe practicar ejercicios físicos deliberadamente con ese fin. De igual forma, para un hombre cuyo trabajo no requiere esfuerzo mental, o para uno cuya ocupación eventual no le exige suficiente esfuerzo o un esfuerzo lo suficientemente variado para satisfacer su percepción de capacidad innata, los ejercicios especiales y el entrenamiento en pensar son indispensables. Posiblemente él no llegue a parte alguna sin ellos. A menos que realice ejercicios especiales, está condenado a sólo permanecer tan desarrollado como las circunstancias lo demanden, Su poder de pensamiento es creado por circunstancias casuales.

Hay muchos colegios cuyos profesores enseñan ejercicios diseñados para desarrollar el poder del pensamiento. Algunos son buenos; otros, malos; y es difícil distinguir entre ellos sin una prolongada observación que involucra la pérdida de mucho y valioso tiempo. ¿Existe alguna forma simple pero efectiva, que cualquiera pueda emplear sin profesor, sin clases, con la sola resolución de conseguir algo?

Dado el deseo de desarrollar el propio poder de pensamiento y así pensar como un hombre y no como una máquina, ¿existe alguna forma de fácil alcance que cualquiera de nosotros pueda empezar a practicar? Sin ir a un gimnasio el empleado puede desarrollarse físicamente, al menos lo suficiente para brindarse mucha satisfacción. ¿Puede uno desarrollarse mentalmente de similar forma y bajo similares condiciones? La respuesta es sí.

Sáquese el reloj y observe el recorrido del segundero. Realiza su circuito en sesenta segundos. Observe el puntero desde que comience un nuevo círculo sin dejar que su ojo vague desde él al dial del reloj, sino que manténgalo enfocado al puntero que se mueve. Cuando usted esté honestamente seguro de que puede mantener su foco de atención en el segundero durante una revolución completa, habrá dado un importante paso en el desarrollo deliberado de su poder mental.

Ahora otro paso. Manteniendo su enfoque como antes, cuente mentalmente del uno al diez y viceversa, lentamente, durante el curso de una vuelta del segundero. Notará que esto requiere una doble atención. Usted está observando el movimiento del puntero y al mismo tiempo contando deliberadamente, Al principio puede ser fácil, pero repítalo una y otra vez hasta que se vuelva difícil; entonces ¡ hágalo ! Esta es una recomendación muy importante.

El siguiente paso es agregar a estas dos actividades simultáneas una tercera. Mientras continúa observando el segundero y contando mentalmente, dígase algunos versos que conozca.

Practique a menudo, dondequiera que tenga minutos libres, y el efecto en su poder mental y concentración será rápidamente notorio.


A. R. Orage


Traducido y extractado por Silvia Rodríguez de
"Psychological Exercises & Essays"
Samuel Weiser Inc.