domingo, 16 de mayo de 2010

ZOHAR - Sección Vayigash (Gen. XLIV, 18, XLVII, 27)

Entonces Judá se acercó a él... Rabí Eleazar discurrió sobre el versículo: Pues tú eres nuestro Padre, porque Abraham no nos conoce e Israel no nos reconoce. Tú, Señor, eres nuestro Padre, tu nombre es nuestro redentor desde la eternidad (Is. 63, 16). Dijo: la palabra "tú" se refiere al grado por el que planificó y creó el mundo, el grado por el que el hombre fue traído al mundo. "Porque Abraham no nos conoce", pues estando en sus manos la vida y la muerte, con nosotros no mostró el mismo cuidado que mostró con Ismael, por el que pidió: Oh, Que Ismael pueda vivir ante ti (Gen. 18,18). Israel no nos reconoce, pues se alejó del grado divino al conferir a sus hijos las bendiciones que él mismo debía pronunciar. Tú, oh señor, eres nuestro padre, pues Tú siempre cuidas de nosotros como hace un padre con su hijo, y satisfaces todas nuestras necesidades. Tu nombre es nuestro redentor desde la eternidad, pues Jacob llamó así a Dios cuando dijo: el ángel que me ha redimido (Gen. 48, 16).

Una noche, Rabí Isaac y Rabí Judá estaban sentados estudiando la Torah, y el primero dijo: La tradición nos enseña que cuando Dios creó el mundo inferior, lo creó siguiendo el modelo del mundo superior, e hizo de cada uno de los dos la contraparte del otro: por ello Su gloria se halla en lo alto y en lo bajo. Rabí Judá dijo: En verdad es así, y Él creó al hombre para que fuese superior a todo. Está escrito: Yo soy el que hizo la tierra y creé al hombre sobre ella (Is. 45, 12), lo cual quiere decir: "Yo he hecho la tierra con el único propósito de crear al hombre sobre ella", pues del hombre depende contemplar la unidad orgánica del todo. Está escrito: Así dice el Señor, el que crea los cielos y los extiende, el que extiende la tierra y lo que sale de ella, el que concede el aliento a los vivientes de la tierra y espíritu a quienes caminan sobre ella (Is. 40,5). La primera parte del versículo se refiere al Santo, Bendito sea, cuando opera en lo alto, como aquél que "crea los cielos" y que por siempre y para siempre los renueva. "La tierra" es aquí una alusión a la tierra santa que constituye el "manojo de vida"; y esta tierra es la que da Neshamah a los que habitan sobre ella.

Rabí Isaac dijo: Todo el versículo habla del mundo superior, pues de él emerge el alma de vida en esta tierra, y de este país salen todas las almas. Observad que cuando el Santo, Bendito sea, creó a Adán, tomó su materia terrestre de los cuatro rincones del mundo y la modeló en el lugar del Templo, aquí abajo, dotándole de un hálito de vida procedente del Templo de lo alto.

Sabed que el alma está compuesta de tres partes, y por eso tiene tres nombres: nefesh, ruah y neshamah. Nefesh es la parte inferior del alma, ruah es superior a nefesh, y nesahmá es la superior y domina sobre las otras dos. Estas tres partes se hallan armoniosamente combinadas en los hombres que tienen la dicha de servir a su Señor. Primero el hombre posee nefesh, que es una preparación santa para poder alcanzar la parte más elevada. Cuando ha alcanzado la pureza de nefesh, está preparado para ser coronado con el grado santo que reposa sobre él, a saber, ruah. Cuando alcanza los grados de nefesh y ruah ya está preparado para rendir culto a su Señor como conviene, para alcanzar el grado santo de nesahamah, el grado superior que domina sobre los demás; entonces el hombre halla en este grado su morada y queda coronado, siendo ya perfecto y completo en todas sus partes: entonces es digno del mundo por venir y es amado por el Santo, Bendito sea. Sobre esto dice la Escritura: Para que mis amados hereden enjundia (Prov. 8, 21), y los amados son los que han alcanzado la santa neshamah.

Rabí Judá dijo: si es así, ¿cómo debe ser interpretado el versículo acerca del Diluvio: Todos aquellos en cuyas narices estaba el aliento de vida del espíritu... murieron (Gen. 7, 22). Rabí Isaac respondió: Esto confirma lo que he dicho. Entre los de la generación del Diluvio no quedó ninguno que poseyese la santa neshamah, como Enok o Jered, o cualquiera de los justos que por sus méritos hubiera podido salvar a la tierra de su destrucción y a su habitantes de ser exterminados. La Escritura nos dice que murieron todos aquellos en cuyas narices estaba el hálito de vida del espíritu, es decir, todos los de tierra seca ya habían muerto o partido del mundo, de modo que no quedó ninguno capaz de proteger al mundo. Observad que nefesh, ruah y nesahmah se encuentran en un grado ascendente. El más bajo de ellos, nefesh, tiene su fuente en el perpetuo flujo celestial, pero no puede existir para siempre sin la ayuda de ruah, que mora entre el fuego y el agua. Ruah, a su vez, es sostenido por neshamah, el grado superior que se encuentra por encima de aquél y que, por lo tanto, es la fuente de nefesh y ruah. Cuando ruah recibe su sostén de nesahmah, nefesh lo recibe a su vez a través de ruah, y así los tres no forman sino una unidad.

Entonces Judá se acercó a él... Se trata del acercamiento de los dos mundos y del modo de unirse. Pues Judá y José eran reyes y se acercaron hasta que llegaron a unirse. Rabí Judá interpretó el texto: Pues he aquí que los reyes se reunieron.... (Sal. 48, 5), y dijo: Se refiere a Judá y a José que, siendo ambos reyes, se unieron en una disputa. Judá se interesó por la seguridad de Benjamín y, refiriéndose a este mundo y al mundo por venir, le dijo a su padre: Yo seré su apoyo: de mi mano lo requerirás. Si no te lo traigo y no lo pongo ante ti, entonces cargaré con la culpa todos los días (Gen. 43, 9), es decir, en este mundo y en el mundo por venir. Entonces se acercó a José para pactar con él acerca de Benjamín, pues temía ser proscrito en este mundo y en el mundo por venir. Mientras Judá y José discutían acaloradamente, todos los que estaban allí presentes vieron e inmediatamente quedaron pasmados, y, aterrorizados, se retiraron con premura, y allí el temor se apoderó de ellos (Sal. 48, 6-7), pues temieron matar o ser asesinados por causa de Benjamín.

Rabí Judá dijo: en este versículo se oculta una doctrina sobre la fe, pues cuando Dios se complace en Israel y la unión de los hijos de Israel es coronada, entonces los dos mundos se unen, el uno abriendo su despensa y el otro acumulando satisfacciones. Así, mirad, los reyes se reunieron, se refiere a la unión de los dos mundos santos, el mundo superior y el mundo inferior.

Rabí Hiyá dijo: Los sacrificios producen el mismo efecto, pues cuando se ofrece un sacrificio y cada sección recibe lo que que le es propio, se establece un lazo de unión entre todos, y todos los rostros se iluminan. En cuanto a las palabras ellos vieron y quedaron inmediatamente pasmados, no hacen referencia a los reyes, sino que se refieren a los acusadores, que se complacen en ejecutar la sentencia que les fue encomendada. Por ello, cuando los reyes se reunieron en amistad y unión, ellos, los acusadores, quedaron pasmados y, aterrorizados, huyeron con premura; fueron sometidos y expulsados del mundo, perdieron su dominio y perdieron la fuente que les sustentaba.

Rabí Eleazar dijo: La razón por la que fue Judá y no otro quien se acercó a José, fue porque Judá representaba la seguridad, como está dicho: Porque tu servidor es seguridad. Hablando secretamente, estaba en el orden de las cosas que Judá y José se encontraran, pues José era Santo y Judá era un Rey, y la unión de ambos suponía grandes beneficios para el mundo: su unión fue la causa de la paz para todas las tribus, y la paz entre las tribus fue la causa del fortalecimiento del espíritu de Jacob, como está escrito: El espíritu de Jacob, el padre de todos ellos, revivió (Gen. 45, 27), y por ello, tanto arriba como abajo se conspiraba por su unión. Entonces Rabí Abbá citó el versículo: De hermosa perspectiva, es el júbilo de toda la tierra el monte Sión, en los confines del norte, la ciudad del gran Rey (Sal. 48, 3), y expuso su sentido secreto. "De hermosa perspectiva" se refiere a José el Justo, sobre el que está escrito: Y José era bello y era agradable mirarlo (Gen. 39, 6). Es llamado "el júbilo de toda la tierra", pues es el júbilo y la alegría del mundo superior y del mundo inferior; "el monte Sión en los confines del norte", pues en su territorio permaneció el Tabernáculo de Silo. "La ciudad del gran rey", pues es el lugar destinado al encuentro con el Rey Altísimo, es el Santuario de los Santos de donde sale toda la luz, todas las bendiciones y toda la alegría que harán resplandecer todos los rostros, es el centro desde el que el Templo recibe las bendiciones que a su vez envía a todo el mundo.

Rabí Judá y rabí Yoshé se encontraron en una ocasión en Kefar-Janán, y mientras estaban sentados en la hostería, entró un hombre que había venido montado en un asno. Rabí Judá le decía a Rabí Yoshé: La tradición nos enseña que el Rey David acostumbraba a dormir en intervalos, como un caballo. Si es así, ¿por qué dormía David hasta la medianoche y no se despertaba cuando había pasado un tercio de la noche? Rabí Yoshé respondió: Cuando llegaba la noche, David estaba sentado con los príncipes de su casa, disponiendo justicia y estudiando la Torah, y después se dormía hasta la medianoche; después se levantaba y se volcaba al servicio de su Señor, cantando cánticos de alabanza e himnos. El extranjero les interrumpió y dijo: Tu exposición no es correcta. La verdad es ésta: El rey David vive eternamente, por eso siempre estaba en estado de vigilia, para no tener ningún contacto con la muerte, por eso David, cuyo lugar es el "viviente", sólo dormía durante sesenta respiraciones, porque en la quincuagésima novena respiración, el durmiente aún está completamente vivo, pero a partir de ahí saborea la muerte y el espíritu de impureza toma poder sobre él. De este modo David evitaba que el espíritu de impureza tuviera ningún dominio sobre él. Las sesenta primeras respiraciones menos una son un símbolo de la vida celestial, son un símbolo de las sublimes respiraciones de lo alto, y de ellas depende la vida: ellas representan el misterio de la vida. Pero más allá de ese número se asocian con la muerte. De este modo el Rey David medía la noche y permanecía con vida, evitando todo contacto con el sabor de la muerte. A medianoche estaba en su lugar, y ansiaba la llegada de la medianoche, y cuando la Corona santa despertaba no se unía con el otro lado, con el lugar de la muerte. Pues a medianoche, cuando despierta la santidad superior, el hombre permanece dormido en su cama y no contempla la gloria de su Señor, por lo que cae bajo el hechizo de la muerte y queda unido al otro lado. Pero David se levantaba para no dejar de contemplar la gloria de su Señor, que era un viviente como él, y nunca dormía el tiempo suficiente para dejar que la muerte se acercase a él. Él sólo dormía durante sesenta respiraciones, como un caballo. Rabí Judá y Rabí Yoshé se acercaron a él y le besaron. Le preguntaron su nombre, y él dijo: Ezequías (el fortalecido de Dios), y ellos dijeron: que seas siempre fuerte y que tu conocimiento de la Torah sea aumentado.

Cuando volvieron a sentarse, Rabí Judá le dijo al extranjero: ya que nos mostraste el principio, continúa con tus sublimes doctrinas místicas. Entonces el extranjero comenzó a hablar acerca del versículo: El Señor fundó la tierra con Sabiduría, y con Inteligencia estableció los cielos (Prov. 3, 19), y dijo: Cuando creó el mundo vio que no podría existir sin la Torah, pues la Torah es la fuente única de todas las leyes, las de arriba y las de abajo, y sobre ella se establecen los seres superiores y los inferiores. Por ello se dice que "el Señor fundó la tierra con Sabiduría y con Inteligencia estableció los cielos", pues todas las cosas del universo existen por la Sabiduría y todas las cosas proceden de ella. También se puede explicar el versículo así: "El Señor fundó la tierra con Sabiduría", es decir, el mundo superior fue creado por la Sabiduría más elevada, y el mundo inferior por la Sabiduría inferior. "Y con Inteligencia estableció los cielos", así es, "estableció" (Konen), es decir, constantemente, sin interrupción; los cielos no fueron hechos de una sola vez, sino que los continúa completando día tras día. Por eso dice el versículo: los cielos no son puros a sus ojos (Job 15, 15). Y no penséis que este versículo es un desprecio de los cielos, sino que su propósito es resaltar su gran importancia y el gran afecto y amor que Dios siente por ellos, pues Él los perfecciona cada día, aunque no hayan alcanzado su máxima perfección. Por el gran afecto que siente hacia ellos, se deleita en lanzar sobre ellos su influjo sin interrupción alguna, irradiando sobre el mundo superior grandes corrientes de luz para que los cielos resplandezcan. De ahí que los cielos, a pesar de ser puros, a los ojos de Dios sean impuros.

Por otra parte, los cielos simbolizan a los patriarcas, y los patriarcas encuentran su centro en Jacob, que los contiene a todos, por eso él es el preferido de los patriarcas, pues él hace que la luz irradie sobre el mundo. Y después de haber sido elevado al mundo por venir salió de él una rama de hermosa apariencia de la que irradia toda la luz y toda la plenitud. Esta rama es José el justo, que dio abundancia al mundo para que éste fuera sostenido. De este modo, cualquier cosa que Dios hace en el mundo tiene un profundo significado simbólico, y es todo lo que ha de ser.

En ese momento entró Rabí Eleazar, y al verlos dijo: No hay duda de que la santa Shekinah está aquí. ¿De qué estabais hablando? Y cuando se lo explicaron, dijo: No hay duda de que lo que él dijo es cierto. Las sesenta primeras respiraciones son las de la vida, tanto de la vida superior como de la vida inferior, pero más allá de ellas hay otras sesenta respiraciones que son las del lado de la muerte, y sobre las que revolotea la muerte. A estas otras respiraciones se las llama "dormid", y contienen el sabor de la muerte. Sin embargo, el rey David se unió a las sesenta respiraciones de la vida, y después de ellas dejaba de dormir. Por eso dijo: No daré sueño a mis ojos ni sopor a mis párpados (Sal. 132, 4). Así pues, lo que dijo el extranjero es cierto, pues David es un viviente, y pertenece al lado de la vida y no al lado de la muerte.

Se sentaron todos juntos y estudiaron la Torah. Entonces Rabí Eliezer interpretó el versículo: ¡Oh Eterno, Dios de mi salvación! Día y noche clamo ante Ti (Sal. 88, 2), y dijo: El rey David se levantaba de su cama a medianoche y estudiaba la Torah, y cantaba himnos y alabanzas para alegrar al Rey y a la Matrona, y de este modo promovía la alegría de la fe sobre la tierra, pues entonces innumerables ángeles celestiales entonaban gozosos en lo alto sus cantos, y en correspondencia con esos cantos deben ser entonados los himnos aquí abajo. De este modo, cuando alguien , durante la noche, ofrece sus alabanzas sobre la tierra, el Santo, Bendito sea, se deleita en ellas, y todos los ángeles santos que cantan alabanzas al Santo escuchan al que, durante la noche, canta sus alabanzas al Santo. Cuando David escribió: "¡Oh Eterno, Dios de mi salvación!", estaba diciendo: "¿Cuándo es el Señor mi salvación? Cuando me levanto en la noche para ofrecerle mis acciones de gracias, entonces es mi salvación durante el día". Cuando alguien alaba al Señor durante la noche, es fortalecido durante el día por el lado derecho, como por una cuerda que sale del lado derecho y que lo envuelve fortaleciéndolo. Por eso dijo también David: Los muertos no alaban al Señor (Sal. 115, 17), pues son los vivientes los que alaban al Viviente, y no los muertos. Por eso: Los muertos no alaban al señor... pero nosotros bendeciremos al Señor, nosotros, los que vivimos, los que no tenemos parte en el lado de la muerte.

Ezequías también dijo: El viviente te alabará, como yo lo hago hoy (Is. 38, 19), pues el viviente está emparentado con el viviente. El Rey David es un viviente, y por ello está emparentado con el principio vital del Universo. Y quien se acerca a Él vive, como está escrito: Pero vosotros, los que os unisteis en este día al Señor vuestro Dios sois vivientes (Deut. 4, 4); y también está escrito: Y Benania, el hijo de Yehoida, el hijo de un hombre viviente de Kabzeel (II Sam. 23, 20).

El judiíta continuó con un discurso sobre el texto: Y comerás, y quedarás satisfecho, y bendecirás al Señor tu Dios (Deut. 8, 10), y preguntó: ¿Acaso no bendecimos a Dios antes de comer? En verdad hemos de levantarnos temprano, y recitar las alabanzas en el orden apropiado, y bendecir su Nombre antes de saludar a ningún viviente. La Torah también dice: No comeréis con sangre (Lev. 19, 26), lo que quiere decir que está prohibido comer antes de pronunciar una bendición al Señor.

Mientras que algunas bendiciones son una declaración de la unidad de Dios, la gratitud después de las comidas tiene por objeto mostrar que aquél que la dice también está satisfecho en el aspecto de la fe; por ello la alabanza debe ser recitada, para que el aspecto de la fe sea satisfecho y beatificado y el lado de la vida celestial sea repleto de júbilo y nos pueda proveer el sostén. Pues la provisión de alimento diaria del hombre es para el Santo, Bendito sea, una tarea tan difícil como la de dividir el Mar Rojo, porque depende de mazal, y no está bajo su poder hasta que se le bendice. Asimismo, el arreglo de matrimonios también es una tarea pesada para Él, porque cuando el santo matrimonio tiene lugar, todas las almas salen de ese mazal de arriba, que es igual que el río que siempre fluye. Y cuando lo de abajo desea a lo alto, las almas vuelan hacia abajo en parejas de masculino y femenino, y cuando llegan abajo, el poder que las gobierna las separa y dirige a cada una de ellas al lugar que les es propio. Pero después, si el poder que las gobierna tiene dificultad en unirlas de nuevo al haberse emparejado según la conducta de los hombres, entonces su unión pasa a depender de una región más elevada. La provisión de alimento es comparada a la división del Mar Rojo, pues ambas dependen de lo más alto, pues los caminos y las sendas se abren en el mar según los caminos y las sendas de lo alto. Por eso es necesario ofrecerle bendiciones al Poder de lo alto, para que Él reciba refuerzos desde abajo, y pueda así recibir las bendiciones y los refuerzos celestiales. Por eso está escrito: Y tú bendecirás al Señor, donde la partícula acusativa et tiene un significado especial que indica a esa región. Y hacia esa región es necesario mostrarse satisfecho y gozoso. Por el contrario, cuando el otro lado ejerce su poder sobre el mundo, nos debemos mostrar ante él hambrientos y extenuados, pues entonces no es la abundancia la que rige sobre el mundo. Esta es la explicación del versículo: Y comerás, y estarás satisfecho, y bendecirás al Señor tu Dios. Rabí Eleazar dijo: En verdad es así, y así es como los hombres deben actuar. Rabí Judá dijo: Felices son los justos, que con su llegada traen la paz al mundo, pues ellos saben cómo efectuar la unidad. Antes de que José y Judá se acercaran el uno al otro no había paz, pero tan pronto como se unieron, hubo paz y gozo en el mundo, tanto en el de arriba como en el de abajo, pues tan pronto como José se unió a Judá, todas las tribus se unieron.

Entonces José no pudo contenerse ante todos aquellos que estaban junto a él. Rabí Hiyá interpretó el versículo: Él repartió y dio a los pobres, y su justicia permanece para siempre (Sal. 112, 9), y dijo: Sabed que Dios creó el mundo y puso sobre él al hombre para que fuese su rey. Desde el primer hombre se ramificaron diferentes clases de hombres, justos y malvados, necios y sabios, ricos y pobres; y entre éstos, cada clase se remite a la otra, es decir, el justo al malvado, el sabio al necio, el rico al pobre. De este modo un hombre se vuelve digno al unirse al árbol de la vida y, más aún, la caridad dispensada por él lo mantiene en la buena posición, como está escrito: Su justicia permanece para siempre. Rabí Eleazar dijo: cuando Dios creó el mundo lo estableció sobre una columna cuyo nombre es Justo, así pues, es el Justo el que sostiene el mundo e irriga y sostiene todo lo que existe. Por ello dice la Escritura: Y un río salió de Edén para irrigar el jardín, y de allí se dividió en cuatro brazos (Gen. 2, 10). El término "se dividió", significa que el alimento y la bebida llevados por ese río son totalmente recibidos por el jardín, y desde allí es esparcido por los cuatro rincones del mundo. Y son muchos los que esperan recibir de allí bebida y alimento. Está escrito: Los ojos de todos te esperan, y Tú les das su alimento a su debido tiempo (Sal. 145, 15), y: Pero los malvados verán y serán hostigados (Sal. 112, 10), refiriéndose al reino de los idólatras. Observad que el reino del cielo es el Santuario destinado a amparar a todos los necesitados bajo la sombra de la Shekinah, y el Justo es el recolector de la caridad que él dispensa a todos, como está dicho: Él ha derramado, Él ha dado a los necesitados. Por esta razón, aquellos que hacen colectas para caridad reciben una retribución tan grande como aquellos que dan la caridad. De este modo, las palabras: José no podía contenerse ante los que estaban junto a él, se refiere a todos los que esperan recibir alimento y bebida del justo. En el versículo: Y mientras José se daba a conocer a sus hermanos, no había nadie con él, el término "con él" se refiere a la Comunidad de Israel, y "sus hermanos" se refiere a los conductores de carros y a las legiones, a los que se alude en el versículo: Por el mérito de mis hermanos y mis compañeros (Sal. 122, 8). Y: "no había nadie con él", es una descripción del tiempo en que el Santo, Bendito sea, se unirá a Israel, quedando excluidas las regiones de idólatras. Rabí Yoshé expuso el versículo refiriéndose al tiempo en que el Santo, Bendito sea, levantará a la Comunidad de Israel del polvo y se vengará en las naciones idólatras. Respecto a ese momento está escrito: Y no estaba conmigo ninguno de los pueblos (Is. 63, 3), que es análogo al versículo: Y cuando José se dio a conocer a su hermanos, no había nadie con él, y además: Y él los descubrió y los condujo todos los días de la antigüedad (Is. 63, 9).

Rabí Jizquiah dijo: El salmo lo dice: Cántico de las ascensiones. ¡A ti levanto mis ojos, o tú, que estás entronizado en los cielos! (Sal. 133, 1), y en otro salmo: Yo levantaré mis ojos hacia las montañas (Sal. 121, 1). La diferencia se ha explicado como sigue: El último habla del cielo, mientras que el primero habla de la tierra. Así pues, "Yo levantaré mis ojos hacia las montañas", quiere decir hacia los cielos, a fin de llevar la bendición de arriba abajo, de llevar las bendiciones desde las montañas exaltadas hasta la comunidad de Israel. Por ello: "a ti levanto mis ojos", en espera de esas bendiciones que descienden hasta aquí abajo. "Oh tú, que estás entronizado en los cielos", pues todo el poder y la fuerza se halla en el cielo. Porque cuando el jubileo abre los manantiales, todas las puertas del cielo están prontas, y cuando el cielo recibe todas las luces que salen del Jubileo, fluye hacia abajo bebida y alimento para la comunidad de Israel por mediación del Justo. Cuando éste se dirige hacia ella son muchos los que esperan ser refrescados y participar de las bendiciones de arriba, como está escrito: Los cachorros del león braman tras su presa y buscan su alimento de Dios (Sal. 104, 2). Pero la comunidad de Israel asciende de un modo secreto y recibe del modo adecuado los dulces de su esposo. Los que están alrededor permanecen aparte, como está dicho: Entonces no había nadie con él, y: él gritó llorando: haz que todo hombre se aleje de mí. Pero después, cuando ella ha recibido todos los dulces de su esposo, todos los demás reciben el alimento y la bebida, como está dicho: Ellos dan bebida a todas las bestias del campo, a los asnos salvajes aplacan la sed (Sal. 104, 11).

Rabí Yoshé inició un discurso sobre Elías, y dijo: Dos hombres se atrevieron a enfrentarse a Dios: Moisés y Elías. Moisés dijo: ¿Por qué maltrataste a esa gente? (Ex. 5, 22), y Elías dijo: ¿También has traído mal sobre la viuda con la que yo permanezco maltratando a su hijo? (I Re. 17, 20). Ambos emplearon el término "mal" con el mismo significado secreto. En efecto, Moisés dijo: "¿Por qué permitiste que el lado del mal tomase el alma de esa gente?", y Elías dijo: "Todo aquél que preserva un alma en el mundo merece la vida y es digno de proveerse del árbol de la vida; y ahora el árbol de la muerte, el lado del mal, ha tenido poder sobre la viuda a quien tú ordenaste sostenerme". Cabe preguntarse: ¿Cómo es que Moisés y Elías hablaron así si el Todopoderoso nunca hace mal al hombre? La verdad es que cuando un hombre anda por el lado derecho, la protección del Santo, Bendito sea, está constantemente con él, el otro lado no tiene poder sobre él, las fuerzas del mal se doblegan ante él y no pueden prevalecer sobre él. Pero tan pronto como la protección del Santo se retira de él por haberse ligado al mal, el mal gana poder y avanza para destruirlo, y es autorizado para tomar su alma.

Rabí Hiyah dijo: Elías era capaz de pronunciar una condena con la plena certeza de que Dios la confirmaría, como por ejemplo, que del cielo no parase de caer lluvia o rocío. Entonces, ¿por qué sintió temor de Jezabel? ¿Por qué ante su amenaza de quitarle la vida se llenó de miedo y huyó temiendo por su vida? Rabí Yoshé respondió: Está dicho que los justos no han de turbar a su Señor exponiéndose a un peligro manifiesto. Por ello Samuel dijo: ¿Cómo puedo ir? Si Saúl lo oye me matará (I Sam. 16, 2), y por eso Dios le dijo que tomase precauciones. Lo mismo sucedió con Elías.

Rabí Yoshé dijo: He oído un discurso sobre esto. Cuando Jezabel amenazó a Elías, no está escrito que él temió (vayirá), sino que él vio (vayar). ¿Qué vio? Vio que el ángel de la muerte lo había seguido durante un número de años y no fue entregado a sus manos. El versículo continúa: y él fue por su vida, que literalmente significa: y él fue a su alma, es decir, recurrió al fundamento de su alma o, con otras palabras, fue a unirse al árbol de la vida. En relación con la frase "a su alma", he oído la siguiente doctrina secreta de boca de Rabí Simeón. Todas las almas de la humanidad emergen de la perpetua corriente celestial, desde la que son recibidas en el "manojo de la vida". Así, cuando una hembra es embarazada por un varón, es el resultado de un mayor y recíproco deseo y, en algunos casos, del deseo predominante de la hembra. Pero cuando domina el deseo del varón, el alma del niño tendrá una inusual vitalidad, pues todo su ser es el resultado del deseo y el anhelo del árbol de la vida. De ahí que Elías, en cuyo nacimiento había predominado el deseo del varón, fue dotado con una vitalidad especial, y no murió como otros hombres, pues todo su ser derivó del árbol de la vida y no del polvo. Por eso él subió a lo alto sin pasar por la muerte como otros hombres, como está escrito: Y Elías ascendió al cielo por un remolino (II Re. 2, 11). Observad las palabras: Ved, apareció un carro de fuego y caballos de fuego, que indican que el espíritu de Elías se desprendió de su cuerpo, de manera que no partió de la vida como los demás hombres, sino que se volvió un ángel santo como otros seres celestiales, trayendo a este mundo mensajes divinos. Pues está establecido que los milagros que Dios realiza en el mundo son llevados a cabo por mediación de Elías. Y bien, observad que después se dice: Y él pidió morir (I Re. 19, 4). Esto quiere decir que se dirigió al árbol donde acecha la muerte, y allí se le apareció Dios, como está escrito: Avanza y detente sobre el monte ante el Señor... y después del terremoto un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego; y después del fuego una pequeña voz, que se refiere al punto más interior, que es la fuente de toda iluminación. Y cuando Elías lo oyó, envolvió su rostro en su manto... Y vino una voz hacia él que le dijo: ¿Qué haces aquí Elías?, y él dijo: He sido celoso por el Señor (I Re. 19, 11-13). Dios le dijo: ¿Hasta cuándo serás celoso por mí? Ya cerraste firmemente la puerta para defenderte de la muerte, y el mundo no podrá resistirte. Elías respondió: Pues los hijos han abandonado tu pacto. Entonces el Santo le dijo: Mientras vivas, cualquiera que sea el lugar en el que se efectúe el pacto sagrado, tú estarás presente. Por esta razón, siempre que se realiza el rito de la circuncisión, se dispone una silla para Elías, que siempre está presente. Ved las consecuencias de las palabras de Elías, pues está escrito: y dejaré a siete mil en Israel. Todas las rodillas que no se han doblado ante Baal y todas las bocas que no le han besado (I Re. 19, 18). En efecto, Dios le dijo: En adelante el mundo no será capaz de mantenerte junto a mis hijos, y le ordenó: Y a Eliseo, el hijo de Shafat, de Abel, lo ungirás para que sea profeta en tu lugar (I Re. 19, 16), que significa: "habrá otro profeta para mis hijos y tú ascenderás al lugar que te es propio". Observad que si un hombre es celoso por el Santo, Bendito sea, el ángel de la muerte no tiene poder sobre él como lo tiene sobre los demás hombres, y a él le es dado el pacto de paz, como está dicho sobre Pinhas: He aquí que yo le doy a él mi pacto de paz (Num. 25, 12).

Y cayó sobre el cuello de su hermano Benjamín y lloró, y Benjamín lloró sobre el cuello de él. Rabí Isaac dijo: Exponemos esto para indicar que José lloró por la destrucción del primer Templo y del segundo Templo. Rabí Isaac interpretó el versículo: Tu cuello es como la torre de David, construida con torrecillas desde las que cuelgan mil escudos, toda la armadura de los hombres poderosos (Cant. 4, 4). Dijo: la torre de David significa la Jerusalén celeste, sobre la que está escrito: El nombre del Señor es una torre fuerte; el justo entra en ella y es elevado a lo alto. "Tu cuello", significa el Templo inferior que por su belleza es equiparado con el cuello del cuerpo humano, pues así como el cuello da simetría y belleza al cuerpo, así hace el Templo con el mundo. "Construido con torrecillas", pues es un terraplén hacia el cual dirigen sus miradas todos los hombres cuando abren sus bocas para ofrecer plegarias y alabanzas. "Donde colgaban mil escudos" se refiere a las mil restauraciones cósmicas que se realizan allí. "Toda la armadura de los hombres poderosos", se refiere a los ángeles de castigo que proceden del lado del rigor. Así como los adornos de una mujer cuelgan de su cuello, así todos los ornamentos del mundo están colgados en torno al Templo. Asimismo, en el pasaje: con el yugo sobre nuestra cerviz somos ungidos (Lam. 5, 5), hay una alusión al Templo: cansados estamos, mas no hay descanso para nosotros, es decir, nos esforzamos dos veces para construir el sagrado Templo, pero los enemigos no nos permitieron retenerlo, y no fue reconstruido. Así como todo el cuerpo perece cuando el cuello es destruido, así, cuando el Templo fue destruido y su luz se extinguió, el mundo entero se hundió en la oscuridad, y ya no hubo luz del sol o de las estrellas ni en el cielo ni en la tierra, por eso lloró José. Después de llorar por el Templo lloró por las tribus que iban a ser exiliadas, pues tan pronto como el Templo fue destruido, todas las tribus fueron desterradas y dispersadas entre las naciones. La Escritura nos dice: Y él besó a todos sus hermanos y lloró junto a ellos, es decir, por ellos. Lloró por todos ellos, por la doble destrucción del Templo y por sus hermanos, las diez tribus que fueron al exilio y que fueron dispersadas entre las naciones. Y después de eso sus hermanos hablaron con él. Pero ellos no lloraron, porque el Espíritu Santo no estaba sobre ellos como lo estaba sobre José.

Y llegó la noticia de ello a la casa de Faraón. Rabí Abba interpretó el versículo: Mi alma anhela y languidece por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne cantan de júbilo al Dios viviente (Sal. 84, 3). Dijo: Observad que un hombre, antes de ofrecer su plegaria a su Señor, primero debe recitar algún agradecimiento, y debe rezar a su Señor en el momento apropiado: en la mañana para unirse al lado derecho del Santo, Bendito sea, y en la tarde para unirse al lado izquierdo. Corresponde al hombre elevar plegaria y súplica cada día a fin de unirse con Dios. Al orar ante su Señor, un hombre no debe hacer oír su voz, y si lo hace su plegaria no será aceptada, pues la plegaria no es la voz audible ni es la voz de la oración. La plegaria consiste en otra voz, ligada a la voz que se oye. Por ello el hombre debe orar silenciosamente y rezar con la voz inaudible. Así está escrito: "Y la voz fue oída", donde el término que significa voz está escrito defectuosamente, sin una vav, lo que significa la voz inaudible, como la de la oración de Jana, sobre la que está escrito: Pero la voz de ella no se oía (I Sam. 1, 13). La plegaria que El Santo, Bendito sea, acepta, es la que se realiza con seriedad y devoción, con una adecuada concentración de la mente en la unidad de Dios.

Rabí Eleazar dijo: La voz silenciosa es la voz superior de la que proceden las demás voces. La afirmación "y la voz se oía", donde la palabra "voz" está escrita sin una vav, es una alusión a la voz que lloró por el primer Templo y por el segundo Templo. La palabra "se oyó" sugiere el versículo: Una voz se oyó en Rahmá (Jer. 31, 15), donde la palabra que significa "en Rahmá" y que literalmente significa "en lo alto", se refiere al mundo superior, al mundo por venir, por eso está escrito: Y en aquel día el Señor, Dios de los ejércitos, llamó a llanto y a lamentación (Is. 22, 12), y la voz se oyó en la Altura de las alturas. Por eso también Raquel lloró por su hijos, pues ella rehusó ser reconfortada por sus hijos, porque él no está. No está escrito "ellos no están", sino "él no está", lo cual es una alusión a su Esposo, pues si su Esposo hubiese estado con ella, ella se habría dejado reconfortar por sus hijos, porque entonces ellos no se hubieran visto sometidos al exilio. Pero al no estar su Esposo con ella, no podía ser consolada. Aquí, "la casa de Faraón" es también una alusión al Templo de lo alto, es decir, a la casa que fue despojada, desprovista de toda su luz y radiación, y de todos sus tesoros ocultos. Cuando el Santo, Bendito sea, levante del polvo esa voz silenciosa, y le de una vav, entonces todo lo que se perdió en el tiempo del exilio será restaurado, y ellos se regocijarán en las radiaciones superiores que fluirán con un brillo creciente procedente del mundo superior, como está escrito: Y acontecerá en ese día que sonará una gran trompeta, y vendrán los que se perdieron en Asiria y los que fueron dispersados en el país de Egipto, y adorarán al Señor en el santo monte de Jerusalén (Is. 27, 13).

Ahora se os ordena que hagáis lo siguiente: tomad carretas del país de Egipto. Rabí Hiyá interpretó el texto: Regocijaos con Jerusalén, alegraos con ella, todos vosotros, los que la amáis, gozad con ella, es el regocijo de cuantos la lloran (Is. 66, 10). Dijo: Cuando el Templo fue destruido, a causa de sus pecados, sus hijos fueron arrojados de su país. Dios se retiró a la Altura de las alturas y no vio ni el exilio de su pueblo ni la destrucción del Templo, y la Shekinah fue exiliada con ellos. Cuando Dios descendió de nuevo, observó su Casa quemada. Miró a su pueblo y vio que estaba en el exilio. Investigó sobre la Matrona, sobre la Shekinah, y verificó que también ella había sido expulsada. Entonces, "en aquel día el Señor, Dios de los ejércitos, llamó a llanto y a lamentación, y a la calvez, y al ceñimiento de saco", y la Matrona fue llamada a lamentarse como una virgen cubierta con arpillera por el Esposo de su juventud (Joel 1, 8), porque Él se había apartado de ella y fueron separados. El mismo cielo y la misma tierra se lamentaron, como está escrito: Yo visto el cielo con negrura y lo cubro con saco (Is,. 50, 3). Todos los ángeles celestes levantaron sus voces en lamentación, como está escrito: Ved que los ángeles claman; los ángeles de paz claman amargamente (Is. 33, 7). El sol y la luna se afligieron y su luz se oscureció, como está escrito: el sol será oscurecido en su marcha (Is. 13, 10), ¿por qué razón?, porque el otro lado obtuvo dominio sobre Tierra santa.

Rabí Hiyá discurrió luego sobre el versículo: Y tú, hijo de hombre, así dice el Señor Dios respecto el país de Israel: se acerca un fin, se acerca el fin sobre los cuatro cabos de la tierra (Ez. 7, 1). Dijo: este versículo contiene un sentido secreto. Como ya se dijo, hay un fin a la derecha y hay un fin a la izquierda. Al fin de la derecha se alude en la expresión "se acerca un fin", mientras que la expresión "se acerca el fin", se refiere al fin de la izquierda. El fin de la derecha es el fin del buen instigador; el fin izquierdo es el fin del mal instigador. Y cuando los pecados de Israel se multiplicaron y crecieron, fue por el fin izquierdo que el reino del mal obtuvo poder y destruyó la Casa y el Santuario del Señor. Así dice la Escritura: Así dice el Señor Dios: un mal, un mal singular se acerca (Ez. 7, 5). Cielo y Tierra se lamentaron porque el dominio fue dado al lado izquierdo. Y dado que el reino santo, el reino del cielo, fue destruido, prevaleciendo el reino del mal, corresponde al hombre afligirse y humillarse, de modo que cuando el reino santo vuelva a ser levantado y sea restaurado el mundo, pueda él regocijarse con este reino. Por ello dice la Escritura: "Regocijaos de júbilo con ella, vosotros, los que os lamentáis por ella".

Y él vio las carretas... Egipto es llamado una novilla muy hermosa (Jer. 46, 20), por eso la palabra "carretas" puede ser aquí una alusión a Egipto, que indica que vendrá un tiempo en el que los israelitas, los esclavos de Egipto, de la hermosa novilla, obtendrán dominio sobre ella. Rabí Eleazar dijo: Por medio de las novillas, José tuvo intención de recordar a Jacob que cuando se separó de él, estuvo estudiando con él la sección de la novilla cuyo pescuezo hubo de ser quebrado (Deut. 21, 4). Pues el rito de la novilla cuya nuca hubo de ser quebrada, se aplicó para el caso de un hombre que fue hallado muerto por asesinato sin que se supiera quien lo mató. La novilla fue arrojada a los malos espíritus para advertirles e impedir que obtuvieran dominio sobre la tierra. Todos los hombres parten de la vida de manos del ángel de la muerte, excepto aquél cuya vida fue arrebatada por otro hombre antes de que el ángel de la muerte hubiese adquirido permiso para ejercer sobre él su acción. Por eso el ángel de la muerte tiene motivo para quejarse contra el lugar del asesinato, y por eso se ordenó que los ancianos de esa ciudad trajeran la novilla, a fin de alejar toda acusación de esa localidad y salvaguardarla frente al poder del acusador. Cuando José abandonó a su padre, se fue sin escolta y sin haber comido. Y cuando Jacob dijo: José estará deshecho, dijo además: pero yo iré hasta la tumba de mi hijo afligido (Gen. 37, 35), que es como decir: "Yo fui la causa de su muerte, más aún, le envié allí aunque sabía que sus hermanos le odiaban". Todo esto es lo que insinuó José al enviarle las novillas.

Rabí Judá le dijo a Rabí Eleazar: ¿Pero acaso no está escrito que José mandó las novillas por orden de Faraón? Y José les dio las novillas por orden de Faraón (Gen. 45, 21). Rabí Eleazar respondió: Faraón sólo dio la orden por petición de José. En realidad, Jacob, no quedó totalmente convencido de las noticias que le trajeron, hasta ver con sus propios ojos a las novillas, como está escrito: Y cuando vio las novillas que José le mandó, el espíritu de Jacob, su padre, revivió (Gen. 14, 27). Rabí Simeón dijo: Primero dice la Escritura: "Y el espíritu de Jacob revivió", e inmediatamente después: E Israel dijo (Gen. 45, 28). La Torah le llama primero Jacob porque la Shekinah partió de él cuando sus hermanos hicieron para ella una reunión a fin de que jurase sobre el secreto de la venta de José; pero cuando la Shekinah regresó, fue elevado al grado más alto, simbolizado por Israel.

Y él dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre... Yo bajaré contigo a Egipto. Esto indica que la Shekinah lo acompañó en su exilio. Y a todos los lugares en los que los hijos de Israel fueron exiliados, la Shekinah fue con ellos. Observad que José le envió a su padre seis carretas, haciendo alusión a lo que contenían las seis carretas cubiertas que los príncipes presentaron a Moisés (Num. 7, 3). Según otra opinión, el número fue de sesenta, pero las dos opiniones no se contradicen, pues en primer lugar está escrito: En las carretas que José envió (Gen. 45, 27), y luego que envió Faraón (Gen. 46, 5), de modo que las que envió José fueron del número exacto, que tiene un significado secreto, mientras que el número mayor que envió Faraón no tiene tal simbolismo numérico.

Y José preparó su carroza. Rabí Isaac interpretó el versículo: Y por encima de las cabezas de los seres vivientes había algo parecido a un firmamento, como el resplandor de la luz sobre el hielo, extendido por encima de sus cabezas (Ez. 1, 22), y dijo: Este versículo se ha explicado como sigue. Entre los seres vivientes, unos están por encima de los otros, y hay uno que está por encima de todos, que pone a todos los demás en movimiento, y hace que su luz pase de uno a otro. Este supremo viviente tiene varios rostros que irradian hacia todos los puntos cardinales, tres a cada lado; hay además varios firmamentos, uno encima de otro, y el más elevado domina sobre los demás, los cuales dirigen hacia él su mirada. Por eso dice la Escritura: Y debajo del firmamento estaban sus alas que se tocaban la una con la otra (Ez. 1, 23), pues todos ellos gobiernan sobre lo que ha sido puesto a su cargo. Hay nueve vivientes en cada uno de los cuatro lados del universo, y el número total es de treinta y seis. Cuando están todos juntos, forman un conjunto que simboliza el Nombre en una unidad absoluta. Y cuando se encuentran dispuestas en torno al trono celestial, se realiza la descripción del profeta: Y sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas, había algo así como un trono, un trono de apariencia de piedra de zafiro, y sobre esa apariencia de trono, había la apariencia de un hombre que estaba arriba (Ez. 1, 26). Las figuras de esa carroza culminan en la del hombre, y cuando a ella se subordinan las otras figuras para formar una carroza homogénea, entonces se puede decir: "Y José preparó su carroza", pues José representa al Justo. Además: "Y subió a Goshén para encontrar a su padre Israel", donde Israel significa el Adán superior, y Goshén, que literalmente significa "acercamiento", significa la unión de ambos. El texto continúa: "Y se presentó ante él", que significa la reflexión de la luz del sol en la luna, de manera que la luna se ilumina e inunda con su luz a todos los moradores del mundo inferior. Del mismo modo, mientras la santidad superior permanecía sobre el Templo inferior, el Templo estaba lleno de un fulgor luminoso, y así permaneció, pero cuando la santidad superior fue retirada, el Templo fue destruido; respecto a esto está escrito: "Y lloró sobre su cuello largo tiempo": lloró por el Templo, que tuvo que ser destruido, y "largo tiempo" por el último exilio. Cuando Jacob vio que abajo todo estaba completado según el modelo superior, dijo: "Y ahora déjame morir, ..., tú estás aún con vida", es decir: pues tú mantuviste el pacto sagrado con Él, que es llamado el Viviente para toda la eternidad. Lo mismo indica la anterior expresión de Jacob: "Es suficiente; José, mi hijo, todavía vive".

Y Jacob bendijo a Faraón. En relación con esto, Rabí Yoshé citó el versículo: Te he comparado, oh amor mío, con una yegua de los carros de Faraón (Cant. 1, 9). Dijo: Observad que hay carrozas de la izquierda que pertenecen al otro lado, y hay carrozas de la derecha que se encuentran bajo la égida de la santidad superior: las últimas son de gracia, las primeras de rigor. Cuando el Santo, Bendito sea, hizo justicia sobre los egipcios, cada forma de castigo que Él les infligió fue según el modelo de esas carrozas y según el modelo del otro lado. Así como ese lado mata y arranca las almas de los hombres, así hizo el Santo, Bendito sea, como está escrito: Y el Señor mató a todos los primogénitos en el país de Egipto (Ex. 13, 15), y así con los otros castigos ejecutados sobre los egipcios. Esto es lo que indican las palabras: "Te he comparado, oh amor mío...", es decir, yo te hice igual al otro lado en el poder de matar. ¿Y qué dice la Escritura respecto al futuro?: ¿Quién es ése que viene de Edom, con las vestiduras rojas de Bozra? (Is. 63, 1).

E Israel moró en el país de Egipto, en el país de Goshén; y tomaron posesión de las tierras, y fueron fecundos y se multiplicaron. Y obtuvieron posesión, es decir, una posesión permanente, pues les pertenecían. Y fueron fecundos y se multiplicaron, pues fueron aliviados de toda vejación y gozaron de la abundancia del mundo. ¡Bendito sea el Señor por siempre! ¡Amén y Amén!

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