Cáncer es llamado el Cangrejo y los griegos nos dicen que fue el cangrejo quien fue enviado por Hera a morder el pie de Hércules (de nuevo nos encontramos con este símbolo en el vulnerable "talón de Aquiles"). Esta es una interesante forma de expresar los riesgos del proceso de la encarnación y de ilustrar los obstáculos que acosan al alma mientras ella viaja a lo largo del sendero de la evolución. Simboliza las limitaciones de toda encarnación física, pues Cáncer es una de las dos grandes puertas; siendo una la puerta hacia la vida de la forma, y la otra hacia la vida
espiritual; abriendo uno la puerta hacia la forma masa de la familia humana, y el otro hacia el estado universal de conocimiento que es el reino del espíritu. Uno marca el comienzo de la experiencia humana en el plano físico, el otro marca su clímax. Uno significa potencialidad y el otro consumación.
Se nos dice que Cristo dio a San Pedro las llaves del cielo y de la tierra; él le dio, por lo tanto, las llaves de esta dos puertas. Nosotros leemos:
"Jesús da a Pedro... las llaves de las dos puertas principales del zodíaco, que son los dos puntos solsticiales, los signos zodiacales Cáncer y Capricornio, llamados las puertas del sol. A través de Cáncer, o 'la puerta del hombre', el alma desciende sobre la tierra (para unirse con el cuerpo), que es su muerte espiritual. A través de Capricornio, la 'puerta de los dioses' ella vuelve a ascender al cielo". (E. Valentía Straiton, El Barco Celestial del 3orte, Vol. II, pág. 206).
En el zodíaco de Denderah, el signo Cáncer está representado por un coleóptero, llamado en Egipto, el escarabajo. La palabra "escarabajo" significa "unigénito"; se halla por lo tanto, por el nacimiento, dentro de la encarnación, o en relación al aspirante, por el nuevo nacimiento. El mes de junio era llamado en el antiguo Egipto "meore”, que significa asimismo “renacimiento", y así ambos, el signo y el nombre, sostienen firmemente ante nosotros el pensamiento del apoderarse de la forma y del acceder a la encarnación física. En un antiguo zodíaco de la India fechado alrededor del 400 A.C., el signo es representado asimismo por un coleóptero.
Los chinos llamaban a este signo "el pájaro rojo”, pues el rojo es el símbolo del deseo, y el pájaro es el símbolo de esa proyección hacia la encarnación y de su aparición en el tiempo y el espacio. El pájaro aparece bastante frecuentemente en el zodíaco y en las antiguas historias mitológicas; Hamsa, el pájaro de la tradición hindú, "el pájaro fuera del tiempo y del espacio", permanece igualmente para la manifestación de Dios y el hombre.
Desde la oscuridad, el pájaro cruza como un relámpago y vuela a través del horizonte en la luz del día, desapareciendo nuevamente dentro de la oscuridad. Nuestra palabra "ganso", viene de la misma raíz sánscrita, a través de los islandeses, y cuando nosotros decimos, “que ganso eres", estamos haciendo realmente una afirmación de lo más esotérica; le estamos diciendo a otro ser humano: "Eres el pájaro fuera del tiempo y del espacio, eres el alma que toma forma; ¡eres Dios encarnado!".
El cangrejo vive mitad en la tierra y mitad en el agua. Es, por lo tanto, el signo del alma morando en el cuerpo físico, pero viviendo predominantemente en el agua, que es el símbolo de la naturaleza emocional, sensible.
Exotéricamente, Cáncer está gobernado por la luna, que es siempre la madre de la forma, controlando las aguas y las mareas. Por consiguiente, en este signo la forma es dominante,
y constituye un obstáculo. El cangrejo construye su casa o caparazón y la lleva sobre su espalda, y la gente nacida en este signo es siempre consciente de lo que ha construido; esas personas son por lo general demasiado sensibles, demasiado emocionales, buscando siempre esconderse. El nativo de Cáncer es tan sensible que es difícil de tratar y tan elusivo y a veces tan indefinido, que es difícil comprenderlo o restringirlo.
La Cruz Cardinal
Cáncer es uno de los brazos de la cruz cardinal. Un brazo es Aries, el signo del principio, el comienzo, de la vida subjetiva, del estado prenatal o involución, y del primer paso, ya sea hacia la toma de forma, o hacia la liberación espiritual. Un tercer brazo de la cruz es Libra, la balanza, la elección entre; el comienzo del caminar por el "sendero angosto como el filo de la navaja" al que Buda tan frecuentemente se refiere. Capricornio, el cuarto brazo, es asimismo nacimiento, el nacimiento del salvador del mundo, nacimiento dentro del reino espiritual, nacimiento fuera del mundo de la materia dentro del mundo del ser. Involución, encarnación, expresión, inspiración, son las cuatro palabras que expresan la historia de la cruz cardinal en los cielos (la cruz del iniciado).
Las Estrellas
No hay estrellas brillantes en Cáncer, ni estrella descollante o reluciente, porque Cáncer es un signo de ocultación, de retiro detrás de lo que ha sido construido. No es una constelación llamativa. Es interesante observar que no hay una palabra hebrea para "cangrejo". Este era considerado como impuro y no se, lo mencionaba. Así es considerada la forma material desde el punto de vista del espíritu, y los esoteristas nos dicen que el cuerpo físico no es un principio. (La sustitución del escarabajo sagrado egipcio por el cangrejo parece un reconocimiento de la cualidad de Cáncer en sus aspectos superiores, cuando el nativo es un aspirante o discípulo, pues nosotros transitamos muchas veces alrededor del zodíaco).
Hay ochenta y tres estrellas en este signo, la más brillante de la cuales es de tercera magnitud, y en el mismo centro de la constelación hay un racimo de estrellas: Praesepe, el pesebre, llamada por los astrónomos modernos, “la colmena". Este es un maravilloso símbolo de la organización colectiva de la familia humana, y es una de las razones por la cual éste es siempre considerado como un signo de la masa. En la masa, el instinto gobierna; por consiguiente, Cáncer es el signo del instinto, de la vida del rebaño, de la reacción de la masa. Representa la mente subconsciente, el instinto hereditario, y la imaginación colectiva. Se sostiene individualmente, para la totalidad de la vida y el conocimiento de las células en el cuerpo, y de esa vida instintiva, colectiva, que es
grandemente subconsciente en el hombre, pero la que siempre influencia su cuerpo físico y, subjetivamente, su mente inferior y su ser emocional. El no evolucionado nativo de Cáncer está inmerso en la masa; él es una parte inconsciente del gran todo, y en eso yace el problema; pues la persona término medio de Cáncer, así como el aspirante que está realizando el trabajo de este signo, está sujeta al impulso de elevarse por encima de la masa a la cual está asida por su instinto, y a desarrollar en cambio la intuición, la que así la capacitará para elevarse. Este signo es llamado a veces “el ataúd”, por los hebreos, porque indica falta de identidad, mientras que los primitivos cristianos lo llamaban "el sepulcro de Lázaro", el cual fue revivido de la muerte. En estas palabras "ataúd", "sepulcro”, "cangrejo", y en la referencia que a veces encontramos de Cáncer como de "la matriz”, tenemos el pensamiento de la vida oculta, de una forma velada, de la potencialidad, y de esa lucha con las circunstancias que eventualmente producirá, en Leo, el surgimiento del individuo y, en Capricornio, el nacimiento de un salvador del mundo.
Definitivamente, por lo tanto, este signo retrata la lucha que prosigue en la vida del aspirante para que el instinto pueda dar eventualmente, lugar a la intuición.
Compensación con Capricornio
Es interesante contrastar los dos signos, Cáncer y Capricornio, pues lo que está indicado en Cáncer, es consumado en Capricornio. Cáncer representa el hogar, la madre. Es personal y emocional, mientras que Capricornio representa el grupo en el que la unidad entra conscientemente, y también "el padre de todo lo que es". Al portal de Cáncer se entra a través del proceso de transferencia del estado animal de conocimiento, al humano; mientras que al portal de Capricornio se entra a través de la iniciación. Uno es inevitable, subconsciente y potencial; el otro es autoindicado, autoconsciente y poderoso. Cáncer representa la forma de la masa, el alma del animal colectiva; Capricornio representa el grupo, el alma universal.
Cáncer era llamado originariamente el mes de nacimiento de Jesús. Capricornio es, como sabemos, el mes de nacimiento del Cristo, y el veinticinco de Diciembre ha sido celebrado a
través de los siglos el nacimiento del salvador del mundo; pero en los muy antiguos días, el natalicio de los dioses del sol naciente era en Cáncer. Se nos dice:
«El natalicio del niño Jesús, estando establecido arbitrariamente por los sacerdotes, produce una seria discrepancia, ya que se nos dice que nació en un pesebre. El pesebre se encuentra en el signo del solsticio de verano, la constelación de Cáncer, que era llamada la puerta del sol, a través de la cual se le decía a las almas que descendieran desde su hogar celestial a la tierra; exactamente como en el solsticio de invierno, en diciembre, se les decía que regresaran a su hogar celeste o celestial, la constelación de Capricornio, la otra puerta del sol. Capricornio era el signo del cual se decía que en él habían nacido los dioses del sol en el solsticio de invierno y eran consagrados a los hijos de la luz".
(E. Valentía Straiton, The Celestial Ship of the3orth, Vol. II, Pág. 205).
Símbolos
El símbolo astrológico para el signo de Cáncer no tiene en absoluto relación con el cangrejo. Está compuesto de dos colas de "asnos", y éstos asimismo vinculan la historia del evangelio con la historia del pesebre. En relación con el nacimiento de Jesús aparecen dos asnos; uno en el cual la Virgen cabalgó hacia Belén, previo al nacimiento, y el otro en el cual ella cabalgó a Egipto, después del nacimiento. Cerca del signo de Cáncer hay dos estrellas brillantes; una llamada Asellus Borealis, o el asno del norte, y la otra, Asellus Australis, o el asno del sur. (Hay también una tercera vez, cuando Cristo cabalgó en Jerusalén durante su breve momento de triunfo en el Domingo de Ramos sentado en las ancas de un burro, un símbolo de paciencia y humildad, las joyas de la corona de la grandeza). Por lo tanto, no desmerezcan a este símbolo.
Alguien ha usado las siguientes palabras para expresar la cadencia de Cáncer cuando entró por primera vez: "Una triste vocecita subterránea, una melodía baja, capturada amedias, semi-evasiva”.
Todavía no ha sido consumado el trabajo. Todo lo que se oye es la señal de un posible logro. Todo lo que se encuentra es un profundo impulso interior y un descontento que se vuelve gradualmente tan fuerte que saca a la luz al oculto, esforzado individuo, fuera de su medio de estabilizada condición del mundo y lo hace el fervoroso aspirante que no conoce descanso, que ha emergido fuera del agua y trepado constantemente hasta que se encuentra en la cima del monte en Capricornio, el nacimiento, no la consumación del salvador del mundo. "Cristo nació en Capricornio, cumplió la ley bajo Saturno, inició la era de inteligente hermandad bajo Venus, y es el perfecto ejemplo del iniciado de Capricornio, que se vuelve el servidor del mundo en Acuario; y el salvador del mundo en Piscis. Cáncer admite al alma en el centro del mundo que llamamos humanidad. Capricornio admite al alma en la participación consciente en la vida de este centro del mundo que llamamos la Jerarquía.” (Astrología Esotérica).
Las Tres Constelaciones Simbólicas
Jesús es llamado a menudo el Buen Pastor, y ha sido representado muchas veces como el pastor guiando sus ovejas. El pensamiento del rebaño ha sido estrechamente asociado con Cristo en la mente de la gente. Conectadas con el signo de Cáncer hay tres constelaciones:
la Osa Mayor, la Osa Menor y Aros. Los corrientes nombres occidentales para las dos primeras son Osa Mayor y Osa Menor, pero es uno de los misterios de la astronomía cómo el nombre "osa" llegó a ser asociado con cualquiera de estos grupos de estrellas, pues en los zodíacos caldeo, persa, hindú y egipcio no se encuentra ninguna osa. Los nombres más comúnmente usados son aquellos de “la majada", o “el rebaño de ovejas", y se encontrará que un análisis de los nombres hebreo y árabe para las estrellas que están en estas constelaciones, prueba el hecho de que los nombres antiguos significan "el rebaño menor", “la majada”, “la oveja", y "el barco". En el capítulo treinta y cuatro de Ezequiel y en el capítulo décimo de San Juan, es mucho lo que se refiere a estas constelaciones.
La Osa Menor es famosa porque la estrella más brillante en ella es la estrella polar, la estrella del norte. En el simbolismo de estas dos constelaciones hemos tenido ante nosotros el pensamiento de la masa o del grupo, que es la influencia significativa del trabajo hecho en el signo de Cáncer, y en el simbolismo de la estrella del norte tenemos el pensamiento de una estrella guía, una atracción magnética que guía al peregrino de vuelta al hogar. Muchos esoteristas sostienen la creencia que la familia humana, el cuarto reino en la naturaleza, vino a la existencia gradualmente durante los dos mil años, aproximadamente, cuando nuestro sol estaba en Cáncer.
El pensamiento de una masa de animales, de límites determinados dentro de los cuales estas ovejas o animales estaban confinados, y el pensamiento de un centro magnético de atracción, están simbólicamente pintados para nosotros también en la tradición masónica.
En el planisferio egipcio de Kircher, Argos está representado por dos galeras (así como nosotros tenemos dos rediles), cuyas proas están coronadas por cabezas de carneros, y la popa, de una de ellas, termina en una cola de pez. Adviértase, por lo tanto, como aquí hemos sostenido gráficamente frente a nosotros, la consumación en Capricornio, donde la cabra trepa la cima de la montaña. Tenemos también la descripción gráfica de ese ciclo mayor que incluye el progreso del alma desde Cáncer hasta Capricornio, pero que comienza en Aries, el carnero, y termina en Piscis, los peces. Un concienzudo análisis del simbolismo de los signos zodiacales, profundiza en uno la fuerte convicción de la eterna representación de la verdad, y el constante mantenerse ante nuestros ojos, la historia de la evolución de la materia dentro de la forma, del conocimiento, del espíritu y de la vida.
Argos se extiende en todo del camino desde Cáncer hasta Capricornio y es una de las constelaciones más grandes. Tiene en ella sesenta y cuatro estrellas, de la cuales Canopus es la más brillante. Su simbolismo, por consiguiente, abarca la vida del aspirante desde el momento en que encarna hasta que ha alcanzado su meta. Usamos la palabra "barco" bastante frecuentemente en un sentido simbólico, hablando del "barco del estado", del "barco de la salvación” y comunicando siempre la idea de seguridad, de progreso, y del logro de una salida, del hacer un viaje y de la conducción de una enorme multitud de peregrinos en búsqueda de un tesoro de oro o de un nuevo y más libre hogar.
Los peregrinos están equipados con el instinto, y a medida que ellos pasan a través de varias constelaciones abarcadas por este inmenso signo, ese instinto demuestra cómo el intelecto en un ser humano a medida que desarrolla autoconciencia y emerge del puro estado animal, hasta que llega el momento en que, habiendo avanzado alrededor del zodíaco una y otra vez, el aspirante se encuentra nuevamente en Cáncer, enfrentado con el problema de encontrar esa elusiva, sensible, y profundamente oculta, o escondida, intuición espiritual que lo guiará en su ahora solitaria jornada; que el aspirante no está más identificado con la masa y perdido en ella; él no es más una de las ovejas guardadas a salvo en el redil; no es más uno del gran rebaño de emigrantes, sino que ha emergido de la masa y empezado el solitario camino de todos los discípulos. Entonces camina el sendero de la tribulación, del ensayo y la prueba, luchando por sí mismo como individuo, desde Leo hasta Capricornio, hasta que llega el momento que, con la ayuda del instinto, el intelecto y la intuición, y conducido por el impulso de la vida de Cristo, se funde de nuevo con la masa y se identifica con el grupo. Entonces se vuelve el servidor del mundo en Acuario y no tiene sentido de separación.
La Lección del Trabajo
Hemos visto que la cierva o gama por la que se esforzaba Hércules, era sagrada para Artemisa, la luna, pero era reclamada también por Diana, la cazadora de los cielos, y por Apolo, el dios sol. Una de las cosas que olvidan a menudo los estudiantes de psicología y aquellos que exploran la desarrollada conciencia del hombre, es el hecho de que no hay pronunciadas distinciones entre los diversos aspectos de la naturaleza del hombre, sino que todos son fases de una realidad. Las palabras instinto, intelecto e intuición, no son sino aspectos diversos del conocimiento y de la respuesta al medio y al mundo en el cual se encuentra el humano. El hombre es un animal y posee asimismo la cualidad del instinto y de las respuestas instintivas a su ambiente. El instinto es la conciencia de la forma y de la vida celular, el modo de conocimiento de la forma, y por consiguiente, Artemisa, la luna, que gobierna sobre la forma, reclama la cierva sagrada. En su propio lugar, el instinto animal es tan divino como esas otras cualidades que nosotros consideramos como más estrictamente espirituales.
Pero el hombre es también un ser humano; él es racional; puede analizar, criticar, y posee ese algo que llamamos la mente, y esa facultad de percepción y respuesta intelectual, que lo diferencia del animal, la que le abre un nuevo campo de conocimiento, pero que es, no obstante, simplemente una extensión de su instrumento de respuesta y el desarrollo del instinto en intelecto. A través de uno, él se entera del mundo de los contactos físicos y de las condiciones emocionales; a través del otro, se entera del mundo del pensamiento y de las ideas, y así es un ser humano. Cuando ha alcanzado esa etapa de percepción inteligente e instintiva, entonces "Euristeo" le indica que hay otro mundo al cual puede igualmente conocer, pero que tiene su propio método de contacto y sus propios instrumentos de respuesta.
Diana, la cazadora, reclamaba la gama, porque para ella la gama es el intelecto y el hombre es el gran buscador, el gran cazador delante del Señor. Pero la gama tenía otra y más elusiva forma, y a ésta, buscaba Hércules, el aspirante. Se nos dice que por un ciclo vital, él buscó. No era la gama, el instinto, lo que él buscaba; no era la gama, el intelecto, lo que era objeto de su búsqueda. Era algo más, y por esto empleó un ciclo de su vida buscando. Finalmente, leemos, la capturó y la llevó al templo, donde fue reclamada por el dios sol, quien reconoció en la gama la intuición espiritual, esa extensión de la conciencia, ese altamente desarrollado sentido del conocimiento, que da al discípulo una visión de nuevos campos de contacto y abre para él un nuevo mundo del ser. Se nos dice que la batalla aún continúa entre Apolo, el dios sol, quien sabía que la gama era la intuición, Diana, cazadora de los cielos, quien sabía que era el intelecto, y Artemisa, la luna, quien
pensaba que era solamente instinto. Ambas diosas pretendientes tienen una finalidad y el problema de todos los discípulos es usar correctamente el instinto en su justo lugar, y en su propia manera. Él debe aprender a usar el intelecto bajo la influencia de Diana, la cazadora, hija del sol, y a través de él ponerse en relación con el mundo de las ideas humanas y de la investigación. Debe aprender a llevar esa capacidad suya al templo del Señor y allí verla trasmutada en intuición, y a través de la intuición llegar a conocer las cosas del espíritu y de aquellas realidades espirituales que ni el instinto ni el intelecto pueden revelarle. (Y una y otra vez los hijos de los hombres, que son también hijos de Dios, deben recapturar estas realidades espirituales, sobre el Camino infinito).
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