El ocultismo práctico es un método de adiestramiento personal, un sistema de educación en el
estricto sentido de la palabra, que significa “hacer salir”. Los poderes que han de manifestarse están ya presentes en la vida interior del aspirante. Su propósito es descubrir tales potencias ocultas y aprender el mejor modo de emplearlas.
Así es como los grandes textos de la Sabiduría Eterna siempre insisten en que la lección
fundamental que todos debemos aprender es que no existe límite para las posibilidades del Espíritu en el hombre. Los Oráculos Caldeos nos dicen: “Explora el Río del Alma, de donde, o de cuyo orden provienes, de modo que aunque te hayas convertido en un siervo del cuerpo, puedas ascender de nuevo al Orden del cual descendiste, uniendo las obras la razón sagrada.”
El Chhandogyopanishad declara: “El Ser que está más allá del pecado, la decadencia, la muerte, la
pena, que no requiere comida ni bebida, que todo él es deseo cumplido, pensamiento realizado,
debe ser buscado, debe ser perseguido: Tiene acceso a todos los mundos, todos sus deseos
cumplidos, y habiendo conocido ese Ego, lo verifica completamente en sí y en todo.” Y Lao-Tze
pregunta “¿De qué otra manera puedo llegar a conocer las leyes que gobiernan todas las cosas, si no es observándolas en mí mismo?”
Siempre que tengamos en cuenta el principio fundamental de que el entrenamiento oculto es
una técnica para extraer poderes que ya están presentes en nosotros, podremos distinguir el
auténtico esoterismo de sus muchas falsificaciones. ¿Nos están ofreciendo algo que demanda
obediencia ciega a la autoridad? ¿Alguna organización pretende que puede comunicarnos poderes, siempre que cumplamos los votos requeridos y que paguemos los inevitables honorarios
(inevitables, incluso aunque estén disfrazados de “amorosas donaciones”)? Usted ganará mucho al rehusar tales propuestas.
No hay maestros ni organizaciones que puedan darle poderes que usted no posea ya.
Los maestros son necesarios, y para cierta clase de entrenamiento esotérico, las
organizaciones parecen ser indispensables. Pero cuando mejor conoce su trabajo un maestro, mejor comprende que su tarea es evocar en vez de comunicar. Muchos de nosotros sabemos que hay círculos dentro de círculos en las organizaciones esotéricas, pero también sabemos que el valor real del trabajo en grupo consiste en la oportunidad que proporciona para la expresión concertada del poder que está centrado en cada miembro del cuerpo del grupo.
En cada ciudad encontramos un cierto número de esos desdichados a quienes un amigo
mío llama “maestroadictos”. Haga el circuito de las conferencias en su ciudad y encontrará las
mismas caras en todas las reuniones. Todos buscando en vano más luz donde nunca la encontrarán.
Cada vez que algún parlanchín aparezca por la ciudad irán en tropel a escucharle. Se sentarán a los pies del próximo “lo más... del mundo” y así seguirán, Ad infinitum y ad nauseam. Pero de un modo u otro, nunca encontrarán que es lo que siempre han estado esperando. ¿Cómo podrían encontrarlo cuando, no solo buscan en el sitio equivocado, sino que también se confunden totalmente respecto al punto principal del entrenamiento oculto?
Lo más que puede hacer un maestro es presentarle a su propio ser y mostrarle una forma de mejorar las maravillosas oportunidades que ofrece tal reconocimiento. Si es un maestro que
valga la pena, no le permitirá permanecer únicamente a la escucha, ya que sabrá que escuchar
conferencias y leer libros no es educación. La única cosa que evocará nuestros poderes internos es la acción y en toda la literatura de la Sabiduría Eterna no hay un dicho mejor que la enérgica
afirmación de Eliphas Levi: “Debemos hacer a fin de ser”
La acción, no obstante, comienza en la mente, y el primer paso hacia la evocación de nuestros
poderes ocultos es la práctica de la concentración. Es usted humano si, en este punto, su impulso es saltarse el resto de este artículo, ya que es improbable que cualquier lector de MAS LUZ haya
podido evitar parte de la voluminosa profusión de datos sobre este tópico que la prensa nos ha
proporcionado durante las últimas cuatro o cinco décadas.
Pero si puede resistir dicha tendencia natural hasta que haya leído un poco más, quizá pueda
encontrar en el resto del artículo algo que justifique el reprimir tal impulso. Puede que renazca su
interés si le digo que, en primer lugar, no existe ninguna dificultad en particular en cuanto a la
concentración, a pesar de todo lo que se ha dicho o escrito en sentido contrario.
Sin duda es difícil, si no completamente imposible pensar en una sola cosa, con exclusión del
resto, durante un período de tiempo considerable. Puede que haya gente que pueda hacerlo, tal
como hay gente que puede ponerse de cabeza y hacer malabares con seis cuchillos. Pero esto no es lo que los ocultistas consideran como concentración.
Lo que se plantean no es tan espectacular, pero es mucho más útil. El truco está simplemente
en mantener la atención sobre una idea central, a la vez que dejamos que la mente dé vueltas, por así decir, alrededor del centro elegido. Esto requiere cierta práctica, ciertamente, pero la misma que cualquier cosa que valga la pena. Se necesita práctica, no porque concentrarse sea difícil, sino porque la mayoría de nosotros no estamos acostumbrados. Lo primero que hay que tener en cuenta es que hay que seleccionar algo sobre lo que concentrarse. Debe ser un acto intencionado, y no una mera entrega a lo que en un momento dado sea lo más interesante. Tome un objeto familiar, por ejemplo, un lápiz. No lo examine de cerca al principio. Simplemente mírelo, y entonces póngase a traer a la superficie de su consciencia todo lo que sabe acerca de los lápices. Al mismo tiempo, mantenga la corriente de ideas girando alrededor de este lápiz en particular. Puede hacer esto fácilmente observando si los fragmento de conocimiento acerca de los lápices que comienzan a emerger de las profundidades de su consciencia interna están relacionados con su lápiz por su semejanza o si se refieren a otra clase de lápiz.
Al poco rato, habrá llegado, tarde o temprano, al final de todo lo que usted sabe acerca de los
lápices. Entonces, el próximo paso es dedicar un poco de tiempo a considerar aquello que usted no conoce acerca de este particular implemento de escritura. Encontrará que hay una virtud mágica en este ejercicio. Muy poca gente parece comprender cuan útil nos es medir nuestra ignorancia. No me voy a detener aquí para decirle cual es la magia, ya que deseo que experimente el placer de descubrirlo usted mismo.
El tercer paso es coger el lápiz y examinarlo tan cuidadosamente como pueda. En este momento seguramente notará ciertos detalles que al principio se escaparon de su atención. Algunos
de ellos tendrán relación con su acopio de conocimientos sobre lápices. Otros pertenecerán al grupo de cosas que ignora respecto del mismo tema.
Llegados a este punto, interrumpa el ejercicio y vaya a ocuparse de sus asuntos cotidianos.
Pero repita el ejercicio varias veces cada día, usando un objeto diferente cada vez. Recuerde que ha de usar siempre un objeto real durante los primeros ejercicios. Haciéndolo así, se irá acostumbrando a los fundamentos de la concentración y disfrutará de más de una sorprendente aventura mental, de modo que no tendrá dificultades en mantener su interés.
Después de una semana con este entrenamiento preliminar, podrá intentar una concentración
puramente mental. Comience por encontrar en su mente qué es lo que más quiere, más que a nada.
Si ya lo sabe, es usted una persona poco común. La mayoría de la gente no tiene objetivo alguno en la vida, e incluso cuando creen que tienen algún propósito definido, a menudo les ocurre, si se les da una oportunidad como esta para examinarse a sí mismos honestamente, que no tienen muy claro qué es lo que quieren en realidad, después de todo.
Así que tómese su tiempo para sopesar los “pros” y los “contras”. Tenga todo en cuenta.
Puede usar lápiz y papel y escribir varias expectativas seductoras, y escoger entre ellas.
Observe atentamente, no importa cuantas ideas le vengan a la mente durante la primera parte
de esta práctica, en la medida que sean puntos de conocimiento que le llevan hacia su objetivo
seleccionado. Tampoco importa cuantas cosas le vengan a la mente durante la segunda parte del
trabajo, dado que son cosas que usted no sabe acerca del objetivo. El punto que debe vigilar es que su mente no se desvíe hacia cosas que no tengan relación con la idea central. Mientras mantenga sus pensamientos girando alrededor de ella, usted estará concentrado.
El tercer estado de este trabajo consiste en clarificar los detalles de la imagen mental de su
objetivo. Me doy cuenta que asumo que usted entiende que es necesaria una imagen mental, y que probablemente lo comprende. Pero en caso de que esté asumiendo demasiado, quizá deba decir que no es de ningún modo suficiente seleccionar algún término abstracto como “Salud”, o “Sabiduría”, o “Éxito” como su objetivo central de concentración mental. Usted debe tener algún tipo de imagen a la que mirar. Debe verse a sí mismo como desempeñando el papel de un ser humano sano. Debe verse a sí mismo comportándose sabiamente: Debe tener imágenes definidas y concretas sobre las condiciones exactas que incorporan al éxito.
Cada día de su vida debe incluir un período de tiempo seleccionado y mantenido
religiosamente para esta práctica superior de concentración. Cada práctica debiera acabar con un
esfuerzo deliberado para hacer cada vez más nítido y más brillante en definición cada detalle de su imagen mental. Usted se dará cuenta que esto siempre es posible y que su interés en la imagen hará que le sea fácil concentrase.
Otro detalle en el espacio que nos queda: asegúrese de pensar en su imagen mental como en
una realidad presente. No cometa la equivocación de colocarla en el futuro. Esta es una
equivocación porque una imagen mental es tan real como una casa o un árbol. Es realmente
presente cuando la está mirando. No pierda el tiempo pensado en cuando se va a convertir y realizar en una condición real de su vida. Nada en la tierra ni en el cielo puede impedir que se exteriorice salvo su propia actividad mental. Si usted teme que no vaya a ocurrir, entonces se habrá disipado antes de materializarse. Pero si practica este ejercicio con fe, descubrirá que la visualización es el secreto de la concentración eficaz, y que tal concentración es un verdadero poder mágico que puede transformar su existencia en perfecta correspondencia con su imaginación mental.
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