Selección y presentación L. Vert
Las palabras sagradas de los antiguos sabios egipcios fueron escritas bajo la forma de bellos jeroglíficos, ocultos en los lugares más profundos de las tumbas reales, donde nadie podía acceder: largos y complicados laberintos los separaban del mundo profano. Eran palabras para el espíritu divino del muerto en su reencuentro con los dioses, lo que equivale a decir, palabras de los dioses que ellos mismos leen y escuchan.
Actualmente estos textos, antaño impenetrables, han sido traducidos a múltiples idiomas, repetidamente publicados y lo que es más increíble; largamente comentados e interpretados. Sin embargo, estas palabras se siguen escondiendo del saber profano. Ciertamente no están encerrados en los sarcófagos, ni en las paredes oscuras de las tumbas, hoy se ocultan bajo el tupido velo de nuestra ignorancia, bajo la corteza de la grosería a la que ha llegado el espíritu del hombre del siglo XX. ¿Quién puede en la actualidad reconocer, o ni siquiera sospechar, el tono justo y perfecto de las palabras de los antiguos sabios?
El doctor J. C. Mardrus recogió una serie de material de diversas procedencias y lo ordenó según la disposición clásica del Libro de las XII puertas, tal y como se conocía durante el Imperio Nuevo. En dicha obra, el alma del difunto se presentaba ante cada una de las doce puertas flanqueadas por sus respectivos dioses y guardianes y exponía sus conocimientos y sus méritos, a lo que el tribunal celeste respondía aceptándola. El autor ha titulado esta síntesis El libro de la verdad de la palabra (1). Presentamos a continuación los textos correspondientes a la cuarta y a la duodécima puertas.
PUERTA IV
¡Oh Formas de eternidad, heme aquí!
Soy uno de los maestros del escritorio y de la paleta, junto a los
dioses de luz.
Escriba divino en mi tiempo por la virtud de aquello que he trazado,
según la eterna irradiación de la verdad. Yo sé, verdaderamente, las
fórmulas dominantes que subyugan el mal, a los hijos del mal, vencen a
la generación de los Malvados y destruyen los Rostros de la noche.
Por el Encantador de los Dioses, mi patrón Thot que está en las
Escrituras, es abastecido mi intelecto, es abastecido mi cuerpo con sus
miembros, son abastecidas mis almas y mi espíritu, por aquello que me
hace prevalecer contra las fuerzas de la destrucción.
Heme aquí, pues por la gracia de mi maestro; heme aquí, un Señor
espléndido en su devenir; portador de los misteriosos archivos de su
vida, trazados durante mi residencia en el ojo del dios oculto.
El polvo de las cosas muertas y de las páginas estériles no lo he
respirado. Sino que, hábil con mis dedos, sutil con mi espíritu, difícil
en mi corazón, sólo he respirado por la nariz del océano y por el
abanico de las olas.
Las diez esencias volátiles de los óleos de aclamación fueron los
únicos colores de mi escritorio. Ellos volvían independientemente mi
corazón, hicieron infatigable mi espíritu.
Mi nombre, en la perennidad, es el Escriba, que hace ser realidad la
potencia de la verdad de la palabra en el territorio de la verdad.
Saludo, pues, al horizonte del cielo del Norte, en el estanque muy
verde. Estoy de pie, en equilibrio, bajo tus velas color de fuego.
Conozco tu nombre y el nombre de tus velas. Y, una por una, las nombro en mi corazón.
En cuanto a vosotros, rostros de la noche, espectros en la sombra,
cólera de la cólera, ¡Oh dobles maléficos! Quienes, detrás mío, entráis
a escondidas en la oscuridad, la nariz hacia atrás, la cara al revés.
¡Oh vosotros! Malvados, hijos de malvados, generación de malvados.
Eternamente frustrados de aquello por lo que surgís del fondo de vuestra
noche y de vuestra maldad.
¡Oh vosotros todos! Machos o hembras, rostros vuestros al revés, a
quienes nada permito, a quienes nada tolero, a quienes no permito que
hagan la noche en mi pecho; contra vosotros me rebelo con las espinas de
Mormirio, con el espinazo del Latus, con la espina de Silurio, con los dientes del Oxiringo.
En un instante, os doy la vuelta, ¡oh invertidos! rostros
descompuestos. Me levanto contra vosotros, con mis maestros y vuestros
maestros, con el Señor de la voz, con el jefe del rollo, con el inmóvil
de corazón, con el guía de los caminos, con el regente del país de la
vida, con el fluido de los dioses con la cruz ansada.
¡Desvaneceos, vampiros!
En mi interior jamás entraréis. Por mis oídos, jamás entraréis. Por
mi nariz y mi boca, larvas, gérmenes o enfermedades, jamás entraréis.
Ya que soy puro, soy puro con la pureza del gran Fénix de Heliópolis.
Pues me levanto contra vosotros con el hechizo de los hechizos, con
los Siete nudos de las dos Hermanas divinas, con el Nudo mágico, con el
invencible Khopesch, con el Agua roja y la esencia de Tahonu, con el
Escarabajo del corazón, con la doble pluma de la Osiriana, con la verdad
de la palabra.
Y os sello para siempre, en vuestra reducida nada, con el sello de
la Eternidad.
Ya que soy puro, soy puro, soy puro.
Así pues, yo te saludo, ¡Oh mi fiel! Señor espléndido, Escriba en
su tiempo, junto a los dioses de luz.
Yo te saludo, quien, por el Verbo desprendido de la Esencia divina,
haces que sea realidad la fuerza de la verdad de la palabra.
Yo te saludo, hijo de mi costado, yo te saludo, hijo de mis huesos.
Pasa, tú eres puro.
PUERTA XII
¡Oh! Formas de eternidad, heme aquí. Yo soy una parcela de las parcelas
de la gran alma incandescente una parcela de las parcelas de la divinidad.
Soy el eterno amante de la divina Amiga.
Antes que cualquier creación, existía. Antes que cualquier forma, existía.
Cuando no había nada, era. Cuando la nada no había sido nombrada, era.
Cuando el caos era el rey, era. Cuando el caos se convirtió en orden, era.
Cuando el destino no existía, era. Cuando el destino mostró su faz, era.
Cuando no se la encuentra, es. Cuando no se la ve, es.
No está a la derecha, no está a la izquierda, no está encima,
no está debajo, ella está dentro.
ESTÁ DENTRO
ESTÁ DENTRO
Condensada en los éteres, es luz.
Condensada en la materia, es calor.
Condensada en los cuerpos, es movimiento.
Condensada en los cielos, es nube.
Condensada en la tierra, es fuego, es hielo, es fuente viva.
Condensada en la semilla, es árbol.
Condensada en el germen, soy yo mismo. Yo soy ella y ella soy yo.
Así pues, salud a la parcela de las parcelas de la gran Dama
incandescente, más allá de la fachada del infinito, salud al alma pura
en su búsqueda del divino Inferior, salud al eterno amante de la divina Amiga.
Así pues, salud al poseedor de las llaves del misterio, el maestro
de los filtros y los talismanes; a este encantador de la verdad sobre
los caminos de la verdad.
Así pues, salud a este rey de un imperio interior, sentado sobre las
orillas del sueño y de encantamiento, al fondo del retiro donde arde el
espíritu inmortal.
Así pues, salud a este príncipe del sentimiento que posee en su
pecho la llama del genio y el clavo del equilibrio y la llama del genio
fijado en su corazón.
Así pues, salud a este resucitado en cuyas venas habita la verdad
como si fuera perfume, y cuyo corazón es un almacén de aromas de las
escaleras de incienso.
Así pues, salud por millones de saludos a la forma resurgida divina,
salud a este dios renovado que se ha reencontrado en la esencia del
Único, que se ha fundido en las formas divinas.
Pasa, eres puro.
A partir de ahora, no más sorpresas, no más sorpresas, no más
descomposición, no más tinieblas.
A partir de ahora, sólo verdad, sólo vigor, sólo vida, salud, fuerza.
A partir de ahora, sólo felicidad, paz, beatitud.
Excelente, Excelente.
Pasa, eres puro.
(1) Le livre de la Verité de Parole, ed.de François Bernouard. Rue des Saints Pères, 73, París, 1924.
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