Cuando, en los Evangelios, Jesús se refiera al consuelo que proporciona el rúaj ha-kodesh o pneuma hagion, es decir el Espíritu Santo, aludirá, implícitamente, a aquel polo de la Trinidad que liga la criatura a la Creación, lo microcósmico a lo macrocósmico, representado, en parte, por la letra hebrea hei(h) que aparece dos veces en el Tetragrama o Nombre Divino para señalar la entrada y salida del soplo viviente(hwhy), tanto como por la actividad imaginaria, la propia percepción del discípulo que, a través de la cadena de semejanzas, unifica criterios por encima del espacio-tiempo que le ha tocado vivir.
La imaginación, en hebreo dimión(nwymd), encierra, en efecto, aquella clave cuyo secreto mismo se halla en la sangre o dam(md), letras que-como vemos-figuran en dimión. Allí donde el soplo del Espíritu entra en sangre, por decirlo de algún modo, activa las imágenes que navegan entre hematíes y plasma metamorfoseando las formas en alimentos a la par que resucitando en nosotros saberes que no sabíamos, incluso, que eran nuestros. Esa es la razón por la cual, sin duda alguna, hay consuelo en la actividad espiritual. La imaginación ensaya, esboza el primer peldaño de la comprensión, permitiéndonos visualizar o establecer nexos allí donde la realidad necesita puentes para ser cruzada de enigma en enigma. La imaginación es a la sangre lo que los archivos akásicos al aire: el depósito de los arquetipos colectivos al mismo tiempo que el mar donde navegan todas las metáforas. No debería, entonces, sorprendernos que la voz ión(nwy) que significa ´´palomo´´ y se escribe con las tres letras-yod, vav y nun-finales de imaginación, dimión(nwymd), aparezca junto a dam, la sangre.
En su monumental trabajo Psicología y alquimia, Jung escribió: ´´Cuando los alquimistas hablan de meditar no se refieren en modo alguno a la mera reflexión, sino a un coloquio interior y, por tanto, se valen del concepto de meditar (para señalar) un diálogo creador por lo cual las cosas que se hallan en un estado potencial en el inconsciente pasan a un estado manifiesto. La imaginatio era, también, una actividad física que quedaba incluida en el circuito de los cambios materiales que determina y por el cual es determinada.´´
Pero lo que Jung no podía de ningún modo saber era que, por su valor guemátrico o numérico, imaginación o dimión(nwymd:::110) equivale a nes, milagro(sn: 110), tanto como al vocablo iel(ly(: 110)que alude a un enhebrar, ensartar y ligar. De ese modo, el trabajo milagroso de la imaginación consiste en enhebrar imágenes de significado cada vez más hondo para que, salvando el vacío de los siglos, podamos actualizar-y de ahí el ´´consuelo´´ otra vez-aquello que hemos heredado en forma de parábolas y enseñanzas.
Así como la sangre es el camino equidistante entre el medio interno y el externo, la barrera inmunológica y la corriente nutricia que riega y alimenta todos los órganos, por el nuevo pacto de sangre fundado mediante la simbólica Eucaristía-rito sobre todo imaginario-, dice San Pablo que Jesús hace de mediatorem entre los hombres y Dios, entre cada uno de nosotros y su Creador, vehiculizando también, en tanto maestro, el tránsito místico entre uno y uno mismo, nuestra parte temporal y nuestra parte eterna. Por lo tanto, él imagina para que, nosotros, a nuestra vez, por la misma imaginación, lo reencontremos.¿De qué otro modo puede entenderse, si no, que la versión hebrea del pasaje paulino de Hebreos 12:24:´´Jesús(es)el mediador del Nuevo Pacto y la sangre rociada´´, emplee para mediador el vocablo melitz(jylm), cuya raíz nace en melitzá o metáfora(hCylm)? El maestro de Nazaret es, entonces, un mago de la metáfora y el símil, un artista-dijo Buber- de la parábola para quien el mundo externo es la proyección del interno y el reino de los cielos se halla en el corazón humano.
´´La imaginación-escribió William Blake, el poeta romántico inglés-es el genio poético en el hombre´´, el ámbito interno en cual, constantemente, el universo imprime sus estampas.
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