El Poimandres (o Pimander) es uno de los tratados del Corpus Hermeticum, obra gnóstica de los primeros siglos de nuestra era, que se presentaba como proveniente del Antiguo Egipto, como revelaciones del dios Toth (Tat), y que ejerció una poderosa influencia en el neoplatonismo. Marsilio Ficino hizo la traducción al latín, junto con otros tratados del Corpus y por su mediación tuvo un gran impacto en la cultura Renacentista y ulterior
TRATADO XII
DE HERMES TRISMEGISTO A TAT. Sobre la inteligencia común.
1 La Inteligencia, oh Tat, proviene de la realidad misma de Dios, si se puede hablar de una realidad divina; y en cuanto a que solo Dios mismo se conoce exactamente. La Inteligencia pues no está separada de la realidad de Dios, sino como si se desplegara de ella, como la luz se despliega del Sol.
Por otro lado, la Inteligencia en los hombres es un dios, y por éso algunos hombres son dioses, y su humanidad está muy cerca de la divinidad. Por ésto el Buen Genio llamó inmortales a los dioses, y a los hombres dioses mortales. En los animales irracionales la inteligencia es la naturaleza.
2 Dondequiera hay alma hay inteligencia, como también dondequiera hay vida hay alma. En los animales irracionales el alma es vida desprovista de inteligencia, y a su vez la inteligencia es un beneficio acordado a las almas de los hombres, porque las dirije hacia el bién.
En los seres irracionales la inteligencia coopera con la naturaleza particular de cada uno de ellos, mientras que en los hombres resiste a la naturaleza. Dolor y placer pervierten al alma no bien entrada en un cuerpo, y el cuerpo, compuesto, es como un caldo donde el dolor y el placer hierven juntos, y donde el alma se sumerje y ahoga.
3 Cuando las almas pues se dejan conducir por la inteligencia, ésta las ilumina con su luz y actúa en contra de sus pretensiones. Como el buen médico hace sufrir al cuerpo enfermo quemando y cortando, de igual manera la inteligencia entristece al alma arrancándola del placer del que nacen todas sus enfermedades.
La enfermedad mayor del alma es negarse al Dios, la siguiente es la opiniabilidad, causa de todos los males y de ningún bién. La inteligencia pues, al contrariar la enfermedad, procura el bien del alma, como el médico la salud del cuerpo.
4 Por otra parte, todas las almas humanas que no lograron que la inteligencia las guíe, sufren la vida de los animales irracionales, pues la inteligencia las ayuda a que se consoliden las pasiones a las que las arrastra el ímpetu de sus antojos lanzados a lo irracional.
Como animales irracionales obedecen sin razón a sus cóleras y sin razón no se cansan de desear ni se hastían de los vicios. Por éso el instinto colérico y la pasión del deseo son los vicios máximos. Estas son las almas a las que Dios impuso la Ley como verdugo y para convencerlas del mal.
5 - Entonces, oh padre, la doctrina de la fatalidad que recientemente me enseñaste corre peligro de destruirse. Porque si el Destino manda absolutamente que éste o aquel comentan adulterio o sacrilegio u otro crimen ¿serán castigados si lo han cometido por fuerza fatal?
- Todo es obra del Destino, hijito, y sin él nada habría en el mundo corporal, nada de bueno ni de malo. Está dictado por el Destino que al que hace el bien le correspondan las consecuencias, y por éso él actúa, para recibir lo que recibe porque así actuó.
6 Es suficiente por ahora lo que hemos dicho sobre el mal y el Destino. Hemos hablado ya sobre el tema en otro lugar.
Ahora estamos tratando sobre la Inteligencia, el alcance de su poder, qué distintos efectos produce en un tipo determinado de seres humanos, y de qué manera diferente obra con respecto a los animales irracionales.
E insistamos que en cada uno de aquellos, los racionales, produce sus buenos efectos de maneras completamente diferentes según la forma distinta como calma la ira y el deseo, pues hay que tener en cuenta que unos obran guiados por la razón y otros como brutos: todos los hombres están sometidos al Destino, tanto al nacer como en los cambios que se suceden en la vida.
7 Y todos los hombres padecen las consecuencias que les marca el Destino a sus actos: pero en forma diferente a los demás los que obran según razón, de los que dijimos que la inteligencia los conduce, pues las sufren, bien que hayan abandonado la maldad y no sean malos.
- Pero padre ¿qué dices ahora? ¿Es que no es malo el adúltero, el homicida y todos los demás?
- No es así, hijito, el hombre de razón, no habiendo cometido adulterio sufrirá las consecuencias del adúltero, no habiendo matado sufrirá las del asesino: es imposible sustraerse de las condiciones que impone la vida como tampoco de las del nacimiento; de la maldad, en cambio, puede salvarse el que posee la inteligencia.
8 Por éso yo siempre escuché decir al Buen Genio - que si hubiera dejado todo por escrito hubría hecho un gran servicio a la humanidad, porque solamente él, hijito, en pura verdad, como dios primero engendrado y habiendo contemplado todas las cosas, profería enseñanzas divinas -, le escuché, decía, decir cierta vez que " Todo es Uno y aún más los seres inteligibles, y que vivimos por el Poder, la Energía y el Siglo, y que su Inteligencia, que es también su íntimo ser, es buena ".
Siendo esto así, por tanto la Inteligencia carece de dimensión espacial, y por consiguiente la Inteligencia, que comanda todas las cosas y que es el ser íntimo de Dios, tiene el poder de hacer lo que quiere y como quiere.
9 Por tu parte reflexiona y aplica esta enseñanza a la cuestión que me hacías antes, me refiero acerca del Destino de la Inteligencia. Si dejas de lado, hijito mío, el vano espíritu de controversia, descubrirás que en realidad la Inteligencia, el ser íntimo de Dios, prevalece sobre todas las cosas, sobre el Destino, la Ley y todo lo demás, y que nada le es imposible, ni poner a un alma humana más allá del Destino, ni, si ha sido negligente como suele ocurrir, someterla al Destino.
Pero ya he contado sufiencemente los magníficos dichos del Buen Genio.
- ¡Y son palabras divinas, oh padre, y verdaderas y útiles! Pero explícame todavía lo siguiente: Dijiste que la Inteligencia en los animales irracionales opera como naturaleza colaborando con sus impulsos. Ahora bién, los impulsos de los animales irracionales, supongo, son pasiones. Por tanto, si la Inteligencia colabora con los impulsos y los impulsos son pasiones, ¿Es entonces la Inteligencia una pasión, dado que actúa con las pasiones?
- Bien dicho, hijito, digna pregunta, y es justo que la responda.
11 Todos los incorporales, hijito, que están en un cuerpo son pasibles, y, hablando con propiedad, son en sí mismos pasiones. Pues todo motor es incorporal, todo móvil es cuerpo, y los incorporales se mueven y son movidos por la Inteligencia, y el movimiento es una pasión.
Por consiguiente uno y otro padecen, el motor y el móvil, el uno porque impulsa, el otro porque es impulsado.
Lo que está separado del cuerpo, se separa también de la pasión. Y más bien digamos, hijito, que nada es impasible, todo es sujeto de pasión.
Difiere la pasión de ser sujeto de pasión, una es actividad, lo otro pasividad.
Ahora bien los cuerpos también por sí mismos son activos, porque o están quietos o se mueven, y en ambos casos hay pasión. Los incorporales a su vez están siempre activos y por ello son también sujetos de pasión. No dejes que esta terminología te confunda: acción y pasión son la misma cosa, y no hay porqué incomodarse de utilizar el término más conveniente.
- ¡Oh padre, te has manifestado soberbiamente!
- Atiende ahora a ésto, hijito, porque hay dos cosas que Dios otorgó al hombre con excepción de todos los demás animales mortales: la inteligencia y la razón, que es lo mismo que decir la inmortalidad. (Tienen también el don de hablar). Si pues el hombre usa ambas cosas para los fines que corresponden, en nada diferirá de los inmortales. Antes bién, una vez salido del cuerpo, ambas le mostrarán el camino hacia el coro de los dioses y de los benditos.
13- Los demás seres vivos ¿no gozan de la palabra racional, oh padre?
No, hijito, sólo tienen voces. Palabra y voz difieren por completo. La palabra es la misma para todos los hombres, en cambio cada raza animal tiene su grito propio.
- Pero los hombres, oh padre, de acuerdo al pueblo a que pertenecen ¿no usan palabras diferentes?
- Distintas, sí, hijito, pero uno es el Hombre y por tanto uno es también el lenguaje. Se traduce de una lengua a otra, pero al final se descubre que es lo mismo en egipcio, en persa o en griego.
Me parece, hijito, que ignoras toda la fuerza y la grandeza de la palabra racional. El Buen Genio, bendito dios, ha dicho que " el alma está en el cuerpo, la inteligencia en el alma, la palabra o razón en la inteligencia, Dios pues Padre de todos ellos. "
14 Por tanto, la razón es imágen y sentido de Dios, y el cuerpo lo es de la figura, y la figura lo es del alma. Lo más sutil de la materia es el aire, lo más sutil del aire es el alma, lo más sutil del alma es la inteligencia, lo más sutil de la Inteligencia es Dios. Y Dios rodea y penetra todas las cosas, la inteligencia rodea al alma, el alma al aire y el aire a la materia.
La Necesidad, la Providencia y la Naturaleza son órganos del bello orden y de la organización de la materia.
Y cada uno de los seres espirituales tiene su propia realidad, realidad que en ellos es la identidad.
En cambio, cada uno de los seres corporales del Todo es una pluralidad: en efecto, los cuerpos compuestos también poseen la identidad que en ellos consiste en su permanente trasmutarse unos en otros, y así conservan una identidad invariable.
15 Además, de todos los cuerpos compuestos en general, cada uno posee un número propio, porque sin número es imposible que se produzca ni combinación, ni composición ni disolución: son las unidades las que engendran al número y lo acrecientan, y las que a su vez cuando se disuelve lo reciben en ellas, pero la materia permanece una.
Este Mundo íntegro y total, este gran dios imagen del Dios mayor, que permanece unido a El y conserva con El el Orden y la Voluntad del Padre, es la Plenitud de la Vida, y no hay nada en el Mundo, a lo largo de la duración del retorno al punto de partida deseado por el Padre, ni en su totalidad ni en ninguna de sus partes, que no esté vivo. Nunca jamás ha habido, ni hay, ni habrá nada muerto en el Mundo. Vivo quiso el Padre que fuera mientras se mantenga unido, y por éso necesariamente es un dios.
16 ¿Cómo sería posible, oh hijito, que en este dios, en la imagen del Padre, en lo que es la Plenitud de la Vida hubiera algo muerto? Porque muerte es corrupción, y corrupción aniquilación. ¿Cómo sería posible que una parte del incorruptible se corrompiera o que se destruya algo de este dios?
- Entonces, padre mío, los seres vivos que están en el Mundo y son sus partes ¿no mueren?
- Corríjete, hijito, porque te confunde la terminología del tema transformación. No mueren, hijito, pero como buenos cuerpos compuestos se disuelven. La disolución no es muerte, sino disolución de la mixtura. Se disuelven pero no se aniquilan, de forma que vengan a renovarse. ¿Qué es la energía de la vida? ¿No es movimiento? Pero ¿puede haber algo inmóvil en el Mundo? Nada, hijito.
17- Pero padre ¿no te parece que al menos la Tierra está quieta?
- No, hijito, sino que ella misma, solitaria, se mueve de muchas maneras y permanece estable. ¿Hay cosa más ridícula que pretender que sea inmóvil la nodriza de todos los seres, la que los hace nacer y los engendra? Es imposible que sin movimiento el que hace nacer dé a luz lo que sea que nace. Es muy absurdo que te preguntes si es inerte el cuarto elemento, porque no moverse, para un cuerpo, equivale a ser inerte.
18 Considera con certeza, hijo mío, que todo, absolutamente todo lo que hay en el Mundo está en movimiento, sea para disminuir, sea para aumentar, y lo que se mueve está vivo, porque nada obliga a que todo ser vivo sea siempre el mismo.
Por consiguiente, hijito, el Mundo, como totalidad, no sufre cambios, y al mismo tiempo, todas sus partes se transforman, sin que nada perezca o se aniquile.
Los términos son los que nos desconciertan. Porque nacer no es vivir sino en nuestra percepción, y la transformación no es muerte, sino en nuestro olvido. Siendo así lo que decimos y en consecuencia, todo es imperecedero, Materia, Vida, Espíritu, Alma, Inteligencia, de lo que todas las cosas consisten.
19 Por lo mismo, todo viviente es inmortal, y por encima de todos el Hombre, porque es capaz de recibir a Dios y porque es capaz de entrar en la realidad de Dios.
Porque Dios sólo conversa con este ser vivo, de noche en sueños, de día por símbolos, y por todo tipo de medios le predice el porvenir, por las aves, por las entrañas, por inspiración, por la encina . Por donde el hombre se confía en interpretar el pasado, el presente y el porvenir.
20 Y observa esto, hijito, que cada animal en particular vive habitualmente en una parte del mundo: los acuáticos en el agua, los terrestres en la tierra, los volátiles en el aire. El hombre encambio se sirve de todos, tierra, aire, agua, fuego, y al cielo mismo lo mira y con él se relaciona por la percepción.
Por su parte, Dios envuelve y penetra todas las cosas, porque es Energía y Poder. Por lo demás, hijito, no es nada difícil entender al Dios.
21 Y si lo quieres ver, mira la organización del Mundo y el bello ordenamiento de la organización. Observa la Necesidad en las cosas manifiestas y la Providencia en lo que ocurrió y en lo que ocurre. Mira la materia grávida toda de vida. Considera este dios inmenso en movimiento con todas las cosas buenas y bellas que contiene, dioses, genios y hombres.
- Pero estas cosas, padre, son energías.
- Pongamos, hijito, que todo es energía, pero ¿quién es el que energiza? ¿Otro dios? ¿No ves que así como son partes del Mundo cielo, agua, tierra y aire, de la misma manera son sus miembros vida, inmortalidad, destino , necesidad, providencia, naturaleza, alma y inteligencia, y es la permanencia de todas estas cosas lo que llamamos Bien? Y no hay ninguna cosa del presente o del pasado donde Dios no esté.
22- ¿En la materia también, oh padre?
- Si la materia, hijito, estuviera separada de lo divino ¿qué lugar le asignarías? Mientras no haya recibido la energía ¿qué otra cosa crees que es sino una aglomeración confusa? Pero si es activada ¿por quién lo es? Porque hemos dicho que las energias son partes de Dios.
¿Quién les da la vida a los seres vivos? ¿Quién la inmortalidad a los inmortales? ¿Quién transforma a los que se transforman? Si tú nombras la materia o un cuerpo o una substancia, estás hablando de energías mismas de Dios, la materialidad es energía de la materia, la corporeidad de los cuerpos, la subtancialidad de la sustancia: porque éso es Dios, el Todo.
23 Y en el Todo no hay nada que El no sea. Y no se puede predicar de Dios ni tamaño, ni lugar, ni cualidad, ni figura, ni tiempo. Porque lo es todo: y el Todo en todas las cosas y rodeando todas las cosas.
Reverencia esta enseñanza y adórala. Porque no hay sino un culto a Dios, y consiste en no ser malo.
TRATADO XIII - TRISMEGISTO A SU HIJO TAT
Discurso secreto en la montaña. Del renacer y de la regla del silencio
1 - En las "Lecciones Generales", oh Padre, hablaste en enigmas y sin derramar luz al tratar de la divinidad: no revelaste, con la excusa de que nadie puede ser liberardo antes de renacer.
Pero cuando descendíamos la montaña después de tu conversación conmigo, me puse a suplicarte, y como insistía en aprender la doctrina del renacer, porque es lo único que todavía ignoro, me prometiste tramitírmela una vez que ya fuera extranjero del mundo.
Estoy preparado: mis sentimientos han madurado y se han hecho fuertes contra la ilusión mundanal: cumple pues lo que falta de cómo se renace según prometiste, sea de viva voz sea en secreto: ¡Ignoro, oh Trismegisto, de qué matriz nace el hombre y de qué semilla!
2- Hijo mío, la matriz es la Sabiduría comprendida en el silencio, y la semilla es el Bien verdadero.
- Pero ¿quién pone la semilla, Padre? porque estoy muy confundido.
- La Voluntad de Dios, hijito.
- ¿Y cómo es lo que nace, Padre? porque será algo extraño a mí mismo y a mi inteligencia.
- Lo que nace será distinto, será un dios hijo de dios. el Todo en Todo, compuesto de todas los Poderes.
- ¡Me hablas en enigmas, Padre, y no como un padre a su hijo!
- Estas cosas no se enseñan, hijito, pero cuando el Dios quiere, lo hace recordar.
3- Padre, tu me das explicaciones imposibles y de compromiso, y por eso quiero replicarte como corresponde: "Soy un bastardo en la familia de mi padre". ¡Padre, no tengas celos de mí, soy tu hijo legítimo! Expóneme en toda claridad la forma en que ocurre el renacer.
- ¿Qué puedo decirte, hijito? No puedo decirte otra cosa sino que habiendo yo mismo contemplado una visión inmaterial, por la misericordia de Dios, salí de mí mismo y entré en un cuerpo inmortal, y ya no soy el de antes, pero he nacido en la inteligencia.
Esta experiencia no se puede enseñar ni ver con este elemento material con que vemos aquí: por éso ya no me preocupo por aquella forma compuesta que fué la mía: ya no tengo color, ni toco las cosas, ni percibo el espacio, soy un extraño a todo esto.
Me estás viendo ahora con los ojos, hijito mío, pero por más que me estés mirando y me observes no te darás cuenta de lo que soy realmente. No es con esos ojos que se me vé ahora, hijito.
- ¡Me enloqueces, Padre, grandemente y dejas mi alma en completa turbación, porque a esta altura ya ni yo mismo me percibo!
- Ojalá, hijito, que tú también salgas de tí mismo como los que sueñan en el sueño, pero tú sin dormir!
- Pero dime ésto ahora: ¿quién es el operador que obra el renacer?
- El hijo del Dios, el mismo y simple hombre, por la voluntad divina.
- Ahora sí, finalmente, me has dejado mudo de asombro. Yo he perdido mis sentidos comunes y sin embargo te veo siempre con la misma estatura, Padre, y con la misma forma exterior.
- En éso te equivocas: pues la forma mortal es día a día diferente: cambia con el tiempo, aumenta o disminuye, y así engaña.
- Pero ¿qué es verdad entonces, oh Trismegisto?
- Lo que no está corrupto, hijito, lo que carece de límites, lo que no tiene colores, ni forma, lo inmóvil, desnudo, brillante, lo que no puede captarse sino en sí mismo, el inalterable Bien, lo Incorporal.
- Realmente, Padre, ¡estoy enloquecido! Porque creo que me has hecho sabio, pero la percepción de mi pensamiento está embotada!
- Y así es como ocurre, hijito mío. Porque el fuego sube, la tierra cae, el agua es húmeda, el aire sopla... pero ¿como habrías de percibir por el sentido lo que no tiene dureza, ni humedad, lo inasible, lo impenetrable, lo que sólo se puede concebir por su poder y su energía, lo que requiere la capacidad de entender lo que es nacer en dios?
7- ¿Es que yo no la tengo, oh padre?
- Que no sea así, hijito, atráela a tí y vendrá, quiérela y será. Reprime los sentidos del cuerpo y se producirá el nacimiento de la divinidad, purifícate del castigo irracional de la materia.
- ¿Es que tengo un verdugo en mí mismo, oh padre!
- Y no pocos, hijito, sino temibles y muchos.
- Dímelo, padre.
- El primer castigo, hijito, es la ignorancia, el segundo la tristeza, el tercero la intemperancia, el cuarto el deseo, el quinto la injusticia, el sexto la ambición, el séptimo el engaño, el octavo la envidia, el noveno la traición, el décimo la cólera, el undécimo la precipitación, el duodécimo la maldad. Son doce en número, pero en cada una hay otras muchas, hijito, que a través del cuerpo prisionero obligan a sufrir, sensitivamente, en lo interior del hombre. Se alejan, aunque no todas juntas, de quién se apiada Dios, y así se funda el modo y el sentido de la regeneración.
8 Ahora, hijito, calla y mantente en piadoso silencioso, que así la misericordia de Dios no se detendrá para nosotros. Ahora alégrate, hijito, que se renuevan y purifican los Poderes de Dios para que se reunifiquen los miembros del Nombre.
Viene a nosotros el conocimiento de Dios, y al venir, la ignorancia es arrojada afuera.
Viene a nosotros la experiencia de la alegría, y a su llegada, huirá la tristeza hacia los que la puedan recibir.
9 Después de la alegría, llamo al poder de la moderación. ¡Oh poder delicioso! démosele, hijito, la más benevolente acogida. ¡Mira cómo desde su llegada ha rechazado a la intemperancia!
En cuarto lugar llamo ahora a la constancia, el poder que se opone al deseo.
El próximo escalón, hijito, es el pedestal de la justicia. Mira cómo, sin juicio, arroja a la injusticia. Y ella ausente, hijo mío, nos hallamos justos. LLamo a nosotros, en sexto lugar, a la que lucha contra la ambición, la fraternidad.
Fuera la ambición, llamo entonces a la veracidad: fuera el engaño, nace la veracidad. ¡Mira cómo el Bien alcanza su plenitud cuando llega la Verdad! Porque la envidia se ha alejado de nosotros, y el Bien sucedió a la Verdad, y también Vida y Luz, y ya no estamos amenzados por ningún castigo de la Tiniebla, que se han ido volando con fragor de alas.
10 Conoces, pues, hijito, el modo de la regeneración. Cuando sobreviene la Década, hijito mío, se concluye el nacimiento intelectual, la Duodécada es expulsada y el nacimiento nos diviniza. Porque el que, por la misericordia, acepta el divino nacimiento, se percibe a sí mismo con estos poderes y se llena de alegría.
11- ¡Oh padre, el Dios me ha hecho inquebrantable! Me represento las cosas que veo, no con los ojos sino con la energía intelectual lograda por los poderes. ¡Estoy en el Cielo, en la Tierra, en el agua, en el aire; estoy en los animales, en las plantas; en el vientre, antes del vientre, después del vientre, estoy en todas partes! Pero dime algo todavía: ¿Cómo es que los castigos de la Tiniebla, siendo doce en número, son rechazados por diez poderes? ¿Cómo se realiza, oh Trismegisto?
12 -Este escenario del que hemos salido, hijito, consiste en el círculo zodiacal que está, a su vez, compuesto por el número de los doce seres, que son de una única naturaleza, y signos de todas las formas, para perdición del hombre. Entre ellos hay algunas parejas que en la práctica son como uno sólo - la cólera y la precipitación, por ejemplo, son inseparables - o imposibles de distinguir. Por donde, hablando con corrección, es bien posible que doce abandonen, que los diez poderes, es decir la Década, las expulsen. Porque la Década, hijito mío, engendra el alma: pues Vida y Luz son uno, allí nace el número de la Unidad, del Espíritu. Por consiguiente y según la razón, la Unidad contiene a la Década, y la Década a la Unidad.
13 - ¡Padre, veo el Todo y a mísmo en la Inteligencia!
14 - 9;- ¡Ese es el renacer, hijito, no más percibir en forma corporal tridimensional!, logrado durante estos discursos acerca de la regeneración, que he consignado por escrito para que no induzcamos al error sobre el Todo a la multitud, hacia aquellos que el Dios mismo quiere.
- Dime, padre, este cuerpo nuevo formado por los poderes, ¿puede tambier sufrir la disolución?
- ¡Corríjete y no digas cosas imposibles! Porque faltarías y el ojo de tu mente cometería un sacrilegio. El cuerpo sensible de la naturaleza está lejos de esta generación esencial. Uno es disoluble, el otro indisoluble, uno es mortal, el otro inmortal. ¿Ignoras que, como yo, has nacido dios e hijo del Uno?
15 - Quisiera, oh padre, el himno de alabanza que tú dijiste haber oído de los Poderes cuando estuviste en la Ogdóada.
- Como la Ogdóada predijo a Poimandres, así justamente te apresuras a destruir el escenario, porque ya estás purificado. Poimandres, la Inteligencia Suprema, no me trasmitió nada más de lo que yo he dejado escrito, pues sabía que, por mí mismo, sería capaz de entender todas las cosas y de escuchar lo que yo quisiera, y ver todas las cosas, y me confió la misión de hacer el bién. Por éso, en todas las cosas cantan y celebran los Poderes que están en mí.
- Anhelo, padre, oirlo y quiero comprender todo.
- No digas más nada, hijo mío, escucha la alabanza armoniosa, el himno de la regeneración, que consideré que no era conveniente manifestarlo abiertamente sino a tí, al fin de todo. Porque no es algo que se enseña, sino que se oculta en silencio. Así entonces, hijito, de pié, al aire libre, vuelto reverente hacia el viento del sur, hacia la puesta del Sol en su camino, adora. Y hazlo también al amanecer, vuelto hacia el viento del Levante. En silencio, hijito mío.
HIMNODIA SECRETA - FORMULA IV
17 " Que toda la Naturaleza del Mundo preste oídos a este himno.
¡Abrete Tierra, soltáos cerrojos de la lluvia,
Arboles, no os agitéis!
Porque voy a cantar un himno al Señor de la Creación, al Todo, al Uno.
¡Abríos Cielos, detenéos Vientos!
Que el Círculo, inmortal, de Dios atienda mi palabra.
Pues voy a cantar un himno al Constructor de todas las cosas,
Al que hincó la Tierra y suspendió los Cielos,
Al que ordenó al Agua dulce salir del Océano y regar la tierra habitada y la deshabitada, para que todos los hombres se alimenten y vivan,
Al que ordenó al Fuego que se manifestara para toda utilidad de dioses y de hombres.
Ofrescámosle todos juntos esta alabanza, al que vuela por arriba de los Cielos, al Constructor de toda la Naturaleza.
El, el Ojo de la Inteligencia, acepte la alabanza de mis poderes.
18 ¡Poderes que habitáis en mí, cantad al Uno y al Todo!
¡Conmigo todo los Poderes que están en mí!
Sublime Conocimiento, iluminado por tí, por tí celebro la Luz espiritual en espiritual alegría.
¡Poderes todos cantad conmigo!:
Ven, moderación, canta conmigo.
Ven justicia mía, canta al Justo en mí.
Ven fraternidad mía, canta al Todo en mí.
Cante la verdad, la Verdad.
Cante el bien, el Bien.
Vida y Luz, es de vosotras que viene y es a vosotras que va esta alabanza.
Gracias Padre, energía de los Poderes,
Gracias Dios, fuerza de mis energías: Tu Nombre te canta himnos en mí,
Por mí, recibe el Todo por el Nombre, como ofrenda racional.
19 Esto es lo que claman en mi los Poderes: cantan al Todo, cumplen tus deseos, tu Voluntad, que de Tí viene y a Tí retorna,
Tú, el Todo.
Recibe de todas las cosas la ofrenda racional: el Todo qu está en nosotros: ¡Vivifícalo, Vida, ilumínalo Luz, Espíritu, Dios!
Porque de tu Nombre, la Inteligencia es el pastor,
¡oh Creador, oh conductor del Espíritu!
20 Tú eres Dios.
Esto es lo que tu hombre, el que te pertenece, clama, por y a través del Fuego, del Aire, de la Tierra, del Agua, del espíritu, de todas tus criaturas.
Por Tí encontré la alabanza digna del SIglo y obtuve mi deseo, por tu voluntad, el descanso, pues vi cumplida, por tu deseo, esta alabanza."
21- ¡Oh padre, la he depositado y la conservo en mi mundo!
- Dí "en mi mundo espiritual", hijito.
- En el espiritual, padre. Tengo poder. Con tu himno y con tu alabanza, mi mente ha quedado llena de luz. Más aún, de mis propios sentimientos, ofreceré yo también una alabanza al Dios.
- ¡Pero no improvises, hijo!.
- ¡Padre, diré lo que en la inteligencia estoy viendo!
A Tí, principio generador de toda generación, yo, Tat, elevo a Dios mis ofrendas racionales.
¡Oh Dios, Tú el Padre, Tú el Señor, Tú la Inteligencia recibe de mí las ofrendas recionales que deseas, porque es por tu Voluntad que todo se cumple. "
- Hijo mío, ofrece una ofrenda agradable al Dios Padre de todas las cosas. Pero agrega siempre, hijito, "por el Nombre".
22 - Gracias, padre mío, por tus consejos de la oración.
- Me congratulo, hijito, que por la Verdad hayas producido buenos frutos, una cosecha inmortal. Habiendo aprendido estas cosas de mí, prométeme el secreto de esta virtud, que a nadie, hijito, revelarás la forma de trasmitir la regeneración, para que no vengamos a ser divulgadores.
Y ahora basta, ambos estuvimos ocupados, yo hablando, tú escuchando. Espiritualmemte, ya te conoces a tí mismo y conoces al Padre, el nuestro.
TRATADO XIV -
Carta de Hermes Trismegisto a Asclepio.
¡Salud!
1 Como mi hijo Tat, en tu ausencia, quiso que lo instruyera sobre la naturaleza del universo, y como no me permitió posponerlo, y como es hijo mío y neófito iniciado de hace poco a los detalles del conocimiento, tuve que hacerlo para él en forma extensiva para que le fuera más fácil seguir la instrucción.
Para tí en cambio, dada tu más avanzada edad y el conocimiento de la naturaleza, prefiero enviarte en forma de carta y resumidos los temas más importantes que tratamos, expresándome ahora en forma iniciática y secreta.
2 Si todo lo manifestado viene a la existencia y es mantenido en la existencia, y si todo lo que viene a la existencia no lo hace por sí mismo sino por otro, y si son muchas las cosas que vienen a existir o, más bien, si lo que viene a existir son todas las cosas manifiestas, y si todas son distintas y no semejantes, es que hay Alguien que las creó, y ése Alguien no fué traído a la existencia, porque es el más antiguo de todos, el Unico no engendrado.
Porque declaro que todas las cosas que vienen a la existencia lo hacen por otro. No puede haber nada más antíguo y previo a todas las cosas que vienen a la existencia sino el Unico que nunca comenzó a ser.
3 El cual es también el más poderoso y mejor, Uno y Sólo realmente Sabio en todas las cosas, y porque no hay nada anterior a El, por consiguiente, es Primero y Principio respecto de la multitud y de la dimensión, y por su diferenciación con lo que viene al ser, y por la continuidad de la creación.
Además lo que viene al ser es visible, El en cambio invisible. Y por éso es porque crea, para ser visto. Y porque siempre crea, siempre es visible.
4 Esto es lo que vale la pena entender, y entendiendo admirar, y admirando ser dichoso, porque se ha comprendido al Padre.
¿Qué hay más dulce que tener un noble y verdadero padre? ¿Quién es y cómo conocerlo? ¿Es justo sólo a El llamarlo Dios, o el Creador o el Padre, o las tres cosas? Dios sí por el Poder, Creador por la Energía, Padre por la Bondad. Por que es Poder, diferenciado de lo que viene al ser, es Energía en todas las cosas que vienen al ser.
Dejando de lado las muchas palabras y las vanas, digamos que sólo hace falta entender dos cosas: la Criatura y el Creador, porque entre estos dos no hay nunca ninguna tercera cosa.
5 Piensa todo y escucha todo, pero retiene estos dos y considera que estos dos son Todo, no poniendo en consideración ninguna otra cosa, ni de lo alto ni de lo de abajo, ni de los dioses ni de lo que cambia, ni de lo que está en lo profundo. Dos son Todo: la Criatura y el Creador, y es imposible separar a uno del otro. Porque el Creador no puede existir sin la Criatura. Porque ambos son lo mismo, y por éso ninguno puede existir sin el otro, es decir sin sí mismo.
6 Por consiguiente, si el Creador no es otra cosa sino el hecho de crear, único, simple, sin mixtura, es necesario que crear no sea otra cosa que crear, porque el crear del Creador es traer a la existencia y todo lo que viene a la existencia es imposible que lo haga por sí mismo, sino que es necesario que lo que viene a la existencia venga por otro.
Lo que viene al ser, sin el Creador, no viene al ser ni continúa siendo. Separados uno del otro, ambos pierden la naturaleza propia, privados de lo otro. Si se acepta pues que estos dos son todo el ser, lo que viene a la existencia y el Hacedor, ambos son Uno por la unidad, el uno primero, el otro después, precediendo el Dios Creador y a continuación la Criatura, cualquiera que ella sea.
7 Y que no te alerte la diversidad de las criaturas ante el temor de empequeñecer a Dios y quitarle gloria, porque una es su Gloria, es decir traer todas las cosas a la existencia, lo que viene a ser como su Cuerpo, la Creación.
Nada hay de defectuoso o deforme en el Creador. Deficiencia y deformidad son cosas propias de las criaturas, como la herrumbe al bronce o la inmundicia al cuerpo vivo. Y no es el artesano del bronce el que produce la herrumbe ni los padres la inmundicia, ni el mal Dios. Sino la permanente evolución, a la manera de una erupción pustulenta, y es por éso mismo que Dios creó la evolución, como purificación y restauración de lo creado.
8 Si a un mismo artista se le permite pintar cielo, dioses, tierra, mar y hombres ¿porqué Dios no podría hacer lo mismo?
¡Oh, qué tremendo extravío es la ignorancia de cómo es Dios! A los que tal opinan les ocurre algo extrañisimo: pretenden ser piadosos y honrar a Dios, pero al oponerse a que haya creado todas las cosas, a más de desconocerlo comenten una gran impiedad, pues le atribuyen el desprecio o la impotencia. Si no creó todas las cosas, lo hizo o porque es soberbio o porque no puede, lo que es una impiedad.
9 A Dios pues sólo se le puede atribuir el Bien, y el bondadoso no es soberbio o incapaz. Porque Dios no es sino el Bien, el total Poder de hacer todas las cosas, pues todo lo que viene a la existencia viene por Dios, es decir por el Bueno y por el Capaz de hacer todas las cosas.
Si ahora quieres saber cómo lo hace y cómo es que las cosas vienen a la existencia, tú lo puedes: ¡Mira la bellísima y muy semejante imágen!
10 Mira cómo siembra el agricultor la semilla en el campo, aquí trigo, allá cebada, más allá otra semilla. Míra como planta planta viñas, allá manzanos, más allá cualquier otro frutal. Así fué como el Dios sembró la inmortalidad en el Cielo, los cambios en la Tierra, y en todas las cosas Vida y Movimiento. Y el universo no consiste de muchas cosas, sino de pocas y fáciles de enumerar: Todo son cuatro, además de Dios y de la Creación, en los que están encerrados todos los seres.
TRATADO XVI
Definiciones de Asclepio al rey Amón.
Sobre Dios, la materia, el mal, el Destino, el Sol, la entidad inteligible, la entidad divina, el Hombre, el plan de la Plenitud, los siete planetas, la imagen del Hombre.
1 Querido rey:
Te envío este tratado como corona y memento de todos los anteriores, compuesto no de acuerdo a la opinión vulgar, antes bien en contra de ella. Tú mismo notarás que inclusive se contradice con cosas que ya dije.
Ocurre que Hermes, mi maestro, en sus frecuentes pláticas a solas conmigo o en presencia de Tat, insistía en decir que para mis ocasionales lectores mis libros serían de fácil y simple lectura, cuando por el contrario no lo son, y sus palabras tienen un sentido oculto.
Más aún, decía, que cuando los Griegos los tradujeran a su lengua se oscurecerían aún más, resultando en una distorsión mayúscula del texto y una oscuridad total.
2 Expresado en la lengua patria este texto tiene un sentido claro: en efecto, la propia calidad del sonido y del poder de las palabras egipcias incluye la energia de lo que se quiere decir.
Por tanto, querido rey, en cuanto te sea posible - y tú todo lo puedes - no permitas que se traduzca este texto a fin de que tan grandes misterios no lleguen a los Helenos, ni la orgullosa y floja elocución griega y, por así decir, sus falsas gracias, hagan desaparecer la venerabilidad, la solidez y la eficacia de las palabras de nuestra lengua.
Pues los Griegos, oh rey!, no tienen más que discursos vanos, buenos para demostraciones, y éso es la filosofía griega: charlatanería vacía. Nosotros en cambio no usamos palabras simples, sino vocablos cargados de poder.
3 Comenzaré pues el discurso invocando al Dios, soberano, creador, padre y envoltura de la totalidad, que siendo todas las cosas es Uno y siendo Uno es todas las cosas: porque la Plenitud de todas las cosas es una y en Uno, no que el uno se desdoble, sino que ambos son Uno.
Mantén viva esta idea en tu memoria, oh rey!, a lo largo de toda la exposición de mi discurso. Porque si alguien intentara contradecir lo que se muestra como Uno y Todo y ambos lo mismo, separándolo del Uno, y tomara la palabra "Todo" como una pluralidad y no como una plenitud, lo que es imposible, desligaría el Todo del Uno y destruiría el Todo.
Porque es necesario que todas las cosas sean Uno, si el Uno existe, - y claro que existe y nunca deja de ser Uno - para que no se destruya la Plenitud.
4 Observa cómo, de las partes más centrales de la tiera, surjen muchas fuentes de agua y de fuego, y cómo, a las tres naturalezas, del fuego, del agua y de la tierra, se las ve saliendo de una misma raíz: por donde se ha llegado a creer que existe un único depósito de toda la materia, el cual, de abajo, provee la materia misma, y en forma simétrica, de arriba, recibe la determinación esencial.
5 Así es como el hacedor, es decir el Sol, mantiene unidos el cielo y la tierra: lanza abajo la entidad determinante, fuerza a ascender la materia, atrae a su alrededor y hacia sí mismo todas las cosas, y de se propia mismidad da todo a todos y regala generosamente la luz. El es la causa por quién las buenas energías se derraman no sólo en el cielo y en el aire, sino también sobre la misma Tierra, hasta en su fondo más profundo, y en el abismo.
6 Por otra parte, si existe una entidad determinante inteligible es la masa del Sol, y podría decirse que está contenida en la luz. Ahora bien, de qué se compone y de dónde procede, sólo el Sol lo sabe porque está cerca de sí mismo por naturaleza y lugar, y nos vemos obligados a conjeturar por que no lo podemos mirar.
7 Pero aún así ver el Sol no es una conjetura: una misma espléndida luminosidad inunda el mundo entero, en sus partes inferiores y en las superiores: porque el Sol está puesto en medio del mundo, portándolo como su corona, y, como buen conductor, sujeta firmemente el carro del mundo, bien que ceñido a sí mismo, para que no caiga en el caos.
El cinturón que ciñe son la vida, el alma, el espíritu, la inmortalidad y la evolución. El Sol dejó que el mundo siguiera su curso, no alejado de sí, pero en verdad, teniéndolo consigo mismo.
8 Y es así como el Sol continúa la creación de todas las cosas: asigna la duración eterna a las cosas que no mueren, con la parte de su luz que lanza hacia arriba - que proyecta con la cara que mira al cielo - alimenta las partes inmortales del mundo, y, con la parte de su luz que está encerrada en el mundo y que inunda la entera cavidad del agua, de la tierra y del aire, vivifica y mantiene en movimiento a los seres vivos en todas las partes del mundo, a través de los nacimientos y las metamorfosis,
9 Por un movimiento en forma de espiral, el sol remodela y transforma unas partes en otras, trueca y retrueca géneros por géneros, especies por especies, en mútuas metamorfosis: en síntesis, ejerce su actividad creadora aquí abajo de la misma manera como lo hace con los cuerpos planetarios.
El cambio es la duración de todo cuerpo, cambio sin disolución para los cuerpos inmortales, cambio con disolución para los mortales. Y esto es lo que diferencia al inmortal del mortal y al mortal del inmortal.
10 A semejanza de su luz, que nos llega permanentemente, así también el Sol crea la vida sin cesar, indefinidamente, en todo lugar, a través de todos los órdenes. Pues lo rodean genios en múltiples órdenes y variadísimos escuadrones, semejantes a un ejército.
Moradores cercanos de los inmortales, han recibido la comisión de hacerse cargo, desde allí, del lugar de los hombres. Ejecutan lo estatuído por los dioses, y por medio de tempestades y ciclones, a través de tormentas, erupciones y terremotos, por el hambre también y por las guerras castigan la impiedad.
11 Pues la impiedad es la mayor maldad de los hombres para con los dioses: ya que a los dioses les corresponde hacer el bien, a los hombres ser piadosos, y a los genios auxiliar.
Los demás atrevimientos que los hombres cometen por extravío, o por temeridad, o forzados por lo que llamamos Destino, o por ignorancia, todas esas cosas, los dioses no las tienen en cuenta. Sólo la impiedad cae bajo la ley de la justicia.
12 El Sol es tutela y alimento de todas las especies: y, así como el mundo inteligible rodea al mundo sensible para llenarlo y henchirlo de múltiples y variadísimas formas, así a su vez, el Sol, rodea a todo el mundo para henchir la masa de todos los seres que aparecen en la generación, y fortificarlos.
13 Ahora bien, bajo las órdenes del Sol está el coro de los genios, o mas bién los coros: pues son muchos y variadísimos, comandados por las categorías de los planetas, en igual número para cada planeta . Clasificados y ordenados así son servidores de cada uno de los planetas, buenos y malos genios segun sus naturalezas, es decir según sus operaciones: pues todo el ser del genio es actividad, pero hay algunos de ellos en los que hay mezcla de bien y de mal.
14 Todos han recibido potestad sobre los asuntos y alborotos de la tierra, y provocan problemas de todo tipo a las ciudades y a las naciones en general, y en particular a cada indivíduo. Nos cambian y excitan el alma hacia ellos, metidos como están en nuestros nervios y médulas, en nuestras venas y artérias, y en el cerebro mismo, extendiéndose hasta nuestras propias entrañas.
15 Una vez nacidos y recibida el alma, quedamos a cargo de los genios que en el preciso instante del nacimiento están de guardia y al comando de los planetas: porque a cada instante los genios se substituyen unos a otros. No son siempre los mismos, sino que se van turnando.
Luego pues que se han introducido entre las dos partes del alma, la atormentan por medio del cuerpo de acuerdo a la actividad que les corresponda: sólo la parte racional del alma queda fuera del dominio de los genios, digna de Dios y apta para recibirlo.
16 Por consiguiente cuando por intermedio del Sol brilla un rayo divino en la parte racional (y estos casos son pocos), los genios se apartan: nadie puede nada, ni un genio ni un dios, frente a un sólo rayo de Dios. Los demás hombres son llevados y traídos, en cuerpo y alma, por los genios, y ellos mismos aman y quieren las fuerzas de los genios que actúan en ellos. Y es la razón, no el amor, la extraviada y la causa del extravío.
Así pues la administración de la tierra está entera en manos de los genios y se ejerce a traves de nuestros cuerpos. Fué a esta administración a la que Hermes llamó Destino.
17 Por consiguiente el mundo inteligible depende de Dios, el mundo sensible del inteligible: el Sol suministra al mundo inteligible y al mundo sensible el influjo del bien que recibe de Dios, es decir la actividad creadora.
Alrededor del Sol gravitan las ocho esferas que de él dependen : una la de las estrellas fijas, siete de las errantes, y de éstas una gira en torno de la Tierra. Estas son las esferas de que dependen los genios, y de los genios los hombres. Y así todos y todas las cosas dependen de Dios.
18 Por éso el Dios es el padre de todas las cosas, el Sol el creador, y el mundo el órgano de la creación.
El cielo está gobernado por la entidad inteligible, los dioses por el cielo, y los genios, a las órdenes de los dioses , gobiernan a los hombres: es así como están dispuestos los ejércitos de los dioses y los genios.
Por ellos Dios hizo todas las cosas para sí mismo, y todas las cosas son partes de Dios: si todas son partes, Dios es sin duda todas las cosas.
Haciendo pues todas las cosas, se hace a sí mismo, y es imposible que se detenga porque él mismo se detendría.
Así como Dios no tiene fin, así tampoco su obra no tiene ni comienzo ni fin.
TRATADO XVII
(Incompleto y sin título)
....si reflexionas, ¡oh rey!, también los incorporales entre los cuerpos.
- ¿Cuáles? dijo el rey.
- Los cuerpos que se ven en los espejos ¿no te parecen que son incorporales?
- Así es, Tat, divinamente lo dices - dijo el rey.
- Pero hay otros incoporales, por ejemplo las figuras que se manifiestan en los cuerpos, y no sólo de los seres animados sino también de los inanimados ¿no piensas que son también incorporales?
- Está bien lo que dices, Tat.
- Así pues, hay una reflexión de los incorporales en los corporales y de los corporales en los incorporales, de manera que lo sensible se refleja en el mundo espiritual y lo espiritual en el sensible. Por eso, ¡oh rey! reverencia las estátuas porque también ellas son figuras del mundo espiritual.
- ¡Oh profeta! es hora que me ocupe de mis huéspedes - dijo el rey levantándose -. Mañana continuaremos el estudio de lo divino y el tema que nos ocupa.
TRATADO XVIII
Sobre las trabas que ponen al alma las cosas que provienen del cuerpo.
Saliendo de lo acostumbrado en los tratados del Corpus Hermeticum, este discurso cambia tan por completo la tesitura de los tratados que muchos lo consideran un aditamento de otro origen. De cualquier manera pertenece al Corpus y está en los Manuscritos originales. Nosotros lo llamaríamos "Discurso para presentar en la corte delante del Rey", y a pesar de lo florido y retórico del texto, su pensamiento implícito está perfectamente de acuerdo con el resto de los tratados: la necesidad de armonizarse con la luz inteligible y sus virtudes procedentes de lo Alto.
1 Cuando en un concierto que promete a los espectadores las delicias de una melodía de armonías bellas, un intrumento desafina, el propósito de los músicos cae en ridículo. Porque cuando el instrumento no logra ejecutar lo que de él se exige, los espectadores se burlan del ejecutante. Se vitupera el error, aunque incansablemente y con buen talento ofrezca su obra de arte.
En cambio el divino y auténtico músico que además de obrador de la armonía de la canción trasmite incansablemente hasta el último instrumento la cadencia de la apropiada melodía, ése es el Dios, porque la fatiga no existe para Dios.
2 Si el artista ha querido con toda su buena voluntad participar del concurso musical, si previamente el trompetista hizo gala de su ciencia y los flautistas en sus dulces instrumentos produjeron la agradable melodía y por el caramillo y el plectro dieron cumplimiento a la lírica canción, nadie atribuirá culpa alguna al soplo del músico ni al Supremo, sino que lo admirará y honrará como corresponde, y en cambio acusará de avería el instrumento que ha puesto obstáculo a la magnífica belleza, trabado la melodía del músico y privado a los oyentes del agradable canto.
3 Y así es igual respecto de nosotros, que ningún espectador por falla de nuestro cuerpo venga a acusar impíamente a nuestra raza, mas antes que admita que Dios es un Soplo incansable , que posee siempre la misma ciencia que le es propia, y que hace uso en todo y por todo de la misma prosperidad y de la misma beneficencia.
4 (Llevando las cosas al extremo, la materia que usaba Fidias el escultor no le fué lo suficientemente sumisa como para perfeccionar la multiplicidad de su obra)
El cantor pues ha cumplido su parte lo mejor que pudo: no le asignemos a él la culpa, sino a la flaqueza de la cuerda que, aflojada o relajada en su tensión, desbarató la habilidad musical del canto.
5 Pues bien, dado el accidente instrumental, que a nadie se le ocurra inculpar al músico, sino que cuanto más le reprochen al instrumento, tanto más alaben al artista, y como vean que con regularidad hacía vibrar la cuerda en el tono justo, más aún se apasionen los oyentes por el músico, y a pesar de todo no le guarden rencor.
¡Oh Honorabilísimos, también vosotros a vuestra vez afinad para el Músico vuestra propia lira interior!
6 Pues yo mismo he visto artistas que aún sin apoyarse en la virtud de la lira, y cuando se ejercitaban en algún noble tema, muchas veces usaban de sí como instrumento musical, afinaban su cuerda con recursos secretos, y lograban, trastocando su habilidad en gloria, el soberbio asombro de los oyentes.
Se cuenta también acerca de un cierto tañidor de cítara que habíase ganado el favor del dios de la música, que al participar de un concurso de cítara estaba impedido por la rotura de una cuerda, la ayuda del Supremo suplió la cuerda y le concedió la gracia del galardón. La providencia del Supremo substituyó la cuerda por una cigarra, que posándose en la cítara completó la melodía de la cuerda faltante, y así el tañidor, consolada su pena con la salud del instrumento, logró el galardón de la victoria.
7 Yo mismo ¡oh Honorabilísimos! siento como que a mí también me ocurre lo mismo, porque recientemente me dí cuenta de mi propia flaqueza al sentirme débil por un momento, y sin embargo por el poder del Supremo lancé mi canto, como si hubiera sido llenado de lo alto para entonar el canto del rey. Por donde la culminación de mi servicio será para la gloria del rey y para su trofeo de victoria la pasión inflamada de mi palabra.
"¡Vamos pues adelante!" éso es lo que quiere el cantor. "¡Vamos pues y apurémosnos!", éso es lo que desea el cantor, y por éso templa la lira, pues más hermosa será su melodía y más dulce su cantar cuanto mayor sea el compromiso al que a su canto obliga.
8 Dado pues que el artista ajusta su lira en primer lugar para el rey y su música es el panegírico y su objetivo la alabanza real, lo primero que hace es impulsar su alma hacia el altísimo Rey del universo, el buen Dios y, comenzado el camino desde lo alto, desciende después con orden hacia el que como imagen de Aquel, gobierna el cetro, pues agrada a los mismos reyes este camino descendente de lo alto a lo inferior y que de allí, de donde les fué concedida la victoria, procedan en justa consecuencia las esperanzas.
9 Que así pues el músico se vuelva hacia el Rey grandísimo, Dios del universo, que es siempre y en todo inmortal, eterno y eternamente Emperador, primer glorioso Vencedor de quién luego los herederos de la Victoria logran sus victorias.
10 Es a esa alabanza a la que ahora desciende nuestro discurso, hacia los reyes, árbritos de la común paz y seguridad, a quienes el Supremo Dios ha llevado a la cima de la autoridad máxima y absoluta desde hace largo tiempo, a quienes la diestra de Aquel condujo a las logradas victorias, para quienes fuera dispuesto el premio del combate antes de que se viera la supremacía en la guerra, cuyos trofeos estaban alzados antes de entrar en batalla, para quienes la realeza estaba preparada de antemano y más aún el predominio en todas las cosas, quienes ya antes de ponerse en marcha los ejércitos, pasmaban al bárbaro.
Alabanzas al Supremo y encomio del rey
11 Pero el discurso se apresura a concluir a la manera como había comenzado, y pasa a bendecir al Supremo, para terminar, después, con el elogio de los divinos reyes que son los árbitros de nuestra paz. Por lo tanto, así como al exordio fué la alabanza del Supremo y del Poder de lo alto, así ahora la conclusión, como un eco, se volverá de nuevo hacia el mismo Supremo.
Como el Sol, que nutre los renuevos germinales de todas las plantas, es el primero que cosecha las primicias del fruto con las inmensas manos, sus rayos, que emplea para cogerlos - porque sus rayos son sus manos que recojen las primeras la dulcísima ambrosía vegetal -, así también nosotros, de quienes el Supremo es el principio, que hemos recibido la sabiduría que de El emana y la consumimos como alimento de las plantas supracelestes que son nuestras almas. Así pues ejercitémonos de nuevo otra vez en bendecirlo, que El nos retornará abundante rocío y lluvia para toda semilla.
12 Es conveniente pues que miríadas de bocas y voces alcemos una alabanza bendita al Dios íntegramente Puro y Padre de nuestras almas, aún cuando nuestras alabanzas no sean apropiadas a su dignidad, porque nada que digamos puede alcanzarla.
Ni los recién nacidos pueden honrar dignamente al padre, pero cuando las fuerzas se lo permiten cumplen el deber y a cambio logran la indulgencia paterna. Y con mayor razón, éso mismo es gloria para Dios, ser mejor y más grande que su prole, y que el exordio, el principio, el medio y el final de nuestras alabanzas sea reconocer el Poder sin límites y la Infinitud ilimitada del Padre.
13 Porque a nosotros corresponde alabarlo, los hombres, que por naturaleza somos como sus descendientes, aunque nos sea preciso solicitar su indulgencia, lograda casi siempre antes de pedirla.
Porque así como un padre no puede abandonar a sus pequeños recién nacidos por estar incapacitados para todo, pero se alegra al ser reconocido por ellos, así con iguales resultados, obra el conocimiento del Todo, que nos confiere a todos la vida y la alabanza de Dios, que son concesiones suyas.
14 Dios, pues, bueno y siempre resplandeciente, que sólo en Sí mismo tiene el límite de su eterna excelencia, que es inmortal, que cirscuncribe en Sí mismo lo perfectísimo Suyo y que es un eterno fluir hacia éste nuestro mundo de la Energía que hay Allá, que nos ofrece la promesa de una alabanza que libera.
Por consiguiente Allá no hay diferencia entre unos y otros, no hay insconstancia. Allá, uno es el Sentir de todos, una es la Previsión de todos, una es para todos la Mente, el Padre, una la Conciencia por la que todos obramos, uno el Encanto mútuo del Amor, operador de la única Armonía de todas las cosas.
15 Así es pues como alabamos al Dios. Pero luego descendemos hasta los que han recibido de El el cetro. Es justo, pues, que comencemos por los reyes y de ellos nos ocupemos, que nos preparemos para el elogio y cantemos piadosos himnos al Supremo, y que el comienzo inicial de la alabanza se Le dedique, que nos ejercitemos aún más por El, para que esté en nosotros la práctica de la piedad a Dios y la alabanza en honor del rey.
16 Porque nada hay más justo que otorgar recompensa a los que desplegaron por nosotros una tan grande paz. La virtud del rey y su sólo nombre confieren la paz. Porque al rey (basileus) se lo llama rey porque con leve paso (basei leia) ejerce el poder supremo y por la paz extiende los decretos, y porque nació para triunfar sobre el dominio bárbaro: su sólo nombre es símbolo de paz.
Por eso mismo con frecuencia es suficiente nombrar al rey para contener a los enemigos de inmediato, y comúnmente las estátuas del rey son refugio de paz para los que soportan el rigor de una tempestad, y ya la sóla aparición de la imagen del rey produce la victoria, y concede el asilo a los que a ella se acojen de lo inflexible y de lo que lastima.
Traducción: J. Sanguinetti
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