lunes, 7 de septiembre de 2009
21 de Septiembre. Equinoccio de Otoño. Alban Elved
Se aproxima el 21 de Septiembre, el esperado Equinoccio de Otoño. Este es el instante en que el día y la noche son iguales, el comienzo del Sol menguante, en que éste inicia su travesía bajo el nivel medio de equilibrio cíclico.
En este festival ocurre igual como en alguno de los que ya hemos citado anteriormente; su celebración no resulta significativa a nivel popular, pero se conserva de forma especial sobre todo entre los practicantes de la magia y seguidores de la "Antigua Religión".
Se presupone que en esta festividad podría ser interesante decorar el altar con piñas, ramitas de roble, bellotas y símbolos de Otoño.
Se inicia la época de la decadencia, el ocaso, el período de recogimiento y el tiempo de conectar con fuerzas más de tipo espiritual, pues comienza el ciclo oscuro, como en el anterior equinoccio se inicia el ciclo luminoso, y de ahí las alusiones a que el Sol "cruza las puertas de la muerte". Los puntos álgidos del Gran Ciclo se marcan por los dos solsticios, que se corresponden a las festividades de San Juan y Navidad. "Gebu Urdiz", en "Magie Delle Rune", asocia también esta fiesta con antiguos cultos de Europa, combinando cultos solares y agrícolas. En ella, mientras el equinoccio de Primavera marca la fecha de la siembra, el de invierno marca la de la cosecha.
Urdiz nos describe, asimismo, algunas características de esta festividad en los antiguos pueblos nórdicos:
"En Otoño tenían lugar las festividades de la recolección y en ellas, el carro del Sol, tirado por potros blancos y sin mácula, era sacado en procesión. Encima del mismo campeaba un disco de oro, símbolo de la caída del astro hacia el horizonte. En los pueblos marineros, como por ejemplo los primitivos normandos, el disco solar lo portaba una nave".
Entre los judíos se recomendaba el ayuno en esta fecha por ser el "Día de la gran expiación". Como se comenta en otro punto de este libro, el ayuno era probablemente un proceso de depuración del organismo para preparlo a un cambio interno.
Demetrio Santos, en Investigaciones astrológicas señala igualmente los dos equinoccios como elementos de señalización para el inicio y fin de las tareas agrícolas:
"Los dos puntos críticos anuales se fijan en el calendario hebreo en el primero y en el séptimo mes (Pascual y Expiación), es decir, sobre ambos equinoccios".
En definitva, la significación final de esta fiesta era la de la obención de los frutos de la tierra e iniciar el período que culminaría con el descanso de ésta. En algunos lugares se realizaban rituales de destribución, devolviendo a la tierra parte de los obtenido de ella, sea enterrando restos de pan o pedazos de carne especialmente consagrados a la Divinidad Femenina.
"Rituales de las Fiestas Mágicas". Manuel Seral Coca
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